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Revista mexicana de ciencias agrícolas

versión impresa ISSN 2007-0934

Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.6 no.2 Texcoco feb./mar. 2015

 

Artículos 

 

Frutos y semillas comestibles en el Estado de México*

 

Edible fruits and seeds in the State of Mexico

 

Isabel Martínez-De La Cruz1, Martín Rubí-Arriaga1§, Andrés González-Huerta1, Delfina de Jesús Pérez-López1, Omar Franco-Mora1 y Álvaro Castañeda-Vildózola1

 

1 Centro de Investigación y Estudios Avanzados en Fitomejoramiento, Facultad de Ciencias Agrícolas, Universidad Autónoma del Estado de México. Campus Universitario "El Cerrillo". El Cerrillo Piedras Blancas, Municipio de Toluca, Estado de México. México. C. P. 50200. Tel. y Fax: 01 (722) 2965518. Ext. 193. (imc_250@yahoo.com.mx; agonzalezh@uaemex.mx; djperezl@uaemex.mx; ofrancom@uaemex.mx; acastanedav@uaemex.mx). §Autor para correspondencia: m_rubi65@yahoo.com.mx.

 

* Recibido: septiembre de 2014
Aceptado: enero de 2015

 

Resumen

El Estado de México conjuga condiciones edafoclimaticas para el desarrollo de frutales que son fuente de fibras, vitaminas y minerales. Con el objetivo de inventariar las especies con frutos o semillas comestibles, se llevó a cabo una recolecta de ejemplares de junio 2012 a mayo de 2013. Informantes clave aportaron datos sobre las especies con frutos y semillas comestibles. Los ejemplares se determinaron taxonómicamente, la designación del hábito de crecimiento (hierba, arbusto o árbol), el origen geográfico, tipos de fruto, forma de consumo y usos adicionales, se realizó con base en observaciones de campo y revisión de literatura. Se registraron 40 familias, 83 géneros y 138 especies; 101 nativas y 37 introducidas. Las familias con mayor riqueza fueron: Cactaceae, Rosaceae y Fabaceae con 16, 14 y 12 especies respectivamente. Los géneros mejor representados fueron Opuntia con 13 especies y Citrus con cinco. El hábito de crecimiento dominante fue árboles con 74 especies, seguido por arbustos con 35 y hierbas con 29. Se reconocieron 19 tipos de fruto, prevalecen la baya (42.8 % especies) y la drupa (22.5 %). En 121 especies se consume el fruto y en 17 la semilla o estructuras anexas como sarcotesta y arilo. Además se procesan en diferentes modalidades; almíbar, licor, atole y helado son las más frecuentes. 94 presentan usos adicionales, destaca medicinal con 75 especies y ornamental con 36. Por lo tanto, es importante identificar estos recursos fitogenéticos y definir su potencial aún no aprovechado.

Palabras clave: forma biológica, forma de consumo, frutales nativos, tipos de fruto.

 

Abstract

The State of Mexico combines edaphoclimatic conditions for the development of fruit that are sources of fiber, vitamins and minerals. In order to inventory the species with edible fruits or seeds, it was held a collection of specimens in June 2012 to May 2013. Key informants provided data on species with edible fruits and seeds. The specimens were identified taxonomically, the designation of growth habit (herb, shrub or tree), geographical origin, type of fruit, consumption and additional uses, it was made based on field observations and review of literature. 40 families, 83 genera and 138 species were recorded; 101 native and 37 introduced. The richest families were: Cactaceae, Rosaceae and Fabaceae with 16, 14 and12 species respectively. The best represented were Opuntia with 13 species and Citrus with five. The dominant growth habit was tree with 74 species, followed by shrubs with 35 and grasses with 29. 19 types of fruit were recognized, prevailing the berries (42.8% species) and drupe (22.5%). In 121 species the fruit is consumed and in17 the seed or adnexal structures as sarcotesta and aryl. Besides, are processed in different ways; syrup, liquor, atole and ice cream are the most frequent. 94 have additional uses, medicinal stands with 75 species and ornamental with 36. Therefore, it is important to identify these genetic resources and define their potential untapped.

Keywords: biological form, consumption type, native fruit, types of fruit.

