SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.4 issue16La atención internacional al bosque y a la mujer: Una concordancia perfectaMaching of four timber oak species from Sierra de Jaurez, Oaxaca author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Revista mexicana de ciencias forestales

Print version ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.4 n.16 México Mar./Apr. 2013

 

Ensayo

 

Género y bosques. Temas y enfoques en la literatura internacional

 

Gender and forests: topics and approaches in the international literature

 

Verónica Vázquez García1

 

1Área de Género del Programa de Desarrollo Rural, Colegio de Postgraduados, Campus Montecillo. Correo-e:verovazgar@yahoo.com.mx

 

Recibido el 26 de marzo de 2013
Aceptado el 8 de abril de 2013.

 

Resumen

Los bosques del mundo constituyen importantes reservas de carbono y ofrecen oportunidades de subsistencia e ingresos a 1.6 billones de personas, la mayoría mujeres en condiciones de pobreza. Este ensayo identifica los principales temas en la articulación género/bosques en la literatura internacional. Los resultados se agrupan en tres secciones: 1) legislación y política forestal. Los sistemas normativos no reconocen los derechos a la tierra de las mujeres. Cuando existen, los programas de equidad de género del sector forestal rara vez se traducen en metas y acciones concretas; 2) la dinámica comunitaria, en particular el impacto de iniciativas de descentralización y manejo forestal comunitario en el estatus de las féminas. A pesar de que ambas constituyen estrategias para incrementar el control comunitario sobre los recursos forestales, las mujeres no participan en la toma de decisiones, tienen poca información sobre planes de manejo y no acceden a los beneficios producto de este; y 3) herramientas de género para el diseño de estudios e intervenciones más exitosas, entre ellas el reconocimiento de la división genérica del trabajo en el manejo de los recursos forestales y la identificación de sistemas de conocimientos diferenciados por género. El documento cierra con algunas recomendaciones para el diseño del mecanismo REDD+ (Reducción de Emisiones ocasionadas por la Deforestación y Degradación Forestal) actualmente en construcción: a) garantizar la participación efectiva de las mujeres; b) incrementar su acceso a la tierra; y c) asegurar la distribución equitativa de los beneficios entre hombres y mujeres.

Palabras clave: Bosques, equidad, género, política forestal, REDD+, sustentabilidad.

 

Abstract

The forests of the world are important carbon reservoirs and offer subsistence and/or income opportunities to 1.6 billion people, most of them women living in poverty. This paper identifies the main links between gender and forestry in the international literature. Results are grouped in three sections: 1) forest legislation and policy. Normative systems do not acknowledge women s land rights. When available, gender equity programs in the forestry sector rarely translate into concrete goals and actions; 2) community dynamics, particularly the impact of decentralization and community forest management initiatives on women s status. Although both constitute strategies to increase community control over forest resources, women do not participate in decision-making, have little information on management plans and do not benefit from it; and 3) Gender tools for the design of more successful studies and interventions, mainly the recognition of the gender division of labor and gendered systems of knowledge. This paper closes with some recommendations for the REDD+ mechanism presently under construction: a) to guarantee women’s effective participation; b) to increase their access to land; c) to ensure the equal distribution of benefits between women and men.

Key words: Forests, equity, gender, forest policy, REDD+, sustainability.

 

Introducción

Los bosques son reservorios de carbono que absorben 30% al año, aproximadamente, de todas las emisiones de bióxido de carbono (CO2). Asimismo, entre 10 y 25% de las de carbono de origen antropogénico son producto de la deforestación. Al respecto, evitar esta práctica es una de las medidas más rápidas y baratas para reducir el problema (Brown, 2011). El manejo o conservación de los bosques ha destacado como una importante estrategia de mitigación de gases de efecto invernadero en las conferencias de Naciones Unidas dedicadas al cambio climático y en los documentos internacionales sobre el tema (Angelsen et al., 2009).

Los bosques del mundo ofrecen oportunidades de subsistencia e ingresos a 1.6 billones de personas; entre ellas, 60 millones pertenecen a algún grupo indígena (UN-REDD, 2011). En países como Uganda, por ejemplo, proveen 90% de los requerimientos energéticos en forma de leña y carbón (Mukasa et al., 2012). La gente que vive de esos ecosistemas forman parte de los más pobres del mundo, los cuales, a su vez, son mujeres en su mayoría. Aproximadamente 70% de los 2.8 billones de pobres (sobreviven con menos de dos dólares diarios) son del sexo femenino (UN-REDD, 2011). Los bosques son valiosos no solo para las políticas de mitigación de gases de efecto invernadero, sino, sobre todo, para la subsistencia de cientos de millones de personas, entre las que destacan por número, las mujeres.

