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Revista mexicana de ciencias forestales

versión impresa ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.6 no.32 México nov./dic. 2015

 

Editorial

Producción de árboles de Navidad

Marisela Cristina Zamora Martínez


Las plantaciones forestales comerciales (PFC) constituyen, a nivel nacional, una actividad prioritaria para el incremento de la producción forestal; de esta manera se ha favorecido la implementación de diversas estrategias que fomentan su desarrollo, como por ejemplo, el apoyo económico y la integración de alianzas entre plantadores y los gobiernos federal y estatal.

Otros aportes de las plantaciones forestales comerciales al sector son la restauración de la cobertura arbórea y la provisión a la sociedad de servicios ambientales, que a, su vez, coadyuvan a mitigar los efectos del cambio climático; además son generadoras de alternativas económicas rentables y competitivas para los productores. Destaca, en este contexto, su participación en el abasto de materias primas, lo cual es importante para disminuir el déficit existente en ese rubro.

Dado que el establecimiento de PFC demanda inversiones con un periodo largo de recuperación, y requiere de la aplicación de tecnología de reciente generación para la producción de planta y el manejo de las plantaciones, el Gobierno Federal ha implementado incentivos con la finalidad de reducir los costos y el riesgo de las inversiones.

Al respecto, en el Programa Nacional Forestal 2013-2018 (Pronafor) se incorporan como metas, el aumento de la superficie de PFC a 384 661 ha y contribuir con 2.1 millones de metros cúbicos a la producción forestal, ambas en el año 2018. Para ello se definen líneas de acción que implican aplicar subsidios directos a las plantaciones, fomentar el acceso al crédito, incrementar las capacidades técnicas de los involucrados en dicha actividad productiva, promover la integración de alianzas público-privadas para su desarrollo, y propiciar la participación de los diferentes niveles de gobierno y de organizaciones de la sociedad civil (www.conafor.gob.mx/web/apoyos/pronafor/).

Entre los diferentes tipos de plantaciones forestales, las de árboles de Navidad son interesantes pues representan un agronegocio para los dueños o poseedores de terrenos forestales o de aptitud forestal mediante el cual efectúan un aprovechamiento continuo del recurso, a partir de la primera cosecha que tiene lugar a los seis años de iniciada la plantación. Los productores obtienen y generan beneficios como: empleos e ingresos temporales y permanentes; servicios ambientales para los habitantes de las comunidades vecinas, lo que es particularmente importante cuando la plantación se localiza en áreas cercanas a las zonas urbanas; facilitan la filtración de agua y recarga de los mantos acuíferos; la captura de una gran cantidad de carbono durante el crecimiento de los individuos; y contribuyen en la prevención de la erosión del suelo.

La producción de árboles de Navidad representa una valiosa alternativa para evitar el avance de la mancha urbana sobre terrenos no arbolados y evitar al mismo tiempo, la emigración de habitantes de las zonas rurales hacia las grandes ciudades.

La demanda del mercado nacional de árboles de Navidad es de 1.6 a 2.0 millones de árboles, de los cuales alrededor de 60 % se cubre a través de importaciones procedentes de Canadá y Estados Unidos de América.

En México existía en el año 2014 una superficie plantada de 4 883 ha, distribuidas en 11 entidades, de las cuales sobresalían: Estado de México, Puebla, Michoacán, Veracruz, Distrito Federal y Tlaxcala. No obstante los apoyos económicos y técnicos destinados a esta actividad, persiste el déficit en la oferta de árboles de Navidad. Además de las plantaciones hay viveros que se dedican a dicha actividad, aunque su producción es inferior; sin embargo, en años recientes han dirigido sus esfuerzos al cultivo de arbolitos en maceta, que están enfocados a cubrir un nicho de mercado muy particular, denominado "árboles de Navidad vivos o miniárboles", que se ha gestado en respuesta a las tendencias ambientalistas combinadas con el reducido espacio disponible en las grandes urbes (casas-habitación y oficinas). Dicho segmento es abastecido, fundamentalmente, con ejemplares importados desde Canadá Estados Unidos de América e Italia.

Las especies más utilizadas son Pinus ayacahuite (pino blanco o pino vikingo), Pinus greggii (pino prieto), Pinus cembroides (pino piñonero), Abies religiosa (oyamel) y Pseudotsuga menziesii (pinabete).

Si bien, los árboles de Navidad son un agronegocio atractivo, por su rentabilidad, una opción interesante para los plantadores y viveristas es la incorporación, como producto secundario, de algunos hongos ectomicorrizógenos comestibles, que les proporcionarían ingresos en el corto plazo, durante la mitad del periodo de producción. Lo anterior parte de la presencia de la asociación simbiótica entre las raíces de las coníferas con macromicetos de alto valor alimentario y económico, como es el caso de Russula brevipes (cola de borrego, trompa de cochino), Ramaria flava (escobeta), Boletus edulis (pambazo), Suillus granulatus (pancita), S. brevipes (panza de encino), Lactarius subdulcis (enchilado), L. deliciosus (enchilado), Morchella spp. (mazorquitas) y Cantharellus cibarius (duraznillo). Un beneficio adicional se reflejaría en la calidad de los árboles y en el aumento de su supervivencia.

En definitiva, esta es una opción innovadora que constituye una alternativa económica para los productores de árboles de Navidad, la cual hace más atractivo y rentable su cultivo.

Con base en los beneficios ambientales y económicos que aportan este tipo plantaciones, un aspecto relevante que se debe atender es la promoción del uso de árboles de Navidad producidos en México, la que debe hacer énfasis en los servicios ambientales aportados por dicho sistema de producción y la compra de ellos coadyuva a disminuir las importaciones y con ello la fuga de divisas.

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