SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.1 número2Estados Unidos entre el petróleo e Israel o cómo conseguir la cuadratura del círculoFactores asociados a la deserción en un tratamiento breve para usuarios de cocaína índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


En-claves del pensamiento

versión On-line ISSN 2594-1100versión impresa ISSN 1870-879X

En-clav. pen vol.1 no.2 México nov. 2007

 

Artículos

 

La reinvención de la historia o las condiciones, posibilidades y método de una historia enraizada en una filosofía: Edmundo O'Gorman por José Gaos

 

Luis Arturo García Dávalos*

 

* Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Resumen

El presente trabajo es una sistematización sobre la génesis, desarrollo y contenidos del método historiográfico desarrollado por Edmundo O'Gorman.

Asimismo se presenta el contexto vital en que se dio la relación con su maestro José Gaos, figura luminosa del exilio español en México y del pensamiento universal, así como la valoración que mutuamente hacen de su trabajo.

Plantea las condiciones de posibilidad para desarrollar una historia que esté a la altura de nuestro tiempo: libre de los reduccionismos materialistas, morales, técnicos, espirituales tan en boga hoy; y desarrollar una historia que fiel a sus fuentes, sea recreación y palabra nueva para nuestros tiempos, donde vamos pasando de una idea del mundo a un mundo sin ideas, como el mismo Gaos afirma.

Es una invitación a revisitar a estos autores, que lejos de perder vigencia, la recobran en nuestro contexto fragmentario.

Palabras clave: filosofía, historia (como ciencia), historia de las ideas, historia (como contexto vital), historiador, invención.

 

Abstract

This work presents a systematization regarding the origins, development and content of the historiographical method developed by Dr Edmund O'Gorman. It presents the vital context given by the friendship O'Gorman shared with his teacher, Dr. José Gaos, an important and universal thinker of Spanish origin who was exiled in Mexico. Each thinker exerted an imporant influence in the work of the other. Using the work of Gorman and Goas, this work proposes the conditions for the possibility to develop a History in concordance with our times: free of material, moral, technical, and spiritual reductionism. At the same time, the attempt is made to develop a History that is loyal to its sources, that is a recreation and new word for our times, in agreement with Goas, wherein we are passing from an idea of world to a world without ideas. Finally it is an invitation to revisit these authors, that far from having lost their importance, allow us to recover from the fragmented context within which we exist.

Key words: Philosophy, history (as science), history of ideas, history (as vital context), historian.

 

Introducción

"Se recompensa mal a un maestro
si se permanece siempre discípulo"

F. Nietzsche, Así habló Zaratustra1

La ciencia histórica tiene hoy una renovada vigencia, basta ver los anaqueles de novedades bibliográficas, donde encontramos obras de todo tipo y calidad, desde novelas llamadas históricas, estudios serios sobre diversos aspectos y otros altamente técnicos, abundantes en notas y referencias bibliográficas y documentales. Revisar sus principios filosóficos y métodos de investigación no es algo nuevo. En nuestro espacio latinoamericano hay dos grandes figuras que lo hicieron en la segunda mitad del siglo XX, a los que es necesario tener presente, pues su vigencia lejos de esfumarse, se consolida ante la necesidad de tener un marco teórico que nos permita clarificar qué obras son históricas y de cuáles tenemos que dudar.

El encuentro y la interacción de José Gaos (1900–1969) con Edmundo O'Gorman (1906–1995) fue de gran fecundidad y decisivo para la historia del pensamiento y de la historia en México. Hoy en medio de la intersubjetividad que vivimos, en ocasiones deshumanizante, es fundamental volver a los grandes pensadores que iluminaron una época de cambio en México con su creatividad, erudición y sistematicidad, interrumpida en las décadas posteriores a los sesentas por el predominio de los pensamientos cientifistas, marxistas o de la absolutización del yo fragmentario, que ante su limitación de posibilidades resurgen con nuevo vigor.

Ambos enriquecieron a la filosofía y a la ciencia histórica, planteando las relaciones entre ambas. En éste último campo, las cuestiones metodológicas son precisadas para crear una Historia imaginativa seria y propositiva, alejada de la deshumanización de la historiografía, o del discurso frívolo y barato, tentaciones ambas de las cuales aún no nos libramos.

Los acontecimientos que nos interesan se originan en 1938: por una parte en la oficina del rector de la Universidad Central de Madrid —hoy Complutense—, y por otra en un despacho de abogados en la calle de Madero de la Ciudad de México.

 

El Transterrado de Gijón

Vayamos primero a Valencia, donde el joven rector de 37 años, José Gaos, asturiano y discípulo de José Ortega y Gasset, acaba de tomar la decisión de aceptar la invitación que le hacen de irse a México, dejando España, con el dolor que produce saber que esta decisión es una ruptura con su maestro Ortega. José Gaos es ya un brillante doctor en Filosofía desde hace poco menos de diez años y había dejado su cátedra de Introducción a la Filosofía y Didáctica de las Ciencias Humanas para ocupar el cargo de rector para el curso 1936–1937, que su predecesor había dejado para representar al gobierno de la República Española ante el gobierno de los Estados Unidos. Apenas tomando posesión, en vez de programar el curso, tiene que organizar la resistencia republicana en torno a la Ciudad Universitaria, que se convierte en frente de batalla, causando la destrucción de edificios de facultades e institutos ubicados en su recinto, así como la pérdida de su rico patrimonio artístico, científico y bibliográfico. El franquismo viendo la tenaz resistencia suspende el ataque el 11 de noviembre de1936. La batalla de la Universidad y de Madrid se vuelve en un símbolo de resistencia contra los sublevados, expresado en la célebre consigna: ¡No pasarán!

