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En-claves del pensamiento

versión On-line ISSN 2594-1100versión impresa ISSN 1870-879X

En-clav. pen vol.11 no.22 México jul./dic. 2017

 

Reseña

Topología de la violencia: El sujeto de rendimiento y la internalización de lo violento

Topology of Violence: The Subject of Achievement and the Internalization of the Violent

Noelia López* 

* Estudiante del Doctorado en Estudios Humanísticos del Tecnológico de Monterrey, noelle.ld@gmail.com

Han, Byung-Chul. Topología de la violencia. Barcelona: Herder, 2016. 161p.


La violencia ha sido parte del tejido de la realidad humana desde que se tiene memoria. Es en este devenir histórico que el ser humano se sitúa alternadamente como sujeto y objeto de violencias de todo tipo: violencia para sobrevivir, violencia para asegurar el poder, violencia para liberarse de la opresión, violencia física, psíquica, instrumental, expresiva y simbólica. La radical originalidad de este libro descansa en su observación de la violencia insertada en una sociedad contemporánea.

En un horizonte cronológico, en cada etapa de la historia de la humanidad se construye una relación característica con la violencia, misma que está determinada por las fuerzas sociales, culturales y económicas que modulan a las sociedades y por ende inciden en la conducta de los individuos. La violencia no puede trascenderse o eliminarse de la actividad humana: sólo cambia de lugar.

Byung-Chul Han, escritor, filósofo y profesor universitario nacido en Corea del Sur y radicado en Alemania, es autor de obras que abordan fenómenos propios de las sociedades modernas, como la autoexplotación neoliberal y las enfermedades del capitalismo. Títulos como La sociedad del cansancio (2010), La sociedad de la transparencia (2012), La agonía del Eros (2012), En el enjambre (2013), entre otros, lo colocaron como un referente en el pensamiento contemporáneo como crítico del capitalismo, la sociedad del trabajo, la tecnología y la hipertransparencia.

Han estructura Topología de la violencia en dos partes: arranca con "Macrofísica de la violencia", una primera parte en la cual analiza el contexto social e histórico en el que el fenómeno de la violencia ha ido desplazándose desde lugares bien definidos, fuera del sujeto, hasta llegar a incorporarse de una forma muy difusa dentro del sujeto mismo. Haciendo un recorrido por diversos pensadores, desde Sigmund Freud hasta Giorgio Agamben, pasando por Foucault y Deleuze, Han identifica puntos clave para entender los desplazamientos y trazar un mapa.

En un segundo momento, al que llama "Microfísica de la violencia", aborda la diferencia que ésta presenta con respecto a la macrofísica antes descrita. La violencia macrofísica destruye toda posibilidad de acción y actividad. Sus víctimas son arrojadas a una pasividad radical. La destructividad de la violencia microfísica, en cambio, tiene su origen en un exceso de actividad, que se manifiesta como hiperactividad (81)

En la primera parte, se traza el cambio de la violencia de las sociedades disciplinarias hacia la sociedad de rendimiento. Comprender la violencia actual nos obliga a remitirnos a cómo se manifestaba ésta en el mundo arcaico: la muerte era la respuesta a una amenaza externa, es decir, una contraviolencia que operaba como estrategia para la supervivencia. Los sujetos de las sociedades arcaicas se volvían más poderosos entre más muertes acumularan en su haber. En la sociedad de la modernidad, la violencia pasa de la sangre al capital. El sujeto moderno se siente más poderoso, invencible e inmortal cuanto más posee: El dinero o el capital, pues, son un medio contra la muerte (23).

Dentro del visionario marco teórico establecido por Gilles Deleuze en 1991 en "Post-scriptum sobre las sociedades de control", Byung-Chul Han retoma la división de las sociedades de acuerdo a tres momentos clave en la forma en que están organizadas sus estructuras de poder: las sociedades de soberanía, las sociedades disciplinarias y las sociedades de control.

La tesis que nos propone Han en Topología de la violencia inicia con un recorrido sistemático por la evolución histórica de las expresiones violentas, iniciando en las sociedades de soberanía, en donde la violencia social era externa, evidente y basada en la relación del sujeto subordinado a un soberano omnipotente (67).

En la antigüedad, se hacían públicas las ejecuciones pues la violencia era un instrumento del poder. A este tipo de sociedad la denomina "de la decapitación", pues la voluntad es ajena al sujeto, y el poder se ejerce con carácter absoluto.

