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En-claves del pensamiento

versión On-line ISSN 2594-1100versión impresa ISSN 1870-879X

En-clav. pen vol.16 no.31 México ene./jun. 2022  Epub 16-Mayo-2022

https://doi.org/10.46530/ecdp.v0i31.487 

Reseñas

¿Cómo cuidar a los cuidadores? La urgencia de una educación desde la conciencia

How to care for caregivers? The urgency of an education from consciousness

Fernando Lara Lara* 
http://orcid.org/0000-0003-1545-9132

Evelyn Juliana Vera Pulgarín** 
http://orcid.org/0000-0003-2829-4058

*Universidad de Granada, España. Correo electrónico: fll@ugr.es

**Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador. Correo electrónico: evera@fasca.org.ec

Urrutia Beaskoa, Ana. Cuidar. Barcelona: Ariel, 2018. 237p.


La antropología integral que defiende una educación que parte de la complejidad es un fundamento esencial para la propuesta pedagógica que protege la conciencia. Esta requiere de una concepción de la persona que sea incluyente con las distintas experiencias que afectan al ser humano. Cuidar es un trabajo que pretende defender en el área de la salud y de la formación del personal sanitario la presencia de esta preocupación. El contexto desde el que se escribe es la de una profesional sanitaria, médica y que lidera equipos complejos de cuidado con amplia experiencia. Su ánimo, como reconoce, es la de aprovechar la fertilidad del error en la formación de su ethos profesional.

El eje esencial del que parte la autora, coincide con el que se defiende desde el enfoque radical o inclusivo de la formación, ésta es, la conciencia. Así empieza el libro, con un alegato a la conciencia de la propia protagonista, al confesar que “las prácticas que se venían aplicando en el cuidado de las personas más dependientes y vulnerables, las más débiles y desprotegidas, debían modificarse”.1 Estas prácticas no son sólo peligrosas para las personas que lo sufren, sino también para quienes las practican en el momento que deshumaniza el oficio del cuidador. Esta alerta que reconoce en un momento de su carrera, interpela “no solo una atención limitada de los centros sociales y hospitales, sino también en el ámbito familiar y en el de la sociedad en general”.2

Desde nuestro punto de vista, la generosidad de su relato puede tener distintas inferencias, entre las que queremos destacar la educativa, por su necesaria relación con la salud. Este libro si bien parece que va destinado al profesional del cuidado en el área de salud, esperamos que sea accesorio su lectura en un futuro ante la urgencia de la inclusión de la conciencia desde las primeras etapas educativas de la persona. La deshumanización de este modo, creemos, va más allá de la del cuidador, sino también la del profesorado que ha tenido a lo largo de su formación.

En esta línea, llama la atención la novedad que pudiera suponer su propuesta, ésta es humanizar las relaciones en el cuidado. Así, la realidad verdadera que recuerda Zubiri3 impera en cualquier reflexión que expone la autora. Negar la complejidad de la persona es desconocer la dignidad humana. En este libro se evidencian dos interpelaciones: explícitamente, en el área sanitaria, y, de manera implícita, en la educativa. ¿Qué se está enseñando para tener que descubrir en la madurez profesional que se está siendo cómplice (inconscientemente) de un maltrato? La problemática, en este sentido, no se puede limitar al posible maltrato que, por error, cualquiera puede cometer; la cuestión trascendental es la ausencia de la conciencia en los procesos formación y actualización del profesional.

Este libro persigue, en palabras de la autora, un cambio en la cultura del cuidado a los frágiles que viven en los centros sociales y de atención sanitaria. Su afán, lejos de constituir un código deontológico orientada al deber hacer, parece ofrecer una explicación cercana del sufrimiento del débil, junto con la responsabilidad del cuidador para paliar o fomentar éste. Asimismo, se rescata la caricatura que va dibujando a lo largo de sus páginas sobre la inutilidad de la soberbia y el dolor que conlleva la obcecación cuando está alejada de la propia conciencia del cuidador. En este sufrimiento se visibiliza la vulneración de distintos derechos humanos, fundamentalmente, el derecho a la vida.

En los 19 capítulos que conforman el libro se exponen historias de vida de pacientes, del personal de los centros, de familiares y de la propia autora. Se discute no solamente cuestiones de carácter científico, sino también bioéticas, filosóficas e ideológicas. En el tratamiento que da a cada capítulo parece ser consciente de la preocupación que Zubiri4 expone cuando se atreve a definir la investigación como la tarea de enfrentarse a la realidad verdadera, y que ésta es múltiple y abierta. Esta reflexión, que se va desarrollando en partes como un rompecabezas, se sustenta esencialmente en la dignidad de la persona. La simplificación técnica o procedimental no es el objeto de este trabajo. A continuación, intentaremos realizar un sucinto comentario de algunos de estos capítulos, con el ánimo de rescatar sus principales propuestas para la formación del profesional de salud que quiera dedicarse al cuidado. Todos estos capítulos llevan por título el nombre de los distintos maestros (pacientes) que le enseñaron que la educación sin conciencia deshumaniza; su recuerdo lo patentiza con cada experiencia de vida que recuerda y comparte.

