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Revista mexicana de ciencias forestales

versión impresa ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.4 no.18 México jul./ago. 2013

 

Artículo

 

Evaluación de una plantación con dos especies tropicales cultivadas en diferentes tipos de envases

 

Assessment of a plantation with two tropical species cultivated in different types of containers

 

H. Jesús Muñoz Flores1, J. Jesús García Magaña 2, Gabriela Orozco Gutiérrez1, Víctor Manuel Coria Ávalos1 y Miguel Bernardo Nájera-Rincón 1

 

1CE.Uruapan, CIR Pacífico Centro-INIFAP. Correo-e: unoz.hipolito@inifap.gob.mx

2 Facultad de Agrobiología "Presidente Juárez", Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

 

Recibido el 14 de abril de 2011
Aceptado el 30 de abril de 2013.

 

Resumen

Para contrarrestar la deforestación en México se han impulsado las plantaciones forestales; sin embargo, sus índices de supervivencia son de 35%. El objetivo de la presente investigación fue evaluar en campo la supervivencia y crecimiento de árboles de Tabebuia rosea y Enterolobium cyclocarpum, propagados en contenedores de fibra de coco y en dos tipos de charolas de poliestireno comprimido. La plantación se estableció en julio de 2008 en el municipio de Nuevo Urecho, Michoacán; en suelo Vertisol crómico, clima cálido subhúmedo, y una altitud de 465 m. El diseño experimental fue de bloques al azar con seis tratamientos y tres repeticiones; y cada unidad experimental constó de 25 plantas, para un total de 450 por tratamiento. Al año del transplante, los ejemplares cultivados en contenedores de fibra de coco mostraron una mayor supervivencia, respecto a las propagadas en charolas de poliestireno. E. cyclocarpum tuvo los valores de crecimiento en altura más grandes, sin importar el envase donde se cultivaron. Asimismo, logró un crecimiento significativamente superior en los individuos procedentes de los contenedores de fibra de coco (231.3 cm). Para T. rosea, aunque no hubo diferencias significativas, los árboles provenientes de ese tipo de envase alcanzaron los diámetros más grandes (25.1 mm). Las plantas de los contenedores de fibra de coco no registraron problemas de sanidad ni de limitaciones en la expansión radical.

Palabras clave: Contenedores, Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb., fibra de coco, plantaciones forestales, Tabebuia rosea (Bertol.) DC., tamaño de planta.

 

Abstract

The establishment of forest plantations has been promoted in order to counter deforestation in Mexico. However, these do not reach the age of harvest, since their survival rate one year after their establishment is merely 35%. The objective of this research was to assess the in-field survival and growth of Tabebuia rosea and Enterolobium cyclocarpum trees propagated in coconut fiber containers and grown in two types of compressed polystyrene trays. The plantation was established in August, 2008, in the municipality of Nuevo Urecho, Michoacan, on chromic clay soil, in a warm humid climate and at an altitude of 465 m. The experimental design was randomized blocks with six treatments and three replications; each experimental unit consisted of 25 plants, with a total of 450 plants per treatment. One year after planting, plants grown in coconut fiber containers had higher survival rates than those propagated in polystyrene trays. E. cyclocarpum showed higher rates of growth in height (231.3, 190.2 and 175.7 cm) than T. rosea (132.2, 113.4, and 95.4 cm), regardless of the type of container in which they were grown. E. cyclocarpum plants grown in coconut fiber containers achieved significantly higher growth (231.3 cm) than those cultivated in polystyrene trays. Although no significant differences were found for T. rosea trees, those grown in coconut fiber containers attained larger diameters (25.1 mm). The coconut fiber containers posed no health problems or limitations of root expansion.

Key words: Coconut fiber, containers, Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb., forest plantations, plant size, Tabebuia rosea (Bertol.) DC.

 

Introducción

Las plantaciones forestales, a nivel mundial, se calcula que representan 3.8% de la superficie total de los bosques; las de tipo productivas sobre todo para la producción de madera y fibra, son 78% y aquellas cuyo fin principal es la conservación de suelo y agua cubren 22%. Su área ha crecido en 2.8 millones de hectáreas anuales durante el periodo 2000 - 2005 (FAO, 2005). Aunque la tendencia de las fuentes de abasto de madera pasará del 60% de bosque natural y 40% de plantaciones, que representan únicamente 5% de la cubierta forestal en el planeta, a 20% de bosque natural y 80% de plantaciones en el año 2040 (FAO, 2006).

