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Revista mexicana de ciencias agrícolas

versão impressa ISSN 2007-0934

Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.4 no.7 Texcoco Set./Nov. 2013

 

Artículos

 

Implicaciones prácticas y teóricas de la nueva ruralidad en la Frailesca, Chiapas, México*

 

Practical and theoretical implications of the new rurality in Frailesca, Chiapas, Mexico

 

Pedro Cadena Iñiguez, Robertony Camas Gómez1, Walter López Báez1 y Hermilio Navarro Garza2

 

1 Campo Experimental Centro de Chiapas- INIFAP. Carretera Ocozocoautla-Cintalapa, km 3. Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas. §Autor para correspondencia: cadena.pedro@inifap.gob.mx.

2 Colegio de Postgraduados- Campus Montecillo. Carretera México Texcoco, km 36.5, Montecillos, Texcoco, Estado de México. C. P. 56230. Ext. 1853. (camas.robertony@inifap.gob.mx; lopez.walter@inifap.gob.mx; hermnava@colpos.mx).

 

* Recibido: marzo de 2013
Aceptado: agosto de 2013

 

Resumen

La nueva ruralidad como concepto ha sido utilizado de muchas maneras, en el ámbito académico algunos autores(as) lo utilizan para describir y englobar una situación diferente de concebir y operacionalizar el desarrollo hacia la población rural. En el renglón político, la nueva ruralidad tiene como premisa, que los programas y acciones de desarrollo favorezcan a más grupos sociales y que además de los beneficiados históricamente, también esos resulten beneficiados con las acciones de desarrollo. En el ámbito legal, la nueva ruralidad surgió como un concepto emergente para definir y oficializar una descentralización de actividades institucionales hacia el campo, y el anuncio de la colaboración, integración y la operacionalización de actividades institucionales con actores que desde su propia perspectiva canalizan acciones de desarrollo hacia la población rural. Por ello el concepto de nueva ruralidad se ha popularizado a partir del reconocimiento del Estado de que en el medio rural no sólo hay actividades agropecuarias desarrolladas por hombres adultos y que no sólo él es el promotor del desarrollo.

Palabras clave: actores, nueva ruralidad, Frailesca, Chiapas.

 

Abstract

The new rurality as concept has been used in many ways, in academia some authors uses it to describe and categorize a different situation to conceive and operationalize the development towards rural population. In the political line, the new rurality has as premise that programs and actions of development favor social groups and also of beneficiaries historically be ne fite d wi th the de ve l opme nt actio ns . On the legal front, the new rurality emerged as an emerging concept to define and formalize de centralization of institutional activities towards the field, and the announcement of the collaboration, integration and operationalization of institutional activities with actors that from their perspective channeled actions to rural development. Hence the concept of new rurality has become popular from the recognition of the state that in rural there are not just agricultural activities developed for grown men and that not only he is the promoter of development.

Key words: actors, new rurality, Frailesca, Chiapas.

 

Introducción

Los organismos internacionales visualizan a la nueva ruralidad desde el punto de vista del desarrollo rural sostenible, en el cual lo principal es: la transformación de la agricultura, el desarrollo de las personas y el cambio en el entorno rural con prácticas de manejo sostenible de los recursos naturales, el mejoramiento de las oportunidades de empleo rural, el fortalecimiento de las instituciones que facilitan los servicios, nuevas y estratégicas formas de intervención del Estado y la participación democrática de las comunidades y de todos los actores involucrados en el desarrollo, (IICA, 1999; IICA, 2000; de Llambí, 2000; Guzmán, 2000; de Souza y Cheaz, 2001).

Los cambios suscitados en el ámbito rural producto de este reacomodo han sido en un periodo muy corto, dado que los cambios estructurales fueron materializados al inicio de la década de los 90's. De acuerdo con Morales (2001) el escenario al que nos enfrentamos actualmente presenta aspectos poco conocidos, sobre todo en la dinámica y la estructura de los nuevos y viejos actores que desarrollan su actividad en el campo mexicano, donde sólo se tiene la certeza del cambio.