 

Introducción

México es un país megadiverso y una nación multicultural; en su territorio existen más de 26 000 especies de plantas vasculares y se hablan 62 lenguas indígenas (Castro et al., 2011; Villaseñor y Ortiz, 2014). Esta conjunción de diversidad biológica y cultural origina un amplio uso de plantas, de tal forma que alrededor de 7 000 especies son aprovechadas principalmente como medicinales, comestibles y ornamentales (Castro et al, 2011).

Los frutos comestibles pueden consumirse en fresco o procesados; poseen altos valores en vitaminas, minerales, elevados contenidos en fibra y presentan propiedades antioxidantes, por lo que constituyen un valioso complemento en la alimentación de la población y contribuyen a reducir los niveles de desnutrición, pues de acuerdo con estimaciones de la FAO (2014), en el mundo existen 842 millones de personas que no disponen de una alimentación suficiente para llevar una vida activa y saludable.

Para la República Mexicana Borys y Leszczyñska (2001) reportan 712 especies frutales; 65 son comercialmente aprovechadas (32 nativas y 33 introducidas), 25 son objeto de comercio pero no figuran en la lista de estadística oficial y 633 son frutales cultivados localmente en los huertos familiares y de recolección; señalan que los frutales son de mayor trascendencia para el ser humano que los cultivos básicos. Actualmente, ciertas entidades federativas cuentan con alguna publicación de frutales; para Tabasco, Maldonado et al. (2004) reportaron 40 especies de frutales e indicaron que los frutos son complemento importante en la dieta alimenticia y pueden ser una fuente de ingresos económicos relevante para las familias rurales. Para Veracruz, Lascurain et al. (2010) mencionan 106 frutos silvestres. En Michoacán, Segura et al. (2009) inventariaron 134 especies y revelaron que la conservación ex situ juega un papel importante. En la Sierra Norte de Puebla, Martínez (2007) reportó 107 frutales con predominio de los nativos (65.4 %) sobre los introducidos (34.6%), mientras que Martínez et al. (2007) señalaron la existencia de 319 en los cafetales de la Sierra Norte, establecen que las plantas comestibles y medicinales satisfacen las necesidades primordiales del hombre, como alimentación y salud.

En el Estado de México se cultivan diversas especies frutales en 25 763 ha, que equivalen a 3% de la superficie agrícola. La producción se centra en aguacate (Persea americana Mill.), durazno (Prunus persica (L.) Batsch.), guayaba (Psidium guajava L.) y tuna (Opuntia spp.) que ocupa 92% de la superficie frutícola y aportan 92% del volumen de frutos producidos así como 90% del valor de la producción, han alcanzado niveles aceptables de producción, logrando incursionar, aunque en baja escala, en el mercado internacional (Borys y Leszczyñska, 2001; SEDAGRO, 2012; Rubí et al, 2013). Lo anterior aunado a la escases de estudios florísticos dirigidos a frutales (Rubí et al., 2014) marca la necesidad de identificar especies potenciales que contribuyan en diversificar la fruticultura por razones económicas, productivas, nutricionales y ambientales; el disponer de un inventario de especies frutales permitirá contar con información para planear y ejecutar estrategias de acción en la conservación y aprovechamiento de la riqueza genética de la entidad. Por lo anterior, el objetivo del presente trabajo consistió en obtener un inventario de las especies con frutos y semillas comestibles presentes en el Estado de México.

 

Materiales y métodos

Área de estudio

El Estado de México se ubica en el centro de la República Mexicana, entre 18º 21' y 20º 17' de latitud norte y 98º 35' y 100º 37'de longitud oeste. Sus colindancias son: al norte con Michoacán, Querétaro e Hidalgo, al este con Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Morelos y Distrito Federal, al sur con Morelos y Guerrero y al oeste con Guerrero y Michoacán (Figura 1). La superficie es de 2 249 995 ha, que representa 1.1% del territorio nacional. Está constituido por 125 municipios agrupados en 16 regiones socioeconómicas: Amecameca, Atlacomulco, Chimalhuacán, Cuautitlán, Ecatepec, Ixtapan de la Sal, Lerma, Naucalpan, Nezahualcóyotl, Tejupilco, Texcoco, Tlalnepantla, Toluca, Tultitlán, Valle de Bravo y Zumpango. El 75.5% de la superficie estatal corresponde a la provincia del Eje Neovolcánico Transversal y 24.5% pertenece a la Sierra Madre del Sur (Anónimo, 2003; López et al., 2009).

La variedad de suelos en la entidad mexiquense es amplia: Feozem, Andosol, Regosol, Vertisol, Cambisol, Luvisol, Planosol, Rendzina, Litosol,Acrisol y Solonchak. Sin embargo, 70% de la superficie estatal corresponde a Feozem, Andosol, Regosol y Vertisol (López et al, 2009; Sotelo et al, 2010).

Los climas predominantes son: templado subhúmedo con lluvias en verano (C(w)), semifrío subhúmedo con lluvias en verano (C(E)(w)), semicálido subhúmedo con lluvias en verano (ACw), cálido subhúmedo con lluvias en verano (A(w)), semiseco templado (BS1k), semifrío húmedo con abundantes lluvias en verano (C(E)(m)) y frío (E(T)). La temperatura media anual varía con la altitud; en el área de clima templado predominan 13 °C, en las regiones tropicales se presentan temperaturas mayores a 20 °C y sólo en la cima del Nevado de Toluca ésta es de 3.7 °C. El régimen de lluvias es contrastante: 539.1 mm año-1 en la zona de clima seco, 734.1 mm año-1 en la región templada y hasta 1 224 mm año-1 en el Nevado de Toluca.

El territorio se caracteriza por la presencia de regiones montañosas, valles, lomeríos y llanuras, con una diferencia altitudinal que oscila de 300 m en los límites con el estado de Guerrero hasta más de 5 500 m en la cima del volcán Popocatépetl. En la superficie del estado se ubican las cuencas: Balsas (37%), Valle de México (30%), Lerma (24%) y Golfo Norte (9%). Predominan el bosque de coníferas (Pinus, Abies, Juniperus, entre otros), bosque mesófilo de montaña, bosque de Quercus y sus respectivas asociaciones, así como la selva baja caducifolia (5%), matorral (0.5%) y pastizal con 12.93% (Anónimo, 2003; López et al, 2009).

Recolecta y determinación taxonómica

Se realizaron salidas a las regiones socioeconómicas del Estado de México, durante los años 2011 a 2013, en compañía de informantes clave que eran personas destacadas en el conocimiento y uso de la vegetación, logrando integrar un grupo de 25 personas, quienes fueron seleccionados considerando su disposición en colaborar, detectada durante una entrevista a las personas sugeridas por autoridades locales. Los sitios de recolecta fueron las zonas de recolección más frecuentadas por ellos e incluyó bosque de encino, pino, pino-encino, selva baja caducifolia, bosque de galería, huertos familiares y traspatios. El inventario de especies se complementó con la consulta de trabajos y tesis que incluían listas florísticas realizadas en esta entidad.

En el herbario Eizi Matuda (CODAGEM) de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), los ejemplares se determinaron taxonómicamente mediante bibliografía especializada. El hábito de crecimiento (hierba, arbusto o árbol) se designó según Rzedowski (2006). Las familias de angiospermas se organizaron de acuerdo con el sistema de clasificación APG III (2009) y en gimnospermas se aplicó el sugerido por McVaugh (1992). Las autoridades de los taxa se citaron con base en Villaseñor (2001).

El tipo de fruto, forma de consumo, uso adicional, nombre común y origen geográfico de las especies se obtuvieron a través de observaciones de campo, de información proporcionada por los informantes clave, así como de literatura consultada, además se utilizó el criterio de clasificación de frutos propuesto por Moreno (1987).

 

Resultados y discusión

Se registraron para el Estado de México 40 familias, 83 géneros y 138 especies con frutos comestibles (Cuadro 1). El promedio de especies por género fue de 1.6 y por familia de 3.4. Las familias Cactaceae, Rosaceae, Fabaceae, Solanaceae, Rutaceae, Anacardiaceae y Sapotaceae concentraron 68 especies que equivalieron a 49% del total (Cuadro 2). Resultados similares a los reportados para Michoacán (Segura et al., 2009) y Puebla (Martínez, 2007), esta tendencia también coincidió a nivel del Continente Americano, donde Arecaceae, Myrtaceae, Rosaceae, Cactaceae, Fabaceae sensu lato, Sapotaceae, Passifloraceae y Melastomataceae se ubicaron entre las 15 principales familias con especies frutales (Martínez, 2007), y González y delAmo (2012) indicaron que Myrtaceae, Sapotaceae, Cactaceae, Annonaceae, Fabaceae, Passifloraceae, Solanaceae, Malvaceae, Anacardiaceae y Rosaceae predominaron en Mesoamérica. Lo anterior sugiere que Cactaceae, Rosaceae y Fabaceae pueden convertirse en un recurso genético para la producción de frutos y semillas comestibles.

Al comparar los resultados obtenidos para el Estado de México con los reportados en otros trabajos sobre frutos y semillas comestibles, se encontró una coincidencia de 31 familias para la Sierra Norte de Puebla (Martínez, 2007) al igual que para Veracruz (Lascurain et al, 2010), mientras que en Michoacán (Segura et al, 2009) y en Tabasco (Maldonado et al., 2004) coexistieron 21 y 17 familias, respectivamente. Lo anterior se puede atribuir a que los estados de Puebla, Michoacán y Estado de México, se ubican en la parte central de la República Mexicana donde convergen las provincias fisiográficas Eje Neovolcánico Transversal y la Sierra Madre del Sur, forman parte de la provincia florística Cuenca del Río Balsas que destaca por su alta riqueza de especies y endemismos. En tanto que la similitud con Veracruz y Tabasco (ubicados en la Provincia de la Costa del Golfo de México), puede deberse a que la mayoría de sus especies muestran una amplia distribución, al registrarse en México, Centro y Sudamérica (Rzedowski, 2006).

La mayoría de los géneros (56) presentaron una especie y 27 géneros tuvieron dos o más. Los géneros con alta riqueza fueron Opuntia con 13 especies, Citrus con cinco y Annona, Leucaena, Passiflora y Physalis con cuatro especies cada uno. Tendencia relacionada con las familias que predominaron en esta entidad y coincide parcialmente con lo obtenido por Monroy-Ortiz y Monroy (2006) para el estado de Morelos, quienes refieren que Citrus y Annona son géneros dominantes con respecto a plantas útiles, donde la mayoría de las especies son ampliamente cultivadas con fines frutícolas.

La forma biológica dominante fueron los árboles con 74 especies (53.6%), seguida de los arbustos con 35 (25.4%) y las hierbas con 29 especies (21%), resultados similares a los obtenidos por Lascurain et al. (2010) y Maldonado et al. (2004) y Monroy-Ortiz y Monroy (2006), donde la mayoría de las especies son elementos arbóreos. Por lo anterior, se puede establecer que existe mayor consumo de frutos que proceden de árboles en comparación con otras formas biológicas (arbustos y hierbas), debido probablemente a que los habitantes relacionan de manera directa fruto con árbol, quizás a esto se deba el predominio de árboles en traspatios y huertos familiares.

Resulta interesante señalar que 101 especies (73.2%) fueron nativas, en tanto que 37 especies eran introducidas (26.8%). Resultados similares a los de Martínez et al. (2007) en la flora útil de los cafetales en la Sierra Norte de Puebla. Lo que refleja la importancia de las plantas nativas, cuyo principal aporte se orienta a satisfacer las necesidades alimenticias, aunado a usos adicionales.

Se reconocieron 19 tipos de fruto (Cuadro 3), prevalecieron la baya (42.8% de las especies) y la drupa (22.5%). Tendencia similar a la reportada por Mapatra et al. (2012) quienes obtuvieron que la baya y la drupa fueron frutos comestibles dominantes en el bosque caducifolio de India. Ibarra y Cornejo (2010) investigaron los tipos de fruto que poseen los árboles del bosque tropical perennifolio de México y encontraron que las bayas y las drupas resultaron dominantes. En 412 especies con diferentes formas de crecimiento del bosque tropical perennifolio en China, también mencionaron que las bayas y drupas fueron las más frecuentes (Carpenter et al, 2003). Lo anterior se relaciona a que son frutos dominantes principalmente en árboles y arbustos.

En 87.7% de las especies se consume el fruto, en tanto que 12.3% la parte aprovechada fueron las semillas, entre las que se ubican Enterolobium cyclocarpum, Leucaena diversifolia, Leucaena esculenta, Leucaena leucocephala, Leucaena macrophylla, Phaseolus coccineus, Phaseolus vulgaris, Juglans regia, Ceiba aesculifolia, Coffea arabica, Pinus cembroides, Pithecellobium dulce y Cocos nucifera. En Inga edulis, Ingajinicuil, Inga vera y Punica granatum se consume la sarcotesta y en Pithecellobium dulce también el arilo. No se encontraron estudios similares para realizar una comparación, pero se infiere que se justifica el seguimiento de investigaciones de esta naturaleza que permitan ampliar el conocimiento sobre las estructuras que se pueden aprovechar de los frutos con fines comestibles.

Otro aspecto interesante a señalar es que los frutos pueden consumirse en diferentes formas: en fresco o procesados bajo diferentes modalidades (Cuadro 4). Destacan Psidium sartorianum, Eriobotrya japonica, Ardisia compressa y Byrsonima crassifolia por la versatilidad de formas de aprovechamiento, donde almíbar, licor, atole y helado son las más frecuentes.

Además de ser plantas con frutos y semillas comestibles, 94 especies presentaron algún uso adicional, de las cuales 35 poseen sólo uno, mientras que 59 con más de uno, donde destaca Enterolobium cyclocarpum y Pithecellobium dulce al poseer siete formas diferentes. La categoría más numerosa fue medicinal (75 especies), seguida por ornamental (36), combustible (25) y maderable (25). Con menor frecuencia se ubicaron las forrajeras (14), las que proporcionan sombra (12), las de cerco vivo (11), las artesanales (6) y las de barrera rompeviento (2). Resultados que coinciden parcialmente con los de Martínez-Pérez et al. (2012) para la Mixteca Poblana.

En los tianguis de algunos municipios mexiquenses se venden frutos comestibles de plantas vasculares como: Annona cherimola, Annona muricata, Byrsonima crassifolia, Casimiroa edulis, Citrus limetta, Crescentia alata, Eriobotrya japonica, Fragaria vesca, Inga jinicuil, Lycopersicum esculentum, Melothria pendula, Opuntia spp., Passiflora mollissima, Persea americana, Pitecellobium dulce, Pouteria sapota, Prunus persica, Psidium guajava, Psidium sartorianum, Pyrus communis, Spondias mombim, Spondias purpera y Xylosma flexuosa. También se comercializan otras que producen semillas comestibles entre las que se encuentran Enterolobium cyclocarpum, Leucaena diversifolia, Leucaena esculenta, Pinus cembroides, Phaseolus coccineus y Phaseolus vulgaris.

En algunas localidades del territorio mexiquense algunos frutos son vendidos casa por casa (rancheados), como los que pertenecen a Prunus persica, Prunus armeniaca, Pyrus communis, Crataegus mexicana y Prunus serotina. La venta de sus frutos contribuye a la mejora en el ingreso económico, con poca o ninguna inversión de capital. Como ejemplo se hace referencia al precio por kilogramo de los siguientes productos: parota (Enterolobium cyclocarpum) 60 pesos, arrayán (Psidium sartorianum) 35 pesos, tunas (Opuntia spp.) 40 pesos, guaje (Leucaena spp.) 20 pesos, vaina (Inga spp.) 20 pesos, guamúchil (Pithecellobium dulce) 21 pesos, guejocote (Malpighia spp.) 60 pesos, granada (Passiflora spp.) 20 pesos, nanche (Byrsonima crassifolia) 70 pesos y zarzamora (Rubus adenotrichus) 30 pesos (válidos al 30 de marzo de 2014).

 

Conclusiones

En las familias Cactaceae, Fabaceae, Rosaceae y Solanaceae se ubica la mayoría de los frutos comestibles, prevalecen las bayas y drupas, principalmente se consume el fruto, aunque en algunas especies la parte comestible es la semilla, la sarcotesta o el arilo. Además del dominio del consumo en fresco existen diversas formas de procesamiento como almíbar, licor, atole, mermelada, helado, jalea, vinagre y vino. Adicionalmente registran otras categorías de uso donde destacan las medicinales, ornamentales, combustibles y maderables, algunos frutos son fuente de ingresos económicos por la comercialización de los mismos. Los árboles son el hábito de crecimiento dominante que posee frutos comestibles, existe marcado dominio de especies nativas. Por lo que es importante determinar su potencial como alimento funcional y posible manejo agronómico para contribuir a disminuir la desnutrición, e incluso a mejorar la calidad de vida de los habitantes de zonas rurales por los beneficios socioeconómicos que proporcionan.

 

Literatura citada

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