Ellas y los hombres se relacionan con los recursos naturales de manera distinta en lo que se refiere al acceso, control, conocimientos, formas de manejo y gestión. Los bosques no son la excepción. Una revisión de la literatura internacional reciente ha permitido identificar los principales ejes de articulación entre las comunidades y el género. El objetivo del presente trabajo es analizar cada uno de ellos, con el fin de orientar la investigación y la política forestal en México, con miras hacia la visualización del trabajo femenino y el empoderamiento de las mujeres.

 

Legislación y política del sector forestal

Legislación referente a la tierra de uso forestal. Existen dos marcos normativos que regulan la tenencia de la tierra de uso forestal. El primero es el sistema consuetudinario (generalmente no escrito), equivalente en México a los llamados "usos y costumbres", que distingue tierras de dos tipos: 1) uso común; y 2) uso familiar. Estudios realizados en Nigeria citan que las mujeres pueden extraer forraje, caracoles y hongos en áreas de uso común, pero necesitan el permiso de los hombres para sembrar árboles y cosecharlos en la parcela familiar (Mai et al., 2012). En Uganda, los líderes de cada tribu controlan el acceso a las tierras comunales. Las mujeres no siembran árboles en la parcela familiar porque temen ser desposeídas de la cosecha. Los hombres tienen bosques privados (naturales y plantaciones) de los cuales ellas solo pueden extraer leña después del aprovechamiento de la madera, pero sin subirse a los árboles "podrían dejar de dar frutos" (Musaka et al., 2012; Banana et al., 2012). En Camerún, las relaciones de parentesco determinan el aprovechamiento femenino de los recursos forestales, de tal forma qu elas mujeres pierden derechos de usufructo al casarse para adquirir nuevas prerrogativas a tráves de su suegra y cuñadas (Trani, 2001)

El segundo sistema normativo es el formulado por el Estado-Nación. Consiste en una serie de leyes escritas que regulan el acceso a las tierras forestales. Según varias autoras (Rocheleau y Edmunds, 1997; Bose, 2011), los procesos de legislación y titulación de tierras de uso forestal no han tomado en cuenta las necesidades femeninas. Este es el caso de las habitantes de Biehl en la India, país donde la legislación forestal utiliza conceptos patriarcales para regular la herencia y transferencia de la tierra, lo que ha aumentado la dependencia de las mujeres de sus maridos (Agarwal, 1994).

En resumen, las mujeres de los países africanos antes mencionados y las de Biehl tienen lo que la literatura denomina "derechos inseguros a los bosques y los árboles" (insecure rights to forests and trees). El término aplica tanto a los sistemas consuetudinarios de tenencia de la tierra, como a las formas legales avaladas por el Estado, que pueden ser muy distintos entre sí, "antagónicos y algunas veces contradictorios", pero comparten un deficiente récord para "atender los intereses de las mujeres" (Bandiaky-Badji, 2011).

La política del sector forestal. Por lo general se fundamenta en documentos técnicos y jurídicos, con énfasis en indicadores ambientales que dejan poco espacio para asuntos sociales, culturales y de género. Estos instrumentos no visibilizan el manejo de las mujeres de algunos recursos o lo hacen a través de acepciones que distorsionan la compleja relación sociedad-bosques, lo cual imposibilita la planeación del sector forestal con equidad de género (PRB, 2001; FAO, 2007), compromiso que han asumido la mayoría de los gobiernos del mundo, incluso el mexicano, al firmar acuerdos internacionales como la Agenda 21 de la Cumbre de Rio (1992) y la Plataforma de Beijing (1995).

Algunos países simplemente carecen de una política de género para el sector forestal. En otros ya existe un conjunto de ellas, pero no han sido traducidas a programas y actividades, es decir, constituyen "compromisos de palabra" (lip service). Es común que las políticas no bajen de modo adecuado a los niveles distritales (en el caso de México serían estatales y municipales) y mucho menos comunitarios, en los que el grado de comprensión de los temas de género es todavía muy limitado. En ocasiones los gobiernos locales adolecen de presupuesto, información completa y personal para atender los temas de equidad. Según Magnus (2003) es fundamental contar con una "comunidad de practicantes" (community of practice), definida como un grupo de especialistas en el tema para impulsar procesos de sensibilización, capacitación y diseño de programas en equidad de género para el sector forestal. Lo anterior, también aplica a las organizaciones no gubernamentales.

