Introducción
En Cuba, la mayoría de los estudios sobre música religiosa han estado centrados en las expresiones músico-danzarias de ritos afrocubanos que constituyen patrimonio inmaterial de la nación. La salvaguarda del patrimonio histórico - documental relacionado con la práctica musical de la liturgia católico -romana es igual de trascendente para nuestra cultura nacional. Al decir de Argeliers León:
Existen, en nuestro país, numerosos documentos que permitirían reconstruir, de manera fehaciente, toda nuestra historia musical y volcarla documentalmente en las manos de los estudiosos. Muchos de estos se encuentran en archivos de diversas instituciones y de particulares. (En Hernández, 1969).
Al respecto, el musicólogo Jesús Gómez Cairo, director del Museo Nacional de la Música, expresó en su Estrategia de inserción del patrimonio musical en los actuales procesos socioculturales:
[…] el patrimonio musical guardado en archivos […] que no es conocido ni difundido, que no “suena” ni se promueve en toda su magnitud […] no podemos decir que no es patrimonio […] y por desconocimiento no forma parte de la identidad y auto-reconocimiento del pueblo-nación. (En Museo Nacional de la Música, 2013).
Tal es el caso de las obras compuestas por Alfredo Morales Mustelier, localizadas en el archivo de música de la Catedral de Santiago de Cuba. A pesar de que este compositor es uno de los precursores del uso de ritmos y melodías folklóricas en la liturgia católica, sus aportes al patrimonio musical pre y post-conciliar aún no han sido lo suficientemente estudiados.
El primer intento de sistematizar la obra compositiva del músico mencionado fue realizado por las otrora estudiantes Agnerys González y Claudia Fallarero con su trabajo “Alfredo Morales y la música posconciliar en Cuba” (González y Fallarero, 2002). En esa investigación, las autoras se concentraron en insertar al compositor en su contexto, la realización de un inventario de sus obras conocidas y en un análisis paramétrico de sus composiciones post-conciliares que se incluyen en el cantoral “Cuba canta su Fe”. Ciertamente, no fue de su interés el abordar su música pre-conciliar, en la que el creador deja entrever recursos compositivos que posteriormente utilizaría en obras posteriores, ni la realización de un catálogo descriptivo.
En el año 2007, el diputado dominicano Rafael Calderón Martínez, en su “Proyecto de Resolución que tiene por objeto hacerle un reconocimiento al Hermano de La Salle Señor Alfredo A. Morales por la encomiable y destacada labor desarrollada en las áreas de la educación, música, poesía, literatura, y juventud” (Calderón, 2007), anexa a la solicitud oficial un curriculum vitae del compositor y el inventario cronológico de su obra musical. Ambos anexos no persiguen en sí mismo una cientificidad, por lo que la datación de algunas de las obra no coincide con las fechas consignadas en sus manuscritos. La elaboración de este documento solo tuvo una finalidad: avalar la petición del reconocimiento al creador en cuestión, objetivo que cumplió.
A propósito de su fallecimiento en el año 2012, se difundió por internet un documento de autoría desconocida que aborda la vida, obra literaria y musical del Hno. Alfredo Morales FSC (Autor desconocido, 2012). En este esbozo prima el carácter anecdótico, por lo que los datos expuestos en sus páginas se deben contrastar con otras fuentes de información que los aseveren. Así mismo, lo contenido con respecto a su obra musical es solo una representación de lo compuesto por el creador y no un inventario exhaustivo.
Considerando lo anteriormente expuesto, el presente trabajo tiene como objetivo: Rescatar el patrimonio histórico - documental de la música compuesta por Alfredo Morales Mustelier.
Método
Para cumplimentar el objetivo de esta investigación es ineludible la elaboración de la historia de vida de Alfredo Morales Mustelier, lo que permitirá contextualizar su obra creativa. La historia de vida es la reconstrucción de la biografía de un individuo específico, que permite desentrañar algo de su técnica y modos de componer, sobre todo en compositores que constituyen un ejemplo típico, cuyo recorrido de vida puede ser un caso especialmente representativo (López-Cano y San Cristóbal, 2014).
