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Migración y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-7599

Migr. desarro vol.15 no.29 Zacatecas jul./dic. 2017

 

Artículos

Subdesarrollo migratorio en Sri Lanka: crítica a las remesas como capital

Migration-underdevelopment in Sri Lanka: a critique of remittance capital

Matt Withers* 

*Sydney Asia Pacific Migration Centre (SAPMiC), University of Sydney.


Resumen

La migración laboral temporal de Sri Lanka a Asia Occidental comenzó en 1977 y desde entonces se ha convertido en la estrategia dominante de sobrevivencia de los hogares y la fuente más importante de ingresos por exportaciones para la economía. En la política normalmente se asume una «triple ganancia«» entre migrantes, países de origen y países de destino, ya que se considera que la migración laboral temporal genera resultados económicos positivos para todos. Sin embargo, a pesar de que las economías receptoras de mano de obra se benefician de la explotación de los ejércitos de reserva de trabajo y cuidado, las implicaciones que en el ámbito del desarrollo tiene el capital de las remesas de los hogares migrantes y de las economías donde éstas se originan, han sido escasamente teorizadas. Este artículo expone una crítica de las remesas como capital en la escala del hogar, nacional y global para demostrar cómo la migración laboral temporal ha dejado la economía de Sri Lanka en una situación de precaria desigualdad y dependiente de las remesas. El dilema de Sri Lanka estriba en una contradicción principal: el desarrollo desigual ha llevado a poblaciones marginalizadas hacia el empleo en el exterior, sólo para que sus remesas financien un modelo de desarrollo del cual están excluidos.

Palabras clave: Capital de remesas; economía de remesas; migración laboral temporal; desarrollo migratorio; Sri Lanka

Abstract

Temporary labour migration from Sri Lanka to West Asia commenced in 1977 and has since become a dominant livelihood strategy for households and the largest source of export earnings for the economy. Dominant policy-level assumptions of a mutually-beneficial «triple win» between migrants and countries of origin and destination claim that temporary labour migration produces positive economic outcomes for all. Yet while labour-receiving economies clearly benefit from exploiting reserve armies of labour and care, the developmental implications of remittance capital for migrant households and sending economies have remained under-theorised. This paper advances a critique of remittance capital at household, national and global scales to demonstrate how temporary labour migration has left Sri Lanka a precariously uneven and remittance-dependent economy. Sri Lanka’s dilemma hinges on a central contradiction: uneven development has forced marginalised populations into foreign employment, only for their remittances to finance a model of development they themselves are excluded from.

Keywords: Remittance capital; remittance economy; temporary labour migration; migration-development; Sri Lanka

Introducción

Sin que se haya notado, la migración laboral temporal se ha convertido en la piedra fundamental de la economía de Sri Lanka. A pesar de que la isla sudasiática es más bien conocida por el té, el turismo y la manufactura de ropa, en 2015 la suma de los ingresos netos por exportación de sus tres industrias más grandes se vio eclipsada por las remesas de los trabajadores que alcanzaron 6.9 billones de dólares estadounidenses (Central Bank of Sri Lanka, CBSL, 2016). Las remesas equivalían a 66 por ciento del total de los ingresos de las exportaciones y a 8.5 por ciento del producto interno bruto (PIB) de ese mismo año (CBSL, 2016); la importancia del flujo de remesas es comparable con el volumen de la población de trabajadores de baja calificación que se van de Sri Lanka para trabajar en el exterior, la mayoría se dirige a Asia Occidental. Los últimos datos disponibles indican que 1 millón 932 mil 245 esrilanqueses estaban empleados en el exterior en 2010 (SLBFE, 2012), lo que representa aproximadamente 10 por ciento de la población total del país y equivale a 25 por ciento de la fuerza laboral. Ya que el número de salidas se ha incrementado año con año desde 2010 y no se contabiliza una gran parte de los flujos migratorios irregulares, estas cifras pueden ser consideradas como estimaciones moderadas de la verdadera magnitud de la fuerza laboral migrante de Sri Lanka.

Para los trabajadores pobres este bosquejo estadístico refleja una realidad socioeconómica más íntima: la prevalencia de la migración laboral temporal como una forma de vida y una estrategia de sobrevivencia dominante. Desde que las profundas reformas económicas de 1977 liberalizaron la política migratoria de Sri Lanka, el empleo en el exterior se ha convertido en el medio más común de obtener un ingreso en lugar de un trabajo local decente, lo cual para las comunidades al margen del desarrollo se tornó en rito de paso. Las perspectivas más optimistas del crecimiento migratorio consideran que el empleo en el exterior es un medio por el cual los individuos y sus hogares pueden mejorar sus ingresos y catalizar el desarrollo local. Empero, los 40 años de vigencia de la migración laboral temporal en Sri Lanka no han sido acompañados de los resultados probatorios que se esperaban; al ser un rasgo distintivo de la economía nacional, cuestiona las implicaciones macroeconómicas de la dependencia en el largo plazo de la migración y las remesas.

Lo esencial del problema radica en el hecho de que Sri Lanka ya no puede darse el lujo de no enviar trabajadores al exterior: la creciente dependencia del país en las remesas se ha convertido en algo así como un elefante en una habitación que de otro modo estaría llena de sendas declaraciones que prometen el desarrollo. La amarga finalización de la guerra civil en 2009 ha sido generalmente interpretada como un momento crítico para la economía nacional, ya que se esperaba lograr la estabilidad necesaria para atraer inversiones estimulantes y turismo. Al respecto, el manifiesto desarrollista de la posguerra del expresidente Mahinda Rajapaksa, titulado Sri Lanka: la naciente maravilla de Asia, no daba lugar a ninguna duda:

Los objetivos de crecimiento de Sri Lanka para el periodo 2010-2016 se pueden alcanzar. El conflicto de 26 años ha terminado. Existe la infraestructura necesaria. La economía global está encaminada hacia la recuperación. El clima para las inversiones del sector privado en Sri Lanka ha sido afectado adversamente en el pasado por las incertidumbres relacionadas con el conflicto, por las querellas legales y por las limitaciones infraestructurales. Sin embargo, hay señales de que el clima en Sri Lanka está mejorando con rapidez (Department of National Planning, DNP, 2010:5).

