I. Introducción
En la última década, el pensamiento de Michel Foucault cobró una especial relevancia en los estudios sobre la seguridad o lo que se ha denominado el modelo securitario. Los aportes del pensador francés han sido significativos debido a la articulación de las nociones de seguridad, población y circulación, que dan origen al dispositivo de seguridad, el cual es desarrollado en el curso Seguridad, Territorio, Población (1977-78). Este dispositivo permitiría explicar el funcionamiento del poder en las sociedades contemporáneas.
Allí Foucault se ocupa de las "sociedades de seguridad".1 La novedad que presenta este curso es que la población -objeto de la biopolítica- aparece ligada al dispositivo de seguridad. La población es presentada bajo dos características, por un lado, como una multiplicidad de individuos que existen en relación a un medio,2 es decir, en un espacio en el cual se despliegan una serie de eventos aleatorios y, por otro, en relación a su circulación, esto es, la población en tanto conjunto de individuos que se caracterizan por estar en movimiento -a diferencia del dispositivo de vigilancia que concibe al cuerpo emplazado en un determinado lugar-.3
Foucault advierte que la circulación es uno de los rasgos centrales de las sociedades liberales. Pero aclara que "por 'circulación' no hay que entender únicamente esa red material que permite la circulación de las mercancías y llegado el caso de los hombres, sino la circulación misma, es decir, el conjunto de los reglamentos, restricciones, límites o, por el contrario, facilidades y estímulos que permitirán el tránsito de los hombres y las cosas."4
Sobre la noción de medio expresa que "es lo necesario para explicar la acción a distancia de un cuerpo sobre otro. Se trata, por lo tanto, del soporte y el elemento de circulación de una acción. En consecuencia, la noción de medio pone en cuestión el problema de la circulación y causalidad."5 En tal sentido, el medio es lo que se debe administrar, el poder ya no se ejerce directamente sobre los cuerpos sino que se dirige a acondicionar el medio para producir ciertas conductas y evitar otras, donde se debe administrar la circulación, fomentar la buena y restringir la mala circulación.
De acuerdo con lo anterior, podemos decir que este curso es central para comprender las tecnologías de control sobre la población. La biopolítica comienza a comprenderse como gobierno sobre la población, como un conjunto de acciones sobre las acciones posibles, al punto que a lo largo del curso abandona la noción de biopolítica por la de gubernamentalidad.6 Por gubernamentalidad entiende una racionalidad y tecnología política que mediante el saber económico busca regular a la población.7 Foucault muestra en estas lecciones cómo ciertas prácticas se fueron convirtiendo en parte de la gestión del Estado, es decir, se fueron gubernamentalizando. De este modo orienta el análisis del dispositivo de seguridad hacia la cuestión del gobierno, el cual también está ligado al problema de la población. Para Foucault se trata de una secuencia: "mecanismos de seguridad-población-gobierno."8
Tanto el dispositivo de seguridad como la gubernamentalidad son grillas de análisis que nos permiten comprender la gestión de la población en la actualidad. Sin lugar a dudas, uno de los fenómenos más importantes de nuestra época es el de la migración. Desde esta perspectiva, la migración puede ser comprendida como caso particular de circulación de personas. Si bien el propio Foucault no se ocupa de la migración,9 no obstante, los aportes que realiza en torno a la cuestión del poder y el sujeto habilitan para pensar más allá de lo que él mismo lo hizo.
A comienzo de este nuevo siglo es posible advertir una orientación marcadamente foucaulteana que presentan ciertas investigaciones sobre migración. La centralidad del pensamiento de Foucault en los debates actuales sobre migración puede observarse en las investigaciones sobre ciudadanía, solicitantes de asilo y refugio,10 soberanía y frontera,11 ilegalidad y deportabilidad,12 subjetividades migrantes,13 etc. Esta nueva línea de investigación no solo permite una reflexión sobre la gubernamentalidad sino también sobre las prácticas de subjetivación y modos de resistencia.
