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Revista mexicana de ciencias forestales

versión impresa ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.6 no.29 México may./jun. 2015

 

Artículos

 

Estimación del carbono arbóreo en el área de manejo forestal de Ixtlán de Juárez, Oaxaca, México

 

Tree carbon estimation in the forest management area of Ixtlán de Juárez, Oaxaca, Mexico

 

Guadalupe Pacheco-Aquino1, Elvira Durán Medina1 y José Antonio Benjamín Ordóñez-Díaz2

 

1 Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional Unidad Oaxaca, Instituto Politécnico Nacional. Correo:eduran3@hotmail.com

2 Servicios Ambientales y Cambio Climático A.C.

Fecha de recepción: 8 de mayo de 2014
Fecha de aceptación: 15 de octubre de 2015.

 

Resumen

Los bosques son claves para mitigar el cambio climático global, y con un adecuado manejo pueden conciliar la producción de madera con la captura de carbono. Este estudio usó una metodología general que a partir de información del programa de manejo forestal de Ixtlán de Juárez, Oaxaca consistente en los volúmenes existentes y extraídos de pino y encino y el incremento corriente anual, permitió estimar el potencial de captura, el almacén y la dinámica del carbono en el área de manejo forestal (AMF). En esta, el potencial de captura fue de 58 577.24 MgCO2e año-1, con un promedio de 1.36 MgC ha-1año-1 (± 0.31). El almacén de carbono en las zonas de reservas comerciales y de conservación fue de 2 942 558.22 MgCO2e. No obstante en 1 211.00 ha se removió 63.0 % del carbono inicial, ocho años después ya se había recuperado 11.7 % del carbono extraído. Los resultados mostraron que en el AMF, a la par del aprovechamiento de madera, se captura y mantiene un importante almacén de carbono. Lo anterior constituye una línea base de carbono forestal, con la cual se podría implementar un proyecto de captura, para que la comunidad pudiese recibir ingresos adicionales para mejorar el manejo del bosque, y generar información para afinar la estimación del carbono. La metodología empleada fue práctica y los valores obtenidos coincidieron, en orden de magnitud, con los citados para otros bosques mexicanos. La aproximación propuesta es posible implementarla en otras comunidades, con programas de manejo forestal para extracción de madera.

Palabras clave: Almacén de carbono, captura de carbono, incentivos por carbono, Ixtlán de Juárez, manejo forestal comunitario, Oaxaca.

 

Abstract

Forests are crucial for the abatement of the global climate change, and an adequate management can create a balance between logging and carbon sequestration. This study, which was carried out using a general methodology based on information collected by the forest management program in Ixtlán de Juárez, Oaxaca, on the existing and extracted volumes of pine and oak and the current annual increase, made it possible to estimate the potential carbon uptake, storage and dynamics in the forest management area (FMA). As for the latter, the potential uptake was 58 577.24 MgCO2e year-1, with an average of 1.36 MgC ha-1year-1(± 0.31). Carbon storage in the commercial reserve and conservation area was 2 942 558.22 MgCO2e. However, 63.0 % of the baseline carbon stock was removed in 1 211.00 ha; eight years later, 11.7 % of the extracted carbon had already been recovered. The results showed that, simultaneously with logging, the FMA sequesters an important amount of carbon. This generates a forest carbon baseline stock with which an uptake project may be implemented allowing the community to obtain additional income to improve its forest management, as well as generate information in order to fine-tune carbon estimation. The methodology utilized was practical, and the resulting values are in agreement with those cited for other Mexican forests. It is possible to apply the proposed approach in other communities with forest management programs for timber exploitation.

Key words: Carbon storage, carbon uptake, carbon incentives, community forest management, Ixtlán de Juárez, Oaxaca.

 

Introducción

Los bosques tienen capacidad para almacenar y capturar carbono, por lo que con un manejo sustentable podría contribuir a la mitigación del cambio climático global. Las prácticas de manejo forestal inadecuadas hacen que las zonas forestales sean una fuente de emisión de CO2 a la atmósfera (Canadell y Raupach, 2008; Putz et al., 2008; Skutsch y McCall, 2012). Cuando ello ocurre en donde se extrae madera, se limita su potencial para alcanzar balances positivos en las estimaciones de carbono (Griscom et al., 2009). Por el contrario, si el aprovechamiento es adecuado, además de producir madera se reducirían sus emisiones de CO2 a la atmósfera y se capturaría carbono (IPCC, 2007, Olschewski y Benítez, 2010).

