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Revista mexicana de ciencias forestales

versão impressa ISSN 2007-1132

Rev. mex. de cienc. forestales vol.2 no.8 México Nov./Dez. 2011

 

Artículos

 

Características morfológicas de plántulas de dos especies forestales tropicales propagadas en contenedores biodegradables y charolas Styroblock

 

Morphological characteristics of seedlings of two tropical forest species propagated in biodegradable containers and Styroblock trays

 

H. Jesús Muñoz Flores1*, J. Jesús García Magaña 1, Víctor Manuel Coria Ávalos1, Gabriela Orozco Gutiérrez1 y Yadira Yolanda Muñoz Vega2

 

1 Campo Experimental Uruapan, Centro de Investigación Regional Pacífico Centro, INIFAP. *Correo-e: munoz.hipolitojesus@inifap.gob.mx

2 Facultad de Agrobiología Presidente Juárez, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

 

Fecha de recepción: 22 de febrero de 2010.
Fecha de aceptación:23 de diciembre de 2011.

 

RESUMEN

La función de los envases utilizados en la propagación de especies forestales es contener el sustrato que abastece a las raíces de agua, aire, nutrimentos minerales y provee de soporte físico a la planta durante su permanencia en el vivero. El objetivo de este trabajo fue evaluar la factibilidad técnica de utilizar contenedores biodegradables (de fibra de coco), en comparación con charolas Styroblock de 60 y 77 cavidades para la producción de Enterolobium cyclocarpum y Tabebuia rosea . Se aplicó un diseño completamente al azar, con seis tratamientos y cuatro repeticiones. A los tres meses de estancia en vivero, los individuos de E. cyclocarpum en los contenedores de fibra de coco lograron una altura de 24.8 cm, que fue significativamente superior (Pr > F= <0.0001) a los valores registrados cuando se usaron charolas de 60 y 77 cavidades (14.9 cm). El diámetro del cuello de la raíz de T. rosea y E. cyclocarpum en contenedores de fibra de coco mostraron diferencias significativas (Pr>F= <0.0001), que resultaron en dos grupos (Tukey α=0.05); el primero con los mayores diámetros (6.2 a 5.5 mm) para ambas especies en los envases biodegradables y el segundo que incluye las charolas de 60 y 77 cavidades (2.7 a 3.3 mm). En los dos taxa, la biomasa total (aérea y radical) fue superior en contenedores de fibra de coco, aunque los valores para E. cyclocarpum (4.69 g) fueron superiores significativamente respecto a los de T. rosea (3.66 g). Estos envases no contaminan y en ellos se producen plantas de alta calidad.

Palabras clave: Contenedores de poliestireno, contenedores de fibra de coco, Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb., propagación de plantas, Tabebuia rosea (Bertol) DC., viveros forestales.

 

ABSTRACT

The function of any container for the propagation of forest species is to contain the substrate that supplies roots with water, air, mineral nutrients and provides physical support to the plant while it stays in the nursery. The aim of this study was to assess the technical feasibility of using biodegradable containers (made from coconut fiber) compared with trays of 60 and 77 Styroblock cavities for the propagation of two tropical forest species, Enterolobium cyclocarpum and Tabebuia rosea . A completely randomized design with six treatments and four repetitions was used. After three months in the nursery, the plants of E. cyclocarpum in coconut fiber containers reached a height of 24.8 cm, which was significantly higher (Pr> F = <0.0001) in regard to plants of the same species that were placed into trays of 60 and 77 cavities (14.9 cm). The diameter of the neck of the root of T. rosea and E. cyclocarpum in the first kind of containers showed significant differences (Pr> F = <0.0001), which resulted in two groups (Tukey α = 0.05); the first one, with the largest diameters (6.2 to 5.5 mm) in the two species that were in the biodegradable containers and the second, which includes the trays of 60 and 77 cavities (2.7 to 3.3 mm). In both taxa the total biomass (aerial and root) was higher in coconut fiber containers, although the values obtained in E. cyclocarpum (4.69 g) were significantly higher compared to those of T. rosea (3.66 g). These containers do not pollute, and produce high quality plants.

Key words: Polystyrene containers, coconut fiber containers, Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb., plants propagation, Tabebuia rosea (Bertol) DC, forest nursery.

