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Revista mexicana de ciencias agrícolas

versão impressa ISSN 2007-0934

Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.7 no.2 Texcoco Fev./Mar. 2016

 

Artículos

Evaluación del programa PROAGRO productivo en comunidades rurales de la sierra norte de Puebla

José Miguel Valentín-Garrido1  § 

Aurelio León-Merino1 

Martín Hernández-Juárez1 

Dora Ma. Sangerman-Jarquín2 

Esteban Valtierra-Pacheco1 

1Colegio de Postgraduados. Carretera México-Texcoco km 36.5. C. P. 56230, Montecillo. Estado de México. (laurelio@colpos.mx; mhernand@colpos.mx; evaltier@ colpos.mx).

2Campo Experimental Valle de México- INIFAP. Carretera Los Reyes-Texcoco, km 13.5. Coatlinchán, Texcoco, Estado de México, México. C. P. 56250. Tel. 01 800 088 2222, Ext. 85353. (sangerman.dora@inifap.gob.mx).


Resumen

En México, el programa PROCAMPO inició su operación en el año 1994 como parte del esquema de apoyo directo a la agricultura en al marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte firmado por México, Estados Unidos y Canadá (TLCAN). Desde su inicio el programa tuvo como objetivo apoyar mediante transferencias directas a los ingresos de los (as) productores (as) agrícolas en sustitución de los subsidios a los insumos y servicios del sector agropecuario. En el año 2014, se cambió su denominación a programa PROAGRO Productivo. Esta investigación tuvo como objetivo evaluar la operación del programa para conocer su impacto en la productividad agrícola entre los pequeños productores del municipio de Zacatlán, Sierra Norte de Puebla. En la investigación se usó la técnica de la encuesta y el muestreo simple aleatorio (n= 84) usando como marco de muestreo el listado de los (as) beneficiarios (as) del programa PROAGRO Productivo del año 2014, y también se tomó una muestra de 28 productores (as) no beneficiarios (as) del programa. Se encontró que 98.8% de los (as) beneficiarios (as) opinó que el apoyo del PROAGRO Productivo en año 2014 llegó tardíamente y éste solo cubrió 13% de los costos de producción del maíz. No se encontró diferencias en los rendimientos de maíz entre beneficiarios (as) y no beneficiarios (as) del programa, así que el programa no cumplió con el objetivo de incrementar la productividad.

Palabras clave: impacto; maíz; pequeños productores; PROAGRO Productivo

Abstract

In Mexico, the PROCAMPO program began operations in 1994 as part of the scheme of direct support to agriculture in the context of the North American Free Trade Agreement signed by Mexico, United States and Canada (NAFTA). Since its inception the program aimed to support by direct income of producers replacing agricultural subsidies to inputs and services in the agricultural sector transfers. In 2014, its name was changed to PROAGRO Productive program. This research aimed to evaluate the operation of the program to understand its impact on agricultural productivity among small farmers in the municipality of Zacatlan, northern highlands of Puebla. In researching the technique of the survey and the simple random sample (n= 84) using as a sampling frame listing of beneficiaries PROAGRO Productive program of 2014 was used, and a sample it was also taken 28 producers nonbeneficiaries program. It was found that 98.8% of beneficiaries said that the support of PROAGRO Productive in 2014 came late and it only covered 13% of the production costs of corn. No differences was found in maize yields between beneficiaries and non-beneficiaries the program, so the program failed to meet the objective of increasing productivity.

Keywords: corn; impact; PROAGRO Productive; small farmers

Introducción

El sector agrícola en México es un pilar fundamental para el sostenimiento del desarrollo socioeconómico. Su importancia radica en las funciones que se desempeña para lograr la seguridad alimentaria, la preservación del medio ambiente, la mejora en los panoramas rurales y en darle viabilidad a las zonas y comunidades rurales para favorecer un desarrollo territorial más equilibrado (Crecente, 2002; Ayala, 2009), además de combatir la pobreza. Para lograr esto último, es importante impulsar la productividad agrícola que depende de múltiples factores como el clima, la calidad de las tierras agrícolas, la disponibilidad de insumos y servicios para la agricultura (por ejemplo: asistencia técnica y financiamiento), entre otros.