Después del sitio de Madrid el Gobierno de la República se traslada a Valencia junto con las instituciones y personas representativas del régimen, entre ellos la Universidad, para iniciar ahí el curso 1937–1938. Antes de terminarlo viaja a París como representante de la República, donde instala a su esposa y dos hijas y organizar el Pabellón Republicano en la Exposición Internacional que tendrá lugar en esa ciudad, donde se inaugurará el famoso Guernica de Pablo Picasso.

Para abril de 1937 las tropas de Franco toman Vinaroz en la costa valenciana, partiendo en dos la zona republicana. La República no puede sostenerse más y algunos amigos le sugieren a Gaos que se exilie. Después de una agria discusión y ruptura con su maestro Ortega que le pide que no deje España, parte para México, invitado por Daniel Cossio Villegas a participar en la Casa de España en México, a cuyas tareas de docencia e investigación se incorpora, no sin antes hacer una breve escala en Cuba. Despidiéndose de colegas y amigos se embarca en Burdeos en julio de 1938 con casi lo que lleva puesto a una tierra que no conocía.2

Para tener una idea del odio del franquismo a Gaos tomemos en cuenta que su tesis doctoral versó sobre la Crítica delpsicologismo de Husserl. Pues bien, cuando se publican, en 1942, las Meditaciones cartesianas, de Edmund Husserl, en cuya contraportada figuraba la siguiente indicación: "Traducido por José Gaos", el censor franquista de turno prohibió la circulación del libro por figurar en él el nombre de José Gaos, que era uno de esos facinerosos de que hablaba la prensa, y cuyo nombre ni siquiera merecía estamparse en letras de molde. Pero como el libro ya estaba impreso, se llegó a una inteligente solución: tachó con un marcador negro en todos los ejemplares la leyenda indicando el nombre del traductor. Era la forma que tenía la censura franquista de borrar la existencia de Gaos.

Lázaro Cárdenas, presidente de México entre 1934 y 1940, es recordado por cumplir y respetar los compromisos internacionales al apoyar al Gobierno legítimo de España atacado por el levantamiento militar que dio lugar a la Guerra Civil entre 1936–1939. Además de llevar las protestas a los foros internacionales, tema que no es objeto de este comentario, prestó su ayuda abriendo las fronteras de su país a más de 20 000 exiliados con una generosa frase: "No ser extranjeros ni un sólo día".

Esto impactó profundamente a Gaos. Particularmente él se pudo integrar con facilidad a México, por lo que este país tiene de español. Comentaba que el acercamiento entre los refugiados republicanos y el pueblo mexicano sacó a la luz muchos de los aspectos hispánicos que se encontraban soterrados en la "personalidad" de México. Pero en esta misma condición hispánica de México jugó un papel en este proceso integrador, lo que los españoles mismos traían también de mexicanos. Gaos señala que los españoles hicieron un nuevo encuentro de América, donde se dio un acercamiento mutuo y de posibilidades de entendimiento por impulso y unión de ambas partes: "Por fortuna, lo que hay de español en esta América nos ha permitido conciliar la reivindicación de los valores españoles y la fidelidad a ellos con la adhesión a los americanos",3 aunque hoy sabemos que esto no fue tan grato y bello para otros inmigrantes españoles o mexicanos que los recibieron como lo señalan Guillermo Sheridan4 y Lourdes Vázquez Morín.5

Gaos califica este encuentro como un gozoso descubrimiento y sorpresa. Los españoles no sabían casi nada de México, empero, después de los impactos y relaciones la aceptación ya no fue tan difícil. Gaos escribe que desde aquel primer momento tuvo la impresión de no haber dejado la tierra patria, sino más bien, de haberse trasladado de un lugar de la patria a otro. Así surge el término "transterrado" propuesto por Gaos como la adaptación de un continuar con lo español de España por la participación de lo español en México. Es la idea entrañable, para todo empatriado, de las dos patrias, de su patria de origen y empatriado de una patria de destino.6

Gaos nunca regresó a España, rompió radicalmente con ella y no participó jamás en más política que no fuera la universitaria. Fue recibido como maestro extraordinario en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México en enero de 1939. Entre los alumnos inscritos a su seminario se encontraba un hombre ya mayor, respecto a sus compañeros (32 años): Edmundo O'Gorman que comenzaba sus estudios de posgrado en Filosofía.

 

Una ruptura existencial de fondo: de abogado a historiador

Edmundo O'Gorman, nació en Coyoacán seis años después que Gaos (1906). Su madre, mexicana, y su padre, descendiente de irlandeses, un ingeniero minero, aficionado a la pintura y a la cultura, Cecil Crawford O'Gorman. Es hermano del arquitecto, muralista y pintor Juan O'Gorman, con el que rompe, ya adulto, a causa de sus filiaciones comunistas. A pesar de la Revolución, vivió pacíficamente en San Ángel, estudiando en el Colegio Franco–Inglés y luego en la Escuela Libre de Derecho, graduándose de abogado en 1928. Como él dirá después, sus padres y maestros le enseñaron a "soñar la historia" y escribe uno de historia jurídica: Historia de las divisiones territoriales (1937).