 

INTRODUCCIÓN

Para la propagación de especies forestales en vivero, se necesita contar con información que permita ubicar, dimensionar e implementar las acciones contenidas en los planes de trabajo que posibiliten el cumplimiento de los objetivos y metas planteados. Independientemente del tipo de germoplasma a propagar, una de las principales decisiones del viverista es la determinación del tipo del envase o contenedor a emplear, el cual se elegirá en función de la especie a propagar, así mismo deberán considerarse algunas características de tipo biológico y económico (Mexal et al., 1993). Las primeras incluyen el tamaño de la semilla o estaquilla, la altura final de la plántula y su calidad, así como, las condiciones ambientales del lugar definitivo de la plantación. Desde el punto de vista económico, se tomaran en cuenta el costo, la capacidad, posibilidad de reuso, disponibilidad en el mercado, densidad de plantas por unidad de superficie, facilidad de llenado, manejo y transporte (Fisher, 1992; Landis et al ., 1994; Ruano, 2002; Toral et al ., 2000). También son importantes el tipo y tamaño de envase, ya que si las plantas crecen muy juntas y se entrelaza su follaje son más susceptibles a daños por plagas o enfermedades. Esto se puede solucionar si se conoce el hábito de crecimiento de cada una de las especies, con la finalidad de manejar la densidad óptima, la cual incide en la lignificación de los tallos (Landis et al., 1994; Peterson y Sutherland, 1989; Timmis y Tanaka, 1976).

El tipo y tamaño del contenedor tiene relación directa con la morfología radical y el desarrollo aéreo de las plantas en vivero, esta, a su vez influye enormemente en el éxito de la plantación (Burdett et al ., 1983; Landis et al .,1994; Ritchie, 1984; Wenny et al ., 1988;); por lo tanto los viveristas se asegurarán de emplear el tipo de contenedor apropiado, en cuanto a diseño, capacidad, espacio entre celdas, durabilidad, costo, dificultad de manejo en el vivero, transporte y operación de la plantación. Además, se integrarán, en la toma de decisiones, de acuerdo a su destino final: plantaciones forestales de conservación o comerciales (Fisher, 1992).

Las propiedades del contenedor ideal se han investigado desde la década de 1930 en Estados Unidos de América (Strachan, 1974) y aunque pueden ser comparados en distintas formas, la más apropiada es en relación a su funcionalidad.

La función primaria de cualquier envase es la de contener una cantidad de sustrato, que abastece a las raíces con nutrimentos minerales y provee soporte físico a la planta mientras está en el vivero (Mexal et al ., 1993). El contenedor ideal es el que permite obtener la mejor calidad de plantas, en el menor tiempo posible (Liegel y Venator, 1987).

En Estados Unidos de América, los contenedores de mayor uso en los viveros son de poliestireno comprimido (51% del total nacional), plástico rígido 26%, tipo libro o funda 10%, de papel 10% y de otros tipos 3% (Landis et al., 1994). Los de poliestireno, una vez terminada su vida útil representan materiales contaminantes y los de plástico rígido o flexible tardan 100 años o más en degradarse; ante este problema es necesario explorar otros materiales para su fabricación.

Los contenedores elaborados a base de fibra de coco se proponen como una tecnología alternativa, amable con el ambiente, cuyas características favorecen la producción de individuos de alta calidad en el vivero; además no es necesario eliminarlo durante el trasplante en campo, por lo que esta actividad se realiza en menos tiempo. En sitios donde ocurren temperaturas extremas y se dispone de escasa humedad, las paredes del contenedor protegen el sistema radical de las plántulas, lo que aumenta el porcentaje de sobrevivencia en la plantación definitiva.

Los envases empleados en la propagación de plantas en vivero, en general, se pueden clasificar en dos tipos: los que se dejan al plantar ( Paperpot MR, cartón asfaltado Jiffy MR y pellets), y los que se remueven al momento del trasplante, algunos de estos (charolas de poliestireno comprimido, de plástico rígido, tipo libro, y los de polietileno negro) presentan restricciones después de la plantación (Barnett y McGilvray, 1981; Wright et al., 1999).

Los contenedores de papel se usan ampliamente en el centro y este de Canadá, pero en el oeste se dejaron de utilizar porque las raíces tenían problemas para salir una vez que eran trasplantadas las plántulas, especialmente, en localidades frías y húmedas (Sims, 1988). Entre las ventajas que ofrecen estos envases es que están hechos de material biodegradable, lo que es importante si se considera que del 60 a 70% de las operaciones en el vivero se semi-mecanizan.