En un estudio realizado en 2011 por el Ministerio de Agricultura de Chile denominado “factores que inciden en la dinámica de la productividad laboral del empleo agrícola” se encontró que entre otros factores que afectan a la productividad agrícola está la eficiencia del trabajo temporal, el bajo nivel de escolaridad y la escasa capacitación de los trabajadores agrícolas. Sin embargo, la productividad laboral también está determinada en un porcentaje que varía según la empresa y por la gestión de ésta. La productividad de una empresa agrícola puede medirse mediante logros específicos tales como: reducción de plagas, aumento del rendimiento del cultivo y reducción de frutas dañadas (Billikopf, 2008, Newman y Jarvis, 2000).

Ball et al. (2010) señalan que la productividad es un reflejo de la eficiencia de los factores de producción para dar origen a una cierta cantidad y calidad de producto. Hovorka (2005) clasifica las limitantes del incremento de la productividad en dos tipos. La primera recae en el nivel de capital humano, es decir, el conocimiento, educación y habilidades que permitan la adopción tecnológica y, en segundo plano, el acceso y formas de utilización de insumos, crédito, tierra y paquetes tecnológicos.

En México, se han implementado muchos programas públicos que buscan aumentar la productividad agrícola como es el caso del Programa de Apoyos Directos al Campo (PROCAMPO), pero muchos de estos programas no están vinculados con los centros de investigación agrícola que generan las tecnologías para impulsar la productividad ni consideran en su diseño las propias condiciones socioeconómicas de los productores y sus recursos de que disponen. Esta desvinculación ha dado origen a la implementación de programas que no han permitido que los recursos asignados al sector agropecuario tengan un impacto positivo en la productividad (Zúñiga et al., 2003).

El PROCAMPO inició su operación en México en 1994 como parte del nuevo esquema de apoyos directos a la agricultura en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Este tipo de apoyo a la agricultura tiene sus antecedentes en la crisis de la deuda externa ocurrida en 1982 que llevó a la cancelación de los altos subsidios a la agricultura. El gobierno de México puso en marcha una serie de reformas orientadas a reducir su intervención en la economía e integrar a México en la economía mundial. Como parte de estas reformas estructurales se realizaron reducciones a las barreras al comercio y a la inversión extranjera; se efectuó la privatización de empresas públicas imperantes incluyendo el ejido y hubo modificaciones a los esquemas de subsidio a la agricultura que exigía el TLCAN firmado por México, Estado Unidos de América y Canadá que entró en vigor en 1994 (Lustig, 2010).

Cuando se implementó el programa PROCAMPO se tenía previsto una vigencia de 15 años; es decir, concluiría en año 2008; sin embargo, para el año 2014 siguió vigente ahora con el nombre PROAGRO Productivo. El programa sigue teniendo como objetivo apoyar a los beneficiarios y beneficiarias para incrementar su productividad agrícola de acuerdo con lo establecido en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, donde se reconoce que es fundamental diseñar estrategias que fortalezcan la productividad, rentabilidad y competitividad del sector agropecuario con un enfoque de sustentabilidad ambiental. Asimismo, el gobierno de México reconoció que el sector agropecuario requiere de inversión en equipamiento y mejoramiento de la infraestructura productiva para aumentar la productividad, poniendo énfasis en los pequeños productores y productoras que son los que más predominan, donde cerca de 80% de las unidades de producción tienen menos de 5 ha (Peña, 2013).