Para contrarrestar la perdida de arbolado, en México se está impulsando el establecimiento de plantaciones forestales comerciales, pero a pesar de las condiciones favorables que predominan en el país la mayor parte de ellas no alcanzan la edad de cosecha, ya que presentan índices de supervivencia de 35% al año de su establecimiento debido a factores como una selección inadecuada de especies, a una mala preparación del terreno, o una baja calidad de planta, entre otros (PNMRGF, 2004).

El territorio nacional tiene un potencial de 12 millones de hectáreas para plantaciones forestales, el gobierno federal ha financiado 3 629 en los últimos 10 años, lo que significa una superficie de más de 530 mil hectáreas con una inversión de 3 679 millones de pesos (Conafor, 2008).

El estado de Michoacán es considerado con una vocación eminentemente forestal, puesto que cuenta con innumerables recursos que se reflejan en la producción de madera, de la cual ocupa el tercer lugar nacional, primer lugar en producción de resina y quinto lugar en biodiversidad (COFOM, 2005). En la entidad se promueve el desarrollo de plantaciones comerciales, de tal manera que en 2005 existían 1 900 hectáreas (Semarnat, 2005).

En varios trabajos se ha estudiado cómo lograr el éxito en los programas de reforestación, lo cual depende, entre otros factores, de la calidad de la planta que se produce en los viveros, lo que asegura una mayor probabilidad de supervivencia y desarrollo al establecerse en el lugar definitivo (Mas, 2003). Duryea (1985) define calidad de planta como aquélla que reúne las características morfológicas y fisiológicas necesarias para sobrevivir y crecer en las condiciones ambientales en las que será plantada; Prieto y Alarcón (1998) indican que es uno de los elementos que más influyen en el éxito de las plantaciones, lo definen como la capacidad de los árboles para adaptarse y desarrollarse en las condiciones climáticas edáficas del sitio. La calidad de la planta depende de las características genéticas del germoplasma y de las técnicas utilizadas para su producción en vivero. El porcentaje de supervivencia bajo y el deficiente crecimiento inicial son los principales problemas de establecimiento debido, en parte, a la calidad deficiente de las plantas. En consecuencia, el costo para el logro de la plantación aumenta, si se tienen en cuenta los recursos adicionales que deben disponerse para tal fin; si se tiene que reponer un porcentaje elevado del material vegetal se multiplican los costos de mano de obra, traslado y, por supuesto, el gasto en plantas. Cabe señalar que frecuentemente se realiza más de una reposición (García, 2007). El término de calidad de planta debe de considerar el aspecto económico, de tal forma que su costo sea el más bajo posible (Cuevas, 1995). Domínguez et al. (1997) establecieron una plantación en el ejido Santa Rosa, Iturbide, Nuevo León, con Pinus pseudostrobus Lindl. de un año de edad, producidas en bolsas de 400 cm3; y en contenedor de poliuretano First Choice Blocks de 121 cm3. A 12 meses de edad, los individuos producidos en bolsa tuvieron una supervivencia de 58% y los de contenedor de 28%; la altura y el diámetro basal de las plantas en bolsa fue de 16.9 cm y 8.1 mm y en contenedor de 14.3 cm y 5.3 mm, respectivamente. Se concluye que la bolsa de 400 cm3; favoreció una mejor supervivencia y crecimiento de las plantas. Castillo (2001) en una plantación con Pinus pseudostrobus, cultivados en diferentes contenedores en vivero observó a los 10 meses de establecida que las plantas producidas en tubetes de 160 cm3 presentaron 30% de supervivencia y las propagadas en bolsa de 400 cm3 lograron 23%. En relación a la altura, el mayor índice se obtuvo en las cultivadas en bolsas, con 14.2 cm, seguidos por las de tubete de 160 cm3 con 9.6 cm de altura y la menor respuesta correspondió a las de charola de poliestireno con celdas de 100 cm3 con 6.3 cm de altura.

