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Revista mexicana de ciencias forestales

versión impresa ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.7 no.34 México mar./abr. 2016

 

Artículo

Organización social ejidal y manejo del capital natural forestal maderable en Carbonero-Jacales, Huayacocotla, Veracruza b

Domingo Romo Guzmán1 

Esteban Valtierra Pacheco1  * 

Manuel de Jesús González Guillén1 

José René Valdez Lazade1 

Rufino Vivar Miranda1 

1 Colegio de Postgraduados. México


Resumen:

Los bosques de México y del mundo han sufrido un deterioro significativo en las últimas décadas como resultado de políticas públicas inadecuadas, aplicación incorrecta de los programas de manejo forestal, deforestaciones producto de diversas actividades, fenómenos naturales y sociales, abuso en el uso de bienes comunes, y una ineficiente organización social; todo ello ha tenido un efecto directo en el deterioro del bienestar social de las comunidades dueñas de los recursos. El objetivo general de la investigación fue identificar las acciones de manejo que la organización social ejido Carbonero-Jacales, municipio Huayacocotla, Veracruz está realizando para la conservación y el fomento sustentable de su capital natural maderable, así como de los recursos asociados. El capital natural es relevante para el desarrollo, interacción y complementariedad con los capitales social, humano, financiero y físico. Se aplicó una encuesta a una muestra al azar de 90 ejidatarios, 27.8 % mujeres y 72.2 % hombres. La aplicación de los cuestionarios, entrevistas y visitas de campo se realizaron en un periodo de dos meses. Se hicieron observaciones durante 25 visitas de campo a las áreas de producción (viveros y reforestaciones actuales y anteriores), a las áreas de corta y abasto e industrialización. Los resultados sugieren que en el ejido Carbonero-Jacales existe una sólida organización social interna y una aplicación adecuada del Programa de Manejo Forestal, lo que le ha permitido aprovechar, en forma sustentable, sus recursos naturales maderables y mejorar el bienestar de sus habitantes.

Palabras clave: Bienes y servicios ecosistémicos; capital natural; ejido; organización social; productores forestales; Veracruz

Abstract:

The forests of Mexico and the world have suffered significant damage in the last decades as a result of inadequate policies, incorrect implementation of forest management programs, deforestations resulting from various activities, natural and social phenomena, overuse of common goods, and inefficient social organization -all of which has had a direct effect on the deterioration of the social welfare of the communities that own the resources. The general objective of the research was to identify the management actions being carried out by the social organization “Ejido Carbonero-Jacales”, in the municipality of Huayacocotla, Veracruz, for the conservation and sustainable development of its natural timber capital, as well as of other related resources. Natural capital is relevant for development, interaction and complementarity with the social, human, financial and physical capital. A survey was applied to a random sample of 90 ejidatarios, 27.8% women and 72.2% men. The application of questionnaires, interviews and field visits were conducted over a period of two months. 25 observations were made during field visits to production areas (nurseries and current and former reforestation), the cutting and supply areas and industrialization. Results suggest the existence in the Carbonero-Jacales ejido of a solid inner social organization and of an adequate implementation of the Forest Management Program that has enabled sustainable exploitation of its natural timber resources and enhanced the well-being of its inhabitants.

Key words: Ecosystem goods and services; natural capital; ejido; social organization; forest producers; Veracruz State

Introducción

México posee una gran diversidad ecológica y cultural (Sarukhán et al., 2009), un patrimonio que debería aprovecharse para beneficio y bienestar de sus habitantes actuales y conservarse para las generaciones futuras. Sin embargo, este capital ha sido subestimado y mal utilizado. Factores físicos, tecnológicos, políticos, sociales, organizativos y económicos han influido en el disturbio, degradación y destrucción de los ecosistemas forestales, situación que ha reducido su relevancia como fuente generadora de bienes, servicios, satisfactores, empleos y bienestar social.

El ejido Carbonero-Jacales, ubicado en Huayacocotla, en el estado de Veracruz funciona como una empresa forestal comunitaria (EFC) que utiliza sus recursos maderables desde 1978 por medio del Programa de Manejo Forestal Comunitario (PMFC). En sus bosques se llevan a cabo las acciones de protección, mantenimiento, conservación, producción, ordenación y recuperación que por normatividad se establecen en el PMFC: conservación de suelos y agua; protección de la fauna silvestre; prevención y combate de incendios forestales; protección contra pastoreo, clandestinaje; control de plagas y enfermedades; y reconversión al uso forestal de las áreas agrícolas abandonadas.

