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En-claves del pensamiento

versão On-line ISSN 2594-1100versão impressa ISSN 1870-879X

En-clav. pen vol.5 no.9 México Jan./Jun. 2011

 

Artículos

 

Una antorcha por la libertad: el legado de Jan Palach, cuatro décadas después

 

Gabriela E. Vieyra Balboa*

 

* Profesora del Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, México, gvieyrab@gmail.com

 

Fecha de recepción: 03/12/2009
Fecha de aceptación: 07/06/2010

 

Resumen

A veinte años de la caída del muro de Berlín y el colapso del comunismo soviético en Europa Central y del Este, en el presente artículo se reflexiona sobre el papel de la disidencia en el proceso de transición democrática llevado a cabo en la antigua República de Checoslovaquia, desde la Primavera de Praga en 1968 a la Revolución de Terciopelo en 1989. Como eje de dicha reflexión, se rememora y analiza el impacto de una muestra concreta de la mencionada disidencia: la muerte del estudiante de 21 años, Jan Palach, quien el 16 de enero de 1969, se autoinmoló en la Plaza de San Wenceslao a manera de protesta contra la ocupación soviética de su país. Desde un punto de vista histórico, político y ético, las páginas siguientes hacen eco sobre las lecciones que Palach y los disidentes checoslovacos han legado a quienes, a poco más de cuatro décadas de su muerte, desean y merecen vivir en libertad, al abrigo de la democracia.

Palabras clave: Jan Palach, Checoslovaquia, libertad, democracia, disidencia, régimen comunista, Primavera de Praga, Revolución de Terciopelo.

 

Abstract

Twenty years afterthe fall of the Berlin Wall and the collapse of Soviet communism in Central and Eastern Europe, the article reflects upon the role of dissidence in the transition process towards democracy in the former Republic of Czechoslovakia, from the 1969 Prague Spring to the 1989 Velvet Revolution. As the axis of such reflection, it recalls and analyzes the impact of a particular sample of the above mentioned dissidence: the death by self immolation of the 21 year-old student Jan Palach, on January 16, 1969 in St. Wenceslas Square as an act of protest against the Soviet occupation of his country. From a historic, political and ethical point of view, the following pages echo on the lessons that Palach and the Czechoslovak dissidents have inherited to those who, four decades after his death, wish and deserve to live in freedom, sheltered by democracy.

Key words: Jan Palach, Checoslovaquia, freedom, democracy, dissidence, Communist Regime, Prague Spring, Velvet Revolution.

 

Aniversarios: a modo de introducción

El héroe es aquél que enciende una gran luz
en el mundo, que coloca flameantes antorchas
en las calles oscuras de las vidas de los hombres
para que éstos puedan ver.

Félix Adler, 1933.

El pasado 9 de noviembre de 2009, con motivo del vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín, el mundo tuvo oportunidad de recordar las históricas y conmovedoras escenas del annus mirabilis de 1989 en que los pueblos de la República Federal Alemana (RFA) —otrora custodiada por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña— y la República Democrática Alemana o RDA —satélite de la Unión Soviética— volvieron a unirse en una inolvidable y espontánea fiesta. A nuestra memoria volvieron los días en que, mientras destruían pieza por pieza el coloso de piedra que les había mantenido apartados durante casi tres décadas, los alemanes no sólo estaban reunificando su país e iniciando una nueva etapa de su historia nacional, sino anunciando el inminente colapso del bloque socialista y, por consecuencia, el final de la Guerra Fría.

Según apunta la investigadora Bárbara J. Falk,1 la espectacularidad de aquel evento hizo que gran parte del mundo considerara la caída del muro como la primera 'ficha del dominó', es decir, el detonador de un acelerado y pacífico proceso de liberalización que culminaría con el colapso de la Unión Soviética en 1991 y con su dominio sobre los países de Europa Central y del Este. Sin embargo, bien podría considerarse que este hito en la historia contemporánea, aunque altamente significativo, no fue la causa sino sencillamente la consecuencia más publicitada de una prolongada lucha, la cual había estado librándose desde mucho tiempo atrás, al interior de la esfera de influencia de la URSS. Es decir, el colapso del bloque soviético no fue un milagro gestado de la noche a la mañana, sino el producto de una larga y azarosa empresa en aras de la libertad, protagonizada por individuos denominados disidentes, "que se involucran en formas no violentas de oposición en contra de sistemas autoritarios de gobierno, principalmente manifestándose a favor de los derechos humanos y de la democracia".2 Dichos personajes, conformaron colectividades con diferentes grados de organización que, a pesar de la proscripción a la que el régimen relegó toda forma de disconformidad, decidieron contraponerse al sistema no sólo en 1989, sino desde el primer momento en que la URSS se hizo con el control en esta región de Europa.

Como si se tratase de incontables copos de nieve acumulados por años en las cumbres de las montañas, fueron los continuos esfuerzos de estos disidentes los que —en una coyuntura histórica particular— precipitaron la avalancha que tuvimos ocasión de presenciar aquél año, cuando los vientos de cambio3 soplaban allende el Telón de Acero.4 Falk concurre con nosotros cuando afirma que,

[...] tomada en su conjunto, la disidencia contribuye a entender la transformación y consolidación democrática; las tácticas, estrategias y en sí la necesidad moral de la no-violencia en la arena social y política; la responsabilidad en materia política como elemento esencial para la construcción de una ciudadanía 'consistente'; y de la sociedad civil como la piedra angular de la vida democrática.5

Por ello, creemos que vale la pena dar cuenta de la disidencia como factor determinante para el colapso del régimen soviético en Europa Central y del Este pero, sobre todo, para acabar con la violenta abolición de libertades y la violación de derechos civiles y políticos que frecuentemente se observaba en la URSS y sus satélites, dando paso así, al proceso de democratización y liberalización en que la región se embarcaría en los años subsecuentes.

Así pues, inspirados por el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín, nos remontaremos 20 años más atrás, a la tarde del 16 de enero de 1969 en Praga, capital de la antigua Checoslovaquia, a fin de examinar uno de los actos de protesta más impactantes de los muchos que tuvieron lugar detrás de la Cortina de Hierro y cuya memoria bien pudo habersido uno de los más importantes detonadores de la Revolución de Terciopelo: la autoinmolación de Jan Palach, la cual consideramos una pequeña pero significativa muestra de disidencia por tratarse de una expresión de descontento político, surgida a pesar de que el disenso convencional e institucionalizado estaba prohibido en la esfera soviética. Así mismo sus finalidades —como veremos más adelante— coinciden con las de los disidentes —que hemos definido líneas atrás— y comparte elementos como la no violencia y la ciudadanía consciente y activa, destacados por Falk como claves para la vida democrática. Curiosamente, de esa mañana a la fecha han transcurrido 42 años. Fueron también 41 años los que Checoslovaquia vivió bajo el yugo y en la esfera de influencia de Moscú.6 Así pues, a cuatro décadas de distancia, invitamos a nuestro lector a recordar el legado de un joven dispuesto a dar la vida en aras de la libertad.

 

Tanques en san Wenceslao

Ante tanta ruindad y tanta desesperanza
el mundo se merece una ciudad como Praga.
L
la Plaza de san Wenceslao me ha costado
más lágrimas que la más inolvidable amante.