La nueva ruralidad, es un concepto íntimamente ligado con la participación de los grupos sociales además de las estructuras del Gobierno, los cuales impulsan el desarrollo de las personas mediante el mejoramiento duradero de la agricultura y la plena participación de todos los actores incluido el Estado en su nueva faceta de intervención, (IICA, 1999; IICA, 2000; de Llambí, 2000; Guzmán, 2000; de Souza y Cheaz, 2001). La nueva ruralidad fundamenta su estrategia de operación en la descentralización de actividades, que conlleven a cambios institucionales y fomenten las oportunidades de cooperación y participación más activa de los actores, enfatizando en el rescate de lo tradicional.

La nueva ruralidad reconoce además, que no sólo existen hombres jefes de familia a quien debe ir dirigido el desarrollo, también reconoce que en el medio rural no sólo existe la producción agropecuaria, sino que aunado a esta actividad existe un mosaico de actividades que coadyuvan a la conformación del ingreso de las familias campesinas. Echeverri (2002); Valtierra (1989) y Valtierra (1999) definen al desarrollo rural como la confluencia de acciones conscientes de transformación a nivel familiar, comunitario, estatal y nacional que permitan generar en el ámbito rural un proceso social que contribuya a la superación del subdesarrollo.

Barkin y Lacki ofrecen por separado una definición más pobre del concepto de la nueva ruralidad, donde privilegian el rescate de lo tradicional y la creación de centros de conservación de la biodiversidad, el aprovechamiento de los conocimientos tradicionales y la participación de los grupos locales como gestores de su propio desarrollo, sin que este llegue a ser un desarrollo endógeno, Lacki y Gaitán (1993); la aportación al concepto de la nueva ruralidad por parte de Barkin (2001) es que agrega conceptos como gestión local y participación de los pueblos indios a la definición.

Pero todavía es muy localizado y las organizaciones nacionales no han hecho el esfuerzo necesario para representar esos grupos. Puntualiza que el proceso de organización económica y productiva es muy importante, pero no tiene representación. Carton (2003), reconoce que para lograr un proyecto social, autogestivo, construido desde abajo, las organizaciones deben regresar a sus bases, balancear la distribución de la riqueza entre los agremiados y lograr una verdadera democracia al interior de las organizaciones. Por otro lado Hecht (2010), incluye el concepto de los derechos territoriales de los campesinos como parte del reconocimiento de otros grupos sociales hacia ellos y la conservación de los recursos y no sólo como bancos de alimentos.

Echeverri y Ribero (2002), sintetizan el concepto e indican que: ..."la nueva institucionalidad o nueva ruralidad nace de un cambio profundo en el marco de los procesos y reformas que determinan un estado de transición en la naturaleza e instrumentos de gestión y política" (SIC). Desde nuestra perspectiva. La nueva ruralidad, no puede ser vista como en una sola actividad o sector. Bajo éste enfoque el desarrollo no sólo se debe planificar con miras a beneficiar a la población rural, sino que debido al surgimiento y entendimiento de una nueva relación y articulación entre los diferentes niveles de lo rural, lo urbano, lo público, lo comercial, lo local e incluso internacional, hace que este concepto tenga más de dos sentidos para analizarlo.

Ventajas y limitantes teórico metodológicos de la nueva ruralidad

Una ventaja acerca del enfoque de la nueva ruralidad, es que mediante ésta podemos analizar las dinámicas sociales entre los actores que intervienen en un proceso, desde el punto de vista económico, social y organizacional a partir de las relaciones e influencias de lo local hacia lo regional, nacional y lo internacional y viceversa. Además de lo anterior debemos destacar una participación mayor de actores de carácter comercial en tareas de planeación, desarrollo y evaluación de programas de desarrollo para beneficio de la población rural. Así como de un abanico más amplio de beneficiarios de las políticas, programas y acciones de la nueva ruralidad.

