Introducción
La familia es el grupo social natural primario que constituye la matriz del desarrollo psicosocial de sus miembros a través de los padres. El objetivo fundamental del grupo familiar es proteger a los infantes. López, Barreto, Mendoza y del Salto (2015) definen a una familia disfuncional como aquella en la que los conflictos, la mala conducta y el abuso se producen continua y regularmente, lo que lleva a otros miembros a acomodarse y a normalizar tales acciones.
La disfuncionalidad familiar produce graves efectos negativos en los niños (López et al., 2015), como: a) la carencia de la capacidad de juego o de ser infantil, es decir, un crecimiento psicológico y emocional demasiado rápido en los niños, o por el contrario, b) un crecimiento muy lento o de un modo mixto (por ejemplo, mostrar buen comportamiento social, pero ser incapaz de cuidarse a sí mismo); c) la manifestación de alteraciones mentales de moderadas a graves, por ejemplo, depresión o ansiedad, algún trastorno de personalidad y pensamientos suicidas; d) la adicción al tabaco, al alcohol o a otras drogas, en especial si el consumo está normalizado en la familia y en el grupo de amistades; e) la rebelión contra la autoridad de los padres o, por el contrario, f) la simulación de aparentes valores familiares, los cuales no son llevados a la práctica; g) la presencia de sentimientos encontrados de amor y odio hacia ciertos miembros de la familia; h) incurrimiento en actividades delictivas; i) dificultad para formar relaciones saludables en su grupo de pares; j) padecimiento de algún trastorno del lenguaje o la comunicación (relacionados con el abuso emocional); y k) dificultades escolares o disminución del rendimiento académico.
Las familias disfuncionales suelen estar integradas por adultos codependientes, debido a que en éstas sus miembros están tan estresados e inmersos en la problemática familiar, que no tienen tiempo de atender sus propias necesidades (Bradshaw, 2002). Suelen adaptarse a la situación en un intento desesperado por controlarla y se vuelven dependientes de la fuente que les produce el estrés; de este modo, comienzan a proyectar su atención hacia el exterior, impidiendo hacerse cargo de sus propias necesidades o sentimientos.
La codependencia ha sido definida como un patrón relacional disfuncional que se desarrolla sólo con determinados individuos, a través del cual la persona se enfoca de manera excesiva en las necesidades y en los comportamientos del otro, aunque esto implique negligencia hacia sí misma (Martins-D'Angelo, Menéndez Montañés, Gómez-Benito y Silva Peralta, 2011).
Pérez y Delgado (2003) señalan como causas de la codependencia, las conductas de dependencia aprendidas por modelos significativos o por experiencias previas, la exposición constante a un evento estresante indefinido y los rasgos de personalidad dependiente. Entre los orígenes de la codependencia aparece la historia de maltrato infantil, ya que se ha encontrado que las personas codependientes comúnmente fueron educadas en hogares disfuncionales en los que se convirtieron en cuidadores de sus cuidadores, ya que éstos no pudieron asumir tal papel debido a su incapacidad (Martins-D'Angelo et al., 2011; Reyome y Ward, 2007).
Muchas de las características de la codependencia han sido establecidas como normas sociales. Entre ellas, la noción tradicional de matrimonio, que considera que dos personas tienen que abandonar su individualidad para convertirse en pareja; el fomento del racionalismo, que implica control en lo que se refiera al placer, la espontaneidad y la expresión de emociones, y la regla de ser amables y agradables con los demás (Bradshaw, 2002). Noriega Gayol y Ramos Lira (2002) plantean que la conducta codependiente es el resultado directo de la inequidad en la distribución de poder entre hombres y mujeres, debido a lo cual ellas son colocadas en riesgo de tener relaciones injustas o violentas.Los individuos codependientes se encuentran en estrés constante, lo que puede generar ansiedad, depresión y sintomatología física -agotamiento, úlceras, presión arterial alta, migrañas, problemas respiratorios y cardiacos (D´Angelo y Menéndez, 2011; Noriega Gayol y Ramos Lira, 2002; Pérez y Delgado, 2003).