La ineficiente aplicación del PMFC puede provocar el deterioro, la degradación y destrucción del bosque. La consecuencia sería la disminución o pérdida de los beneficios en bienes, servicios, empleos, ingresos y bienestar social. La presente investigación aborda el problema de los impactos provocados sobre la superficie forestal maderable, la composición del bosque, el suelo, el agua y la fauna silvestre, por la realización del aprovechamiento del recurso forestal a través de la aplicación del PMFC. Los objetivos son identificar las acciones de manejo que la organización social del ejido Carbonero-Jacales está realizando para la conservación y el fomento sustentable de su capital natural maderable y de los recursos asociados; así como, conocer las condiciones actuales del bosque y los beneficios asociados.

El estudio se fundamenta en que los bosques del país son una fuente de empleos e ingresos, por ser generadores de bienes y servicios. Además, detonan diversos procesos para el fortalecimiento e interacción entre los capitales natural, humano, social, financiero y físico que contribuyen al desarrollo personal, familiar, comunitario y regional, cuando se manejan de forma sustentable.

Organización social y ejido. Krieger (2001) la define como el conjunto interrelacionado de actividades de dos o más personas que interactúan para lograr un objetivo común, mediante una estructura de roles, funciones y una división del trabajo. El buen funcionamiento de una organización social depende de la buena coordinación de los recursos humanos, económicos, técnicos y materiales; conceptualizados en capital natural, humano, social, manufacturado y financiero (Flores, 2002; Sarukhán et al., 2012). Algunos de los factores propios de las organizaciones exitosas son la autogestión, el liderazgo, la convivencia organizacional, la capacidad de gestión, la comercialización y los mecanismos de solución de problemas y conflictos (Valtierra, 1998; Palerm, 2010; Cichocki, 2011; Cerda y Barroso, 2011), a lo que habría de agregarse el contexto ambiental propicio para el desarrollo de sus actividades, y una dinámica organizacional bien estructurada (Chiavenato, 2009). En la actualidad, el entorno social y económico del país y del mundo obligan a las organizaciones sociales a incrementar su flexibilidad y adaptabilidad para ser competitivas (Mirza et al., 2011).

El mejoramiento de una agrupación social requiere experiencia propia, capacitación, un alto nivel de organización comunitaria, identidad común con su espacio y cultura; además de compartir intereses (Rodríguez, 2010). Dentro de estos grupos existen jerarquías que se interrelacionan para participar, consensuar, identificar problemas y proponer mejoras, lo cual requiere el desarrollo de aptitudes de liderazgo entre sus integrantes. Algunas de las consecuencias positivas de las organizaciones sociales incluyen la tendencia a cumplir con las normas sociales, dar apoyo y derivar beneficios económicos; las negativas: el cierre de oportunidades exitosas a terceros, exigencias excesivas a los miembros y restricciones a la libertad individual (Portes, 2004).

El ejido es una forma de organización social en el medio rural de México, en el que hay relaciones sociales, ambientales y económicas; las dos últimas son inherentes al capital natural (Llanos, 2010). En el país existen 31 785 núcleos agrarios (ejidos y comunidades agrarias) de tipo: agrícola, ganadero, forestal, minero y mixto (Sedatu, 2014), con una población de 5.6 millones de habitantes, que ocupan 105 millones de hectáreas. Del total, 15 381 poseen áreas mayores a 200 ha con vegetación forestal, e integran 62.2 millones de ha con recursos forestales comerciales, pero solo 2 994 los aprovechan como alternativa económica generadora de empleos e ingresos. Los núcleos agrarios poseen 80 % de la superficie forestal del país, concentrada en bosques y selvas, 74 % de la biodiversidad y dos terceras partes de los litorales (González, 2011).

La Ley Agraria concede a las personas con derechos ejidales el usufructo de los recursos naturales, a través de la conformación de una organización económica, que en el caso de Carbonero-Jacales es el de una Empresa Forestal Comunitaria (Anta y Carabias, 2008).

Capital natural. La naturaleza es un sistema que incluye diversas relaciones, interdependencias, flujos energéticos y materiales entre los organismos, así como con su entorno; provee bienes y servicios a las comunidades; permite el desarrollo de actividades, la satisfacción de necesidades; y promueve el bienestar humano (Álvarez, 2010). Ekins (2003) clasifica las funciones de los ecosistemas como capital natural en: a) fuente, b) soporte de vida, y c) salud y bienestar humanos. Cabe destacar que muchos “bienes y servicios ecosistémicos” (Álvarez, 2010) funcionan, a la vez, como bienes públicos y privados, lo que dificulta el control social sobre su uso.

El término capital natural debe considerarse como categoría económica, asumiendo una concepción de uso, reproducción y acumulación de recursos (Jiménez y Piña, 2011).