Ahora veamos qué pasó con este joven abogado en 1938, año clave en que Gaos parte al exilio:

Comencé por hacer la carrera de derecho y ejercí la profesión de abogado durante unos nueve años. Pero siempre tuve mucha afición a la lectura, sobre todo en inglés, porque soy medio irlandés y medio inglés. Y llegó un momento en que me aburrió la profesión de abogado. Fue una especie de rayo, como el que tuvo San Pablo. Estando en mi despacho con uno de mis clientes al que yo le llevaba los asuntos, leí los papeles que traía, de una hipoteca, y me dije: "Ahora o nunca. Yo no quiero seguir más de abogado. Dios no me trajo al mundo para hacer esto". Le devolví los papeles a este excelente amigo y le dije: "Mira a mí no me importa lo que pienses, pero yo no quiero seguir en mi vida de abogado litigante. No quiero. Desde este momento, no volveré al despacho". De manera que lo dejé.

Pero poco después, acostumbrado como estaba a ganar dinero en el despacho, me encontré un poco en el aire, y un buen amigo que estaba en Gobernación me dio un puesto en el Archivo General de la Nación. Eso sí que fue para mí un encanto porque la historia siempre me ha gustado: desde niño he leído mucha historia. Y de esa manera ganaba dinero en una cosa que me gustaba mucho. Allí, en ese archivo, me encontré como en el paraíso: manejaba papeles y documentos, en vez de leyes. Para mí fue la gran oportunidad de enterarme de la intimidad misma de la historia de México. Ese archivo es enormemente rico, sobre todo en la parte colonial, que es la que yo estudiaba más. Y esto ya me encauzó, de una manera seria, a lo que yo quería ser: historiador.

Volví entonces a la Universidad, a la Facultad de Filosofía, y allí reconocieron mis estudios legales. Entré a la facultad con un doble carácter, como maestro, porque yo daba clases, y como discípulo.7

En enero de 1939 se inscribe al seminario de Historia de la Filosofía con el doctor Gaos, para obtener los créditos de maestría y doctorado en Filosofía. De esto comenta O'Gorman: "Fue en ese momento cuando vinieron los españoles refugiados, y tuve la suerte, muy grande, de encontrarme casi de inmediato con José Gaos, y trabar amistad con él. Él era entonces mi guía y también mi maestro. Entré a sus cursos, estudié todas las materias que él daba, y para no hacer esto más largo, pasé todos los trámites, obtuve mi maestría en filosofía y luego el doctorado".8 Del aula surge una amistad entrañable que fue creciendo con los años.

 

Maestro de siempre y siempre amigo…

En torno a este vínculo maestro–alumno, surge un grupo de amigos, entre los que estaban Justino Fernández, Gustavo Pizarro y Enrique del Moral. Grupo muy íntimo, que tenía la costumbre de merendar o cenar los martes —pues los sábados Gaos se reunía invariablemente con Alfonso Reyes—. En estas reuniones semanales, discutían sobre los libros y tareas que tenían entre manos. De éstas comenta Edmundo O'Gorman en 1995:

A Gaos le considero mi amigo y mi maestro en el sentido más que formal, en el sentido de una amistad íntima, de vernos muy seguido. Y era un hombre muy sabio, un excelente expositor en la cátedra. Ese contacto puedo considerarlo parte de mis estudios, pero no formales. Esas reuniones no eran como de clase, sino de amigos para tomar café, platicar de todo lo que hubiera: de teatro, de algún libro, de algún chisme de la Facultad, en fin, de alguna cosa, pero no formal. Pero sí lo considero como parte muy importante de mi formación, porque sería muy ingrato que no reconociera todo lo que le debo de enseñanza.9

De Gaos, como maestro, dice O'Gorman:

Gaos daba unas lecciones estupendas. Pero él tenía la caída de ser historiador. Y la verdad, no era. Se volvía positivista con la historia. Es donde yo no lo seguí para nada. Cuando él llega, yo ya era un historiador, era lo que me gustaba. Y la verdad, cuando él hacía historia, hacía historia positivista.

Era la que le gustaba, y no este vuelo que creo que tengo de interpretación muy libre, muy suelta. Creo que es la que tengo, la que me gusta. Ahí no le debo nada.10

Y comenta luego lo que él llama "tragedia íntima" de Gaos:

[…] fue un excelente profesor. Es más, creo que la tragedia más íntima de Gaos es que fue un estupendo expositor y un pésimo escritor. Es horrible leer a Gaos. Yo tengo un libro que me dedicó. Lo leí, claro, y no le entendía ni en parte. Un día me comentó Américo Castro: "Pues ¿qué le pasa a Gaos?" "Pues, don Américo, no sé, ¿qué le pasa?" Y contestó "Pero es que no se puede escribir sin verbos", comentó Américo. Ésa es una crítica general, porque no se podía leer ese libro. Muy mal, escribía muy mal. Muchos paréntesis, fechas para acá para allá.

Salvo alguna cosilla breve, que era bonita, es ilegible. No invita a la lectura, siendo discípulo, de lo contrario que fue Ortega. Ortega yo creo que además de lo original que tiene, era un escritor extraordinario. Yo creo que era muy seductor y creo que todavía se lee. Yo leo a Ortega con gusto en cualquier momento y eso no me pasa con mi amigo Gaos. No le he vuelto a leer.11

Escribía muy mal. Yo le decía a Gaos: "Vamos a grabarle a usted y eso publicamos". No le gustó nada. "Hombre ¿es que mis frases no son correctas?" Claro, una frase puede ser perfectamente correcta gramaticalmente, pero no se trata de eso.12

Edmundo O'Gorman reconoce en estos comentarios a 24 años de la desaparición de Gaos y meses de su partida, la deuda que le tiene como maestro y amigo, relación de la cual se enriquecerá la historiografía mexicana con los planteamientos histórico–filosóficos de ambos.