Cano et al. (1998) evaluaron la supervivencia en campo de Pinus greggii Engelm., en respuesta a dos sistemas de producción de planta (sistema tradicional en bolsas de polietileno y tecnificado en contenedor charolas de unicel). Los del sistema tradicional presentaron los valores más altos en supervivencia (100%) a 30 días de plantadas y para las cultivadas con el tecnificado fue de 81%. A tres meses de establecida la plantación, las plantas del primer sistema tuvieron una supervivencia de 91% contra 61% del segundo y a los cinco meses el índice fue de 72% y 20% respectivamente; mientras que Plevich y Miguel (2008) analizaron la relación entre tamaño del envase y calidad de la planta obtenidos en vivero y la supervivencia y crecimiento en campo durante el primer año con seis especies de Quercus; utilizaron macetas de polietileno de 12 cm de diámetro y 25 cm de altura, paralelamente se probaron 2 tamaños de tubetes (6.4 x 18 cm y 6.4 x 25 cm). La supervivencia superó 90% al año de plantación y no existieron diferencias significativas. Las especies que mostraron diferentes crecimientos en diámetro y altura fueron Q. laurina Bonpl. y Q. petraea (Matt.) Liebl. con el mayor y menor incremento en diámetro y altura respectivamente. El resto de las especies alcanzó un incremento intermedio; en tanto Mexal et al. (2008) estudiaron los factores que determinan la supervivencia y crecimiento temprano de cinco especies de coníferas, para ello monitorearon durante dos años siete sitios de plantación en el centro de México, al segundo año la supervivencia de la planta fue de 15 a 86%, la mayor mortandad se atribuyó a las actividades humanas, pero un factor importante fue la calidad de las plantas, donde se registró que la supervivencia óptima, los diámetros de tallo fueron superiores a 4 mm.

El éxito de las plantaciones depende de realizar una buena preparación del terreno, contar con germoplasma de buena calidad y un sistema de producción de plantas que permita obtenerlas con características morfológicas y fisiológicas que garanticen su supervivencia en el campo. En el proceso de propagación es importante seleccionar el tipo de contenedor que facilite el desarrollo radical y aéreo.

El objetivo del presente estudio fue evaluar en campo la supervivencia y el crecimiento de árboles de Tabebuia rosea (Bertol.) DC y Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb, especies tropicales cuya propagación en vivero se realizó en contenedores fabricados de fibra de coco, comparados con plantas propagadas en dos tipos de charolas de poliestireno expandido. También se evaluó el nivel de degradación de los envases elaborados con fibra de coco.

 

Material y Métodos

La plantación se estableció en el paraje denominado "Rancho El Tejabán" municipio Nuevo Urecho, Michoacán; localizado a 19°12’26.8" latitud norte y 101°53’58.8" de longitud oeste, respecto al meridiano de Greenwich; a una altitud de 465 m. Presenta clima A (Wo), cálido subhúmedo con lluvias en verano y porcentaje de lluvia invernal que oscila de 5 a 10%; precipitación media anual de 700 a 900 mm, que ocurre en los meses de junio a septiembre; temperatura media anual de 24 a 28 °C (INEGI, 1985). El tipo de suelo, de acuerdo con la clasificación FAO/UNESCO modificada por DETENAL (1974) es Vertisol crómico, considerado como suelo arcilloso, de color pardo o rojizo. El terreno de la plantación es plano con pendiente de 1% y exposición norte.

Se evaluaron dos especies nativas: Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb.) (parota) y Tabebuia rosea (Bertol.) DC. (rosa morada). La planta de ambos taxa se produjo en el vivero forestal del Patronato del Centro de Educación y Capacitación Forestal 01-Conafor en Uruapan, Michoacán.

Se utilizaron tres sistemas de producción de planta: a) sistema charolas de poliestireno de 60 cavidades de 220 cm3 con capacidad para 284 celdas m-2, 5.1 cm de diámetro y 12 cm de profundidad; b) charola de 77 cavidades de 175 cm3 con capacidad de 364 celdas m-2, 4.2 cm de diámetro y 11.7 cm de longitud; y c) contenedor elaborado a base de fibra de Cocos nucifera L. (65%) y látex natural de Hevea brasiliensis (Willd. Ex A. Juss.) Müll. Arg. (35%), capacidad de 314 cm3 y una densidad de 205 plantas m-2, con 5 cm de diámetro y 15 cm de longitud.

El diseño experimental empleado fue el de bloques al azar, para cuantificar la respuesta de seis tratamientos descritos en el Cuadro 1; se utilizaron tres repeticiones de cada uno de los tratamientos; la parcela experimental estuvo constituida por 25 plantas.

Cuadro 1. Tratamientos para evaluación de la adaptación en campo de plantas producidas bajo diferentes sistemas de producción en vivero.
Table 1. Treatments for the assessment of in-field adaptation of plants cultivated with different nursery production systems.


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La plantación se estableció el 28 de julio de 2008; para el control de las malezas y facilitar la operación se empleó un tractor equipado con una rastra de tres discos. El diseño de la plantación fue en Marco Real, con espaciamiento de 2 x 2 m entre plantas e hileras, lo que proporcionó una densidad de 2 500 plantas ha-1. Se utilizó el método de cepa común con dimensiones de 30 x 30 x 30 cm; posteriormente, se suministró un riego por mes a partir de noviembre de 2008 hasta abril de 2009.