En el presente trabajo nos proponemos desarrollar, desde la perspectiva inaugurada por Foucault, la articulación entre seguridad y migración. Nos interesa destacar el aporte del "dispositivo de seguridad" en el estudio de las migraciones como también hacer foco en la lógica del racismo de Estado, desarrollada por Foucault en el curso Defender la sociedad (1975-76), que es central para comprender las políticas de control migratorio. Particularmente nos ocuparemos de las políticas de visado que pueden ser comprendidas bajo lo que Foucault denomina "tecnologías de control a distancia", las cuales exhiben cierto racismo que en el nuevo contexto social adquiere una caracterización cultural.
Un enfoque sobre el control migratorio nos conducirá obligadamente a abordar la noción de frontera y las nuevas configuraciones que presenta en las sociedades contemporáneas. Por lo cual será preciso advertir que en el control migratorio no solo se trata de gestión de la población, sino también de soberanía estatal. Esto nos permitirá señalar, junto con Sandro Mezzadra y Brett Neilson, que más que tratarse del paso del modelo soberano al modelo gubernamental, lo cual parecería reflejarse en las investigaciones foucaulteanas, habría más bien una compleja articulación entre ambos, denominada por dichos autores: "máquina soberana de la gubernamentalidad".14
II. Seguridad y Frontera
En Seguridad, Territorio, Población, Foucault analiza como una de las categorías claves para comprender el funcionamiento del poder la noción de espacio. La caracterización del dispositivo de seguridad le permite mostrar que, a diferencia del poder soberano, el poder ya no se ejerce sobre un territorio, es decir, la preocupación no va a ser la conservación o la expansión del territorio, sino que se ocupa de acondicionar el medio. Esta gestión sobre el espacio tiene su correlato sobre la población, la cual es gobernada de manera indirecta a través del medio. En tal sentido, como señala Andrea Cavalletti, en la seguridad la propia población deviene una noción espacializada: "cualquier signo en el territorio, calle, canal o frontera deviene así (...), una marca impresa en el cuerpo de la población."15
Si población y espacio son dos términos que se implican mutuamente, un enfoque sobre la migración deberá ocuparse ineludiblemente de ellos. Aunque para Foucault la noción de frontera remite al modelo de la soberanía, ya que según este modelo era función prioritaria del Estado establecer y garantizar los límites territoriales, mientras que en la actualidad la función del Estado es más bien garantizar un "pacto de seguridad" a través del control del medio;16 no obstante -como mostraremos a lo largo de este apartado- la frontera mantiene plena vigencia desde una mirada del dispositivo de seguridad. Se concebirá la frontera como espacio a gestionar, en tanto medio de circulación de personas, como también de cosas y de información.
Las investigaciones sobre migración que promueven un abordaje desde la perspectiva foucaulteana destacan la relevancia de la frontera para una comprensión de la migración, pero se trata de una frontera que adquiere una nueva significación. Algunos autores como Nicholas De Genova, Sandro Mezzadra y otros, advierten que si bien en la última década las investigaciones sobre migración, tanto en los estudios tradicionales como críticos, han intentado ir más allá de los paradigmas establecidos para crear diferentes relaciones con los migrantes y ampliar la mirada sobre las lógicas fronterizas, las tecnologías y las prácticas; sin embargo, continuaron considerando a la frontera como herramienta de exclusión y violencia. Frente a esta perspectiva, dichos autores intentan hacer hincapié sobre una función más compleja que presentarían las fronteras en relación con las formas de subjetivación de los migrantes.17
La frontera no debe ser comprendida tan sólo como límite territorial de los Estados nacionales, sino que, como expresan Etienne Balibar y Erin Williams, "las fronteras se encuentran dispersas un poco por todas partes, donde el movimiento de información, personas y cosas está ocurriendo y es controlado -por ejemplo, en las ciudades cosmopolitas."18 De este modo, la frontera es considerada en un sentido mucho más amplio, se presenta como límite externo del Estado, pero también más allá del Estado y al interior del Estado e, incluso, como audazmente señalan Sandro Mezzadra y Brett Neilson, se convierte en un dispositivo de producción de subjetividad.19