El prospecto macroeconómico descrito en tal documento evoca una fórmula popular local para ver a Sri Lanka como a Singapur en sus inicios, con una «dinámica global central» en espera (DNP, 2010). Sin embargo, esta visión, en su afán por apropiarse de y adecuar términos de moda en el lenguaje del desarrollo -establecer una «economía moderna de mercado», conducida por «empresas basadas en el conocimiento», «industria globalmente competitiva) y mercados de capitales efervescentes»- presta poca atención a la dependencia del país en las remesas para mantener su actual estabilidad macroeconómica. La necesidad de crecientes remesas es tan evidente en el actual gobierno de Sirisena como lo era bajo el de Rajapaksa; se subestima a causa del acelerado crecimiento de la deuda externa, proveniente de los proyectos de infraestructura de la posguerra que no promovieron el desarrollo sustentable o inclusivo. Frente a un persistente déficit comercial, Sri Lanka se ha apoyado en las crecientes remesas con la intención de proteger su cuenta corriente y mantener el tipo de cambio relativamente estable que se requiere para pagar antiguos préstamos a los acreedores internacionales.

En Sri Lanka ha surgido un arrasador imperativo desarrollista que alienta la migración laboral temporal como un medio que asegura el flujo de remesas. A quienes se encuentran económicamente marginalizados, esa estrategia significa una dependencia cada vez mayor en la realización de trabajo claramente precario (Schierup et al., 2015), a cambio de una cuestionable remuneración financiera para sus hogares y comunidades. En tanto, con la necesidad de una mayor cantidad de remesas que sostengan su cuenta corriente, Sri Lanka es invariablemente dependiente y precisa redoblar la migración laboral temporal para cubrir la ausencia de desarrollo sustantivo en el país. Tal contradicción es el tema central de este artículo.

Desarrollo migratorio y la tesis de la «triple ganancia»

La relación entre migración y desarrollo tiene una historia larga e ideológicamente relevante; la migración ha sido considerada como una ventaja o un lastre para el desarrollo al seguir el compás de los paradigmas dominantes del crecimiento económico. El cambio teórico significativo en los últimos tiempos ha sido el énfasis generalizado en las remesas, que hasta entonces había sido sólo una nota a pie en el debate entre migración y desarrollo, como una fuente de capital para el desarrollo. Luego del cambio de milenio, el flujo de remesas comenzó a sobrepasar la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) e incluso la Inversión Extranjera Directa (IED) como la principal fuente de divisas para las economías en desarrollo; ello inauguró una nueva etapa de marcado optimismo con respecto a la capacidad de la migración laboral temporal, diferente de la emigración permanente, de generar progreso (De Haas, 2010). Mientras que la migración permanente ha sido históricamente asociada con la «fuga de cerebros» y la pérdida de capacidades laborales de las economías en desarrollo, la migración laboral temporal se explica como una situación de «triple ganancia».

En este escenario se espera que las remesas y el retorno de trabajadores con más experiencia («ganancia de cerebros») sean de beneficio para los migrantes y sus países de origen, además de los países de destino que usan el trabajo migrante. La tesis de la «triple ganancia» tiene el apoyo sin precedentes de instituciones de desarrollo clave y ha ejercido una profunda influencia sobre el diseño de política económica a escala global, regional y nacional. Entidades de desarrollo internacional, organizaciones económicas regionales y gobiernos de los países de origen, que con mayor frecuencia se refieren a los migrantes como «héroes» y «agentes de desarrollo» al tiempo que trasladan hacia ellos su responsabilidad en la generación de empleo en el país, han protegido la idea de que la migración laboral temporal conduce al desarrollo.

Si bien las «ganancias» para las economías receptoras se aprecian con facilidad (por ejemplo, acceso a un ejército global de reserva de trabajo barato y explotable), los beneficios para los migrantes y los países de origen son más ambiguos y carecen de evidencia empírica. Quienes proponen la «triple ganancia» de la migración teorizan a las remesas como un factor de mejoramiento de los ingresos personales de los trabajadores migrantes y sus familias, añaden que son una importante fuente contracíclica de ingresos de divisas en las economías que generan migrantes (World Bank, 2006). En consecuencia, se presume que las remesas alivian la pobreza, estimulan la empresarialidad de los migrantes, crean núcleos dinamizadores en las comunidades locales y mejoran la credibilidad de los países de origen (World Bank, 2006). En síntesis, se espera a priori que las remesas produzcan los resultados imaginados como aquellos que conducen a un desarrollo basado en el mercado.

La investigación sugiere que las remesas, y de manera más general la migración laboral temporal, originan una diversidad de resultados contextualmente específicos para los migrantes y los países de origen, que dependen de las circunstancias individuales y las persistentes restricciones estructurales al desarrollo. Por lo tanto, a pesar de que la migración laboral temporal se percibe mutuamente benéfica, la distribución relativa de las «ganancias» asociadas está sesgada hacia el capital y los hogares privados de los países receptores; las ganancias que corresponderían a los migrantes y a los países de origen permanecen subteorizadas y sin sustancia empírica. El desarrollo económico desigual e insostenible de Sri Lanka, pese a los grandes y constantes flujos de migrantes laborales temporales y sus remesas, requiere una evaluación más crítica de la causalidad asumida entre migración y desarrollo que en la actualidad ofrece una justificación económica frente a la rampante violación de los derechos humanos y laborales.

Capital de remesas

Este artículo interpela la tesis de la «triple ganancia» y a las remesas como una forma de capital para el desarrollo, mediante el análisis de los resultados de las transferencias de remesas en Sri Lanka en las escalas global, nacional y de hogares. La naturaleza dual del «capital de remesas», que es al mismo tiempo transferencia atomizada de ingresos y flujo agregado de divisas, es primordial en la conceptualización de la paradoja del subdesarrollo migratorio y servirá de guía a la discusión acerca de la contradicción macroeconómica del país.

El flujo de remesas de los trabajadores migrantes que ingresa se relaciona con procesos de desarrollo macroeconómico en tres formas generales. Primero, en el nivel del gasto de remesas de los hogares el consumo agregado y la inversión de las remesas pueden reorientar la demanda al interior (o al exterior) de la economía nacional. Segundo, dentro de la contabilidad nacional las remesas acumulan divisas, lo cual tiene implicaciones relevantes en la valoración de la moneda y en el comercio internacional. Tercero, en cuanto a la producción y reproducción global de redes las remesas reflejan el componente de salario de la fuerza de trabajo empleada para subsidiar la acumulación del capital en otros países. Cada una de las escalas de interacción será explorada y sus resultados se confrontarán con los supuestos implícitos de la tesis de la «triple ganancia».

