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Migración y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-7599

Migr. desarro vol.10 no.18 Zacatecas ene. 2012

 

Artículos

 

Migración México-Estados Unidos en cifras (1990-2011)

 

Selene Gaspar Olvera*

 

*Unidad Académica en Estudios del Desarrollo-SIMDE.

 

Resumen

Este trabajo tiene como finalidad analizar la evolución de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos y el crecimiento poblacional resultante de la descendencia de inmigrantes en ese país. Como fundamento empírico se retoman las estadísticas oficiales de ambos países a partir de los años noventa del siglo pasado. Se analiza también, con información obtenida a nivel de hogares, la fecundidad de los migrantes mexicanos y su descendencia, así como su movilidad dentro de la unión americana, con la intención de establecer una medida del arraigo de los mexicanos y sus hijos avecindados en ese país. Por otra parte, se monitorean los flujos que se dirigen a la frontera norte con la intención de cruzar a Estados Unidos, las entradas de connacionales a ese país, además de los retornos y la inmigración reciente de estadounidenses a México. Se analizan también las probables relaciones entre los cambios detectados en el patrón migratorio, la crisis económica iniciada en Estados Unidos a finales de 2007 y el endurecimiento de las medidas implementadas en ese país para frenar la migración.

Palabras clave: migración, migrantes de retorno, desempleo, México, Estados Unidos.

 

Abstract

The purpose of this essay is to discuss the figures provided by statistics from the United States and Mexico since the nineties about the migratory process between both countries. I also look into the evolution of Mexican emigration to the United States and the growth of its offspring born and residing in the United States, as well as into fertility among Mexican migrants and their children, and their mobility within that country, based on information obtained from households to establish how rooted Mexicans and their children are in our neighboring country to the north. On the other hand, there is a review of the flow of people who head to the northern border attempting to cross it, the entry of Mexicans into the United States, and the return and recent immigration of United States nationals to Mexico. I finish with an analysis of the possible links among changes detected in the migratory pattern, the economic crisis that began in the United States at the end of 2007, and the strengthening of measures that have been implemented to restrain migration.

Key words: migration, immigration, emigration, returning migrants, unemployment.

 

La migración debería ser, sí, una posibilidad,
pero no la última salida resultado de una vida
sin opciones, sin derechos, "sin papeles".

Leticia Calderón Chelius

 

INTRODUCCIÓN

Como resultado de las investigaciones realizadas en torno a la migración, se ha mostrado que los flujos migratorios internacionales son resultado de una estrategia individual y familiar ante la falta de oportunidad en los países de origen. Si bien es un fenómeno complejo y de larga data, la emigración de mexicanos a Estados Unidos se ha caracterizado por su casi unidireccionalidad —89.4% de la emigración es hacia aquel país (INEGI, 2010)—, debido a la vecindad y masividad (Delgado y Mañán, 2007), y al carácter primordialmente laboral. La migración se sustenta en vínculos familiares, sociales y culturales, en factores de oferta y demanda de trabajo y en condicionantes socioeconómicas e históricas. Estos vínculos se hacen visibles por las complejas redes sociales y familiares que propician que segmentos importantes, sobre todo laborales, respondan con cierta rapidez a la información y oportunidades originadas en Estados Unidos. Todo ello ha propiciado la masificación de la migración a ese país, aunado a que hoy un importante número de personas nacidas en ese país sea de origen mexicano.

Dos rasgos perfilan el carácter primordialmente laboral de los migrantes mexicanos: 88% tiene entre 15 y 64 años (ACS, AÑO) y 58% son indocumentados (Passel y Cohn, 2011). La demanda de mano de obra de ciertos sectores de la economía estadounidense, sobre todo el terciario, y los diferenciales salariales impulsan los principales flujos (Giorguli, Gaspar y Leite, 2006). Evidentemente, las condiciones adversas —y recurrentes— de la economía mexicana, y la dinámica económica del país receptor, modulan las trayectorias laborales. No obstante, parece que las medidas restrictivas implementadas por el gobierno estadounidense para desalentar la inmigración indocumentada, ahora sí están conteniendo la entrada masiva de personas, a pesar de que en el pasado habían fracasado.