En zonas de baja precipitación se ha registrado que algunos permanecen casi intactos después de cuatro años de que la plantación se realizó, por lo que es recomendable romperlos al momento del trasplante (Mexal et al., 1993). Las presentaciones varían en número de cavidades de 84 a 1,400 por metro cuadrado. Una desventaja importante es que no tienen una pared interna que evite el crecimiento de la raíz en espiral, lo que resulta en la formación de un anillo radical que limita el desarrollo del resto del sistema de soporte y de absorción de agua y nutrimentos.

En Canadá se empezó a emplear un nuevo sistema de producción de plantas de fácil manejo, denominado Jiffy Pellets , envase y sustrato a la vez, con el cual el uso, la compra o recolección de medios de crecimiento o substratos se hacen innecesarios, así como la adquisición y llenado de envases. En consecuencia, su manipulación y plantación se realizan con facilidad y economía; no obstante, presenta desventajas, tales como, que una vez humedecidos, por ningún motivo debe faltarles el suministro hídrico, lo que hace que se tenga un mayor gasto de agua; otra, es que el espacio para desarrollar el sistema radical es reducido; además, las especies de hábito cespitoso y copa amplia tienen problemas de sanidad y se deben desarrollar rutinas de aporte de nutrimentos específicos para cada taxón.

El tipo de envase que más se emplea en los viveros de México es el de polietileno negro, aunque han sido de dimensiones inapropiadas para la producción de plántulas vigorosas. En general, para la propagación de pinos se recomienda un tamaño de bolsa de 7 × 20 cm o 10 × 20 cm y para latifoliadas 10 × 23 cm, en ambos casos con fondo (Patiño y Marín, 1983). Entre sus principales desventajas están la dificultad para mecanizar las operaciones y el crecimiento de la raíz en espiral dentro del envase (González, 1995; Liegel y Venator, 1987).

Otro tipo de envases individuales son Ray Leach [MR]., para pinos se recomienda el tamaño de 2.5 × 16 cm (1,076 celdas m-2) o 3.8 × 20 cm (527 celdas m-2). Estos tienen las siguientes ventajas: los espacios de crecimiento se utilizan eficientemente, se requiere menor cantidad de substrato, son reutilizables y dependiendo del uso y exposición al sol duran de 8 a 10 años (Mexal et al., 1993).

Los contenedores múltiples de tipo Styroblock [MR] o Styrofoam blocks [MR] son de diversas capacidades. En función del hábito de crecimiento de las plantas a propagar existen envases con características definidas; por ejemplo, los de diseño que permiten la poda radical (Stuewe, 2006). Para la propagación de coníferas se recomiendan celdas tamaño 3 × 22.9 cm (764 celdas m-2) y 4.1 × 15.2 cm (441 celdas m-2) y para latifoliadas de 6.1 × 15.2 cm (215 celdas m-2) (Mexal et al. , 1993).

Para Pinus pseudostrobus Lindl. , P. douglasiana Martínez y P. herrerae Martínez y en general para las especies que no tienen crecimiento inicial cespitoso se pueden utilizar mayores densidades por metro cuadrado. Por el contrario, para P. michoacana Martínez y P. montezumae Lamb , por sus características de crecimiento inicial, se usan densidades menores (García y Muñoz, 1993).

La característica principal de las plantas a considerar durante su producción en vivero es el desarrollo del sistema radical, del que depende la calidad de la planta y, en consecuencia su capacidad desde su sobrevivencia después del trasplante hasta las tasas de crecimiento inicial y de desarrollo subsecuente del árbol (Duryea y McClain, 1984; Ruano, 2002; Toral et al ., 2000).

Los fabricantes de contenedores siguen trabajando en el desarrollo de nuevos diseños, con el propósito de mejorar la morfología de las plantas (radical y aéreo), reducir esfuerzos tanto en la operación en el vivero, como al momento del trasplante y al mismo tiempo considerar posibilidades de reuso del contenedor, costos, adecuaciones en el vivero e irrigación, entre otros (Cuny, 1996).

El objetivo del presente trabajo fue evaluar la factibilidad técnica del uso de contenedores elaborados a base de fibra de coco, en comparación con dos tipos de charolas de poliestireno expandido para la propagación en vivero de dos especies forestales de clima tropical.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

El estudio se llevó a cabo del 15 de abril al 15 de julio de 2008 en el vivero forestal del patronato de la Escuela Nacional Forestal de Uruapan, Michoacán A.C. ubicado en las instalaciones del Centro de Educación y Capacitación Forestal 01-CONAFOR, en la ciudad de Uruapan.

