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En-claves del pensamiento

versión On-line ISSN 2594-1100versión impresa ISSN 1870-879X

En-clav. pen vol.10 no.19 México ene./jun. 2016

 

Reseñas

Reseña de El ocaso del neoliberalismo de Jorge Velázquez Delgado

Book review: "El ocaso del neoliberalismo" by Jorge Velázquez Delgado

Graciela Di Filippoa 

a Investigadora, Universidad del Comahue, Neuquén, Argentina, graciela_difilippo@yahoo.com.ar

Velázquez Delgado, Jorge. El ocaso del neoliberalismo. México: Ediciones del Lirio S.A. de C.V., 2013. 304p.


Jorge Velázquez Delgado es Doctor en Filosofía por la UNAM. Desde 1981 es Profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México. Se dedica a la Filosofía Política. Coordina el Proyecto de Investigación: Maquiavelo y sus críticos: a 500 años del El Príncipe de Nicolás Maquiavelo. Ha publicado varios libros, entre ellos cabe mencionar: ¿Qué es el Renacimiento italiano? La idea de Renacimiento en la conciencia histórica; ¿Democracia o neoconservadurismo?; Globalización y fin de la historia; Bajo el Círculo de Cirse. El Imaginario Político de Nicolás Maquiavelo; Antimaquiavelismo y Razón de Estado. Ensayos de Filosofía Política del Barroco; La idea de la Historia en Federico Chabod.

El ocaso del Neoconservadurismo es una obra en la que expone críticamente los argumentos de dos de los fundadores y promotores del neoliberalismo, Ludwing von Mises (1881-1973) y Friederich von Hayek (1899-1992) quienes contribuyeron a idear un modelo ecónomico y una filosofía política, que por un lado pregona la libertad individual en los aspectos económicos desde los parámetros de la libertad de mercado y la libre competencia, pero por otro, sujeta a la misma a la obediencia a un poder político conservador limitando, polarizando y/o anulando la participación democrática del ciudadano, quien queda relegado sólo a las categoría de productor-consumidor, cuando no a la de incluido-excluido.

El agudo análisis crítico del autor a las tesis de estos reconocidos intelectuales nos muestra con gran claridad cómo dichos argumentos ofrecieron coherencia, sentido y legitimidad a las propuestas impulsadas para hacer frente a la crisis capitalista de finales de los años 60, convirtiéndose en un nuevo sentido común que duró los treinta años que marcó la larga noche neoliberal. Operación ideológica de raíz filosófica-política que pretende ser un sistema de dominación y control global de largo plazo.

Si bien el autor refiere el análisis a México -precisando que la dominación neoliberal ha dado sus frutos, en tanto la resistencia social ha sido escasa o casi nula debido al rasgo autoritario del régimen de gobierno que tradicionalmente ha caracterizado a este país- destaca que el modelo se ha aplicado de similar manera en todos los países en los que ha dominado como vía única, justamente porque su ideología es la opresión.

Una preocupación exhibe Velázquez Delgado en todo el recorrido del libro, ésta alude al menoscabo de los valores ético-políticos de la filosofía extremadamente individualista que impuso el neoliberalismo como único camino posible para derrotar definitivamente las políticas intervencionistas, por considerarlas desviaciones del capitalismo. El neoliberalismo-neoconservadurismo se erige así como única posibilidad de terminar con el Estado del Bienestar al que identifican con el socialismo, y al propio Socialismo por caracterizarlos como modos de gobiernos que conducen a las sociedades a un camino de esclavitud, por las formas autoritarias en las que irremediablemente desembocan.

Así, El ocaso del neoconservadurismo muestra la contradicción histórica que ve la luz cuando se enfrentan las dos instituciones más representativas de la sociedad industrial de masas: el Estado y el mercado. El análisis de dicha contradicción advierte que al balancear la importancia y trascendencia histórica se evita incurrir en la sobrevaloración de una u otra. De este modo, el autor considera que el Estado y el mercado, junto con el dinero, son instituciones históricas y por lo tanto no deben considerarse como instituciones espontáneas ni de orden natural, tal como han intentado hacerlas aparecer tanto el neoliberalismo como el neoconservadurismo, con el fin de negarlas como producto de la práctica humana en un momento determinado en el desarrollo del conjunto de relaciones sociales de producción; específicamente en un período determinado del desarrollo histórico de la sociedad capitalista. Al negar a estas instituciones como prácticas humanas, lo que se quiere negar -nos indica el autor- es que son relaciones concretas de dominación política y, en este caso, de explotación social y económica. La expansión del mercado y la circulación del dinero producen relaciones de poder, control y dominio. Las dos instituciones desarrollan un poder por medio del cual se establecen los criterios sobre los cuales se desenvuelve un orden social basado en la jerarquía y los privilegios.