La codependiencia también tiene efectos signficativos en la elección de la pareja. Según Pinto Tapia (2005), las personas eligen a su pareja a partir de cuatro aspectos fundamentales: aquellos afectos que han recibido de los seres significativas durante sus primeros años de vida (papá, mamá, hermanos, abuelos, tíos, amigos, profesores, etc.), los afectos que les hubiera gustado recibir, pero que no les fueron dados, los que dieron y fueron recibidos con agrado, y los que dieron y no fueron recibidos. Las expectativas amorosas se construyen a partir de esquemas afectivos y cognitivos aprendidos en la familia de origen, y se espera que la futura pareja proporcione tanto lo que resultó satisfactorio como aquello de lo que se careció.
Las dimensiones de la codependencia que han recibido apoyo empírico son: 1) Baja autoconfianza, sentimiento de devaluación y deficiencia, que lleva a la persona a tratar de ser perfecta y de controlar a los demás, o vivir completamente descontrolada; 2) Focalización en el otro / orientación rescatadora, derivación del sentido de valía propia con base en el cuidado que la persona hace de otros; 3) Actitud de complacencia, intención de complacer a otros, estando siempre de acuerdo en lo que sienten, piensan y en la manera en que se comportan; 4) Mecanismo de negación, dejar de lado las propias necesidades para satisfacer las del otro; 5) Desarrollo incompleto de la identidad, negación de uno mismo como una forma de sentirse aceptado por los demás, y 6) Represión emocional, desconexión de las propias emociones (Bradshaw, 2002; Finnegan y McNally, 1989; Fossum y Mason, 1989; Mendenhall, 1989).
Se han desarrollado algunos instrumentos para medir la codependencia en adultos. En México, Noriega Gayol y Ramos Lira (2002) crearon un instrumento de tamizaje para detectar codependencia de las mujeres hacia su pareja; la escala está compuesta por cuatro subescalas: orientación rescatadora, mecanismo de negación, desarrollo incompleto de la identidad y represión emocional. En Argentina, Biscarra, Brandariz, Lichtenberger, Peltzer y Cremonte (2013) desarrollaron una escala para evaluar la codependencia en personas que convivían con un individuo que padecía un trastorno por consumo de sustancias adictivas o con alguna enfermedad crónica en población general; la escala está integrada por tres factores: escasa autoconfianza, focalización en el otro y actitud complaciente.
A través de la práctica en el área clínica y en el ámbito educativo se ha observado el impacto de la disfunción familiar en el desarrollo psicosocial de los adolescentes, en particular, en el establecimiento de relaciones codependientes de pareja. Sin embargo, la investigación sobre codependencia se ha enfocado fundamentalmente en población adulta, por lo que el presente estudio se planteó como objetivo principal examinar la asociación entre la disfunción existente en la familia y la presencia de codependencia en los adolescentes, así como identificar los factores de la disfunción que predicen la codependencia. También se pretendió analizar su relación con las variables demográficas (sexo, edad, grado escolar, tipo de familia) y con las relaciones de pareja (las pasadas y la actual) de los adolescentes. Un tercer propósito fue evaluar las propiedades psicométricas de dos escalas en español que miden codependencia en adultos (Escala Argentina de Codependencia e Instrumento de Codependencia, para mujeres mexicanas) y de una escala de disfunción familiar (Escala de Patrones de Interacción de la Estructura Familiar) aplicadas a adolescentes, a fin de contar con instrumentos válidos y confiables para esta población.
Método
Participantes
La muestra del estudio estuvo integrada por 304 estudiantes de preparatoria, 61.5% hombres y 38.5% mujeres, entre 14 y 18 años (media=15.93 años; de = 0.95). La mayoría formaban parte de familias nucleares biparentales (56.6%) o monoparentales (22.2%); el 21.2% vivía en familias extendidas. El 93.7% de los participantes mencionaron haber tenido una o más parejas en algún momento de su vida; el número de parejas osciló entre 1 y 17 (media = 5; de = 3.23), y la duración promedio de su relación más larga fue de 9.53 meses (DE = 7.09), con rango de 1 a 39 meses. El 57.4% de los estudiantes no tenía pareja en el momento de la aplicación, el 8.3% mantenía una relación “free” (sin compromiso) y el 34.3%, una relación de noviazgo.