Las características morfológicas de E. cyclocarpum y T. rosea, al momento de la plantación se describen en el Cuadro 2.

Cuadro 2. Perfil morfológico de Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb. y Tabebuia rosea (Bertol.) DC. al término de su fase en vivero.
Table 2. Morphological profile of Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb. and Tabebuia rosea (Bertol.) DC. at the end of the nursery phase.


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Se realizaron cinco muestreos en campo y en cada uno las variables registradas fueron altura total, diámetro del cuello y supervivencia. Adicionalmente, se hicieron observaciones a los contenedores elaborados a base de fibra de coco para registrar su degradación; para ello se extrajeron dos plantas de E. cyclocarpum y dos de T. rosea por muestreo.

Con los valores promedio de la altura total, diámetro del cuello, número de plantas vivas y con los datos obtenidos en la primera y quinta evaluación del diámetro del cuello y altura total, se obtuvo una estimación del volumen aéreo en cada tratamiento (D2H). Además, se consideró la cantidad de árboles vivos al momento de las evaluaciones, dividiéndola entre el total de los árboles plantados al inicio y se multiplicó por 100 para expresar el resultado en porcentaje.

El modelo utilizado para el análisis estadístico (Martínez, 1988), fue un diseño experimental en bloques completos al azar, con seis tratamientos (especies/contenedor) y tres repeticiones, cada unidad experimental consto de 25 plantas, con un total de 75 plantas por tratamiento y se define como:

Y ij = µ + Bi + Ĩj + εij

Donde:

Y ij = Variable respuesta (diámetro del cuello, altura y supervivencia)
Bi = Efecto del bloque, i = 1,2,3…
µ = Promedio general
Ĩj= Efecto del j-ésimo tratamiento, j = 1,2,3,4,5,6…
εij = Error aleatorio ij

Se efectuó el análisis de varianza utilizando el paquete Statistical Analysis System (SAS, 2004), mediante el procedimiento PROC GLM, para determinar diferencias entre los tratamientos. Posteriormente, los datos se sometieron a una prueba de comparación de medias de Tukey (α≤ 0.05), para obtener el impacto de supervivencia y adaptación de plantas en campo respecto a los sistemas de producción manejados en vivero.

Para el análisis estadístico de la variable supervivencia, los valores porcentuales fueron convertidos en arcoseno.

 

Resultados y discusión

Los resultados de la supervivencia, altura, diámetro de cuello y volumen aéreo durante las cinco evaluaciones se muestran en el Cuadro 3.

Cuadro 3. Supervivencia de la plantación de dos especies tropicales cultivadas en contenedores de fibra de coco y charolas de poliestireno en Nuevo Urecho, Michoacán.
Table 3. Survival of plantations of two tropical species cultivated in coconut fiber containers and polystyrene trays in Nuevo Urecho, Michoacán.


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Primera evaluación (agosto de 2008)

Al establecimiento del experimento en campo se plantaron 25 árboles por parcela, de acuerdo con los resultados obtenidos no se tuvieron diferencias significativas para el número de planta, ya que la supervivencia fue 100% en todos los tratamientos. En relación con la altura, el análisis de varianza indicó diferencias significativas (Pr>F=0.001). Con la prueba de Tukey (α=0.05) E. cyclocarpum cultivada en contenedor de fibra de coco presentó un valor (27.8 cm) significativamente mayor al resto de los tratamientos, cuyos registros fueron de 11.9 y 19.2 cm, que son similares entre sí (Cuadro 4).

Cuadro 4. Evaluaciones de la plantación de dos especies tropicales cultivadas en contenedores de fibra de coco y charolas de poliestireno en Nuevo Urecho, Michoacán.
Table 4. Assessments of plantations of two tropical species cultivated in coconut fiber containers and polystyrene trays in New Urecho, Michoacán.


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En general, E. cyclocarpum mostró un ritmo de crecimiento en altura superior al de T. rosea; en particular cuando la planta procedía de contendores de fibra de coco (27.8 cm); T. rosea presentó el mismo patrón en los tres tipos de contenedores: 13.6, 13.4 y 11.9, respectivamente (Cuadro 4).

El diámetro al cuello de las plantas, en principio, registraron cifras significativamente diferentes (Pr>F=<0.0001). Las plantas de ambas especies lograron los mayores valores cuando fueron cultivadas en contenedores de fibra de coco (6.2 mm T.rosea y E. cyclocarpum 5.5 mm), seguidos por las de charolas de 60 cavidades (3.3 y 3.2 mm respectivamente) y los más bajos en las producidas de 77 cavidades (2.9 y 2.7 mm en ese orden) (Cuadro 4).