Bajo la perspectiva de la nueva ruralidad, se pueden analizar las relaciones sociales, políticas y económicas de una región, en la cual conviven además de la población rural, agroindustrias, prestadores de servicios y vendedores, así como un sin número de agentes extraños que día a día ingresan a las comunidades, que realizan actividades o extraen recursos a cambio de servicios, por lo que el enfoque de la nueva ruralidad nos permite analizar el contexto no solamente desde el punto de vista sectorial, sino multisectorial finamente entrelazado. Tubio (2002), menciona lo anterior, sin embargo enfatiza en una nueva relación de la vida rural con los centros agroindustriales, donde se aprovechan las ventajas comparativas, sobre todo de mano de obra rural, barata y disponible.

Una de las limitantes para la conceptualización teórica y metodológica de la nueva ruralidad, es que no existe una definición clara de las fronteras entre el campo y la ciudad, entre el quehacer institucional y la actividad privada en materia de desarrollo. Existen nuevos objetos de estudio que si bien no son totalmente nuevos, por lo menos no se habían estudiado desde ésta perspectiva, entre ellos podemos destacar: alternativas para eliminar la pobreza, agricultura peri urbana, flujos migratorios e identidad, equidad, relaciones entre lo público y lo privado (Tubio, 2002; Baños, 2003). Aunque en casos europeos la nueva ruralidad está basada más para el desarrollo territorial y sirve como herramienta de trabajo para los planificadores de política para los campesinos (Hetch, 2010; Pia Heike y Niels, 2012).

En México, se pueden observar relaciones entre lo público y lo privado en un estudio realizado en La Frailesca, Chiapas, donde a partir de la redefinición de las actividades de las instituciones públicas, el Estado a través de otras instancias se vinculó con otros actores de los llamados emergentes, (actores privados promovidos, apoyados y desarrollados por el Estado) para que ellos sean los operadores de algunas o de parte de las estrategias de desarrollo que antes sólo correspondían al Estado (Cadena, 2004, 2012).

Por ello no se define aún una frontera en las acciones de índole público y de índole comercial o privado, ya que estos últimos pueden considerarse como intermediarios del desarrollo que el Estado planea. Por otro lado existe la posibilidad que a mayor cantidad de actores emergentes realizando actividades de intermediarismo con metas y programas de competencia productiva, usando para ello una alta cantidad de insumos industriales, se está cayendo paulatinamente en un ámbito neoliberal, política económica tan criticada contemporáneamente a nivel mundial por una mala distribución de la riqueza, el limitado acceso a empleos fijos con un carácter hacendario y priorización de la reproducción del capital antes del desarrollo del sector primario, lo cual es una contradicción tomando en cuenta que la nueva ruralidad pugna por el rescate de lo tradicional y la conservación de los recursos, y la participación de más grupos sociales, tal como lo mencionan, Baños (1999); de Llambí (2000) y Barkin (2001). Una de las principales limitantes de la nueva ruralidad es la descentralización de actividades, sobre todo por que las reglas no están claras para la gestión de los recursos territoriales.

Al respecto Echeverri (2002); Echeverri y Echeverri, (2010), sugieren que las organizaciones deben fortalecerse, de tal manera, que se piense globalmente pero se actué localmente, a medida que una organización logre crecer y convertirse en un interlocutor para gestionar su propio desarrollo, se estará logrando la premisa de la descentralización de actividades. Estos autores destacan la cohesión territorial y la cohesión social como puntos medulares para una visión territorial, siempre que se formule de abajo hacia arriba con grupos locales.

Desde el punto de vista de la nueva ruralidad, la aparición de nuevos actores que ofrezcan más opciones de servicios e insumos al agro puede considerarse como una ventaja, sin embargo existe la posibilidad de que algunos grupos o estratos de la población rural sean excluidos de tales servicios, por ejemplo: los productores que no pueden ser sujetos de crédito por contar con un historial negativo, esto hace que los servicios de financiamiento sean solamente para aquellos que puedan reunir las garantías solicitadas por las instituciones de crédito.

Existe también una base más amplia de clientes o usuarios que pueden beneficiarse con las acciones enmarcadas por la nueva ruralidad, sobre todo acciones ligadas al género, tal es el caso de los esquemas de micro financiamiento que diversas entidades parafinancieras realizan a este segmento de la población, por ejemplo: a través de La Financiera Rural (FR), el Banco de México (BM) acredita a despachos o bufetes de servicios y asistencia técnica como agentes parafinancieros, estos a su vez a quienes otorgan financiamiento a productores (as) ya sea organizados en grupos solidarios, corporativos o en forma individual, en el caso de las mujeres el esquema de financiamiento se otorga para el sector secundario (Cadena, 2004).