El mal manejo del capital natural maderable ha provocado su degradación. Las causas motoras y agentes de destrucción forestal son múltiples, incluyen presiones directas e indirectas. Las primeras se integran por la tala clandestina, los cambios de uso de suelo, los incendios forestales y las plagas; mientras que a las segundas las conforman la aplicación de políticas agropecuarias en áreas de aptitud forestal; inadecuada organización de ejidos y comunidades; pobreza extrema; marginación de algunas comunidades forestales; falta de competitividad y limitada capacidad de agregación de valor, además de fallas en el marco legal regulatorio. Al respecto, Caballero (2004) y Vázquez (2009) analizan la situación de la degradación de los recursos forestales maderables, y ponen de manifiesto su estrecha relación con las políticas públicas aplicadas en su manejo.

Hay una relación estrecha entre la organización social, el crecimiento económico y los recursos naturales como fuerza impulsora y limitante (Rodríguez, 2001). La organización social puede ser la mejor alternativa para regular el aprovechamiento del capital natural (Sánchez y Valtierra, 2003). La economía y el bienestar humano están supeditados al mantenimiento de la integridad y la resiliencia de los ecosistemas en el largo plazo. La existencia y trasformación del capital natural es la fuente de los servicios y bienes materiales que el hombre necesita para su desempeño en el entorno ambiental, social, político y económico (Richards, 2008). Consecuentemente, el capital natural es relevante para el desarrollo, interacción y complementariedad con los capitales social, humano, financiero y físico (Sarukhán et al., 2012). La acción será inversa en los aspectos de deterioro (deforestar, fragmentar y disturbio) o de recuperación (reforestar, forestar y regenerar) (Regil et al., 2014).

Materiales y Métodos

El estudio se realizó en el año 2014 en el ejido Carbonero-Jacales del municipio de Huayacocotla, Veracruz.

Se utilizó un cuestionario de 87 preguntas, dirigido a 90 ejidatarios seleccionados al azar, comprendió los temas siguientes: el capital natural incluyó los aspectos de producción y corte de productos maderables, además del sistema de aprovechamiento, situación de recuperación exclusiva del bosque, y las acciones realizadas para la restauración y conservación del bosque, suelo, agua y fauna silvestre, estado actual de la masa arbórea, suelo, agua y fauna silvestre. La organización social se estudió a través de temas como participación, autonomía y democracia.

La muestra de 90 ejidatarios se dividió en 27.8 % mujeres y 72.2 % hombres, con derechos agrarios reconocidos. Se entrevistó a las autoridades ejidales (Comisariado y Secretario), a los responsables de los trabajos de monte (Administrador y Jefe de monte), al prestador de servicios técnicos, a las autoridades municipales (Director de Fomento Agropecuario y Forestal) y personal de instituciones relacionadas con el sector forestal (Conafor, Semarnat).

La aplicación de los cuestionarios, entrevistas y visitas de campo se realizaron en un periodo de dos meses. Se hicieron observaciones durante 25 visitas de campo a las áreas de producción (viveros y reforestaciones actuales y anteriores), a las áreas de corte y abasto e industrialización. Cabe destacar que se delimitaron nueve transectos (Mostacedo, 2000) cuya longitud varió de 1 km a 4 km, con la finalidad de observar la composición y estructura del bosque; la práctica de actividades silvícolas (deshierbes, podas, aclareos); establecimiento de acciones de protección (cercado, no pastoreo, quema de residuos, letreros preventivos, limpia de brechas limítrofes y corta-fuego); y ejecución de obras de conservación de suelos y agua. Esto permitió constatar las acciones predefinidas en el programa de manejo forestal; y observar las condiciones del suelo, hidrología y fauna nativa.

Respecto a los procesos de la organización social, para su corroboración se acudió a una reunión ejidal y otra comunitaria, lo cual permitió analizar los procesos (participación, opiniones, planteamiento y el análisis de propuestas, problemáticas, consensos, votación de acuerdos) de la relación entre autoridades, la Asamblea y los responsables de las comisiones. Adicionalmente, se constató la comunicación con los responsables de las áreas (viveros, producción, corte y abasto e industrialización) y con personas que desempeñan alguna función organizativa relacionada con el aprovechamiento del capital natural maderable.