Las especies utilizadas fueron Enterolobium cyclocarpum (Jacq.) Griseb (Leguminosae) y Tabebuia rosea (Bertol) DC (Bignoniaceae).

Los frutos de E. cyclocarpum y T. rosea se recolectaron en la región de Nuevo Urecho, Mich., de árboles adultos y sanos. El material se secó a la sombra y se le extrajeron los embriones, mismos que se limpiaron de impurezas y se desinfectaron en una solución compuesta por tres partes de hipoclorito de sodio y siete de agua, en la que se sumergieron durante 10 min; se enjuagaron en agua y se secaron a la sombra. Los embriones cigóticos de E. cyclocarpum se escarificaron manualmente, con el propósito de acelerar la germinación. La siembra se realizó en almácigos, 1000 semillas, que contenían 50% de turba de musgo de pantano y 50% de agrolita. Del total de semillas germinadas se seleccionaron las plantas más vigorosas y de tamaño uniforme; se extrajeron e inmediatamente se sometieron a un riego abundante.

Durante toda la etapa de vivero se aplicó diariamente una lámina de agua de aproximadamente 1 cm, de lunes a sábado. El control de malezas se realizó en forma manual, al ejecutar la revisión diaria de las plantas. No se presentaron daños por plagas o enfermedades.

El sustrato consistió de una mezcla de 50 % de Peat moss (turba de musgo de pantano) + 25 % de Agrolita + 25 % de Vermiculita, complementada con fertilizante sólido de liberación lenta: Osmocote (18-6-12) a razón de 5 kg por metro cúbico de sustrato (Mexal et al., 1993).

Se utilizaron tres tipos de contenedores: a) contenedores elaborados con 65% de fibra del fruto de la palmera Cocus nucifera L., y 35% de látex natural de savia de Hevea brasiliensis (Willd. Ex A.Juss.) Müll. Arg. (árbol del hule), con una capacidad de 314 cm3 y densidad de 205 plantas m-2; b) charolas Styroblock (poliestireno) con dimensiones de 60 x 35 cm, con 60 cavidades de 220 cm3 y una capacidad de 284 celdas m-2, (5.1 cm de diámetro y 12 cm de profundidad); y c) charola de Styroblock (poliestireno) con dimensiones de 60 x 35 cm, con 77 cavidades de 175 cm3 y una capacidad de 364 celdas m-2, (4.2 cm de diámetro y 11.7 cm de longitud).

Los tratamientos se distribuyeron en un diseño completamente al azar con cuatro repeticiones, cada unidad estuvo compuesta por 77 plantas, y consistieron en una matriz especie-tipo de contenedor; fueron los siguientes: 1) E. cyclocarpum en contenedor de fibra de coco, 2) T. rosea en charola de 77 cavidades, 3) T. rosea en charola de 60 cavidades, 4) E. cyclocarpum en charola de 77 cavidades, 5) T. rosea en contenedor de fibra de coco y 6) E. cyclocarpum en charola de 60 cavidades.

El modelo estadístico para el análisis de la información fue el propuesto por Martínez (1988).

Yij = μ + Ti + Єij

Donde:

Yij = Variable respuesta

μ = Promedio general que considera las diferentes fuentes de variación

Ti = Efecto del i-ésimo tratamiento

Єij = Error aleatorio ij

Se hizo un análisis de varianza con el paquete Statistical Analysis System (SAS, 2004) mediante el procedimiento PROC GLM. Cuando se observaron diferencias entre tratamientos (p <0.05), se aplicaron pruebas de comparación de medias de Tukey. Se evaluó la supervivencia, altura, diámetro del cuello de la raíz, las biomasas secas total, aérea y radical; además del volumen y número de raíces primarias.

Supervivencia. Se consideró como el número de plantas vivas. Para efectos de comparación analítica, la variable se expresó en porcentaje.

Altura. Se midió desde el cuello de la raíz hasta la yema terminal, medida con una regla en centímetros.

Diámetro del cuello de la raíz. Esta dimensión se tomó en la parte baja del epicótilo, para lo cual se utilizó un vernier Scala modelo 222a en milímetros con aproximación de una décima.

Biomasa seca total. Se determinó con la materia húmeda del total de la planta colocada en una estufa de secado MAPSA HDT-27, durante 72 h a 70 °C hasta obtener un peso constante, en gramos con una aproximación de una centésima.