La nueva ruralidad ofrece la oportunidad de que nuevos actores sean promotores y a la vez receptores de las acciones de desarrollo; sin embargo, en tanto no se fomente el desarrollo de las capacidades de los beneficiarios no se avanzará en una verdadera nueva ruralidad; es decir, un punto medular en todo proceso de desarrollo es la capacitación a la población rural. Para ello se requiere del empoderamiento descrito por Boone (1989); Van de Sand (2000); World Bank (2002) e inclusive lo manifestado en Echeverri y Echeverri (2010), concepto basado en la apropiación de las tecnologías, ideas o información por parte de los productores o usuarios y que han sido ofrecidas por los agentes promotores, acompañadas de formas de capacitación y educación no formales, los cuales faciliten la toma de decisiones de los actores, que bajo el concepto del desarrollo rural sustentable se le llama desarrollo de capacidades.

La nueva ruralidad debe de tener un enfoque participativo donde los actores intervengan cada vez más en las decisiones que impliquen acciones o programas para su desarrollo. En resumen la nueva ruralidad pugna por el surgimiento y participación de nuevos actores en la planeación, desarrollo y evaluación del desarrollo rural, sin embargo, esos nuevos actores son de carácter privado que tienen una visión económica con énfasis en la reproducción del dinero, esto puede estar en contradicción con la génesis de la nueva ruralidad ya que ésta además de las características anteriores tiene entre sus preceptos el rescate de lo tradicional, el uso de prácticas sostenibles y la conservación de la biodiversidad.

Importancia del enfoque de la nueva ruralidad para el desarrollo rural moderno

La definición de desarrollo rural moderno es imprecisa en el planteamiento dado que no se ofrecen los parámetros para tal definición; sin embargo, a luz de la discusión entenderemos por desarrollo moderno a las alternativas de proponer un desarrollo rural bajo el enfoque de la nueva ruralidad. Si ya se describieron las características de este concepto, sus ventajas y limitantes, entonces se puede decir cual es la verdadera importancia y las oportunidades que se ofertan para los que ofrecen y los que reciben alternativas de desarrollo rural. Linck (2000) bajo la nueva relación del campo y la ciudad indica la pertinencia de lograr un fortalecimiento del patrimonio territorial y de la orientación de las políticas públicas (incentivos y reglamentación) y la construcción de alternativas de competitividad. Para ello sugiere que la preservación y la renovación de los patrimonios territoriales se reconozcan como exigencias sociales cada día más claras y firmes y por otra parte, la renovación de los patrimonios territoriales propicie la generación de recursos específicos que pueden movilizarse para el fomento económico de las áreas rurales. Lo anterior quiere decir que a través de una mayor participación de la sociedad rural se pueden gestionar recursos que de ser canalizados al fomento de los que Linck menciona como el patrimonio territorial, es posible que esa misma sociedad logre la certificación de sus productos con lo que pueden alcanzar un mercado que va creciendo cada día más, la producción de alimentos orgánicos, al respecto Rodríguez et al. (2013) refieren que los planes de negocios y el valor agregado son herramientas que hacen que los campesinos sean más competitivos tal como se demuestra en un estudio realizado en el sureste de México, donde se hizo más competitivas a 480 familias a través de una estrategia de capacitación y visitas mediante las escuelas de campo y los planes de negocios.

La nueva ruralidad no desliga al desarrollo del potencial de las personas del sector rural y el cuidado al medio ambiente. Lo anterior nos remite al concepto de la sostenibilidad. Altieri (1995); Gliessman (1997); Gliessman (1998); y Masera et al. (1999) entre otros, coinciden que a pesar de las inconsistencias y enfoques que cada científico le da al concepto, concluyen que la sustentabilidad es una versión de rendimiento sostenido; la condición de ser capaz de cosechar biomasa de un sistema a perpetuidad debido a que no se compromete la habilidad del sistema para auto renovarse o ser renovado.

