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Revista mexicana de ciencias agrícolas

versión impresa ISSN 2007-0934

Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.5 no.6 Texcoco ago./sep. 2014

 

Ensayos

 

Comunidades rurales, estrategias familiares y género. Lectura desde el enfoque de los medios de vida sostenibles*

 

Rural communities, family strategies and gender; reading from the perspective of sustainable livelihoods

 

María de los A. Arias Guevara1, Martín Hernández Juárez y José M. Huesca Mariño2

 

1 Área de Desarrollo Local y Estudios de Género de la Fac. de Economía. Universidad de Holguín, Cuba. Ave. XX Aniversario s/n, Carretera de Guardalavaca, Holguín, Cuba. C. P. 80100. Tel: 53 24 480943 (ariasguevara2011@gmail.com). Becaria de la SRE/2013.

2 Colegio de Postgraduados. Carretera México-Texcoco, km. 36.5. C. P. 56230, Montecillo. Edo de México. §Autor para correspondencia: mhernand@colpos.mx.

 

* Recibido: enero de 2014
Aceptado: abril de 2014

 

Resumen

Los cambios estructurales que acontecen desde mediados los años ochenta han modificado las políticas de desarrollo rural e impactan de manera significativa en los medios de vida de comunidades y familias. El acercamiento a la realidad rural estudiada tuvo como objetivo comprender las estrategias familiares, su relación con la revalorización o no de sus espacios comunitarios y las relaciones de género. Las comunidades estudiadas entre febrero y agosto del 2013, se ubican en el "Distrito de Desarrollo Rural 05 Cholula", en el Estado de Puebla. La metodología utilizada se apoya en el Enfoque de los Medios de Vida Sostenibles, la perspectiva de los actores sociales y el enfoque de género. Se arriban a conclusiones tales como: Las estrategias familiares dan cuenta de cambios en sus comportamientos, de los modos en que usan sus recursos, como margen de maniobra ante la incertidumbre del contexto. Las respuestas no son homogéneas van desde la resistencia, la organización, la adaptación, la potenciación de capacidades, o la inclusión subordinada. Se advierten fisuras en las tradicionales relaciones de género, sobre todo, aquellas estrategias que resultan de la potenciación de capacidades, la migración o la diversificación de actividades.

Palabras clave: cambios estructurales, familias rurales, relaciones de género, perspectiva de actores.

 

Abstract

The structural changes occurring since the mid-eighties have changed rural development policies and have a significant impact on the livelihoods of communities and families. The approaches to rural reality aimed to understand family strategies, their relationship with the revaluation or not of their community spaces and gender relations. The communities surveyed between February and August 2013, are located in the "Rural District of development 05 Cholula" in the State of Puebla. The methodology is based on the approach of sustainable livelihoods, the perspective of social actors and gender. Conclusions such as: Family strategies account for changes in their behavior, the ways they use their resources, as manner to face uncertainty of the context. The answersare not homogeneous ranging from resistance, organization, adaptation, empowerment or subordinate inclusion. Cracks are apparent in traditional gender relations, especially those strategies that result from empowerment, migration or diversification of activities.

Keywords: structural changes, rural families, gender relations, actor's perspective.

 

Introducción

Desde los noventa la concepción sobre lo rural se viene vinculando a la seguridad alimentaria, al combate a la pobreza, la búsqueda de la equidad social; la preservación del territorio, sus recursos y valores culturales (IICA, 2000). Ello exige por una parte, el empleo de nuevos enfoques sobre el desarrollo rural y por otra, el reconocimiento de las potencialidades que tienen esos espacios para la construcción de modos de vida sostenibles.