Biomasa seca aérea. La parte aérea de la planta, desde la yema terminal hasta el cuello donde se une con la raíz, se colocó en una estufa de secado MAPSA HDT-27, durante 72 h a 70 °C, hasta obtener un peso constante, en gramos y con una aproximación de una centésima.

Biomasa seca radical. La raíz se llevó a peso constante en una estufa de secado MAPSA HDT-27, durante 72 h a 70 °C, las unidades fueron en gramos con una aproximación de una centésima.

Número de raíces primarias. Se contabilizaron aquéllas que presentaron un diámetro mayor a 0.5 mm.

Estimador del volumen. Se empleó la expresión d2 h como estimador del volumen de las plantas en los seis tratamientos. Esta es una variable combinada que resulta de elevar al cuadrado el valor del diámetro del cuello de la raíz en cm (d2) y dicho valor se multiplica por la altura en cm (h).

La toma de datos se llevo a cabo en 308 plantas por tratamiento: la altura se determinó cada quince días durante los tres meses de cultivo; el diámetro de cuello, la materia seca aérea total, aérea y radical, la variable volumen y el número de raíces primarias se evaluaron al final de la etapa de cultivo en el vivero.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Los resultados del experimento se resumen en el Cuadro 1.

Supervivencia. Después de tres meses en el vivero, la supervivencia en ambas especies fue del 100%, lo que indica que esta variable no fue afectada por el tipo de contenedor, ni por la rusticidad de las especies estudiadas. Resultados similares fueron citados por Fisher (1992) y Topic et al. (2006). La pérdida de plántulas en vivero generalmente se relaciona con la calidad de la semilla, la falta de suministro hídrico, el sobrecalentamiento de los contenedores, las bajas temperaturas (por abajo de cero grados), las granizadas, el viento desecante, la falta o el exceso de minerales y el ataque de plagas y enfermedades (Alvarado et al ., 2004; Barnett y McGilvray, 1997; James et al .,1995; Mexal et al., 1993; Ruano, 2002; Toral et al ., 2000) y en el presente estudio las plántulas no estuvieron expuestas a condiciones adversas de producción.

Altura total. Uno de los indicadores de calidad de planta es la altura, que se correlaciona con la cantidad de follaje, el cual provee una capacidad fotosintética y es el área de transpiración. Las plantas más altas tienen ventajas sobre la vegetación con la que compiten, pero están en desventaja en sitios con baja humedad, ya que son individuos desbalanceados, difíciles de plantar y sujetos a daños por el viento (Haase, 2006). La altura alcanzada por E. cyclocarpum y T. rosea en la fase de vivero les permite ser competitivas al ser trasplantadas al lugar definitivo, donde la vegetación es agresiva, si se trata de plantaciones de conservación. Durante el periodo en el vivero, las especies E. cyclocarpum y T. rosea mostraron diferente altura por efecto del envase (Cuadro 1). Así en el contenedor de fibra de coco la de E. cyclocarpum fue mayor que la de T. rosea (Figura 1); así mismo, resultó significativamente superior (Pr > F= <0.0001) en relación con las alturas en las charolas de poliestireno de 60 y 77 cavidades (Cuadro 1). Respecto a T. rosea , los valores más altos se lograron en el contenedor de 77 cavidades, probablemente, porque los de fibra de coco y los de 60 cavidades ofrecen menor densidad, lo que significa más espacio de crecimiento y menor competencia (Figura 1).

En particular, las plantas de T. rosea registraron una velocidad de crecimiento que no fue significativamente diferente en los tres tipos de contenedores; sin embargo, durante la última evaluación se observó un ligero efecto de la densidad con plantas con alturas superiores, cuando se usaron charolas de 77 cavidades (Cuadro 1). Se consigna que las densidades altas de plantas por metro cuadrado promueven mayor crecimiento en altura, en este caso T. rosea mostró esa tendencia en los contenedores de 77 cavidades (385 plantas m-2), pero E. cyclocarpum tuvo valores más altos cuando la densidad fue menor (205 plantas m-2) en contenedores de fibra de coco (Mexal et al., 1993; Landis et al., 1994). Las especies de latifoliadas, generalmente, requieren volúmenes más grandes de sustrato, lo que resulta en densidades bajas de plantas por unidad de área, en comparación con las coníferas, porque el follaje de las latifoliadas absorbe más agua y nutrimentos y producen más sombra (Landis et al ., 1994). Esta competencia por luz favorece una mayor altura, en relación directa con la densidad y afecta la morfología y peso de las plantas, como lo citan Timmis y Tanaka (1976). Al final del periodo de evaluación este comportamiento se observó en Tabebuia, pero no en E. cyclocarpum.