Resultados y Discusión

Capital natural y organización social

El ejido Carbonero-Jacales se constituyó en el año 1934. Es el segundo en superficie forestal municipal de Huayacocotla, Veracruz. Tiene 3 152 ha, de las cuales 549 ha corresponden a las áreas de conservación y aprovechamiento forestal restringido; 1 345 ha a las de producción forestal maderable; y 1 258 ha son de otro uso (urbano, parcelada y no factible de aprovechamiento). La superficie que conforma el capital natural maderable es de 1 348.00 ha (Sarukhán et al., 2012), con un aprovechamiento anual promedio de 7 000 m3 r.t.a. anuales, distribuida en especies de Pinus, Quercus, Cupressus, Abies, Alnus, y otras latifoliadas. Los recursos forestales maderables han sido una de las principales fuentes generadoras de empleos e ingresos, a través de la producción de bienes y servicios desde 1978. En la actualidad, 200 ejidatarios (23.5 % mujeres y 76.5 % hombres) dependen directamente de ellos, e indirectamente colonos (hijos de ejidatarios) y avecindados. Esto hace que el promedio de superficie por ejidatario sea solo de 6.74 ha, lo que les impide vivir solo del aprovechamiento del bosque; por lo tanto, llevan a cabo otras actividades económicas, para complementar sus ingresos. Situación que resulta aún más restrictiva, si se considera que el trabajo es temporal y que, también, se les da empleo a algunos colonos y avecindados.

En el área existe una alta competencia en la cantidad ofertada y la demandada con otros ejidos forestales, y los pequeños propietarios en cuanto a la comercialización, lo que repercute principalmente en la movilidad del precio de venta de los productos maderables.

El Método de Desarrollo Silvícola (MDS) ha sido utilizado en la región como política pública alternativa (Vázquez, 2009) para evitar la degradación de los bosques desde 1978, año en que empezó el aprovechamiento forestal maderable en la región, justo al levantarse la veda forestal en el estado de Veracruz. El aprovechamiento inició con un programa de manejo vigente hasta 1981, y a la fecha está en su cuarto ciclo de corta. Sin embargo, solo 55.6 % de los encuestados sabe que sus bosques son manejados a través del sistema denominado MDS. No todos los ejidatarios de Carbonero-Jacales conocen las características del MDS, simplemente lo aplican a partir de las indicaciones de la dirigencia ejidal. Lo anterior implica la necesidad de dar a conocer a los usuarios las características del MDS, mediante la capacitación que da la experiencia propia (Rodríguez, 2010), lo cual incrementaría la eficiencia de la organización.

El MDS es un sistema de planificación que promueve el uso intensivo del recurso maderable bajo criterios de sustentabilidad de los recursos forestales y asociados. Los encuestados consideran que este método es la mejor forma de manejar el bosque. De las personas entrevistadas, 83.3 % mencionó que esta forma de manejo ha contribuido a la conservación y fomento de las condiciones actuales del ecosistema y sus recursos relacionados; 86.7 % manifestó el mismo resultado para el suelo e indicó que se beneficia el agua, y 87.8 % a la fauna silvestre. Apreciación que se fundamenta en sus observaciones realizadas en las áreas de corta desde 1978, y que fueron comparadas con las condiciones actuales.

La mayoría de los entrevistados opinó que el bosque está conservado, no se está destruyendo, aunque la gente externa tiene la percepción de que hay una destrucción total al momento de la corta de regeneración, estipulada en el MDS, ya que solo se dejan de 25 a 30 árboles semilleros en pie por hectárea. El método permite mayor producción de madera por unidad de superficie y facilita la ordenación más uniforme de las masas maderables. La regeneración natural es lenta, lo que ha llevado a la adopción de acciones de reforestación artificial de las áreas aprovechadas anualmente, para acelerar el proceso de restitución del bosque.

A la pregunta expresa sobre las condiciones actuales de los bosques, 93.3 % coincidió en que dichas comunidades no están degradadas, destruidas o dañadas, si no en buen estado. Los entrevistados basaron su respuesta en que se realizan acciones de recuperación y conservación del bosque, tales como: reforestación con especies de la zona; construcción de obras de conservación de suelo y agua; protección contra pastoreo, incendios y clandestinaje. Adicionalmente, se aplican prácticas de mantenimiento recomendadas en el PMFC como podas y aclareos y se reservan áreas de protección para la recarga de agua y contra la erosión. Esto respalda lo señalado por Caballero (2004) y Vázquez (2009), quienes indican que se deben aplicar políticas públicas atinadas en el manejo forestal.

Conservación del bosque

Con referencia exclusiva al bosque, 83.33 % de los ejidatarios manifestaron que existe una recuperación y conservación, como consecuencia de la aplicación correcta del MDS y de las buenas prácticas de manejo forestal (BPMF), como esquemas de políticas forestales, lo cual es congruente con lo señalado por Álvarez (2010), ya que los integrantes del ejido consideran que el deterioro de sus recursos naturales tendría costos altos en su economía y bienestar.

