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Revista mexicana de ciencias agrícolas

versão impressa ISSN 2007-0934

Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.6 no.7 Texcoco Set./Nov. 2015

 

Artículos

 

Relaciones de precios de mercados terminales de frutas y hortalizas de México y EE.UU.*

 

Terminal market price relationships of fruits and vegetables from Mexico and US

 

Ana Isabel Acosta Martínez, Belem Dolores Avendaño Ruiz1 y Juana Astorga Ceja1

 

1 Universidad Autónoma de Baja California-Facultad de Economía y Relaciones Internacionales. Calle Topógrafos, 308 Otay Jardín, Tijuana, B. C. C. P. 22327. Tel: 664 29 95 766. (belem_avendano@yahoo.com; jastorga@uabc.edu.mx). §Autora para correspondencia: ana.acosta@uabc.edu.mx.

 

* Recibido: febrero de 2015
Aceptado: julio de 2015

 

Resumen

Se examina el grado de integración de los precios de aguacate, cebolla, fresa, pepino, pimiento y jitomate, cotizados en las principales centrales de abasto de México y EE.UU., de 1998 a 2008. A partir de la idea de que la intensidad y complementariedad comercial presente entre ambos países, conduce a la integración de los mercados. El concepto de integración de mercados agrícolas se ha identificado con el cumplimiento de la ley del precio único (LPU) y la verificación de esta ley implica que los mercados están integrados en el espacio y el tiempo, que los precios son determinados instantáneamente. El método utilizado para medirla consistió en la identificación del orden de integración de las series de precios, mediante las pruebas de raíz unitaria y de la estimación del vector auto regresivo (VAR), posteriormente se examina la causalidad pareada de Granger, la descomposición de la varianza y el análisis de redes, para identificar el liderazgo de los mercados. Con los resultados de las pruebas anteriores se estimaron los modelos de cointegración y pruebas de exogeneidad de las variables (precios) y la verificación de la LPU. Los resultados indican que el nivel de integración es parcial observándose mayor grado en los mercados de EE.UU. que en los de México, en productos como cebolla (50%) y fresa (58%); en aguacate la integración es mayor en México (60%), en tanto los precios del jitomate están integrados en el ámbito binacional con 58%.

Palabras clave: estacionalidad de precios, integración de mercados, ley del precio único.

 

Abstract

The degree of integration of the prices in avocado, onion, strawberry, cucumber, pepper and tomato are reviewed, quoted in major supply centers in Mexico and the US, from 1998 to 2008; from the idea that the intensity and trade complementarity between the two countries lead to market integration. The concept of agricultural market integration has been identified with the fulfillment of the law of one price (LPU) and the verification of this law implies that markets are integrated in space and time, that prices are determined instantaneously. The method used to measure it, consisted in identifying the order of integration of the price series by unit root tests and the estimation of vector autoregressive (VAR), then, paired Granger causality is examined, the breakdown of variance and network analysis to identify market leadership. With the results of the above tests, cointegration and exogeneity tests from the variable (prices) and the verification of LPU are estimated. The results indicate that the integration level is partial, observing a greater degree in US markets than in Mexico in products such as onions (50%) and strawberry (58%); in avocado integration is higher in Mexico (60%), while prices of tomatoes are integrated in a bi-national level with 58%.

Keywords: law of one price, market integration, seasonality of prices.

 

Introducción

La integración de los mercados agrícolas en América del Norte se inició desde hace tres décadas, atribuyéndose entre otros factores a la entrada de México al GATT (1986), al proceso de desregulación económica iniciado por México en ese mismo año, a las innovaciones tecnológicas implementadas en el sector agropecuario a partir de los setentas y la adhesión de México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Es en el marco de este acuerdo, firmado en 1994 cuando se culmina con la etapa de desgravación arancelaria y se inicia una nueva, la del nuevo proteccionismo, caracterizada por el desarrollo de normas y estándares de calidad aplicables a todos los países miembros. Estas restricciones cualitativas que imponen límites al libre comercio y con ello a la integración de los mercados. Si bien, el comercio de frutas y hortalizas entre México y EE.UU. se realizó de facto antes de los ochenta, es a partir de los 90 cuando el proceso de integración comercial se fortalece, al hacerse explicito el marco regulatorio.