Diámetro del cuello de la raíz. Este se considera la mejor característica para predecir la supervivencia y el crecimiento de las plantas, una vez que se establecen en campo; mientras más grande sea el diámetro del tallo, la cantidad de raíces también aumenta (Haase, 2006). En este estudio las plantas de E. cyclocarpum y T. rosea en los envases de fibra de coco presentaron valores dentro de los estándares de calidad (Cuadro 1). Se cita que a menor densidad, el diámetro del cuello es mayor; dicho efecto quedó demostrado en ambas especies (205, 284 y 364 plantas m-2) (Timmis y Tanaka, 1976). Al final de los tres meses en el vivero, los valores de diámetro del cuello tuvieron diferencias significativas (Pr>F= <0.0001) entre los seis tratamientos; la separación de medias (prueba de Tukey α=0.05) permitió conformar dos grupos. El primero con los mayores registros, que se lograron en ambas especies en los contenedores de fibra de coco y un segundo grupo, con menores dimensiones, integrado por las plantas de las charolas de 60 y 77 cavidades (Cuadro 1).

El diámetro del cuello de la raíz de los individuos de E. cyclocarpum cultivados en contenedores de fibra de coco fue 42% y 51% mayor que el de las plantas producidas en charolas de 60 y 77 cavidades. Para T. rosea fueron de 59% y 47% superior, respecto a los obtenidos con la misma especie en las charolas de poliestireno de 77 y 60 cavidades. En algunos estudios se registra que las plantas que crecen en espacios más grandes, el diámetro de tallo y la cantidad de biomasa son mayores (Landis et al ., 1994; Scarrat, 1972). En el presente estudio, se comprobó este comportamiento, ya que las plantas desarrolladas en los envases de fibra de coco tuvieron diámetros de tallo más grandes, como respuesta a una mayor disponibilidad de espacio lateral.

El espaciamiento entre contenedores, además de influir en el diámetro del cuello de la raíz tiene otras implicaciones sobre el crecimiento de la planta. Se ha observado que aquéllas que crecen a bajas densidades reciben 10 veces más radiación en la parte baja de sus copas y muestran un potencial hídrico más bajo, en relación a las que se desarrollan en densidades altas (Timmis y Tanaka, 1976); así mismo, la densidad afecta la lignificación de los tallos como consecuencia de recibir menos radiación solar. Cuando la densidad aumenta las plantas presentan más daños en el cambium por las bajas temperaturas, y es más difícil que penetre el agua de riego en los manchones de follaje.

Estimador del volumen aéreo de las plantas (d2h). El análisis estadístico de los datos mostró diferencias significativas entre los valores medios de los seis tratamientos (Pr>F= <0.0001). La cifra más alta se registró en el tratamiento E. cyclocarpum -contenedores de fibra de coco; en un segundo grupo de significancia se ubicó el de T. rosea- contenedor de fibra de coco; en el resto de los tratamientos el volumen aéreo de las plantas fue claramente inferior y conformó un tercer grupo (Cuadro 1). Cuando este parámetro aumenta, también lo hace la capacidad fotosintética de las plantas y, por lo tanto, el potencial de crecimiento se incrementa (Haase, 2006). El volumen aéreo de las plantas debe estar en balance con el de las raíces, a fin de obtener una mayor calidad de planta, aunque es preciso tomar en cuenta que un área de transpiración demasiado grande conduce a estrés en sitios secos, antes de que el sistema radical se establezca. En dichos ambientes se requerirán riegos de auxilio o bien proteger la raíz temporalmente para evitar la total desecación.

Número de raíces primarias. El número de raíces primarias está correlacionado con la sobrevivencia de las plantas en campo. El régimen de cultivo de plantas en vivero y las características del contenedor inciden en la emisión de raíces y en el volumen radical. El análisis de la información del efecto de los tres tipos de contenedores evaluados determinó diferencias significativas (Pr>F= <0.0001). El mayor número de raíces se registró en los contenedores de fibra de coco. T. rosea tuvo la cifra más alta, aunque las dos especies estudiadas registraron una respuesta positiva respecto a la emisión de raíces primarias. En relación con las charolas de poliestireno, T. rosea tuvo resultados similares en todos los casos; mientras que E. cyclocarpum presentó un mejor comportamiento en contenedores de 60 cavidades, pero la diferencia no fue significativa respecto a los observados en las charolas de 77 cavidades (Cuadro 1).