Gasto de remesas de los hogares

Ha recibido mayor atención el impacto combinado del ingreso de divisas provisto por las remesas formales, ya que estas reservas pueden ser potenciadas para financiar las políticas de desarrollo coordinadas por el gobierno. Empero, las remesas son en principio, y ante todo, transferencias de ingreso privado que al gastarse derivan en implicaciones importantes para las economías de origen. A pesar de haberse subteorizado, el gasto de remesas de los hogares es un elemento primordial del desarrollo migratorio de las economías emisoras, en tanto las perspectivas de crecimiento en el largo plazo están influidas por la manera en que las remesas de los hogares se gastan o se ahorran (Athukorala, 1993).

El «redescubrimiento» del desarrollo migratorio en el cambio de milenio se debió en gran medida al crecimiento sostenido de las transferencias globales de remesas hacia las economías en desarrollo, lo que a su vez colocó a las remesas en el centro de un discurso de desarrollo emergente que promovía la migración laboral temporal (De Haas, 2010). Un aspecto clave de este cambio paradigmático ha sido la creencia de que el gasto de remesas focaliza automáticamente el alivio de la pobreza y la distribución de otros beneficios económicos entre los más necesitados (por ejemplo, los mismos migrantes). En su reporte sobre las implicaciones económicas de las remesas, el Banco Mundial afirma que «la mayor parte de los beneficios económicos de la migración corresponden a los migrantes y sus familias y a menudo éstos son grandes beneficios» (2006, XII); precisa también que más allá del puro y simple alivio de la pobreza las remesas «permiten incrementar el gasto de los hogares en áreas consideradas como importantes para el desarrollo, en particular, educación, empresarialidad y salud» (World Bank, 2006:117). Asimismo, si bien reconoce que falta evidencia que apoye la existencia de una relación positiva entre las remesas y el crecimiento económico, mantiene cándidamente el supuesto de que el gasto de remesas de los hogares implicará el alivio de la pobreza, consumo e inversión en capital humano, social y físico que a su vez catalizará el desarrollo. Se considera que estos patrones de gasto tendrán consecuencias expansivas para la economía de origen de los migrantes, cuyo crecimiento podría mantenerse capaz de contrarrestar las pérdidas de trabajo que busca empleo en el exterior (World Bank, 2006:104-105).

El supuesto predominante respecto del gasto de remesas es que de una manera u otra el ingreso de los migrantes genera resultados macroeconómicos favorables. Ya sea avivando la demanda doméstica por la vía del consumo, invirtiendo directamente en empresas formales o informales o «invirtiendo» en un conjunto más ambiguo de capital humano y físico, se espera que las remesas de los migrantes estimulen la actividad productiva en la economía local.

Sin embargo, los estudios empíricos de Sri Lanka (Athukorala, 1993; Karunaratne, 2008; Shaw, 2010) que incluyen el reciente trabajo de campo del autor (Whiters, 2016), indican que los beneficios esperados del uso de las remesas de los hogares y sus efectos multiplicadores están sobreestimados y simplifican demasiado el proceso de transferencia. Al analizar las presiones sociales y materiales localizadas en nudos clave en el flujo de ingreso de los migrantes (por ejemplo, la transición de salarios extranjeros hacia ahorros del hogar) se revela una serie de fugas y redireccionamientos que disminuyen el alcance de las remesas para beneficiar a las economías del país de origen en forma significativa (Whiters, 2016). Incluso antes de que los migrantes reciban su paga se realizan descuentos por alojamiento y comida,1 el costo de vivir en el exterior y las compras exigen más del ingreso. Luego de que las remesas son enviadas, aumentan en su mayor parte el consumo del hogar (a veces reemplazan otros ingresos) y financian el pago de deudas, recién llegan a ser ahorros que podrían destinarse a gastos más específicos (Whiters, 2016).

Dentro de los confines de la expresión de las expectativas sociales y de los medios limitados, se evidencia que esos ahorros son fácilmente gastados en vivienda, educación, joyería y bienes de consumo, en lugar de invertirlos en un negocio, lo que contradice las expectativas sobre el migrante empresario implicadas en la tesis de la «triple ganancia» (Whiters, 2016). Cuando se realizan inversiones, principalmente se efectúan bajo iniciativas de autoempleo informal que no responden a la noción de inversión productiva y de acumulación de capital implícitas en el lenguaje empresarial. Antes que impulsar el desarrollo entre los más necesitados, tal como propuso el Banco Mundial (2006), el gasto de remesas parece promover diversos grados de subsistencia y al mismo tiempo genera limitados dinamizadores que reconducen el ingreso fuera de las comunidades locales subdesarrolladas hacia los lugares donde se ha establecido la acumulación del capital en Sri Lanka y a través de los bienes importados hacia afuera de la economía (Whiters, 2016).

Este patrón de reorientación del ingreso ha sido parcialmente previsto por los autores de un documento de trabajo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el cual se muestran optimistas con relación al desarrollo basado en las remesas. He aquí sus precauciones acerca del efecto multiplicador esperado de las remesas:

Tres cuestiones generales pueden ser mencionadas con respecto a este efecto multiplicador. Primero, para que el gasto doméstico adicional se refleje en producción doméstica adicional se requiere ya sea capacidad ociosa o insumos nuevos que permitan esa producción. Cuando la producción está restringida por la capacidad productiva, el gasto adicional resultará en precios crecientes o en gasto en importaciones. Segundo, tal como ya se ha visto, el origen de los migrantes tiende a concentrarse en lugares y regiones específicas y no otras. El gasto local en estas áreas podría no tener mucho impacto en otras áreas si los enlaces multiplicadores son locales en su mayoría, lo cual depende de la magnitud del comercio de bienes y servicios más allá de la comunidad. Tercero, la transferencia de remesas ingresa a la economía a través de un grupo selecto de familias. Su consumo inicial podría ser o no similar al promedio nacional. A pesar de ello, luego de una o dos rondas en la cadena del ingreso-gasto, es probable que el efecto multiplicador del gasto de remesas sea similar al efecto multiplicador de cualquier otro gasto en la economíaT (Katseli, Lucas y Xenogiani, 2006).