El estudio realizado por Banana et al. (2012) indica que 75% de las organizaciones de Uganda relacionadas con el sector forestal contaban (en papel) con una política de género o la intención de integrar cuestiones de género en su trabajo. Sin embargo, menos de la mitad (45%) había formulado metas y objetivos claros para hacerlo, y menos de un tercio informó de éxito en sus actividades.

 

La ausencia de mujeres en la profesión forestal

Para Banana et al. (2012), la falta de una política de equidad de género en el sector forestal responde a la nula presencia de mujeres con formación forestal, así como en las instituciones del Estado relacionadas con dicha actividad. Según las autoras, "los hacedores de política, que tienden a ser hombres, carecen de datos e información y no son sensibles a las necesidades y aspiraciones de las mujeres". Pero, incluso, las mujeres proveen, en esencia, conocimientos técnicos y escasa capacitación en género, por lo que no necesariamente representan los intereses femeninos. Están en una posición subordinada dentro de la estructura de toma decisiones y son una minoría. Se necesita alcanzar una masa crítica de alrededor de 30% de presencia femenil dentro del sector para tener verdadero impacto.

 

El nivel comunitario

Descentralización del manejo forestal. La descentralización de la administración del manejo forestal comenzó a mediados de los ochenta del siglo pasado. Las agencias internacionales presionaron a países en vías de desarrollo para que este proceso tuviera lugar, bajo el argumento de que así se democratizaría la toma de decisiones y la política forestal se acercaría más a la ciudadanía para la rendición de cuentas Para 2008, 27% de las tierras forestales de dichas naciones estaban en manos de comunidades, lo que contrasta con 22% en 2002. En Latinoamérica, aproximadamente 25% de las tierras forestales están ordenadas bajo esa forma de tenencia. Las cifras sobresalen con respecto a las del mundo entero, donde solo 9% de las tierras boscosas poseen esta característica (Sunderlin et al., 2008; Larson et al., 2010).

La descentralización se ha convertido en una oportunidad para recibir financiamiento de organismos internacionales. Sin embargo, en realidad está sucediendo la descentralización en teoría y la centralización en la práctica, ya que la administración continúa en manos de agentes del Estado. Por ejemplo, las zonas destinadas a la conservación de la biodiversidad son manejadas por el sector forestal de cada país (Bandiaky-Badji, 2011). Una condición para que la descentralización sea efectiva es que las comunidades forestales sean verdaderas dueñas de la tierra y sus recursos, pero en naciones como Uganda solamente dos han recibido certificados de posesión de sus tierras (Mukasa et al., 2012).

El manejo comunitario de bosques tiene efectos positivos para la conservación ambiental y el bienestar humano. Un estudio realizado en 80 áreas gestionadas por grupos sociales de 10 países tropicales de Asia, África y América Latina mostró que la cantidad de carbono almacenada es directamente proporcional al tamaño del área forestal y la autonomía de gestión de las comunidades locales; además de que obtuvieron mejores beneficios para su subsistencia, los autores concluyen que cuando estos grupos poseen las áreas forestales aplazan su uso y con ello controlan los beneficios para su subsistencia e incrementan el almacenamiento de carbono (Chatre y Agarwal en CCMSS, 2010).

No obstante, los procesos de descentralización no necesariamente conllevan la inclusión de mujeres, pobres y otros grupos marginados en las estructuras de toma de decisiones. Los gobiernos locales suelen estar dominados por éites que responden más a los intereses de los de arriba que a los de abajo. Bandiaky-Badji (2011) analiza el impacto de la descentralización de la administración forestal en las mujeres rurales de Senegal. La autora se pregunta, en particular, si "es verdad que las principales reformas descentralizadoras, cuyo propósito es lograr la equidad, responsabilidad, sentido de pertenencia y participación local fomentan la equidad de género y los derechos de tenencia, en cuanto al acceso a la tierra y los recursos forestales" (Bandiaky-Badji, 2011): la respuesta es negativa. La descentralización no condujo a un incremento de la participación femenina en gobiernos locales, ni tampoco aumentó el acceso de las mujeres a los bienes del bosque, ni a su control.

 

El Manejo Forestal Comunitario

El manejo forestal comunitario (MFC) es una de las formas más utilizadas para la administración local de los bosques en el proceso de descentralización. Cuando operan bajo el principio de equidad, hombres, mujeres y grupos marginados pueden expresar su voz y actuar en función de sus necesidades y preferencias (Agarwal, 2009), situación alejada de la realidad. Las mujeres rara vez participan en asociaciones forestales comunitarias. En la Amazonia brasileña, las decisiones sobre la venta de madera son tomadas por los hombres; ellas tienen muy ;poca injerencia en cuestiones del uso de la tierra y su manejo, a pesar de ser "un repositorio colectivo de conocimiento especializado en hábitats y especies de los bosques" (Shanley et al., 2011). La regulación sobre la extracción de productos no maderables no contempla el uso tradicional que las mujeres hacen de ellos y les impide el acceso al bosque (Mai et al., 2012).