Biomasa seca aérea, radical y total. Estas variables se han relacionado positivamente con la supervivencia en el campo y el crecimiento subsecuente (Haase, 2006). En los tres tipos de contenedores se obtuvieron diferencias significativas (Pr>F= <0.0001).

En la biomasa aérea sobresalieron los tratamientos que incluyeron los envases de fibra de coco; no obstante, E. cyclocarpum superó a T. rosea en los de poliestireno expandido. Los valores observados en las charolas de 60 y 77 cavidades fueron muy semejantes (Cuadro 1). En relación a la biomasa radical, los mayores registros se lograron en los contenedores de fibra de coco, solo que T. rosea superó a E. cyclocarpum significativamente. Las paredes del contenedor de fibra de coco favorecen ampliamente la extensión de raíces y su poda, lo que evita su crecimiento en espiral; de tal manera que se incrementan las ramificaciones y en consecuencia se obtiene una gran cantidad de raíces, como se demuestra al comparar los resultados obtenidos con las charolas de poliestireno. Los envases de fibra de coco se han empleado por años porque presentan varias ventajas sobre los contenedores de plástico: promueven los sistemas radicales vigorosos, evitan el enrollamiento de las raíces, mantienen fresco el medio de crecimiento a través de la evaporación por las paredes, lo que a su vez promueve la proliferación de las raíces, protegen al sistema radical del calor y del frío, ayudan a producir plantas más grandes y vigorosas, además de ser biodegradables (Ruter, 1995; Ruter, 2000).

Tabebuia rosea en charolas Styroblock respondió mejor en los contenedores de mayor capacidad y espacio, los de 60 cavidades, y la respuesta de E. cyclocarpum fue similar en ambos envases. Estas charolas se dañan fácilmente con el manejo y si las plantas permanecen en el vivero por largos periodos, las raíces penetran en las paredes de poliestireno lo que dificulta la extracción del cepellón (Barnett y McGilvray, 1997).

El valor de la variable biomasa total es el resultado de la suma de las biomasas aérea y la radical, y en consecuencia, se logran los mayores valores para las dos especies en contenedores de fibra de coco, aunque los de E. cyclocarpum fueron significativamente superiores con respecto a los de T. rosea . En las charolas de 60 cavidades T. rosea registró crecimiento significativamente superior al observado en las de 77 cavidades. Los resultados en E. cyclocarpum los fueron similares en ambos tipos de charolas (Cuadro 1).

 

CONCLUSIONES

Enterolobium cyclocarpum y Tabebuia rosea mostraron diferente ritmo de crecimiento, Enterolobium presentó mayor altura y Tabebuia rosea un diámetro del cuello de la raíz superior.

En contenedores de fibra de coco se obtuvieron los mejores crecimientos en altura para Enterolobium cyclocarpum y en diámetro del cuello de la raíz, para T. rosea. Ambos fueron significativamente superiores a los obtenidos en charolas de poliestireno de 60 y 77 cavidades. Las dos especies también registraron los valores de biomasa significativamente más grandes a los de las charolas de poliestireno.

Por los materiales empleados en su fabricación, su estructura y la densidad de planta por metro cuadrado, los contenedores de fibra de coco permiten obtener plantas de alta calidad morfológica (sistemas radicales más abundantes y sanos) en comparación con los de las plantas propagadas en charolas de poliestireno expandido de 60 y 77 cavidades.

Los envases de fibra de coco mantienen su estructura durante la etapa de vivero, característica deseable para la producción de planta de calidad. Además las raíces de las plantas penetran por las paredes del contenedor lo que promueve mayor fibrosidad, que a su vez garantiza un mejor anclaje de las plantas en campo.

 

AGRADECIMIENTOS

Se agradece a la Empresa ARTIFIBRAS S.A de C.V. por el apoyo económico para la realización del presente estudio, así como al Centro de Educación y Capacitación Forestal 01-CONAFOR Uruapan, Michoacán, por permitirnos llevar a cabo el estudio en vivero forestal a su cargo.

 

REFERENCIAS

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