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Revista mexicana de ciencias agrícolas

versión impresa ISSN 2007-0934

Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.6 no.2 Texcoco feb./mar. 2015

 

Ensayo 

 

El cooperativismo agroalimentario en España: estrategias de calidad y diferenciación del sector*

 

Agri-food cooperatives in Spain: quality strategies and differentiation of the sector

 

Federico Martínez-Carrasco Pleite y Maged Eid1

 

1 Universidad de Murcia-Departamento de Economía Aplicada- Facultad de Economía y Empresa. maged@um.es.

1 Departamento de Economía Aplicada-Facultad de Economía y Empresa. Campus de Espinardo. Universidad de Murcia. 30100. Murcia (España). Tel: +34-868-887929. §Autor para correspondencia: femartin@um.es.

 

* Recibido: julio de 2014
Aceptado: diciembre de 2014

 

Resumen

En este trabajo se describe la dimensión e importancia del cooperativismo agroalimentario a nivel europeo, abordando la asimetría de escala que se da dentro de la cadena de valor entre sus actores comerciales en origen y en destino. La situación del movimiento cooperativo en el área mediterránea se aborda desde el estudio del caso de España, realizándose una descripción de sus principales estrategias de crecimiento e innovación. Pese a lo heterogéneo y atomizado de su estructura empresarial, el sector cooperativo nacional presenta altos niveles de competitividad, mostrando una elevada capacidad de adaptación a los requerimientos que los mercados le imponen en términos de escala, calidad o diferenciación de sus productos.

Palabras clave: calidad, competitividad, cooperativismo agrario, diferenciación, España.

 

Abstract

In this paper the size and importance of agri-food cooperatives at European level is described by addressing the asymmetry of scale that occurs within value chain between their commercial actors at origin and destination. The situation of cooperative movement in the Mediterranean area is approached from the case study of Spain, performing a description of their main growth strategies and innovation. Despite the heterogeneous and fragmented its business structure, the national cooperative sector has high levels of competitiveness, showing high adaptability to the requirements that markets will impose in terms of scale, quality and product differentiation.

Keywords: agri-food cooperatives, competitiveness, differentiation, quality, Spain.

 

Introducción

En el año 2012 tenía lugar la celebración del "Año Internacional de las Cooperativas", declarada por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en aplicación de la resolución de su asamblea general A/RES/64/136 (ONU, 2010), según la cual se recordaba la importancia e interés de este modelo de empresa colectiva por sus contribuciones al desarrollo económico y social en todo el mundo. En la declaración de su celebración se establecían tres grandes objetivos: "crear una mayor conciencia de su contribución al desarrollo económico y social, y al logro de los objetivos de desarrollo del milenio"; "promover y fomentar la constitución y el crecimiento de cooperativas"; y "alentar a los gobiernos y organismos a implementar políticas, leyes y normativas que propicien la constitución y el crecimiento de las cooperativas".

La Alianza Cooperativa Internacional (ACI), organización de representación del sector del sector en el ámbito internacional define a las cooperativas como cualquier "asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada". Estas han de responder a los principios cooperativos -descritos en 1843 por los Pioneros de Rochdale- que les diferencia de otros tipos de empresa: 1er membresía abierta y voluntaria; 2do control democrático de los miembros; 3er participación económica de los miembros; 4to autonomía e independencia; 5to educación, formación e información; 6to cooperación entre cooperativas; y 7mo compromiso con la comunidad. Todos ellos, definitorios de las cooperativas frente al modelo de empresa capitalista dominante, determinan un mayor respeto a valores sociales tales como son la ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad, solidaridad, honestidad, transparencia o responsabilidad social.