En Uganda, la equidad de género formulada en algunos proyectos de MFC es una mera formalidad diseñada para cumplir con el requisito de agencias donantes (Empaform, 20C6). Las mujeres fungen como secretarias o representantes de comités, siempre en condición de minoría. Las escasas ofertas de empleo para ellas tienden a concentrarse en los niveles más bajos de la estructura laboral y asociarse con roles tradicionales de género (trabajos en vivero versus puestos directivos, por ejemplo) (Mukasa et al., 2012). En Nepal, las asociaciones comunitarias forestales son mayoritariamente masculinas y la participación femenina en el proceso de toma de decisiones es insignificante (Lewark et al., 2011).

 

Falta de acceso a información e inequitativa distribución de beneficios

La exclusión de las mujeres del MFC tiene varias consecuencias, las más destacadas son la falta de acceso a la información y la discriminación del reparto de beneficios.

Empaform (2006) indica que 80% de las mujeres, personas con alguna discapacidad y de la tercera edad de Uganda no conocían las reglas básicas del MFC implementado en sus comunidades e ignoraban del todo sus derechos. La toma de decisiones estaba centrada en un grupo de hombres que habían decidido plantar pino de valor comercial y con poco potencial para leña, lo que afecta directamente los derechos de las mujeres. Lewark et al. (2011) identificaron condiciones similares al estudiar los conocimientos de las mujeres de Nepal en torno a los procesos de certificación maderera. No solo eran menores que los de los hombres, sino que apenas 10% del total de la población era beneficiada. Las mujeres no participaron en las etapas iniciales de conformación de grupos, por lo que nada mas poseen pequeños fragmentos de información.

Los ingresos provenientes de productos forestales (en particular aquellos que tienen que ver con la producción y venta de madera) no están distribuidos de manera equitativa entre hombres y mujeres, lo cual, en parte, obedece a que las oportunidades de empleo están destinadas a ellos. "Las mujeres cargan sobre sus hombros, de manera desproporcionada, los costos del manejo forestal, reciben una parte de los beneficios y son incluidas en procesos de toma de decisiones únicamente cuando los recursos forestales están degradados o después de un conflicto" (Mwangi et al., 2011). Banana et al. (2012) destacan que es igualmente contundente el hecho de que "...las mujeres (se ubiquen) entre las más pobres de los pobres, y que dependen de recursos forestales para la subsistencia, redes de salvamento e incluso ingresos, continúan siendo marginadas en los procesos de elaboración de reglas y la distribución de los beneficios de los recursos forestales".

 

Explorando razones: principales obstáculos

Varios autores se han propuesto detectar los obstáculos que limitan la participación efectiva de las mujeres; los más citados se anotan a continuación, ordenados del nivel comunitario hasta el de diseño y la implementación de políticas en el sector forestal (Agarwal, 2001,2009; Bose, 2011; Banana et al., 2012; Mukasa et al., 2012):

• Las largas jornadas de trabajo de las mujeres

• Las normas culturales que establecen lo apropiado para cada género

• La etnicidad y edad de las mujeres

• Las disparidades de género en la tenencia de la tierra

• La falta de control femenino sobre los recursos productivos

• Las inequidades de género en los niveles de educación formal

• La distancia física entre plantaciones y viviendas

• El temor a encontrarse con actividades ilícitas en el bosque

• Los tiempos y la duración de las reuniones

• Los tiempos y la duración de los trámites

• El limitado acceso femenino a recursos financieros y oportunidades de capacitación

• El desconocimiento de las instancias oficiales sobre las semillas y especies que prefieren las mujeres

• La falta de reconocimiento de los roles e intereses de las mujeres, por parte de quienes promueven programas y proyectos

 

¿Qué se puede hacer?: Herramientas para el análisis de género

La división genérica del trabajo, o los productos maderables y los no maderables. Lo primero que se debe reconocer cuando se diseñan políticas para el sector forestal es la división genérica del trabajo en el manejo de los recursos forestales. El aprovechamiento maderable es una actividad predominantemente masculina, como se pudo constatar en un estudio realizado por la FAO en 10 países africanos (FAO, 2007). Mientras que los hombres se enfocan en la eficiencia de una especie para la producción de madera, las mujeres prefieren árboles de usos múltiples (energía, forraje y sombra) para uso doméstico (Djoudi y Brockhaus, 2011).