Si bien el PROCAMPO busca incrementar la productividad agrícola, hay estudios que señalan que los apoyos que otorga a los productores son insuficientes para aumentar la productividad. Ramírez y Ramírez (1998) y Ramírez et al. (2006) realizaron una encuesta entre los productores beneficiados por el programa PROCAMPO en una región del estado de Puebla, entre los resultados que encontraron los autores reportan que el recurso que proporciona el programa es insuficiente para cubrir los costos de producción de las actividades agrícolas. Además destacan que si bien los subsidios totales del programa PROCAMPO dirigidos al maíz han ido aumentando en valores absolutos, este aumento no ha ocurrido al ritmo necesario para compensar el incremento de los precios de los insumos, y que la apertura económica tiene efectos negativos entre los productores de maíz por las importaciones que se realizan.

En esta misma línea, Quintanilla (2005) señala, en su estudio realizado para el periodo 1994-2004, que los subsidios del programa no han permitido cumplir con el objetivo de aumentar la producción de maíz entre los productores para poder competir con las importaciones del grano. Esto es así porque el apoyo del programa es una simple transferencia directa al ingreso de los beneficiarios que no fomentan la actividad productiva ni ayuda a los productores a insertarlos en los mercados nacionales. Adicionalmente, el autor señala que el programa no tiene un mecanismo que permita monitorear que los subsidios sean utilizados para las actividades agrícolas.

Se ha señalado que los pequeños productores reaccionan incrementando sus rendimientos de maíz cuando el precio del grano es favorable para ellos, pero en el nuevo contexto del TLCAN donde el precio de maíz ha caído, es difícil que los pequeños productores puedan aumentar su productividad, a lo sumo mantendrán sus rendimientos (Juárez y Ramírez, 2006).

Juárez y Ramírez (2006) reportaron que el programa PROCAMPO no incrementó la productividad del maíz entre los pequeños productores, debido al escaso apoyo económicos que recibieron por hectárea y porque el recurso no fue utilizado por el 50% de los agricultores en actividades productivas agrícolas. Además, los productores que recibieron fertilizante del PROCAMPO no lo aplicaron de acuerdo con las recomendaciones técnicas. Por lo cual, el recurso del programa solo permitió aminorar sus difíciles condiciones socioeconómicas y para que ellos sigan sembrando cultivos básicos año tras año.

Materiales y métodos

El estado de Puebla se localiza en la parte central del país. La entidad colinda con varios estados: al Norte linda con el estado de Hidalgo, al Este con Veracruz, al Poniente con Tlaxcala, Hidalgo y Estado de México, al Sur con Guerrero y Oaxaca (INEGI, 2010). La investigación se realizó en siete comunidades del municipio de Zacatlán estado de Puebla (Ayehualulco, Ayotla, Camotepec, Las Lajas, Nanacamila, Tepoxcuautla y Tomatlán). El municipio se ubica al norte del estado y ocupó el décimo primer lugar de los municipios con mayor población humana en el estado de Puebla. La población total del municipio en el 2010 fue de 76 296 habitantes, de los cuales 47% eran hombres y 53%, mujeres (INEGI, 2010).

De la población total del municipio en el año 2010, 45% de los habitantes hablaban lengua indígena, de los cuales 90% también hablan español. La lengua indígena más hablada fue el náhuatl (80%), seguida del totonaco (16%); otras lenguas habladas por minorías fueron el otomí y el mixteco (INEGI, 2010).

En el año 2014, el municipio contó con 47 localidades con un registro total de 1 814 predios destinados a la actividad agrícola y un total de 1 659 beneficiarios (as) siendo 65% hombres y 35% mujeres, según el padrón de beneficiarios primavera- verano 2014 del programa PROAGRO Productivo de la SAGARPA.

La investigación se llevó a cabo mediante la encuesta por muestreo (n= 84) del padrón de beneficiarios (as) del programa PROAGRO Productivo del ciclo primavera- verano, 2014. Se usó el muestreo aleatorio simple al azar. El tamaño de muestra se distribuyó proporcionalmente en las localidades estudiadas (Cuadro 1).

Fuente: elaboración con datos obtenidos del INEGI (2010).

Figura 1 Ubicación geográfica del área de estudio en el estado de Puebla. 