La intensidad del fenómeno y los cambios en el patrón migratorio confirman que los factores que determinan la migración y la permanencia de los mexicanos en Estados Unidos son muy variados y complejos (Massey, Pren y Durand, 2009; Passel y Cohn, 2009). La migración masiva que se observa hasta 2006 se ha visto reducida de manera importante a raíz de la crisis económica en Estados Unidos, iniciada a finales de 2007.

La disminución se ha intensificado por el fortalecimiento e incremento de las medidas restrictivas orientadas a frenar la migración indocumentada, acrecentadas como nunca a raíz del ataque a las torres gemelas en septiembre de 2001. En términos políticos, este episodio ha dado origen a lo que Massey et al. (2002) calificaron como la era de la "contradicción". La intensidad de la emigración y el patrón migratorio reciente presentan cambios importantes que ya se venían observando y que se habían identificado como los "nuevos elementos del patrón migratorio": el mayor origen urbano de los migrantes, la migración de familias completas, aumento en el tiempo de permanencia en Estados Unidos, acompañada ahora de un mayor retorno (aunque sin ser masivo), mayor presencia femenina, niveles de escolaridad más altos, un mayor número de mexicanos en actividades del sector terciario, la diversificación de los lugares de origen y destino (Cornelius y Marcelli, 2000; Durand, Massey y Mendoza, 2003; Gaspar y López, 2009).

Ahora se observa una reducción importante en el número de personas que logran cruzar la frontera. Al tiempo, cada vez menos personas de reciente ingreso logran permanecer en territorio estadounidense, mientras que las que ya se establecieron han aumentado su tiempo de estancia. No obstante, los flujos migratorios, aunque han ido en descenso, siguen siendo altos, incluso por arriba de los observados antes de la recesión económica de 2007. Estos flujos se componen, principalmente, por personas indocumentadas y sin experiencia migratoria, por lo cual existe mayor riesgo en el tránsito, al tiempo que aumentan los costos para cruzar. Asimismo, el desempleo y las medidas restrictivas implementadas al interior del país han propiciado una mayor movilidad interna de los mexicanos y sus descendientes en Estados Unidos; por ende, los estados de mayor atracción han ido perdiendo importancia, propiciando una mayor dispersión del fenómeno migratorio en Estados Unidos.

 

EVOLUCIÓN DE LOS MEXICANOS EN ESTADOS UNIDOS (197O-2O11)

Estados Unidos ha sido, y es, el principal destino de los migrantes mexicanos. Estimar el número de mexicanos que año con año pierde el país debido a la migración internacional no es una tarea fácil, debido a que ésta se caracteriza por ser primordialmente indocumentada y a que los instrumentos de medición utilizados hasta el momento —a pesar de ser vastos en su número y de mejor calidad en ambos países— no captan en su totalidad los componentes complejos de este fenómeno. No sólo las encuestas estadounidenses subestiman ciertos grupos poblacionales, en especial el de los indocumentados (Lowell, Perdenini y Passel, 2008); este rasgo está presente, sobre todo, en las fuentes mexicanas, que tienen, además de diversas restricciones conceptuales, incompatibilidad en el tiempo (Corona, 2002; López y Gaspar, 2010 y Corona, 2011).1

Sería prematuro diagnosticar o afirmar que la migración de mexicanos hacia el extranjero, con destino principalmente a Estados Unidos, ha llegado a su fin. Tal afirmación nos llevaría a suponer que la economía de Estados Unidos no mejorará, que la nuestra ha mejorado y seguirá mejorando en el corto plazo, que es —y será capaz— de absorber toda la fuerza laboral disponible en el país y que la información para medir la migración internacional (censos o encuestas) generada en ambas naciones es perfecta, así como los procedimientos y preguntas utilizadas para su medición. Además, tendríamos que ignorar tanto el fortalecimiento de las redes familiares y sociales derivadas de la larga tradición migratoria de los mexicanos al vecino país del norte,2 como el hecho de que, hasta el día de hoy, por lo menos 34 millones de personas de origen mexicano viven en Estados Unidos, lo cual no es poca cosa.