 

"Como ningún escrito de Dilthey…"

José Gaos siempre se expresa con admiración, elogio y reconocimiento de Edmundo O'Gorman. En la voluminosa edición de sus obras completas —19 volúmenes—, no es raro encontrar una o dos referencias a él en cada tomo.

Como muestra de lo anterior tenemos dos testimonios. Primero la carta a Alfonso Reyes, presidente del Patronato de la Casa de España en México del 19 de Marzo de 1940: "[…] debo a O'Gorman tantas informaciones y sugestiones en materia histórica, y aun otras, como él pueda deberme en la filosófica y metodológica —fecundación mutua que es la de la máxima fecundidad a que puede aspirar labor de cátedra y amistad intelectual alguna".13

Otro es un fragmento del artículo para la revista Filosofía y Letras, su último número de 1949, titulado "Los transterrados españoles de la Filosofía en México":

Alguna vez pensé en España que la relación con Ortega representaba una capital experiencia vital: que presenciar la actividad creadora de un gran hombre en su intimidad ejercía algo así como una alta función ejemplar y reguladora en la existencia de quien la presenciaba. Esta función de Ortega en mi existencia ha venido a ejercerla Alfonso Reyes. Y Justino Fernández y Edmundo O'Gorman, aunque ellos crean, según han tenido la flaqueza de declarar más de una vez en público como en privado, deberme algo, deben creer que no es algo lo que les debo; para decirlo en sustancia ya con las menos palabras posibles: a ellos como a nadie debo la "iniciación" y mucho más en las dos manifestaciones de la cultura mexicana, el arte y la historia, más adecuadas para penetrar en el "ser del mexicano", necesaria condición de posibilidad para que la vida en México de quien a México ha llegado a vivir en México y no totalmente infecunda para él en que ha llegado a vivir.14

Dentro de la vasta obra de Gaos, encontramos publicadas hasta hoy cartas, artículos y recensiones sobre Edmundo O'Gorman y que abarcan un período de 20 años, los cuales citamos cronológicamente:

1. "Carta abierta–recensión sobre Crisis y porvenir de la ciencia histórica", en Obras completas, vol. VIII. México, UNAM, 1997, pp. 179–183 (octubre 1947).

2. "Recensión al Descubrimiento de América", en Obras completas, vol. VIII. México, UNAM, 1997, pp. 185–206 (noviembre 1951).

3. "Notas preliminares a historia y ontología", en Obras completas, vol. VIII. México, UNAM, 1997, pp. 499–506 (1963).

4. "Historia y ontología", en Obras completas, vol. VIII. México, UNAM, 1997, pp. 507–524 (1963).

5. "Ofrecimiento del banquete por el ingreso a la Academia de Historia de Edmundo O'Gorman", en Obras completas, vol. VIII. México, UNAM, 1997, pp. 524–527 (1964).

6. "Carta a Edmundo O'Gorman en torno a los desordenes en la Universidad", en Obras completas, vol. XIX. México, UNAM, 1999, pp. 498–504 (26 abril 1966).

Gaos afirma que O'Gorman es un historiador "con tanta conciencia de sí que es un teórico de la historia, hasta un filósofo de la historia, en grado tal que ha movido a hacer justicia a su obra de historiador".15 En el mismo sentido en el prólogo a su "Filosofía mexicana de nuestros días" comenta:

Algunos historiadores preferirían que se considerase a don Edmundo O'Gorman más como filósofo que como historiador, aunque no por otra cosa que porque, si la historia que propugna y hace O'Gorman fuese la única "a la altura de los tiempos" y con porvenir, tendrían que llevar a cabo una reforma quizá onerosa para ellos, de la que ellos hacen y propugnan. En cuanto a los filósofos, es seguro que algunos lo recibirían en su campamento a tambor batiente ante banderas desplegadas. Pero tanto esta recepción cuanto aquella preferencia, perfectamente ociosas, porque la idea capital a que ha arribado O'Gorman es la de que la Filosofía es la Historia tal cual él concibe ésta.16

Asevera que su obra es tan amplia y está tan dispersa que por eso está olvidada, invitándonos a publicar sus obras completas, tarea aún pendiente a más de cien años de su nacimiento.17

Gaos siempre limitará su análisis de la obra de O'Gorman, ajustándose a la perspectiva de la teoría y filosofía de la Historia, elemento central del pensamiento de O'Gorman —y que asumimos también en el presente trabajo—. En este tema Gaos considera tres obras fundamentales como parte de un mismo proceso de reflexión: Crisis y porvenir de la ciencia histórica" (1947),18

"La idea del descubrimiento de América" (1951) 19 y La Invención de América (1958).20

 

Un trabajo demoledor: Crisis y porvenir de la ciencia histórica21

Tanto Gaos como O'Gorman coinciden en considerar que la palabra "historia" tiene en español dos significados. En frases como "La historia es un proceso milenario", significa la realidad histórica, constituida por los hechos o acontecimientos históricos; en frases como "la historia se funda en el documento", significa la literatura o la ciencia histórica, la que tiene por tema u objeto la realidad histórica; para distinguir ambos significados se reserva la palabra historia a la realidad histórica, y se aplica la de historiografía a la literatura y la ciencia histórica. Gaos en un afán de precisión se referirá a la realidad histórica como historia y a la historiografía como historia. 22

Al escribir su comentario sobre la obra de O'Gorman: Crisis y porvenir de la ciencia histórica, Gaos lo hace en una carta abierta de agradecimiento por la dedicatoria de la misma. Señala coincidir en sus planteamientos principales y que las diferencias son muy secundarias. Afirma que la obra, escrita en un estilo vivaz y sarcástico y dividida en dos partes.