A pesar de que se ha intentado instrumentar rigurosamente el PMFC a fin de buscar una interacción de capitales (social, humano, físico, financiero, natural) (Sarukhán et al., 2012), con medidas para fomentar la recuperación y evitar el deterioro de los recursos forestales (Regil et al., 2014), su operación ha tenido deficiencias; porque algunas actividades de apoyo a la producción no se llevan a cabo en su totalidad, por los costos altos de la mano de obra.

También se detectaron problemas en los procesos de mantenimiento (limpias, podas y aclareos), por lo que no se revitaliza rápidamente la resiliencia del bosque. Se observó que en muchas áreas aprovechadas con anterioridad no se han aplicado estas acciones, a pesar de que ya se están formando nuevas masas arboladas, que incluyen las establecidas por regeneración natural.

Un ejemplo de coordinación de capitales (Flores, 2002; Sarukhán et al., 2012) se evidencia en la organización de los ejidatarios para establecer, recuperar y conservar el bosque en las áreas de corta, mediante el método de regeneración denominado árboles Padre, que asegura el abasto de semilla para el establecimiento de la regeneración natural. En 2014 se trabajaron cuatro áreas: El Sabino, La Ampliación, La Bomba y La Brecha, con la consecuente generación de empleos e ingresos.

El ejido tiene un vivero forestal que produce 250 000 plantas al año, para realizar la reforestación. En las áreas de corta del 2014 se plantaron con P. patula Schiede ex Schltdl. & Cham (67.63 %), Cupressus benthamii Endl. (14.54%), P. montezumae Lamb. (8.40 %), P. ayacahuite Ehrenb. ex Schltdl. (7.24 %) y P. pseudostrobus Lindl. (2.18 %). Diversidad que mantiene la composición del bosque, y evita que la vegetación sea monoespecífica. Las condiciones climáticas propicias y la realización de la actividad en temporada de trasplante aseguran una supervivencia de 95 %. Algunas latifoliadas como Quercus spp., se regeneran por rebrote.

Los ejidatarios tienen una organización comunitaria con intereses compartidos para implementar actividades complementarias de protección contra pastoreo, incendios, clandestinaje, control de plagas y enfermedades en las áreas de producción y corta (Rodríguez, 2010). Las acciones preventivas para evitar incendios forestales empiezan con el amontonamiento y quema de residuos que resultan de los aprovechamientos que corresponden en promedio a 5 %. Al reforestar, se cercan algunas de las áreas con alambre de púas para protegerlas y se designa un vigilante contra el pastoreo. Solo se protegen aquéllas donde el riesgo es mayor (aproximadamente 30 %). El pastoreo está normado en el reglamento de uso del suelo, en el que se incluyen sanciones para evitar que el ganado provoque daños. Esto es un claro ejemplo de cómo se definen e implementan las normas sociales que regulan la actuación colectiva, como lo señala Portes (2004).

El capital natural maderable del ejido está en amenaza permanente por el deterioro o la destrucción por factores diversos; por ello, se busca su fortalecimiento y reproducción para que se puedan obtener sus beneficios. Jiménez y Piña (2011) indican como elemento importante el manejo sustentable del capital natural para lograr su conservación. Las acciones para el fomento y la conservación son diversas, entre ellas la protección contra pastoreo, clandestinaje, así como la prevención y combate de incendios, mediante letreros preventivos, limpia de brechas limítrofes y corta fuego y formación de una brigada ejidal en el periodo de enero a junio; detección oportuna de plagas y enfermedades; mantenimiento en la etapa de producción que incluye: 1) chapeos anuales por tres años en áreas aprovechadas anteriormente; 2) podas en reforestaciones previas; 3) aclareos de áreas reforestadas y evitar el sobre aprovechamiento.

Conservación del suelo

De los ejidatarios encuestados, 87.67 % estiman que el suelo está protegido. Se pudo constatar en recorridos de campo, que no es notoria su degradación y que se realizan actividades después del aprovechamiento para su conservación, como evitar la formación de carriles de arrime; dejar áreas de protección; no derribar árboles en pendientes superiores a 100 %; hacer obras de conservación de suelos en 20 % del área (bordos, curvas a nivel, muros muertos o presas de morillos) y realizar la reforestación en todas las áreas de corta. La degradación del suelo no es una preocupación, porque la vegetación herbácea rebrota antes de iniciar las acciones de reforestación y la temporada de lluvias. La preservación del suelo está estrechamente relacionada con la conservación y la productividad del capital maderable acumulable (Flores, 2002), y forma parte de las políticas públicas incluidas en el programa de manejo, como estrategia de conservación (Caballero, 2004; Vázquez, 2009).