Es en ese sentido, que identificamos el valor teórico-metodológico del enfoque sobre los Medios de Vida Sostenibles (DIFD, 2000) para la comprensión de la complejidad de espacios en condiciones de vulnerabilidad, al tener en cuenta desde una visión holística, los recursos naturales disponibles, el clima, las tecnologías, el mercado, las políticas, las instituciones, la información, las redes sociales, el capital humano, entre otros, para descubrir las potencialidades que tienen las familias en la generación de respuestas a sus necesidades inmediatas, a los conflictos, o demandas del desarrollo rural.

La visión del desarrollo rural, relacionada al modelo tecnológico de racionalidad instrumental en el sentido dado por Horkheimer (1967) a este concepto (referido al carácter alienado de la ciencia y la técnica positivista que atrofió el objetivo emancipatorio de la razón y condujo al control totalitario de la naturaleza y al dominio sobre los hombres) vinculó sus políticas a las potencialidades productivas del sector agrícola, excluyéndolo de su intrínseca relación con las dinámicas locales, con los intereses de los grupos sociales y con la protección de entorno natural. Las consecuencias de tal modelo son ampliamente conocidas, entre ellas, su impacto negativo en la situación de las mujeres.

El reajuste estructural de corte neoliberal iniciado desde los ochenta, representó un viraje conservador en el pensamiento y las prácticas del desarrollo que orientadas por el "Consenso de Washington" abogó por recetas como el "Estado mínimo", la desregulación y privatización de la economía, la disminución de las obligaciones sociales por parte del Estado y el libre accionar de las fuerzas del mercado como impulsor del desarrollo económico. El modelo adoptado redujo el papel de las Políticas Públicas en la agricultura campesina, en la mitigación de la pobreza rural, en programas de inclusión social y en el medio ambiente; paralelamente, en el debate sobre el desarrollo rural se situó la revalorización de lo rural desde las respuestas de los actores sociales.

Desde esta perspectiva, aparecieron líneas de análisis que posibilitaron pasar de los "estudios agrarios" o sectorizados (focalizados en la tierra y la producción), a los "estudios rurales" (que retoman los problemas actuales del mundo rural), así encontramos una pluralidad de estudios que reexaminan lo rural y apuntan sobre las nuevas tendencias de las sociedades y poblaciones agrarias (Schneider, 2001), (Grammont, 2004), (Arias, 2008). Sin embargo, no siempre e analizan las estrategias que diseñan las familias relacionadas con las dinámicas económicas, cuestión de interés, si se trata de comprender este fenómeno desde otras dimensiones, diferentes de aquellas frecuentemente utilizadas para caracterizarla.

En el caso de México, autores como Rubio (2006), Grammont, (2006), Bartra (2006) destacan como el neoliberalismo cambió la visión sobre la agricultura campesina y su papel en la economía nacional, iniciando un proceso de marginación y constreñimiento de la población campesina que se coronó con la modificación del artículo 27 de la Constitución, en el que se promueve el arrendamiento y la compraventa de tierras ejidales y comunales. La aplicación de las políticas neoliberales es la respuesta a la crisis del estado de bienestar y a la incapacidad del modelo de crecimiento para garantizar la sostenibilidad en el desarrollo.

La disminución del empleo rural, el envejecimiento y la feminización del trabajo; los cambios en el uso del suelo; el acaparamiento y especulación de tierras, entre otras, son acotadas como efectos de tales políticas por autores como Guzmán et. al (2005), Vargas (2005) y Eliosa (2012), asimismo, es considerado que el impacto del Tratado de Libre Comercio con América del Norte de 1994 y las políticas de desarrollo rural que le siguieron beneficiaron a los grandes productores, excluyendo a millones de campesinos condenados a una economía de subsistencia (Barkin, 1994), o forzados a vender sus tierras.

Las respuestas al modelo de desarrollo rural impuesto son diferentes, según contextos y actores sociales y ellas van desde la resistencia, la organización, la adaptación o inclusión subordinada. Aquí se consideran como actores sociales a las comunidades, las familias, los grupos organizados o en vías de organización, los consejos ejidales, y autoridades locales. Las comunidades son espacios de interacción social donde cada actor tiene su propia percepción de la realidad y diseña sus estrategias, muchas veces en interacción con otros, otras veces en desencuentros.