La dinámica pasada y actual que presenta este fenómeno demográfico lo hace aún más complejo y, por lo tanto, de relevante importancia para ambos países, no sólo desde el punto de vista estadístico, sino también político, social y cultural, y desde la perspectiva de seguridad y derechos humanos (Partida, 2008).3 Para México lo es aún más, si se considera que, como expulsor de población, pero también como destino y paso de miles de migrantes de distintas partes del mundo, principalmente de Centroamérica, juega un triple papel en la migración internacional.

Aunque la emigración de mexicanos a Estados Unidos es de larga data, es hasta 1970 que el número de nacionales radicados en ese país empieza a ser visible, con cerca de 900 mil mexicanos; desde entonces, México figura como uno de los principales emisores de emigrantes a ese país, aunque, para esas fechas, le anteceden en orden de importancia Alemania, Italia y Canadá. En 1980, el número de connacionales era de poco más de 2 millones; a partir de ese momento, México destaca, por mucho, como el principal país emisor de emigrantes a Estados Unidos, seguido de Alemania (1 millón de personas). En 1990, el número de mexicanos se duplica (4.4 millones); ahora le siguen en orden de importancia como principales inmigrados en ese país los alemanes (con 1.1 millones) y los filipinos (con 1 millón). Entre 1980 y 1990 entraron 219 mil mexicanos al año; se estima, además, que había 18 mil migrantes temporales en 1990.

A pesar de la crisis económica por la que pasó Estados Unidos en los años noventa, se observa un crecimiento sostenido del número de connacionales viviendo de manera habitual en el vecino país del norte. Por su parte, a finales de 1994, México comienza una terrible crisis económica que derivó en una devaluación del peso y en tasas de desempleo altas, lo que debió ser un estímulo más para que la migración continuara creciendo como lo había hecho durante esta década. De acuerdo con Medina (1996:129), "la migración se intensifica cuando existe no sólo el foco de atracción en el polo del destino, sino cuando se hace crítico el foco de expulsión en el tradicional punto de expulsión de origen de los migrantes". Con base en la American Community Survey (ACS) de 2010, cada año, entre 1990 y 2000, ingresaron 366 mil connacionales a Estados Unidos; sin embargo, esta cifra fue superior, ya que los datos de la ACS corresponden a los migrantes que hasta 2010 permanecían todavía en Estados Unidos. Con el censo de 1990, se calcula que en ese mismo periodo ingresaron anualmente 428 mil mexicanos.

El censo estadounidense de 20004 contabilizó 9.3 millones de mexicanos, es decir, 4.9 millones más que el de 1990, periodo en que la población mexicana alcanzó el mayor crecimiento absoluto y relativo; poco más de tres de cada diez (35%) declaró haber vivido en México en 1995. México prevalece como principal emisor de emigrantes a ese país, seguido ahora por Filipinas (1.4 millones) y Alemania (1.2 millones); para este año, la oficina de Censo de Estados Unidos estima que había 31 mil migrantes temporales originarios de México.

Todo parecía indicar que la migración de mexicanos a Estados Unidos disminuiría a raíz de los acontecimientos ocurridos en 2001 —el ataque a las torres gemelas y la recesión económica de Estados Unidos, iniciada en ese mismo año—, y así fue durante los dos meses siguientes al ataque (Zúñiga y Gaspar, 2006). Sin embargo, se puede verificar que el número de mexicanos continuó creciendo, aunque con menor intensidad, hasta por lo menos 2007: entre 2001 y 2007, esta cifra pasó de 9.4 a 11.9 millones, es decir, su monto creció en 2.4 millones, lo que equivaldría a aproximadamente 356 mil ingresos anuales; con base en la ACS de 2010, se calcula que en ese periodo ingresaron 388 mil mexicanos al año, 22.7% del total de nacionales en Estados Unidos.