El modelo cooperativo y mutualista está presente tanto en economías avanzadas como en desarrollo, cifrándose en más de 800 millones su número total de socios a nivel mundial, con cerca de 100 millones de puestos de empleo generados. La dimensión del movimiento difiere según sectores y países, estando presente, entre otros, en los ámbitos de la banca, los servicios financieros y mutualidades; el consumo y la distribución; la industria; la prestación de servicios; o la agroindustria y la agricultura, objeto de análisis en este documento. Según el informe World Cooperative Monitor (ACI, 2012), las 300 mayores cooperativas y mutualidades presentes en 61 países del mundo alcanzaron en 2010 una cifra de facturación de 2 192 billones de dólares, de los que 1 155 correspondía a cooperativas no bancarias o de seguros. En el listado ampliado que ofrece esta fuente, es destacada la dimensión que tienen algunas cooperativas agroalimentarias, alcanzando las 553 cooperativas recogidas (24% del total de 2 192 casos) una facturación de 483.2 billones de dólares. Pertenecientes en su mayor parte a países desarrollados, forman el top-10 de ese ranking las siguientes cooperativas: Zen-Noth (Japón), CHS Inc (USA), Fronterra Cooperative Group (Nueva Zelanda ), Royal Friesland Campina (Netherlands); BayWa Group (Alemania), Dairy Farmes of America (USA), Leverandorselskabet Danish Crow AmbA (Dinamarca), Arla Foods (Dinamarca) y Suedzucher (Alemania). Pese a la dimensión económica que presentan esos casos "de éxito", el movimiento cooperativo en el sector agroalimentario no responde en su inmensa mayoría a la dimensión que alcanzan esas cooperativas, siendo dominante menores dimensiones.

En este trabajo, se analiza la situación del cooperativismo agroalimentario en el mediterráneo europeo a partir del estudio del caso de España, líder en el abastecimiento europeo de frutas y hortalizas. Previo a la presentación de la información estadística existente de las cooperativas agroalimentarias en este país, en los primeros apartados de este ensayo se describe la importancia del cooperativismo agroalimentario en Europa, abordando las dificultades competitivas que estas entidades de comercialización en origen tienen en términos de escala, dado el poder que dentro de la cadena comercial presenta en la actualidad la gran distribución, enormemente concentrada. Para contrastar dicha asimetría entre los actores del canal, y las dinámicas de integración vertical y concentración acontecidas en los mercados, se ofrece en el primero de los epígrafes de este trabajo una relación de los principales actores del sector hortofrutícola en los niveles detallista, mayorista y en origen, contando para ello con las estadísticas que acerca de todos esos actores del canal comercial ofrece para el mercado español la revista Alimarket.

Si bien los procesos de crecimiento del modelo cooperativo han sido muy destacados en toda la Unión Europea (UE), con importantes procesos de concentración y fusiones en sus países del norte y centro, el cooperativismo agroalimentario en España adolece de una menor dimensión y capacidad de negociación. No obstante, esa menor escala es suplida con destacados esfuerzos de innovación que permiten a muchas de sus cooperativas ser líderes en su actividad. Por lo tanto, sin la presencia del movimiento cooperativo en el sector agroalimentario europeo y español, complementario y en convivencia con otras empresas en origen de corte capitalista, la supervivencia en la actividad de muchos pequeños y medianos agricultores o ganaderos no hubiera sido factible. Tal y como se mostrará en el último apartado de este trabajo, la labor de las cooperativas ha sido muy destacada en la difusión y apoyo a la innovación. Sin su participación, muchos agricultores hubieran sido incapaces de abordar de manera individual los avances que han tenido lugar en términos de innovación comercial e incorporación de valor añadido a sus producciones, siendo destacado el impulso que en la implantación de certificaciones y sellos de calidad estas han tenido, mostrando su capacidad de adaptación a las crecientes exigencias de los mercados (González, 2007). La información que se recoge en este estudio sobre los niveles de implantación de diferentes innovaciones y de certificaciones de calidad en el sector agroalimentario español muestra, además del potencial competitivo y nivel de liderazgo de muchas cooperativas, la elevada heterogeneidad que dentro del sector sigue existiendo, con limitaciones de escala y de estructura comercial.