Existen distintos estándares del manejo forestal sustentable (FSC 2014a), pero para conocer su impacto en el carbono se deben hacer estimaciones. Algunas aproximaciones metodológicas para estimar cuantitativamente el carbono forestal son complejas, demandan tiempo y de grandes bases de información, además son costosas (Bateman y Lovett, 2000; Hoover, 2008; Asner et al., 2010; Bucki et al., 2012; Saynes et al., 2012).

Dada la emergencia que representa el cambio climático (IPCC, 2014), las limitantes metodológicas no son razón para retardar la ejecución de estrategias que promuevan acciones para cuidar los almacenes de carbono y la captura de CO2 (Angelsen et al., 2013). Una alternativa es recurrir a metodologías sencillas, accesibles, baratas y relativamente rápidas; por ejemplo, las que se basan en el mapeo articipativo de la cobertura forestal y los modelos generales para la cuantificación de carbono (McCall, 2011; Bucki et al., 2012). Esas aproximaciones son más acordes con las condiciones (información disponible y de capacidad técnica) de gran parte de las regiones tropicales y subtropicales del mundo, en donde urge emprender acciones de mitigación del cambio climático (Skutsch y McCall, 2012; Edwards et al., 2014; IPCC, 2014).

México se ha comprometido a promover acciones para reducir emisiones y aumentar los almacenes de carbono en sus bosques, a través de la iniciativa para la reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques, mejor conocida como REDD+ (Semarnat-Conafor, 2010). Dado que más de 60 % de los bosques del país son de propiedad social (Bray, 2013), iniciativas como REDD+ y otros proyectos de carbono deben ser incluyentes de la gente que ostenta la propiedad y derechos sobre el bosque (Bray y Duran, 2014; CCMSC, 2014).

La captura de carbono forestal bajo el esquema de mercados en los bosques de propiedad social está operando y tiene un gran potencial, sobre todo en comunidades donde se aprovecha madera con planeación y supervisión legal, técnica y social; porque, además de seguridad en la tenencia de la tierra, se cuenta con cultura de manejo forestal (Bray et al., 2005; Bray, 2012).

El manejo forestal comunitario ha evidenciado la posibilidad de conciliar la extracción de madera con logros económicos, sociales y ecológicos (Bray et al., 2006; Duran et al., 2011; Bray et al., 2012). Aunque Oaxaca no está incluido entre la primera etapa de las áreas de acción temprana de REDD+, que trata de impulsar el gobierno mexicano (CCMSC, 2014), en algunas de sus comunidades forestales ya operan proyectos de carbono forestal en el mercado voluntario (Bray, 2012) e Ixtlán, potencialmente, también podría trabajar en forma exitosa alguno de ellos. Esto debido a que realiza acciones acordes con el denominado manejo forestal mejorado (Putz et al., 2008), con las cuales disminuye los impactos durante la extracción (reducción de carriles de arrime), reduce emisiones de CO2 en corto plazo al proteger el bosque de incendios y plagas forestales, y fabrica muebles con parte de la madera extraída, lo que retarda la liberación del carbono (Griscom et al., 2009; Profft et al., 2009; Bray et al., 2010). Además, promueve la fijación del CO2 que fue emitido al cortar árboles, a través de prácticas de reforestación, de esta manera acelera el restablecimiento de la masa forestal de áreas aprovechadas y promueve que la tasa de captura sea mayor (Pacheco-Aquino, 2014). Si bien el manejo de los bosques sujetos a aprovechamiento maderable en Ixtlán se ha calificado como sustentable (Bray, 2010; FSC, 2014b), para fines de incentivos de carbono se requiere de contar con estimaciones cuantitativas, toda vez que los proyectos de carbono hacen pago por resultado (Olschewski y Benítez, 2010; CCMSS, 2014). Con base en la complejidad que implica la cuantificación de todos los compartimentos de carbono arbóreo, y que el principal puede encontrarse en los troncos, se usaron datos disponibles de los volúmenes maderables del programa de manejo forestal para estimar el potencial de captura, el almacén y la dinámica del carbono en el área de manejo forestal (AMF). El objetivo fue generar una línea base de carbono para el AMF de la comunidad de Ixtlán de Juárez, Oaxaca. Esta información servirá para gestionar algún proyecto de carbono y, en el futuro, usarse como referente para su monitoreo.