A raíz de la crisis económica que comenzó a finales de 2007, el número de mexicanos se mantuvo prácticamente constante hasta 2010: su monto creció en 68 mil e ingresaron 265 mil mexicanos durante ese periodo. A un así, México —con casi 12 millones (ACS, 2010)— conserva su posición con el mayor número de connacionales en Estados Unidos, seguido ahora por Filipinas (1.89 millones) e India (1.81 millones). Si consideramos la década completa (2000-2010), al año tuvieron que ingresar 400 mil migrantes mexicanos para alcanzar el monto estimado para 2010.

La cifra más reciente de mexicanos viviendo en Estados Unidos — calculada en 11.6 millones— se obtiene del suplemento de marzo de 2011 de la Current Population Survey (CPS). Esta última cifra representan el 28.8% de los 40 millones de habitantes nacidos fuera de Estados Unidos, que en conjunto con su descendencia (34 millones) conforma el grupo de individuos más grande de hispanos (50 millones, i.e., 67.4%). La importancia numérica de esta población es para ambos países, aunque para México lo es más, si se considera que representa el 30% respecto de su propia población de 2010. La composición por sexo indica el predominio de hombres en relación con las mujeres migrantes mexicanas en todo el horizonte de análisis, sobre todo durante 2007-2010, periodo en que se observa, año con año, un descenso en las entradas de migrantes (véase gráfica 1).5

Al menos hasta 2005, México figuraba como el principal país expulsor de migrantes a nivel mundial, seguido por China y Pakistán. Durante el periodo de 2000-2005, la pérdida neta anual internacional de mexicanos oscilaba en 400 mil, de acuerdo con el United Nations International Migration Report (2009), y 475 mil, según los datos de Conapo (2006), ubicando a México como el país con el mayor número de connacionales fuera de su territorio y en territorio estadounidense. Recientemente el Pew Hispanic Center publicó un estudio donde se estima que, entre 2005 y 2010, emigraron a Estados Unidos 1.4 millones de mexicanos, casi la mitad de los que se estima que entraron entre 1995 y 2000 (3 millones). De acuerdo con este estudio, en ese mismo periodo se trasladaron de Estados Unidos a México 1.4 millones de mexicanos con sus hijos, concluyendo que la migración neta internacional de México se redujo a cero, y tal vez menos, durante el periodo en cuestión. Cabe aclarar que los autores indican que esto no se puede confirmar con precisión.6

 

EVOLUCIÓN DE LOS ESTADOUNIDENSES DE ORIGEN MEXICANO (1990-2011)

El creciente número de mexicanos asentados en Estados Unidos ha propiciado que hoy exista un importante número de personas de ascendencia mexicana nacida en ese país. Siendo México el principal emisor de migrantes desde hace ya más de tres décadas, y dadas las características que han prevalecido en esta población (en edades productivas y reproductivas), no resulta sorprendente que también crecieran los hijos de mexicanos nacidos en territorio estadounidense, es decir, el grupo que conforma la segunda generación, la cual aumentó su población a una tasa anual de 4.1% entre 1994 y 2011.7

A estas dos poblaciones habría que sumar a quienes, habiendo nacido en Estados Unidos, se declaran de origen mexicano (tercera generación o más);8 esta población creció a una tasa similar a la segunda generación (4.0% anual, 1994-2011), pero a una tasa superior durante la década de los noventa. Realizar esta distinción entre el conjunto de poblaciones que conforman la de origen mexicano9 en Estados Unidos es importante debido a que sus características sociales, económicas y demográficas varían según la generación.

En 18 años, la población estadounidense de origen mexicano se duplicó al pasar de 11 millones, en 1994, a 22 millones, en 2011. En conjunto, representan 8.3% de los estadounidenses y 65.6% de la población de origen mexicano que vive en ese país. Esta población exhibe una estructura poblacional diferente (más joven: 21 años), que complementa la del resto de la población nativa de ese país (nativos de raza blanca no hispana: 40 años) (véase cuadro 1).