Considerar tales cuestiones junto a la evidencia empírica de Sri Lanka sugiere que: a) el gasto en importaciones ocurre en vez de nuevas capacidades productivas o ya existentes (por ejemplo, la ausencia de un sector manufacturero diversificado); b) ya que la mayor parte de la migración de Sri Lanka se origina en áreas rurales subdesarrolladas, el gasto local promueve vínculos de efecto multiplicador con regiones más desarrolladas antes que con comunidades de origen; c) el gasto de hogares migrantes difiere del de hogares no migrantes, en tanto el gasto de las remesas facilita la compra de bienes de consumo duradero y otros bienes importados. Esto último es trascendental ya que ante la ausencia de industrialización el consumo de las remesas provocará en algún grado la dinamización de las importaciones de economías industrializadas emergentes o desarrolladas. El incremento de la demanda efectiva creado por las remesas podría también generar la dinamización de la producción local básica y de servicios, así como contribuir a la ampliación de las brechas globales del desarrollo al incrementar la demanda elástica de manufacturas con valor agregado de las economías industriales a escala.

Estos resultados ilustran el gasto de las remesas como un proceso de desarrollo desigual. En ese sentido, Sri Lanka aporta solidez a la percepción de que existen más trasfondos críticos en la teoría de la migración que invierten la causalidad entre «migración y desarrollo» haciendo énfasis en el desarrollo como una precondición para los resultados migratorios exitosos (Delgado y Márquez, 2009).

Contabilidad nacional y desarrollo

En toda la literatura sobre migración y desarrollo hay una tendencia a describir en términos axiomáticos los ingresos de divisas generados por las remesas como benéficos para la economía de origen de la migración. Ese supuesto es sostenido por autores críticos de las prácticas de migración laboral temporal, quienes consideran que los ingresos de divisas constituyen el lado positivo de una arriesgada estrategia de sobrevivencia de explotación. La literatura en el caso de Sri Lanka no es diferente, existen varios estudios que muestran grandes limitaciones y desafíos que enfrentan los hogares migrantes mientras que a la vez consideran que los beneficios macroeconómicos de los ingresos agregados de divisas son evidentes por sí mismos (Athukorala, 1993; Karunaratne, 2008; Eversole y Shaw, 2010).

La lógica implícita es que las remesas son vitales al proveer las divisas necesarias para apuntalar la cuenta corriente ante el contrapeso de los déficits comerciales, por lo tanto se mantiene la rupia fuerte y estable. A su vez, la fortaleza de la rupia mantiene accesibles las importaciones y permite al gobierno incrementar las reservas internacionales, las cuales facilitan el pago de los préstamos existentes y mejoran la credibilidad para posteriores préstamos internacionales que se requieren para financiar proyectos de desarrollo en curso. Puesto que las remesas son la única y más importante fuente de ingresos externos de Sri Lanka y el principal colchón en la Balanza de Pagos (BP) desde principios de los 1990, es fácil comprender por qué esa estabilidad ha sido construida como positiva. El principal problema con tal razonamiento es que cualquier posibilidad de beneficio para el desarrollo es altamente contingente respecto de la manera en que el gobierno utiliza el dinero que se presta, lo cual está limitado por circunstancias macroeconómicas incidentales. Una evaluación del potencial impacto positivo de las remesas como una fuente de financiamiento del desarrollo requiere la consideración de dos riesgos implícitos en esa estrategia macroeconómica: la ,enfermedad holandesae y la dependencia de la trayectoria.

Enfermedad holandesa

Es uno de los efectos secundarios negativos que se observan con más frecuencia en economías pequeñas que reciben flujos significativos de remesas con respecto al PIB, tal como claramente sucede en Sri Lanka. Incluso los más fervientes defensores del desarrollo basado en las remesas reconocen la posibilidad de que éstas -bajo tales circunstancias- deriven en esa enfermedad (Ratha, 2007:5). La expresión tiene su origen en la discusión acerca de la rápida apreciación de la moneda holandesa que sucedió a partir del descubrimiento de recursos de gas natural, así como del declive concomitante de la industria manufacturera que dejó de ser competitiva a causa de la distorsión monetaria; se aplica a cualquier situación en que una inyección aislada de capital en un área de la economía modifica el tipo de cambio real en detrimento de sectores de exportación tradicionales que no han sido alterados, lo cual resulta típicamente en una relocalización de los recursos desde los sectores transables a los no transables de la economía. Se ha visto que el flujo de remesas a Sri Lanka y a otras economías sudasiáticas (Bangladesh, India y Pakistán) ha producido ese efecto (Roy y Dixon, 2015).

A pesar de las ostensibles alteraciones a su régimen de tipo de cambio, Sri Lanka ha mantenido la rupia apreciada por las remesas (Lartey, Mandelman y Acosta, 2012). Tal como se ha mencionado previamente, el gobierno desea mantener una rupia fuerte ya que así se asegura que las importaciones sean accesibles y que los préstamos internacionales puedan obtenerse. Sin embargo, al sostener un elevado tipo de cambio, tácitamente ha sacrificado la posibilidad de orientar el capital de remesas, bajo la forma de préstamos para el desarrollo, hacia la diversificación de las exportaciones. Las emergentes industrias de exportación de Sri Lanka luchan en la competencia regional y en el contexto global de una «carrera hacia el fondo» respecto a los costos de manufactura, mientras que en Bangladesh y Camboya se apoderan progresivamente del predominio que alguna vez tuvo aquel país en la producción de ropa. El uso de las remesas con el propósito de fortalecer la cuenta corriente permite a Sri Lanka mantener una moneda fuerte, pero también genera una profunda contradicción macroeconómica pues erosiona el ya anémico componente exportador de la cuenta corriente, lo que requiere crecientes remesas para continuar amortiguando la bp. En tanto, y es lo típico de la enfermedad holandesa, el capital local en el sector de servicios no transable se ha beneficiado de las pérdidas en el sector manufacturero a través de un reacomodo de la demanda. Esto se ha visto reflejado por el marcado crecimiento de los bienes no transables en relación con los bienes transables junto con el crecimiento de las remesas (Lartey, Mandelman y Acosta, 2012).

Trayectoria de dependencia

Una segunda consideración tiene que ver con la trayectoria de dependencia de una estrategia de desarrollo basada en remesas. La presencia de remesas sustanciales sobre las exportaciones indica que la migración laboral temporal ya se ha convertido en un pilar macroeconómico que depende del desarrollo desigual, como un precedente estructural que garantiza la continua necesidad de que los económicamente marginados busquen trabajo en el exterior. Los datos de encuestas sugieren que la migración forzada es una experiencia fundamental entre los trabajadores pobres de Sri Lanka, quienes no buscarían empleo en el exterior si hubiera trabajo decente en el país (no necesariamente remunerado de manera equivalente) (Whiters, 2016). El uso del capital de remesas para financiar una visión inclusiva de desarrollo, que comprenda la generación de empleo local, necesita una ruptura contraintuitiva con la trayectoria de dependencia, porque al aliviar la presión estructural se corre el riesgo de «matar a la vaca» que produce ganancias de divisas provenientes del ingreso de los migrantes. Esta trayectoria de dependencia hacia el desarrollo desigual se refuerza mutuamente con la distorsión económica de la enfermedad holandesa que provocan las remesas. Por una parte, la rupia apreciada por las remesas financia proyectos de desarrollo pero impide la posibilidad de empleo masivo en el sector de producción para la exportación; por otra, una falta de inclinación estructural hacia la generación de empleo local aleja aún más la política industrial y asegura una creciente dependencia en las remesas con la finalidad de mantener fuerte la moneda. Puesto que la migración también funciona como una válvula de escape automática frente al latente descontento político originado por el desarrollo desigual, se puede sostener la marginalización de los pobres de Sri Lanka mientras los proyectos de desarrollo calman los más obcecados intereses del capital local.

Shaw describe así los síntomas de la dinámica de la dependencia respecto a la trayectoria del desarrollo desigual:

La clara realidad es que el desarrollo rural fuerte y que elimina la pobreza ha permanecido como un objetivo indefinible en muchos países en desarrollo y la historia reciente de Sri Lanka no permite ser optimistas. El flujo de remesas a Sri Lanka ha creado una vasta y nueva fuente potencial de capital de inversión y ha fortalecido la demanda de bienes y servicios localmente producidos. Sin embargo, no ha habido una expansión en la misma medida en la actividad de las empresas locales, porque el clima económico es altamente desfavorable, debido al conflicto civil, la elevada inflación, la débil intermediación financiera y la subinversión en infraestructura y capital humano en las áreas rurales donde vive una cuarta parte de la población (2010:28).

No obstante, al diagnosticar las deficiencias de Sri Lanka a través del lente del empresarialismo migrante, Shaw muestra la superficialidad del concepto y de todo tipo de «autoayuda» en la interpretación de los procesos de desarrollo. Lejos de estar determinado por un conjunto de imperfecciones puntuales de mercado, los acrecentados resultados desiguales del capital de remesas se insertan en estructuras históricas más amplias y no pueden comprenderse sin considerar las relaciones sociales capitalistas y la mediación de los Estados mediante la política de desarrollo. Por lo tanto, el análisis del modo en que Sri Lanka ha usado los préstamos para financiar proyectos de desarrollo y de quiénes han obtenido beneficios de esas políticas, es una herramienta útil con la intención de demostrar la trayectoria de dependencia de su economía basada en remesas.

Desarrollo financiado por remesas

Al concentrarse en Colombo, la política de desarrollo de Sri Lanka ha tenido un claro énfasis urbano. Ambos gobiernos, de Rajapaksa y Sirisena, han invertido de manera importante en el desarrollo urbano que, a través de sus respectivos proyectos «ciudad-puerto» y «megalópolis», aspiran a modernizar la imagen de la ciudad-Estado del sudeste asiático. El recién resucitado proyecto ciudad-puerto pretende crear una sección aparte de la ciudad construida en terrenos expropiados, lo que genera más superficie para los intereses privados, hoteles y un circuito de Fórmula 1 que alcanza los 1.4 billones de dólares de inversión pública (Ministerio de la Megalópolis y Desarrollo Occidental, MMWD, 2016). Asimismo, el proyecto megalópolis es una iniciativa de 20 billones de dólares que implica una reestructuración de Colombo a más largo plazo, en función de diferentes zonas, con distritos destinados al comercio, entretenimiento y cultura, situados en áreas que hasta hace poco tiempo estaban ocupadas por villas miseria de los pobres de Colombo (MMWD, 2016). El desarrollo ha sido descrito por la Autoridad de Desarrollo Urbano (ADU) como «embellecimiento de la ciudad»; el desplazamiento inducido por éste ha resultado en programas de relocalización urbana involuntaria que, a pesar de haber estado usualmente acompañados de infraestructura mejorada, suelen irrumpir en las vidas de los pobres en tanto las comunidades y las formas de vida endémicas del corazón de la ciudad son reunidas en la periferia (Stenholm, 2015).

Esta conmoción en el paisaje urbano se ha justificado con la intención de transformar

la totalidad de la región occidental en la más vibrante y habitable ciudad-región inteligente y cosmopolita del sur de Asia, creando oportunidades para todos sus habitantes e inversionistas, alcanzando los más elevados estándares medioambientales y de calidad de vida, garantizando armonía sociocultural y expandiendo su situación como localización preferida para las empresas y la industria (MMWD, 2016:130).

El MMWD ha afirmado: «Son urgentes los programas de regeneración de la comunidad de bajos ingresos, especialmente para que liberen los corredores económicos por ellos ocupados» (MMWD, 2016:105). Tales intenciones favorecen al capital local y extranjero, el cual se concentra en y alrededor de Colombo y se invierte en gran parte en el sector de servicios que el plan procura promover; no obstante, se hace poco por acomodar a los pobres urbanos -sin mencionar siquiera a la mayoría de la población que vive fuera de la ciudad o incluso fuera de la provincia occidental.

Al concentrar el desarrollo en Colombo como una ciudad-Estado en reposo, Sri Lanka está perpetuando un patrón histórico de desarrollo desigual que marginaliza la vasta economía rural. Ninguno de los préstamos contratados para financiar estos proyectos sería posible sin el ingreso de divisas provisto por las remesas de los migrantes; Sirisena ha retornado al crédito chino menos riguroso, luego de que las menguantes reservas internacionales menoscabaron la viabilidad de obtener financiamiento occidental.2 Al mismo tiempo esas remesas, esenciales en el financiamiento de los compromisos de largo plazo y las obligaciones de la deuda, dependen de la continuidad de las presiones para migrar que surgen del desarrollo desigual. La visión de desarrollo de Sri Lanka confirma la realidad de esta creciente contradicción.

Producción global y redes de reproducción

Las tensiones estructurales de la migración laboral temporal y del aparato institucional que las sostiene son reforzadas por las remesas de los trabajadores que proveen un alivio superficial a los pobres, mientras que promueven la dinamización de la demanda y del gasto para el desarrollo, que favorece sobre todo a un reducido segmento de la economía urbana. Este hallazgo no sólo contradice uno de los argumentos centrales del desarrollo migratorio, «la mayor parte de los beneficios económicos de la migración corresponden a los migrantes y sus familias» (World Bank, 2006:XII), sino que también enfatiza la importancia de evaluar la distribución relativa de los beneficios anunciados por la retórica de la «triple ganancia» de quienes deciden las políticas. Los desproporcionados retornos del capital local en relación con los propios migrantes se manifiestan en el desarrollo desigual y ello es pieza clave de la historia. Igualmente, son desproporcionados los retornos de las redes de producción y reproducción en la escala global. Al ampliar el alcance del análisis más allá de la economía local se encuentran indicios de que Sri Lanka está atrapada en un patrón más profundo de subdesarrollo con respecto a los centros de acumulación dentro de las economías receptoras de remesas y en toda la economía mundial.

El subdesarrollo es un concepto relacional. Por ende, una evaluación integral de los resultados del desarrollo migratorio no puede limitar su atención únicamente al desarrollo local, sino que debe situar la totalidad de la dinámica dentro de las correspondientes estructuras de acumulación de capital que dan forma a la economía mundial. Quienes se adhieren a la teoría de la «triple ganancia» declaran que las economías de origen se benefician de los flujos de remesas, de las soluciones al desempleo y de una ganancia en capital humano («movilidad de cerebros»), en tanto que las economías receptoras se benefician al atender las Enecesidadesn de sus mercados laborales. Estas expectativas contradicen los resultados en el caso de la economía de Sri Lanka y en las economías receptoras de remesas del Asia Occidental.

Beneficio para las economías receptoras de remesas

Tal como se ha argumentado en la sección precedente, en el mejor de los casos las remesas facilitan indirectamente la acumulación de capital y la inversión para el desarrollo, pero bajo restricciones intrínsecas que menoscaban la producción para la exportación y que refuerzan la trayectoria de dependencia o el desarrollo desigual de Sri Lanka. Debido al uso no productivo de las remesas y a que estimulan las importaciones, su impacto general es modesto y se halla tremendamente alineado con los intereses de corto plazo de las empresas locales que operan en la economía urbana. Ello se manifiesta en la expansión ya mencionada del sector de bienes no transables concentrado en Colombo, que se transforma rápidamente y en la explotación de los marginados por esos proyectos no inclusivos.

¿Qué pasa entonces con las supuestas «ganancias» en el alivio al desempleo y en la «movilidad de cerebros»? El argumento de que la migración laboral temporal representa un alivio al desempleo se corrobora por el continuo e histórico uso del empleo en el exterior como una «válvula de escape» para las concurrentes presiones políticas y económicas. Las estadísticas confiables sobre el empleo se remontan hasta 1991; según éstas, las tasas de desempleo han disminuido, mientras que el empleo en el exterior como porcentaje de la fuerza laboral se ha incrementado, eso ha reforzado el consenso de que la migración es la principal explicación de dicha tendencia (Institute of Policy Studies, IPS, 2013:144). Más discutible es la explicación del alivio del desempleo como algo beneficioso para la economía de Sri Lanka, ya que el empleo en el exterior suspende la responsabilidad en la creación de plazas laborales. Si bien las tasas de desempleo han disminuido desde 14.6 hasta 4.5 por ciento entre 1991 y 2014, los niveles de empleo se han mantenido constantes, pues se incrementaron de 48.6 hasta 52.4 por ciento en el mismo periodo (World Bank, 2016). Las tasas de participación en la fuerza de trabajo permanecen bajas (53.8 por ciento) (CBSL, 2016), en tanto que el subempleo parece extenderse a pesar de medirse inconsistentemente.3

El hecho de que esa mínima creación de empleos haya ocurrido en una economía caracterizada por el crecimiento en los servicios, junto con la persistencia de un enorme sector agrícola, es un síntoma de «migración en vez de desarrollo», donde la migración laboral sustituye al empleo y se logran ingresos de divisas que usualmente se conseguían a través de la producción para la exportación. No obstante, la prolongada dependencia en la migración como una opción de desarrollo puede reorientar precariamente la economía. Además de debilitar la competitividad exportadora con una moneda fortalecida por las remesas, la sobredependencia en la migración propicia obviar las presiones del desempleo y subempleo doméstico junto con mayores remesas que irrevocablemente llevan la estrategia de desarrollo de Sri Lanka lejos del modelo del empleo masivo a escala industrial, lo cual ha orientado el desarrollo económico en otras partes de Asia.

Las preocupaciones acerca de la relación entre desempleo, migración y desarrollo económico son compartidas por el Institute for Policy Studies (IPS) de Colombo, que considera que el desafío de retener a trabajadores calificados es un problema interconectado:

A pesar de la persistente disminución de las tasas de desempleo en Sri Lanka, todavía existen preguntas acerca de la naturaleza productiva de los empleos que están siendo creados en el actual clima económico. Además, aun cuando el número de migrantes de Sri Lanka que busca empleo en el exterior está en aumento, una creciente proporción de esos migrantes son trabajadores calificados, lo cual indica que las condiciones del mercado laboral doméstico son menos que favorables para tales trabajadores (IPS, 2013:18-19).

Este argumento cuestiona los beneficios esperados de la «movilidad de cerebros» para los países que envían migrantes, asimismo, alude a la realidad concreta de la migración laboral temporal y a los problemas de la oferta laboral en una economía subdesarrollada. En primera instancia, la migración laboral temporal de baja calificación implica el empleo en condiciones que no conducen al desarrollo de capacidades, lo cual equivale a una «movilidad de cerebros» hacia adentro. Los migrantes son orientados hacia formas básicas de empleo en el exterior; al no adquirir nuevas capacidades en ese lapso, su trabajo resulta subutilizado en la producción local a su retorno, de allí que prevalezca la repetición de la migración. Al mismo tiempo, la creciente dependencia macroeconómica en la migración ha pasado por alto la posibilidad de desarrollar esfuerzos de política para alentar la migración temporal de trabajadores capacitados y así maximizar el flujo de remesas, ello crearía una tensión con la necesidad concurrente de retener fuerza de trabajo altamente calificada para la producción local.

El Banco Mundial sugiere esta precaución respecto de la «movilidad de cerebros» que experimentan las economías de origen de la migración: «Para algunos países resulta difícil generar empleo productivo para muchos trabajadores capacitados debido a la pequeña escala de su economía o porque las políticas educativas han sido mal orientadas y han tenido como resultado una enorme oferta de graduados universitarios para quienes no existen empleos adecuados» (World Bank, 2006:XIV).

En el contexto del desarrollo migratorio lo anterior contribuye a una comprensión inadecuada. La falta de capacidad productiva limita la posibilidad de retener fuerza de trabajo capacitada, pero esa es una condición básica del subdesarrollo que resulta de estructuras históricas de las relaciones del capitalismo global. También es resultado de la imitación pedagógica en la educación terciaria en el Sur global, donde a menudo las universidades tienen algún vínculo institucional con sus contrapartes en el Norte global y, por tanto, estructuran las calificaciones conforme a necesidades laborales que no corresponden (Potts, 1990). Dado que la mayoría de los países en que se origina la migración refleja tales circunstancias, carece de sentido plantear la hipótesis de la «movilidad de cerebros», ya que la migración laboral temporal calificada se origina debido a una gran demanda de mano de obra en economías relativamente más desarrolladas, donde se da la mayor parte de la acumulación de capital. Concerniente a la migración de baja calificación, el Banco Mundial no aporta nada al afirmar:

La emigración de baja calificación puede ser una valiosa válvula de escape para la insuficiencia de empleo en el país. Sin embargo, en el largo plazo, las políticas de los países en desarrollo deberían orientarse a generar empleos adecuados y rápido crecimiento en vez de depender de la migración como una alternativa a las oportunidades de desarrollo (World Bank, 2006:XIV).

Si bien las necesidades de desarrollo local de los países de origen de la migración son obvias, se pasa por alto que la dependencia de las remesas es un proceso de causación acumulativa y que intrínsecamente menoscaba las capacidades o tendencias de creación de oportunidades laborales para el trabajo calificado y no calificado.

Ganancia de las economías receptoras

A diferencia de los supuestos beneficios que deberían tener los migrantes y las economías de origen, la Agananciag de las economías receptoras se observa más fácilmente. Mientras el impacto económico de las remesas es en gran medida indirecto y limitado por factores endógenos, que afectan el consumo de los hogares, así como por las políticas de desarrollo, el empleo de los trabajadores migrantes en los países receptores de migración permite, de manera directa, la acumulación de capital al proveer un ejército «flexible» de reserva laboral.

El Banco Mundial tiene menos reservas en la discusión acerca de los beneficios que produce la migración laboral temporal en las economías receptoras:

Los países de destino pueden disfrutar de beneficios económicos significativos de la migración. El incremento en la disponibilidad de mano de obra incrementa los retornos al capital y reduce el costo de producción. El modelo de simulación desarrollado para este estudio muestra que un incremento de la migración desde los países en desarrollo que sea suficiente para elevar en 3 por ciento la fuerza laboral de un país de ingresos altos podría incrementar el ingreso de la población nativa de esos países de ingresos altos en 0,4 por ciento. Más aún, los países de ingresos altos podrían beneficiarse con una mayor flexibilidad del mercado laboral y de una mayor fuerza laboral debido a costos más bajos de servicios, tales como el cuidado infantil, y tal vez de economías de escala y de mayor diversidad (2006:XII).

Para las economías receptoras del Asia Occidental, que de forma anómala se han desarrollado independientemente de la industrialización debido a la concentración de vastas reservas de petróleo para poblaciones pequeñas, la capacidad de atraer un ejército de reserva de trabajo migrante ha sido una solución in situ para la escasez de trabajo doméstico. En 1975, justo antes de que la migración de Sri Lanka comenzara, las estimaciones del Banco Mundial (2016) sugieren que en los países que conformaban el Gulf Cooperation Council (GCC) había 2.1 millones de trabajadores migrantes que en conjunto representaban 20 por ciento de la población. Para 2010 eran 15 millones de trabajadores, que representaban 33 por ciento.

Más que atender la escasez de mano de obra, los países del GCC han explotado de forma sistemática a los trabajadores migrantes como insumos laborales baratos para sostener el desarrollo y catalizar la diversificación económica más allá de la producción de petróleo. Asia Occidental es una región que acumuló su riqueza pronto, incluso antes de que se establecieran los parámetros del desarrollo humano e infraestructural; por ello, la región dependió de la migración laboral para construir y atender los dinámicos contornos de sus economías petroleras. Los trabajadores migrantes constituyen la mayoría de la fuerza de trabajo en todas las economías del GCC; la concentración de la migración laboral varía entre países, pero ostenta hasta 95 por ciento de la fuerza laboral en Catar y en los Emiratos Árabes Unidos (Fanack. Chronicle of the Middle East & North Africa, 2016).

Estos trabajadores son empleados en la construcción de infraestructura física; asumen el trabajo de cuidado profesional y doméstico, asimismo proveen trabajo de bajo costo que permite la acumulación de capital en el sector de bienes no transables que se expande y se ha convertido en el principal motor del crecimiento regional fuera de las exportaciones de petróleo (IMF, 2013). Al poner en práctica una especie de soberanía del empleador, los países del GCC han atraído un ejército de reserva segmentado de migración laboral para focalizar aspectos específicos de su propio desarrollo. Trabajadores varones de baja calificación originarios de varias regiones subdesarrolladas compiten de manera abstracta en la provisión de trabajo manual barato para completar proyectos de construcción de infraestructura comercial y residencial. De igual modo, un exceso de trabajadores de servicio sin empleo local decente compite para trabajar en los sectores de bienes no transables que diversifican las economías del GCC; más notorio aún, los trabajadores domésticos provenientes de distintos contextos son fetichizados en el marco de una jerarquía racial informal que otorga mayor prestigio a trabajadores del cuidado de países relativamente más desarrollados o consolidados como países de origen de migración (Castles y Miller, 2007).

Al realizar el trabajo sucio, peligroso y degradante, que los ricos locales solicitan pero que son incapaces de realizar por sí mismos, los migrantes temporales pueden ser descritos en los términos de Cohen (1987) como los «nuevos ilotas», una subclase de trabajadores casi libres desplazados por el subdesarrollo en los países de origen de la periferia regional y llevados a los procesos de acumulación central dentro de las economías receptoras. A diferencia de los propios ilotas -que conforman un cuerpo homogéneo de trabajadores subyugados- la propia variedad de este ejército de reserva de migración laboral es fundamental para su explotación, ya que los Estados pueden enfrentar una oferta laboral subdesarrollada en contra de otra para reducir los costos laborales. En el caso de los países del GCC, la «ganancia» de tener acceso al ejército de reserva de la migración laboral ha sido el instrumento que ha dinamizado su desarrollo.

Conclusión: economía de remesas

Los resultados desiguales de la migración laboral temporal entre Sri Lanka y Asia Occidental ponen en tela de juicio la noción de la generación de una «triple ganancia» respecto a cualquiera de las mediciones absolutas generales. En términos relativos existe una clara estratificación de los beneficiarios al comenzar por el capital extranjero y terminar en el trabajo migrante; en términos más abstractos, los desarrollados ganan más que los que están en desarrollo, lo que incrementa las disparidades relativas entre ambos. No obstante, la migración laboral temporal sigue recibiendo apoyo tanto de las economías de origen de la migración como de las economías receptoras. Para Sri Lanka la promoción del empleo en el exterior se constituye en una estrategia de desarrollo clave; a pesar de que implicaría un acuerdo mutuamente beneficioso entre las economías expulsoras y receptoras, la aparente superposición de intereses puede entenderse como el eco de las preferencias de facciones influyentes de capital local y extranjero.

En la trayectoria de dependencia de Sri Lanka concerniente a la migración se encuentran los velados (y políticamente poderosos) intereses de corto plazo de aquellos que se benefician en forma directa de los arreglos de los mercaderes de trabajo, empresas del sector de servicios urbanos y la misma elite política, en lo que se refiere al alivio de las presiones del desarrollo y el financiamiento de proyectos superfluos. Sin embargo, si la migración laboral temporal y el flujo de remesas disminuyen de manera consistente, el tipo de cambio y los niveles de demanda local caerían de igual modo, dañarían esas mismas facciones de capital más rápido de lo que la movilidad de factores permite la reinversión rentable en industrias emergentes. Al continuar adoptando políticas que promueven la migración y el correspondiente régimen de acumulación por subordinación, Sri Lanka protege los intereses de corto plazo de actores particulares a expensas del desarrollo inclusivo. Irónicamente, los intereses de largo plazo del capital están siendo también comprometidos, ya que la falta de desarrollo inclusivo -en última instancia- reducirá el crecimiento de los salarios y la demanda local en detrimento de toda la economía.

Por tanto, el comercio y la producción son aspectos esenciales en la historia del subdesarrollo migratorio. Los migrantes laborales temporales y las economías de origen quedan incrustadas en una división transnacional del trabajo que se ha definido como la demanda in situ de trabajadores, tal como lo es la terciarización de la producción industrial (Cohen, 1987). Es importante notar que los movimientos de capital (ingreso de ied) y movimientos de trabajo (salida de trabajadores migrantes) rara vez se sobreponen de manera significativa al interior de la misma economía en desarrollo. Mientras algunos países están atrapados en una «carrera hacia el fondo» de la producción industrial, otros han surgido como «exportadores de trabajo». Esas economías de remesas poseen características comunes de comercio y producción que por lo habitual incluyen la ausencia de industrialización, junto con el deterioro de los términos de intercambio para exportaciones inelásticas de escaso valor.

La migración internacional priva a una nación de sus trabajadores más innovadores, calificados y ambiciosos, quienes ofrecen la base para la creación de una economía diversificada basada en la industria y los servicios (...) Lo que queda es un estado clientelar dependiente de exportaciones agrominerales, turismo y -por supuesto- remesas de migrantes (Petras, 2007:49).

Aunque la descripción de Petras se refiere a la experiencia de México con la migración laboral temporal a Estados Unidos, en Sri Lanka, Filipinas, Nepal, Indonesia y varias economías caribeñas se aplica de igual modo, pues se ajustan a las características de las economías de remesas. Se aprecia que las economías reconocidas como «historias exitosas» de desarrollo migratorio (Corea del Sur, España, Taiwán y Turquía) (De Haas, 2010:256) han tenido flujos migratorios más pequeños y cualitativamente diferentes, además de una industrialización promovida por el Estado e inmigración, lo que muestra una realidad económica distinta.

Es evidente que para Sri Lanka el «préstamo» de fuerza laboral a cambio de capital de remesas ha sido más fácil y lucrativo que romper con la trayectoria de dependencia necesaria para emplear el mismo trabajo localmente. Más que relocalizar el trabajo para subsidiar la producción y los servicios extranjeros, la migración ha transformado la economía del cuidado al mercantilizar el trabajo reproductivo a fin de subsidiar regímenes de cuidado en el exterior, ello ha causado un déficit de cuidado en el país de origen. En tanto, el flujo de ingresos de los migrantes se canaliza como demanda básica para las economías receptoras antes de ser redistribuido a través del consumo de remesas de los hogares; elemento dinamizador que no puede ser absorbido por Sri Lanka debido a las mismas condiciones de subdesarrollo que en principio alientan la migración. Por un lado, existe una limitada acumulación de capital en las industrias de exportación y en el sector de bienes no transables; por otro lado, la demanda de importaciones contribuye al crecimiento de las economías industriales desarrolladas que a menudo se retiran del flujo de migración laboral temporal. Puesto que no se vislumbra la escalera del desarrollo industrial, a Sri Lanka no le queda más que enfrentar su vulnerable sobredependencia en remesas, como una fuente exógena de capital para el desarrollo que se encuentra precariamente ligado a la continuidad de la buena suerte de las economías petroleras de Asia Occidental.

Referencias

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1 En el caso de los trabajadores varones, las trabajadoras domésticas reciben cobijo sin que implique un gasto adicional.

2«La postura hacia China ha cambiado completamente», declaró a Reuters el portavoz del gabinete, Rajitha Senaratne, «¿Quién más nos dará dinero, dadas las estrechas condiciones en occidente?» (Aneez, 2016).

3Los datos de CBSL de 2004 registran una tasa de subempleo de 25 por ciento, empero, el siguiente dato disponible en la encuesta anual de fuerza de trabajo de 2014 reporta una tasa de tan sólo 2.7 por ciento.

Matt Withers, investigador y conferencista australiano-británico, trabaja en el Centro de Migración de Asia y el Pacífico en la Universidad de Sídney, Australia. Sus áreas de investigación incluyen migración, subdesarrollo, capital de remesas, desarrollo desigual y género en el desarrollo. Recientemente ha publicado «Sri Lanka: between working realities and gendered fictions», «Patriarchy, labour markets and development: contesting the sexual division of labour in Sri Lanka» con J. Biyanwila y Redefining a rights-based approach in the context of temporary labour migration in Asia con N. Piper y S. Rosewarne.

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