Por su parte, el Estado -nos alerta el autor- no es reducido a su mínima expresión tal como desean hacer creer los neoliberales. Por el contrario, mantiene con esta ideología una estrecha relación la que principalmente convierte al Estado en custodia de la propiedad y de la iniciativa privada. Controla el buen camino de lo político evitando que la confrontación entre particulares o las fuerzas sociales no se excedan en sus demandas y luchas. En todo caso, lo que trata de destruir el neoliberalismo son los principios y fundamentos del Estadonación moderno, sus principales instituciones y aparatos de movilidad igualitaria y de justicia distributiva. Por tal motivo, lo que se puede afirmar es que el Estado es un espacio en el que las distintas fuerzas político-sociales forcejean por su ocupación. Una vez lograda por una fuerza determinada, ésta impone su hegemonía y dominación. En la actualidad son las que deciden la suerte de millones de seres humanos en este planeta que ha sido ajustado a los intereses de las grandes mega corporaciones y a los intereses de la doctrina neoliberal.

Por tanto, no se puede seguir promoviendo que la sociedad de mercado, gran sociedad o sociedad abierta y globalizada, impuesta como única posibilidad de reestructuración del capitalismo, es una forma natural entre los seres humanos, sino que conviene pensarla como respuesta de un período concreto y de una ideología específica. Ideología que no alcanzó a evitar la crisis económica del año 2008 y la actual decadencia de su hegemonía política y social, crisis que dejó al descubierto que las premisas del neoconservadurismo para el desarrollo económico regional, nacional y global perdieron fuerza y credibilidad.

Según la investigación del autor, el fracaso del neoliberalismo como modelo de desarrollo económico y del neoconservadurismo como filosofía de vida sustentada en políticas para la reconstrucción y restitución de la propiedad privada de los medios de producción, bajo ningún análisis se podrían interpretar como el fin del capitalismo, más bien se percibe como el agotamiento de un modelo de desarrollo y acumulación capitalista que derivó en un progreso de carácter regresivo. Pues el progreso ascendente anterior a la crisis no fue mérito del modelo de desarrollo neoliberal, sino que se debió a los espectaculares avances científico-tecnológicos.

En la obra también se revela -aun reconociendo la profunda crisis del neoliberalismo- la prudencia con la que el autor examina dicha crisis. Sensatez que le permite advertir que puede ser transitoria y no agotar el ciclo económico en sí, por lo cual teme que se refuercen las viejas recetas de privatización de los bienes y riqueza pública. Desde esta perspectiva de análisis, destaca la presencia de las instituciones económicas y de poder político como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que aún siguen favoreciendo a los centros de poder global desde la misma época de construcción hegemónica del modelo que se analiza. Hegemonía que en la actualidad -observa el autor- no puede responder a la protesta social cada vez más marcada que reclama por justicia, seguridad e inclusión y que por el contrario, responde con insolente ostentación de quienes detentan la riqueza al mismo tiempo que instalan como idea colectiva la naturalización de la violencia social, la corrupción, la impunidad, la pobreza y la desigualdad como parte de la libre competencia entre los individuos.

En el modelo neoliberal -nos recuerda Velázquez Delgado- la comprensión de los fenómenos sociales parte del intercambio como categoría central. En la sociedad de mercado los hombres instituyen relaciones de intercambio por medio de las que logran satisfacer deseos y necesidades de acuerdo a su posición social y capacidad adquisitiva. La acción humana es la que crea el valor pues es el cálculo económico orienta dicha acción. Esta ideología separa la moral de la economía al considerar a esta última una ciencia predictiva basada en el cálculo económico que no puede ocuparse ni de la especulación de los fines últimos, ni de cómo solucionar problemas vinculados a juicios de valor. Este argumento niega la posibilidad de cambiar el modelo económico en cuanto éste no tiene que responsabilizarse de las contradicciones de una sociedad, como lo son la desigualdad y la injusticia social. Estas resultan de las complejas relaciones de intercambio en las que actúan especuladores, trabajadores, empresarios, comerciantes y consumidores que están sujetos a los cambios incesantes, dinámicos y, en muchas ocasiones, vertiginosos, que los individuos sólo logran superar por el poder adquisitivo que les proporciona su capacidad competitiva y las particulares condiciones de cada uno, que le permite alcanzar los fines a los que aspira y elegir los medios para alcanzarlos.

En este sentido, se vanagloria al mercado como el único que posibilita obtener, conservar o perder riqueza. Es un sistema de desarrollo económico y de producción de riqueza en la que los individuos dependen de su propio esfuerzo y no de la riqueza corporativa, patrimonial o pendiente del capricho de quien gobierna.

Lo que aquí destaca Velázquez Delgado, es que no es legítimo reducir al individuo a un valor económico porque todo individuo es un ser social, y por esto sujeto a diversas determinaciones histórico-sociales. Más bien es lícito pensar que el intercambio como campo predilecto de la acción humana es el espacio de la acción social. Un modo específico y concreto de experiencia con un Otro. Pero -como ya se señalara anteriormente- el intercambio no tiene en cuenta los fines sociales, menos aún si estos persiguen el bien común. Motivo por el cual, los ingenieros sociales de ideología neoliberal tienen como principal tarea la de despolitizar a la política y a la opinión pública. Estrategia que intenta evitar los riesgos que amenazan al mercado una vez que la gente devela que el mercado es un sistema de poder y dominación. Sistema predominante que sólo podrá desafiarse -tal como lo destaca el autor en tan erudito trabajo- reconociendo la vigencia de las viejas tesis sobre la crítica al capitalismo. Explicita que el marxismo es la teoría económica que brinda las mejores herramientas y recursos para comprender el fenómeno de las reiteradas crisis del capitalismo. Conjunto de ideas que predice que las crisis económicas y todos los problemas que éstas traen aparejados, tienen su origen en la ruptura entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción.

Desde esta perspectiva de análisis, se advierte que las crisis económicas no son, como se intenta presentarlas, fatalidades históricas. Son procesos complejos que en particular se relacionan con los cambios ocurridos en los procesos productivos y, por la misma razón, con el proceso concreto de acumulación de capital que predomina en una época dada.

A su vez, Velázquez Delgado propone la recuperación de la filosofía crítica como parte de las fuerzas emancipadoras de la sociedad que contribuirán a analizar la retórica de la libertad individual promovida por el neoconservadurismo como un discurso y una práctica que en pos de la libertad individual arrolla los valores ético-políticos de la vida en democracia.

La libertad individual, según promueve el neoliberalismo, es el más alto valor al que ha llegado la civilización occidental. En defensa de esta libertad, se menosprecia al socialismo y a toda forma de gobierno que imite cualquiera de sus propuestas de planificación de la producción, distribución, intercambio y consumo, como lo han sido el populismo y el bienestar. A estas formas se les imputa la responsabilidad de no permitir a los individuos la libre elección y planificación de sus vidas. Justamente la cuestión de la planificación es la gran disputa de neoliberales y neoconservadores en contra de las formas de gobiernos socialistas y sus reproducciones.

La razón de la planificación como un problema que enfrenta toda la teoría económica en la sociedad industrial de masas, es el punto álgido que dirime la posibilidad de control y dominación política y social. En este sentido, es más congruente pensar que el neoliberalismo promueve la planificación exclusivamente a cargo del individuo porque defiende un exacerbado individualismo que sin dudas es más conveniente a los fines que persigue la sociedad de mercado. Precisamente, este modelo de sociedad que apuesta a la competencia como modo natural de relación entre los sujetos, corresponde a un posicionamiento ideológico sobre el control social. A su vez, este modelo de competencia se traslada al campo educativo estimando al individuo aislado que mejor manifieste la adquisición de conocimientos como una mercancía que ofrece excelente rentabilidad. Este modelo competitivo no sólo se refleja en el mayor recorte presupuestario a la educación pública universitaria, sino también en el ataque a las carreras que esta ideología considera innecesarias en la sociedad abierta, en general las humanidades y en particular la filosofía. Velázquez Delgado destaca que la filosofía en general cumple un papel social importante para pensar la condición presente, y la filosofía crítica en particular deberá mostrar su empeño y capacidad para brindar los instrumentos necesarios para pensar críticamente el mundo actual.

La legitimidad no es una característica nueva en la lucha por el poder político, lo que es nuevo es que para alcanzar y permanecer en el poder hace falta una determinada legitimidad democrática. También lo novedoso en el debate actual es la exigencia de reformular a la democracia. Fundamentalmente porque en muchas ocasiones las expectativas puestas en esta forma de gobierno han sido destruidas, dando como resultado considerables déficit de credibilidad. Lo que anuncia esta crisis es el descreimiento en el gran cambio social democrático que se anunciaba prometedor una vez que fueron derrotados los sistemas totalitarios y/ o dictatoriales. Uno de los puntos cruciales en el debate por la legitimidad democrática del poder político -según considera el autor- se debe dar en aquellas sociedades que se presumen democráticas y sin embargo intentan mantener y reforzar la credibilidad de su propio régimen democrático.

En la compleja coyuntura económica domina el escenario neoconservador; estas fuerzas, por cierto, reproducen sus propios horizontes de legitimidad, hegemonía y dominación y llevan a la democracia a ser vista como un campo de resistencia ante el embate neoconservador o a ser simple referente subsidiario y subordinado a los intereses del mercado global. Esta coyuntura dificulta que se piense a la democracia por fuera de concepciones políticas neoconservadoras.

La forma en cómo se ha comportado la economía global en los últimos treinta años ha derivado en que el déficit profundo de la legitimidad democrática que muestran muchos países, recae en el aspecto económico. Sobre todo cuando los modelos económicos han desestimado el ideal de ciudadanía plena y sociedad inclusiva. Estas son las características que definen la crisis de legitimidad, pues han roto los códigos del proceso democrático.

Definitivamente -considera el autor- la crisis de legitimidad del poder político no responde a una crisis económica sino al modelo de desarrollo económico neoconservador y a la resistencia que muestran a ser modificados sustantivamente. El cambio democrático requiere encontrar soluciones a una considerable cantidad de conflictos que van desde la corrupción de las instituciones y la impunidad económica y política, hasta los cambios pretendidos en el aspecto ecológico.

No es pretensión cambiar todo ni pensar todo de otra manera. Lo novedoso es que el horizonte democrático actual ha cosechado una tradición y acción pacifista y democrática que no acepta la violencia política ni la represión como modos de solución de los conflictos y contradicciones políticas. Asimismo, es necesario enfatizar que el poder sirve para algo más que para la reproducción de un sistema de explotación al borde siempre de la dominación totalitaria. Lo que se pide al poder, desde el horizonte democrático, es que para ejercerlo no alcanza ni es suficiente haberlo adquirido por mecanismos y procedimientos democráticos. Se demanda refrendarlo a diario con acciones que -obligadamente- tienen que ser democráticas y estrictamente adheridas a lo que es irrenunciable para la convivencia pacífica de la moderna sociedad industrial de masas: los Derechos Humanos. Concretamente, se debe solicitar -según la óptica del autor- que el Estado, a través de los gobiernos democráticos, genere y promueva nuevas políticas distributivas o de bienestar. Se trata de decidir entre el neoconservadurismo o la recuperación y ampliación del Estado del Bienestar. Reconocer a la democracia como un horizonte que a la vez de dignificar la política generando condiciones para la igualdad política, proponga estrategias de superación de los niveles de injusticia, impunidad y desigualdad social.

En síntesis, el problema básico que conlleva la legitimidad democrática es evitar que se convierta en una realidad manejada por el despotismo, la arbitrariedad, la dictadura o por el totalitarismo, tal como se caracterizará la realidad si se sigue creyendo en la ideología que fomenta el libre mercado, la globalización y la competencia individual.

Sin dudas, las reflexiones vertidas en El ocaso del neoconservadurismo abrigan ampliamente la esperanza acerca de la filosofía crítica y su capacidad para cuestionar y desgajar una ideología que ha pasado a constituir el sentido común de grandes franjas de la sociedad.

Recibido: 01 de Julio de 2014; Aprobado: 14 de Febrero de 2015

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