Conservación del agua

El mismo porcentaje de los encuestados respondió que los manantiales y represas del ejido se protegen y conservan bien. El agua se considera que abastece una demanda de bienestar social para la comunidad y está relacionada directamente con el bosque, se le cataloga como un bien público y soporte de vida (Álvarez, 2010; Ekins, 2003). El ejido Carbonero- Jacales cuenta con dos represas (El Llanito y El Crucero), y cinco manantiales permanentes (dos en El Arenal, en Palo Hueco, en Cruz Barrida y en Ocote Colorado). El ejido ha promovido su protección, mediante una serie de acciones establecidas en acuerdo a la normatividad de la Semarnat (NOM-152-SEMARNAT-2006); por ejemplo, dejar áreas de conservación alrededor de los cuerpos de agua y construir obras para preservarlas.

Conservación de la fauna silvestre

La fauna silvestre es otro recurso relacionado con el bosque, es un valor ecológico que debe incorporarse a la planeación (Álvarez, 2010). De los ejidatarios, 87.78 % señala que la conservación de la fauna es favorable. En el área del ejido solo existen animales como la zorra (Vulpes vulpes Linnaeus, 1758), el tejón (Nasua narica Linnaeus, 1766), el tlacuache (Didelphis marsupialis Linnaeus, 1758), el mapache (Procyon cancrivorus Cuvier, 1798), el armadillo (Dasypus novemcinctus Linnaeus, 1758), la liebre (Lepus sp.), el conejo (Syvilagus floridanus J. A. Allen, 1890) y la ardilla (Sciurus aureogaster F. Cuvier, 1829). La comunidad los conserva y protege por medio de acciones indicadas en el programa de manejo forestal y en el reglamento ejidal como prohibir la cacería, para ello se utilizan letreros alusivos, así como separar áreas especiales para su uso, hacer recomendaciones y recordatorios en las asambleas con este propósito.

Las prácticas para la conservación del capital natural están estipuladas en el programa de manejo forestal y en el reglamento interno ejidal; su cumplimiento es responsabilidad de las autoridades ejidales, del administrador, del jefe de monte, del prestador de servicios técnicos, de los ejidatarios y de la Semarnat. Por ejemplo, el representante de la Semarnat en la región manifestó que el ejido Carbonero-Jacales sí ha cumplido con la normatividad, lo cual se ha reflejado en la realización de los finiquitos de cierre de año. La institución verifica que se hayan cumplido las especificaciones que marca el programa de manejo forestal. Al cumplir con estas normas, el ejido parte de la premisa de que el uso adecuado de los recursos forestales les permitirá obtener mejores niveles de bienestar (Álvarez, 2010). La participación de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) es a través de convocatorias anuales fundamentadas en lineamientos específicos, pero no es constante y solo cuando el ejido gestiona alguna línea de apoyo y es aprobada, el representante regional de la institución confirma que se ha dado un buen uso al recurso económico proporcionado, y considera que los bosques del ejido se han manejado adecuadamente.

El director de Fomento Agropecuario y Forestal estima que en la región se está haciendo un buen manejo del recurso forestal y que Carbonero-Jacales es un ejemplo por haber integrado una cadena forestal maderable que, a pesar de ser incompleta, genera más trabajo en la comunidad. Las autoridades ejidales y los responsables de la administración de los bosques manifestaron que en el manejo de sus montes se presentan diversos problemas como el financiamiento para el pago de jornales en las actividades de producción; el corte y abasto que, a veces, tienen que vender madera en rollo o solicitar préstamos para pagar la nómina semanal; transgresiones al reglamento, con relación al pastoreo; comercialización de sus productos maderables e irregularidad en el pago oportuno por venta de madera.

Esquemas de protección al capital natural maderable

La estrategia de recuperación de áreas agrícolas, llanos y parcelas abandonadas se lleva a cabo por acuerdo de la Asamblea como un esquema de solución de problemas comunes relacionados con la organización y los recursos maderables (Valtierra, 1998; Palerm, 2010), con la finalidad de reincorporar e incrementar superficies forestales a través de plantaciones o de la recuperación de terrenos que presentan una vegetación arbórea, la cual por ley ya no se puede derribar. Estas acciones han permitido aumentar la superficie forestal, aunque el ejido no tiene cuantificado dicho incremento. Jiménez y Piña (2011) señalan que es importante fortalecer las relaciones interpersonales y asociativas. Acciones (participación, democracia, autonomía, gestión, cuestionamientos, consensos) que se han observado en las asambleas de ejidatarios planteadas en el orden del día, para el análisis de sus problemas y propuestas de trabajo para la conservación de los recursos maderables y asociados.