Es igualmente importante la confección de un catálogo de las obras de este compositor que se atesoran en el archivo de música de la Catedral de Santiago de Cuba. Para su confección se realizó una adecuación de la Norma de Catalogación del Repertorio Internacional de las Fuentes Musicales - España (RISM - España), serie A/II - Manuscritos musicales desde 1600, atenuada al contexto musical cubano del siglo XX y a las propias particularidades del objeto de estudio. A pesar de que este reservorio no contiene todo el quehacer creativo de la figura estudiada, lo cual puede constituir un sesgo en la investigación, este catálogo permitirá conocer lo existente en el único archivo conocido en Cuba que salvaguarda sus obras, para convertirlas en objetos de estudio de próximas investigaciones.
Esta investigación forma parte del proyecto “El patrimonio histórico-musical conservado en las Catedrales e Iglesias de Cuba” que dirige la Dra. Miriam Escudero en el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, en el que intervienen el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC) y la Universidad de Valladolid, España.
Este estudio preliminar también es partícipe del proyecto de investigación “La expresión musical religiosa en el ámbito hispanoamericano. Movilidad y circulación de canciones y villancicos de compositores y maestros del siglo XX” que dirigió el Dr. Juan Hugo Barreiro Lastra en el Departamento de Música de la División de Arquitectura, Arte y Diseño (DAAD) de la Universidad de Guanajuato, México.
Resultados
Historia de vida.
Según consta en la Partida de Nacimiento redactada por el Dr. Ibrahim Arias Casal, juez municipal y encargado del Registro Civil de la Demarcación Norte de la ciudad de Santiago de Cuba, Alfredo Morales Mustelier, nació el 13 de marzo de 1927 en la calle alta de Castillo Duany, No. 90, a las 07:00 pm. Proveniente de una familia “[…] todos naturales de Cuba”, su padre Osvaldo Morales y Pérez se dedicaba al comercio, así como su madre Dolores Mustelier y Gándara a las ocupaciones de la casa.1
Siendo el tercero de cuatro hermanos que serían educados con profunda convicción religiosa, Alfredo Morales fue bautizado el 16 de abril de 1927 bajo el nombre de Aníbal Rodrigo Morales y Mustelier en la Iglesia de Santa Lucía de la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores. Desde temprana edad entró en contacto con la obra de los Hermanos de La Salle, dado que en 1934, cuando inicia sus estudios primarios, es matriculado en el Colegio Nuestra Señora de la Caridad, institución educativa perteneciente a la orden católica mencionada.
Aún se desconocen las circunstancias exactas que condicionaron los comienzos de su vocación religiosa, lo que sí se puede aseverar es que en septiembre de 1939, con tan solo doce años, viaja a La Habana para entrar en el otrora Noviciado Menor del Guatao. En esta institución termina el nivel primario de la enseñanza general y comienza sus estudios secundarios, a la par que toma clases de música sacra propias para novicios (Cañizares, 1993). Es allí donde, hasta 1943, recibe sus primeras lecciones sistemáticas de canto gregoriano y polifonía clásica, dictadas por el Hno. Manuel Capilla FSC, mexicano y director del coro infantil de dicha institución educativa.
En el segundo semestre de 1943, Aníbal Morales pasó a residir al Noviciado de Guanabacoa, donde recibió el Santo Hábito de la Orden de los Hermanos Cristianos o de La Salle, de manos del Hno. Antonio María FSC, mexicano que ocupaba el cargo de Hermano-Visitador del Distrito de Antillas-México. En ese momento es cuando asume el nombre de Hno. Alfredo Gabriel, en recuerdo de su abuelo materno.