El objetivo establecido fue comprender las estrategias diseñadas por las familias rurales y la relación que estas puedan o no tener con la revalorización de sus espacios comunitarios, y en especial en las relaciones de género.

 

Enfoques metodológicos y técnicas

Se toma en cuenta el enfoque sintético-integrador de la Sociología que nos permite comprender la multifactorialidad de la relación jerárquica entre causales macro y microsociales en las dinámicas humanas, reconociendo que en la configuración de los actores sociales intervienen variables que dependen de sus condiciones concretas de existencia. Enfoque válido para el análisis de los espacios estudiados insertos en el entramado de relaciones de la sociedad mayor de la que forman parte y en la que se involucran, impactados de maneras diferentes según las formas en que sus actores sociales invierten conocimientos, organización del trabajo y tecnologías para llevar a cabo su proyecto de vida (Torres, 2008), en una especie de rejuego de acciones y reacciones; a su vez, los espacios microsociales son la ventana a través de la cual visualizamos otros niveles estructurales, teniendo en cuenta que lo particular se hace abstracto cuando está aislado de su contexto, aislado del todo, del que forma parte (Morin, 2003), ellas son el "aleph", nuestro punto de observación.

Para el análisis nos apoyamos en el concepto estrategias familiares, consideradas por Chayanov (1974) como acciones que garantizan la supervivencia familiar. Autores como Ramírez (2008), Louza y Rojas (2010) las relacionan con acciones orientadas a la reproducción para satisfacer necesidades nutricionales que aseguran la supervivencia. También es asumida como diversificación de actividades por Flores, (2009) y Eliosa, (2012). Sin embargo, estos autores no analizan, si ellas resultan o no de la capacidad de adaptación de las familias a un entorno cambiante; si conducen a la reproducción social o están orientadas a un cambio de posición social y qué transformaciones producen en las relaciones familiares y en la condición y posición de las mujeres.

Se considera importante en el estudio de estrategias familiares la introducción por Kaztman (1999) del concepto "Estructura de Oportunidades" como probabilidades del acceso a bienes, a servicios o al desempeño de actividades que inciden en el bienestar de los hogares, coincidiendo con Scoones (1998) quien las hace depender del acceso a activos, que engloba en una diversidad de capitales. Para Garrido y Gil, (1997) las estrategias familiares descansan en el margen de variación de los recursos que estén a la disposición de las familias y el que pueda hablarse de estrategias depende de la elasticidad con que las familias adaptan su comportamiento a los cambios del entorno.

Las estrategias familiares son asumidas, como el conjunto de acciones, decisiones y respuestas encontradas ante determinadas situaciones que permiten a los productores/as y a sus familiares rediseñar su proyecto de vida, reproducirse o cambiar de condición y posición social, a partir de los recursos que disponen. El uso del concepto, parte de su capacidad metodológica para vincular en el análisis, procesos de diversa índole: económicos, demográficos, sociales, de género y generación, culturales y ambientales, que determinan en la estructuración de las opciones.

La familia queda definida como la organización social básica, donde predominan relaciones de parentesco, consanguineidad o convivencia, caracterizada por una diversidad de formas y heterogeneidad de funciones. Herrera-Saray (2010) añade el concepto de familias trasnacionales para valorar el impacto de la globalización en esta institución. La categoría género es utilizada por su capacidad analítica para profundizar en las desigualdades sociales y por tanto, en las relaciones de poder, mediadas siguiendo a Scott (1990) por otras determinaciones sociales como la clase, el origen étnico, la edad, la raza, el espacio geográfico, entre otros factores que permiten analizar los roles sociales y los espacios de actuación de esos roles por los hombres y las mujeres, la condición y posición de estas últimas en un contexto concreto y la posibilidad de su transformación.