Cuadro 1 Distribución de encuestas para productores beneficiarios en localidades del municipio de Zacatlán. 

Localidades Población Muestra
Mujeres Hombres Total Mujeres Hombres Total
Ayehualulco 17 11 28 3 5 8
Ayotla 29 50 79 9 15 24
Camotepec 26 47 73 13 7 20
Las Lajas 23 28 51 5 7 12
Nanacamila 10 21 31 4 4 8
Tepoxcuautla 11 13 24 3 3 6
Tomatlán 9 17 26 3 3 6
Total 125 187 312 40 44 84

Fuente: elaboración con datos de SAGARPA (padrón de beneficiarios primavera- verano, 2014-Zacatlán).

Como parte de la encuesta, se diseñó un cuestionario estructurado considerando las variables de interés relacionadas con los objetivos e hipótesis de la investigación.

Además, se aplicó una encuesta a una muestra (n= 28) de productores y productoras que no recibieron apoyos del programa, y se realizaron dos entrevistas a informantes clave (Jefe del Distrito de Desarrollo Rural (DDR 02) y Jefe Centro de Apoyo para el Desarrollo Rural de (CADER).

Las unidades agrícolas muestreadas se incluyeron en la muestra tomando en cuenta dos criterios de inclusión: 1) productores y productoras beneficiarios que recibieron el apoyo del programa PROAGRO Productivo durante el año 2014; y 2) haber realizado actividades agrícolas en las superficies registradas durante el periodo primavera- verano 2014. El acopio de los datos se realizó durante el mes de junio del año 2015.

Resultados

Descripción sociodemográfica de los productores beneficiados

De los productores (as) beneficiados (as) del programa PROAGRO Productivo, 52% correspondió al género masculino y 48%, femenino. La edad promedio de los hombres fue de 62.95 años y la de las mujeres de 63.23 años. De acuerdo con la prueba t de comparación de medias, no hubo diferencias estadísticas significativas entre la edad promedio de hombres y mujeres (p-valor= 0.919). Se encontró que 60% de los y las productoras tenían más de 50 años de edad, lo cual está ligado con el comentario de una de las entrevistadas quien afirmó que, actualmente, en la región Norte del estado de Puebla existe productores de edad avanzada y ha habido escasez de jóvenes para el relevo generacional en las actividades del sector agrícola. Los jóvenes al no tener oportunidades de empleo y condiciones favorables en el medio rural se ven en la necesidad de emigrar en busca de empleo e ingreso en otros municipios, en otras entidades de la república mexicana o incluso emigran hacia los Estados Unidos de América. El salario en la zona de estudio es de $120.00 por jornada laboral de ocho horas en el campo y este salario no resulta atractivo para los jóvenes debido a que las fuentes de empleo en el campo solo duran por cuatro o cinco meses al año; esto, está determinado por carácter estacional que tiene la actividad agrícola.

El promedio de escolaridad de los (as) entrevistados (as) fue de 4.39 años de estudio, es decir, ambos estudiaron hasta el quinto grado de primaria. Esto está relacionado con el comentario que realizó uno de los entrevistados indicando que a mediados del siglo pasado las oportunidades de estudio que tenía la población del medio rural eran muy limitadas comparado con los que tienen los jóvenes actualmente. Con respecto a las competencias de lectoescritura, 78.6% de los productores y productoras sabían leer y escribir, 20% no tenía ninguna de estas habilidades, el resto solo alguna de ellas.

Actividades económicas

Las principales actividades económicas que realizaron los (as) productoras en el año 2014 fueron las agropecuarias (agrícolas 100% y ganaderas 27%), y complementaron sus ingresos con otras actividades como la albañilería, la explotación de maguey pulquero, la venta de tamales, el comercio y venta de leche. Las tres últimas actividades fueron las más importantes por aportación al ingreso familiar.