Mujeres y niño (as) recolectan leña, agua, material para hacer artesanías, plantas medicinales y alimenticias, fruta y hongos para el autoconsumo. Cuando participan en el mercado, las mujeres venden pequeñas cantidades de recursos forestales no maderables (RFNM) y artesanías de su propia fabricación, por lo general en el sector informal y en localidades cercanas a su lugar de residencia (Djoudi y Brockhaus, 2011; Mai et al., 2012).

La venta de RFNM constituye una importante fuente de ingresos para las mujeres más pobres, de mayor edad y con escasos niveles de educación formal. Son los únicos que pueden obtener, en particular aquéllas que viven en comunidades forestales muy marginadas (Schreckenberg y Marshal, 2006) Lemenih et al. (2003) consignan que la venta de chicle y resina durante la época de secas representa aproximadamente un tercio del ingreso familiar de las tribus pastoralistas del sur de Etiopía. Esta circunstancia ha hecho que algunos proyectos de desarrollo sustentable se enfoquen en la promoción y el mercadeo de RFNM con la finalidad de beneficiar y empoderar a las mujeres. Dichas iniciativas ofrecen buenos resultados, si se garantiza la sostenibilidad del recurso y la participación efectiva de las féminas en la distribución de ganancias (Shackleton et al., 2011).

Conocimientos diferenciados por género. La especialización de género en determinados recursos forestales conduce a conocimientos ambientales genéricamente diferenciados. En 18 talleres realizados en la Amazonía brasileña, hombres y mujeres mencionaron el mismo número de especies maderables útiles, pero ellas citaron casi el doble de RFNM. En Bolivia los hombres duplicaron los recursos maderables que reconocen en relación con las mujeres (Shanley et al., 2011); y en El Congo y Camerún ellos recolectan en bosques primarios, mientras que ellas lo hacen en secundarios, por lo tanto las especies son distintas (Brown, 2011). En procesos de capacitación, ellos prefieren aprender sobre contabilidad y manejo empresarial, en cambio las féminas preguntan sobre las cantidades de leña, forraje y hojas que es posible extraer sin alterar su disponibilidad, y las mejores épocas y horarios para hacerlo (Lewark et al., 2011).

El deterioro ambiental aumenta el número de horas que las mujeres dedican a conseguir agua, leña y plantas, y reduce su capacidad para garantizar el bienestar y la seguridad alimentaria de sus familias (Mukasa et al., 2012). Poseen valiosos conocimientos de cómo se ha presentado tal deterioro, qué impacto ha tenido en sus vidas y cómo puede remediarse (Lewark et al., 2011). Esto las hace importantes agentes de cambio en programas y proyectos de desarrollo sustentable. Sin embargo, su papel en el manejo forestal y sus conocimientos ambientales están poco documentados, ya que generalmente se atribuyen a toda la población sin distinciones de género (Shanley et al., 2011).

Sustentabilidad forestal con equidad de género. El trabajo de Bina Agarwal (2001,2009) realizado en India y Nepal demuestra que la presencia significativa de mujeres en la estructura de toma de decisiones de grupos mixtos se correlaciona, de manera positiva, con la formulación de reglas de extracción y manejo más aceptables para todos y todas, la reducción de violaciones a dichas normas de parte de los (as) integrantes de la comunidad y la protección del bosque, porque las actividades de vigilancia aumentan. Pandolfelli et al. (2008) también señalan que los grupos mixtos pueden ser más efectivos para la acción colectiva en el manejo de los recursos naturales.

Las especialistas, Brown (2011); Bose, (2011); Shanley et al. (2011); Banana et al. (2012) y Mukasa et al. (2012) han hecho una serie de recomendaciones para diseñar proyectos forestales ambientalmente sustentables y equitativos desde la perspectiva de género; del nivel comunitario al de las agencias donantes, las más citadas son las siguientes:

• Elaborar proyectos comunitarios dirigidos al incremento de la calidad de vida, seguridad alimentaria y energética y conservación del suelo y del agua, más que solo a la comercialización de madera

• Utilizar lenguas indígenas en actividades de capacitación

• Hacer campañas de difusión en medios locales de comunicación

• Identificar y promover las especies forestales de utilidad para las mujeres

• Capacitar a las mujeres y proporcionarles insumos adecuados a sus necesidades

• Impulsar el reconocimiento de los derechos colectivos de las mujeres a determinados recursos; por ejemplo, el bambú que usan para la fabricación y venta de canastas