Cooperativas agroalimentarias y la cadena de valor

Importancia del movimiento cooperativo al nivel europeo

En la Unión Europea (27) hay cerca de 160 000 cooperativas, a las que pertenecen como asociados 123 millones de personas, generando 5.4 millones de puestos de trabajo -incluyéndose en esas cifras las cerca de 50 000 cooperativas del sector industrial y de servicios- y dando empleo a 1.4 millones de personas (UE, 2013), cerca de 5% del Producto Interior Bruto de los estados miembro. Por sectores de actividad, y según el World Cooperative Monitor (ACI, 2012), las mayores cooperativas en Europa están presentes en todos las actividades productivas, siendo elevado el número de estas que pertenecen al sector de seguros y mutuas (28%), las cooperativas agroalimentarias (26%) o las cooperativas de consumo y del sector minorista (21%). Un análisis más detallado de la situación actual de las empresas líderes del sector cooperativo en el ámbito agroalimentario europeo es aportado recientemente por la investigación realizada a petición de la Comisión Europea por Bijman et al. (2012). Este estudio aporta valiosa información de la participación del cooperativismo agroalimentario de los Estados miembros de la UE (27) en sus ocho principales sectores agrícolas y ganaderos. De este estudio se desprende que en 2010 las cooperativas agroalimentarias generaron una facturación total de 483.2 mil millones de euros, con una cuota de mercado en esas ocho producciones cercana al 40% de la cuota total de mercado. Tal y como se muestra en el Cuadro 1, las cooperativas europeas dedicadas a la producción y comercialización de lácteos (L), frutas y hortalizas (FyH) y vino (V) son las únicas cuya participación en el total de sus respectivos mercados supera la mencionada cuota media del sector cooperativo, existiendo importantes diferencias entre países del norte y sur de la UE.

La participación del modelo cooperativo en la comercialización de productos agroalimentarios permite identificar distintos niveles de desarrollo del movimiento cooperativo a nivel europeo, pudiéndose definir en Europa, tal y como se muestra en el Cuadro 2, tres grandes tipologías de cooperativas según su nivel de facturación media en los ocho sectores antes mencionados (Baamonde, 2009): a) el modelo nórdico, con cooperativas con facturaciones medias superiores a los 250 millones de euros, orientadas fundamentalmente a la producción láctea, cárnica o la gestión de productos silvícolas. b) el modelo de países Centroeuropeos, con cooperativas en los sectores de suministros agroalimentarios, lácteos y producción de carne de porcino, con una facturación media de entre 10 y 30 millones de euros. c) el modelo de los países del sur de Europa, orientados a la comercialización de productos mediterráneos, siendo este el que presenta unas cooperativas de menos concentradas, con una facturación media inferior a los 15 millones de euros.

En este último grupo se encontrarían los casos de España e Italia, destacados productores y abastecedores de los mercados europeos de frutas, hortalizas, vino, aceite de oliva o frutos secos. Para poder contrastar la importancia que el sector agroalimentario español tiene en el abastecimiento de los mercados europeos y altos sus niveles de competitividad en determinadas orientaciones productivas se recomienda la lectura de la obra coordinada por Aznar (2011), que analiza sus principales Cluster agroalimentarios, destacando entre otros los estudios los relativos a la horticultura intensiva de Almería (García- Bellido, 2011); la hortofruticultura de la Región de Murcia (Martínez- Carrasco Pleite y Martínez Paz, 2011); o de la industria del vino en La Rioja (Larreina- Díaz, 2011).

Dimensión de las cooperativas agroalimentarias en la cadena de valor

Las cooperativas agroalimentarias permiten la concentración de las producciones de pequeños y medianos agricultores o ganaderos asociados, posibilitándoles el acceso a economías de escala en la compra de inputs o en la posterior comercialización en destino de sus producciones. En otras ocasiones, los procesos de concentración de la oferta en origen mediante cooperativas, les ha permitido abordar nuevos procesos de transformación, apropiándose e incorporando valor añadido a sus producciones, reduciendo los riesgos del mercado, o posibilitado procesos de innovación productiva y comercial, necesarios todos ellos en el mantenimiento de su capacidad competitiva y de la actividad agraria en muchas zonas rurales.