Un año después, en 1944, realizó sus primeros votos y comenzó a estudiar en el Escolasticado del Guatao, donde alternó sus incipientes responsabilidades dentro de la orden con los estudios de Bachillerato en Letras, impartidos en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana y del cual se graduaría en 1946.2 Es en este último año que el Hno. Alfredo Morales solicita matrícula en la Universidad de La Habana como aspirante al título de Doctor en Filosofía y Letras, en las asignaturas correspondientes al primer año y de las cuales nunca presentó examen.3
Una de las posibles causas que pueden haber limitado que no cursara en ese momento sus estudios universitarios fue que en el propio mismo año se matricula en el Estudio Musical de Luis Ernesto Lecuona, sobrino del afamado músico Ernesto Lecuona, del cual se graduaría como Profesor de Piano, Teoría y Solfeo en 1954. En ese conservatorio privado fue discípulo del teórico musical José Luis Vidaurreta, el director de orquesta Gonzalo Roig y el propio pianista Luis Ernesto Lecuona (Giro, 2007), cuyos conocimientos influenciarían en su labor compositiva.
El panorama académico de la música de su tiempo no era homogéneo. Por un lado, aún se vitoreaba la primacía de la función estructural de las formas del Grupo de Renovación Musical liderado por José Ardévol. Otros, como Julián Orbón, Hilario González y Harold Gramatges, enarbolaban el uso de material sonoro proveniente de la tradición musical cubana, fuera de raíz hispana, africana o el mestizaje de ambas. La música de la época se caracterizó por la existencia de múltiples vías creativas y de búsquedas constantes, en aras de lograr una expresión musical nacional. (Carpentier, 2012).
Es a partir de este período que Alfredo Morales denota un interés por el rescate de la riqueza rítmica de los géneros musicales cubanos, esencialmente de los valores estéticos de raíz hispana. De ahí que conciba obras como la “Fantasía cubana para piano” (Leg. 21, Exp. 23) sobre un tema del zapateo y una cantidad considerable de canciones cubanas (Leg. 21, Exp. 42), una de las cuales, “Cantar Criollo” (Leg. 21, Exp. 42.01), ganó el Segundo Premio de la Categoría B en el Concurso Nacional de la Canción Cubana en 1952. (Ver Anexo 1).
De estos años datan sus únicas composiciones para piano solo, entre las que se encuentran el “Nocturno Breve” (Leg. 21, Exp. 22) y “Cuatro Variaciones” (Leg. 21, Exp. 46.05), cuyos antecedentes estilísticos se pueden encontrar en la música decimonónica que era interpretada en ese instrumento en los salones sociales de Santiago de Cuba (Perdigón, 2015). Igualmente, la factura y complejidad musical de dichas obras permiten entrever la posibilidad de que fueran ejercicios de composición para la clase de algunos de los maestros anteriormente mencionados.
Alfredo Morales realiza la solicitud formal de matrícula como aspirante al título de Doctor en Pedagogía de la Universidad de La Habana en septiembre de 1949,4 estudios que también culminarían en 1954 con ejercicios sobresalientes de grado. Estos incluyeron la defensa de su tesis “Análisis del sistema educativo de Jesucristo a la luz de la pedagogía moderna”, actualmente desaparecida, y del temario “Significación del Renacimiento y Humanismo para la Educación”.5 Este compositor se destacó en asignaturas tales como Historia de la Pedagogía, Psicología Pedagógica, Higiene Mental, Metodología Pedagógica y Filosofía de la Educación,6 así como se vinculó a la Juventud Estudiantil Católica (Ver Anexo 2) para la que compuso dos marchas: “J.E.C.” (Leg. 21, Exp. 39.06) y “Aspirantes” (Leg. 21, Exp. 30).
Las materias cursadas en sus estudios universitarios fueron extremadamente útiles para las prácticas pedagógicas que ya él realizaba desde 1944 en el Colegio San José de Marianao y en la Academia de La Salle, sita en la Calle Aguiar y Avenida de Carlos III, ambas en La Habana. Es en esta última institución lasallista donde el Hno. Alfredo Morales se consolidó como director de coro y aprovechó las dispensas propiciadas por los directivos para componer obras corales susceptibles de ser interpretadas por los estudiantes matriculados (Cañizares, 1993), como es el caso de su “Canto de Felicitación” (Leg. 21, Exp. 31) y el “Juramento a la Patria” (Leg. 21, Exp. 35.02).