 

Materiales y Métodos

Sitio de estudio

La comunidad de Ixtlán de Juárez, ubicada en la región Sierra Norte de Oaxaca, coordenadas 17°18'16" N, 96°20'00" O y 17°34'00" N, 96°31'38" O (Figura 1A). La superficie total del predio comunal es de 19 310 ha, y específicamente se analizó el área de manejo forestal (AMF), que corresponde a 46.6 % (8 997 ha), donde predominan los bosques de pino, pino-encino y encino-pino (Pacheco-Aquino, 2014). La zona se divide en área de aprovechamiento forestal, para la extracción de madera (1 211.00 ha; 6.3 %); y área de conservación y de reservas comerciales (7 786 ha; 40.3 %). La altitud del AMF es de 1 000 a 3 100 msnm; prevalecen climas templado húmedo y subhúmedo (García, 1987).


Figura 1. A) Polígono de la comunidad de Ixtlán de Juárez, Oaxaca, B) Área de aprovechamiento forestal, donde anualmente se hace extracción de madera conforme el programa de manejo forestal vigente (2006-2014).
Figure 1. A) Area of the community of Ixtlán de Juárez, Oaxaca, B) Forest exploitation area, from which timber is annually extracted according to the current forest management program (2006-2014).

El AMF está dividida en 23 rodales, que a su vez se subdividen en 466 subrodales (Figura 1B); de estos últimos, 136 fueron intervenidos con el programa de manejo forestal vigente. El aprovechamiento de madera se hizo mediante extracción selectiva y selección grupal en franjas, conocido como matarrasa (CIJ, 2003) y se extrajo madera de pino y en menor cantidad de encino.

El resto de la superficie del predio corresponde a 10 311.5 ha de bosques tropicales y bosques mesófilos no habitados, y sin ningún uso del suelo; porque la comunidad la mantiene bajo conservación (Pacheco-Aquino, 2014). Existe, también, un polígono de 380 ha usado para cultivos, principalmente de milpas, y en 207.73 ha se encuentra el único asentamiento humano.

 

Antecedentes del manejo forestal

En Ixtlán de Juárez se extrae madera con programas de manejo forestal autorizados por Semarnat desde 1993 y a partir del 2001 obtuvo la certificación internacional del Forest Stewardship Council (FSC), que mantiene hasta la fecha. El manejo forestal y las acciones de conservación de los bosques son participativos, a partir de sólidas instituciones de gobernanza local, que tienen como eje de las decisiones a la Asamblea de Comuneros (Ostrom, 1990; Canadell y Raupach, 2008; Bray et al., 2012). Además, cuenta con sistemas eficientes de rendición de cuentas, sanciones y resolución de conflictos producto de la llamada "comunalidad" (sensu Martínez, 2010). Aunque el manejo del bosque tiene fines comerciales, no busca maximizar ganancias, sino ayudar a la economía local mediante la generación de empleos e ingresos para cubrir demandas sociales (Bray, 2010; Mathews, 2010).

El manejo del bosque está a cargo de los Servicios Técnicos Forestales Comunales y es supervisado externamente (FSC, 2014b). El programa de manejo forestal vigente fue elaborado por técnicos de la comunidad, y contiene información confiable, a partir de la cual se estimó el carbono contenido en la madera del AMF.

Estimación del potencial de captura de CO 2

El potencial de captura de CO2 (PCC) se calculó para los 23 rodales del AMF (8 997 ha); para ello, se usó el incremento corriente anual (ICA) de todos los subrodales (CIJ, 2003). Debido a las complicaciones para determinar la edad de los encinos y, en general, en las latifoliadas, el ICA solo se estimó para el género Pinus, y se usó el valor de densidad de 0.512 Mgm3-1 (Ordóñez et al., 2013). El PCC se obtuvo mediante la siguiente ecuación (Ordóñez, 2008):

 

PCC = ICA * δ * CC                      Ecuación (1)

Donde:

PCC = Potencial de captura de carbono (MgCO2 ha-1 año-1)

ICA = Incremento corriente anual (m3 ha-1año-1)

δ = Densidad de la madera para el género Pinus (Mg m3-1)

CC = Contenido de carbono de 0.5 Mg-1 (valor por defecto; IPCC, 2003)

Los resultados se concentraron en una hoja de cálculo, el valor de PCC de cada subrodal se multiplicó por su área. Se sumó el valor del PCC de los subrodales para generar el total de cada rodal, lo correspondiente al área de aprovechamiento maderable, la de reservas comerciales y la de conservación (Cuadro 1). Para registrar las estimaciones en toneladas métricas de carbono equivalente por año (MgCO2e año-1 unidad en la que operan los mercados de carbono, se multiplicaron los valores expresados en MgC año-1 por 3.67 (Rügnitz et al., 2009).