De acuerdo con lo anterior los cambios tecnológicos que se incluyan en los programas de desarrollo rural deben ser ambientalmente compatibles, utilizando para ello insumos tradicionales e industriales de 3a generación como son pesticidas biorracionales, o bien hacer una combinación de los extractos y productos comerciales agroecológicos, como pueden ser los piretroides y los extractos de Liliáceas combinados con algunas especies del género Capsicum spp. o Nicotiana tabacum L., lo cual permite que se tenga un sistema agrícola con enfoque agro ecológico.

Para lograr la sustitución de agroquímicos por productos agroecológicos como insumos para la producción además de una fuerte concientización de las ventajas y desventajas de practicar una agricultura para más generaciones es necesario establecer procesos de educación no formal y capacitación. Para ello resulta útil el enfoque de las escuelas de campo (ECA, ESCA o EC) descritas ampliamente en Mata (1998); Morales y Galomo (2006); Morales (2008) Morales et al. (2008), siendo entonces posible gestionar lo que Linck (2000) y Echeverri y Echeverri (2010) menciona como el patrimonio territorial y lograr una certificación de origen.

Con el fin de mostrar el potencial que tienen la producción de cultivos orgánicos, se ilustra en cifras lo que el mercado de los Estados Unidos representa de llegar a ser una rcalidad la gestión patrimonial. El Banco de Comercio Exterior (BANCOMEXT, 2010). Menciona las siguientes cifras: 35.3 millones de hispanos viven en los Estados Unidos de América y representan 12.44% de la población total. 23 millones de personas son de origen mexicano la primera minoría étnica en Estados Unidos de América. Un poder de consumo de 450 mil millones de dólares anuales. Existen 1 500 000 negocios, con ventas anuales por 184 mil millones de dólares. Cerca de 5 0% de estos negocios son propiedad de empresarios mexicanos. California tiene 32% de las empresas, Texas 20% y Florida 15%. Principales mercados para productos orgánicos son: Chicago, Dallas-Ft Worth, El Paso, Houston, Los Ángeles, McAllen-Brownsville, Miami, Nueva York, San Antonio y San Francisco.

En este tenor, La Frailesca, Chiapas región productora en su mayor parte de temporal, de maíz, frijol, mango, hortalizas de exportación, avicultura y ganadería de doble propósito, pero con alto consumo de fertilizantes nitrogenados y de pesticidas tanto para la protección de cultivos como de la ganadería, puede también iniciar un proceso de gestión patrimonial y en el futuro poder disfrutar de productos orgánicos como los quesos agrios, derivados de la leche, tomates orgánicos. Otro producto de vital importancia son los maíces criollos de color, sean rojos, pintos y amarillos que en el mercado de Estados Unidos de Américas, representan una real competencia para los híbridos del sur de ese país (Ochoa, 2003), por la preferencia del mercado latino antes mencionado, además de las propiedades nutracéuticas que estos materiales tienen y que Cruz et al. (2009) describen ampliamente.

En la Frailesca algunos actores como la Universidad Autónoma de Chiapas (UACh), el INIFAP, el Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez, El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), y algunas organizaciones y empresarios que fabrican humus líquido y sólido han promovido el uso de prácticas y productos agroecológicos en contraparte con los enfoques altamente insumistas. Ejemplo de lo anterior han sido los programas de protección al suelo mediante la cobertura de la superficie a través de los residuos agrícolas sobre todo en terrenos con pendientes mayores al 5%, para detener la fuerza de los escurrimientos. También se han diseñado y construido las terrazas de muro vivo a partir de árboles maderables, entre ellos se encuentran el matarratón o cocoite Gliricidia sepium L., y de interés maderable como la "Teca", Tectona grandis o árboles de las Mimosaceae.

Por otro lado se ha promovido el uso de abonos verdes y abonos orgánicos para la recuperación de la fertilidad, como es el caso del frijol nescafé Mucuna deerengianum, "la canavalia", Canavalia ensiformis y el frijol "dolichos", Dolichos Lablab, sin que haya habido un impacto importante en la adopción.