De 1955 a 1958, antes de ser trasladado inicialmente al Noviciado Menor de Santa María del Rosario y posteriormente al recién creado Colegio San Francisco de Asís en Manzanillo, Alfredo Morales se enfrasca en componer obras pertenecientes a la periferia de la liturgia católico-romana, fundamentalmente villancicos, con estructura y temáticas cubanas. A tales ejemplos solo sirvan mencionar “Campanitas Cubanas” (Leg. 21, Exp. 02.17) y su colección “Villancicos Cubanos” (Leg. 21, Exp. 40), segundo premio en el Concurso Nacional de Villancicos convocado por la Acción Católica Cubana en diciembre de 1956.
Para la creación de dichos villancicos el compositor se valió de recursos musicales provenientes del Romanticismo, vinculando lo tradicional católico del subgénero literario con el tópico hispano. Los elementos musicales conservadores mantuvieron estable la forma originaria, mientras que los elementos transformadores renovaron la expresión musical, antes del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965). El marco del villancico le ofreció una buena excusa para experimentar creativamente con elementos musicales propios del campo cubano, cuya percepción y vocalidad estaban al alcance de toda la feligresía católica.
En este mismo período se destacan su “Canto a Oriente” (Leg. 21, Exp. 24), fantasía cubana para soprano lírica ganadora del Tercer Premio de la Categoría A en el Concurso Nacional de la Canción Cubana; y su mayor composición lírica “Cantares Guajiros” (Leg. 21, Exp. 45), estrenada por un elenco de estudiantes y profesores lasallistas en 1957. Esta última obra es una zarzuela cubana en dos cuadros para tres personajes principales (Sebastián, Rodolfo y Sabino) y dos coros, uno de adultos y otro de niños. La misma consta de once partes donde conjuga elementos literario-musicales provenientes de la tradición hispana, fundamentalmente de la guajira, la décima y el zapateo, con la alternacia estructural de recitativos, arias a una o dos voces y coros.
Desde 1957 también sobresale su colaboración con la recién creada Universidad Social Católica de La Salle en los predios de esta última academia, para la cual compone su “Himno” (Leg. 21, Exp. 44.04) y su “Marcha” (Leg. 21, Exp. 44.05). Así como su “Suite de Cantos Sencillos a S.J.B. de La Salle” (Leg. 21, Exp. 44.09), dedicadas a San Juan Bautista, fundador de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
De su estancia en Manzanillo hasta 1961, año en que es obligado a salir del país junto a los demás miembros de la Orden, se conservan sus obras “Canto Guajiro a Manzanillo” (Leg. 21, Exp. 27) y “El lisetero” (Leg. 21, Exp. 26), composición que tiene sus antecedentes en otro de sus pregones titulado “El melonero” (Leg. 21, Exp. 36). Después de una breve estancia en el recién creado Colegio de La Salle de Miami, Estados Unidos, junto a su hermano Osvaldo Morales Mustelier, sus superiores lo destinan a México para ejercer el magisterio (González y Fallarero, 2002). Aun se desconoce el lugar preciso donde se radicó, así como el colegio donde impartió clases, sin embargo se posee referencia de que allí compuso el villancico “Huapango al Niño Dios” (Calderón, 2007).
Según consta en el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, el huapango es una expresión músico-danzaria de la región mexicana de las Huastecas, especialmente del estado de Veracruz, cuya riqueza rítmico-melódica tiene su sedimento en los sones españoles (Casares, 2000). Es coincidente que en 1962 se establece el primer colegio lasallista en Veracruz, a partir de la inquietud de un grupo de padres de familia de que existiera en esta ciudad un colegio católico para niños y jóvenes. A dicho recinto pudo haber sido destinado el compositor estudiado, dato que falta por corroborar.