Cuadro 1. Potencial de captura y almacén de carbono en los rodales del área de manejo forestal de la comunidad de Ixtlán de Juárez Oaxaca.
Table 1. Carbon uptake and storage potentials in the stands of the forest management area of the community of Ixtlán de Juárez, Oaxaca.

ªEl número del rodal no es un identificador, se ordenaron de mayor a menor área; b Este dato difiere del área total porque se le resta la superficie donde se hizo aprovechamiento de madera; c Calculado con la ecuación 2.
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Estimación del almacén de carbono

El almacén de carbono se estimó a partir de los volúmenes de madera de los géneros Pinus y Quercus (existencias reales) en el área de reservas y conservación (7 786 ha). El valor de densidad de Pinus usado fue 0.512 Mgm3-1 y el de Quercus 0.684 Mgm3-1 (Ordóñez et al., 2013), para el contenido de carbono se utilizó el valor por defecto de 0.5 (IPCC, 2003). Ecuación (2):

 

CA = VM * δ * CC                      Ecuación (2)

Donde:

CA = Carbono almacenado en madera de Pinus y Quercus (MgCO2)

VM = Volumen de madera de Pinus y Quercus (m 3 ha-1)

δ = Densidad de la madera por género (Mgm3-1)

CC = Contenido de carbono (0.5 valor por defecto, IPCC, 2003).

Los resultados de carbono almacenado por subrodal se sumaron para consignarse a nivel de rodal (MgC) (Cuadro1),y se calculó el promedio por hectárea (Mg C ha-1). Las unidades se cambiaron a carbono equivalente (MgCO2e), multiplicando por 3.67 (Rügnitz et al., 2009).

 

Dinámica del carbono en el área de aprovechamiento maderable

La dinámica del carbono se analizó únicamente para el área de aprovechamiento maderable (1 211.00 ha), para ello se usaron los datos de volumen de madera correspondientes al plan de cortas del programa de manejo forestal (relacionadas con la estimación de carbono inicial), los volúmenes extraídos (carbono removido) y los volúmenes que quedaron, porque no se extrajo la madera de toda el área, o bien se practicó extracción selectiva (carbono residual). Asimismo, se estimó el carbono almacenado actual en las áreas aprovechadas (Ecuación 3); para esto, se ocupó el valor del PCC (MgC ha-1 año-1) en cada subrodal intervenido. El valor generado se multiplicó por la edad de su masa forestal, de acuerdo al año de intervención y, posteriormente, se multiplicó por la superficie del subrodal. Ecuación (3):

CAA= PCCi * Edadi * Superficie                      Ecuación (3)

Donde:

CAA = Carbono almacenado actual (MgCO2)

PCCi = Potencial de captura de carbono en cada subrodal (MgCO2 ha-1 año-1)

Edadi = Tiempo transcurridos desde el último año de corta en cada subrodal (años)

Superficie = Superficie intervenida (ha)

 

Los datos de carbono inicial, carbono removido, carbono residual y carbono capturado-almacenado se tabularon y graficaron para mostrar los cambios durante el periodo del programa de manejo forestal (2006-2014) (Cuadro 3, Figura 2). La recuperación de carbono desde el año en que se hizo la extracción se calculó con base en el porcentaje entre el carbono capturado-almacenado al 2014; respecto del carbono inicial, cuando se hizo el aprovechamiento. Las unidades se cambiaron a carbono equivalente (MgCO2e) multiplicando por 3.67 (Rügnitz et al., 2009).


Figura 2. A) Relación del carbono capturado y la extensión de los rodales del área de manejo forestal; B) Relación del carbono almacenado y la extensión de los rodales.
Figure 2. A) Relation of the captured carbon and the extension of the stands of the forest management area; B) Relation of the stored carbon and the extension of the stands.

 

Resultados

Potencial de captura y almacén de carbono forestal

En el AMF de la comunidad de Ixtlán (8 996.75 ha) hubo captura de carbono; el promedio por rodal fue de 1.36 MgC ha-1año-1(± 0.31) y la captura total de 58 577.24 MgCO2e año-1 (Cuadro 1). Mientras que el carbono almacenado en la madera de pino encino de las áreas de reservas comerciales y conservación (7 786 ha) correspondió a 2 942 558.22 MgCO2e. El promedio del almacén de carbono en toda el AMF fue 115.7 MgC ha-1.

Las áreas donde se extrae madera presentaron mayor potencial de captura de carbono por hectárea, con respecto a las de reservas comerciales y de conservación, pero se observó lo opuesto con el carbono almacenado (Cuadro 2), el cual tuvo registros, notablemente, superiores en las áreas de reservas comerciales, en relación con lo estimado en las áreas de aprovechamiento maderable. El promedio del almacén de carbono en el AMF fue 115.7 MgC ha-1.

 

Cuadro 2. Potencial de captura y almacén de carbono en las áreas de aprovechamiento maderable, de reservas comerciales y de conservación.
Table 2. Carbon uptake and storage potentials in the stands in the logging area and in the conservation and commercial reserve area.

ªCalculado con la ecuación 2; b Calculado con la ecuación 3. En paréntesis se indica el valor correspondiente por hectárea.
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Dinámica del carbono en el área de aprovechamiento maderable

En las 1 211.4 ha, donde se extrajo madera en los últimos ocho años, se removió 63.03 % del carbono contenido en la biomasa del bosque de pino-encino (Cuadro 3). Al año 2013, en todas las áreas intervenidas hubo captura de carbono, y ya se tenía 7.38 %, respecto del carbono inicial y 11.7 % del carbono removido. Específicamente, para las dos primeras anualidades se había recuperado 15.03 % y 20.48 % del carbono inicial (Cuadro 3; Figura 3B).

 

Cuadro 3. Dinámica del carbono en el área de aprovechamiento maderable durante los últimos ocho años, conforme el programa de manejo forestal vigente.
Table 3. Carbon dynamics in the logging area during the last eight years, according to the forest management program currently in force.

* Carbono capturado-almacenado hasta 2013
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En las áreas correspondientes a las anualidades 4 (2009-2010) y 5 (2010-2011), el carbono residual fue cero porque se aplicó matarrasa a toda el área del subrodal, pero en subrodales en los que se dejaron áreas sin intervenir o se hizo extracción selectiva se registró carbono residual (anualidades 1, 2, 3, 6,7 y 8), el cual correspondió a 36.96 % (Figura 3A), del carbono inicial.


Figura 3. Dinámica de carbono en el área de aprovechamiento maderable. A)Carbono inicial, removido y residual en las áreas intervenidas en cada anualidad; B) Carbono recuperado de cada anualidad al 2013.
Figure 3. Carbon dynamics in the logging area. A) Baseline, removed and residual carbon in the intervened areas in each one-year period; B) Recovered carbon in each annual logging up to 2013.

No obstante que con las matarrasas no quedó carbono residual (Figura 3A), los resultados mostraron que posterior a la extracción hubo captura de carbono, y que podría ser comparable al método de selección (Figura 3B), aunque no se contó con datos suficientes para diferenciar la captura entre ambos métodos de manejo.

El proceso de captura de carbono en las áreas intervenidas se aceleró con la construcción de franjas de materia orgánica (ramas y follaje de los arboles cortados), inmediatamente después de la extracción de la madera (Figura 4A) y con la reforestación, al primer año de la extracción (Figura 4B), las cuales son prácticas de manejo que se hacen de manera sistemática y aseguran en pocos años la recuperación de la masa forestal (Figura 4C).


Figura 4. A) Acomodo de residuos de forma perpendicular a la pendiente para evitar la erosión en un área donde se extrajo madera, B) Reforestación con especies nativas de la región como Pinus patula Schiede ex Schltdl. & Cham., Pinus pseudostrobus Lindl., Pinus oaxacana Mirov, C) Masas forestales jóvenes en las áreas aprovechadas.
Figure 4. A) Residues arranged perpendicularly to the slope in order to avoid erosion in a logged area, B) Reforestation with native species of the region such as Pinus patula Schiede ex Schltdl. & Cham., Pinus pseudostrobus Lindl., Pinus oaxacana Mirov, C) Young forest masses in the exploited areas.

 

Discusión

Estimaciones de carbono en el área de manejo forestal

Los resultados constituyen una primera estimación cuantitativa del carbono arbóreo en el AMF de la comunidad de Ixtlán de Juárez, Oaxaca, la cual podría usarse como línea base, y así cubrir un requerimiento fundamental para implementar un proyecto de carbono (Estrada y Joseph, 2012). Y con ello, la comunidad se sumaría formalmente a las estrategias de mitigación del cambio climático. En el AMF se evidenció un importante almacén de carbono, su posible captura y que en los sitios con aprovechamiento maderable se recupera relativamente rápido el carbono removido, el cual llega a 15-20 % de lo que había originalmente; dichos valores se alcanzan a los 7 años de que se hizo el aprovechamiento. Aunque con variantes, las estimaciones de carbono de Ixtlán fueron acordes, en orden de magnitud, con las documentadas para otros bosques del país.