Instrumentos
Se elaboró un cuestionario sociodemográfico para recabar las siguientes variables: sexo, edad, grado escolar, relación de pareja, consumo de tabaco y alcohol, así como el tipo de familia de los participantes.
Con el propósito de evaluar la disfunción familiar, de la Escala de Patrones de Interacción de la Estructura Familiar, integrada por 85 afirmaciones, se seleccionaron las categorías primarias de disfunción familiar: aglutinamiento, desligamiento, sobreprotección, rechazo, rigidez, evitación de conflicto, conflicto manifiesto sin resolución, triangulación, coalición y rodeo. A fin de efectuar un análisis más cuidadoso a nivel teórico y metodológico, los 50 reactivos de estas subescalas se dividieron en dos secciones: una relacionada con las interacciones padres-hijos y otra con las relaciones familiares. Cada una de ellas se trató como una escala diferenciada.
Para medir la codependencia se aplicaron dos escalas: el Instrumento de Codependencia, ICOD (Noriega Gayol y Ramos Lira, 2002) para mujeres mexicanas y la Escala Argentina de Codependencia (Biscarra et al., 2013). El ICOD está integrado por cuatro factores: mecanismo de negación, desarrollo incompleto de la identidad, represión emocional y orientación rescatadora, que explican el 50.8% de la varianza total y el alfa de Cronbach fue igual a .92. La escala argentina consta de 26 reactivos distribuidos en tres factores, que explican el 40% de la varianza total: escasa autoconfianza (α= .87), focalización en el otro (α= .81) y actitud complaciente (α= .81); el alfa de Cronbach de la escala total es de .91.
Se revisó el fraseo de los reactivos de las cuatro escalas a fin de adecuarlos a la población adolescente; se utilizaron seis opciones de respuestas: Totalmente de acuerdo, Muy de acuerdo, De acuerdo, En desacuerdo, Muy en desacuerdo y Totalmente en desacuerdo. Las escalas fueron piloteadas y se efectuaron las correcciones de pertinentes.
Procedimiento
Se solicitó a las autoridades de dos instituciones escolares públicas de nivel preparatoria, el acceso para la aplicación de los instrumentos. La batería que integraba el cuestionario demográfico y las tres escalas citadas se entregó a los alumnos en su propio salón de clases para que fuera contestada por escrito, se aseguró la confidencialidad y el anonimato de los datos, y se solicitó su consentimiento informado. Al concluir, se agradeció su participación.
Resultados
Para cada una de las escalas aplicadas se efectuaron análisis factoriales de componentes principales con rotación varimax y análisis de consistencia interna. Los índices psicométricos obtenidos para las escalas aplicadas se muestran en la Tabla 1.
Constructo | Escala | Factores | Varianza explicada | Consistencia interna | Número de reactivos | |
---|---|---|---|---|---|---|
(Media,* desviación estándar) | ||||||
Disfunción familiar | Escala de Disfunción Familiar en las Interacciones Padres-Hijos |
|
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53.19% |
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10 |
Escala de Disfunción Familiar en las Relaciones Familiares |
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57.20% |
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21 | |
Codependencia | Instrumento de Codependencia (ICOD) para mujeres mexicanas |
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54.73% |
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27 |
Escala Argentina de Codependencia |
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57.75% |
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25 |
*Media teórica = 3.5.
Entre los factores de disfunción familiar, las medias de los puntajes de evitación de conflicto y de límites difusos resultaron las más altas, y los de peleas y triangulación, las más bajas. Entre los factores de codependencia, la indefensión y la actitud complaciente tuvieron las medias más altas, en tanto que la orientación rescatadora, la confusión emocional y la sobrecarga emocional, las más bajas.