Dicha perspectiva no pretende desconocer la importancia que siguen teniendo las fronteras exteriores sobre la circulación de las personas en la actualidad. En los últimos años ha habido un reforzamiento de las fronteras de los países con mayor flujo migratorio, con más cantidad de guardias (terrestres y costeros), muros y cercos, torres de vigilancia, etc. Asimismo las fronteras disponen de tecnología de última generación: tecnología biométrica, dispositivos de exploración infrarrojos, detectores de movimiento, videovigilancia, drones, etc. Junto con esto, se observa que la frontera se ha extendido más allá de los límites exteriores de los Estados. Por otra parte, los requisitos para obtener una visa se han incrementado y la documentación se ha modernizado para evitar falsificaciones.20
Es innegable que las fronteras se han transformado significativamente en las últimas décadas. Consideramos que el "dispositivo de seguridad" propuesto por Foucault permite echar luz sobre la configuración actual que presentan las fronteras. Este dispositivo, que tiene como objetivo la gestión de flujo de bienes y de personas, no se basa en un espacio estático, sino en un espacio dinámico y en permanente expansión. Se trata de un dispositivo regido por el cálculo de probabilidades y el riesgo. Por lo cual, el dispositivo de seguridad nos ayuda a comprender las características que la frontera presenta en la actualidad.
El primer rasgo que podemos mencionar es la íntima relación entre frontera y seguridad. La temática de la migración no debe comprenderse históricamente como una cuestión de seguridad, como observan Jef Huysmans y Vicki Squire, "la migración emerge como un tema de seguridad en el contexto marcado por la dislocación geopolítica asociada al fin de la Guerra fría y cambios sociales y políticos más amplios relacionados con la 'globalización'".21 Los atentados del 11 de septiembre del 2001 agudizaron esta relación entre seguridad y frontera. En los últimos años la frontera se convirtió más que nunca en una tecnología de poder que establece demarcaciones entre las poblaciones apelando a cuestiones de seguridad.22 En tal sentido señala William Walters que "la securitización de la migración es de hecho una duplicación de la seguridad. Marca el punto donde las series circulación-población-seguridad y Estado-seguridad se superponen y resuenan, produciendo efectos complejos que todavía están lejos de ser claros."23
El segundo rasgo que presentan las fronteras es que estas ya no son concebidas de manera estática, por el contrario, deben comprenderse como un espacio dinámico, no necesariamente coincidente con el territorio. Las fronteras comienzan a funcionar como lo que Louise Amoore llama "frontera biométrica", es decir, un fenómeno que tiene una doble implicación, por un lado, el uso de las tecnologías científicas para la gestión de fronteras y, por otro, el ejercicio del biopoder sobre los migrantes que convierte a sus cuerpos en un documento de identificación que debe ser decodificado. 24 La biometría es una técnica que se ejerce sobre el cuerpo, pero no con el objetivo de producir conductas, tal como ocurría en la tecnología disciplinaria, sino que produce un "cuerpo informatizado y legible": transforma la superficie y las características del cuerpo en códigos y cifras digitales que pueden ser leídos por una máquina.25
Esto nos conduce al tercer rasgo que exhiben las fronteras, y sobre el que nos queremos detener aquí, que es el desplazamiento del control fronterizo. Lo cual significa que el control no solo se encuentra en los puestos fronterizos, sino que se ha expandido más allá de los límites territoriales (por ejemplo, el control que se realiza a través de los consulados). Como señala Aristide Zolberg, en la actualidad cuando nos referimos a la frontera nos encontramos con un "control a distancia",26 o, en términos de Elspeth Guild y Didier Bigo, con una "policía a distancia."27 Dichas expresiones remiten a un control sobre la población antes que el individuo atraviese físicamente una frontera. Como caso paradigmático de este control a distancia se destaca la política de visado.28
El dispositivo de seguridad analizado por Foucault pone de relieve que, en las sociedades de seguridad, el control ya no se ejerce de manera directa sobre la población, sino que más bien lo hace acondicionando el medio. En este sentido podemos decir que la gestión sobre el medio es lo que permite aumentar o frenar el flujo de movilidad de las personas, seleccionar qué migración es deseable y cuál indeseable, incentivar la primera y disminuir la segunda. En consecuencia, la política de visado sería una tecnología de control a distancia, regula la población migrante a través del medio, es decir, mediante el otorgamiento o la negación de visas.