Las técnicas de investigación utilizadas fueron relevantes para conocer cuan arraigado está el machismo como eje vertebrador de la cultura patriarcal, las prácticas discriminatorias quedan expresadas en todos los órdenes de la vida social y en todos los espacios, naturalizadas tanto en el discurso como en la subjetividad de cada género.

Para el estudio del micro, nos apoyamos, además, en la perspectiva de los actores sociales, ello implica concederles un lugar indispensable en el análisis, valorizando sus experiencias, para reconstruir las estrategias que le dan sentido a sus propias vidas. Su pertinencia está sustentada en el trabajo de campo, tomando las comunidades como espacios complejos en donde los actores sociales se mueven en diversos contextos, que son siguiendo a Córdova (1995) la base situacional en la que discurre la experiencia vivida. Esos contextos, según este autor son la trama en la que se "encuadran" las distintas experiencias vividas y exigen de quien investiga el conocimiento de los procesos económicos políticos y culturales que conforman el marco en el que las comunidades y familias se insertan y ante las cuales reaccionan.

Dar cuenta de las estrategias familiares a partir y desde las familias como actores sociales constituye una mirada analítica que da por supuesta la diversidad de lo real y trata de aprehenderla a través de un análisis centrado estratégicamente en la perspectiva de los actores (Balbi, 2007). Nos parece acertado aquí utilizar el concepto de práctica social de (Giddens, 1998), pues los actores individuales y colectivos se constituyen y estructuran a través de sus prácticas, de lo que hacen y, particularmente del significado que otorgan a lo que hacen.

La inserción de esas prácticas en un determinado espacio, nos permite recortar lo local. La localización vista desde las prácticas no se reduce en las comunidades a la sujeción espacial, actúa también como un principio que organiza el movimiento, una relación continua con otros espacios, incluso extranacionales, aunque cada comunidad continúa participando como significante cultural, concediendo incluso a los que no tienen derechos y obligaciones.

Como metodología fue utilizada el enfoque de los Medios de Vida Sostenible diseñado según (Scoones, (1998) para el abordaje del desarrollo rural inmerso en nuevas y diferentes circunstancias sociales y económicas, valioso para descubrir cuáles son las principales tendencias que se vienen dibujando en el espacio local, cuáles son los recursos que influyen en los medios de vida, los conflictos y contradicciones y cuáles las respuestas concretadas en sus propias estrategias, visibilizadas desde las diferentes respuestas que en los contextos de vulnerabilidad dan hombres y mujeres.

La captura de la información sólo fue posible a través de la observación directa que proporciona la posibilidad de los múltiples recorridos por el espacio objeto de estudio y las entrevistas semiestructuradas realizadas a actores locales, bases fundamentales para la descripción del espacio.

 

Breve caracterización del contexto.

Las comunidades estudiadas fueron seleccionadas a partir de criterios intencionales por ser espacios de influencia de atención prioritaria de las actividades de investigación-vinculación del Colegio de Postgraduados (COLPOS). Su ubicación se ofrece en el siguiente mapa del Estado de Puebla.

Figura 1

Los espacios comunitarios constituyen una unidad perteneciente al Valle de Puebla. Se ubican a una altitud promedio de 2500 metros sobre el nivel del mar, su clima es templado y se caracteriza por pocas precipitaciones durante el periodo de verano. Las actividades agropecuarias mantienen cultivos tradicionales como el maíz y el frijol, combinados con otros que aportan mayor rentabilidad como hortalizas y flores, que junto al ganado vacuno y menor, forman la base de subsistencia de las familias. La agricultura de riego ocupa un 14% y se desarrolla a partir de la explotación de pozos en manos de asociaciones regionales. La agricultura de temporal ocupa el 28% del uso del suelo, según estadísticas registradas en el Distrito de Desarrollo Rural 05 Cholula.

Los cambios ambientales producto de las relaciones agresivas con el entorno, el abuso de químicos, la sobre explotación de las tierras, la tala indiscriminada de sus bosques, más los bajos precios agrícolas hacen que la actividad primaria pierda su capacidad como fuente principal de generación de ingresos en los pequeños productores y sea menos atractiva para quienes tienen la posibilidad de inserción laboral en otros sectores económicos.

La organización socio-espacial es en pequeñas comunidades clasificadas como rurales por el número de habitantes (menor a 2 500 habitantes) y prácticas socioculturales. Su población (en más de un 50% femenina) se encuentra concentrada en sitios destinados a viviendas en los ejidos, y algo más alejado se observan las tierras de cultivo. Los espacios familiares se amplían para dar lugar a nuevas construcciones de parientes más cercanos. Cuentan con infraestructura básica y clasifican en un nivel medio de vulnerabilidad, exceptuando a San Juan Tuxco que clasifica en nivel bajo.

El sistema de producción agrícola es familiar, su estructura es ejidal y de pequeña y media propiedad. Conforme a la propia tradición del grupo doméstico, fue común encontrar animales de pequeño y gran porte, criados en el traspatio. La estructura de la tenencia de la tierra, expresa desigualdad entre medios propietarios que practican una agricultura de base empresarial, apoyadas en paquetes tecnológicos y pequeños productores rurales cuya cantidad de tierra y los recursos para hacerla producir le son insuficientes para la subsistencia familiar. El MVZ. Rogelio Quiroz (Com. Pers., 2013) al frente del distrito indicó que más del 50% de los predios son menores a una hectárea y las mujeres adquieren la posesión sólo por viudez. Por estas razones constituyen el 9% entre los 1097 ejidatarios de las cinco comunidades estudiadas. La actual liberalización de las tierras las deja aún más desprotegidas, dada la posibilidad de que el esposo venda la tierra a la cual por derecho es el propietario. Excluidas del principal recurso, tienen muy poco poder de negociación a escala familiar y de la comunidad, aún cuando en algunas familias son las únicas vinculadas a producción de alimentos, las decisiones las toman sus maridos aún estando ausentes. Ellas además, están subrepresentadas en el comisariado ejidal y en otras estructuras de toma de decisiones.

La actividad agropecuaria no es la principal fuente de ingreso en las familias ejidatarias. Al solicitar la jerarquización de las fuentes de ingreso familiar, Aida Ramos (Com. Pers., 2013), presidenta del DIF en Tlaltenango señaló: la migración, el trabajo en las fábricas en primer y segundo lugar, el tercero lo ocupa la agricultura. La agricultura no es redituable por sus altos costos.

El ingreso no agrícola representa más del 75% del total en las familias ejidatarias. Sus miembros más jóvenes buscan fuentes alternativas de ingresos. La vulnerabilidad frente a variables externas como las que imponen el mercado, las condicionantes ambientales o los elevados costos productivos acaban siendo un fuerte condicionante de ese proceso. En las familias que poseen entre 15 y 20 hectáreas, minoritarias por su número, no por recursos, e influencia política, los ingresos principales los generan la actividad agropecuaria.

 

Análisis de los resultados

a) Tendencias y conflictos que impactan la vida de las familias rurales.

Desde el punto de vista sociodemográfico, las familias siguen siendo, en más del 50%, familias extendidas donde las nuevas generaciones comparten el mismo espacio o espacios contiguos. La jefatura del hogar es predominantemente masculina, aunque crece el rol de las mujeres, quienes quedan al frente de sus hogares y de los predios productivos, dados los elevados índices de migración temporal o definitiva de sus esposos. En una especie de polivalencia, ellas trabajan la tierra, realizan las labores del cuidado y de la reproducción de la vida familiar, mercadean sus producciones y dialogan con las autoridades.

Se opera una reducción continua de la superficie agrícola, tanto por intereses de las macroestructuras, como por actos de compra-venta de lotes para otros fines. Sólo en Coltzingo y Tlatenango la asamblea ejidal prohíbe el paso de la tierra a personas extrañas. Arturo Viramontes (Com. Pers., 2013) ejidatario de Coltzingo comenta que desde hace unos diez años la tierra se vende sin necesidad que medie acuerdos de la asamblea de ejidatarios, muchas personas mayores, venden la tierra por falta de recursos o por no poder ya trabajarlas, y sus hijos se han marchado. La presión que ejercen empresas sobre el territorio ejidal genera conflictos; ejemplo de ello es el que se produce en la comunidad San Juan Tuxco por la extensión de la autopista del Arco Norte a costa de tierras ejidales. Aparecen conflictos entre ejidos vecinos por el control del agua, o por el saqueo a que están siendo sometidos los recursos forestales, incluyendo la madera. Si bien, el dinero obtenido por la venta de los recursos maderables es usado en necesidades colectivas, las mujeres, que ya de manera tradicional quedaron excluidas de la tierra, lo están también del bosque y de los recursos no maderables que pudiera constituir una fuente generadora de ingresos.

La tierra como recurso genera no pocos conflictos en torno a la herencia. Con ello, siguiendo a Flores (2009), la modificación al artículo 27 de la constitución redefine los sistemas de propiedad de la tierra, poniendo en peligros su base ejidal. Otro elemento a considerar en las desigualdades es la distribución de recursos que emanan de las políticas públicas, las que tienen a los hombres como principales beneficiarios. Julio Rodríguez (Com. Pers., 2013) ingeniero al frente de CADER en San Martín Texmelucan comenta que los principales beneficiarios de los programas son hombres en un 80% y a veces el padre prefiere dejar el PROCAMPO al hijo y no a la hija aunque la hija esté en la comunidad y el hijo fuera.

Se expresan nuevas tendencias en el uso de las tecnologías promovidas por programas y proyectos gubernamentales que beneficia a productores con más recursos financieros. El potencial productivo de las familias ejidatarias no les permite asumir los gastos de las inversiones, consistentes en la adquisición de las maquinarias para la implementación de los proyectos convocados. El uso de semillas híbridas es promocionado por el programa gubernamental MasAgro. Quienes defienden el cultivo de semillas criollas se colocan en conflictos con un mercado cada vez más exigente, que prefiere el maíz mejorado. Guillermina Sánchez, (Com. Pers., 2013) campesina de Coltzingo comenta que las familias campesinas se quedan sin mercado para el maíz criollo, la producción queda almacenada –dice- y no se saca lo invertido.

Otro elemento desde el punto de vista de las tecnologías y que impactan a la agricultura son las nuevas especies de ganado vacuno y de ganado menor introducido, mejores razas en carne y leche. La crianza de mejores especies de borregos, con más carne y menos grasa se expande en todas las comunidades, dada la garantía de mercado.

 

b) Factores de riesgos y vulnerabilidad que afectan el desarrollo en espacios comunitarios.

El riesgo mayor está en el área de comercialización de las producciones, los mercados se saturan y los bajos precios no solventan los gastos en insumos, combustibles y transportación. La desaparición del apoyo del Estado (Yúnes y Bárcenas, 2000) genera incertidumbre en las familias ante el mercado, y la mayoría termina moliendo el maíz para el ganado bovino. La comercialización depende de la oferta y la demanda del producto, de la capacidad del productor ante las exigencias del mercado receptor que está pidiendo maíz mejorado. Aquí, el estrés se genera en el debate por defender las semillas criollas, que es historia y cultura, o responder a las demandas del mercado. A la carencia de un mercado estable, los bajos precios impuestos muchas veces por intermediarios y especuladores, se le añade la exigencia por el mercado y la industria de especies mejoradas como es el caso del maíz.

Una de las fuentes de riesgo y vulnerabilidad lo constituyen los factores medioambientales, tales como las heladas, los vientos, e incendios que ocasionan todos los años no pocas pérdidas, buscar cultivos de ciclos cortos es una manera aminorar los riesgos. A ello habría que añadir un uso ineficiente del agua, debido a sistemas de riego no sustentables, la contaminación de los suelos por el abuso de químicos y la sobre explotación de los bosques. Otra causa de estrés desde el punto de vista social es el creciente aumento de enfermedades como el alcoholismo, la diabetes, cirrosis hepática, cáncer uterino y de mama, todas ellas relacionadas al uso de productos químicos y de hábitos alimentarios no sanos, el abuso del alcohol y las drogas, los impactos contaminantes que sobre los cultivos ejercen empresas cercanas a las comunidades como lo es la empresa TERNIUM que ha contaminado con polvo y plomo unas 50 hectáreas de Tlatenango como refirió en la entrevista José Lima Pérez (Com. Pers., 2013), presidente municipal. Situación que se hace más compleja, cuando se valora que la atención médica especializada se coloca fuera del micro espacio y un número significativo de su población no cuenta con seguro de salud.

Desde el punto de vista sociopolítico, es de notar la fragilidad del tejido social en las comunidades, tensiones en las relaciones sociales por espacios de poder, la baja cultura de asociatividad y el clima de desconfianza que obstaculizan la madurez en el capital social.

En materia de relaciones de género constituyen factores de riesgo aquellos como: el limitado acceso de las mujeres a los recursos locales, espacios de participación y a los puestos de decisión comunitarios; el recargo absoluto de las tareas de cuidado a manos de las mujeres; el embarazo en la adolescencia, dramas con costos sociales expresados en el abandono escolar y en la descapitalización de los recursos humanos. Estas jóvenes se inician como madres solteras, carentes de ingresos propios, sin patrimonio y para la mayoría de ellas sin posibilidad de retorno al sistema educativo; la violencia contra las mujeres, el machismo y la sobre autoridad masculina que adquiere diversas expresividades en la familia y la migración, gran parte de ella sin retorno sobre dimensiona los roles desarrollados por las mujeres.

Pocas mujeres desafían las normas y valores que la tradición se ha encargado de reforzar. María Ballesteros, (Com. Pers., 2013) joven de la comunidad de Coltzingo, comenta que las mujeres tienen baja autoestima, piensan que sólo saben ser amas de casa, tienen la autoridad del marido que pocas desafían, la violencia física y psicológica se vive en silencio, se conoce por rumor a la que el marido le pegó. Creo que se va resquebrajando esa autoridad, en mi generación es diferente.

 

c) Estrategias familiares en materia de medios de vida

Identificar las estrategias diseñadas, fue posible a partir de los capitales con que cuentan las familias y que expresan la heterogeneidad social existente. Ello es perceptible por: condiciones y ubicación de la vivienda; medios de transporte; tecnologías productivas; relaciones y vínculos con las estructuras y procesos; niveles de escolaridad; diversificación de actividades e incluso la capacidad decisoria en la comunidad. Para una mejor comprensión las estrategias se dividieron en grupos sin establecer fronteras infranqueables entre ellas: aquellas que emergen de la valorización del contexto y de la capacidad de adaptación a un entorno cambiante; a las demandas del mercado, de sus oportunidades y amenazas; aquellas, que se generan a partir de saberes acumulados, de habilidades y destrezas de cada familia, orientadas a la diversificación de las actividades; las que revalorizan los capitales existentes en el ámbito local; las que emergen de los procesos de potenciación de capacidades y de la relación con otros interlocutores; aquellas que conducen o están orientadas a un cambio de posición social y las que resultan de conflictos intersubjetivos que provocan fisura en los roles tradicionales de género.

Las principales estrategias identificadas son las siguientes:

El paso de cultivos tradicionales a otros con fines comerciales, que tienen más demanda en el mercado como flores y hortalizas, y de cultivos abiertos a cultivos sin suelos en invernaderos. Implementación de cultivos de ciclos cortos que generan ingresos y permiten evitar los riesgos climáticos u otros alternativos como la alfalfa comercializada en el espacio local.

Ante la carencia de mercado para productos tradicionales como el maíz criollo se le da un uso alternativo en la alimentación de animales, cuya carne sigue siendo demandada.

El arriendo de tierras es una de las estrategias adoptadas por productoras para la siembra de maíz mejorado con destino al mercado.

La búsqueda de otras actividades más rentables como los pequeños talleres textiles de carácter familiar. En San Miguel Tianguistenco existen unos diez talleres, en Coltzingo cinco familias maquilan bolsas plásticas desde hace unos seis años en sustitución de la maquila de la ropa. Son pequeños talleres de hasta ocho máquinas. En esta comunidad la fotografía comercial es por tradición familiar una importante estrategia. Ramírez (2008) quien realizó estudios de reproducción campesina en el Valle de Puebla refiere al proceso de recomposición con otras producciones y actividades extrafinca que pueden tener carácter complementario.

La organización de un grupo productivo autodenominado "grupo de mujeres emprendedoras" en Guadalupe Zaragoza, formado por mujeres de diferentes grupos etáreos, un 50% de ellas madres solteras con el objetivo de generar ingresos a partir de producciones agroecológicas. Comenzaron potenciando sus capacidades, pues como refiere su organizador, el promotor agroecológico, Pablo Reyes (Com. Pers., 2013) el desarrollo, es en primer lugar desarrollo de las personas.

La migración es la estrategia más importante para la generación de ingresos, tanto para hombres como para mujeres, cruzar "al otro lado", es el sueño acariciado en jóvenes entre 25 y 30 años. Las remesas son para algunas familias el principal ingreso. Hay familias, como comenta Arturo Viramontes (Com. Pers., 2013), que se van a Canadá o Estados Unidos, en Coltzingo la mitad de la población joven ha migrado a los Estados Unidos y el 70% de las familias cuentan con al menos un migrante. La mayoría de la población de aquí está sostenida por la migración.

Agregar valor a productos primarios para luego vender en ciudades vecinas, es parte de la cultura tradicional de las mujeres. Ellas preparan las tortillas y el mole, entre otros productos. Otras venden o intercambian los animales de traspatio, o inician sus pequeños negocios. Son relevantes, aquellas estrategias diseñadas a partir de la cooperación o la solidaridad entre familias o hacia el interior de ellas. Pueden ser tan simples, pero necesarias como el apoyo mutuo en el cuidado infantil para que otras partan a la ciudad a realizar labores productivas o incluso emigren del país.

Los procesos de potenciación de capacidades y la relación con otros interlocutores pueden constituir la base a partir de la cual se definan nuevas acciones a emprender, como es el caso de grupo de mujeres capacitadas en repostería en el municipio Tlaltenango, quienes una vez terminada su formación han montado su propio negocio colectivo, otras tienen sus propuestas individuales.

 

Conclusiones

La metodología seguida permitió identificar las respuestas encontradas por las familias. Las decisiones tomadas sobre el uso de la tierra, sobre la tecnología a incorporar, sobre la obtención de ingresos no agrícolas o externos a la unidad básica de producción, sobre la movilidad espacial, dan cuenta de los cambios de comportamientos y de su capacidad de adaptación.

De las estrategias diseñadas, fue posible deducir cambios que advierten fisuras en las tradicionales relaciones de género, una inclusión subordinada, en el marco de la cual disminuyen aquellos factores de riesgos y vulnerabilidad que en materia de género afectan el desarrollo local.

Las estrategias desarrolladas muestran el proceso de recomposición del campesinado como grupo social en respuesta a un contexto de vulnerabilidad, algunas de ellas pueden conducir a un cambio en la posición social, como es el caso de la migración definitiva o la búsqueda de una ubicación diferente en la estructura ocupacional.

 

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