La variable D²H mostró diferencias significativas entre tratamientos (Pr>F=<0.0001); el índice más alto se obtuvo con E. cyclocarpum cultivada en contenedor de fibra de coco (8.4cm3), en un segundo término. T. rosea cultivada en el mismo tipo de envase (5.2cm3); los valores observados para ambas especies en contenedores de 60 y 77 cavidades no fueron significativos entre sí. Un análisis detallado indica un orden consistente en los dos taxa en el cual los valores tienden a ser más grandes en contenedores de fibra de coco, después en charolas de 60 y en 77 cavidades (Cuadro 2).

Segunda evaluación (noviembre de 2008)

La supervivencia a los cuatro meses de establecida la plantación, no presentó diferencias significativas entre los tratamientos (Pr >F=0.0743); sin embargo, se observó que en las dos especies no hubieron pérdidas en las plantas cultivadas en contenedores de fibra de coco, lo que si ocurrió para los envases de polietileno, cuyos índices variaron entre 22.3 y 14.7 plantas vivas en promedio (Cuadro 4).

Respecto a la variable altura, E. cyclocarpum, producidas en envases de fibra de coco y en charolas de 60 cavidades, mostraron valores significativamente superiores (50.8 y 37.7 cm) versus al resto de los tratamientos (Pr>F=0.0008); en general, la altura de planta de E. cyclocarpum superó la de T. rosea, y se confirma que tiene un mayor ritmo de crecimiento en este parámetro. Se mantiene la tendencia de que la mejor respuesta correspondió al material cultivado en contenedores de fibra de coco (Cuadro 4).

Tercera evaluación (enero de 2009)

A los seis meses de plantada se determinaron diferencias significativas en la supervivencia entre tratamientos (Pr>F=0.0336), los individuos de ambas especies cultivadas en contenedor de fibra de coco no tuvieron pérdidas, pero el número de plantas se redujo en los tratamientos de 60 y 77 cavidades, respectivamente; la menor cantidad correspondió a E. cyclocarpum en el tratamiento de 77 cavidades (13.7 plantas en promedio) (Cuadro 4).

Para la variable altura se obtuvieron diferencias significativas entre tratamientos (Pr>F=0.0048); aunque en todos los casos sobresalió E. cyclocarpum; mientras que T. rosea tuvo un menor ritmo de crecimiento en altura, pero se mantuvo la tendencia de que los valores disminuyen en el siguiente orden: plantas cultivadas en contenedores de fibra de coco, en charolas de 60 y en las de 77 cavidades (Cuadro 4).

Cuarta evaluación (mayo de 2009)

A los 10 meses de edad, para la variable supervivencia se conservaron las diferencias significativas (Pr>F=0.0179); y E. cyclocarpum y T. rosea cultivadas en contenedores de fibra de coco mostraron los mayores promedios de árboles vivos: 24.7 y 24, respectivamente, que solo son significativamente superiores a los de E. cyclocarpum de 77 cavidades (13 vivos) según la prueba de Tukey (α=0.05). En el caso de la altura, los resultados fueron similares con diferencias significativas entre tratamientos (Pr>F=0.0042). Las diferencias del crecimiento en altura entre E. cyclocarpum y T. rosea, y sin importar el contenedor de cultivo, confirman que la primera especie presenta un ritmo superior de crecimiento en altura en el campo (Cuadro 4).

Quinta evaluación (agosto de 2009)

Al año de establecido el estudio en el campo, el análisis de varianza para la variable supervivencia determinó diferencias significativas (Pr>F=0.0215) entre los valores promedio de cada tratamiento. Los árboles de E. cyclocarpum y T. rosea producidos en contenedor de fibra de coco lograron los valores más altos de plantas vivas en promedio, que representaron 97.3 y 96%, respectivamente. Los tratamientos que les siguieron correspondieron a de T. rosea cultivada en charola de 60 cavidades con 21 plantas (84%) y en contenedor de 77 cavidades16 plantas (64%); por último, los menores porcentajes se presentaron con E. cyclocarpum cultivada en contenedor de 60 cavidades con 15 plantas (60%) y con 77 cavidades se contaron 12.7 plantas vivas en promedio (50.7%) (Cuadro 4). En la Figura1 se muestra la tendencia de la supervivencia durante las cinco evaluaciones y en la Figura 2 se presentan los valores finales por tratamiento.


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Figura 1. Supervivencia de los tratamientos en cinco evaluaciones realizadas en la plantación con dos especies tropicales en Nuevo Urecho, Michoacán.
Figure 1. Survival rates of the treatments in five assessments carried out in the plantation with two tropical species in Nuevo Urecho, Michoacán.