Estudios realizados por Van et al. (1992); Van et al. (1994); Erenstein et al. (1998) y Cadena et al. (1999). Reportan que de estas prácticas, solamente la cobertura al suelo es adoptada por los productores, por ser una práctica que implica menos inversión de tiempo y dinero, las demás prácticas han tenido poco éxito, sobre todo aquellas donde se requiere de procesos largos o procesos más difíciles en su manejo, como es la combinación del frij ol nescafé con el maíz. La baja adopción de estas tecnologías se debe a que si bien son eficientes para el control de la erosión, en la productividad se han logrado mantener los rendimientos a mediano y largo plazo lo cual no representa ingresos económicos importantes que logren satisfacer las necesidades de la familia.

Por otra parte, una tecnología que cada vez tiende a ser más adoptada es la milpa intercalada con árboles frutales (MIAF). Está además de la sostenibilidad ecológica propone mayor diversidad de opciones alimentarias, aumento del ingreso neto a través del año, mayor oportunidad de empleo mejor remunerado, reducción de riesgos por clima, mercado y mayor captura de carbono (Camas et al., 2012).

Por ello la insistencia de que se requiere necesariamente un proceso de capacitación y educación no formal para que dichos cambios tecnológicos sean adoptados por los productores y que las asesorías lleven de la mano al productor de tal manera que logre el empoderamiento y se logre la apropiación de las innovaciones y prácticas. Los ejemplos anteriores excepto por la adopción del MIAF, son cambios tecnológicos de baj o impacto ambiental que ya han ocurrido en mayor o menor medida en la región La Frailesca; sin embargo, los sistemas de cultivo predominantes como el monocultivo de maíz (Zea mays L.), frijol (Phaseolus vulgaris L.) y últimamente de tomate (Lycopersicum solanum L.), siguen siendo cultivos que requieren de una gran cantidad de insumos, para lograr una eficiencia y los niveles productivos logrados hasta ahora. Con los elementos anteriores se plantea un escenario para realizar acciones de desarrollo, todo ello en el marco de la nueva ruralidad. Se proponen dos escenarios: uno donde se propone un programa de desarrollo sostenible y otro donde se evalúe.

Para la planificación

El estudio debe buscar un enfoque de desarrollo sostenible, en el cual las prácticas, tecnologías y demás sean de bajo impacto ambiental o nulo impacto ambiental, para ello se requiere en primer lugar de realizar un diagnóstico participativo, para ello los investigadores(as) deben regresar a las bases campesinas, a las comunidades y con los grupos de interés para en forma conjunta planificar las acciones que beneficiaran a los productores y a sus familias, sin dejar de lado el enfoque territorial, y lo que demanda el mercado, además de las políticas públicas que en ese momento existan.

A partir de una batería de problemas sociales, biológicos, económicos, productivos, culturales y políticos, debe existir en primera instancia una dualidad entre los promotores de las acciones y población rural los cuales en su conjunto realizan diagnósticos a nivel comunitario como célula operativa para después llevarlo a nivel regional de tal manera que se detecten los verdaderos problemas que impiden el crecimiento de los campesinos, sus familias y de la región. Una vez priorizados los problemas, si existen las alternativas de solución deben ser canalizadas hacia los productores, con la concurrencia de todos los actores de cada sector de competencia (social, económico, agrícola, salud, condiciones políticas, de equipamiento, entre otras) para que sean ellos quienes gestionen o lleven la solución a la región o comunidad.

De no existir una alternativa viable al problema planteado puede entrar al sistema de investigación tecnológica o básica según sea el caso, de tal manera que la alternativa de solución se genere en las condiciones y recursos naturales de los beneficiarios potenciales. Para evitar la discontinuidad entre los técnicos de enlace entre la comunidad y el sistema de investigación y extensión, es necesario involucrar a las autoridades municipales, ya que por clientelismo político ellos siempre estarán en el municipio y buscaran la solución a los problemas de sus votantes potenciales.