Con el propósito de integrar los factores de ambas escalas de codependencia se realizó un análisis factorial de segundo orden con rotación varimax. El análisis arrojó dos factores que explicaron el 66.86% de la varianza total: Focalización en el otro y Autonegación. La consistencia interna obtenida fue de α = .907. La Codependencia por focalización en el otro (media = 4.09, de = 0.92) integró los factores: Sobrecarga emocional, Escasa autoconfianza, Focalización en el otro, Confusión Emocional, Orientación rescatadora y Omnipotencia. La Codependencia por autonegación (media = 4.44, de = 0.86) agrupó: Autonegación, Indefensión, Actitud complaciente y Represión emocional.
Relación Disfunción familiar - Codependencia
Al analizar las correlaciones entre los factores de disfunción familiar y los de Codependencia (véase Tabla 3), se observó que la disfunción familiar correlacionó significativa y positivamente con la codependencia, es decir, a mayor disfunción familiar, tanto en las interacciones padreshijos como en las relaciones familiares, correspondió mayor codependencia por autonegación y por focalización en el otro.
Las correlaciones más altas se observaron en el factor Desunión de disfunción familiar con Sobrecarga emocional, Escasa autoconfianza, Confusión emocional, Orientación rescatadora e Indefensión de codependencia. También Confusión emocional correlacionó significativamente (p>.001) con Evitación del conflicto, Desunión y Peleas. No estuvieron correlacionados de manera estadísticamente significativa: Autonegación con Triangulación, y Represión emocional con Coaliciones.
Predicción de la codependencia a partir de la disfunción familiar
Con el propósito de evaluar el efecto de las variables de disfuncionalidad familiar sobre la codependencia, se efectuaron análisis de regresión, con método estándar, tanto para el puntaje global de la codependencia por focalización en el otro como para el puntaje global de la codependencia por autonegación (Autonegación, M=4.25; Indefensión, M=4.63; Actitud complaciente, M=4.59; y Represión emocional, M=4.29). Para la primera, el modelo fue significativo, F(8,294)=18.162, p<.001, y explicó el 31.3% de la varianza (R2 ajustada=.313). La desunión, las peleas y la triangulación resultaron predictores significativos, con una relación positiva con la codependencia por focalización en el otro. La evitación del conflicto, los límites difusos, las coaliciones, la confusión de jerarquías y la comunicación no asertiva no fueron predictores significativos.
Respecto de la codependencia por autonegación, el modelo explicó el 20.3% de la varianza (R2 ajustada=.203), y resultó estadísticamente significativo, F (8,294)=10.625, p<.001. Los datos de los predictores individuales revelaron que la desunión, la confusión de jerarquías y las culpas fueron predictores significativos de la codependencia por autonegación. Los niveles más altos de desunión, de consentidos y de culpas se asociaron con los niveles más altos de codependencia. El resto de las subescalas no resultaron predictores significativos.
Diferencias en codependencia por variables sociodemográficas
Se efectuaron análisis estadísticos de diferencias por las variables sociodemográficas registradas para los factores de codependencia. Las diferencias significativas obtenidas se muestran en la Tabla 2.
Codependencia | Factores | Variable | Categoría | Media (Desviación estándar) |
Prueba estadística, Significancia |
---|---|---|---|---|---|
Por autonegación | Autonegación | Sexo |
|
|
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Indefensión | Sexo |
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Actitud complaciente | Sexo |
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Por focalización en el otro |
Sobrecarga emocional | Pareja |
|
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Tipo de relación |
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||
Confusión emocional | Pareja |
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Pareja actual |
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Orientación rescatadora | Tipo de relación |
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Omnipotencia | Sexo |
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Codependencia | Factores | Disfunción familiar en las interacciones padres-hijos | Disfunción familiar en las relaciones familiares | ||||||
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Confusión de jerarquías | Triangulación | Comunicación no asertiva | Evitación del conflicto | Desunión | Límites difusos | Coaliciones | Peleas | ||
Por auto-negación | Auto-negación | .209** | Ns | 171** | .258** | .254** | .202** | 171** | .236** |
Indefensión | .316** | .259** | .261** | .364** | .402** | .352** | .318** | .303** | |
Actitud complaciente | .341** | .246** | .227** | .320** | .369** | .327** | .246** | .287** | |
Represión emocional | .249** | .115* | .126* | .275** | .256** | .127* | ns | .190** | |
Por focalización en el otro | Sobrecarga emocional | .273** | .346** | .269** ** | .360** | .406** | .208** | .203** | .391** |
Escasa autoconfianza | .270** | .296** | .318** | .328** | .455** | .335** | .242** | .362** | |
Focalización en el otro | .250** | .305** | .235** | .283** | .367** | .180** | .181** | .328** | |
Confusión emocional | 332** | .343** | .354* | .406** | .463** | .256** | .244** | .411** | |
Orientación rescatadora | 423** | .371** | .321** | .377** | .422** | .256** | .254** | .377** | |
Omnipotencia | .281** | .224** | .195** | .245** | .254** | .236** | .217** | .281** |
*p<.05; **p<.001; ns: no significativo.
Se obtuvieron diferencias significativas por sexo en Omnipotencia, Indefensión, Autonegación y Actitud complaciente; las mujeres obtuvieron puntajes más altos que los hombres en todas las subescalas. Las personas que no han tenido pareja mostraron puntajes más altos que las que sí la han tenido en Confusión emocional y Sobrecarga emocional. Los adolescentes que reportaron tener pareja actualmente obtuvieron puntajes más altos que quienes no lo tenían en Confusión emocional. Según el tipo de pareja, se observaron diferencias en Orientación rescatadora y Sobrecarga emocional, en donde aquellos que manifestaron estar en una relación de noviazgo obtuvieron puntajes más altos en relación a aquellos que tienen un "free", es decir, una relación abierta. Se obtuvo una correlación positiva significativa entre la duración de la relación más larga que han tenido los participantes con las subescalas Confusión emocional (r= .168, p=.005) y Omnipotencia (r= .132, p=.028). No se observaron relaciones estadísticamente significativas entre las variables tipo de familia, edad, grado escolar, número de parejas y los factores de codependencia.
Discusión
Respecto del primer objetivo planteado en el presente estudio, los resultados obtenidos mostraron una fuerte asociación positiva entre la disfunción familiar y la codependencia, de tal manera que las relaciones familiares parecen tener una gran influencia en la predicción de comportamientos codependientes en los adolescentes. Estos hallazgos confirman los planteamientos de diversos autores (Betina y Contini, 2011; Bradshaw, 2002; López et al., 2015) que señalan que el medio familiar es el lugar primario de aprendizaje emocional y social, en el que los padres constituyen los modelos a seguir en la forma de establecer relaciones interpersonales. La desunión, entendida para fines de esta investigación, como una falta de vinculación emocional efectiva, que incluye maltrato físico y emocional, desunión parental, roles y funciones no asumidas, la no responsabilización por las consecuencias de los actos, el alejamiento emocional, la indiferencia, la no resolución de conflictos por falta de recursos, lucha de lealtades y constantes discusiones entre los miembros, ha sido señalada como una de las características fundamentales de la disfunción. Los resultados de este estudio mostraron fuertes correlaciones entre la desunión y la mayoría de los factores de codependencia; además, el análisis de regresión la identificó como un predictor significativo de la codependencia en los adolescentes. De acuerdo con Reyome y Ward (2007) y Martins-D'Angelo et al. (2011), la débil vinculación emocional entre los miembros de la familia genera una sensación de minusvalía y subestimación, y aumenta la necesidad de complacer o rescatar a otros para sentirse queridos y necesitados.
En la codependencia, los componentes más importantes resultaron la confusión emocional y la orientación rescatadora. A su vez, la confusión emocional estuvo vinculada con la evitación del conflicto y las peleas familiares, y las jerarquías confusas se relacionaron con la orientación rescatadora. La observación o participación directa e indirecta en conflictos familiares parece impidir que el adolescente identifique características saludables para relacionarse con otros (Pérez y Delgado, 2003).