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Figura 2. Supervivencia por tratamiento al año de establecida la plantación de dos especies tropicales en Nuevo Urecho, Michoacán.
Figure 2. Survival rate by treatment one year after the plantation of two tropical species was established in Nuevo Urecho, Michoacán.

En relación con la altura de las plantas a los 12 meses, en E. cyclocarpum se observó un crecimiento en altura significativamente superior al de T. rosea (Pr>F=<0.0001); las plantas de E. cyclocarpum cultivadas en contenedor de fibra de coco alcanzaron un valor significativamente superior que el resto de los tratamientos (231.3 cm), igual significancia se determinó cuando la planta procedía de charolas de 77 cavidades(190.2 cm), finalmente, en las de 60 cavidades se tuvo el menor valor (175 cm). Con T. rosea, la mayor altura se obtuvo con las plantas propagadas en contenedores de fibra de coco (132.2 cm), seguida de las charolas de 60 cavidades (113.4 cm) y las de 77 cavidades (95.4 cm) (Figura 3).


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Figura 3. Crecimiento en altura por tratamiento de la plantación establecida con dos especies tropicales en Nuevo Urecho, Michoacán.
Figure 3. Growth in height by treatment of the plantation established with two tropical species in Nuevo Urecho, Michoacán.

Los registros del crecimiento en diámetro basal de los árboles al año de establecidos en el campo, fueron significativamente diferentes entre tratamientos (Pr>F=0.0315); E. cyclocarpum cultivada en contenedor de fibra de coco presentó el valor más grande (37.7mm), seguido del tratamiento con la misma especie proveniente de contenedores de 77 cavidades y de T. rosea en contenedores de fibra de coco (25.1 mm), en el mismo grupo de significancia se situó E. cyclocarpum cultivada en charolas de 60 cavidades (24.2 mm) y los menores valores se registraron con T. rosea cultivada en charolas de 60 y 77 cavidades (22.8 y 19.6 mm respectivamente) (Figura 4).


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Figura 4. Crecimiento del diámetro basal al inicio y final de las evaluaciones de la plantación establecida con dos especies tropicales en Nuevo Urecho, Michoacán.
Figure 4. Baseline diameter growth at the start and end of the assessments of the plantation established with two tropical species in Nuevo Urecho, Michoacán.

Respecto a la variable combinada D²H que estima el volumen aéreo de los árboles, con el análisis de varianza se estimaron diferencias significativas (Pr>F=0.0033) y la prueba de Tukey (α=0.05) diferenció dos grupos de significancia, en el primero se ubicó a E. cyclocarpum cultivada en contenedor de fibra de coco con el máximo valor observado (3 363.9 cm); en el segundo, en orden descendente se colocaron E. cyclocarpum cultivada en charolas de 77 y 60 cavidades (1 465.5 y 1 088.6 cm, respectivamente), y los menores registros para T. rosea en contenedor de fibra de coco (830.1cm) y en charolas de 60 (598.9) y 77 cavidades (3711cm). Con esta variable se valida que E. cyclocarpum alcanzó un desarrollo superior al de T. rosea, sin importar el tipo de contenedor empleado para el cultivo de las plantas en vivero (Cuadro 2).

Incorporación al suelo del contenedor de fibra de coco

Se observó que en los primeros nueve meses, la fibra de coco estaba incorporada al suelo en 95%, pero a los 12 meses de establecida la plantación prácticamente se alcanzó 100% y solo se detectaron algunos residuos, sin que hubiera afectación alguna en el desarrollo del sistema radical de las plantas.

E. cyclocarpum y T. rosea habitan en bosques tropicales perennifolios, subperenifolios, subcaducifolios y caducifolios en altitudes de 0 a 1 100 m (Prodefo, 2001a; Prodefo, 2001b; CATIE, 2009); el sitio de plantación utilizado en este estudio cumple con las características ambientales requeridas por ambas especies por lo que están en condiciones apropiadas para desarrollar su potencial de crecimiento, de acuerdo con las características morfológicas de las plantas obtenidas en vivero con los diferentes contenedores utilizados.