Pese a la importancia que en la concentración de la oferta en origen (productores) tienen las cooperativas agroalimentarias en Europa, es cada vez más intensa la existencia de fuertes asimetrías de poder entre los actores de la cadena comercial, dominada por grandes supermercados y cadenas comerciales. Así, en la actualidad la distribución de alimentos a nivel detallista se encuentra en manos de un muy reducido número de grandes grupos internacionales -tal sería el caso de Wal-Mart, Carrefour, Tesco, etc.- o nacionales, con volúmenes de negocio que les proporciona un enorme poder de negociación (Cuadro 3). En el caso español, es un grupo de supermercados nacional -Mercadona- el que lidera las ventas de alimentos, con una facturación total de 16 448 millones de euros (Alimarket, 2013), seguida de otros grandes grupos europeos (grupo Carrefour, Auchan, DIA o Lidl supermercados) y de capital nacional, como es la cooperativa Eroski (perteneciente al grupo cooperativo Mondragón) o El Corte Inglés (Alimentación), todos ellos con ventas en España superiores a los 2 400 millones de euros.

El poder de los grandes grupos de distribución europeos se pone de nuevo de manifiesto al analizar el nivel de penetración que han logrado en determinadas actividades con la implantación de grandes centrales de compra en origen, tal y como sería el caso del sector hortofrutícola en España. Tal es así que, un análisis de los actores de su canal comercial a nivel mayorista en ese sector (Cuadro 4), sitúa al Grupo Socomo (sociedad de compras modernas) como el mayor comercializador y exportador nacional, con una facturación de 525 millones de euros. Se trata de la central de compras de la cadena de hipermercados francés Carrefour, creada para el suministro de frutas y verduras a sus tiendas en España y a otros 17 países (Alimarket, 2013).

Este proceso de integración vertical de cadenas de hipermercados, seguido por otras cadenas -tal y como es el caso de la red de minoristas más grande del mundo Spar con su central de compras hortofrutícolas en Valencia (Edeka)-, pone de manifiesto la posición de poder de la gran distribución a nivel detallista y mayorista. El análisis de los principales grupos de distribución hortofrutícolas en España permite de igual manera comprobar la reacción que en la última década ha tenido el cooperativismo europeo en términos de concentración comercial, creando alianzas o entidades comercializadoras de segundo nivel de mayor escala.

Tal es el caso de la cooperativa de segundo grado Anecoop que, con una facturación de 482 millones de euros, comercializa en el exterior productos hortofrutícolas de 79 cooperativas de primer grado asociadas, con presencia en diez provincias españolas. El contexto descrito, con una gran distribución muy concentrada, con presencia en los mercados en origen mediante sus propias centrales de compras, contrasta con un sistema productivo y comercial en origen, en general, muy atomizado. Pese a estar los productores organizados a través de cooperativas, o existir en las zonas de producción estructuras comerciales privadas -de grandes productores o de mayoristas en origen locales-, los productores agrarios se sitúan como el eslabón más débil de la cadena comercial, constituyendo el modelo cooperativo una posibilidad de concentración de la oferta y de incorporación de valor añadido a las producciones de agricultores y ganaderos. Para ampliar el conocimiento del cooperativismo agroalimentario nacional y sus niveles de competitividad en el ámbito nacional y europeo, se recomienda la lectura, entre otros, de los estudios de Baamonde (2009) o Julia et al. (2010), Arcas Lario y Martínez-Carrasco Pleite (2011).

Cooperativismo agroalimentario en España

El cooperativismo agroalimentario y su federación nacional

Las cooperativas agroalimentarias se configuran como un modelo de empresa esencial en el sector agrario y el desarrollo rural en España, contando en el año 2011 con más de 3 800 cooperativas, cerca 1 100 000 de agricultores y ganaderos asociados, 97 mil empleos directos y una producción que alcanza un total de 19 172 millones de euros (Cooperativas agroalimentarias, 2012), lo que representa 46.56% de la Producción Final Agraria nacional, que alcanzó ese año un valor total de 41 176.8 millones de euros (MAGRAMA, 2012). Para obtener información a nivel más detallado del sector, es preciso acudir a los informes que sobre las cooperativas adheridas a su federación nacional ofrece esa fuente. Cooperativas agroalimentarias, además de ser el interlocutor del sector cooperativo ante la administración nacional y comunitaria, está presente en la Confederación General de Cooperativas Agroalimentarias de Europa (COPA-COGEGA). Su objetivo principal, tal y como establece en su página web, es el de "impulsar un modelo cooperativo empresarial, rentable, competitivo, profesionalizado, generador de valor y con una dimensión relevante, contribuyendo así a la sostenibilidad del sector agroalimentario español". A través del Observatorio Socioeconómico del Cooperativismo Agroalimentario Español (OSCAE), financiado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), ofrece estadísticas de las cooperativas agrarias en España adheridas a su federación nacional.