De acuerdo con Foucault, el dispositivo de seguridad opera bajo las nociones de caso, riesgo, peligrosidad y crisis;29 las cuales nos ayudan a comprender más acabadamente las políticas de visado como dispositivo de control a distancia. Como dijimos, las políticas de visado permiten o deniegan ciertas circulaciones. Esto es posible ya que regulan el movimiento de las personas antes de su desplazamiento físico, así un individuo se encuentra virtualmente con la frontera antes de cruzarla y en este encuentro se activan una serie de controles. Dichos controles operan bajo la lógica de los "perfiles de riesgo" en los cuales se articulan las nociones anteriormente mencionadas.
Los perfiles de riesgo permiten identificar a cada individuo por su pertenencia a colectivos sociales que son, como expresa Alessandro De Giorgi, institucionalmente tratados "como grupos productores de riesgo".30 Por grupo de riesgo se comprende a una clase compuesta por un conjunto de individuos que presentan alguna característica común, la cual es considerada como un riesgo o que potencialmente puede producir riesgo. Los perfiles de riesgo permiten identificar personas en relación a un sistema de amenaza sobre la base de la evaluación del riesgo. Así, a un individuo (caso) se le puede rechazar la solicitud de visa en función al riesgo que representa, el cual es medido en relación a la peligrosidad del grupo en el que ha sido clasificado.31
Aunque Foucault no hable de "grupos de riesgo", consideramos que es una categoría central para comprender el control social en la actualidad. Esta categoría nos permite dar cuenta de la gestión diferencial del poder sobre la población -como desarrollaremos en el próximo apartado- a partir del dispositivo de seguridad. Lo que debemos señalar aquí es que el control no se ejerce sobre la totalidad de la población, o por lo menos, no se ejerce de la misma manera, sino que opera diferencialmente sobre aquellos grupos que son considerados productores de riesgo. Por lo cual podemos advertir tres características que presenta el control social: 1) no se aplica sobre individuos sino sobre categorías enteras de individuos; 2) no opera de manera directa sobre los cuerpos sino que controla el medio; 3) no opera sobre una desviación efectivamente producida sino sobre la desviación posible, su objetivo entonces es la prevención y la predicción.
Los perfiles de riesgo utilizados en las políticas de visado permiten evaluar la peligrosidad/no peligrosidad de una persona en función al grupo en el cual fue clasificado -aunque a veces estos grupos supongan poblaciones enteras-. Estos perfiles miden el riesgo potencial que presenta un individuo, es decir, estiman que es probable que un individuo se comporte de cierta manera.32 En este sentido, señalan Elspeth Guild y Didier Bigo que la frontera virtual que se activa en función del perfil de riesgo busca menos la protección de la soberanía que discriminar identidades indeseables.33
De este modo, en las solicitudes de visa nos encontramos con una doble consideración de la potencialidad que presenta un migrante, de un lado, éste es considerado migrante antes de que efectivamente se haya desplazado y, de otro, el otorgamiento (o no) de la visa depende de la consideración de si es (o no) potencialmente riesgoso para la población del país de destino. Como vemos, si bien el dispositivo de seguridad tiene como elemento principal la circulación de las personas, paradójicamente, en el caso del control migratorio, dicho control sobre la movilidad se activa antes de que esa circulación se produzca, es decir, opera sobre la posibilidad de que se actualice dicha circulación.