Gaspar Aguilera Díaz

De acuerdo con Henry Bogdan, el clima político que reinaba en Checoslovaquia entre 1968 y 1969 es reflejo de una distintiva escena internacional que a la fecha es recordada con romántica nostalgia:

En Europa Occidental, esos años estuvieron marcados por la agitación estudiantil, en Italia, en la RFA, en Francia, donde estallaron las jornadas de mayo de 1968.7 En China, la revolución cultural llegaba a su punto culminante. En Moscú y la mayoría de las capitales de Europa del Este se soportaba el rigor de un cuestionamiento latente entre los intelectuales. Las autoridades consideraron con mucha desconfianza esa agitación desordenada y anárquica y tomaron de inmediato medidas locales para contrarrestarla.8

Checoslovaquia no era ajena al afán de control gestado en Moscú, ni tampoco al espíritu de cuestionamiento de intelectuales como Jiri Hajek, Jiri Pelikan, Milan Hübl, Jaroslav Sobata, Alfred Cerny, Kerel Kyrel, Jaroslav Litera, Jiri Hochman, Jiri Müller, Jan Patocka, Vaclav Havel y, desde la cúpula, Alexander Dubcek.9 En medio de esta atmósfera tensa entre el anhelo de flexibilidad y la impuesta inmovilidad, Dubcek —recién designado presidente checoslovaco— inició un agresivo programa de liberalización consistente en la abolición de la censura, la concesión de una amplia amnistía a cerca de 10 000 presos y perseguidos políticos (incluyendo exiliados en Occidente que podrían regresara su patria), la aprobación de una ley que rehabilitaría a víctimas de procesos políticos de la época de la represión más dura (mismas que recibirían una indemnización monetaria), el inicio de investigaciones en contra de funcionarios públicos que hubiesen abusado de su autoridad y hasta la retirada de miles de dispositivos electrónicos de vigilancia de domicilios públicos y privados.10

En la Primavera de Praga, es decir, en los primeros ocho meses de 1968, el rostro del comunismo checoslovaco comenzó a cambiar llenando de esperanza a la población con la idea de un futuro próximo en que reinara la libertad y no el miedo. En palabras de Juan Antonio Le Clercq, "el año de 1968 representa el intento de reformar desde dentro al socialismo, transformar la relación cerrada de censura y opresión que existía entre el pueblo y las instituciones y sustituirla por un diálogo plural y abierto entre gobierno y nación, permitiendo la posibilidad de mantener un canal de comunicación y un feedback permanente entre ambos".11 Sin embargo, las ilusiones se desplomaron de súbito cuando el 20 de agosto los ejércitos de varios países miembros del Pacto de Varsovia y la mismísima Unión Soviética invadieron Checoslovaquia. Al respecto dice el historiador Jan Bazant:

Se calcula que la fuerza invasora sumaba por lo menos 250 000 hombres y 4 200 tanques aproximadamente. Más adelante arribaron otras unidades calculadas en otros 250 000 hombres. La jefatura del Partido Comunista Checoslovaco hizo un llamado a la población del país a conservar la calma y a no oponer ninguna resistencia, ya que la defensa era imposible. Los pueblos checo y eslovaco obedecieron a este llamado del partido y del gobierno. Al mismo tiempo, la agencia soviética de noticias difundió la información de que funcionarios del partido habían pedido a la Unión Soviética y a otros miembros del Pacto de Varsovia ayuda militar contra el peligro creciente de una contrarrevolución.12

La fuerza con la que Moscú se disponía a aplastar las reformas políticas iniciadas por el presidente checoslovaco era —como podemos ver— inmensa, pero además estaba acompañada por una clara escisión al interior del Partido Comunista local, que prácticamente garantizaba el fracaso de dichas iniciativas. Por una parte estaban quienes aplaudían el espíritu de cambio, pero por otra, un grupo encabezado por el general Ludvik Svoboda, secretario de Defensa Nacional, fue el responsable de solicitar la intervención soviética para volver a la inamovible estabilidad del comunismo apoyado por la URSS.13 Dubcek fue depuesto el día 27 de agosto y la presidencia fue inmediatamente ocupada por GustavHusak —también checoslovaco, pero leal a Moscú— quien se encargaría de dar marcha atrás a las reformas de su predecesor.

La respuesta popular, aún entusiasmada por la expectativa del cambio, no se hizo esperar. Al inicio de la invasión, "la población capitalina logró sabotear por algunos días la ocupación de la ciudad. Por ejemplo, el pueblo quitó de los edificios los letreros con el nombre de las calles para dificultar la orientación de las tropas invasoras, pero [...] al final, los soviéticos obtuvieron el control total sobre todo el país".14 Fue entonces que, contra toda expectativa y haciendo a un lado el miedo a las represalias, oleadas de civiles salieron a las calles a denunciar pública y pacíficamente la represión militar. Unidos por el deseo de cambio, jóvenes estudiantes, lo mismo que tenderos, empleados, amas de casa y jubilados bloquearon el paso de los tanques soviéticos en la Plaza de San Wenceslao15 —centro neurálgico de la vida política de Checoslovaquia a lo largo de su historia— subiéndose sobre ellos con sendas banderas nacionales y entonando canciones de protesta. Como ya hemos mencionado, era 1968 cuando los estudiantes de un sinnúmero de naciones protestaban contra la guerra y la represión, y a favor de los derechos civiles, la igualdad y la libertad; Checoslovaquia no fue la excepción.

No obstante, a finales de aquel año y a inicios de 1969, el recrudecimiento en las diversas tácticas represivas en contra de la población civil inconforme trajo consigo la decepción y la apatía. Checoslovaquia guardó silencio poco a poco mientras el diario oficial del Partido Comunista nacional, Zprávy,16 monopolizaba los espacios informativos difundiendo sólo aquellas noticias que resultaban convenientes para el régimen y censurando cualquier punto de vista diferente del oficial. Fue en este contexto de miedo y mutismo que en la mañana del 16 enero de 1969, un joven de 21 años decidió tomar cartas en el asunto y poner en práctica lo que —tras eternas conversaciones con sus compañeros universitarios— se había convertido en un plan para despertar a Checoslovaquia del sopor en que había caído desde el pasado agosto.

 

Tres antorchas en la oscuridad

El sacrificio que causa sufrimiento a quien se
sacrifica no es sacrificio. El verdadero sacrificio
ilumina la mente de quien lo hace y le da una
sensación de paz y regocijo. Buda renunció
a los placeres de la vida porque se habían
vuelto dolorosos para él.

Mahatma Gandhi

Esa la madrugada, Jan Palach salió de su pueblo natal, Vsetaty, en el tren que lo llevaría a Praga, de vuelta a la Universidad Carolina, donde estudiaba filosofía. Llegó a la residencia estudiantil en donde se alojaba, y en el silencio de las primeras horas del día se dispuso a escribir la carta que eventualmente se convertiría en su testamento.17 Nadie sabe a ciencia cierta qué hizo en las siguientes horas pero poco antes de las cuatro de la tarde, salió del dormitorio de la universidad y, tras detenerse a hacer unas compras se dirigió a la Plaza de San Wenceslao. Al llegar a la rampa de acceso al Museo Nacional, colocó en el piso un ajado portafolios de piel. Se alejó de éste unos pasos y alzó sobre su cabeza uno de los dos baldes de plástico que había venido cargando por varias cuadras. Vertió el contenido sobre su cabeza mientras el olor de dos litros de gasolina le saturaban la nariz y la boca. Acto seguido tomó el segundo balde y lo vació sobre su cuerpo con un veloz movimiento. Una vez que sus ropas estuvieron impregnadas con dos litros más de combustible, alzó la vista por última vez mientras los transeúntes lo miraban perplejos; encendió una cerilla y la dejó caer a sus pies. En un santiamén, el fuego le cubrió por entero. Pese al dolor que seguramente le habrán infringido las quemaduras, reunió fuerzas para correr y atraer la atención horrorizada de más testigos; sin embargo, a pocos pasos se desplomó en plena plaza mientras un hombre, testigo de tan aterrador acto, intentaba apagarle las llamas con su abrigo. Aún estaba consciente cuando lo llevaron en ambulancia hacia el hospital. Jan Pa-lach, víctima de su propio sacrificio, no murió de inmediato. Las quemaduras de tercer grado en el 85% de su cuerpo le torturaron por tres días más, hasta que —el 25 de enero de 1969— la muerte le regaló el eterno descanso.18

Nadie comprendía por qué aquel joven, sano y fuerte se había quemado a lo bonzo19 en plena vía pública: ¿se trataba del intento de suicidio de un loco? El misterio no tardó en revelarse; alguien encontró el portafolios abandonado y la lectura de la carta que aguardaba pacientemente en su interior reveló al consternado pueblo checo y eslovaco las claras intenciones de Palach:

Considerando que nuestras naciones se hallan al borde de la desesperanza, hemos decidido expresar nuestra protesta y despertar al pueblo de este país de la siguiente manera. Nuestro grupo consiste en voluntarios que están dispuestos a prenderse fuego por nuestra causa. Yo tuve el honor de que me tocara el número uno y por tanto gané el derecho a escribir la primera carta y a convertirme en la primera antorcha. Nuestras demandas son:

1.  La inmediata abolición de la censura

2.  La prohibición de la distribución del Zprávy

Si nuestras demandas no son cumplidas en cinco días (es decir, para el 21 de enero de 1969) y si la nación no brinda el suficiente apoyo (es decir, con una huelga temporal e ilimitada), otras antorchas serán encendidas.

Antorcha No.1

PD. Recuerden agosto. Se nos ha abierto un espacio en la política internacional. Aprovechémoslo.20

De inmediato, el régimen trató de descalificar las acciones del joven, publicando explicaciones de diversa naturaleza: que estaba claramente afectado de sus facultades mentales; que un grupo de dudosa procedencia le había manipulado para orillarle al suicidio; que en realidad sólo pretendía llamar la atención rociándose con un químico que al encenderse sólo provocaría una llama fría, pero que alguien le había cambiado aquella sustancia inofensiva por gasolina,21 entre otras. Sin embargo, las acciones de Palach no eran producto de una mente perturbada, sino de una voluntad firme y coherente, animada por el deseo de cambiar la realidad política de su país.

Sorprende percibir en la misiva de Palach un tono que recuerda a una amenaza terrorista: la exigencia del cumplimiento de algo —en este caso el cese de la censura y la proscripción del Zpravy- a cambio de que un grupo de desconocidos no lleve a cabo una acción arrebatada— igual o más grave de la que ya ha realizado (o se dispone a realizar) para llamar la atención de las autoridades —el establecimiento de un límite temporal y la firma con un dramático pseudónimo. Esto nos lleva a preguntarnos si podríamos juzgar este acto como violento, puesto que de serlo, habría que reconsiderarle en tanto ejemplo de la disidencia. De acuerdo con el Diccionario de la Real academia Española de la Lengua, violento(a) significa:

1) Que está fuera de su natural estado, situación o modo; 2) Que obra con ímpetu y fuerza; 3) Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias; 4) Que se hace contra el gusto de uno mismo, por ciertos respetos y consideraciones; 5) Se dice del genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira; 6) Dicho del sentido o interpretación que se da a lo dicho o escrito: Falso, torcido, fuera de lo natural; 7) Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia; 8) Se dice de la situación embarazosa en que se halla alguien.22

En obediencia a algunas partes de esta definición, tendríamos que conceder que Palach recurrió a la violencia para cumplir su cometido. Sin embargo, lo que este sui generis "perpetrador" se dispuso a hacer a fin de ver cumplidas sus demandas no fue un ataque contra la integridad física o la vida de terceras personas, de civiles inocentes tomados como rehenes por motivos meramente circunstanciales, como suele ocurrir en los atentados terroristas. En este caso no hubo más daño que el inflingido —por su propia mano— contra sí mismo, sin coacciones de ninguna naturaleza. Se trató de un sacrificio en que la víctima pudo elegir no serlo, sin embargo, por libre y propia voluntad y por el bien —que no el perjuicio— de otros, optó por ofrendar su vida. Resulta aún más contundente que el verdugo y la víctima fuesen la misma persona. Recordemos que en la Edad Media y en los albores de la Modernidad se acostumbraba que antes de una ejecución, el verdugo solicitara el perdón del condenado a muerte23 y éste, sabiendo que aquél no blandía el hacha por capricho o voluntad propia, sino por deber, le perdonaba, asumiendo así la responsabilidad de las acciones que le habían llevado al patíbulo. El verdugo, armado con el perdón de su víctima, quedaba exento de la culpa propia del asesino. Sin embargo, al morir la Antorcha No. 1, su verdugo murió con él, no hubo culpa qué lamentar y, por tanto, nada qué perdonar. La cuenta quedó saldada. Por lo anterior, y valiéndonos de la comparación entre esta acción y las huelgas de hambre24 practicadas por personajes icónicos de la no-violencia, como Mahatma Gandhi, nos atrevemos a concluir —a riesgo de equivocarnos— que por antinatural, intensa y visualmente agresiva que resulte la imagen de un joven envuelto en llamas en plena plaza pública, y pese al atentado contra la vida del propio declarante, la unidad inextricable entre la víctima y su victimario, la ausencia de la ira u otro rasgo de irracionalidad al momento de tomar la decisión de actuar, y la consiguiente inexistencia de terceros afectados, contribuyen que su acción pueda ser considerada como no-violenta o al menos, como una manifestación cercana al límite con lo violento, pero sin llegar a serlo.

Mientras agonizaba en el hospital y a fin de comprender mejor las razones del presunto grupo de 'suicidas', Palach fue entrevistado por la psiquiatra Zdenka Kmunickova. Al preguntarle por qué lo había hecho, Palach le respondió: "quería despertar a la gente y expresar mi desacuerdo por lo que está ocurriendo".25 La doctora pidió al estudiante que hiciera una declaración a fin de disuadir a cualquiera que quisiera seguir sus pasos, recalcándole que ya era suficiente, que el mundo había visto lo que había hecho, que ahora todos estaban poniendo atención. Con voz entrecortada, el propio Palach se negó: "No queremos ser presuntuosos, simplemente no debemos pensar demasiado en nosotros mismos. El hombre debe luchar contra el mal para el que justamente le alcanzan las fuerzas. [...] en la historia hay momentos en que debe tomarse acción. Ahora es ese momento. En medio año, en un año será demasiado tarde para siempre".26 Con todo, horas antes de morir, el joven pidió ver a Ludomir Holecek, amigo suyo y líder estudiantil, quien a nombre de Palach declaró que no era su intención ser emulado por otros. Hablando por su compañero Holecek dijo: "Mi acción ha cumplido su cometido. Pero nadie más debe seguirme. Los estudiantes deben tratar de salvarse y de dedicar sus vidas a cumplir sus objetivos. Deben luchar vivos".27 La doctora Jaroslava Moresova,28 la especialista en quemaduras que admitió a Palach en el hospital y tuvo oportunidad de hablar con él, declaró tiempo después que la suya "fue una decisión racional que no puede ser explicada por problemas personales [...]. Los medios estaban censurados, la transmisión en vivo por televisión no existía. No había modo de atraer la atención hacia algo. Él quería sacudir a la gente, despertarla del letargo, y el método que eligió garantizó que todo mundo se enterara".29 Aún a décadas de distancia, Moresova siempre sostuvo que cuando Jan Palach decidió prenderse fuego, "lo hizo tras una cuidadosa reflexión, y no hay duda alguna de que se trataba de una persona equilibrada, totalmente cuerda, racional [...] con un objetivo muy bien pensado".30

El pueblo checoslovaco quedó boquiabierto;31 entre los días 16 y 25 de enero de 1969, un pequeño grupo de estudiantes32 hizo huelga de hambre a los pies de la estatua de San Wenceslao, a unos pasos del sitio donde Palach se prendió fuego; el día 20 en aquella misma plaza se llevó a cabo una marcha silenciosa coronada por banderas de Checoslovaquia, estandartes negros en prematuro luto ante la inminente muerte del estudiante, y exactamente a las 3:15 hrs. del 25 de enero, en el momento preciso en que Palach expiró su último aliento, se detuvieron los relojes de la Facultad de Filosofía donde el joven solía estudiar.33 Multitudes conmovidas por su sacrificio acompañaron a su madre y hermano durante el funeral en el cementerio de Olsany, en Praga —vigilados en todo momento por agentes de la seguridad estatal.

En un emotivo discurso, el rector de la Universidad Carolina, Oldrich Stary, resumió el significado del sacrificio de Jan Palach: "Tu acto, Jan Palach, es manifestación de un corazón puro, del amor supremo hacia la verdad, la libertad y la democracia. Tú has hecho el máximo sacrificio en aras de la nación. Somos una nación pequeña que ya varias veces estuvo al borde del exterminio. Esta antorcha humana apela a todas las personas de buena voluntad.34

La asistencia de funcionarios, académicos, artistas, estudiantes y algunos políticos que tomaron turnos para hacer guardias de honor junto al féretro de Palach, convirtió a este funeral en uno de los más concurridos y notables actos de movilización civil en los 41 años que Checoslovaquia fue regida por el Partido Comunista. El recuerdo de aquellos días en que la nación entera se unió en un emotivo duelo persiste en quienes fueron testigos y partícipes, como el ex disidente Jiri Navratil, quien rememora el funeral de Palach como un significativo momento de solidaridad nacional: "Fue realmente un evento especial pues sólo en dos o tres ocasiones en mi vida me he sentido miembro de una sociedad que compartía un mismo corazón y una sola mente. Fue fantástico y admirable. No sólo resultó inolvidable sino impresionante, y aún lo es para mí a la fecha".35 Si bien ni el ejército ni la policía emplearon la fuerza para impedirlo, las autoridades judiciales aprovecharon la ocasión para fotografiara los asistentes, analizar las fotografías y levantar cargos relacionados con la sedición y rebeldía contra todos aquellos que representaran un peligro para el status quo. Desgraciadamente, la fuerte reacción pública desatada por la muerte de Palach comenzó a desvanecerse ante el nuevo recrudecimiento de la represión, ya no sólo soviética, sino también la ejercida por el gobierno checoslovaco controlado por Moscú. Así pues, Jan Zajíc, uno de los tantos estudiantes que estuvieron presentes en el funeral de Palach, decidió seguir su ejemplo, prendiéndose fuego en la misma plaza de San Wenceslao el 25 de febrero de 1969.

Ya que pese al acto de Jan Palach nuestra vida está regresando a los viejos cauces, he decidido despertar su conciencia como la antorcha número 2. No lo hago para que alguien me llore o para hacerme famoso quizás por haberme vuelto loco. Me he decidido a hacer este acto para que ustedes se animen finalmente y se nieguen a dejarse arrastrar por un puñado de dictadores. [...] Todos los que se sientan impactados por mi acto y no deseen que haya más víctimas, escuchen mi llamamiento: ¡Convoquen a huelgas! ¡Luchen! ¡Quien no lucha no gana! No me refiero sólo a la lucha armada. ¡Que mi antorcha encienda sus corazones e ilumine su razón. ¡Que mi antorcha alumbre el camino a la Checoslovaquia libre!36

De acuerdo con la periodista Eva Manethová,

[...] la capilla ardiente de Jan Zajíc fue instalada en el vestíbulo del colegio de Vítkov [su ciudad natal]. Durante la noche aparecieron frente al edificio tanques, pero después se retiraron. No lograron intimidar a la multitud de personas que querían firmar el libro de condolencias. A los funerales que se celebraron el 2 de marzo de 1969 asistieron ocho mil personas de todo el país. La repercusión del sacrificio de Zajíc fue menor que la de la autoinmolación de Jan Palach. A la sociedad le volvía el miedo a las purgas y a los despidos por causas políticas. La gente empezaba a refugiarse en lo privado, renunciando al compromiso político.37

Así pues, Evzen Plocek se convirtió, el 4 de abril de 1969 en la ciudad de Jihlava, en la tercera antorcha de la serie, pero después de él, no hubo más. Ajuicio de Fernando Claudín,

[...] estas reacciones masivas del pueblo y la clase obrera constituían los gestos últimos de una sociedad que se sentía frustrada e impotente no sólo por la abrumadora superioridad militar de los invasores, sino por el cada vez más acentuado espíritu de capitulación de los órganos dirigentes del partido y de las instituciones estatales donde nominalmente seguían figurando las personalidades de la primavera de Praga.38

Así el proceso de normalización39 se restableció en la vida política de Checoslovaquia. Sin embargo, los sacrificios de Palach, Zajíc y Plocek no cayeron en el olvido.

 

Un hombre, un mito

Creo que la imaginación es más poderosa
que el conocimiento; el mito es más potente que
la historia; los sueños son más poderosos que los
hechos; la esperanza triunfa sobre la experiencia;
la risa es la cura para el sufrimiento y el amor
es más fuerte que la muerte.

Robert Fulghum

Desde el día de su funeral, la tumba de Palach se convirtió en un altar a la libertad, donde cada día eran y siguen siendo colocadas velas, flores, cartas, fotografías, poemas y más, en reconocimiento a su sacrificio y como pequeños pero valerosos actos de rebeldía en contra del régimen. Por ello, la memoria del estudiante parecía ser tan incómoda para el régimen que más tarde fue necesario amenazar a Libuse Palachova, madre del estudiante, con que "exhumarían los restos mortales del fallecido y que se verterían en una fosa común si no trasladaban su tumba de la capital. Como motivo indicaron que las ofrendas florales que la gente no cesaba de traer al sepulcro se podrían y apestaban el aire".40 Un año después, la lápida que identificaba la tumba de Palach, realizada por el escultor Olbram Zoubeck, fue removida de su sitio para posteriormente ser fundida y el metal del que estaba hecha, reutilizado. Pese a la falta de señalización ¿acaso una venganza por los letreros que la gente quitó durante los primeros días de la ocupación militar? las flores y ofrendas no cesaron de llegar al sepulcro. También en ese año, en la Seguridad del Estado se abrió un "voluminoso expediente de investigación" bajo el nombre del mártir "con el fin de documentar el hecho y hacer una revisión de la investigación del caso, pero a la vez, [...] manipular, controlar e influir en los testigos del suceso".41

Los esfuerzos estatales contra el espíritu de Palach estaban lejos de cesar. Un día otoñal del año de 1973, a las cuatro de la madrugada, los agentes de la policía desenterraron sus restos mortales y los incineraron en el crematorio cercano. A la madre le entregaron la urna que posteriormente sepultó en su natal Vsetaty. ¿Pero para qué sacar los restos de Palach del cementerio de Olsany? ¿No habían dicho los medios oficiales que se trataba de un desequilibrado mental que se había suicidado en medio de un escándalo? ¿Por qué darle tanta importancia entonces? Ajuicio de Petr Blazek, Patrik Eichlery Jakub Jares "el objetivo era borrar el nombre de Jan Palach de la memoria general".42

Vale la pena hacer un alto en el camino a fin de reflexionar sobre la diferencia entre lo que Jan Palach hizo y lo que los checoslovacos hicieron de él, así como el impacto de cada una de estas facetas. En el corto plazo, su pasmoso intento de suicidio y posterior muerte, no mellaron significativamente la férrea constitución del régimen comunista y a pocos días del funeral, como ya hemos comentado, la llama del activismo civil por él encendida terminó extinguiéndose, al grado de que Jan Zajic y Evzen Ploceck vieron la necesidad de ofrendar sus propias vidas en un esfuerzo por evitar que el ánimo decayera. Sin embargo, en el mediano y largo plazo, con cada minúsculo homenaje, a través de cada aniversario luctuoso, Palach y sobre todo su recuerdo, se fueron arraigando indeleblemente en la memoria de sus compatriotas. La constante evocación de su sacrificio permitió la resignificación de 'Palach, el hombre' en 'Palach, el mito', dentro de la construcción de la memoria colectiva a partir de la cual el pueblo checoslovaco concibió y sigue concibiendo su propia historia e identidad. Así, en calidad de mártir fue 'instrumentalizado' hasta convertirse en un símbolo cuyo alcance superaba por mucho los límites espacio-temporales del hombre de carne y hueso cuyos restos mortales causaban tantas molestias al régimen. De hecho, los esfuerzos gubernamentales por 'desaparecer' su tumba resultan caricaturescos dada su futilidad: Palach ya no necesitaba una lápida para ser recordado ni para convocar a los checos y eslovacos a luchar contra la opresión.

El estudiante Jan Palach había muerto, pero el final de su vida no fue más que el principio de su 'obra política' como constructo del imaginario colectivo. Si bien el joven de 21 años truncó su propia vida, privándose de la posibilidad de gozar del posible y exitoso resultado de su sacrificio, queda claro que su intención no era cerrar un capítulo de la historia de su país, sino dar inicio a una nueva etapa en que la sociedad civil exigiera que le fuese devuelto el poder político arrebatado por el partido. Mas resulta ocioso imaginar si él mismo era consciente de que cuan duradero y poderoso sería el impacto de sus acciones. En palabras de Falk, "su solitaria acción fue altamente simbólica, estimuló el espíritu de resistencia nacional, y brindó al país un mártir cuya importancia fue amplificada exponencialmente a lo largo de las siguientes dos décadas".43 Durante veinte años, cada 16 de enero, tanto la tumba desierta en el cementerio praguense, como el humilde sepulcro en Vsetaty, al igual que la Plaza de San Wenceslao, se transformaron una y otra vez en floridos y luminosos recordatorios de que Checoslovaquia no había olvidado la imperante necesidad de recuperar la libertad. Pero en el vigésimo aniversario de su muerte, durante las dramáticas jornadas de la llamada Semana de Jan Palach, la historia de Checoslovaquia cobraría un nuevo rumbo. Un fantasma recorría Praga y el régimen comunista tenía buenas razones para temerle.

 

Guirnaldas y terciopelo

La no violencia no cambia el corazón del opresor
de inmediato. Primero, hace algo en los corazones
y almas de aquellos que la llevan a cabo. Les da
un nuevo respeto por sí mismos; se vale
de la fuerza y el coraje que no sabían que tenían.
Finalmente, alcanza al oponente y mueve
de tal forma su conciencia que la reconciliación
se vuelve una realidad.

Martin Luther King

Cabe mencionar que durante los veinte años que trascurrieron entre 1969 y 1989 la disidencia no desapareció. Por el contrario, se mantuvo constantemente activa mediante prácticas como la divulgación de cartas públicas y la difusión de literatura clandestina (poesía, prosa literaria y ensayo, entre otros géneros) conocida como samizdat,44 impulsada por dos motores claramente identificables:

[...] los estudiantes, quienes en un principio se suman activamente a la construcción del socialismo pero que en esos momentos comienzan a descubrir las contradicciones entre los principios básicos del sistema y su violación cotidiana y 2) los intelectuales, artistas, escritores, organizaciones juveniles, académicos e investigadores y sectores progresistas de la prensa, ya sean independientes o desde dentro del partido a través de sus militantes descontentos.45

Poco a poco fue consolidándose de manera organizada a través de movimientos e instituciones como la Unión de Escritores Checoslovacos, la Universidad Volante Jan Patocka,46 el Movimiento de Resistencia Cívica, Comunistas de Oposición, el Movimiento Jan Palach47 y particularmente, Carta 7748 a través del cual 283 personas, entre las que figura un pequeño pero comprometido grupo de intelectuales checoslovacos exigieron a su gobierno —públicamente y por escrito— que honrara la firma que solemnemente había estampado en el acta Final de la conferencia sobre seguridad y cooperación Europea celebrada en Helsinki en 1975.49 A partir de su creación y "hasta su transformación en el Foro Cívico y el Público contra la Violencia en Eslovaquia durante el otoño de 1989, [Carta 77] se convertirá en el catalizador del disenso contra la política oficial y en la conciencia moral del pueblo checoslovaco".50

Y entonces llegó 1989. En enero, el vigésimo aniversario de la muerte de Palach fue motivo de varias ceremonias conmemorativas en las que el pueblo checoslovaco nuevamente se unió en torno al recuerdo del mártir. Durante la Semana de Jan Palach —del 14 al 21 de enero—

[...] varias iniciativas civiles independientes (también conocidas en la prensa oficial comunista como 'antiestatales' o como 'fuerzas antisocialistas') habían planeado llevar guirnaldas al sitio, en la plaza principal de San Wenceslao en Praga, donde el estudiante Jan Palach se había autoinmolado en enero de 1969 en protesta contra la represión seguida a la ocupación soviética de Checoslovaquia en agosto de 1968. Planeada estaba también una peregrinación al cementerio rural donde las cenizas de Palach habían sido enterradas.51

Entre los organizadores y asistentes destacaban los dos pilares de la disidencia checoslovaca: los estudiantes y los intelectuales. Entre estos últimos, la policía tenía bien identificado al dramaturgo y connotado disidente Vaclav Havel, quien junto con Jiri Hajek, había encabezado a los firmantes de Carta 77 desde la fundación del movimiento.52

Al llegar a la plaza, los celebrantes del aniversario luctuoso se encontraron con contingentes policíacos apostados alrededor del monumento ecuestre del santo medieval y por tanto, del lugar exacto donde veinte años atrás Palach había caído envuelto en llamas. Ante la determinada intención de los asistentes de acercarse para colocar sus ofrendas florales:

[...] la policía y las 'milicias' comunistas usaron toletes, cañones de agua, gas lacrimógeno y perros para disolver la manifestación; mucha gente fue herida y más de 1400 fueron detenidos.53 Lamentablemente, a lo largo de toda la semana, la escena en que los policías —servidores públicos— golpeaban brutalmente a manifestantes desarmados se repitió una y otra vez a lo largo de la semana no sólo en Praga, sino también en Vsetaty. Pese al silencio mediático, los estudiantes e intelectuales se las ingeniaron para difundir fotografías tomadas durante las protestas reprimidas para que, tanto la gente de las poblaciones lejanas a la capital como la comunidad internacional supieran lo que pasaba en Praga. Los jefes del Partido Comunista y representantes estatales declararon que las demostraciones habían sido organizadas desde el extranjero y que el 'caso Jan Palach' y todo lo conectado con él habría sido olvidado si no hubiera sido removido por los 'enemigos del socialismo'.54

La noticia de que entre los arrestados estaba Vaclav Havel55 y otros reconocidos líderes de la disidencia se esparció por el mundo como pólvora, llamando la atención hacia Praga, en gran medida esto se acentuó porque justo en ese mes los países miembros de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, signatarios del Acta Final de Helsinki estaban reunidos en Viena. Hasta la capital austríaca llegó un documento emitido y firmado por los miembros de Carta 77, en el que denunciaban el atroz uso de la fuerza por parte de las autoridades comunistas.

Los firmantes reclamaban la liberación de los presos políticos, el derecho de asociación, el fin de las persecuciones contra los opositores, el levantamiento de 'todas las trabas a la aparición de nuevos movimientos cívicos, de sindicatos independientes, de uniones y de asociaciones', la libertad de expresión y el fin de la censura, el respeto a 'las legítimas reivindicaciones de todos los creyentes', la apertura de 'un libre debate tanto sobre los años cincuenta como sobre la Primavera de Praga, la invasión del país por cinco Estados del Pacto de Varsovia y la normalización.56

La comunidad internacional —en la voz del presidente de Francia François Mitterand, el Secretario de Estado norteamericano George Shultz, del reconocido disidente soviético Andrei Sakharov y del dramaturgo estadounidense Arthur Miller, entre muchos más— condenó la represión del régimen checoslovaco.57 Ante la presión de Occidente, el primer ministro, Ladislav Adamec no tuvo más remedio que darse por aludido y prometer públicamente que escucharía y daría seguimiento a las quejas. No obstante la represión continuó y "el 21 de febrero siguiente, Havel era condenado a nueve meses de prisión por 'incitación a cometer un acto ilegal' y por 'obstaculizar la acción de agentes de la fuerza pública' ".58 Así traducían las autoridades judiciales el hecho de intentar colocar una guirnalda a los pies de la efigie de San Wenceslao para honrar a Palach. Entrevistado al día siguiente, Havel declaró: "No me considero culpable, pero si debo ser castigado, aceptaré la sentencia como un sacrificio por una buena causa; no es nada a la luz del máximo sacrificio de Jan Palach".59 El controversial dramaturgo fue liberado en mayo, pero ésta no sería ni la primera ni la última de sus estancias en prisión. En los meses siguientes, la sociedad civil se manifestó una y otra vez en contra de la represión gubernamental, que pese a ello no desaparecía, ante la admiración del mundo entero. Sin embargo, nuevamente, Checoslovaquia no era ajeno al panorama internacional: el annus mirabilis estaba en plena marcha.

Los acontecimientos que se desarrollaban en los países vecinos acelerarían violentamente la evolución del proceso checoslovaco. La apertura de fronteras en la RDA el 9 de noviembre, incitó al gobierno de Praga a hacer un gesto en igual sentido. El 14 de noviembre el Primer Ministro Adamec anunció el fin del sistema de autorizaciones de salida para viajes a Occidente y la agilización de los trámites para el otorgamiento de pasaportes. Por su parte, los opositores, alentados por los éxitos obtenidos por el pueblo en la RDA multiplicaron las manifestaciones en Praga y Bratislava. El 17 de noviembre, la brutal represión de una manifestación de treinta mil personas en las calles de Praga movilizó a la opinión pública contra el régimen. Por iniciativa del Foro Cívico, que reunía a todos los componentes de la oposición, a partir del 19 de noviembre se realizaron cada tres días manifestaciones que congregaban crecientes multitudes.60

Había llegado el inicio del fin. Los eventos acaecidos entre el 17 de noviembre y el 29 de diciembre de 1989 pasarían a la historia con el nombre de Revolución de Terciopelo, el cual alude a que la sociedad civil checoslovaca —encabezada por intelectuales y potenciada por estudiantes— nunca tuvo que recurrir a la violencia, para conseguir la caída del comunismo. El 24 de noviembre, ante la presión popular, el Politburó del Partido Comunista dimitió en pleno y días después el multipartidismo fue reconocido en el parlamento checoslovaco, el cual de inmediato convocó a las elecciones por sufragio universal. En palabras de Henry Bogdan:

Entonces se precipitaron los acontecimientos. El 28 de diciembre, Alejandro Dubcek fue elegido presidente, cargo esencialmente honorífico. Pero al día siguiente se elegía por unanimidad a Vaclav Havel presidente de la República. Él, el intelectual tantas veces perseguido por los comunistas, se convertía en el primer presidente no comunista de Checoslovaquia desde 1948.

La pesadilla de 41 años había terminado, pero esto no era sino el inicio de una nueva etapa, imbuida de los nuevos retos y responsabilidades que conlleva la libertad. Dejando atrás su pasado socialista, los checos y eslovacos, se dispusieron a retomar la vida política de la cual habían sido excluidos durante décadas. La tarea no fue (ni ha sido) fácil, tanto que el 1 de enero de 1993, Checoslovaquia dejó de existir para dar lugar a la República Checa y Eslova-quia, dos países independientes uno de otro, pero eternamente unidos por un inolvidable y fascinante pasado común.

 

El llamado: a modo de conclusión

Que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el
ejercicio del poder, y esta será la última revolución.

Plan de la Noria, noviembre de 1871

La transición de la Checoslovaquia 'soviética' a la democracia es una lección de la que propios y extraños aún podemos y debemos seguir aprendiendo, sin perder de vista que ésta —la democracia— no es un punto de llegada, sino uno de partida hacia la construcción de un futuro mejor, que requiere indispensablemente de la participación activa y consistente de todos y cada uno de los miembros de la sociedad civil. De acuerdo con Rafael del Águila, el significado de la palabra democracia puede explicarse de muchas maneras, pero de las definiciones que este autor nos brinda rescatamos aquélla en la que se dice que la democracia es "aquel sistema que quizá no sirva para elegir a los mejores gobernantes, pero sí sirve para expulsar a los peores con costes sociales y humanos mínimos (si los comparamos con otros sistemas)".61 Suele ocurrir que en un afán de perfeccionismo,62 quien llegue a tener en sus manos el poder político, no esté dispuesto a cederlo por temor a que sus sucesores no sean capaces de gestionar dicho poder de mejor o igual manera, ni tampoco a escuchar y considerar puntos de vista alternos al propio. Sin embargo, no podemos perder de vista que un gobierno que no escucha a sus gobernados, que no alienta el consenso, sino que impone la voluntad de uno o varios particulares no es legítimo, pues no cumple su misión de velar por el bienestar de quienes le han investido de autoridad, generando condiciones que posibiliten la convivencia armónica entre conciudadanos y el pleno desarrollo de la comunidad. Ese gobierno, en pocas palabras, se ha vuelto ajeno a su razón de ser y por tanto, debe ser depuesto. Por ello, debemos tener presente que no sólo es derecho, sino también obligación de la ciudadanía hacerse escuchar por sus autoridades, ante las cuales deben expresar su disenso. Ese es el legado de Jan Palach, de Jan Zajíc, de Evzen Plocek y de todos los disidentes que, prescindiendo de la violencia y con un profundo sentido moral, contribuyeron a derrocar un régimen aparentemente indestructible. En palabras del Comité Coordinador Provisional del Movimiento por las Libertades Civiles, en su declaración del 10 de enero de 1989:

El mensaje de Jan Palach a la acción no era 've y autoinmólate', sino 've y defiéndete': lucha por defender tu dignidad humana y tu libertad, pese a las dificultades y aún a costa del fracaso [...] La libertad exige un precio [...] El llamado de Jan Palach nos habla a través de los años. Le habla a gente de todos los senderos de la vida, sin importar la edad o grupo social. Les habla más directamente, no obstante, a la generación más joven, a jóvenes trabajadores y estudiantes. El llamado de Jan Palach continúa siendo una fuente de inspiración social y moral para la gente joven [... ] Recordemos nuevamente que el mensaje de Palach no era 've y muere', sino 've y haz' lo que puedas para forjar tu vida y la de tu país en el espíritu de la verdad [...]. Ayuda a restaurar el significado de nuestro destino común una vez más, a través de tu coraje para actuar. Ve, con la esperanza renovada de que el gobierno de lo que te es propio volverá a tus propias manos. Ve, porque tu momento es ahora.63

Dado su desgarrador desenlace, el llamado de Palach y sus compañeros no es un susurro a media voz, sino un grito atronador. No optaron por una manifestación coronada de pancartas y animada por cantos de protesta; eligieron morir de una manera por demás notoria y escalofriante. ¿Pero por qué? Haciéndonos eco de las palabras de Vaclav Havel al momento de su arresto en 1989, rememoremos que Palach —al igual que Zajíc y Plocek— alzaron la voz a través del 'máximo sacrificio', ofrendaron lo más valioso, lo que no puede recuperarse una vez que se ha perdido: dieron la propia vida. Al respecto, nos gustaría retomar las palabras de J. S. Mill en torno al sacrificio a nombre de la felicidad de los demás:

Aunque sólo en un estado muy imperfecto de la organización social uno puede servir mejor a la felicidad de los demás mediante el sacrificio total de la suya propia, en tanto la sociedad continúe en este imperfecto estado, admito por completo que la disposición a realizar tal sacrificio es la mayor virtud que puede encontrarse en un hombre.64

Es relativamente sencillo percibir por qué alguien pudiera preferir cultivar la virtud en vez de la felicidad, sobre todo si entendemos esta última como la satisfacción y el placer temporales. Sin embargo, ¿de qué sirve la virtud sin vida? Quien profese una creencia religiosa que considere la existencia espiritual después de la muerte física, la respuesta no será difícil de hallar. Pero, viéndolo desde un punto de vista no religioso, nos inclinamos a considerar —siguiendo la argumentación del propio Mill— que este sacrificio supremo supone un acto liberador por el cual quien opta por dar su vida, rompe las cadenas del miedo y la ansiedad que continuarían oprimiéndolo y privándole de la dignidad —que en tanto ser humano merece— por el resto de su existencia. El sacrificio es la liberación del que no tiene ya nada más que perder, del que se ha percatado de que, en palabras frecuentemente atribuidas a Emiliano Zapata, vale más morir de pie que vivir para siempre de rodillas. La autoinmolación de Palach no es un acto de desesperanza, de rendición ante lo inevitable, de cara a la imposibilidad del cambio. No es el suicidio del que ha perdido las ganas de vivir y busca una salida fácil. Es la entrega del que ama tanto la vida que la ofrenda como lo más valioso que posee en aras la libertad. Es el regodeo del que sabe que, aunque la vida le sea arrebatada, nunca podrán quitarle su dignidad y su humanidad, y por tanto ha vencido a su opresor, escapándole para siempre de las manos y evidenciando su impotencia ante los demás.

Así pues, las importantísimas lecciones que debemos asimilara partir de su experiencia son, en primer término, que ningún gobierno puede, por autoritario y violento que sea, regir la vida de un país si sus ciudadanos no se lo permiten. En opinión del pensador francés Etienne de la Boetíe, existe una forma sumamente sencilla, pero que requiere de gran valor civil para derrocar a un tirano: "Resolveos a no servir más y seréis libres. No quiero ni que le derroquéis, sino solamente que no le apoyéis más, y le veréis entonces como un gran coloso al que se le ha retirado la base y se rompe hundiéndose por su propio peso".65 En ese sentido, la segunda lección del 'caso Jan Palach' es que la ciudadanía no puede darse el lujo de caer en el letargo de la indiferencia y la desesperanza, pues una vez que se le ha excluido de los espacios de participación democrática, no le será fácil volver a ellos. Así pues, cuando el Estado cierra las puertas a la voz de la ciudadanía, ésta no debe guardar silencio, sino más que nunca, hacerse presente en la política, a fin de recuperar su papel como titular de la soberanía. Al pueblo de Checoslovaquia, recuperar ese privilegio le costó 41 años y el sacrificio de muchos hombres y mujeres dispuestos defender su derecho a decidir su propio destino, uno de ellos fue Jan Palach.

Después de noviembre de 1989, "los estudiantes visitaron al hermano de Jan Palach, Jiri, y le pidieron devolver los restos mortales otra vez a Praga, a Olsany. Así sucedió el 25 de octubre de 1990".66 Nuevamente se colocó una lápida que marca el lugar donde yacen sus restos mortales. Sin embargo, su espíritu no descansa, sigue tan presente y despierto en la República Checa y en Eslovaquia como en 1969 y 1989. Tanto en su tumba como en el sencillo monumento que le conmemora a él y a Jan Zajic, a los pies de la estatua de San Wenceslao, siguen llegando flores, velas, cartas, poemas y fotografías, pequeños homenajes a su memoria, recordatorios de que la libertad debe conquistarse y defenderse todos los días, y de que la construcción de una cultura democrática es un proyecto en eterno progreso cuyos logros, pueden evaporarse si se les descuida por exceso de confianza, desidia o simple indiferencia. Alzar la voz contra un sistema gubernamental autoritario no es fácil, pues en ello se arriesga a veces hasta la propia vida. Por ello, personas como Jan Palach, Jan Zajic, Evzen Plocek, Jan Patocka, Vaclav Havel, y tantos otros disidentes —algunos conocidos, otros prácticamente anónimos— que se atreven a hacer oír su voz, son un ejemplo de coherencia que debería ser imitado, no sólo por los que viven en la opresión, sino por todos los que quieren y merecen vivir, bajo el abrigo de la democracia, en libertad.

 

NOTAS

1 Barbara J. Falk, The Dilemmas of Dissidence in East-Central Europe: Citizens Intellectuals and Philosopher Kings. Nueva York, Central European University Press, 2003, pp. 1-5.         [ Links ]

2 Martin Seymour Lipset, "Dissident", en The Encyclopedia of Democracy. Londres, Routledge, 1995, p. 365. (La traducción es mía.         [ Links ])

3 Con esta frase hacemos alusión a la canción "Wind of Change" con la cual la banda de rock alemana Scorpions rindió homenaje a los eventos políticos ocurridos en su país en 1989. Scorpions, "Wind of Change", en crazy World, comps. Klaus Meine, 1991.

4 Nos referimos a la apertura de la frontera entre Austria y Hungría, la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia o el arrollador éxito de Solidaridad en Polonia, el desplome de la dictadura de Ceaucescu en Rumania, entre otros.

5 B. J. Falk, The Dilemmas of Dissidence.pp. 2-3. (La traducción es mía.)

6 Transcurrieron cuarenta y un años desde 1948 cuando el partido comunista local se hizo con el poder en Checoslovaquia hasta 1989, año en que el dramaturgo y disidente Vaclav Havel fue electo presidente en los primeros comicios libres celebrados desde entonces.

7 Habría que incluir a otras naciones —como España y México— que también tuvieron álgidos movimientos estudiantiles contra sus respectivos regímenes y condiciones políticas.

8 Henry Bogdan, la historia de los Países del Este: de los orígenes a nuestros días. Buenos Aires, Vergara, 1990, p. 320.

9 Juan Antonio Le Clercq, checoslovaquia: de la transición a la desintegración; la disidencia, el liderazgo y los partidos políticos en un contexto de desintegración. México, Centro de Investigación y Docencia Económicas, 1994, p. 9.

10 Jan Bazant, Breve historia de Europa central, 1938-1993: checoslovaquia, Polonia, Hungria, Yugoslavia y Rumania. México, El Colegio de México, 1993, p. 38.

11 J. A. Le Clercq, op. cit., p. 9.

12 J. Bazant, op. cit., p. 41.

13 Ibid., pp. 41-42.

14 Ibid, p. 41.

15 San Wenceslao, santo patrono de Praga, fue cristiano gracias a la formación brindada por su abuela, Santa Ludmila. Sin embargo, a la muerte de su padre, Vratislav duque de Bohemia, su madre, Dragomira, instauró un régimen pagano y anticristiano, al cual se adhirió el hermano menor de Wenceslao, Boleslao. "Muerto su padre, heredó su puesto y poder como duque de Bohemia a la que gobernó con tranquilidad, eliminando la tortura y la pena de la horca, comunes en su país y época". Fue entonces cuando Boleslao, ambicionando el trono, lo invitó a su reino (Stara Boleslav) y, tras convidarle de las festividades locales, lo asesinó de una puñalada. Canonizado por la iglesia Católica, es considerado símbolo de lo que deben ser los buenos gobernantes. Tomás Parra Sánchez, "San Wenceslao", en Diccionario de los santos: historia, atributos y devoción popular. México, Ediciones Paulinas, 1997, p. 95.

16 Periódico en checo publicado por las fuerzas de ocupación soviéticas; literalmente la palabra zprávy significa noticias.

17 Andrea Fajkusková, "La autoinmolación de Jan Palach no fue un gesto romántico ni negativista", en Radio Praha, Cesky Rozhlas (31 enero 2009), http://www.radio.cz/es/articulo/112778 (acceso octubre 17, 2009).

18 Idem.

19 Un bonzo es un monje budista. La expresión hace referencia a "[rociarse] de líquido inflamable, y [prenderse] fuego en público, en acción de protesta o solidaridad". (Diccionario de la Real academia Española de la lengua, s.v. «Bonzo»). Esta práctica también fue llevada a cabo en Vietnam, por el monje Thich Quang Duc (entre otros), en oposición al gobierno de Ngo Dihn Diem, quien reprimió fuertemente el budismo durante los años sesentas. (Seth Jacobs, cold war mandarin: ngo Dihn Diem and the origins of america's war in vietnam, 1950-1963. Lanham, Rowan & Littlefield, 2008, p. 147.)

20 "Carta suicida de Jan Palach", transcrita en Reform rule in czechoslovakia: the Dubcek era, 1968-1969. Londres, Cambridge University Press, 1973, p. 257. (La traducción es mía.)

21 Colin O'Connor, "Jan Palach: the student whose self-immolation still haunts czechs today", en Radio Praha, Cesky Rozhlas (21 enero 2009), http://www.radio.cz/en/article/112440 (acceso noviembre 9, 2009).

22 Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, s.v. «Violento».

23 Sandrine Lefranc, Políticas del perdón. Madrid, Cátedra, 2004, pp. 148-149.         [ Links ]

24 Recordemos que la privación de alimento daña severamente al organismo y puede llevar a la muerte de quien la practica.

25 Zdenka Kmunickova y Jan Palach, "Entrevista de Zdenka Kmunickova a Jan Palach", l'impossibile primavera. Praga 1968, Ceska Televize (mayo de 2008) http://www.youtube.com/watch?v=cXe_z96pb4k&NR=1&feature=fvwp (acceso 8 de octubre de 2009). [La traducción es mía.]

26 Idem.

27 David Vaughan, "The last days of Jan Palach", Radio Praha, Cezky Rolzha, (marzo 5, 2009), http://www.radio.cz/en/article/113879 (acceso noviembre 1, 2009). [La traducción es mía.]

28 Moresova se involucró en la política después de 1989, convirtiéndose en embajadora de su país ante Australia y Nueva Zelanda en 1991 y 1993, posteriormente fue senadora de 1996 a 2004, miembro del Consejo Ejecutivo de la unesco y candidata a la presidencia de la República Checa en las elecciones de 2003. Falleció el 24 de marzo de 2006 a los 76 años de edad. "In memoriam of Prof. Jaroslava Moresova, Founder of AFS in the Czech Republic", american Field service (3 marzo 2006), http://www.afs.org/afs_or/news/index/3244 (acceso octubre 18, de 2009).

29 Cabe mencionar que esta declaración fue realizada en 2003, a propósito de la reciente oleada de cinco autoinmolaciones ocurridas en distintas ciudades de la República Checa, en protesta contra el deterioro ambiental y el estado actual del mundo. Ajuicio de Moresova ninguno de éstos tenía necesidad de recurrir a una medida tan extrema, pues las condiciones políticas de la República Checa de 2003 no se asemejaban ni remotamente a la asfixiante atmósfera de represión que reinaba en 1969. A diferencia del caso Palach, los cinco involucrados fueron diagnosticados como pacientes con patologías psicológicas bien identificadas. Lucie Tvaruzkova, "With a petrol can to eternity", Transitions Online (15 abril 2003), http://www.tol.cz/look/wire/printf.tpl?IdLanguage=1&IdPublication=10&NrIssue=680&NrSection=1&NrArticle=9293 (acceso octubre 18, 2009 ). [La traducción es mía.]

30 Dean Vuletic, "Jaroslava Moresova: reaction to the death of Zdenek Adamec", Radio Praha, Cesky Rozhlas (7 marzo 2003), http://www.radio.cz/en/article/38338 (acceso noviembre 1, 2009).

31 Cabe mencionar que "Palach fue inmediatamente comparado con el mártir protestante Jan Hus quien fue quemado en 1415, a causa de sus creencias heréticas, por la Iglesia Católica y el Concilio de Constanza". Falk, The Dilemmas of Dissidence, 81. (La traducción es mía.)

32 Según Radio Praha, entre ellos se hallaba Jan Zajíc, de quien hablaremos más adelante.

33 Eva Manethová, "Hace 35 años se inmoló el estudiante Jan Palach", Radio Praha, Ceszky Rozhlas (1 octubre 2004), http://www.radio.cz/es/articulo/49195/limit (acceso octubre 28, 2009).

34 Idem. Cabe mencionar que la connotación positiva, de gentileza y generosidad que la sociedad civil atribuyó a las acciones de Palach, refuerzan nuestra convicción de que no se trata de un acto violento, sino por todo lo contrario, pese a que se trate de una apreciación enteramente subjetiva y meramente emocional.

35 Colin O'Connor, "Jan Palach —the student whose self-immolation still haunts Czechs today". (La traducción es mía.         [ Links ])

36 Eva Manethová, "Tres antorchas humanas contra la cobardía", Radio Praha, Cesky Rozhlas, (28 febrero 2009), http://www.radio.cz/es/articulo/113609 (acceso octubre 17, 2009).

37 Idem.

38 Fernando Claudín, la oposición en el "socialismo real": Unión soviética, Hungría, checoslovaquia, Polonia, 1953-1980. Madrid, Siglo XXI, 1981, apud J. A. Le Clercq, op. cit., p. 10.

39 Según Bárbara Falk se designa así al restablecimiento del comunismo autoritario bajo su original línea estalinbista. Por su parte Juan Antonio Le Clerq agrega que la normalización significa también el cese de las protestas y el inicio de un período de indiferencia ante los atropellos del régimen checoslovaco, como si fuesen algo 'normal', dentro de la vida política de un país. B. J. Falk, op. cit., p. 10.

40 A. Fajkusková, "La autoinmolación de Jan Palach no fue un gesto romántico ni negativista", op. cit.

41 Petr Blazek, Patrik Eichler y Jakub Jares, Jan Palach 69, TOGGA, 2009, apudAndrea Fa-jkusková, "La autoinmolación de Jan Palach", idem.

42 Idem.

43 B. J. Falk, op. cit., p. 81. (La traducción es mía.)

44 Término que en ruso significa auto-publicación. "El régimen no sólo fracasó en su intento por erradicar el samizdat, ni en la URSS ni en los países de Europa Central y Oriental, sino que no pudo prevenir la transferencia a Occidente de importantes obras que fueron entonces traídas de vuelta como contrabando en una forma publicada llamada tamizdat que significa "publicado allá" que era más fácil de copiar". Martin Seymour Lipset, "Dissident", p. 365.

45 J. A. Le Clercq, op. cit., pp. 8-9.

46 Sistema educativo al margen de la legalidad que proporcionaba una alternativa educativa a aquellos que, por motivos políticos, se les prohibía el acceso a las universidades. B. J. Falk, op. cit., p. 42.

47 Un claro ejemplo de cómo el nombre de Palach se convirtió en símbolo de la movilización civil en contra del régimen comunista.

48 Vale la pena recordar que Carta 77 fue la declaración resultante del primer movimiento civil organizado en protesta contra el régimen soviético tras la invasión de 1968. La mencionada Declaración de Helsinki rezaba en su subtítulo VII: "Los Estados participantes respetarán los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, incluyendo la libertad de pensamiento, conciencia, religión o creencia, sin distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión." Lamentablemente, a dos años de la conferencia, la violación de los derechos humanos era evidente en la vida diaria de Checoslovaquia, aunque el discurso señalara lo contrario. Los miembros fundadores y arquitectos de Carta 77, entre quienes figuran Vaclav Havel, Jan Patocka, Zdenek Mlynar, Jiri Hajek, y Pavel Kohout, entre otros, exigió al gobierno que la palabra se convirtiera en hechos. Commission on Security and Cooperation in Europe, Human Rights in czechoslovakia: The Documents of charter 77, 1982-1987. Washington, dc us Government Printing Office, 1998. (La traducción es mía.)

49 Acta Final de la conferencia sobre seguridad y cooperación Europea. Helsinki: Commission on Security and Cooperation in Europe (CSCE), 1975.

50 J. A. Le Clercq, op. cit, p. 13.

51 The National Security Archive, "Jan Palach Week, 1989: The Beginning of the End for Czechoslovak Communism", The national security archive. Czchoslovak Documentation Centre (26 enero 2009), http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB271/index.htm (acceso octubre 3, 2009). [La traducción es mía.]

52 Cabe mencionar que en la víspera del aniversario, tanto Vaclav Havel como la portavoz de Carta 77, Dana Nemcova, recibieron cartas anónimas en las que se advertía que otro joven se sacrificaría en la misma forma, lugar y fecha que lo había hecho Palach hacía dos décadas. A fin de evitarlo, Havel hizo una declaración pública a través de varias emisoras extranjeras como voice of america, Radio Free Europe y la bbc. Ibidem y Eva Manethová, "En 1989 los ciudadanos apaleados empezaron a retar al régimen comunista", Radio Praha, Cesky Rozhlas (17 enero 2009), http://www.radio.cz/es/articulo/112164 (acceso 4 de noviembre de 2009).

53 Se asegura que entre éstos había agentes del régimen infiltrados para provocar a los policías y desatar la violencia. The National Security Archive, "Jan Palach Week, 1989".

54 "Jan Palach Week 1989", Radio Praha, Cesky Rozhlas, 2003, http://archiv.radio.cz/palach99/eng/leden89/ (acceso 23 de noviembre de 2009). [La traducción es mía.]

55 Además de Havel fueron arrestados otros reconocidos líderes de la oposición como Jana Sternova, la vocera de Carta 77 Dana Nemcova, Sasa Vondra, Jiri Hajek, Ladislav Lis, Rudolf Battek y Eva Kanturkova. The National Security Archive, "Jan Palach Week, 1989".

56 H. Bogdan, op. cit., p. 388.

57 The National Security Archive, "Jan Palach Week, 1989".

58 H. Bogdan, op. cit., p. 388.

59 "Havel is sentenced to 9 months", Telegram & Gazette (new York Times), Proquest,( 22 febrero 1989) http://0-proquest.umi.com.millenium.itesm.mx/pqdweb?did=1194524641&sid=2&Fmt=3&clientId=23693&RQT=309&VName=PQD (acceso noviembre 20, 2009). [La traducción es mía.]

60 H. Bogdan, op. cit., p. 398.

61 Rafael del Águila, "La Democracia", en Manual de ciencia Política. Valladolid, Trotta, 1997, pp. 139-157.         [ Links ]

62 Giovanni Sartori, ¿Qué es la Democracia? México, Nueva imagen, 2005, p. 52.         [ Links ]

63 Rudolf Battek et al., "Statement by the Movement for Civil Liberties: Jan Palach's Challenge", The National Security Archive, Czechoslovak Documentation Centre (10 enero 1989), http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB271/doc01-trans.pdf (acceso noviembre 29, 2009).

64 John Stuart Mill, Utilitarianism. Charleston, BiblioBazaar, llc, 2008, p. 24. (La traducción es mía.)

65 Etienne de La Boetié, Discurso de la servidumbre voluntaria. Trad. de Pedro Lomba. Madrid. Trotta/Liberty Fund, 2008, p. 31.         [ Links ]

66 Andrea Fajkusová y David Vaughan, "Ciudadanos checos no deberían olvidar el legado de Jan Palach", en Radio Praha, Cesky Rozhlas (17 enero 2005), http://www.radio.cz/es/articulo/62403 (acceso noviembre 29 2009 ).         [ Links ]

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