Posteriormente, la sociedad se desplazaría hacia las sociedades disciplinarias, en donde las relaciones estructurales mantienen un estado de dominación del dueño del capital sobre las masas trabajadoras. A este tipo de sociedad la llama una sociedad "de la deformación", por su capacidad de moldear (o deformar) arbitrariamente las necesidades y la identidad de los sujetos para adecuarse a la explotación capitalista. Una enfermedad psíquica característica de las sociedades disciplinarias es la histeria, la cual requiere la negatividad de la represión, la prohibición y la negación que lleva a la formación del inconsciente.

Finalmente, en las sociedades de los sujetos de rendimiento, o sociedades de control, nos encontramos con sujetos "libres", pues no se le impone ninguna represión mediante una instancia de dominación externa. En realidad, sin embargo, gozan de tan poca libertad como los sujetos de obediencia de las sociedades descritas anteriormente.

En las sociedades de control, la violencia se ejerce desde el interior del individuo, cada ciudadano la ejerce sobre sí mismo, desde su propia voluntad, produciendo el fenómeno de la autoexplotación. En este momento, la violencia se expresa al ajustarse al individualismo que satisface las demandas del capital y la globalización. Son propios de esta sociedad los fenómenos psíquicos como la depresión, o el burnout y el déficit de atención por hiperactividad. A este tipo de sociedad la llama "de la depresión".

En la actualidad de lo políticamente correcto y lo esterilizado, vivimos aparentemente libres de la extrema violencia de los tiranos externos. Pero sucede que la violencia es anónima, desubjetivada y sistémica. Toma una apariencia más sutil y se expresa como violencia lingüística, difamadora, desacreditadora, denigradora, desatenta.

Algo destacable es que para Han no sólo el exceso de negatividad es violencia, sino también el exceso de positividad, la masificación de lo positivo, que se manifiesta como sobrecapacidad, sobreproducción, sobrecomunicación, hiperatención e hiperactividad. ¿Qué sucede cuando somos bombardeados un constante despliegue de vidas perfectas en nuestras redes sociales, donde sólo hay lugar para las bodas de ensueño, los éxitos profesionales, el turismo de aventura o de cinco estrellas, las familias felices, los hobbies y las comidas encantadoras? ¿Necesitamos realmente estar a la altura de esos altísimos estándares de felicidad de catálogo? ¿Podríamos entender esta autoexigencia de perseguir lo positivo como una forma de violencia introyectada?

Uno de los conceptos centrales de este libro es la sociedad (y el sujeto) de rendimiento o de la Modernidad tardía (31). ¿Qué es una sociedad de rendimiento? Es la sociedad en la que la idea de libertad y desregularización desarma las prohibiciones de la sociedad disciplinaria. La supresión de la negatividad hace que aumente el rendimiento. Siguiendo el pensamiento de Foucault, se llegó al fin del sujeto oprimido por las instituciones para el sujeto que se oprime a sí mismo para ser "más funcional".

Otro concepto central es el neoliberalismo como elemento que reconfigura al sujeto. En los medios de comunicación, en la publicidad, en la escuela y en el trabajo, en la familia, existe una presión latente para ejercer cada rol de la forma más efectiva posible (máximo rendimiento) con la finalidad de alcanzar metas cada vez más altas. Las premisas del neoliberalismo son esforzarse, trabajar muy duro por conseguir lo que se desea, por alcanzar sueños, emprender, cumplir con las demandas de la meritocracia para demostrar que sí se puede ser feliz si uno de verdad se lo propone.

En la transición del aparato de dominación represivo y coactivo de la sociedad disciplinaria hacia el sujeto de la modernidad, un individuo libre, responsable y autónomo, éste se convierte en sujeto de la afirmación. ¿Qué es esto? Es un sujeto en el cual el inconsciente (que normalmente se ha ligado a la negatividad) desaparece; luego, el sujeto de la modernidad no tiene inconsciente. El sujeto de la modernidad es pobre en negación, es sujeto de la afirmación. Si el inconsciente está ligado a la negatividad, entonces el sujeto de la modernidad no tiene inconsciente.

Para poder entender los padecimientos del sujeto de rendimiento, podemos referirnos al antecedente que Han nos presenta en La sociedad del cansancio: "el depresivo es aquel que está ‹‹agotado de su soberanía››, que ya no tiene fuerzas para ser el señor de sí mismo. Está cansado de la constante ‹‹exigencia de iniciativa›› (39-40).

Partiendo de lo anterior, se puede ver que la hipótesis central descansa en el momento en el que la violencia coincide con su contrafigura -la libertad- y se vuelve invisible. La violencia se halla interiorizada en el sujeto, así como las estructuras subjetivas que esto genera, con sus consiguientes padecimientos.