• Garantizar el acceso equitativo de las mujeres a la tierra

• Conformar asociaciones y organizaciones de base mixta, con una "masa crítica" femenina

• Impulsar redes y organizaciones regionales o nacionales para compartir experiencias exitosas y establecer vínculos con instituciones de gobierno

• Crear programas de acción afirmativa que aumenten la incorporación de las mujeres a las ciencias forestales

• Capacitar a funcionario (as) para entender y atender las actividades y necesidades de las mujeres

• Garantizar que los principios de equidad de género, generalmente establecidos en papel (si es que los hay), se ejecuten y tengan éxito

• Construir consenso en torno al concepto de participación, ya que asistir a una reunión o consulta no es equivalente a tener voz o ser parte de un proceso. La participación requiere poder de decisión y posibilidad de influir en las decisiones de otras personas

• Impulsar normas de equidad de género (conformación de grupos de trabajo, capacitación) desde las agencias donantes

 

Mirando al futuro: el caso de REDD+ (Reducción de Emisiones Ocasionadas por la Deforestación y Degradación Forestal)

Mediante el Plan de Acción de Bali, formulado en 2007, se decidió incentivar políticas para la reducción de emisiones por deforestación y degradación forestal, como parte de los esfuerzos internacionales de mitigación. Desde entonces se empezó a plantear el mecanismo REDD+. El Banco Mundial fue el primero en incursionar en REDD+ con un fondo creado ese mismo año. En la Conferencia entre las Partes (GOP16) realizada en Cancún en 2010 se acordó alentar a naciones en vías de desarrollo a reducir sus emisiones por deforestación y degradación forestal (Amigos de la Tierra, 2010).

Actualmente varios países, entre ellos México, están elaborando estrategias para implementar el mecanismo REDD+. Sus contenidos están en proceso de definición, pero en general, incluyen "incentivos positivos para la conservación de bosques, el manejo forestal sustentable y el aumento de las existencias de carbono forestal" (Amigos de la Tierra, 2010). Se trata de un esfuerzo para darle valor financiero a las reservas forestales de carbono. Los flujos monetarios tendrían que fluir de norte a sur para premiar la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero, apoyar las oportunidades de desarrollo de los más pobres y conservar la biodiversidad y los servicios ambientales.

Se ha insistido en incluir la dimensión de género en las discusiones sobre REDD+, bajo el entendido de que las mujeres utilizan y administran recursos forestales (Gurung y Quesada, 2009). Diversos organismos internacionales sostienen que la implementación de REDD+ debería promover la equidad de género y el empoderamiento femenino (USAD, 2011; UN-REDD, 2011; UIGN, s.f.). No obstante, el estudio realizado por Brown (2011) en tres países de la región de la cuenca del río Gongo, en África Central (Camerún, República Centroafricana y El Gongo) revela que las mujeres han participado de manera limitada en las discusiones sobre REDD+. USAID (2011) lega a conclusiones similares para Cambodia, Vietnam, Indonesia y Nepal. Las iniciativas de REDD+ han reforzado las inequidades de género, pues no considera a las mujeres en los procesos de consulta, toma de decisiones, diseño de proyectos y distribución de beneficios. Las contribuciones femeninas al manejo y conservación forestal están siendo ignoradas y poco atendidas.

No incluir la dimensión de género en la elaboración de REDD+ puede incidir de manera negativa en las mujeres, por ejemplo, aumento de su carga de trabajo; pérdida de control sobre recursos clave para la subsistencia; incremento en las disparidades de participación y acceso a la información entre hombres y mujeres; exclusión de estas últimas en la distribución de beneficios. En función de este análisis, algunas especialistas como Brown (2011) y agencias internacionales (USAID, 2011; UN-REDD, 2011; UICN, s.f.) hacen las siguientes recomendaciones: 

• Asegurar la participación efectiva de las mujeres en todo el proceso de construcción de REDD+

• Empoderar las organizaciones y redes de las mujeres

• Capacitar a las mujeres en la medición de captura de carbono y otras habilidades

• Asegurar que la información es accesible a las mujeres

• Garantizar el acceso femenino a los recursos forestales, maderables y no maderables

• Disminuir las desventajas de las mujeres en los derechos de propiedad de la tierra y los árboles

• Atender la discriminación de género en la oferta de servicios

• Consolidar la participación femenina efectiva en programas y planes de manejo

• Diseñar mecanismos para que la distribución equitativa de los beneficios por la captura de carbono entre hombres y mujeres

• Generar datos desagregados por género e indicadores de avance para evaluar las acciones de REDD+

 

Conclusiones

Los bosques del mundo constituyen importantes reservas de carbono. Además, proveen de productos para la subsistencia, así como de ingresos a 1.6 billones de personas, la mayoría mujeres en condiciones de pobreza.