El objetivo de este documento es analizar el efecto de los flujos comerciales que el Tratado de Libre Comercio suscrito entre Estados Unidos de América, México y Canadá, ha generado en las cotizaciones de precios de algunas hortalizas y frutas de México y EE.UU. estimando su grado de integración.

Se parte del supuesto que el incremento de los flujos comerciales ha fortalecido la especialización productiva en función de las ventajas comparativas de cada país, y que los EE.UU y Canadá han reafirmado su especialización en productos agrícolas menos intensivos en trabajo y más en capital, como los cereales, leguminosas, cárnicos y frutas de clima templado; mientras que México se ha especializado en hortalizas y frutas de clima tropical cuya producción es intensiva en el uso de mano de obra (Avendaño y Acosta, 2009). Por otra parte el desempeño de las exportaciones mexicanas no solo se explica por las diferencias en la dotación relativa de factores y recursos naturales, sino por el proceso de aprendizaje emprendido por las empresas productoras-exportadoras, que les permite flexibilizar sus procesos productivos y adecuarse a los nuevos requerimientos del mercado internacional con mayor rapidez que las empresas orientadas a satisfacer el mercado nacional.

Se le llama integración económica la situación resultante de la interacción de mercados regionales o nacionales anteriormente segmentados, y su grado o nivel varía entre los interlocutores comerciales, entre sectores y en el tiempo. Se puede pensar que es un proceso continuo que va desde la segmentación de los mercados hasta la integración económica de una región; y se dice que dos o más mercados están integrados espacialmente, sí los precios de una mercancía continuamente comercializada son iguales, después hacer ajustes por el tipo de cambio y los costos de transacción (Padilla-Bernal, Thilmany y Loureiro, 2003). La presencia e intensidad de flujos comerciales asegura cierto grado de integración, pero no la obtención de beneficios en el largo plazo ya que la presencia de barreras no arancelarias puede obstaculizar el comercio, segmentando los mercados. Si los mercados están poco integrados, los productores agrícolas no estarán aprovechando sus ventajas relativas para participar en mercados más rentables, limitándose las oportunidades de comercio y la asignación eficiente de recursos en el tiempo, en el espacio y entre productos o cultivos, donde además, si se incrementa la volatilidad de los precios se limitan las posibilidades de crecimiento ante la incertidumbre de los ingresos esperados.

La teoría tradicional predice el efecto de la especialización productiva en los precios relativos a partir de la apertura comercial de una economía cerrada. Con el incremento de los flujos comerciales se configura un mercado internacional a partir de la complementariedad de la producción y la adición del consumo de cada país. Estas fuerzas de oferta y demanda ahora integradas, asignan nuevos precios de equilibrio. Los productores con mayores costos de producción u oportunidad se verán obligados a incrementar su productividad y competitividad o bien asignar sus recursos hacia otras actividades, mientras que los productores de los sectores exportadores con ventajas relativas tendrán un aumento en la competencia por la llegada de nuevas empresas.

Para que este proceso de reasignación se presente, se supone entre otros, que existe información perfecta y suficiente para que los agentes económicos logren ajustarse a estos cambios del mercado y que no existen barreras al comercio. No obstante, es todo un desafío aportar evidencia a la teoría existente, sobre todo a la hora de definir el mercado y establecer si estos son eficientes en la asignación de recursos (Miljkovic, 2008).

El concepto de integración de mercados agrícolas se ha identificado con el cumplimiento de la ley del precio único (LPU). En esta ley se establece que en los mercados competitivos, en los que no se consideran los costos de transporte, ni existen barreras artificiales al comercio, los productos idénticos vendidos en diferentes países deben tener el mismo precio, cuando este venga expresado en términos de la misma moneda. La verificación de esta ley implica el cumplimiento de los supuestos: ausencia de costos de transporte y barreras comerciales así como existencia de mercados de competencia perfecta, en la práctica al no observarse estos supuestos teóricos, es probable que se frenen los flujos comerciales y se debiliten las interrelaciones de precios (Krugman, 2006).