En su parte primera O'Gorman hace una aguda crítica a la historiografía clásica de corte positivista, archivista y científica, afirmando Gaos que en el libro hay páginas que serían famosas y clásicas si no fuera por lo limitado de la difusión de las ideas en nuestros países, como son las secciones "la historiografía, instrumento de dominio" y "la verdad histórica". A su vez, en la segunda parte plantea las condiciones posibilidades para una forma auténtica de hacer historiografía, que es llamada por O'Gorman "historiología", alegato a favor de una historia filosófica de los "hechos", o una Historia, no tanto de los "hechos", cuanto de sus "ideas". Concluye Gaos diciendo que O'Gorman ha llevado más adelante las enseñanzas de Heidegger, superando la historización del mismo, invitando a concebir a la historia como una visión personal de la esencia del pasado, esencial integrante de la esencia de la propia personalidad presente y que esto es tan novedoso que tardará en comprenderse y aplicarse.

 

Un nuevo modo de hacer historiografía: La idea del Descubrimiento de América23

En 1951 O'Gorman publica La idea del Descubrimiento de América. Gaos comenta de entrada que no es una historia más del Descubrimiento de América, sino la primera historia de la idea de ese hecho, que por tanto el libro pertenece al campo de la historia de las ideas para hacer una valoración justa. Comenta que es una contribución capital para la comprensión de nuestro pasado y un primer acercamiento al ser histórico de América. Que no es un libro de filosofía, sino un "libro de auténtica Historia, pero enraizado en una filosofía".

En un trabajo que se desarrolla principalmente en el campo de la Filosofía de la historia, Gaos pasa a resumir los planteamientos filológicos–literarios del trabajo de O'Gorman, el proceso doxográfico como fue surgiendo la concepción de América, pasa a ser la idea de la identificación de América como algo nuevo encontrado, para concluir siendo la idea de encontrar algo independientemente de toda identificación de lo encontrado.

La presentación por parte de O'Gorman de este proceso —según Gaos— constituye "un fragmento de historia del pensamiento moderno digno de los mayores maestros de Historia de la filosofía, del pensamiento o de las ideas (de quienes se quiera Windelband, Dilthey, Cassirer…), por lo directo del conocimiento de las fuentes y lo original y profundo de la interpretación de las mismas y de la reconstrucción de los hechos ideológicos".24

O'Gorman resalta los extremos del proceso que inicia con Bossuet, con su concepción providencialista de la humanidad, y concluye con Condorcet, que inserta el Descubrimiento entre los hechos decisivos del progreso humano por el triunfo de la razón, señalando que el proceso historiográfico ha sido también un proceso de deshumanización de la historiografía.25

Gaos revisa el método historiográfico de O'Gorman, método que no se reduce a la Historia filológico–literaria, sino que comprende a todos los hombres, autores o anónimos e incluso las propias como fuente de conocimiento tanto el documento como los textos de reflexión de la historia de esas ideas. La historia no puede prescindir de la labor filológico–literaria, pero tiene que sistematizar también cómo fue evolucionando la idea de los hechos.

José Gaos aprovecha el planteamiento de O'Gorman para explayarse y presentar su manera personal de cómo debe entenderse la Historia de las ideas, la Filosofía de las ideas, los hechos históricos y el del conocimiento histórico. De manera sintética afirma que lo anterior puede reducirse a dos parejas de proposiciones complementarias entre sí:

1. Los hechos no son independientes de los conceptos, pero no se reducen a éstos;

2. Los conceptos son unos hechos diferentes de los demás hechos, pero no son algo aparte de éstos.26

Gaos comenta de una manera más personal el juego de esta pareja de proposiciones. Afirma que permiten explicar los métodos con que los investigadores construyen la historia, pues no tratan ellos con unos hechos dados en el pasado, sino con algo acontecido que fue conceptuado en el pasado como un hecho y caracterizado de una cierta manera. La tarea del historiador consistirá en reconstruir aquello, probablemente con otros conceptos y caracterizarlo de diferente modo, hasta el punto de que la reconstrucción bien pudiera consistir en hacer la historia de una serie de concepciones, es decir una historia de ideas.

Gaos explica que enfrentar algo como un "hecho" es ya admitir que ese algo no es independiente de nuestro concepto de "hecho". Y suponer que los hechos son independientes de nuestras ideas previas acerca de ellos, es el error del empirismo extremo, al que se opone el idealismo, que reduce los hechos a nuestros conceptos.

Para evitar confusiones, Gaos asevera que hay que recurrir a la segunda pareja de proposiciones que mantiene la distinción entre hecho e ideas o conceptos. Los hechos, a pesar de tener ingredientes de nuestros conceptos, no son en su integridad meros conceptos. Nuestros conceptos son hechos no en el sentido en que lo son, por ejemplo, los objetos sensibles, sino en un sentido más amplio de ser objetos de conocimiento objetivo. Así, el conocimiento historiográfico de las ideas no es ni más "subjetivo" ni menos "objetivo" que el de los hechos de la percepción. Aunque cada uno tenga sus peculiaridades y correlativas formas de objetividad y subjetividad.

Según esto, la historia de las ideas tiene la necesidad de reconocer la implicación mutua de los distintos sectores de la vida y cultura humanas, sus aspectos generales y colectivos, así como de los individuales irreductibles. Por eso al enlazar hechos y conceptos, no se puede ignorar la historia entera de los hombres y su mundo.