Los ejidatarios tienen la convicción de que el manejo de su capital natural maderable lo están haciendo de la mejor manera posible, dado que observan que las condiciones actuales del bosque son buenas, en cuanto a su estructura y composición.

Organización social

Por sus características operativas, el ejido se ajusta a la definición de organización social de Krieger (2001) y al concepto de dinámica organizacional de Chiavenato (2009). En el ejido, el aprovechamiento de recursos forestales maderables y asociados se ha regulado por las diferentes leyes forestales, de las cuales la principal es la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable y su reglamento, así como por las normas oficiales NOM-059-SEMARNAT-2010 y NOM-152-SEMARNAT-2008 y mediante el PMFC, como normativas fundamentadas en la implementación de políticas públicas forestales (Caballero, 2004; Vázquez, 2009).

En 1978, el ejido se constituyó como una EFC a través de la figura de Unidad Productora de Materias Primas Forestales (UPMPF), con una estructura organizativa comunitaria específica. (Rodríguez, 2010), indica que un elemento de cohesión en una empresa comunitaria es la existencia de fines comunes para el correcto aprovechamiento de sus recursos naturales. El esquema organizativo del ejido para el manejo de su bosque y recursos asociados incluye un diseño estructural independiente de las autoridades ejidales, conformada por un administrador, un coordinador, un jefe de monte y un documentador, cuya vigencia en el puesto es de dos años; además se hace patente la capacidad de organización, autogestión, liderazgo, solución de problemas (Valtierra, 1998; Palerm, 2010) y la autonomía (Cerda y Barroso, 2011).

En las encuestas se identificaron los siguientes elementos: 90 % de los entrevistados informó que en las asambleas hay autonomía en la toma de decisiones y acuerdos; 90 % de ellos mencionó que existe democracia en la formación y elección de las figuras organizativas; 78 % que hay capacidad de comunicación entre las autoridades y la Asamblea; y 72 % que se tiene un alto grado de participación de ejidatarios en diferentes actividades, aunque gran parte de ella es obligatoria, por reglamento ejidal.

La periodicidad de la asamblea ejidal es mensual y cuando la situación lo amerita celebran reuniones extraordinarias. Acuden exclusivamente ejidatarios para tratar asuntos relacionados con el ejido. Esto fortalece a la organización social como la mejor alternativa para regular el aprovechamiento de su capital natural (Sánchez y Valtierra, 2003). Cuando se abordan situaciones relacionadas con la comunidad, se realizan reuniones comunitarias en las que están presentes ejidatarios, colonos y avecindados. Los ejidatarios se caracterizan por ser muy cuestionadores, dado que existen dos grupos de poder que se confrontan. En sus reuniones, cuando tratan asuntos relacionados con el aprovechamiento del bosque, participaciones tanto hombres como de mujeres para opinar de cómo se van a ejecutar los trabajos.

También se establece una comunicación e intercambio de ideas, planteamientos y alternativas entre ejidatarios y autoridades ejidales. Esto permite generar y fomentar una autonomía organizacional y una autogestión efectiva (Cerda y Barroso, 2011) en la toma de decisiones relacionadas con las acciones que se proponen y llevan a cabo dentro del ejido. En Carbonero-Jacales hay un buen diseño estructural con relación a la democracia, como elemento fundamental para un buen funcionamiento de una organización social, como lo indica Cichocki (2011) quien destaca la importancia de esa posición en toda organización social. Esquema que se evidencia en el procedimiento para la elección de autoridades ejidales. En otros ejidos, la elección se hace durante la Asamblea, en el mismo día. En Carbonero-Jacales se forman planillas, que son propuestas a la Asamblea, y se les otorga un plazo para que realicen campañas de convencimiento; finalmente, son elegidas en la Asamblea por voto directo y secreto.

Rodríguez (2010) resalta que la participación activa y consciente de cada ejidatario es importante para el buen funcionamiento y fortalecimiento del ejido. De los encuestados, 72 % indica que existe un involucramiento de los ejidatarios en diferentes actividades y acciones relacionadas con el aprovechamiento del bosque. Esta convivencia es consciente, voluntaria y se basa en el reglamento, con lo cual se fortalece el sentido de pertenencia (Vainrub, 2006). Las normas ejidales se establecen en el reglamento interno, o por acuerdo de Asamblea y se aplican sanciones económicas a quienes no cumplen con ellas. Las sanciones abarcan desde la suspensión de los derechos agrarios hasta la cancelación de los beneficios de las áreas de corta.