La mortalidad en los tratamientos fue influenciada por los tipos de contenedores usados para la producción de las plantas en el vivero, las provenientes de contenedores de fibra de coco presentaron los más altos índices de supervivencia. Una probable razón de esta tendencia es que los envases con paredes porosas favorecen la poda de raíz y, por lo tanto, se logra un mejor anclaje en el terreno; un efecto similar fue registrado por Wright et al. (1999), quienes utilizaron los contenedores denominados Jiffy Pellets y observaron que estos incrementan 33% el sistema radical y se reduce 30% el tiempo de cultivo. Además la mortalidad de los individuos en el campo, también responde al volumen del contenedor, mientras más grande se favorece la expansión radical y el tamaño de las plantas, hecho documentado para Pinus contorta Douglas ex Loudon y de Picea glauca (Moench) Voss (Landis, 1990). Los contenedores de fibra de coco cuentan con 315 cm3 de capacidad, las charolas de poliestireno de 60 cavidades con 220 cm3 y los de 77 cavidades con 175 cm3 , lo que se tradujo en que las cultivadas en los primeros tuvieron una expansión radical más grande, mejores características morfológicas, y ello resultó en una mejor calidad de plantas y en consecuencia en una aptitud superior para sobrevivir en el campo, que las propagadas en envases de menor capacidad.

Los porcentajes de supervivencia obtenidos para los árboles provenientes de contenedores de fibra de coco a un año de plantación, superaron a los consignados por Skoupy y Hughes (1971), quienes probaron los Jiffy Pellets y tubetes de plástico, con el primer contenedor lograron supervivencias de 88 a 95% y en el segundo de 66 a 84%.

E. cyclocarpum acusó impacto negativo en el tipo y volumen del contenedor, pues su índice de supervivencia bajó a 60% para el caso de los de poliestireno de 220 cm3 ; y a 50.7% con el mismo tipo de contenedor, pero de 175 cm3 que contrastan ampliamente con 97.3% logrado en contenedores de fibra de coco de 315 cm3 . En T. rosea se determinó la misma tendencia, pero la reducción de la supervivencia fue menos severa con 96% de plantas vivas con el de fibra de coco, 84% en contenedores de 220 cm3 y de 64% en los de 175 cm3 .Los resultados confirman las aseveraciones de Toral (1997) y de Prodefo (2000) de que el crecimiento está directamente relacionado con el volumen de las celdas y por la especie cultivada, debido a que cada taxón tiene diferente hábito de crecimiento.

Por su parte, Aguirre (2000) en plantaciones de Pinus pseudostrobus, de tres meses comparó la supervivencia de plantas cultivadas en charolas de poliestireno de 160 cavidades y 65 cm3 de capacidad, con respecto a las de bolsa de polietileno de 400 cm3 ; las primeras lograron 28% de supervivencia y las de bolsa 81%, lo anterior resalta la influencia del volumen del contenedor de manera análoga a lo observado con los contenedores de fibra de coco y las charolas de poliestireno en el presente estudio. Este efecto también lo documentaron Cano et al. (1998) para la supervivencia de P. greggii Engelm. ex Parl., a tres meses de plantación; los árboles cultivados en bolsa tuvieron un índice de 91% y las cultivadas en charolas de poliestireno 61%.

A un año de establecida la plantación, el crecimiento en altura presentó un ritmo diferente en las especies ensayadas, en E. cyclocarpum se observaron mayores crecimientos que en T. rosea; la tendencia subsiguiente es a incrementar las diferencias entre ambas especies.

Con E. cyclocarpum, las alturas logradas en el campo son significativamente superiores en plantas cultivadas en contenedores de fibra de coco que las de poliestireno expandido; con T.rosea el comportamiento es similar. En condiciones del trópico del sureste de México, Bertoni y Juárez (1980) citan que en una plantación de 9 años y el empleo de plantas cultivadas en bolsas de polietileno, el crecimiento promedio para E.cyclocarpum es de 85 cm año-1, con cedro rojo 37 cm año-1, con caoba 60 cm año-1 y la especie con más rapidez de crecimiento en altura fue la melina con 155 cm año-1; aunque ninguna supera los valores mostrados por E.cyclocarpum en las condiciones del sitio experimental producida en contenedor de fibra de coco (231.3 cm en un año); en tanto que para las de contenedores de poliestireno de 60 y 77 cavidades fueron 175.7 y 190.2 cm año-1 respectivamente. Prodefo (2001b) consigna que los árboles de E. cyclocarpum, al año de ser plantados, alcanzan alturas de 1 a 2 metros, lo que concuerda con los resultados obtenidos en este trabajo.