Con respecto a las actividades agrícolas, todos (as) los (as) productores (as) beneficiarios (as) sembraron el cultivo de maíz, y 72.6% destinaron la producción del grano para satisfacer sus necesidades de autoconsumo y el resto de los encuestados (27.4%) tuvo excedentes que vendieron en el mercado local. El precio promedio del maíz en el mercado local en el ciclo 2014 fue de $3.40 kg-1. Aunque el maíz fue el cultivo principal, 58.3% de los productores sembraron además de maíz otros cultivos como haba, cebada forrajera y chícharo que destinaron para la venta. En las comunidades donde se realizó el estudio, la agricultura es predominantemente de temporal (97.6%), y solo 2.4% de los productores entrevistados tenía riego, por lo que la producción agrícola depende en gran medida de un buen temporal. En el año 2014; 69% de los (as) entrevistados (as) opinaron que el ciclo agrícola fue regular para la producción de maíz, cuyos rendimientos por ha cayeron en un 46% con respecto a un ciclo agrícola bueno.

De los (as) 84 entrevistados (as) beneficiarios (as) del PROAGRO Productivo tenían a la pequeña propiedad como régimen de tenencia de la tierra. El tamaño promedio de la unidad de producción fue de 5.14 ha, con un mínimo de 0.5 y un máximo de 48 ha. Al realizar una estratificación, 72.6% de la muestra tenían 5 ha o menos, y el resto (27.4%) tenía más de 5 ha. Alrededor de 60% de la superficie agrícola en las comunidades donde se realizó el muestreo estaba en condiciones topográficas de planicie, el resto estaba en laderas y en lomeríos.

Tipos de cultivos

odos (as) los (as) entrevistados (as) sembraron maíz en el ciclo agrícola 2014; 97.62% utilizó semilla criolla que ellos (as) seleccionan de su propia cosecha. El que siembren su propia semilla tiene la ventaja no solo el que no tengan que comprar la semilla, sino que conservan el germoplasma que están mejor adaptadas a las condiciones climatológicas extremas de la región. En opinión de algunos productores que sembraron semilla híbrida en el ciclo agrícola 2013, y que no aplicaron la cantidad de fertilizantes que suelen aplicar por falta de recursos, cosecharon más forraje que granos de maíz.

Se encontró un bajo porcentaje de productores (2.38%) que tienen mayor cantidad de recursos y maquinaria agrícola que utilizaron semilla de maíz hibrida para la siembra. En general, los (as) productores (as) que sembraron maíz en el ciclo agrícola 2014 lo hicieron en una superficie promedio de 4.2 ha.

Alrededor de 50% de los (as) productores (as) sembraron otros tipos cultivos además de maíz, tal y como lo muestra el Figura 2. La superficie promedio de siembra de otros cultivos fue de 2.6 ha en el año 2014.

Fuente: elaboración con datos obtenidos de trabajo de campo.

Figura 2 Tipo de cultivos sembrados y número de productores beneficiarios, ciclo agrícola 2014. 

Aunque las localidades donde se realizó el estudio no tienen un alto potencial para la producción de maíz, todos los productores y productoras siembran este grano por ser éste parte fundamental en la dieta diaria de las familias de la región.

Entre los que recibieron el apoyo del programa no todos produjeron la cantidad de maíz que requerían para satisfacer sus necesidades de autoconsumo. Un 28.5% no produjeron la cantidad del grano que necesitaban para satisfacer sus necesidades de consumo en el año 2014. Las familias deficitarias solo produjeron 65% de la producción requerida, teniendo un déficit promedio de 376 kg de maíz; es decir, tuvieron que comprarlo por un periodo promedio de 4.2 meses. Las familias que compraron maíz lo pagaron a un precio de $8.00 kg-1. Este precio de compra es el doble al que les pagaron a los productores en la época de cosecha ($3.40 kg-1). Además, para satisfacer las necesidades de autoconsumo de maíz para una familia integrada por 4.5 personas requieren de una producción total de 1 075.5 kg de grano; es decir, el consumo per cápita fue de 239 kg año-1.