 

NIÑOS NACIDOS DE INMIGRANTES MEXICANOS: EFECTO A LARGO PLAZO DE LA INMIGRACIÓN

El crecimiento de la inmigración mexicana en Estados Unidos se ve reflejada en el paulatino aumento de su descendencia nacida y radicada en ese país. La ACS ofrece una aproximación al número de nacimientos ocurridos durante el año previo al levantamiento de la encuesta de las mujeres de 15 a 49 años de edad. Bajo el supuesto de que cada mujer tuvo un hijo por evento, los resultados obtenidos indican que hubo 4.2 millones de nacimientos durante 1999, de los cuales 8.5% eran de mujeres nacidas en México y 6.1% de mujeres estadounidense de origen mexicano. En conjunto, contribuyeron con el 14.6% (616 mil nacimientos) del total de nacimientos ocurridos en ese año.

La composición etaria más joven de estas mujeres se ve manifestada en una mayor proporción de mujeres procreando en comparación con los otros grupos poblacionales en estudio. Diez años después, se observa una disminución en el número de nacimientos de las mujeres mexicanas y un aumento en el de su descendencia. Las mujeres mexicanas radicadas en Estados Unidos tuvieron 346 mil hijos durante 2009; el 50% de estas mujeres ingresó entre 2000 y 2010, y casi un cuarto de ellas ingresó entre 2005 y 2010. Si consideramos que durante el periodo 1994-2011 la descendencia de mexicanos creció en 11 millones, entonces, en promedio, las mujeres mexicanas o de origen mexicano en edad fértil tuvieron 605 mil hijos por año (ver cuadro 2).

La siguiente información muestra la fecundidad de la población residente en Estados Unidos por grupo de origen. En general, las cifras muestran que las mujeres mexicanas radicadas en ese país tienden a tener más hijos que las mujeres en México. En 2009, las mujeres residentes en México experimentaron una tasa global de fecundidad (TGF) de 2.4 hijos por mujer (INEGI, 2010), mientras que la TGF de las mujeres mexicanas residentes en Estados Unidos para ese mismo año asciende a 3.1 hijos por mujer (ACS, 2010). A pesar de que la fecundidad de las mujeres inmigrantes mexicanas en Estados Unidos es de las más altas en todos los años y grupos de población en observación, se puede constatar que su fecundidad ha ido en descenso.

La fecundidad de las mujeres de origen mexicano nacidas en Estados Unidos es menor que las de sus madres; además, su nivel de fecundidad ha ido en descenso. La TGF descendió de 2.6 hijos por mujer en 1999 a 2.2 en 2009; y contribuyeron con el 8% (332 mil nacimientos) del total de nacimientos ocurridos durante 2009 (4.1 millones) (ver cuadro 2 y gráfica 2).

De acuerdo con Camarota (2005), los niños nacidos de inmigrantes son, probablemente, el más importante efecto a largo plazo de la inmigración. La fecundidad puede ser vista como una medida de integración de los inmigrantes, y el hecho de que las personas estén optando por tener más hijos puede indicar que se sienten relativamente optimistas sobre el futuro. Un estudio sociodemográfico, laboral y social de los hijos de mexicanos radicados en Estados Unidos, así como un mejor conocimiento de su fecundidad, permitirá llegar a conclusiones más precisas sobre el impacto que la inmigración de mexicanos ha tenido sobre el crecimiento de la población de ese país y sobre el efecto que tiene y tendrá esta población sobre los servicios públicos que otorga el gobierno, además del resultado que el creciente número de estadounidenses de origen mexicano tendrá sobre su política a largo plazo, ante la posibilidad de un acuerdo migratorio que beneficiaría a sus padres, hermanos, abuelos y parientes que se encuentran viviendo de forma ilegal en ese país.