Las dos formas de regulación de la tenencia de la tierra forestal (consuetudinaria y estatal) son discriminatorias en contra de las mujeres. La política de equidad de género en el sector forestal, si es que existe, generalmente consiste en principios programáticos que rara vez son aplicados a nivel comunitario. Algunas organizaciones no gubernamentales manifiestan la intención de integrar cuestiones de género, pero enfrentan dificultades para traducirlas en metas y acciones concretas, entre otras razones por la ausencia de las mujeres en la profesión forestal. Es necesario aumentar su número y capacitarlas en temas de género, además de su empoderamiento dentro de la estructura de la toma decisiones.

Con respecto a las dinámicas a nivel comunitario, ni los procesos de descentralización impulsados desde mediados de los años ochenta, ni el MFC han conducido a un incremento de la participación femenina en gobiernos locales, ni tampoco han aumentado el acceso y control de las mujeres a los recursos forestales. Esto se manifiesta en su falta de información sobre los proyectos que tienen lugar en sus comunidades y en su exclusión de la distribución de beneficios, lo que se explica por las normas culturales de género, la carga de trabajo femenino, la invisibilidad de las mujeres en el diseño de los proyectos y el desconocimiento de sus promotores (as) sobre los roles de género en el manejo forestal.

La especialización de mujeres y hombres en determinados recursos del bosque hace que cada género tenga conocimientos específicos que deben ser tomados en cuenta en el quehacer científico y programático. Con fundamento en diversos estudios, se argumenta que los grupos donde participan mujeres y hombres son más exitosos en el manejo forestal sustentable; se hacen recomendaciones para REDD+, y de estrategias de mitigación de gases de efecto invernadero a partir de la captura de carbono forestal que actualmente está en proceso de construcción. Si estas sugerencias no son tomadas en cuenta, es muy probable que REDD+ sea uno más entre mucho de los programas ya existentes que invisibilizan y excluyen a las mujeres de las iniciativas de manejo forestal.

 

Referencias

Agarwal, B. 1994. Gender, resistance and land-interlinked struggles over resources and meanings in South Asia. Journal of Peasant Studies 22(1): 82-125.         [ Links ]

Agarwal, B. 2001. Participatory exclusions, community forestry and gender. An analysis for South Asia and a conceptual framework. World Development 29(10):1623-1648.         [ Links ]

Agarwal, B. 2009. Gender and forest conservation: the impact of women's participation in community forest governance. Ecological Economics 68: 2785-2799.         [ Links ] 

Amigos de la Tierra. 2010. REDD: la verdad en blanco y negro. Amigos de la Tierra, Ámsterdam, Holanda. 26 p.         [ Links ]

Angelsen, A., M. Brockhaus, M. Kanninen, E. Sills, W.D. Sunderlin and S. Wertz-Kanounnikoff. 2009. Realising REDD+. National strategy and policy options.CIFOR, Bogor, Indonesia.361 p.         [ Links ]

Banana, A., M. Bukenya, E. Arinaitwe, B. Birabwa and S. Ssekindi.2012. Gender, tenure and community forests in Uganda.Working Paper 87, CIFOR, Bogor, Indonesia.36 p.         [ Links ]

Bandiaky-Badji, S. 2011. Gender equity in Senegal's forest governance history: why policy and representation matter? International Forestry Review 13(2): 177-194.         [ Links ]

Bose, P. 2011. Forest tenure reform: exclusion of tribal women's rights in semi-arid Rajasthan, India. International Forestry Review 13(2): 220-232.         [ Links ]

Brown P., H. C. 2011. Gender, climate change and REDD+ in the Congo Basin forests of Central Africa. International Forestry Review 13(2): 163-176.         [ Links ] 

Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS). 2010. El manejo forestal sostenible como estrategia de combate al cambio climático: las comunidades nos muestran el camino. CCMSS y Rights and Resources Initiative, México D.F., México. 38 p.         [ Links ]

Djoudi, H. and M. Brockhaus. 2011. Is adaptation to climate change gender neutral? Lessons from communities dependent on livestock and forests in northern Mali. International Forestry Review 13(2)723-135.         [ Links ] 

Empaform. 2006. Participatory forest management initiatives in Uganda: key implementation concerns and recommendations for policy actions. Briefing Paper No. 1. Kampala, Uganda. 26 p.         [ Links ]