Costos de producción del cultivo de maíz

El Cuadro 2 muestra el costo de producción de maíz por hectárea del ciclo agrícola 2014. El costo promedio fue de $5 382 ha-1, con un mínimo de $ 2 230 y un máximo de $13 900. En la estructura de costos, el rubro más alto lo representó la compra de fertilizantes que fue el insumo que más aplicaron los (as) productores (as) al cultivo de maíz (95.23%). Los (as) productores (as) beneficiarios (as) no realizaron un análisis de suelos para conocer su fertilidad y así aplicar dosis adecuadas de fertilización que podría permitirles rendimientos óptimos en sus cultivos agrícolas. Esto puede deberse a la ausencia de la asistencia técnica para la mejora de sus prácticas agrícolas.

Cuadro 2 Estructura de costos por hectárea del cultivo del maíz, ciclo primavera-verano, 2014. 

Núm. Actividad n Promedio Desvest Min. Max.
1 Estudio de suelo - - - - -
2 Compra de semilla 7 531.43 486.57 70 1 300
3 Pago de jornales 33 1 206.67 1 561.65 240 9 000
4 Renta de maquinaria 54 1 097.22 336.80 450 2 000
5 Renta de yunta 40 816.75 462.59 260 2 000
6 Capacitación - - - - -
7 Preparación del terreno 34 1 106.76 876.69 280 4 500
8 Siembra 38 631.55 401.96 150 2 000
9 Surcado 15 404.00 197.19 100 800
10 Abonos orgánicos 13 1 776.92 1 326.75 1000 5 200
11 Fertilización química 80 1 689.50 745.68 690 5 800
12 Control de plagas y enfermedades 26 648.08 549.63 300 3 000
13 Pago de jornales para cosecha 62 1 045.65 597.89 100 4 000
14 Otros costos 8 1 125.00 554.85 600 2 000

Fuente: elaboración con datos obtenidos de trabajo de campo.

El costo ha-1 del cultivo de maíz es un promedio ponderado, ya que éste varía entre una localidad y otra, dependiendo de las propias condiciones socioeconómicas de los productores y prácticas agrícolas que realizan en sus predios. Alrededor de 80% de la muestra contrató mano de obra para atender alguna de las actividades agrícolas en el año agrícola 2014. La contratación de jornales la realizaron, principalmente, aquellos productores de la tercera edad (más de 60 años) que ya no cuentan con la fuerza y habilidades necesarias que requieren las labores agrícolas.

Asimismo, 82.1% de los (as) productores (as) beneficiarios (as) del programa PROAGRO Productivo que contrató mano de obra lo hizo para realizar la cosecha de maíz. Al respecto, un productor señaló que se está perdiendo la organización familiar para sostener las actividades del campo. Él indicó que en épocas pasadas los jefes de familia motivaban a todo el núcleo familiar para realizar las actividades agrícolas, especialmente para la cosecha de maíz, pero en los últimos 20 años los jóvenes están perdiendo el interés en la agricultura, aunque siga siendo la base de la alimentación de las familias rurales.

La Figura 3 muestra el porcentaje de los diferentes ítems de costos de producción del cultivo de maíz, donde se resaltan tres rubros importantes en la estructura de costos de producción. En primer lugar, 95% del costo fue por concepto de compra y aplicación de fertilizantes ($1 690 ha-1), seguido por 77% para la contratación de jornales para realizar la cosecha de maíz; y, por último, 64% lo representó el pago por renta de maquinaria para realizar las labores agrícolas.

Fuente: elaboración con datos obtenidos de trabajo de campo.

Figura 3 Porcentaje de las principales actividades en las que el beneficiario invirtió durante el año 2014. 