Al hablar de programas de desarrollo rural sostenible, debemos entender que no sólo es la aportación de prácticas, innovaciones o tecnologías que sean suplementadas con productos orgánicos al sistema productivo de los productores, sino que también es de vital importancia analizar la problemática y posible solución desde el concepto de la teoría de sistemas. Para ello también es necesario involucrar a la población rural para la gestión y apropiación de los procesos de tal manera que se logre el ansiado empoderamiento que desarrolle las potencialidades humanas de ese sector poblacional.

La capacitación tanto para los beneficiarios directos, como para los técnicos o gestores de enlace debe ser en principio para el adiestramiento de prácticas ecológicas, uso y manejo de productos orgánicos ya sean producidos en la unidad de producción como fuera de ella, así mismo en el uso de nuevas tecnologías, en la operación de campañas de salud o de comercialización según los requerimientos de la población objetivo, pero también deberá ser en la gestoría de financiamiento, comercialización y nuevas formas de comercialización, sin perder de vista el enfoque territorial, es decir; que no se pierda de vista el mercado potencial entre un territorio productor y un territorio de consumo.

En este proceso el papel del sistema local o regional de investigación, de asistencia técnica institucional las políticas públicas de los tres ordenes de gobierno, de financiamiento y seguros agropecuarios, será para la ejecución de proyectos en vías de resolver la problemática antes detectada, de esta manera las posibilidades de éxito tendrán mayor probabilidad de que sean apropiadas por la población rural e incorporadas a su sistema de producción.

Para la investigación y la evaluación

Para realizar una investigación o realizar la evaluación de un programa territorial, se deben seguir los mismos pasos que sugieren Chambers (1993) y Kumar (1993) para sondear el panorama y delimitar las líneas de investigación y transferencia que nos lleven a la innovación; sin embargo, con esta estrategia sólo logra relacionar a una zona agrupada, y es de esperarse que para futuros estudios con enfoque territorial se debe tomar en cuenta lo que sugieren Linck et al. (1988), Echeverri y Echeverri (2010), establecer las relaciones y vínculos establecidos por los actores sean estos comerciales, de capacitación o de intercambio, de tal manera que se pueda analizar como un verdadero sistema agrario (Cadena, 2004 y Cadena 2012), donde dos o más zonas agro ecológicas realizan intercambios de naturaleza diferente pero que en su articulación estas se benefician.

Lo importante destaca Linck et al. (1988) es que se deben seguir diferentes niveles o escalas de trabajo, las cuales se complican más a medida que se sube de escala, ellos sugieren que el primer nivel es la parcela, luego la unidad de producción, posteriormente el "terruño" luego la región, y eso debe ser en forma repetida para establecer las conexiones entre las regiones y definir las interrelaciones del sistema agrario. Por lo que una segunda etapa del estudio es posible ya que siguiendo lo sugerido por Phillip (1994); Taylor y Bogdan (1996); y Hernández et al. (2003) en relación a la pertinencia de realizar estudios longitudinales para tener una diacronía histórica de la evaluación de las relaciones entre las áreas que pueden verse involucradas, en otras palabras se puede realizar un estudio con otro tipo de escala que nos permita ver al sistema agrario o territorio como tal.

Una recomendación general, es que no se deben realizar estudios tomando como unidad de análisis a una región en forma aislada, sino ver en su conjunto las relaciones que esta región guarda con otras regiones sean en el ámbito estatal, nacional o internacional, ya que el objeto de estudio en la Nueva Ruralidad es cambiante y dinámico, toda vez que cada día las distancias se acortan, ya sea por el flujo de información a través del ciberespacio o por las transacciones comerciales y económicas realizadas entre los que intervienen en el desarrollo. Tampoco se debe tomar como receta una metodología en particular ya que también cada objeto de estudio puede ser abordado de múltiples maneras o con múltiples estrategias de investigación.

A lo anterior debemos añadirle el recurso humano. No se puede realizar una investigación en todas las escalas sugeridas por Link et al. (1988) por una sola persona, sino que es necesaria la colaboración de un mayor número de investigadores(as). La participación de instituciones financieras, y personal de apoyo para llevar a buen fin una investigación con enfoque de desarrollo rural sostenible o de nueva ruralidad.

 

Literatura citada

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