Sí se tiene la constancia que entre 1963 y 1965, el Hno. Alfredo Morales tomó cursos de perfeccionamiento pedagógico, teológico y catequesis en la Universidad Católica de Lumen Vitae en Bruselas y en el Instituto Católico de París (Autor desconocido, 2012). De su estancia en Europa es importante mencionar su colaboración para la confección del cantoral “Cuba canta al Señor”, cuyo objetivo era “adaptar al culto litúrgico lo mejor de nuestra tradición musical [cubana] y crear una corriente de reflexión e iniciativas similares” (Leg. 21, Exp. 43).
Es a partir de esta “primera edición de ensayo” y de una re-edición posterior de los acompañamientos realizada por el Instituto Pontificio San Pío X de Salamanca en 1967 (Leg. 21, Exp. 43), cuando se consolida oficialmente el uso de géneros musicales cubanos (guajira, clave, punto cubano) dentro de la liturgia católica, apareciendo así los primeros villancicos cubanos post-conciliares. A partir de ese momento, Alfredo Morales nunca más abandonaría su papel de gestor de la promoción de un repertorio cubano para el uso de la nueva liturgia (González y Fallarero, 2002).
El 3 de agosto de 1965 llega a República Dominicana, lugar donde residiría hasta su fallecimiento en el 2012. Aun cuando esta etapa de su vida es difícil de estudiar por el poco acceso a fuentes de información primarias, de las cuales se desconoce paradero alguno. Sin embargo, por fuentes auxiliares se puede reconstruir el importante papel jugado por él en el fomento de la práctica coral en ese país.
En 1967 el Hno. Alfredo Morales Mustelier crea el Coro Estudiantil del Colegio La Salle de Santiago de los Caballeros, institución cultural adjunta que dirigiría durante casi treinta años. Por los más de 300 recitales protagonizados por este coro, su director recibió la Orden de Duarte, Sánchez y Mella del Gobierno de la República Dominicana en 1987. (Ver Anexo 1)
De la década del 70 del siglo XX es importante referenciar su colección “Veintiún Cantos Litúrgicos” (Leg. 21, Exp. 02), publicada por la Pueblo Publishing Company de los Estados Unidos en 1979 y grabada por el coro Hispano de New York en uno de los casetes de su serie Cantemos con alegría(Calderón, 2007). Al final del libro, Alfredo Morales y Guillermo P. Romagoza efectúan un breve análisis músico-funcional de cada obra. Para ello escriben un breve comentario del texto bíblico que sirve de argumento literario, determinan los lugares que debe ocupar cada obra dentro de la liturgia católica y brindan consejos para su correcta interpretación, parámetros que pueden ser tomados en cuenta al abordar repertorios similares.
Para las festividades realizadas en enero de 1979 en saludo al Año Internacional del Niño, el Hno. Alfredo Morales compuso “La ronda de los niños” (Leg. 21, Exp. 01.09), la que retomaría en su posterior “Ciclo de Canciones Infantiles” (Leg. 21, Exp. 01). Esta última colección fue dedicada al coro “Retoños” de la Fundación Coro Estudiantil, en edición publicada en 1990.
El 14 de octubre de 1996 el Hno. Alfredo Morales Mustelier obtuvo su ciudadanía dominicana, lo que no fue una limitante para que diferentes comunidades lasallistas de otros países latinoamericanos lo invitaran a dar conferencias y brindar clases magistrales en sus sedes, para las cuales también compuso música. Ejemplo de esto es su tríptico de “Bendiciones de la Mesa” (Leg. 21, Exp. 06), compuesto para el Noviciado “San Miguel Febres Cordero” de Heredia, Costa Rica.