Producción agrícola de granos básicos (maíz)

Entre los reactivos que incluyó el cuestionario se les preguntó a los entrevistados (as) beneficiarios (as) del programa PROAGRO Productivo sobre cuáles serían sus rendimientos de acuerdo con la calidad de sus tierras en condiciones de un buen temporal, de un temporal regular y de un temporal malo. En la Figura 4, se observa que en condiciones de buen temporal los rendimientos son de 1.5 t ha-1, suficiente producción de maíz para satisfacer sus necesidades autoconsumo con una hectárea de cosecha y generan un excedente de producción de 43%. En un temporal regular como fue el caso del año 2014, los rendimientos fueron de 855 kg ha-1, que representó un déficit de 219.4 kg, requiriéndose un fuerzo de 25.66% en el incremento de los rendimientos para alcanzar la producción de maíz para autoconsumo entre aquellos (as) productores (as) cuya unidad de producción es de una ha. Asimismo, los (as) productores (as) que tuvieron una superficie igual 0.5 ha obtuvieron una producción total de maíz de 427.5 kg, por lo que su déficit fue de 60.21%. Este tipo de productores necesitan incrementar sus rendimiento en 151.32% para poder producir la cantidad de maíz que requieren para satisfacer sus necesidades de autoconsumo; es decir, necesitarían aumentar 2.5 veces más sus rendimientos con respecto a los que tienen una hectárea para lograr la autosuficiencia en el consumo de maíz.

Fuente: elaboracióna con datos obtenidos de trabajo de campo.

Figura 4 Comparación de rendimientos de maíz, en condiciones de temporal bueno, regular, malo en productores beneficiarios y no beneficiarios, año 2014. 

De acuerdo con el costo de producción de maíz en el año 2014 ($5 382.01 ha-1), con rendimientos de 855 kg ha-1 y con el precio de maíz de $3.4 kg-1, el valor de la producción por ha fue de $2 907 ha-1. Así que, la pérdida de los (as) productores (as) que sembraron maíz fue de $ 2 475 ha-1. La Figura 4 muestra un comparativo de los rendimientos unitarios de maíz que obtuvieron los (as) productores (as) beneficiarios (as) considerando un temporal bueno, uno regular (que fue el que ocurrió en 2014) y uno malo. De los 28 productores no beneficiarios del programa que se entrevistaron solo 53.5% tuvo un superávit en la producción de grano en el año 2014.

En esta investigación se encontró que los (as) productores (as) beneficiarios (as) del programa PROAGRO Productivo tuvieron un rendimiento de 16%, equivalente a 119.89 kg ha-1, por arriba de los rendimientos de los (as) productores (as) no beneficiarios (as) del programa, considerando un escenario de un temporal regular en ambos casos que fue lo que ocurrió en el ciclo agrícola del año 2014.

Aparentemente, los rendimientos de maíz por hectárea que obtuvieron los beneficiarios del programa PROAGRO Productivo en el año 2014 fue superior al de los (as) productores (as) que no recibieron el apoyo. Sin embargo, al realizar la prueba no paramétrica de U de Mann-Whitney (U= 1 044, p= 0.374) con el Statistical Package for the Social Sciences por sus siglas en inglés (SPSS) versión 22, no se detectó diferencias estadísticamente significativas. Concluyéndose, que en las comunidades donde se realizó el estudio, no hubo suficientes evidencias de un impacto positivo del programa PROAGRO Productivo para incrementar los rendimientos de maíz. Esto se corroboró con el comentario que realizó unos de los entrevistados quien señaló que desde hace años los pequeños productores no tienen una autosuficiencia alimentaria en maíz, debido a que ellos están limitados en cuanto al acceso a las tecnologías y a la asistencia técnica para aumentar sus rendimientos. Además el monto del apoyo que recibieron del PROAGRO Productivo, no fue suficiente ni para realizar la compra de fertilizantes para el cultivo de maíz.