III. Gubernamentalidad y Racismo
Uno de los temas centrales en los debates contemporáneos es el lugar que ocupa la soberanía en el modelo gubernamental. Esto se debe al rechazo explícito de Foucault del modelo jurídico del poder, es decir, "lo que dice la ley, lo que prohíbe, aquello que dice no, con toda una letanía de efectos negativos: exclusión, rechazo, barrera, negaciones, ocultaciones, etc."34 La analítica del poder propuesta por el pensador francés se opone a esta mirada represiva del poder por una consideración productiva del mismo.35 No obstante, como advierten tanto Giorgio Agamben como Roberto Esposito, la biopolítica debe vérselas con su reverso tanatopolítico, esto es, que el poder que hace vivir también hace morir. Si bien la tanatopolítica alcanza su momento paroxístico en el régimen nazi, en las sociedades contemporáneas es posible observarla en la difuminación de los campos de concentración como paradigma del espacio político actual, para Agamben, y en la lógica inmunitaria presente en el funcionamiento de nuestras sociedades, según Esposito. 36
En una dirección similar, pero considerando una tecnología de poder diferenciada -es decir, no complementaria a la biopolítica como sería la tanatopolítica- Achille Mbembe, desde una mirada poscolonial advierte "la instrumentalización generalizada de la existencia humana y la destrucción material de cuerpos y poblaciones humanos",37 lo cual denomina necropolítica. El necropoder estaría estrechamente ligado al racismo: "al fin y al cabo (...) la raza ha sido la sombra omnipresente en el pensamiento y la práctica políticas de occidente, sobre todo cuando se trata de imaginar la inhumanidad de los extranjeros".38 Para este autor, el necropoder está en la base de las guerras, las ocupaciones militares, la lucha contra el terror en la globalización neoliberal.
Foucault no desconoce el rol fundamental que cumple el "derecho de muerte" en las sociedades modernas, solo que el mismo es utilizado en función de la administración de la vida. Se trata ahora de optimizar un estado de vida, lo cual supone que la muerte se utiliza como condición necesaria para regular la población. Esto es desarrollado por Foucault en el curso Defender la sociedad (1975-76), allí la noción de "racismo de Estado" le permite explicar por qué la gestión de una población expone a la muerte a aquellos agentes que son considerados un peligro biológico.39
De acuerdo con Foucault, el racismo que surge en el siglo XIX se distingue del racismo de la guerra de razas en cuanto no se trata del odio o desprecio de una raza contra otra; tampoco de una operación ideológica con la cual un Estado trataría de volver contra un adversario mítico las hostilidades que otros habrían vuelto contra él. Por el contrario, el racismo moderno está ligado al funcionamiento de un Estado que es obligado a valerse de la raza, de la eliminación de las razas o de la purificación de la raza, para ejercer su derecho a matar.40 Este poder de dar muerte no sólo hace referencia a la muerte directa, sino también a la muerte indirecta, es decir, exponer al riesgo de muerte.41
Dicho racismo deriva del fenómeno de la "estatalización de lo biológico."42 Esto significa que la vida y la muerte dejan de ser considerados como hechos de la naturaleza y pasan a ser fenómenos regulables, manipulables, a través de la gestión política. Entonces, si desde la biopolítica se trata de regular la población: aumento, intensificación, incremento y multiplicación de la vida, también se advierte una producción de muerte -o exposición a la muerte- en nombre de esa vida. En consecuencia, la producción de vida y de aniquilamiento no son dos lógicas opuestas sino que integran una misma racionalidad de poder.