En cuanto al almacén de carbono en el AMF de Ixtlán, en los géneros Pinus y Quercus, fue de casi 3 millones de carbono equivalente, con un valor promedio de 102.98 ± 26.18 Mg C ha-1. Cifra comparable al valor máximo alrededor del promedio (91.5 ± 8.9 Mg C ha-1) consignado por Ordoñez et al. (2008) para asociaciones de bosques de pino-encino en Michoacán, también manejados por comunidades. Sin embargo, estuvo por abajo de los 110 Mg C ha-1 registrados por Rodríguez et al. (2009), para un bosque de pino-encino en Tamaulipas, de los 216 MgC ha-1 señalados por Olguín et al. (2003), y de los 195 MgC ha-1 estimados por Álvarez y Rubio (2013) para una comunidad forestal adyacente a Ixtlán.

Es probable que las diferencias anteriores, más que relacionarse con contrastes en la calidad de sitio o variaciones en estructura y composición de especies, se deban a los criterios metodológicos empleados para la estimación del carbono.

En el presente trabajo solo se consideró la biomasa de los troncos, pero Rodríguez et al. (2009) incluyeron la parte aérea de árboles de latifoliadas y coníferas, la hojarasca, la madera muerta y la biomasa radicular; además es importante tomar en cuenta que su estudio se hizo en una reserva, donde el bosque no está sujeto al aprovechamiento maderable.

Olguín et al. (2003) incluyeron, también, el carbono del suelo, el cual suele ser un compartimento relevante de carbono en los bosques de Ixtlán (Saynes et al., 2012) y llegar a constituir entre 30 y 80 % del carbono total en bosques conservados (Ordoñez et al., 2008; Pérez-Ramírez et al., 2013). En cuanto a la diferencia con Álvarez y Rubio (2013), esta podría explicarse por el uso del modelo CO2Fix, en el que se asume que la masa forestal está compuesta solo de pinos, lo que sobreestima el carbono almacenado cuando se trata de bosques de pino-encino, como los que se encuentran en esa comunidad. Asimismo, es factible que el almacén de carbono actual de Ixtlán, aún tenga un efecto histórico del manejo que hizo la empresa FAPATUX, que tuvo la concesión para extraer madera entre las décadas de los 60 a 80 del siglo pasado, y lo hizo explotando severamente los bosques, lo que disminuyó las existencias en volumen en el AMF (Bray et al., 2005; Mathews, 2010).

Con el análisis de la dinámica del carbono en el área de aprovechamiento maderable de Ixtlán fue posible reconocer la remoción anual de carbono conforme el tipo de extracción de madera que se practicó; así como su recuperación en los años posteriores. Independientemente de la cantidad de carbono residual, en todas las áreas aprovechadas hubo recuperación del almacén del carbono de manera inmediat a, incluidas aquellas donde la extracción con matarrasa eliminó el carbono residual arbóreo (Cuadro 3). El manejo posterior a la extracción, consistente en la colocación de franjas de materia orgánica y reforestación (Figura 4), ha sido clave para la recuperación de carbono. También se debe reconocer que las zonas de extracción están rodeadas de bosques maduros (Figura 1B), que amortiguan los impactos ecológicos de la extracción y son fuente de semillas para la regeneración natural (Ordoñez et al., 2008; Hardiman et al., 2013).

Ventajas y limitantes de la aproximación metodológica

La literatura sobre los enfoques metodológicos para cuantificar el carbono forestal es abundante; en aras de contar con información integral de todos los compartimentos de carbono de un bosque, reconocer sus tendencias temporales y asegurar la confiabilidad de las estimaciones se han desarrollado aproximaciones complejas, costosas, que recurren a tecnología de vanguardia y que a veces implican varios años para afinarse (Hoover, 2008; Asner et al., 2010; McCall, 2011; Bucki et al., 2012; Saynes et al., 2012; Ruíz-Aquino, 2014). Hasta ahora ningún método de cuantificación del carbono es infalible en cuanto a la confiabilidad, y todavía se tienen limitaciones cuando se trata de escalar las estimaciones a grandes superficies (Doll et al., 2008; Bucki et al., 2012).

Los esfuerzos continúan, y se espera que a futuro la tecnología tenga un papel central para simplificar, abaratar y hacer más confiable la contabilidad del carbono (Asner et al., 2010; Post et al., 2012). Sin embargo, por la emergencia que representa el cambio climático, no se debe esperar a disponer de alternativas metodológicas y tecnológicas para actuar, por lo que se debería trabajar con las metodologías acordes a los contextos de las regiones que tienen potencial de ayudar a mitigar la problemática.