Discusión

Si bien el programa PROAGRO Productivo busca aumentar la productividad agrícola entre los (as) productores (as); sin embargo, al llegar los apoyos tardíamente el programa no tiene un impacto positivo en lograr incrementos en los rendimientos agrícolas entre los pequeños productores donde se realizó el estudio. Esto coincide con los hallazgos que encontraron García-Salazar (2001), Juárez-Sánchez, Trujillo et al. (2005) y Ramírez-Valverde (2006). Las actividades agrícolas tienen fechas clave para la aplicación de los insumos, especialmente en la aplicación de los fertilizantes y cuando ésta actividad no se realiza oportunamente por parte del productor por falta de recursos, la aplicación de insumos fuera de tempo no tiene ningún efecto en los rendimientos. Además, cuando los apoyos del programa no llegan oportunamente a los (as) productores (as), ellos destinan el recurso para otros fines distintos a los objetivos del programa como lo señalan Quintanilla (2005) y Gómez-Oliver (2008).

También se encontró que el monto que reciben los (as) beneficiarios (as) fue insuficiente para cubrir los costos de producción de sus actividades agrícolas. De hecho, el monto que recibieron del PROAGRO Productivo no les alcanzó ni para realizar la compra de la cantidad de fertilizantes que ellos requieren para el cultivo de maíz. Estos hallazgos son similares a los que reportaron Ramírez y Ramírez (1998) y Ramírez et al. (2006). Otro aspecto importante fue que los pequeños productivos no están organizados, lo cual les impide tener acceso a la capacitación y asistencia técnica para mejorar sus prácticas agrícolas y que les permita incrementar sus rendimientos por unidad de superficie. Estos resultados concuerdan con los que reportan Dixon Mueller (1985), Quisumbing (1996), Zarazúa et al. (2011) y Arellano-González (2015).

En las comunidades de estudio, los bajos rendimientos de maíz que obtienen los productores no compensan los costos de producción por unidad de superficie, esto lleva a pérdidas en los ingresos netos de las familias en este cultivo, y por ello los jóvenes están perdiendo el interés en continuar con las actividades agrícolas y en la producción de granos básicos. Ellos prefieren emigrar en busca de mejores oportunidades de empleo e ingreso fuera del campo dejando a los adultos mayores en las actividades agrícolas, esto contrasta con los resultados de García-Salazar (2011) y Molina (2012).

Conclusiones

Entre los (as) pequeños (as) productores (as) de maíz de las comunidades de estudio del municipio de Zacatlán, Puebla, no se encontraron suficientes evidencias de un efecto positivo del programa PROAGRO Productivo para incrementar su productividad. Esto puede deberse al bajo monto del apoyo que recibieron para poder comprar los fertilizantes que aplican en sus cultivo y también al retraso que hubo al recibir el apoyo, esto último llevó a desviaciones del recurso para financiar otras actividades productivas no agrícolas o para satisfacer necesidades básicas de la familia.

El monto en efectivo del apoyo que recibieron los (as) beneficiarios (as) representó solo 69% del monto por unidad de superficie que estipula el programa, debido a descuentos y costos de transacción -costo de transporte, alimentación, copias, entre otros gastos que realizan los beneficiarios para llevar a cabo el proceso de actualización de padrón del programa- en que incurrieron los (as) beneficiarios (as).

Literatura citada

Arellano-González, J. 2015. Efectos de los cambios en el programa Procampo en la economía rural del sureste mexicano. Econ. Soc. y Territ. 15(48):363-395. [ Links ]

Ayala, O.; Dante, A. y García, B. R. 2009. Contribuciones metodológicas para valorar la multifuncionalidad de la agricultura campesina en la Meseta Purépecha. Econ. Soc. Territ. 9(31):759-801. [ Links ]

Ball, E.; Ling, S. and Nehring, R. 2010. Agricultural productivity in the United States: data documentation and methods (consultado abril, 2011) Agricultural productivity in the United States: data documentation and methods (consultado abril, 2011) http://www.ers.usda.gov/data/agproductivity/ methods.htm . [ Links ]

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Recibido: Noviembre de 2010; Aprobado: Febrero de 2016

§Autor para correspondencia: valentin.miguel@colpos.mx

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