Para Gaos la integración de hechos y conceptos es inevitable, se trata sólo de una integración parcial, oscilante, puesto que los segundos no pueden reducirse a los primeros. Y ese carácter parcial es lo que impide que sean indiferentes para nosotros los esquemas conceptuales con que abordamos los hechos, como tampoco son indiferentes, en consecuencia, los sucesivos cambios ideológicos y conceptuales de que se ocupa la historia de las ideas. Precisamente son las relaciones entre los hechos y nuestras ideas previas acerca de ellos, lo que puede suministrar un criterio para discernir entre la adecuación y la inadecuación —verdad y falsedad— de nuestros juicios. La historia efectiva del proceso de las ideas —no el relato historiográfico de lo que ha sido— por los hechos mismos. Es la invalidación de nuestros esquemas interpretativos previos, por las ideas a posteriori en el contraste con los hechos, lo que constituye la estructura dinámica de nuestra limitación en la solución de los problemas.

Describe Gaos que el dinamismo de esta estructura se constituye de esta manera: un problema sufre una alteración cada vez que sobreviene un hecho nuevo; pero también, la alteración puede llegar sin que surja ningún nuevo dato, simplemente porque se muden los conceptos con que se intenta el planteamiento. Pero ya centrado en forma específica en el saber histórico, lo verdaderamente fundamental es la espiralidad indefinida de todo el proceso que no es otra cosa que el avance en la comprensión de nuestro presente por el pasado. En suma, el mero proceso de autocomprensión en que se efectúa nuestro ser temporal.

Por lo anterior, concluye Gaos afirmando que "La idea del Descubrimiento de América sin duda está lejos de ser tan monumental como la parte más estrictamente de las ideas en la obra total de Dilthey; pero es un libro completo, redondo, acabado en el conjunto y en el detalle como ningún escrito de Dilthey".27 En este trabajo de Gaos, creo que es donde se muestra más filósofo de la historia, presentando la profunda imbricación que tienen estos dos campos del saber humano: la filosofía con la historiografía.

 

Sobre el sujeto, la esencia y la subjetividad de la historia: historia y ontologia28

"Historia y ontología" fue escrito para el libro Conciencia y autenticidad histórica. Escritos en homenaje a Edmundo O'Gorman impreso por la unam en 1968 por sus 60 años de edad y haber recibido el título de Profesor Emérito. En este trabajo examina un texto breve titulado "América"29 que es un resumen de sus dos libros principales, donde analiza los supuestos ontológicos de los estudios históricos de O'Gorman.

En las obras completas aparecen borradores de tres versiones incompletas del ensayo publicado.30 El eje de este grupo de reflexiones es tratar de responder a la pregunta por la ontología de los entes históricos, en particular de las esencias, tomando como punto de partida las ideas de O'Gorman, donde Gaos hace un desarrollo sugerente y más esencialista.

Después de hacer el desarrollo de la idea de O'Gorman sobre la invención de América, Gaos dice que esta reflexión surge para dar razón de lo erróneo de la idea del "Descubrimiento de América". Comenta que la ontología de los entes históricos y no históricos surge al hablar del "ser" de América, "el ser americano", donde el término ser es multívoco, es decir tiene un sentido preciso en función del contexto en que se concibe. Afirma que esto plantea el problema de las esencias históricas y la "historicidad" de las ideas,31 para concluir que las ideas históricas están en relación con sus objetos y sus sujetos para expresarlas en diversas colocaciones relativas a ellos; en función de que su sujeto es histórico, por esta correlación se vuelven las ideas objeto de sistematización en la historia.

Gaos en su filosofía vive una tensión entre lo universal y lo particular. Parece ser que no le satisface el planteamiento de O'Gorman de que el historiador tiende hacia el relativismo necesariamente, porque justamente está viendo el transcurso del tiempo y el proceso de las ideas. Pero él como filósofo tiende hacia una verdad más firme, por no decir más absoluta. El historiador, al contrario trata de ver cómo se desarrolla un pensamiento histórico en vista de las circunstancias, y que no se puede hacer la pregunta clásica del sentido de un suceso en el sentido positivista. Su sentido es relativo.

Este primer paso pide plantear una serie de cuestiones que no son fáciles de resolver coherentemente, y eso es en lo que quiere profundizar Gaos —y en cierta manera toma distancia de O'Gorman—. Hay una pregunta entre los filósofos, pero también entre los historiadores, sobre en definitiva ¿quién es el sujeto de la historia?, y hay muchas posibles respuestas. Si como historiadores no nos planteamos esta importante pregunta podemos caer en la situación ya presente hoy de que cada historiador, cada lector, haga su propia historia, a la vista de los datos que tiene, cayendo en el subjetivismo y la consiguiente anarquía. Es necesario hacer una historia que reconozca plenamente la relatividad de la condición humana, y desde ahí recuperar el sentido unitario de la acción y el pensamiento humano que, sin negar la diversidad, permita una comunión real entre los hombres, oscilando entre la particularidad y la generalidad de los mapas de interpretación; que apele a la razón vital del sujeto que la escribe, así como de su objeto de su estudio.

 

Hazañas y fechorías en la Historia: Ofrecimiento de un banquete32

En el discurso de "Ofrecimiento de un banquete a Edmundo O'Gorman" en septiembre de 1964 por su ingreso a la Academia Mexicana de la Historia. Gaos presenta una imagen del hombre y una declaración de amistad, sin dejar de expresar ideas sobre las tareas del historiador.