Una alternativa, cuando no se dispone de información, ni de recursos es utilizar metodologías generales y sencillas que podrían afinarse en el futuro (Bucki et al., 2012); y, si se trata de ecosistemas donde la gente que los habita tiene algún tipo de derechos sobre el bosque (Bray, 2013; RRI, 2014), se debe involucrarla en todas las acciones (Sckutch y McCall, 2010).

Los proyectos de carbono, sobre todo aquellos implementados en los bosques comunitarios de México (Bray et al., 2005),deberían tener un enfoque adaptativo y participativo (Meffe et al., 2002), que con el tiempo permite la participación social, ya que representa una oportunidad de entrenamiento y de generación de datos, con los que se pueden afinar las estimaciones de carbono del bosque a nivel local (Sckutch y McCall, 2010).

La metodología empleada en el presente trabajo fue de utilidad práctica para generar estimaciones cuantitativas del carbono en las AMF de la comunidad de Ixtlán. Entre sus ventajas destacan el bajo costo y su relativa rapidez, se usó la información disponible en el programa de manejo forestal, únicamente requirió de tecnología básica, considera los géneros dominantes (Pinus y Quercus) y, como muestran los resultados, generó cifras acordes en magnitud a las derivadas para otros bosques templados de México.

Sin embargo, es preciso reconocer que se trata de una metodología general, en relación a la complejidad que representa el carbono forestal; además subestima los contenidos de carbono almacenado y su potencial de captura, porque se basa solo en datos de los troncos. Si bien estos concentran la mayor cantidad de biomasa arbórea (Castellanos et al., 1996; Avendaño et al., 2009; González, 2008; Flores, 2010), no incluyen información de otros compartimentos importantes, en cuanto al contenido de carbono del bosque, sobre todo el suelo (Pérez-Ramírez et al., 2013).

Para fines de justificar apoyos para un proyecto de carbono en la comunidad de Ixtlán, las estimaciones generadas requieren complementarse con los mapas de cobertura arbolada del AMF y del resto del predio que permitan reconocer la prevalencia de bosques, e información adicional que muestre las acciones intencionales que hace la comunidad por cuidar sus bosques (Pacheco-Aquino, 2014).

El contexto histórico, socioeconómico y de gobernanza de las comunidades de la región de la Sierra Norte, donde se localiza Ixtlán, son relativamente similares. Y cuando menos 25 comunidades más disponen de programas vigentes de manejo forestal para aprovechamiento de madera (Bray y Durán, 2014), con los valores de la biomasa forestal y de su incremento corriente anual. Por tanto, con una metodología como la que aquí se presenta, dichas comunidades cuantificarían el almacén y la captura de carbono en sus predios.

En Ixtlán, y en el resto de las localidades del entorno, los ingresos económicos por la venta de bonos de carbono aumentarían la valoración y el cuidado de los bosques, toda vez que se ha mostrado la factibilidad de conciliar el aprovechamiento de madera con los proyectos de captura de carbono (Olschewski y Benítez, 2010, Bray, 2012).

Manejo e incentivos para favorecer el balance de carbono

La comunidad de Ixtlán tomó el control del manejo de sus bosques a partir de 1980, cuando terminó el periodo de las concesiones forestales, y desde ese entonces ha tratado de aprovecharlos de manera racional, para ello han invertido trabajo y recursos con el fin de mejorar las características de la masa forestal; como resultado, no hay amenaza de deforestación, ni degradación de los bosques (Pacheco-Aquino, 2014).

Hasta 2004, para el aprovechamiento maderable solo se usaba el método de selección, que consiste en extraer madera anualmente en 1 000 hectáreas, pero al optar por el método de selección grupal en franjas (matarrasa), en promedio se están aprovechando 150 hectáreas al año; es decir, se ha reducido el área de impacto, e intensificado el aprovechamiento de algunas áreas. Con ello, se redujo el número y las dimensiones de los carriles de arrastre y arrime dentro de las franjas de las matarrasas. Estas prácticas, son acordes con el manejo forestal mejorado (Griscom et al., 2009), que tiene como fin reducir el riesgo de degradación en los bosques por actividades de la extracción maderable. Además, con el manejo forestal sustentable que hace la comunidad (FSC, 2014b) no solo se está tratando de maximizar la producción de madera, sino que se cuidan los bosques de incendios, plagas y otros disturbios antrópicos, y con ello, se contribuye a la mitigación del cambio climático.