La escasez de datos oficiales del sector a un nivel detallado es cubierta por los informes ofrecidos por el OSCAE, siendo esta la fuente empleada para apoyar la descripción que en los siguientes epígrafes se realiza sobre la situación del cooperativismo agrario en España y los análisis de los procesos de crecimiento, integración e innovación que este ha experimentado en las dos últimas décadas. Tal y como se muestra en el Cuadro 5, Cooperativas Agroalimentarias reúne en sus diferentes federaciones territoriales a 2 827 cooperativas, representando a 73% de las entidades del país. Entre ellas se encuentran cooperativas de primer y de segundo, muchas de ellas líderes en sus producciones y áreas geográficas, siendo -en muchas regiones rurales o sectores- actores clave de desarrollo y de diversificación de la actividad primaria. Las entidades de primer grado reúnen a productores asociados con un fin productivo y comercial, a través de sociedades cooperativas y Sociedades Agrarias de Transformación (SAT), suponiendo las cooperativas de segundo grado un proceso de integración de organizaciones bajo la modalidad de entidad cooperativa.

Atendiendo a su facturación, relacionada con la especialización productiva de la agricultura española (cooperativas agroalimentarias, 2012), es en el sector de frutas y hortalizas en el que destacan las cooperativas (26.5% del volumen de facturación), seguida de otras producciones como son el aceite de oliva (12.4%), suministros (11.3%), alimentación animal (10.7%), herbáceos o vino (7.7%).

Empresas líderes del sector y dimensión media

Un análisis de los cinco mayores grupos cooperativos agroalimentarios en España sitúa en la primera posición (Cuadro 6) al grupo de producción avícola y ganadera Coren, situado en la CCAA de Galicia y una facturación de 1 005 millones de euros (Cooperativas Agroalimentarias, 2013); seguido del Grupo AN de productores agrícolas y ganaderos de Navarra (612 millones de euros); de Anecoop (439 mill. de euros), cooperativa de segundo grado dedicada a la comercialización en mercados externos de frutas y hortalizas; de hojiblanca, cooperativa de segundo grado reconocida en la producción y comercialización de aceite de oliva; y de la cooperativa de primer grado de suministros y producción de leche Covap. Pese a la existencia de grandes grupos cooperativos, fundamentalmente de segundo grado, que alcanzan facturaciones anuales superiores a los 300 millones de euros, el tamaño medio nacional de las entidades cooperativas de primer o segundo es muy inferior, poniendo de manifiesto su enorme heterogeneidad. Tal es así que tan sólo 20 cooperativas -0.72% del número total de entidades representadas en la federación nacional- superan los 100 millones de euros; 17.67% alcanzan unas ventas entre 5 y 15 millones; 35.42% tienen ventas de 1 a 5 millones; y por último, 38.83% de las cooperativas no llegan a una facturación de 1 millón de euros (Cooperativas Agroalimentarias, 2013).

Un análisis más detallado de la información disponible permite comprobar cómo la facturación media de las entidades de primer grado asciende a 11.5 millones euros, y a 37.2 millones las de segundo grado (Cuadro 7), aglutinadoras estas últimas de las producciones de diversas cooperativas de primer nivel en su fase comercial o en la compra de inputs. El tamaño medio de las cooperativas responde como se señalaba en el anterior epígrafe al Modelo Mediterráneo, con un número medio de socios de 618 agricultores y ganaderos, y 39 empleados. La edad media de los socios de las cooperativas en España, con tan sólo 28% de los mismos menores a 45 años, pone de manifiesto uno de los retos del sector agrario nacional, con un grave problema de relevo generacional.