Autores como Doan (2004) y Miljkovic (2009), establecen que entre los factores que contribuyen a la integración se encuentran la cercanía geográfica, la cultura, los avances en comunicaciones y trasportes, y la posibilidad de almacenamiento de los productos; en tanto otros como las fluctuaciones del tipo de cambio, incrementan el riesgo de las transacciones internacionales y disminuyen la integración regional.

La evidencia empírica existente sobre integración espacial y temporal de mercados a nivel mundial y regional es creciente, en especial los estudios que analizan los efectos en los mercados agrícolas a partir de los cambios en la política comercial que pueden afectar las relaciones de precios y la trasmisión de los mismos en los países con importante flujo comercial. En el contexto del TLCAN, los trabajos realizados resaltan la preocupación por el funcionamiento eficiente de los mercados y los efectos de la política comercial, como lo observado en la industria de la carne y los cereales entre Canadá y EE.UU. La evidencia para México en el TLCAN se limita a algunos productos hortofrutícolas exportables como el tomate, melón y cebolla; sin embargo, se asegura que la integración comercial tiene más de tres décadas, lo que supera en el tiempo al TLCAN, afirmándose que este acuerdo ha fortalecido el grado de integración, por lo menos en el melón y la cebolla. En el caso del tomate, por el contrario, se han incrementado las barreras no arancelarias. Estos trabajos utilizan varias metodologías, pero comparten la conclusión de que los mercados están integrados en una variedad de grados y este depende del nivel de liberalización comercial previo a la firma de los acuerdos comerciales (Doan et al, 2004).

Los movimientos simultáneos o no de la oferta y demanda repercuten en el precio en mayor o menor medida, dependiendo de las elasticidades precio de la oferta y de la demanda. En general se considera que la respuesta de los productores, en el plazo inmediato es inelástica, más no así la demanda, generando variaciones cíclicas de los precios. Esto sucede principalmente cuando la información del mercado no es completa y los productores toman decisiones en función de los precios esperados, sin considerar algunas veces que estos son el resultado de las condiciones de oferta y demanda presentes y que tal vez en el futuro cambiarán. Las innovaciones junto a factores climáticos favorables provocan cambios positivos en la oferta, pero sí la demanda no se expande en la misma proporción, el resultado en el precio puede ser a la baja en un mercado segmentado, pero en presencia de comercio internacional sucede lo contrario, los precios tienden a la alza si la transmisión de precios no es simétrica. La hipótesis de este trabajo, es que la integración de los mercados de frutas y hortalizas, de México y EE.UU. es resultado de un proceso de intercambio comercial continuo, que si bien se ha intensificado con el tiempo, aún mantiene barreras comerciales que segmentan los mercados y limitan el proceso de integración, por lo anterior esta es parcial y por tanto la LPU no se cumple.

 

Materiales y métodos

El análisis de cointegración, consistente en varias pruebas econométricas, inicia con la identificación del orden de integración de las series de precios mediante las pruebas de raíz unitaria y de la estimación del vector autoregresivo (VAR). Para identificar el liderazgo y comportamiento de los mercados se examina la causalidad pareada de Granger, la descomposición de la varianza y el análisis de redes. Con los resultados de las pruebas anteriores se estimaron los modelos de cointegración y pruebas de exogeneidad de las variables precio, y finalmente se verificó la ley del precio único (LPU), con lo cual se evalúa el nivel de integración de los mercados.

De acuerdo con Godínez (2007) El análisis de cointegración multivariada de Johansen y Juselius (1992) se basa inicialmente en un vector autorregresivo (VAR) expresado como:

Donde: pt= vector de tamaño nx1 de precios endógenos, c es un vector de constantes que, en este caso, pueden representar los costos de transacción (que se suponen, aditivos y estacionarios) y las diferencias de calidades, pt-k= precios endógenos rezagados k periodos, Φi= matriz de parámetros asociada al rezago k de los precios endógenos, d= {q,x,z} representa los efectos exógenos estacionarios no atribuidos a los precios sino a condiciones de la oferta (q), demanda (x) y costos de transacción del canal comercial (z) que se presentan eventualmente en el tiempo y en el espacio, ψi = matriz de parámetros asociada al rezago k de las variables exógenas, δ= vector de parámetros de tendencia y εt= vector de errores con comportamiento de ruido blanco con distribución normal multivariada [εt ≈ iidN(0,∑)].