Dicha articulación de la gestión de la población con la soberanía es denominada por Mezzadra y Neilson "máquina soberana de la gubernamentalidad", donde la soberanía "es al mismo tiempo inmanente a la gubernamentalidad -puesto que tiende a estar sujeta a su racionalidad- y trascendente a los dispositivos -porque conserva su autonomía-, de otra manera no podría actuar como suplemento de la gubernamentalidad."43 De acuerdo con estos autores, el poder gubernamental funciona de manera conjunta con la soberanía, siendo esta última subsidiaria a la gubernamentalidad. Así, lejos de abandonarse la soberanía, ésta adquiere un lugar fundamental en el análisis biopolítico.
Para Foucault la gubernamentalidad es una emergencia de la crisis del modelo de la soberanía, el cual deja de ser apropiado para comprender el funcionamiento del poder en las sociedades modernas. Al mismo tiempo, la noción de gubernamentalidad le permite mostrar cómo las tecnologías de poder son incorporadas al poder estatal pero no coinciden con él, es decir, preexisten y existen más allá de esta forma de poder. De esta manera, mientras que la gubernamentalidad es la denominación que recibe el poder que regula la población, la soberanía aparece en la actualidad como una forma de poder transformada por los procesos del capitalismo y la globalización.44
De acuerdo con Foucault, para entender el derecho de muerte propio del poder soberano en las sociedades modernas es necesario remitir a la noción de racismo, que funciona bajo el razonamiento de que la muerte de unos significa el reforzamiento de la vida de los otros. El racismo es lo que permite dar cuenta de la gestión diferencial del poder sobre la población, es decir, que el poder establece ciertos cortes sobre el continuum de lo viviente, donde se determina a qué vidas se hace vivir y a cuáles se deja morir. En términos de Judith Butler, el "poder funciona diferencialmente tomando como blanco ciertas poblaciones, administrándolas, desrealizando la humanidad de sujetos que podrían formar parte de una comunidad."45
En este sentido, consideramos que la lógica del racismo es central para entender el control migratorio y, especialmente, las políticas de visado. Las políticas de visado exhiben esta gestión diferencial a partir de la obligatoriedad de la solicitud de visa de ciertas poblaciones como así también en el otorgamiento o denegación de una visa. Entendemos que esta gestión diferencial busca identificar identidades no deseadas y funciona bajo la lógica de lo que Foucault llama racismo de Estado, es decir, sobre la idea que la población debe ser defendida de los riesgos que presentaría otra población o, lo que llamamos antes, grupo de riesgo.
Ètienne Balibar e Immanuel Wallerstein afirman que en la actualidad debería hablarse de un "racismo sin raza", esto es, un nuevo racismo, un "racismo diferencial" que no se basa en el concepto biológico de la raza, sino que se centra en la distinción cultural.46 Para estos autores, lo que produciría el racismo no serían las diferencias biológicas sino el nacionalismo y la lucha entre clases. Esto nos permitiría hablar de un nuevo "racismo de Estado" o más bien un "racismo diferencial de Estado" fundado sobre una distinción cultural.
Desde esta consideración el racismo es producido por el ejercicio de poder, cuyo efecto puede denominarse "racialización". Por racialización debemos comprender el proceso mediante el cual los grupos raciales son socialmente producidos, en este sentido, las "razas" serían el resultado de procesos complejos de identificación, distinción y diferenciación de los seres humanos de acuerdo a criterios fenotípicos, culturales, lingüísticos, regionales, etc.47 Como advierte Nicholas De Genova, "esta producción de diferencia requiere del espacio para esta diferencia, un espacio definido en y a través de la diferencia."48 Entonces, la racialización no solo supone una producción de diferenciación sino, también, que esta producción es realizada desde determinado lugar.
De acuerdo con lo anterior, podemos decir que las poblaciones están racializadas de manera diferencial. La población no solo lleva impresa una marca espacial -como señalamos en el apartado anterior- sino que también, y por eso mismo, se encuentra racializada. Esta diferencia adscripta a las poblaciones se puede observar en las políticas de visado, donde se establece una clara demarcación entre la migración deseada y la migración no deseada, de modo tal, que en la gestión sobre la circulación, se tiende a potenciar la migración deseada y a desalentar o directamente rechazar la migración no deseada.