El hallazgo de que cerca de la tercera parte de la variabilidad en la codependencia por focalización en el otro haya sido explicada por la desunión, las peleas y la triangulación en la familia, podría explicarse por el hecho de que cuando se está demasiado atento a las conductas de los demás, se produce una gran cantidad de estrés e inestabilidad emocional, ya que, como señalan Reyome y Ward (2007) y Martins-D'Angelo et al. (2011), la persona deja de lado sus propias necesidades para enfocarse en las de los demás. Por otro lado, la desunión, las jerarquías confusas y la evitación de conflicto en la familia se asociaron con niveles altos de codependecia por autonegación. Cuando en el contexto familiar ocurre la "no visión del otro" y se dan diferencias, preferencias o comparaciones entre los miembros, se generará la sensación de ser inadecuado y la persona tenderá a establecer relaciones en la que se autoniegue (López et al., 2015). Otras variables no incluidas en este estudio, que pudieran coadyuvar a la explicación de la codependencia en los adolescentes son los estresores resultados de cambios significativos en el estatus familiar, como la separación o la muerte de los padres (Pérez y Delgado, 2003).
Se observó que las medias de los factores de codependencia resultaron muy cercanas a la media teórica, lo cual parecería implicar que en los adolescentes las conductas de dependencia se encuentran aún en formación, por lo que en esta etapa la prevención resulta de suma importancia; es decir, aunque el aprendizaje cotidiano durante la infancia haya forjado un "molde", falta la reafirmación mediante la práctica de la conducta durante la adolescencia. En esta etapa puede haber variables que alteren los patrones aprendidos en la familia (Betina y Contini, 2011).
El segundo objetivo del estudio fue analizar la relación entre las variables sociodemográficas y de pareja con la codependencia en los adolescentes. Si bien la edad, el grado escolar y el tipo de familia no tuvieron efecto sobre la codependencia, el sexo sí. Las mujeres obtuvieron puntajes más altos que los hombres en las conductas codependientes, especialmente en omnipotencia, indefensión, autonegación y actitud complaciente. Los datos obtenidos parecen indicar que, como consecuencia de las normas culturales establecidas diferencialmente por género en las familias mexicanas, se sigue considerando que los varones, como futuros proveedores y cuidadores, que tienen preferencia, lo cual genera en las mujeres una sensación de indefensión y la creencia de que, por ser "sensibles y débiles", deben complacer a otras personas, especialmente a los hombres, para adquirir una sensación de valía (Noriega Gayol y Ramos Lira, 2002). Además, el asignar a las mujeres el rol “base de las familia”, les produce una sensación de omnipotencia que refuerza su idea de ser necesitadas.
Respecto de la asociación entre relaciones de pareja y codependencia en los adolescentes, los resultados mostraron que quienes reportaron no haber tenido pareja obtuvieron puntajes más altos en las conductas de dependencia, sobre todo en confusión y sobrecarga emocional. Este hallazgo podría estar explicado, por un lado, por la visión idealizada y culturalmente influenciada de lo que debe ser una pareja (Bradshaw, 2002), y por el otro, por la negación de la capacidad para relacionarse de manera asertiva con una pareja por creer que no se cumplirán las expectativas del otro. Por tanto, es posible prever que estos individuos tendrán conductas codependientes al relacionarse en pareja (Betina y Contini, 2011; López et al., 2015; Pinto Tapia, 2005). Investigaciones futuras tendrán que someter a prueba estas hipótesis.
Los adolescentes que reportaron tener pareja actualmente también obtuvieron puntajes altos en codependencia, principalmente en confusión emocional. Aquellos con una relación de noviazgo mostraron una mayor orientación rescatadora y mayor sobrecarga emocional que los adolescentes que están en una relación abierta. Los participantes que han tenido relaciones más duraderas sobresalen en confusión emocional y omnipotencia, lo cual parece indicar que mientras más se “enganchen” emocionalmente, más conductas de codependencia se presentan. Los adolescentes comienzan a tener una mayor práctica de las conductas aprendidas en el núcleo familiar primario, y esto usualmente se da con alguien que “empata” con las creencias familiares o que se asemeja al “molde” (Betina y Contini, 2011).
El tercer propósito de esta investigación fue evaluar las propiedades psicométricas en una muestra de adolescentes mexicanos de dos escalas de codependencia, creadas originalmente para adultos, y de un instrumento de de disfunción familiar. Para ello, se realizaron las adecuaciones necesarias de las escalas en términos del fraseo de los reactivos a fin de que pudieran ser aplicables a la problación adolescente, lo cual resultó exitoso.