 

HOGARES ARRAIGADOS

Una revisión de la información a nivel de hogares nos dará una buena idea del arraigo de los mexicanos y sus hijos en Estados Unidos. Estadística derivada de la ACS de 2010 informa que, en poco más de 10 millones de hogares (7.7%), al menos una persona es de origen mexicano, y que en 8.1 millones de éstos, el responsable del hogar es una persona de origen mexicano: 4.2 millones de hogares son encabezados por una persona nacida en México, uno de cada dos de estos jefes ingresó al país antes de 1990 y casi 8 de cada diez antes del año 2000. En 3.9 millones de hogares el jefe es un estadounidense de origen mexicano. Los hogares donde todos sus miembros son personas nacidas en México asciende a 1.1 millones (26% del total de hogares con jefe nacido en México); de éstos, el 37% tiene una vivienda totalmente pagada o que está pagando. Para el conjunto de hogares donde el dirigente es una persona originaria de México, la vivienda es propia totalmente pagada en el 33.5% de los casos, y en el 12.8% la vivienda se está pagando. Esta relación entre los hogares mexicano-estadounidenses es del 39 y 14%, respectivamente.

Por otro lado, el 24.4% de los mexicanos ha obtenido la ciudadanía estadounidense, uno de cada dos declara hablar inglés en el hogar y siete de cada diez ingresó a Estados Unidos antes de 2000. Estos datos muestran el fuerte arraigo de los mexicanos en Estados Unidos, con un fuerte componente de familias establecidas, factor que sin duda será determinante en el término —o no— de la migración de mexicanos al vecino país del norte.

 

FLUJOS MIGRATORIOS EN DESCENSO. ENTRADAS A ESTADOS UNIDOS EN DECLIVE

La información reciente con que se cuenta tanto en México como en Estados Unidos nos dice que se ha reducido la magnitud del flujo de mexicanos que año con año ingresan o se van a Estados Unidos, y que el número de mexicanos radicados en ese país se ha mantenido prácticamente constante a partir de 2007. Este comportamiento puede atribuirse al refuerzo e incremento de las medidas implementadas para frenar la migración indocumentada en la frontera norte y al interior del país, así como a la crisis económica por la que está pasando Estados Unidos, y que deriva en tasas de desempleo altas que afectan de manera importante a los mexicanos y sus descendientes, más que al supuesto hecho de que, según René Zenteno,10 nos "encontramos ante una nueva era de la migración México-Estados Unidos, la cual se ha reducido y tiende a ser negativa como resultado de una mejoría de la economía mexicana y por el fuerte impacto que ha tenido en la población de jóvenes el acceso a la educación".

Si bien el flujo de migrantes a Estados Unidos ha ido en descenso, se puede constatar con información derivada de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte (Emifnorte) que aún es alto e incluso se ha mantenido cercano a los 500 mil (2010). Esta población sigue saliendo del país por las mismas razones que en el pasado: para trabajar y buscar trabajo (63.4%, 2010). Antes de la actual crisis económica de Estados Unidos, casi ocho de cada diez emigraban por esa misma razón.

Por otro lado, con base en las tres líneas tradicionales de pobreza estimadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se puede observar que, aunque el número de pobres se iba reduciendo (1996-2005), aumentaba a partir de 2006. Asimismo, se calcula que en ese año el 42% de la población del país y el 35.5% de los hogares vivía en condiciones desfavorables que no les permitían satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, salud, vivienda, educación, transporte, vestido y calzado. Se estima que actualmente el 51.3% de la población y el 43.7% de los hogares se encuentra en esta situación. En 2011, el 25.7%, es decir, 79.8 mil aspirantes a la educación media superior no lograron obtener lugar en alguna de sus opciones.11 Hay, además, alrededor de siete millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan —los ninis—, población que con toda seguridad busca trabajo activamente o deserta de la escuela por las presiones económicas persistentes en el país.12 Asimismo, la tasa de empleo informal ha ido en aumento. En esta materia, los datos son contundentes (véanse gráficas 3 y 4).