Para probar lo anterior, Han se remite a un método cualitativo dentro de un paradigma fenomenológico, es decir, no se refiere a los resultados de las ciencias naturales o sociales usando el método científico, sino que se enfoca en sus propias observaciones sin presentarlas de un modo medible. La evidencia proporcionada se dirige a sociedades de primer mundo, sin embargo, veo un poco excluidas las sociedades de países en vías de desarrollo, que aún continúan en entornos muy caracterizados por los rasgos de las sociedades disciplinarias.

En la segunda parte del libro, Han propone conceptos como la violencia rizomática, en donde retoma el rizoma de Deleuze para comprender al sujeto esquizo, protagonista de la relación entre esquizofrenia y capitalismo. La desterritorialización (¿tal vez, lo que hoy llamamos "globalización"?) se presenta como uno de los mecanismos de negación y de abuso de positividad que desligan al sujeto de su cuerpo (sin órganos) y lo tornan una máquina autista de consumo infinito y atemporal, mediante una incapacidad de llegar a la satisfacción.

La violencia de la transparencia se traduce como la violencia de la sociedad hiperinformada, en la que hay una hipervisibilidad que sobreexpone al individuo y lo despoja de toda intimidad. Esto se puede ver claramente en las redes sociales y sus mecanismos de exhibición constante.

Uniendo todo lo anterior, está la violencia sistémica y su relación con el lenguaje y los medios masivos. Actualmente, la spamización o bastardización del lenguaje nos lleva a realizar lecturas rápidas de todo lo que nos rodea, sin detenernos en el contenido. En la era de la información, la forma supera al fondo, la finalidad del mensaje es volverse masivo, y por lo tanto, embrutecedor y paralizador. Aquí es donde Han introduce el concepto de mass-age, o era de las masas, en donde el medio se vuelve el mensaje.

Los juicios de valor se realizan de manera implícita a lo largo de esta obra, llevándonos a dos últimos conceptos que la ubican mucho más claramente dentro del género de la crítica social: estos son los conceptos filosóficos de homo sacer y homo liber. El homo sacer (95), como figura del derecho romano, y retomado por el filósofo italiano Giorgio Agamben, es todo aquel que ha sido expulsado de la sociedad y despojado de sus derechos, alejado, sacrificable. El homo líber, por su parte, es el sujeto del rendimiento que es soberano de sí mismo (135ss). En la sociedad de rendimiento, estos dos sujetos se vuelven uno mismo, se fusionan y generan una dialéctica de oposición/integración, pues la mecánica de la violencia dirigida hacia el interior del sujeto culmina en una unidad entre víctima y verdugo, amo y esclavo, libertad y violencia.

En este contexto, surge el concepto de la nuda vida (135-136), el cual se refiere a una vida desprovista de toda cualificación, lo que tiene en común la vida humana con la de un caracol o una planta.

La nuda vida del homo sacer pierde toda trascendencia y valores, está reducida al rendimiento vital que se pretende maximizar por todos los medios posibles. Es un tipo de vida que debe mantenerse sana a toda costa, es, en cierto modo, sagrada y no puede morir. Lo que los diferencia diferencia de los homines sacri de las sociedades de soberanía.

Este homo sacer que se cree homo líber en realidad es un zombie imposibilitado para vivir realmente, pero imposibilitados para morir. Han nos orilla a concluir que las sociedades de rendimiento producen zombies sanos, funcionales, que se automutilan el deseo y que a la vez son incapaces de morir. Son una paradoja, ruedan por la vida como ejemplos andantes de la metáfora de la violencia vuelta hacia adentro y asimilada.

El ser humano inmerso en esta dinámica ignora por completo las fuerzas de control ejercidas sobre su psique y, desprovisto de inconsciente, termina por colapsar internamente, mediante los padecimientos de burnout, depresión, hiperactividad, ansiedad para finalmente, y si es que logra sobrellevarlos, vivir una existencia de autómata no muy distinta a la de sus antepasados de las sociedades de soberanía y disciplinarias, pero con menos válvulas de escape y mayores exigencias.

Ante este esquema de extrema implosión, no queda más que replantearse las supuestas libertades que nos entrega el capitalismo para así ir deconstruyendo la promesa hueca del homo líber. Es necesario entender la libertad para devenir humano como una propiedad intrínseca del sujeto, y ser capaces de distinguir esta libertad genuina de las libertades materiales y competitivas que se derivan como prestaciones del contrato con la sociedad de rendimiento.

Si logramos comprender esta diferencia, tal vez sea posible repensar un ser humano que sea capaz de protegerse de la violencia dirigida hacia sí mismo y pueda sublimarla de formas más creativas.

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