Comienza afirmando que la Historia es una ciencia de hechos no considerados como elementos rígidos e inflexibles, pues las realidades históricas —siguiendo a O'Gorman— van siendo inventadas, no en el sentido de mentiras, sino como construcción de una imagen del mundo y de su devenir que se tiene en un determinado momento, imagen que, sin dejar de ser relativa es, al mismo tiempo, indudablemente verdadera.

Dice Gaos que el proceso que sigue O'Gorman en su obra para hacer una "invención" o Historia de la idea del mundo es el siguiente:

• De manera anticipada, previa, los hombres necesitan las ideas del mundo que les dan identidad, las anhelan, las imaginan, las buscan, las realizan.

• Luego, de manera retrospectiva e incluso retroactivamente, las rememoran, pero no con una estricta fidelidad lineal que es imposible, sino rehaciéndolas, "inventándolas", en vista del presente vivido y del futuro que quisieran vivir.

• Para que la Historia se especialice como una labor profesional de interpretar, de reconstruir el pasado en vista del presente y futuro.

Esta manera de hacer historia exige moverse en la frontera entre la historia y la Filosofía, pues exige reflexionar filosóficamente, "muy filosóficamente" sobre la Historia. Esto —dice Gaos—, exige como ocupación intelectual, ocio y retiro, porque es la ocupación intelectual quizá por excelencia de las cosas humanas y que requiere una experiencia de ellas no asequible ni al virtuoso profesor que no conoce más que su pequeño medio doméstico y docente, ni al no menos virtuoso investigador que no trata ni se trata más que con papeles y empleados de archivos. Y a la inversa, cuando se tiene mundo, entendido como conocimiento de lo que el hombre vive, se siente el llamamiento a ocuparse con él, a escribir sobre él, a hacer historia, si se tiene también la capacidad intelectual indispensable, evitando caer en la frivolidad, limitación contraria y también presente en el campo de los historiadores y el pensamiento.

A mi modo particular de ver, una imagen que nos puede ayudar a comprender lo anterior es la de una ventana con espejo o cámara de Hezel como la que usan los psicólogos, donde la historia es esa ventana–espejo por la que nos asomamos al pasado con sus problemas, circunstancias y hechos, pero que a su vez nos vemos reflejados con nuestros hechos, circunstancias y preguntas.

La historia como invención personal de la realidad histórica y como ocupación por excelencia con las cosas humanas, permite al hombre mostrar cómo los hechos lejos de ser lo hecho independientemente de él, son sus hazañas y también sus fechorías. A la luz de lo anterior —concluye Gaos— en la Historia, Edmundo O'Gorman ha hecho sus hazañas y fechorías, donde lo han animado sin respetos humanos, Dios y el Diablo.

 

Conclusión

Hemos bosquejado los orígenes y contenidos y vínculos de la relación de amistad intelectual de estos dos personajes fundamentales para la filosofía e historiografía de México y de nuestro mundo. Algo que queda pendiente profundizar es qué fue lo que se dijo y escribió sobre ellos, su tiempo y su pensamiento Histórico, pues en este trabajo nos limitamos a presentar principalmente la perspectiva de Gaos sobre Edmundo O'Gorman, sin incluir las no menos importantes contribuciones de Gaos en otros campos de la Filosofía.

Adelantando algo muy provisional, podemos citar lo que dice Andrés Roig del historicismo posterior a los años cuarentas:

Un nuevo historicismo fue madurando, enriqueciéndose y clarificándose en América Latina, tarea en la que jugó un papel destacado en sus inicios el maestro Gaos. Este historicismo ha concluido en nuestros días en un diálogo fecundo con las filosofías de denuncia y sin pretender ser una opción excluyente respecto de ninguna de ellas, ha alcanzado una sistematicidad a partir de una ontología del ente histórico en la que la meditación del ser humano desde el punto de vista del hacerse y del gestarse, es posiblemente su tema central. […] Es decir, no se trata de una filosofía de los objetos, y su paralelo, la filosofía de los valores, tal como lo entendió el academicismo anterior al actual, sino del reencuentro de un sujeto histórico concreto con los objetos vistos desde aquel sujeto, rescatado desde la perspectiva de una "conciencia histórica". Un sujeto en el que el "ser" y el "tener" no se dan escindidos, sino que son el uno para el otro.33

Don José Gaos es una figura atractiva porque en sus planteamientos maneja una constante inconformidad con el pensamiento vigente de su tiempo, al cual interpela y cuestiona por sus reduccionismos de lo espiritual, de lo racional, de lo tradicionalmente diferencial del hombre, a lo irracional, a lo material, a lo científico; al mismo tiempo lanza propuestas hacia el futuro, algunas de las cuales a setenta años de ser escritas tienen plena vigencia y actualidad, quizá expresadas en otros términos, pero de gran visión y pertinencia, esto no sólo en el campo histórico, sino del pensamiento humano en general. Ahí encuentro yo la vigencia de José Gaos.

En el caso de O'Gorman, es urgente actualizar su propuesta de "inventar" creativamente los contenidos de la historia, pero con rigor en el método y en el manejo de fuentes, lanzándonos a recrear la historia, de tal manera que sea una palabra nueva para nuestro entorno del siglo XXI.

Es preciso acercarnos a Gaos y a O'Gorman para hacer historia hoy. En el caso de Gaos, hay que aprender a librar el escollo que puede significar su estilo dominado por un afán de precisión. Ver cómo, en muchos casos, lo que veíamos al principio como inescrutable se va convirtiendo en un rico tejido con variación de texturas, pero unido en una trama, que se expresa con la frase lapidaria, precisa o erudita. Y en el camino veremos cómo se nos van desprendiendo algunos de nuestros más firmes prejuicios.