En el primer capítulo justifica la necesidad de escribir el libro a través de su experiencia personal recogiendo aquella idea que Ricoeur5 defiende: la vida de la persona necesita y merece ser contada. Así, a través de la toma de conciencia de su mala praxis con las sujeciones a los pacientes, realiza una reflexión bioética y científica sobre su abuso. Denuncia la falta de humildad en la profesión médica y defiende su incompatibilidad con el modelo de cuidado que propone en los posteriores capítulos. En el segundo capítulo relata la experiencia de Mauro, un paciente con patologías mentales y la puesta en práctica de su modelo de cuidado centrado en la persona. De este modo explica la importancia de indagar en la vida de la persona, escuchar su historia, conocer sus costumbres y necesidades. Además, expone el significado de una metodología de análisis que denomina “sumatorio de comportamiento”, orientada a comprender las razones que justifican el comportamiento humano. Por último, resulta interesante la preocupación por el respeto a la libertad de paciente a través de la búsqueda constante de diálogo traducido en pactos.

El tercer capítulo desarrolla la importancia del equipo de trabajo en el cuidado. Defiende el compromiso, liderazgo, revisión de los procesos y el diálogo permanente en los equipos centrados en el modelo de persona. Es interesante cómo aborda también el egoísmo de la cultura organizacional en cuanto a la excusa permanente que se atribuye a la ausencia de medios y de formación asistencial. La cobertura de la necesidad en la experiencia de Alba, justifica, por ejemplo, que se organicen equipos de trabajo de vigilancia individual de 24 horas para evitar la sujeción. En el cuarto capítulo se realiza una reflexión crítica sobre su experiencia con una paciente y que inicia con la siguiente frase: “Laura murió atada y no me lo puedo perdonar”.6 Entre las enseñanzas que enfatiza se encuentra el respeto a la dignidad del otro mediante la escucha activa. Si se discrimina las necesidades de la persona es difícil comprender su cuidado y la promoción de su dignidad. Rescata de Kant la comprensión de la dignidad humana a través del respeto a la autonomía moral del otro. La madurez que se refleja en su discurso, acongoja cualquier visión cultural paternalista y asistencial.

Durante el quinto capítulo se expone un ejemplo de cuidado domiciliario de un familiar y la necesidad del apoyo profesional en estas actividades. En el sexto, se dedica a contar la historia de cuidado de Martina, un caso complicado que permite al lector empatizar con el cuidador y reconocer su trabajo. En el séptimo capítulo la autora defiende las cualidades (flexibilidad, adaptación, escucha y compasión, entre otras) y motivaciones necesarias para cuidar, fundamentalmente, la dignidad en el trato a las personas. En el capítulo octavo la protagonista es Eulalia, quien nos enseña el significado del cuidado. Desde nuestro punto de vista se puede extraer una posible definición como aquella actividad que requiere una confianza permanente en la mejoría del otro y también de nosotros mismos. Durante el noveno capítulo se expone de manera práctica cómo la creación y fortalecimiento de una relación de cuidado puede hacer que cambie positivamente las experiencias tanto del cuidador, equipo de trabajo, de los familiares y del propio paciente. Frente al asistencialismo de la sujeción, se propone la escucha, el aprendizaje del otro, el cultivo continuo por sus intereses y una participación responsable en el proceso de todos.

En el capítulo décimo la autora parte de preguntas con un amplio sentido crítico y de responsabilidad: ¿cómo hacer que una persona en una situación física, espiritual y familiar muy difícil pueda mantener una vida digna?; ¿cómo darle sentido a su vida? Es interesante la autocrítica que plantea, pues frente a la rigidez de los horarios establecidos (la norma) evidencia con su experiencia la necesidad de que éstos se adapten a los de las personas, o que los resultados que se buscan no olviden que esconden en numerosos casos el buen o mal trato a la persona con la que se trabaja. La autora defiende y recuerda que la dignidad de la persona está siempre por encima de la organización y de cualquier visión utilitarista y egocéntrica. Cuestión que es desarrollada en el capítulo onceavo como una obsesión necesaria en el cuidado: la permanente preocupación por la mejora de la calidad de vida del otro. En este sentido, cualquier sujeción que pueda evitarse sea física o química debe orillarse en la medida que limita su libertad.