Las condiciones no atribuidas a los precios pueden ser incorporadas a través de la inclusión de variables dummies estacionales y centradas (suman cero sobre el periodo muestral) que capten los efectos de cambios estructurales y los efectos estacionales muy característicos de la producción agropecuaria. Estas variables dummies deben ser ortogonales con respecto al vector de constantes (c) y al vector de errores (εt). Si los precios endógenos son integrados individualmente de orden 1, I(1), entonces la expresión (1) puede ser reexpresada en términos del vector de corrección del error (VCE) que es una mejor forma para representar y hacer explicitas las relaciones de cointegración, en caso de existir.

Donde: Γi= matriz de coeficientes que cuantifican las relaciones de corto plazo entre los precios en primeras diferencias, la matriz contiene los coeficientes de cointegración que cuantifican las relaciones de largo plazo entre los precios en niveles e I representa la matriz identidad. El rango r de la matriz de coeficientes de los precios rezagados, Πnn, indica el número de relaciones (vectores) de cointegración del sistema de precios; por lo que n-r sería el número de tendencias estocásticas comunes o linealmente dependientes. Si r= 0, entonces cada precio tiene su propia tendencia estocástica independiente de los demás precios e implica que no existe cointegración entre ellos.

También significa que no existe una sola combinación lineal de precios que sea estacionaria. Si r=n, entonces los precios están integrados en los niveles I(0) y no en las primeras diferencias La cointegración perfecta se da cuando: r= n-1, lo que implica que existe sólo una tendencia estocástica común en el sistema de precios, por lo que se estaría hablando de que todo el sistema de precios constituye un sólo mercado y es factible que un solo precio sea representativo del sistema cumpliéndose la LPU (Ghoshray et al., 2003). El número de vectores de cointegración indica el grado de integración de los mercados regionales, por lo que lo esperado es que el rango este entre 0 ≤ r ≤ n.

Las condiciones de paridad de los precios (LPU) se contrastan a través de imponer restricciones sobre los parámetros de los vectores de la matriz de coeficientes de cointegración β' mediante la siguiente hipótesis nula:

La hipótesis nula de paridad simultánea de precios en (3) contrasta que el i-ésimo precio es único para todo el sistema de precios. El contraste de las hipótesis individuales y por separado de la ley del precio único para cada una de las ecuaciones de cointegración de precios, se realiza mediante la siguiente hipótesis nula:

En este caso se contrasta la hipótesis nula de que el primer precio guarda paridad (LPU) sobre el i-ésimo precio. También sobre la matriz de coeficientes de cointegración β' se le pueden imponer restricciones de coeficientes cero, conocidas como hipótesis de exclusión del i-ésimo precio en su papel de variable explicativa. Si la hipótesis es rechazada, significa que el i-ésimo precio forma parte de las relaciones espaciales y temporales de equilibrio de largo plazo. Las restricciones de exclusión también se pueden imponer sobre la matriz de coeficientes de ajuste de corto plazo α.

Si todos los parámetros de la matriz α son diferentes de cero, habrá causalidades en todas las direcciones y el sistema de precios habrá de estimarse completamente. Si algún vector es de ceros, entonces ese precio es débilmente exógeno (líder) sobre los demás precios, y si este precio no es afectado por los movimientos de corto plazo de los otros precios, entonces será un precio con exogeneidad (liderazgo) fuerte. El procedimiento consiste en verificar las restricciones de excluir cada precio individualmente para todo el sistema de precios; es decir, en realidad se está probando la hipótesis nula de no causalidad al imponer restricciones de exclusión de vectores de precios exógenos que rigen simultáneamente en varias ecuaciones de precios endógenos. De esta manera, sí los mercados están integrados, un cambio de precio en un mercado se manifestará en los otros precios del sistema.