Los árboles de T. rosea producidos en contenedores de fibra de coco crecieron en altura 132.2 cm año-1 y 113.4 y 95.4 cm año-1 en los de 60 y 77 cavidades, estos resultados superan a los registrados para caoba (60 cm año-1), ciricote (44 cm año-1), granadillo (66 cm año-1), jobo (82 cm año-1), machiche(88 cm año-1), cedro rojo (37 cm año-1); y son inferiores a los logrados por la melina (155 cm año-1); las especies comparadas se cultivaron en bolsas de polietileno de 10x20 cm (Bertoni y Juárez, 1980). Juárez y Ramírez (1985) evaluaron un ensayo de plantación de melina, considerada de rápido crecimiento, ensayaron cuatro espaciamientos que van de 2x2 a 3.5x3.5 m, con variaciones de 50 cm, sus resultados señalan incrementos en altura de 124 a 164 cm año-1, semejantes a los valores de T. rosea en la presente investigación en contenedores de fibra de coco.

La rapidez de crecimiento es un factor importante en las primeras etapas de la plantación, y una planta ideal presenta una altura dentro de un intervalo que ha sido unido con el éxito en las plantaciones de una especie dada y para unas determinadas condiciones de estación como lo señalan Birchler et al. (1998). Cordia alliodora (Ruiz & Pav.) Oken es una especie tropical con alta velocidad de crecimiento, la cual a dos años de establecimiento presenta alturas entre 1.85 a 2.46 m (92 a 123 cm año-1 ) para los sistemas en bolsa y cepellón, cepellón-tocón, tocón y para plantas a raíz desnuda, no se obtuvieron diferencias significativas, pero los menores valores fueron para las plantas producidas a raíz desnuda. Al comparar estos resultados con los obtenidos para E. cyclocarpum en los tres contenedores de cultivo, los valores difieren; Cordia presenta menor ritmo de crecimiento; en relación con T. rosea, los árboles cultivados en contenedores de fibra de coco también superan en crecimiento a Cordia en las cuatro modalidades y, a su vez, los de este taxon son sensiblemente similares a los valores de T. rosea propagada en envases de poliestireno de 60 y 77 cavidades.

En el campo y, debido a la mayor velocidad de crecimiento, en la evaluación al año de establecida la plantación, E. cyclocarpum proveniente de contenedores de fibra de coco presentó un diámetro de cuello de 37.1 mm, muy por arriba del resto de los tratamientos, ya que estos variaron de 19.6 a 25.1 mm, resultados que superan a los de Contreras y Rodríguez (1992) quienes en una plantación con Cordia alliodora de dos años determinaron valores de diámetro de cuello de 14.4 a 20.8 mm y un promedio de 7.2 a 10.4 mm año-1 con los métodos de plantación en bolsa y cepellón, cepellón–tocón, tocón y a raíz desnuda.

En relación con los resultados de la variable combinada D2H, que estima el volumen de la parte aérea de los árboles, las plantas de E. cyclocarpum, presentaron los más altos valores y superaron ampliamente a los obtenidos para T. rosea, lo que corrobora la hipótesis de que E.cyclocarpum posee una mayor velocidad de crecimiento.

Al comparar los resultados dentro de cada especie, E. cyclocarpum cultivada en contenedores de fibra de coco y producto de las características adquiridas durante la etapa de vivero alcanzó un porcentaje de crecimiento mayor en la variable combinada de 309%, respecto a las plantas procedentes de contenedores de poliestireno de 60 cavidades y de 229% en las de 77 cavidades. T. rosea, alcanzó el valor más alto con las plantas producidas en envases de fibra de coco y las diferencias fueron de 138.6% respecto a las cultivadas de 60 cavidades y de 224% sobre las de 77 cavidades.

 

Conclusiones

La reducción más grande en el número de árboles en la plantación se registró durante los tres primeros meses, época en la que manifestó la mayor aptitud de las plantas de anclarse en el terreno, las que fueron cultivadas en contenedores de fibra de coco presentaron menor pérdida, respecto a las cultivadas en charolas de poliestireno con supervivencia del 96 al 97.3% para T. rosea y E. cyclocarpum.

E.cyclocarpum logró un crecimiento significativamente mayor con las plantas cultivadas en contenedores de fibra de coco y para T. rosea los árboles provenientes de este tipo de contenedores tuvieron las diferencias significativas superiores en las dimensiones morfológicas.

E. cyclocarpum presentó crecimientos en altura superiores a los de T. rosea, sin importar el contenedor en que se cultivaron en el vivero. Respecto al diámetro E. cyclocarpum también superó a T. rosea; en ambas el contenedor de fibra de coco favoreció dimensiones más grandes, y de manera análoga ocurrió con la variable D2H.

En la plantación de E. cyclocarpum y T. rosea no se observaron plagas o enfermedades que afectaron la supervivencia o al crecimiento de los árboles.

A un año de plantación, la fibra de coco con que están elaborados los contenedores orgánicos se incorporaron 100% al suelo, además no se detectó limitación en la expansión radical en ninguna de las dos especies evaluadas.

 

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