Así mismo, es válido destacar las colaboraciones y asesorías que brindó al Departamento de Educación Integral y la Dirección de Bellas Artes de la Secretaría de Educación, a la Universidad Católica de Santo Domingo, al INTEC y a la Universidad Católica Tecnológica del Cibao, todas instituciones dominicanas. A esto se suma su labor como gestor de la Juventud Estudiantil Católica, de la cual llegó a ser asesor nacional en República Dominicana, su papel de miembro fundador del Centro Dominicano de Estudios de la Educación, y la organización del Centro de la Juventud y la Cultura, entidad lasallista sin fines de lucro que dirigió casi hasta su fallecimiento el 11 de febrero de 2012. (Ver Anexo 2).
A sus más de 250 obras musicales, de las cuales solo 177 se localizan en el archivo de música de la Catedral de Santiago de Cuba, se suman casi una veintena de publicaciones, entre libros y artículos, que abordan fundamentalmente la preocupación latente que Alfredo Morales mantuvo sobre la pedagogía lasallista y, en particular, la formación en valores de la juventud (Ver Anexos 3 y 4). Llegado este momento, es importante destacar que, aunque Dulcila Cañizares haya abordado descriptivamente la temática de la música pre y pos-conciliar en su libro La música sacra en Cuba(Cañizares, 1993), el Hno. Alfredo Morales Mustelier puede ser considerado uno de los primeros intelectuales que abordó, con una visión teórica, el fenómeno de la inculturación de la música cubana en la liturgia católica (Morales, 1998). Este último documento constituye, en sí mismo, una conceptualización necesaria para el mejor entendimiento de la nueva práctica musical dentro la Iglesia.
Contenido del Catálogo | |
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CAMPO | DESCRIPCIÓN |
Signatura | Localización y Referencia de la obra catalogada dentro del archivo de música de la Catedral de Santiago de Cuba: número de legajo (Leg.) y de expediente (Exp.). |
Comp. no norm. | Nombre del compositor no normalizado de archivo según aparece en la obra catalogada. |
Título uniforme | Título normalizado de la obra catalogada según criterios resultantes de la investigación documental. |
Título propio | Título no normalizado de la obra catalogada según consta en la partitura original. |
Fecha composición | Fecha de composición de la obra catalogada según criterios resultantes de la investigación documental. Orden: Año - Mes – Día |
Rel. abrev. | Relación abreviada de voces e instrumentos consignados en la obra catalogada, utilizando las abreviaturas descritas en el anexo 5. |
Colecciones | Cantidad de obras que integran la colección si es la ficha principal de la colección catalogada. Referencia, Localización y Título uniforme de la colección si es la ficha de una obra que integra una colección. |
Tonalidad | Tonalidad y modulaciones tonales manifiestas en la obra catalogada, utilizando las abreviaturas consignadas en el anexo 5. |
Forma musical norm. | Forma musical normalizada según criterios resultantes de la investigación documental. |
Observaciones | Tipología de la partitura (manuscrita o impresa), si se encuentra fechada o signada, Tempo de la obra catalogada, Autoría de las letras, Dedicatorias y Otros datos que no se describen en ningún otro campo. |
Íncipit literario | Primera frase literaria con sentido propio. |
Íncipit musical | Primeros compases musicales de la voz o del instrumento principal. |
Conclusiones
El Hno. Alfredo Morales Mustelier (1927-2012) ejerció la docencia de forma ininterrumpida en escuelas y colegios de la Orden de los Hermanos de las Escuelas Cristianas o de La Salle. A la par, mantuvo una intensa actividad coral que desembocó en la creación de coros infantiles y juveniles, así como en la confección de repertorios propios para ser interpretados por estas agrupaciones.
El catálogo presentado en este trabajo es, en sí mismo, una herramienta de investigación documental, con planteamientos científicos, donde se recoge con exhaustividad informaciones provenientes de las obras de archivo, confrontando cada dato con fuentes paralelas. Este permite caracterizar la creación musical del Hno. Alfredo Morales.
Las composiciones de Alfredo Morales Mustelier (1927-2012) aun juegan un papel importante en la práctica musical vinculada directa o tangencialmente a la liturgia católica, y más cuando la sustenta una funcionalidad conceptual esencial.