En relación con la medición de la codependencia, para la escala argentina de codependencia y para el instrumento de codependencia, se obtuvieron índices de consistencia interna y porcentajes de varianza explicada adecuadas. Los índices psicométricos más altos correspondieron a la primera, los cuales resultaron aún más altos que en la validación argentina; en el presente estudio, el análisis arrojó cinco factores, dos más (omipotencia y sobrecarga emocional) que los reportados por Biscarra et al. (2013). En el ICOD sólo los factores de orientación rescatadora y represión emocional fueron conservados en esta validación; los reactivos correspondientes al mecanismo de negación y al desarrollo incompleto de la identidad se agruparon en tres factores: autonegación, confusión emocional e indefensión. De gran interés teórico y empírico resultó la integración en dos subescalas, por análisis factorial de segundo orden, de los diez factores de las dos escalas aplicadas; éstas fueron codependencia por focalización en el otro y por autonegación, las cuales sintetizan la estructura de la codependencia en los adolescentes. Se sugieren nuevas aplicaciones de las escalas a fin de corroborar esta conformación factorial.
La familia es definida, dentro del enfoque sistémico, como un conjunto organizado e interdependiente de personas en constante interacción, regulado por reglas y funciones dinámicas que existen tanto al interior como al exterior del sistema (Minuchin, 1986; Andolfi, 1993).
Desde el punto de vista de la terapia familiar sistémica, las familias funcionales o viables son aquellas que logran mantener un equilibrio entre la estabilidad, el desarrollo y el cambio; también lo son aquellas que tienen un intercambio flexible con el medio externo, incorporando la información necesaria para su continuidad. Son sistemas que cumplen con sus finalidades de protección, cuidado y orientación, que son satisfactorias para sus miembros y que permiten el desarrollo de la identidad personal. También se caracterizan por su capacidad resolutiva ante problemas. Cuando esto no ocurre, pueden aparecer alteraciones en las funciones, la dinámica y la estructura de la familia, lo cual entorpece su viabilidad. Los sistemas familiares pueden llegar a una disfunción como consecuencia de una sobrecarga o tensión originada al interior o al exterior del grupo (Ortega, 2001). A pesar de ser un concepto controversial, el término disfunción familiar es utilizado para describir estructural y relacionalmente a la familia, no implicando con ello una normalización o patologización de la misma.
Respecto de la escala de disfunción familiar aplicada, la mayoría de las categorías de disfunción planteadas por Sánchez (1989) resultaron diferentes en esta validación; sin embargo, parecieron conceptualmente claras. Constituyó un acierto, en términos de su utilidad para lograr una mayor comprensión del fenómeno, la división de las categorías primarias de disfunción familiar en dos escalas: interacciones padres-hijos y relaciones familiares.
Conclusión
El objetivo fundamental del presente estudio fue analizar la relación existente entre la disfunción familiar y la codependencia en adolescentes mexicanos. Los resultados obtenidos permitieron identificar tal relación. A partir de ellos podrían desarrollarse estrategias para la prevención y atención oportuna de conductas codependientes en los jóvenes, las cuales tienden a generar inestabilidad emocional y relaciones interpersonales poco satisfactorias, que constituyen importantes fuentes de estrés y de malestar en la vida cotidiana de las personas. Esta investigación también puede apoyar a los terapeutas familiares y de otras especialidades, en el abordaje de problemáticas relacionados con la pobre calidad de las relaciones familiares, la falta de comunicación y conexión emocional entre los miembros, así como la violencia intrafamiliar, la cual es un componente significativo en la repetición de patrones relacionales disfuncionales de los hijos con sus medios externos, ya sea con amigos, parejas y autoridades, entre otros.
Para obtener información más exhaustiva acerca de la codependencia y su etiología familiar, se sugiere realizar estudios longitudinales, dado que estas conductas se van estableciento a través del tiempo y se convierten en patrones comportamentales de codependencia que tienen consecuencias negativas en la salud física y mental de las personas.