La participación no incluye a la totalidad de los ejidatarios por razones diversas (inconformidades administrativas, incumplimiento de acuerdos, nepotismo, favoritismo), lo que ha sido provocado, principalmente, por el reparto desigual de empleos e ingresos entre los colonos y los avecindados, en particular cuando empiezan a disminuir las actividades. Esto genera fricciones, desinterés, conflictos, resentimientos y un sentido de no pertenencia o exclusión.

Asimismo, surgen conflictos entre dos grupos de poder que por lo regular se enfrentan en las asambleas y afectan las relaciones del capital social. A pesar de esa situación, se llevan a cabo los esquemas de comunicación, planteamiento de problemas, y propuestas de solución a través de las interacciones y consensos de la Asamblea con sus autoridades ejidales.

El ejido carece de un esquema de capitalización y liquidez, por lo que cada año se originan problemas para el pago semanal de los salarios, y ello obliga a las autoridades a pedir adelantos, préstamos o a vender parte de su madera en rollo (en lugar de industrializarla) para obtener liquidez. Hecho que se hace más grave, cuando los clientes que compran la madera se retrasan en sus pagos.

El ejido Carbonero-Jacales funciona como una empresa social comunitaria por lo que no se generan utilidades. La totalidad de los recursos se utilizan en gastos diversos para beneficio de la comunidad (enfermos, defunciones, escuelas); sin embargo, varios de ellos son suntuarios, como para fiestas comunitarias, eventos festivos, deportivos e institucionales. Los beneficios directos que obtienen los ejidatarios y sus familias son por el pago del trabajo que realizan en las distintas actividades de la cadena productiva. No obstante, es importante anotar que son insuficientes para vivir solo del aprovechamiento de su capital natural maderable; por lo que desempeñan otras actividades para complementar sus ingresos.

Como estrategia organizativa el ejido Carbonero-Jacales desarrolló una cadena productiva forestal para incrementar la eficiencia de la organización en el aprovechamiento maderable. La cadena está integrada por las áreas de producción, corte, abasto, industrialización, comercialización y administración en las que se han establecido fórmulas que permiten agregar valor, generar empleos, obtener ingresos y elevar el bienestar comunitario.

Conclusiones

El ejido Carbonero-Jacales mantiene y fomenta la conservación sustentable de su capital natural maderable y recursos asociados (suelo, agua y fauna silvestre) a partir de su aprovechamiento basado en la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable y su reglamento; en las normas oficiales NOM-059- SEMARNAT-2010, y NOM-152-SEMARNAT-2008 y mediante la aplicación del programa de manejo forestal maderable.

La conservación y el aprovechamiento sustentable del capital natural maderable del ejido constituyen una alternativa económica complementaria como fuente de bienes, servicios ambientales, empleos e ingresos que generan beneficios personales, familiares y comunitarios; aunque los beneficios no permiten que los ejidatarios subsistan exclusivamente del bosque.

La estructura de la organización social del ejido se fundamenta en esquemas de comunicación, participación, elección democrática de autoridades, planteamiento de problemas y propuestas de solución, a través de la interacción y el consenso de la Asamblea con sus autoridades ejidales. A pesar de lo anterior, esta no está exenta de problemas internos que generan los conflictos entre dos grupos de poder existentes.

Agradecimientos

Los autores agradecen a los ejidatarios (rias) entrevistados (das) de Carbonero- Jacales y al Comisariado Ejidal, Urbano Sampayo Trejo, por la información y las facilidades para realizar la presente investigación. También a los titulares de la coordinación regional de Semarnat, Ing. Luis Gerardo Fraire Amaro; a la promotoría regional de la Conafor, Ing. Nazareo Alberto Gutiérrez Hernández.; y al jefe de Distrito de Desarrollo Rural 001-Huayacocotla Ver. Sagarpa, Ing. Francisco Guillen Vera.

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a Conflicto de intereses. Los autores declaran no tener conflicto de intereses.

b Contribución por autor. Domingo Romo Guzmán: aplicación de los cuestionarios y recorridos de campo análisis de la información; Esteban Valtierra Pacheco: propuesta de los temas, metodología, diseño y revisión de los instrumentos metodológicos, validación del escrito; Manuel de Jesús González Guillén: propuesta metodológica, revisión, corrección y validación de la redacción del escrito análisis de la información; José René Valdez Lazalde: revisión, corrección y validación de la redacción del escrito análisis de la información; Rufino Vivar Miranda: revisión, corrección y validación de la redacción del escrito.

Recibido: 24 de Septiembre de 2015; Aprobado: 15 de Febrero de 2016

* Autor por correspondencia: Esteban Valtierra Pacheco, email: evaltier@colpos.mx

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