Procesos de integración e inter-cooperación

Las exigencias de escala comercial impuestas por los mercados y el poder de la gran distribución han llevado a la proliferación en esta última década de procesos de colaboración empresarial de segundo nivel, como serían las cooperativas de segundo grado -para la cooperación comercial, la apertura de nuevos mercados o la compra de inputs- o los consorcios de exportación. Tal y como muestran los datos del informe del OSCAE (Cooperativas Agroalimentarias, 2012) ofrecidos en el Cuadro 8, 37% de las cooperativas agroalimentarias españolas pertenecían en el año 2011 a alguna cooperativa de segundo grado, siendo ese porcentaje cuatro puntos superior al que se alcanzaba apenas tres años antes.

La orientación exportadora del sector agrario español, con producciones muy destacadas en los sectores hortofrutícola, vitivinícola u olivarero, determina que más de un tercio de las cooperativas de 1er grado exporten sus productos -destinando a los mercados externos 5.01 millones de euros en media-, participando 24.7% en consorcios de exportación u otros grupos de comercialización y promoción conjunta, como pudiera ser el caso de algunas interprofesionales. Otras manifestaciones de procesos de integración vertical, son la presencia de tiendas de venta de suministros agrícolas y ganaderos y a terceros (58.7%), o el desarrollo de servicios de suministro de carburantes (46.7%), siendo aún reducido el número de entidades que cuentan con sistemas de venta on-line como instrumento de venta directa al consumidor.

La dimensión de las cooperativas les ha permitido diversificar sus actividades y desarrollar servicios que prestan a sus agricultores y ganaderos asociados. En la actualidad más de 45.7% de las entidades de primer grado cuentan con técnicos de campo para su asesoramiento, contribuyendo decisivamente en la difusión de innovaciones y la adaptación de las producciones a las nuevas exigencias de los mercados, en permanente transformación. Son menos frecuentes las entidades que han participado en los últimos años en algún proyecto de investigación, o que cuentan con una unidad específica de I+D, cada vez más frecuente entre cooperativas líderes del sector.

Estrategias de calidad y diferenciación del sector

En este apartado, se analizan algunas de las estrategias y esfuerzos de innovación abordados en el ámbito comercial y de diferenciación, mostrándose el nivel de implantación que dentro del conjunto del cooperativismo agroalimentario nacional estas tienen. Tal y como se observa en el Cuadro 9, son cada vez más las cooperativas que disponen de marcas propias con las que comercializar sus producciones. Si bien sigue siendo frecuente en el sector la venta a-granel (sin reconocimiento o imagen de marca alguna), es cada vez mayor el porcentaje de sus productos que son vendidos a los mercados tras algún proceso de transformación o incorporación de valor añadido. Así, las cooperativas de comercialización participan de manera destacada en la apropiación por parte de pequeños y medianos productores del valor que se genera en posteriores etapas de la cadena. Por otro lado, es cada vez más intensa la reducción en el número de actores que participan en la cadena comercial, estableciéndose lazos de compra directos entre productores-comercializadores en origen y las grandes empresas de distribución detallista.

Así, si bien es cada vez más frecuente que las entidades comercializadoras en origen cuenten con sus propias marcas, en un esfuerzo de diferenciación, también lo es el suministro directo a grandes mayoristas y empresas de distribución, bajo cuyas marcas comercializan una cada vez mayor parte de sus producciones. Desde mitad de los años noventa ha proliferado en España el número de productos agrarios que, por sus características genuinas y diferenciales, han desarrollado marcas de indicación geográfica protegida, tales como denominaciones de origen protegidas (DOP) o indicaciones geográficas de protección (IGP). Tal y como se señala en el Cuadro 9, 29% de las entidades cooperativas comercializan parte de sus producciones bajo los distintivos de calidad genérica, mostrando la importancia de este esfuerzo de diferenciación y fomento de la calidad de sus producciones.

Coincidiendo con la sucesión de diversas alarmas sanitarias en Europa, como fue la presencia de residuos de pesticidas en alimentos frescos o la crisis de la Encefalopatía Espongiforme Bobina, en 1997 se crea bajo iniciativa de supermercados europeos el protocolo voluntario de buenas prácticas agrícolas Eurep-GAP (Euro Retailer Produce Working Group-GoodAgricultural Practices), que daría paso el año 2007 al Global-GAP, tal y como sucedió de manera particular en otros países: en el Reino Unido con el protocolo BRC (British Retal Consorcium), el IFS (International Food Standard) desarrollado por distribuidores alemanes, franceses e italianos; la certificación Nurture del grupo de supermercados Tesco, el SQF 1000 Code en los Estados Unidos, o a nivel global con el desarrollo de la norma ISO-22000 de sistemas de gestión de inocuidad.