Food and Agriculture Organization (FAO). 2007. Gender mainstreaming in forestry in Africa. FAO, Forest Policy Working Paper 18, Rome, Italy. 53 p.         [ Links ] 

Gurung, J. and A. Quesada. 2009. Gender-differentiated impacts of REDD to be addressed in REDD social standards. Women organizing for change in agriculture and natural resource management. http://www.forestcarbonasia.org/other-publications/gender-differentiated-impacts-of-redd-to-be-addressed-in-redd-social-standards (20 de febrero de 2013).         [ Links ]

International Union for the Conservation of Nature (IUCN). SF. Gender equality within the REDD and REDD-plus framework. UICN. San José, Costa Rica.10 p.         [ Links ]

Larson, A. M., E. Corbera, P. Cronkleton, C. Van Dam, D. Bray, M. Estrada, P. May, G. Medina, G. Navarro and P. Pacheco. 2010. Rights to forests and carbon under REDD+ initiatives in Latin America. CIFOR Infobrief 33:1-8.         [ Links ]

Lemenih, M., T Abebe and M. Olsson. 2003. Gum-resins from some Acacia, Boswellia and Commiphora species and their economic contributions in Libian zone, Ethiopia. Journal of Arid Environment 55: 465-482.         [ Links ]

Lewark, S., L. George and M. Karmann. 2011. Study of gender equality in community based forest oertification pnograms in Nepal. International Forestry Review 13(2): 195-204.         [ Links ]

Magnus, E. 2003. Gender analysis in NRSP. Department for International Development. Natural Resources Systems Programme. Hemel, Hempstead, UK. 23 p.         [ Links ]

Mai, Y. H., E. Mwangi and M. Wan. 2012. Gender analysis in forestry research. Looking back and thinking ahead. CIFOR Infobrief 51:1-6.         [ Links ]

Mukasa, C., A. Tibazalika, A. Mango and H. Muloki. 2012. Gender and forestry in Uganda: policy, legal and institutional frameworks.Working Paper 89.CIFOR, Bogor, Indonesia. 40 p.         [ Links ]

Mwangi, E., R. Meinzen-Dick and Y. Sun. 2011. Gender and sustainable forest management in East Africa and Latin America. Ecology and Society 16(1): 17-25.         [ Links ]

Pandolfelli, L., R. Meinzen-Dick and S. Dohrn. 2008. Introduction. Gender and collective action. Motivations, effectiveness and impact. Journal of International Development 20:1-11.         [ Links ]

Population Reference Bureau (PRB). 2001. Women, men and environmental change: the gender dimensions of environmental policies and programs. Washington DC. USA. 8 p.         [ Links ]

Rocheleau, D. and D. Edmunds. 1997. Women, men and trees: gender, power and property in forest and agrarian landscapes. World Development 25(8): 1351-1371.         [ Links ]

Schreckenberg, K. and E. Marshall. 2006. Women and NTFPs. Improving income and status? In: E. Marshall, K. Schreckenberg and A. C. Newton (eds.). Commercialization of non-timber forest products. Factors influencing success. UNEP-WCMC. Cambridge, UK.136 p.         [ Links ]

Shackleton, S., F. Paumgarten, H. Kassa, M. Husselman and M. Zida. 2011.Opportunities for enhancing poor women's socioeconomic empowerment in the value chains of three African non-timber forest products (NTFPs). International Forestry Review 13(2): 136-151.         [ Links ]

Shanley, P., F. C. Da Silva and T. MacDonald. 2011. Brazil's social movement, women and forests: a case study from the National Council of Rubber Tappers. International Forestry Review 13(2): 233-244.         [ Links ]

Sunderlin, W., J. Hatcher and M. Liddle. 2008. From exclusion to ownership? Challenges and opportunities in advancing forest tenure reform. Rights and Resources Initiative. Washington DC. USA. 54 p.         [ Links ]

Tiani, A. M. 2001. The place of rural women in the management of forest resources: the case of Mbalmayo and neighboring areas of Cameroon. In: C. J. P. Colfer and Y. Byron (eds.). People managing forests.The links between human-wellbeing and sustainability. RFF Press y CIFOR. Washington DC. USA. pp. 72-89.         [ Links ]

United Nations Collaborative Programme on Reducing Emissions from Deforestation and Forest Degradation (UN-REDD). 2011. The business case for mainstreaming gender in REDD+. FAO, UNDP and UNEP. Geneve, Switzerland. 41 p.         [ Links ]

United States Agency for International Development (USAID).2011. Getting REDD+ right for women. An analysis of the barriers and opportunities for women's participation in the REDD+ sector in Asia. United States Agency for International Development. Washington DC USA. 113 p.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License