Esto nos permite señalar cómo la máquina soberana de la gubernamentalidad presenta un ejercicio diferencial de poder, opera de distinta manera en relación a la población o grupo que se trate. Dicha gestión diferencial supone una cierta discrecionalidad del poder, es decir, no se ejerce de manera igual sobre la totalidad de las poblaciones sino que se aplicará especialmente sobre aquellos grupos de riesgo -que, en algunos casos, puede coincidir con una población- que presentarían una amenaza para la población que se pretende proteger. La racialización de las poblaciones es clave para comprender cómo la diferencia racial es producida por el poder. Dicha diferenciación se manifiesta en políticas de visado que actúan sobre la posibilidad de circulación de la población, restringiendo la circulación que es considerada una amenaza, como también facilitando las circulaciones deseables.
IV. Conclusión
En este artículo nos propusimos señalar los aportes que presenta la perspectiva foucaulteana a los estudios migratorios. Especialmente nos centramos en las políticas de visado, las cuales fueron analizadas bajo la lógica del dispositivo de seguridad y la lógica del racismo de Estado. Esto fue posible ya que la visa es una tecnología de control privilegiada para la regulación de la circulación de la población, como así también exhibe el ejercicio diferencial del poder.
Este enfoque nos permitió analizar el dispositivo de seguridad que Foucault desarrolla en el curso Seguridad, Territorio y Población, con el cual define las "sociedades de seguridad", junto con el "racismo de Estado" abordado en el curso Defender la sociedad. Nos interesó recuperar la noción de racismo de Estado en el pensamiento de Foucault, ya que en los trabajos posteriores, especialmente en el curso sobre seguridad, esta racionalidad del poder desaparece. Al mismo tiempo, nos posibilitó abordar una de las problemáticas de los debates actuales en biopolítica, esto es, la articulación entre gubernamentalidad y soberanía.
La reflexión sobre las políticas de visado a partir del dispositivo de seguridad nos permitió acentuar la importancia de la circulación, la cual es una de las características centrales de las sociedades actuales, como así también, el incremento del control sobre la circulación en función del riesgo que presenta. Esto nos condujo a detenernos en la noción de frontera, el medio privilegiado de las tecnologías de seguridad desde una consideración del control migratorio. En tal sentido, pudimos advertir que la política de visado es un tipo de tecnología de poder a distancia. Además, vimos que el control no se ejerce sobre un individuo sino más bien sobre la población o los llamados grupos de riesgo.
Por otra parte, la mirada sobre las políticas de visado nos posibilitó esbozar cómo el racismo opera en los Estados actuales, racismo que presenta una tendencia cultural, aunque no por ello debemos desconocer su lado biologizante. Con la noción de racialización es posible señalar que la diferencia racial a la que está sujeta la población es una producción del poder. Bajo esta racialización se establece una diferenciación entre las poblaciones que son consideradas riesgosas y aquellas que deben ser defendidas. Esta separación entre las poblaciones puede ser comprendida en términos de una gestión diferencial, es decir, que el poder opera de manera diferencial sobre las poblaciones.
La lógica del racismo permite comprender cómo la muerte o la exposición a la muerte de una población significa el reforzamiento de la vida de otra población. El racismo permite al poder establecer ciertos cortes sobre el continuum de lo viviente donde se determina a qué vidas se hace vivir y a cuáles se deja morir. Esto conjuga gubernamentalidad y soberanía, es decir, gestión de la vida y derecho de muerte. La máquina soberana de la gubernamentalidad permitiría mostrar dicha articulación, donde podemos advertir un funcionamiento diferencial sobre las poblaciones. En relación con la migración podríamos decir que opera distinguiendo la buena migración -la migración deseada- de la mala migración -la migración indeseada o de riesgo-.