Con este referente, y con base en la preocupación por la amenaza que representa el cambio climático global, las acciones de mitigación son urgentes; además, dado que se dispone de grandes fondos internacionales para asegurar los almacenes de carbono forestal y promover la captura de CO2 (CCMSS, 2014; IPCC, 2014), sería justo que comunidades como Ixtlán recibieran algún incentivo por lo que hacen, y para que continúen haciéndolo. Lo anterior, debido a que se reconoce que las acciones de mitigación del cambio climático en los bosques comerciales no son fáciles, no ocurren en automático y que el manejo mejorado implica inversiones (Putz et al., 2008; Griscom et al., 2009; Post et al., 2012).

Aunque hay escépticos del esquema de incentivos de carbono, y a veces se duda de si con la extracción de madera hay adicionalidad, los resultados muestran que en Ixtlán es posible.

A partir de que los mercados de carbono forestal buscan implementar proyectos para captura y almacenamiento de CO2 por cuando menos dos o tres décadas (Angelsen et al., 2013), Ixtlán podría operar alguno de ellos; ya que con la construcción de franjas y las reforestaciones se logra iniciar la recuperación de la biomasa forestal casi desde el primer año posterior a la extracción, y los turnos en su programa de manejo son de 40 a 60 años. Aunado a esto, se debe tener en cuenta que del total de madera que se aprovecha, casi la mitad sigue almacenada en productos que retienen el carbono por cuando menos una década (Profft et al., 2009); mientras que las ramas y hojas permanecen en el bosque para incorporarse como materia orgánica (Post et al. 2012).

En Ixtlán se cumplen gran parte de los requerimientos para operar proyectos de carbono, ya que ofrece seguridad en tenencia de la tierra, gobernanza local, cultura forestal, capacidad organizativa y empresarial, así como disposición para experimentar e innovar acciones de manejo en sus bosques (Canadell y Raupach, 2008; Bray, 2010; Mathews, 2010, CCMSS, 2014). Este modelo participativo de la comunidad para orientar de manera eficiente el manejo también podría abarcar el monitoreo, registro y verificación del carbono, lo cual no solo ayudaría a mejorar la capacidad técnica local, sino hacerlo a costos relativamente bajos (McCall, 2011; Skutsch y McCall 2012; Edward et al. 2014).

Si se toma como referente el precio de 10 dólares la tonelada de CO2e, que se maneja en el mercado voluntario (Lobos et al., 2005; Bray, 2012), y que en Ixtlán se tiene un potencial de captura de carbono de 58 577.24 toneladas de CO2e año-1 en el AMF (8 996.75 ha), la comunidad podría tener ingresos adicionales que quizá no superan el ingreso anual por la venta de madera, pero les permitiría invertir en mejorar, aún más, el manejo forestal que realiza; por ejemplo, cubrir el costo de implementar el uso de cables aéreos para transportar madera de sitios con accesos difíciles, o donde los caminos inducen la erosión.

 

Conclusiones

La aproximación metodológica para cuantificar el carbono del área de manejo forestal (AMF) de la comunidad de Ixtlán, fue relativamente sencilla, rápida y se basó en información disponible en el programa de manejo forestal para el aprovechamiento maderable. Aunque tiene limitaciones, porque subestima el contenido de carbono del bosque al considerar solo la biomasa de troncos de pinos y encinos, permite generar una primera estimación cuantitativa, la cual indica que el AMF mantiene un importante almacén de carbono, tiene potencial para su captura y que parte del carbono removido con la madera extraída se empieza a recuperar desde el primer año, posterior a la extracción. Las estimaciones resultantes correspondieron, en orden de magnitud, con los valores citados para otros bosques de pino-encino de México.

Esta información podría servir de línea base para que la comunidad de Ixtlán, a la par que continua con la producción de madera, desarrolle un proyecto de carbono. La venta del carbono capturado es un incentivo para que la comunidad, sin sacrificar metas económicas, sociales o ambientales continúe y mejore el manejo forestal, se capacite y se involucre en el monitoreo del carbono. La aproximación del estudio podría implementarse en comunidades aledañas a Ixtlán, e incluso en otros bosques comunitarios del país que cuenten con programas de manejo forestal.

 

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener conflicto de intereses.

 

Contribución por autor

Guadalupe Pacheco-Aquino: recopilación de la base de datos, análisis de la información, redacción, revisión y corrección del manuscrito; Elvira Durán Medina: diseño, ejecución, análisis de estudio, redacción, revisión y corrección del escrito; José Antonio Benjamín Ordóñez-Díaz: análisis de datos y redacción del manuscrito.

 

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