Para medir la integración de los mercados, se seleccionaron los productos hortofrutícolas representativos del comercio entre ambos países, según su importancia en la estructura de las exportaciones de México. Se recopilaron series de precios de los principales mercados de abasto en el caso de México y de los mercados terminales en EE.UU. El criterio para seleccionar los mercados fue: a) importancia relativa de la localidad en la demanda y oferta de cada país; y b) disponibilidad de datos. En México los principales centros de consumo son las centrales de abasto ubicadas en el Valle de México, Guadalajara, y Monterrey (áreas metropolitanas con más de 2.5 millones de habitantes).

En comparación, los mercados estadounidenses son tres veces más grandes que los mexicanos en términos de población, dejando de lado las diferencias de ingreso, siendo las ciudades más importantes, las áreas metropolitanas de New York y Los Ángeles, con más de 10 millones de habitantes, seguidas por San Francisco, Chicago, Detroit y Washington con una población de más de 5 o menos de 10 millones de habitantes. San Diego, Phoenix, Houston, Dallas, Miami, Atlanta, St. Luis, Minneapolis, son ciudades con más de 2.5 millones de habitantes (INEGI, 2010 y U.S. Census Boreau, 2010).

Por el lado de la oferta, las principales regiones productoras de hortalizas de México son: aguacate en el estado de Michoacán, donde se produce 87% de la producción nacional; cebolla, Chihuahua (16%), Guanajuato (14%), Baja California (14%), Tamaulipas (13%) y Morelos (9%). La fresa es producida principalmente en Michoacán, que representa el 47.32% de la producción nacional, Baja California, con el 29.35%, Guanajuato 12% y Baja California Sur produce 5.35%, del total nacional en el periodo. El pepino es producido principalmente en Sinaloa, con 58%, y Michoacán, con 24%, de la producción nacional. El tomate rojo, se produce en su mayor parte en Sinaloa y las Baja California (estas dos últimas entidades federativas aportan 30% de las exportaciones hacia los EE.UU.). Los estados especializados en la exportación de hortalizas son principalmente Sinaloa, Baja California y Michoacán (SIAP, 2010).

En EE.UU. los principales estados productores de frutas y hortalizas son California y Florida, regiones que tradicionalmente compiten con las hortalizas importadas de México, en ciertas épocas del año (ventanas de exportación), de acuerdo con ciclo productivo de cada región y producto.

Con el propósito de identificar los cambios en los precios que tienen origen en las variaciones de la oferta se determina el índice de estacionalidad, donde los precios reales mensuales de cada año y mes (P*ij) se expresan como porcentaje de su media anual (P*ij). Dichos porcentajes de los meses en diferentes años se promedian, usando la media aritmética a cada mes de todos los años, así para el mes de enero del año 1 a año "n" se tiene la siguiente fórmula.

 

Resultados y discusión

Las variaciones estacionales de los precios están determinadas por los cambios en la demanda y oferta en determinadas épocas del año. En el caso de la oferta, el clima provoca que la mayor parte de la producción salga en ciertos meses del año, mientras que por el lado de la demanda las costumbres y tradiciones generan estacionalidad en el consumo y por lo tanto en los precios. En México, la producción de hortalizas para exportación tenía en sus inicios el propósito de contrarrestar la estacionalidad de la producción, de los Estados Unidos de América en temporada en que el clima era desfavorable. Se producía en otoño-invierno en Sinaloa, Sonora y en ciclo primavera-verano en Baja California y Baja California Sur.

Con el tiempo, las innovaciones tecnológicas, como la incorporación de la agricultura protegida, permitieron que el periodo de producción se ampliara a más de seis meses del año, llegando a producir en algunos casos en los dos ciclos productivos. Así, la producción mexicana destinada al mercado estadounidense se puede clasificar en complementaria estacional, abastecedor parcial o proveedor absoluto.

México es el principal productor y exportador de aguacate en el mundo. Abastece al mercado de EE.UU. con 62% de su oferta, participación que ha crecido notablemente a partir de 1997, cuando su cuota era de 0.25% (USDA, FAS, 2011). Este aumento se debe principalmente al cumplimiento de las regulaciones fitosanitarias y a la demanda creciente del mercado. El índice de estacionalidad de los precios del aguacate de México y Estados Unidos de América es ilustrado en el Figura 1, muestra que en México los precios son más bajos en invierno y primavera, incrementándose notablemente en verano.