Hay que leer a Gaos y a O'Gorman, creo yo, por lo menos con la misma asiduidad con la que el primero, desde recién transterrado en México, se puso a leer a sus colegas mexicanos, como lo demuestran todas y cada una de las páginas de sus Obras completas.

Y, finalmente, como indica José Gaos, hacer una historia así es profundamente crítica pues podremos ir constatando cómo

La historia de la idea del mundo es la progresiva e inminente extinción de esta idea: del reemplazo de un mundo con una idea del mundo por un mundo sin idea del mundo.Porque este nuestro mundo es el mundo para el que proclamó Marx que ya no había que seguir contemplándolo, especulándolo como hacían los filósofos, que andan hoy realmente muy de capa caída, sino que había que hacerlo otro, como se esfuerzan por hacerlo los revolucionarios y los técnicos, que son los auténticos señores de nuestro mundo.34

Y esto es algo que nos resistimos a aceptar y asumir.

 

Notas

1 Friedrick Nietszche, Así habló Zaratustra. Barcelona, Edicomunicación, 2000, p. 544.         [ Links ]

2 Cf. Teresa Rodríguez de Lecea, "Centenario de José Gaos", en Revista de Hispanismo Filosófico, núm. 5. Madrid, 2000, pp. 67–64.         [ Links ]

3 José Gaos, "La adaptación de un español a la sociedad hispanoamericana", en Obras completas, vol. VIII. México, UNAM, 1996, p. 567.         [ Links ]

4 Guillermo Sheridan, "Refugachos: escenas del exilio español en México", en Letras Libres, núm. 56. México, 2003, pp.18–27.         [ Links ]

5 Lourdes Vázquez Morfín, "Los republicanos españoles en 1939: política, emigración, hostilidad", en Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 458. Madrid, 1988, pp. 127–150.         [ Links ]

6 Decía Gaos: "La verdadera patria de quien sea, no es tanto aquella de donde viene como de un pasado hecho, cuanto aquella adonde va como a un futuro que hacer". "Por obra de la anterior concepción de la patria no ha podido quien acaba de exponerla sentirse en ningún momento 'expatriado' de España en México, sino que no ha podido dejar de sentirse en todo momento más bien 'empatriado' de España en México". Vid. supra.

7 Teresa Rodríguez de Lecea, "Una entrevista con Edmundo O'Gorman", en Historia Mexicana, vol. XLVI, núm. 4. México, El Colegio de México, 1996, pp. 955–957.         [ Links ]

8 Ibid., pp. 957–958.

9 Ibid., p. 959.

10 Ibid., p. 968.

11 Ibid., p. 967.

12 Idem.

13 J. Gaos, Obras completas. XIX. Epistolario y papeles privados. México, UNAM, 1997, p. 217.         [ Links ]

14 J. Gaos, "Filosofía mexicana de nuestros días, en torno a la Filosofía Mexicana, sobre la Filosofía y la cultura en México", en Obras completas, vol. VIII, p. 244.         [ Links ]

15 J. Gaos, "Historia y ontología", en Obras completas, vol. VIII, p. 499.         [ Links ]

16 Ibid., p. 51

17 Ibid., p. 499.

18 Edmundo O'Gorman, Crisis y porvenir de la ciencia histórica. México, UNAM, 1947 (reeditado en 2006), 350 pp.         [ Links ]

19 Edmundo O'Gorman, La idea del descubrimiento de América. Historia de esa interpretación crítica y sus fundamentos. Ediciones del IV Centenario de la Universidad de México. México, UNAM, 1951.         [ Links ]

20 E. O'Gorman, La invención de América. Investigación acerca de la estructura histórica del nuevo mundo y del sentido de su devenir. México, FCE, 1958, p. 228.         [ Links ]

21 J. Gaos, "Recensión sobre Crisis y porvenir de la ciencia histórica", en Filosofía Mexicana de Nuestros Días. Obras completas, vol. VIII. México, UNAM, 1997, pp. 179–183.         [ Links ]

22 J. Gaos, "individuo y sociedad", en Obras completas, vol. VII. México, UNAM, 1997, p. 163;         [ Links ] "Notas sobre la historiografía", en Álvaro Matute, La teoría de la historia en México (1940–1973). México, SEP, 1974, pp. 66–67.         [ Links ]

23 J. Gaos, "Recensión sobre La idea del Descubrimiento de América", en Obras completas, vol. VIII, pp. 185–206.         [ Links ]

24 Ibid., p. 188.

25 Ibid., p. 192.

26 Ibid., pp. 195 y ss.

27 Ibid., p. 206

28 J. Gaos, "Historia y ontología", en Obras completas, vol. VIII, pp. 507–524.         [ Links ]

29 E. O'Gorman, "América" en Estudios de historia de la filosofía en México. Miguel León Portilla, comp., México, UNAM, 1963, pp. 234–242.         [ Links ]

30 J. Gaos, "Notas preliminares a Historia y ontología, 1963", en Obras completas, vol. VII, pp. 499–506.         [ Links ]

31 Que ya había desarrollado en su trabajo previo "Recensión al Descubrimiento de América" de noviembre de 1951, vid. supra.

32 J. Gaos, "Ofrecimiento de un banquete a Edmundo O'Gorman", en Obras completas, vol. VIII, pp. 524–527.         [ Links ]

33 Arturo Andrés Roig, Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano. México, FCE, 1981, p. 47.         [ Links ]

34 J. Gaos, "Historia de nuestra idea del Mundo", en Obras completas, vol. XIV. México, UNAM, 1994, p. 770.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons