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Migración y desarrollo

versão impressa ISSN 1870-7599

Migr. desarro vol.14 no.27 Zacatecas Jul./Dez. 2016

 

Coyuntura y debate

Reflexiones sobre la cuestión migratoria México-Estados Unidos ante el triunfo electoral de Donald Trump

Reflections about the migratory issue Mexico-United States in light of Donald Trump electoral triumph

Raúl Delgado Wise* 

* Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos. Profesor investigador del programa de Doctorado en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. México.


Resumen:

Este trabajo aporta un marco analítico para explicar y desmitificar causas e implicaciones de la migración mexicana a Estados Unidos en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Se argumenta que la escalada migratoria iniciada en 1982 y que relativamente en corto tiempo convirtió a México en el principal país de emigrantes del mundo guarda una estrecha relación con la estrategia de reestructuración de las grandes corporaciones multinacionales bajo la égida neoliberal. Las dos promesas de campaña de Donald Trump en relación con la inmigración mexicana y el TLCAN son analizadas desde este mirador, a través del cual se desvelan las contradicciones y los desafíos que ambas promesas plantean para la economía mexicana y la de Estados Unidos. Ello a su vez resalta la decadencia y la crisis por la que atraviesa el imperialismo estadounidense.

Palabras clave: migración; TLCAN; imperialismo; relaciones México-Estados Unidos; Donald Trump

Abstract:

This paper provides an analytical framework to explain and demystify the causes and implications of Mexican migration to the United States under the North American Free Trade Agreement (NAFTA). It is argued that the migratory escalation that began in 1982 and which in a relatively short period made Mexico the leading emigrant country in the world is closely associated to the restructuring strategy followed by the large multinational corporations under the aegis of neoliberalism. Donald Trump's two campaign promises in relation to Mexican immigration and NAFTA are analyzed from this vantage point, which reveals the contradictions and challenges that both promises pose for both the Mexican economy and the United States. This in turn highlights the decline and crisis faced by us imperialism.

Key words: migration; NAFTA; imperialism; Mexico-US relations; Donald Trump

Introducción

La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos es producto y resultado de la profunda crisis política y económica por la que atraviesa el capitalismo contemporáneo y en particular el imperialismo estadounidense. Más allá de la incertidumbre que el triunfo electoral de Trump plantea concernientes al escenario económico y geopolítico internacional, resulta esencial reflexionar, aunque sea brevemente, acerca del significado para Estados Unidos y México de dos de sus principales promesas de campaña: a) la deportación masiva de inmigrantes mexicanos indocumentados, acompañada de la construcción de un muro fronterizo entre ambos países, el cual además, según ha afirmado de modo reiterado, será pagado por México (Trump, 2016a); y b) la cancelación o drástica renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) (Trump, 2016b). El propósito de este trabajo es ofrecer una explicación desmitificadora del significado e importancia estratégica que la migración, y en concreto la migración mexicana, tienen para la economía y sociedad estadounidense. Asimismo, se discierne la manera en que la trama migratoria y el TLCAN se inscriben en un proceso de integración asimétrica y subordinada de la economía mexicana con la estadounidense. Desde esa operación desmitificadora se plantean las potenciales consecuencias que las dos promesas de campaña del magnate neoyorkino tendrían y los desafíos que, en términos generales, suponen para la clase trabajadora y sus organizaciones.

La migración en el contexto del imperialismo estadounidense

Bajo la égida de la globalización neoliberal comandada por Estados Unidos la migración figura como un elemento consustancial a la crisis civilizatoria en curso por la que transita la humanidad entera. Si bien la migración opera como un elemento contrarrestante de la caída tendencial de la tasa de ganancia (al abaratar los costos de la fuerza de trabajo), se inserta también en la trama impulsada por el capital monopolista estadounidense en mancuerna con el Estado imperial para afianzar su poder económico, político, social, cultural y militar. A fin de comprender este fenómeno resulta fundamental tener presente la profunda reestructuración emprendida por el capital monopolista dentro del andamiaje neoliberal: a) el predominio del capital monopolista financiero, que por medio del control, la emisión y la circulación de capital ficticio y al operar en condiciones de financiarización logra apropiarse de una enorme y desproporcionada porción de la riqueza social bajo la hegemonía del dólar (Bello, 2006); b) la reestructuración de los sistemas de innovación a través de la cual las grandes corporaciones con epicentro en Silicon Valley logran poner a su servicio fuerza de trabajo altamente calificada proveniente de la periferia, reduciendo costos laborales, transfiriendo riesgos y responsabilidades y capitalizando los beneficios mediante la apropiación y la concentración de patentes (Delgado, Chávez y Rodríguez, 2016); y c) la configuración de redes globales de capital monopolista con las que las grandes corporaciones multinacionales expanden sus tentáculos hacia zonas periféricas en busca de fuerza de trabajo barata y recursos naturales, mientras aprovechan los diferenciales salariales imperantes en el horizonte Norte-Sur, con operaciones de subcontratación (outsourcing) y comercio intrafirma (maquilización) (Delgado y Martin, 2015).

La migración, y en específico la migración mexicana, hacia los Estados Unidos se inscribe en dicha trama, cuyo detonante ha sido la aplicación, a rajatabla, de los programas de ajuste estructural (fincados en la tríada: apertura, privatización y desregulación) con un impacto devastador en nuestras economías. Por un lado, tales programas se proponen desmantelar el aparato productivo "nacional" y generar una desbordante masa de población redundante o desempleada (en el caso mexicano 60 por ciento de la Pea ha sido arrojada a las filas de la informalidad). Por el otro, han hecho factible la maquilización de la economía (80 por ciento de las exportaciones del país provienen de las plantas de ensamble bajo el disfraz de exportaciones manufactureras) y, en contraparte, han provocado una desbordante migración laboral que, en esencia, adquiere el estatuto de migración forzada. De esa manera, como se aprecia con claridad en el siguiente gráfico, a raíz de la implantación de las políticas neoliberales en el país y la suscripción del TLCAN, la migración mexicana hacia Estados Unidos se ha incrementado de forma exponencial hasta convertir al país en el principal exportador de migrantes del mundo.

Fuente: compilación de Censos decenales, 1850-1990; Pew Hispanic Center, 1994-2010 (Passel & Cohn, 2011); SIMDE-UAZ, de 2011 a 2015 con base en la Current Population Survey (CPS), suplemento de marzo.

Gráfica 1 Desbordamiento de la migración mexicana a Estados Unidos. 

El panorama descrito quedaría incompleto si no se considera que a los 12 millones de mexicanos que radican en Estados Unidos hay que sumar una comunidad de origen mexicano de poco más de 30 millones. No puede ni debe omitirse tampoco, en tanto reflejo de las condiciones en las que se despliega la migración mexicana, que el país cuenta también con el mayor número de migrantes indocumentados del planeta y que se ha convertido en el principal corredor de migración de tránsito del mundo, con todos los costos que ello implica en materia de inseguridad humana, desapariciones forzosas y muerte.

A lo anterior habría que agregar los profundos cambios cualitativos experimentados por la migración mexicana. Entre otros, de un patrón circular se ha transitado a uno de carácter más permanente; la participación femenina e indígena han crecido significativamente; el espectro de actividades laborales en el que se insertan los mexicanos se ha diversificado hacia el sector industrial y una variada constelación de servicios, no obstante que la agricultura estadounidense continúa "mexicanizada" y crecientemente "indigenizada"; el fenómeno se ha extendido a casi toda la geografía de los dos países, a lo que se suma la progresiva selectividad que acusa el fenómeno: los niveles de calificación laboral de los emigrantes mexicanos se elevaron ostensiblemente y con ello su participación en las esferas de ciencia, tecnología e innovación de Estados Unidos.

Cabe subrayar que a raíz de la crisis en Estados Unidos, desencadenada en 2007, se ha producido una desaceleración de la migración mexicana, acompañada de deportaciones masivas a lo largo de la administración del presidente Barack Obama, las cuales ascienden a poco más de 2 millones, junto con un endurecimiento sin precedentes de las políticas migratorias y de control y militarización fronterizos. Con seguridad, esta situación adquirirá matices aún más dramáticos en la administración del presidente Donald Trump.

A los datos referidos habría que añadir algunos indicadores, por lo general invisibilizados y distorsionados, que revelan la importancia estratégica que la migración mexicana ha tenido y aún tiene para la economía y la sociedad estadounidenses debido al envejecimiento de la población nativa y el aumento de la demanda laboral en ese país. Independientemente del traslado de partes del proceso productivo de las grandes corporaciones hacia el extranjero, referido y criticado innumerables veces por Trump, lo cierto es que una parte significativa de la demanda laboral en Estados Unidos ha debido ser cubierta por población inmigrante: 45.2 por ciento entre 2000 y 2015, de acuerdo con cifras oficiales de ese país, como se aprecia en la Gráfica 2. Es pertinente acotar que la fabulosa demanda de fuerza de trabajo inmigrante por la economía estadounidense no se corresponde ni por asomo con el número de visas efectivamente otorgadas por su gobierno, lo que revela que la criminalización de vastos sectores de la población inmigrante, tildados de "ilegales", son el fruto de una política de Estado encubierta que no sólo Trump y sus seguidores, sino la mayoría de analistas y ciudadanos estadounidenses, pasa por alto.

Fuente: SIMDE-UAZ, de 2000 y 2015 con base en CPS-ASEC, suplemento de marzo.

Grafica 2 Crecimiento de la demanda laboral en Estados Unidos 2000-2015. 

El aporte de los inmigrantes al desarrollo de la economía más grande del mundo constituye otro dato ignorado y obnubilado por gran parte de los analistas del fenómeno migratorio. Con base en la estimación del valor del PIB generado por la fuerza de trabajo según su grupo étnico y origen migratorio, es posible calcular, con un alto grado de precisión, el inapreciable aporte que los inmigrantes, primordialmente de origen mexicano, han hecho al crecimiento de la economía estadounidense. En efecto: de 2000 a 2015, 40.8 por ciento del crecimiento de su Pib obedeció a la contribución de los migrantes. Si a ello se agrega a los mexicanos de segunda y tercera generación, el aporte total ascendería a 57.8 por ciento (véase Gráfica 3). Salvo por la ignorancia del magnate estadounidense y de la mayoría de sus seguidores, resulta incomprensible la embestida que pretende llevar a cabo en contra de quienes han sido en las últimas décadas uno de los motores fundamentales de la economía estadounidense.

Fuente: SIMDE-UAZ, 2000 y 2015 con base en U.S. Bureau of Economic Analysis, Gross Domestic Product by Industry Accounts, y U.S. Census Bureau, CPS-ASEC, suplemento de marzo.

Gráfica 3 Aporte de los inmigrantes al crecimiento del PIB de Estados Unidos. 

Más aún, al analizar la problemática inmigratoria por lo general se deja de lado un hecho central: Estados Unidos concentra, según datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, 30 por ciento de las patentes registradas en el mundo. De allí estriba su fortaleza en los acuerdos de "libre comercio" que ha suscrito con la mayoría de los países del mundo y que le han abierto la puerta a sus grandes corporaciones multinacionales. Lo importante a destacar es que más de la mitad de las patentes son generadas por inmigrantes; de éstos, los provenientes de países del sur o periféricos cumplen un papel cada vez significativo. De hecho, los primeros cinco países de inmigración calificada a Estados Unidos son India, México, Filipinas, China y Corea del Sur (en ese orden). En adición, resulta más impresionante todavía el crecimiento de los posgraduados mexicanos en el vecino país del norte, los cuales ascendieron en los últimos 25 años del noveno al tercer lugar (Gráfica 4).

Fuente: SIMDE-UAZ, de 1990 y 2000 con base en U.S. Bureau of Census y American Community Survey (ACS), 2010; (*) CPS, suplemento de marzo 2015.

Gráfica 4 Incremento de la población con posgrado nacida en México y que reside en Estados Unidos. 

Finalmente, es pertinente cuestionar la visión dominante sobre la relación entre migración y desarrollo que prevalece en los principales foros multilaterales y agencias internacionales encabezadas por el Banco Mundial, esto es, el famoso mantra de las remesas (Castles y Delgado, 2008). Al respecto, cabe subrayar que los recursos que los migrantes envían a sus familias, lejos de representar un subsidio Norte-Sur y un poderoso impulso para el desarrollo del país de origen, entrañan exactamente lo opuesto: una modalidad de intercambio desigual que implica un subsidio Sur-Norte. En efecto, al efectuar una estimación conservadora del costo de la migración para México y se considera el costo de reproducción social del migrante con la edad y el nivel educativo al momento de su arribo por vez primera a Estados Unidos (tomando en cuenta sólo la canasta de alimentación básica y el costo de la educación pública), es posible aseverar que el costo para México a lo largo del periodo del TLCAN duplica al menos el total acumulado de remesas recibidas en el mismo lapso (Delgado, Márquez y Gaspar, 2015). Además, si esos migrantes hubieran nacido y sido educados en Estados Unidos su costo hubiese sido cinco veces superior. Ello demuestra de modo fehaciente que la migración, en las condiciones actuales, a contra sensu de lo que esgrime Trump, representa una modalidad de intercambio desigual que no rinde únicamente cuantiosos beneficios a la economía y la sociedad estadounidenses, sino que resulta indispensable para su crecimiento y dominación planetaria.

Los desafíos para Estados Unidos y México que plantean las promesas de campaña de Donald Trump

Por lo expuesto en el punto anterior, la victoria de Trump, de seguir fiel a sus promesas de campaña, implicaría un duro golpe al imperialismo estadounidense. Su demagogia, ignorancia, racismo, xenofobia, misoneísmo e inexperiencia política, en su afán de encontrar culpables de la crisis por la que atraviesa Estados Unidos, amenaza no solamente con la deportación a millones de migrantes mexicanos que cargan con el estigma de la "ilegalidad", sino que conlleva una intimidación hacia el poder corporativo y financiero de la primera potencia del orbe. De cumplir Trump sus promesas de campaña, erosionaría las bases sobre las que se finca el poder monopólico e imperialista del coloso del norte y arrastraría con ello lo que aún queda de la alicaída y desdibujada American way of life. Es evidente en ese sentido que, en el fondo, Trump carece de un proyecto económico y geopolítico para superar la crisis global del capitalismo estadounidense y occidental.

Asimismo, el triunfo electoral de Trump da cuenta de un cuestionamiento profundo a la clase política estadounidense. En la contienda electoral, los dos partidos dominantes, demócratas y republicanos, evidenciaron la profunda crisis en la que se hallan, ante el hartazgo y la desconfianza de la población con el establishment político. Más allá de la ignorancia de Trump y de los segmentos de la población que respaldaron su candidatura, lo cierto es que uno de los saldos notables de la elección fue haber desmitificado la fortaleza y la transparencia de la supuestamente paradigmática e infalible democracia estadounidense.

La elección de Trump afecta y deja huérfana a la clase política mexicana, profundamente subordinada frente a los intereses del país vecino del norte y que hoy enfrenta una crisis interna de graves dimensiones. El TLCAN ha sido un verdadero desastre para el país: en vez de reducir brechas con Estados Unidos y Canadá, nos ha distanciado todavía más en casi todos los indicadores sociales y económicos; y, en cambio, nos ha acercado a Guatemala, nos ha "guatemalizado". La situación del pueblo mexicano no podía ser peor en términos de precarización laboral, explotación, pobreza, exclusión y discriminación social, despojo y violencias sistémicas.

Bajo tal perspectiva, el modelo neoliberal que se implanta en México, en particular en el contexto del TLCAN, representa una negación categórica del precepto neoclásico-neoliberal que afirma que una apertura indiscriminada entre naciones en el "libre comercio" generará importantes beneficios mutuos, independientemente de sus disímiles fuerzas relativas, historias, aparatos productivos y niveles de desarrollo. En el caso mexicano se instaura lo que en otros lugares se ha caracterizado como un modelo exportador de fuerza de trabajo barata y de saqueo de recursos naturales. Dicho modelo, profundamente excluyente y expoliador, se distingue por la articulación y combinación de cuatro mecanismos, a saber: la industria maquiladora, el sector de la maquila encubierta, la emigración de trabajadores mexicanos a Estados Unidos y un extractivismo altamente predatorio. Lejos de encarnar un caso exitoso de industrialización orientada al exterior, el modelo configura una forma regresiva, básica de "subprimarización" y primarización de las exportaciones (Delgado y Cypher, 2007; Cypher y Delgado, 2010).

La población migrante, forzada a salir de manera masiva del país, se enfrenta a una situación de doble migración forzada ante la amenaza de Donald Trump de llevar a cabo deportaciones multitudinarias desde el primer día de su mandato. No cabe duda que este panorama resulta extremadamente crítico y a la vez desafiante. Por un lado, se vislumbra una profundización de la crisis sistémica por la que atraviesan México y Estados Unidos, que hace resonar como nunca antes un verso del himno nacional mexicano: "Y retiemble en su centro la tierra...". Por otro lado, la elección de Trump destapó la caja de pandora y colocó con firmeza en el tablero político la urgente necesidad de emprender procesos de transformación de gran calado en Estados Unidos, e incluso con mayor urgencia en México. No se puede negar la realidad y la ruta trazada hasta ahora por la desprestigiada y caduca clase política mexicana es insostenible.

El panorama para la clase trabajadora y su organización: ¿Quo Vadis?

La incertidumbre provocada por la llegada de Trump a la Casa Blanca pone en tela de juicio al imperialismo estadounidense y acentúa, aún más, la crisis del sistema capitalista (Amin, 2013). En ese contexto, la embestida neoliberal sobre la clase trabajadora ha sido brutal. Los migrantes constituyen, sin lugar a dudas, uno de sus segmentos más vulnerables. El desafío para ellos, y en específico para los que son agobiados con el estigma de "ilegales", es encontrar formas activas de resistencia y rebeldía que los vinculen con la lucha anticapitalista que se despliega desde abajo a lo largo y ancho del planeta. No se trata de una ruta fácil ni se halla a la vuelta de la esquina. Los movimientos indígenas y campesinos en América Latina han abierto nuevas y creativas avenidas para avanzar en esa dirección (Zibechi, 2016).

Y aunque coincido con varios colegas en que el sistema capitalista vive una crisis terminal (Wallerstein, 1999) y que la llegada de Trump al poder no es más que un síntoma de la profundidad de dicha crisis, lo cierto es que el sistema no se derrumbará por sí solo. La hidra capitalista (utilizando la extraordinaria metáfora zapatista) tiende a regenerar sus cabezas y seguirá sembrando caminos de destrucción y muerte mientras no seamos capaces de unificar y organizar a la clase trabajadora: obreros, campesinos, indígenas, migrantes y en general a los miles de millones de damnificados por el sistema capitalista en torno a un proyecto o a una multiplicidad de proyectos (un mundo en el que quepan muchos mundos) capaces de trascender el orden o desorden imperialista y capitalista imperante.

Bibliografía

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