El índice se incrementa de 79 puntos en enero a 126 en agosto. Mientras que en Estados Unidos de América los precios varían menos a lo largo del año. De noviembre a febrero se mantiene en 97 puntos, incrementándose en verano hasta 102 puntos. En ambos países la tendencia de los precios es convergente, suben en verano y bajan en invierno. La variación estacional de los precios es menor en EE.UU. que en México, ya que la diferencia entre el valor más bajo y el más alto, en el primero, es de 5 puntos, en contraste con México que es de 47 puntos.

Por otra parte, México participa en promedio con 15% del suministro de cebolla a Estados Unidos de América, manteniéndose este constante en los últimos 15 años, con algunos altibajos. A pesar de lo anterior, la cuota de importaciones de México ha disminuido en 1995 representaba 84%, para 2007 había descendido al 50%, recuperándose para 2011 con 57%, significando que son otros los países que están aumentando su participación en este mercado, especialmente Canadá, en casi 10 puntos porcentuales (USDA, FAS, 2011). El consumo per cápita de cebolla es similar en ambos países, solo ha aumentado en el periodo de estudio (1998-2008) de 10 kg por persona (USDA, ERS, 2012). La cebolla tiene un ciclo bianual, donde en otoño-invierno se produce 60% de la producción nacional, mientras que el resto se produce en primavera-verano.

Considerando el índice de estacionalidad de los precios de la cebolla, se observa cómo se complementa la producción de ambos países. En los meses de enero a junio México tiene menores precios, y a partir de julio a noviembre son menores en los Estados Unidos de América. Los meses de convergencia son en verano y otoño. En México el valor más bajo es de 69 puntos, en mayo, y su valor más alto en diciembre, con 134 puntos; mientras que en EE.UU. es de 92 también en mayo, y 124 en enero. La variación estacional de los precios es mayor en México, con una diferencia entre su valor más bajo y alto de 65 puntos, mientras que en EE.UU. es de 32 puntos.


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El mercado norteamericano de la fresa es un mercado en crecimiento para México, si bien participa con10% de la oferta; en términos de importaciones cubre 99% de Estados Unidos de América (USDA, FAS, 2011). El índice de estacionalidad de precios de México y los Estados Unidos de América, tiende a converger en verano y otoño, cuando la producción disminuye en México y se elevan los precios. La variación estacional de los precios es más suave en Estados Unidos de América que en nuestro país, probablemente por las importaciones de terceros países que contrarrestaran la estacionalidad de la producción. En EE.UU. el valor más bajo del indicador se observa en julio 93 y el más alto en diciembre 112, en México, el más bajo es en marzo 69 y el más alto en octubre 144, por consiguiente la variación de precios es mayor en nuestro país con 75 puntos, mientras que en EE.UU. es de 19 puntos.


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El pepino tiene un ciclo bianual de producción, siendo en otoño-invierno donde se cosecha la mayor parte de la producción nacional. En la Figura 4, se observa que el índice de estacionalidad de precios de México y EE.UU. es similar, con tendencia a converger en primavera. En los Estados Unidos de América, el indicador muestra su valor más bajo en agosto, con 96 puntos, para luego subir, alcanzando su valor más alto en marzo, con 107. En México, el valor más bajo se presenta en el mes de mayo, con 91 puntos, para empezar a subir hasta alcanzar 112 en noviembre. En ambos países, los precios más bajos se observan en junio y julio, con tendencia a converger en primavera (marzo y abril). También en ambos países los precios suben al inicio del otoño y bajan en invierno, para luego aumentar en primavera. La diferencia entre el valor más bajo y el valor y más alto del índice es de 11 puntos en ambos países.

El pimiento es una de las hortalizas de exportación en crecimiento. México abastece 35% del mercado de EE.UU. (USDA, FAS, 2011). De acuerdo con el índice de estacionalidad de los precios, el nivel de estos es similar en ambos países. El de México muestra un valor constante a lo largo del año, entre 96 y 115 puntos, elevándose 10 puntos en los meses de noviembre y diciembre. En EE.UU. el índice tiene más variaciones, acentuándose este fenómeno en los meses de verano y otoño, cuando baja a 92 puntos, incrementándose en invierno a 123 puntos, posiblemente cuando la oferta disminuye. La variación es mayor en este último país con 30 puntos de diferencia entre su valor más bajo y más alto.