En el doceavo capítulo se expresan las dificultades que enfrentan los cuidadores en muchos casos con familiares, quienes por miedo, egoísmo o desconocimiento perjudican el cuidado de sus seres más queridos al tomar decisiones por sustitución más que por representación, y que se extienden a las relaciones con los demás miembros del equipo de trabajo. En el treceavo capítulo se aborda el valor de la generosidad como una actitud necesaria en el cuidador. Es interesante como se valoriza la vivencia de una persona adulta mayor y las enseñanzas que supusieron para el equipo de cuidado. La autora concluye que si no somos capaces de apreciar las enseñanzas del otro la relación es más asistencial que de cuidado. Durante el acápite catorce habla de que el proceso de cuidado supone un esfuerzo enorme, pues requiere, en muchos casos, adaptar protocolos y procedimientos, pero que es menor en cuanto se mejora las condiciones de vida de la persona.

En el capítulo quince nos recuerda en qué consiste el modelo centrado en la persona y la importancia de la participación del paciente y de la familia, la autonomía, humanización del entorno, trato personalizado, adaptación de los procesos al paciente y acordar un método de vigilancia. En el dieciséis se anuncia tímidamente el gran debate sobre morir dignamente y los conflictos que pueden surgir. Sin embargo, es interesante rescatar de su experiencia la importancia de poner en el centro a la persona, pues si bien a veces es imposible curarla, siempre es posible acompañarla a través del cuidado. El conflicto se puede resolver si se tiene claro este axioma.

Durante el capítulo décimo séptimo se detiene en su lucha por una atención médica personalizada que escape al limitado diagnóstico y tratamiento tradicional. Así, propone como ejemplo This Is Me, como un documento en el que pueda incorporarse aspectos de su personalidad, gustos, historia de vida, o información sobre su familia entre otros, esto es, lo que la persona considera significativo en su vida. Esta información es importante obtenerla desde un principio para que pueda compartirse con toda la cadena de cuidado. Otra propuesta es el proyecto Jupiter Ward que busca propiciar un entorno amigable para las personas con demencia. En el capítulo dieciocho se detiene en la defensa de los débiles y que para ello, su dignidad debe estar salvaguardada. Por último, concluye, en décimo noveno capítulo, recordando que no hay datos científicos que puedan demostrar que existe más seguridad si se cuida sujetando. El cuidado requiere de formación, actitud y método. El convencimiento sobre el cuidado en el equipo de profesionales es más importante que los medios con los que se dispongan.

Tras lo expuesto, Cuidar parece ser un ensayo que aborda un tema tan complejo y necesario como la defensa de la dignidad humana. Creemos que puede ser útil para varias ramas del conocimiento, como la salud y la bioética. Y de manera trasversal la educación de los profesionales que atienden personas en sentido amplio. El cuidado sin un concepto de persona claro que alumbre la dormida conciencia puede suponer un peligro para nuestro entorno, en especial, a quienes creemos cuidar. El reconocimiento del error (necesario), la educación basada en la conciencia y la centralidad de la persona como realidad compleja en la cultura del cuidado creemos que son sus aportaciones más importantes. Queda a mejor criterio del lector la utilidad de estas posibles orientaciones.

Bibliografía

Lara, Fernando, “La vida como narrativa: el invisible hilo que da sentido a la historia” Investigaciones Fenomenológicas, núm. 11 (2014): 251. [ Links ]

Urrutia Beaskoa, Ana, Cuidar (Barcelona: Ariel, 2018), 15. [ Links ]

Zubiri, Xabier, “¿Qué es investigar?”, The Xavier Zubiri Review, núm. 7 (2005): 5-7. [ Links ]

1 Ana Urrutia Beaskoa, Cuidar (Barcelona:Ariel, 2018), 15.

2Ibid., 19.

3 Xabier Zubiri, “¿Qué es investigar?”, The Xavier Zubiri Review, núm. 7 (2005): 5-7.

4Ibidem.

5 Fernando Lara, “La vida como narrativa: el invisible hilo que da sentido a la historia” Investigaciones Fenomenológicas, núm. 11 (2014): 251.

6 Ana Urrutia Beaskoa, Cuidar (Barcelona: Ariel, 2018), 73.

Cómo citar: Lara Lara, F., & Vera Pulgarín, E. J. (2022). ¿Cómo cuidar a los cuidadores? La urgencia de una educación desde la conciencia. EN-CLAVES del pensamiento, 0(31), e487.

Recibido: 29 de Octubre de 2021; Aprobado: 06 de Diciembre de 2021; Publicado: 15 de Marzo de 2022

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