Por ese motivo, sus abastecedores en muchos países, entre ellas cooperativas agroalimentarias españolas, han ido introduciendo de manera generalizada esos estándares y protocolos (Grazia y Hammoud, 2012), siendo creciente el número de entidades cooperativas que cuentan con esas certificaciones (28%), por la importancia que como destinatarios de la producción española tienen las grandes cadenas de supermercados de Europa, fundamentalmente en lo que a frutas y hortalizas frescas se refiere. Por otro lado, los esfuerzos de modernización empresarial han llevado a que cada vez un mayor número de cooperativas cuenten con certificaciones voluntarias de calidad en la gestión (11.7%), tal y como sería el caso de: a) la norma ISO-9001, ISO-14001 o EMAS (Eco-Management and Audit Scheme); b) estándares voluntarios de excelencia en la calidad empresarial, como es el Modelo EFQM (European Foundation for Quality Management); c) de Responsabilidad Social Empresarial (RSC), como la marca IQNet de AENOR y de otras certificadoras que responden a la guía UNE-ISO-26000.

Todas las iniciativas descritas de certificación de carácter voluntario, implantadas muchas de ellas en las cooperativas agroalimentarias españolas, ponen de manifiesto: primero, la capacidad de adaptación del sector a los retos del mercado; y segundo, el nivel de liderazgo y competitividad que dentro del sector presentan muchas de sus entidades cooperativas. Los sistemas de gestión y las marcas desarrolladas, más allá de propiciar mejoras en la gestión empresarial y en el impacto ambiental de las entidades, aportan indudables ventajas competitivas en el acceso a los mercados europeos y en la satisfacción de las exigencias de sus consumidores finales, superando con las mismas los requisitos que en términos de seguridad alimentaria o calidad determina el actual marco legal o reglamentario.

 

Conclusiones

Las cooperativas agroalimentarias europeas son un ejemplo de la eficacia y competitividad que este modelo de empresa colectiva puede llegar a alcanzar, no exenta de importantes retos en los ámbitos de su escala comercial, su eficacia empresarial y su gobernanza corporativa. Más allá de la importancia que estas han tenido en la concentración de la oferta en origen en muchos de sus países y en el desarrollo de nuevos proyectos de incorporación de valor añadido a las producciones de sus agricultores y ganaderos asociados, las cooperativas de comercialización se han mostrado un instrumento esencial en la supervivencia de pequeños y medianos productores, sin capacidad de abordar de manera individual las transformaciones que los mercados les exigen, en el que el poder de negociación de la gran distribución dentro de la cadena de valor y sus crecientes requerimientos, determinan un permanente reto de innovación para el sector productor, en general muy atomizado. La descripción que en este trabajo se ha realizado del movimiento cooperativo en el sector agroalimentario español, destacado por su producción de alimentos propios del Mediterráneo, muestra los avances que en términos de competitividad se han producido en el sector en los ámbitos de: un aumento de sus escalas comerciales mediante alianzas y procesos de integración; la diversificación de sus actividades; la diferenciación de sus productos; y una apuesta decidida del sector por un aumento de la calidad de sus productos y la eficacia en la gestión de las empresas.

Las estrategias de diferenciación adoptadas, con el desarrollo de nuevas indicaciones geográficas protegidas o la implantación de nuevos estándares voluntarios de calidad -muchos de ellos de inocuidad de los alimentos, de corte medioambiental o de excelencia empresarial- son una manifestación de los esfuerzos competitivos del sector cooperativo en unos mercados cada vez más concurridos y exigentes. Si bien son muchos los elementos que en este trabajo se han mostrado que apuntan al liderazgo que en determinados procesos de innovación han tenido las cooperativas agroalimentarias en España, son numerosos los retos a los que la mayor parte de las entidades del sector se enfrentan pues, en la mayor parte de los casos, las entidades cooperativas presentan débiles estructuras y capacidad de innovación, ligadas en gran medida a su aún reducida dimensión.

 

Literatura citada

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