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Si bien México cubre 40% de la oferta de jitomate de los Estados Unidos de América, la participación en la estructura de importaciones disminuyó 10 puntos en el periodo de estudio de 90 a 80% (USDA, FAS, 2011). La tendencia del índice de estacionalidad de los precios de México y Estados Unidos de América, es similar en primavera y otoño, y divergente o complementaria en verano e invierno, con mayor variación en México. En EE.UU. el valor mínimo se observa en julio, con 84 puntos, y el máximo en diciembre con 122, mientras que en México es de 65 en marzo y 136 en diciembre, con una diferencia de 38 puntos en EE.UU. y 70 en México.


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La verificación del cumplimiento de la LPU se realizó en tres ámbitos de mercado: a) conjunto o regional, donde compiten todos los mercados de México y Estados Unidos de América de cada producto; b) a nivel individual para México y para EE.UU; y c) contraste binacional donde compiten las centrales de abastos de México con los mercados terminales de Estados Unidos de América.


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Considerando el mercado nacional del aguacate se verifica un precio único para 60% de las relaciones de precios probadas, 9 de 15 posibilidades. En el mercado de EE.UU. solo en 4 de 10 relaciones se verifica la ley. En el contraste binacional es menor la presencia de la LPU, con 10%, indicando que en el mercado no hay precio líder y que no tiene integración perfecta.

El mercado regional de la cebolla tiene precios líderes, son los mercados terminales de Los Angeles, Dallas y Atlanta, donde se establecen los precios de la cebolla en México y EE.UU. siendo las demás centrales precios seguidores. Respecto a la prueba de hipótesis individual, la LPU solo se verifica en 46% de las relaciones de precio de México y 50% en EE.UU. A nivel binacional en 31% se verifica.

Los resultados del análisis de integración de la fresa indican que el mercado de EE.UU. está más integrado que el de México, con 58% con respecto a solo 30% de las relaciones de precios en México. A nivel binacional la verificación de la LPU es apenas de 10%.

Los precios del pepino reflejan la menor integración en ambos países, en México es nula con 0% de la relaciones de precios, mientras que en EE.UU. es 20%. En el mercado binacional con 4%.

El pimiento es el producto más integrado en EE.UU. con la presencia de la LPU en 44% de la relaciones de precios, mientras que en México el cumplimiento es nulo, mientras que en el modelo binacional es 17%.

En el caso del jitomate las centrales de abasto de Culiacán, Guadalajara y Monterrey son mercados líderes y causan los precios de los demás mercados. Después del aguacate y la cebolla es el mercado más integrado, con la verificación de la LPU en 40% de las relaciones de precios, mientras que en EE.UU. solo se verifica 20%. A nivel binacional la integración es mayor con la verificación de la LPU de 58%.

 

Conclusiones

Comparando los resultados con la evidencia empírica se confirma el planteamiento de que "los mercados están integrados en una variedad de grados dependiendo del nivel de liberalización comercial alcanzado previo al TLCAN". Eso quiere decir que en los mercados, cuyos intercambios comerciales son más intensos, el proceso de apertura se originó desde hace más de tres décadas. En los trabajos de Susanto, (2007) y Padilla-Bernal (2003), a pesar de que se utilizaron otros métodos para medir la convergencia de los mercados y tener objetivos particulares se llega a conclusiones similares como en el caso de la cebolla y jitomate, donde si bien la integración es parcial y asimétrica, las centrales de abastos y mercados terminales ejercen liderazgo en la formación de precios a nivel binacional.

Se identifica mayor grado de integración a nivel individual en los mercados terminales de Estados Unidos de América: cebolla (50%) y fresa (58%). En México el mercado más integrado a nivel nacional es el del aguacate (60%). En el ámbito binacional, el mercado más integrado es el jitomate con 55% de las relaciones de precios verificadas. Productos como el pepino y pimiento presentan los nivele más bajos de integración, especialmente en los mercados mexicanos y en el mercado binacional, pero con integración mayor en el mercado norteamericano.

 

Literatura citada

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