Por su parte, Passel (2011) considera que, en el supuesto de que le economía de Estados Unidos mejorará, es preferible para los inmigrantes que ya se encuentran ahí no regresar a México. Si regresaran al país, sus condiciones económicas quizá no serían mejores que las que tienen allá: la desigualdad salarial entre ambos países hace la diferencia entre los principales sectores económicos en que se emplean los mexicanos que emigran a Estados Unidos (Giorguli y Gaspar, 2008); una persona que trabaja en Estados Unidos en manufactura gana 46 mil dólares, mientras que en México su salario medio es de 26 mil (SIMDE-UAZ, 2011).

La crisis "sin duda impactará la vida de los migrantes mexicanos y sus familias, que tendrán que hacer uso de sus recursos y estrategias sociales y económicas para permanecer en Estados Unidos (...); el retorno a México podría ser una decisión extrema que tomarán cuando se agoten las demás opciones" (Alarcón, 2008: página). Esto ha sido así, y los datos lo corroboran ya que, a pesar de lo difícil que han sido estos últimos tres años para los mexicanos y sus descendientes, no ha habido un retorno masivo al país y el volumen de mexicanos en Estados Unidos se ha mantenido cercano a los 12 millones desde 2007.

Por otro lado, la economía mexicana no ha mejorado lo suficiente y no hay indicios sólidos para asegurar que seguirá mejorando, así como no los hay para asegurar que la crisis económica de Estados Unidos seguirá empeorando. La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) espera que la actividad económica y las condiciones del mercado laboral mejoren gradualmente; incluso, ya existen indicios de una recuperación económica moderada, así como una recuperación de puestos de trabajo (véase gráfica 4).

Si bien el incremento en la vigilancia de las fronteras ha hecho que sea mayor el peligro y los costos para ingresar a Estados Unidos, cuando las personas entran ya no quieren volver: uno de cada dos manifiesta que permanecerá en ese país lo más posible (Emifnorte, 2010). Además, la evidencia internacional histórica asienta que las recesiones económicas de los países de destino tienden a disminuir los flujos migratorios, pero no los revierten, mientras que las crisis económicas del país de origen tienden a estimular la emigración.13

En un estudio presentado por Bancomer en noviembre de 201014 —"Situación Migración México"— se menciona que la variable con mayor influencia en la decisión de emigrar hacia Estados Unidos es el empleo en dicho país, por encima de la falta de oportunidades en México y por encima de los diferenciales salariales entre ambos países. De esta forma, cuando el empleo en Estados Unidos aumenta, la migración mexicana también lo hace, y lo contrario ocurre cuando el empleo disminuye, es decir, el principal motor en la migración mexicana hacia Estados Unidos es la demanda de empleo hacia los trabajadores mexicanos. En las crisis económicas, la oferta de empleo baja; al haber menos puestos de trabajo disponibles, los incentivos a emigrar se reducen y viceversa (García Zamora, 2011).15 Esta situación implica una íntima relación con la recuperación económica de Estados Unidos.

Con estadísticas de México se puede constatar que ahora la población migrante tiene menos éxito para cruzar, y menos aún para permanecer en Estados Unidos; sin embargo, el flujo de migrantes que se dirigen a la frontera norte con esta intención, aunque presenta un patrón de descenso, es cercano a los 500 mil eventos (Emifnorte, 2010). Las estadísticas de México confirman que la migración hacia Estados Unidos es totalmente creciente durante el periodo 1995-1999; en promedio, emigraron al año cerca de 300 mil personas y a partir de 2007 comienza a decrecer en 1%; entre 2008 y 2009 decreció en 9%. Por otra parte, del total de personas que salieron del país en 2005, retornó sólo el 2.9%; en 2007 salieron 202 mil personas y retornó el 23%. Conforme pasa el tiempo, la proporción de retornos aumenta en relación a los que salieron en el mismo año, es decir, los migrantes son menos exitosos, situación que puede atribuirse también a la menor circularidad de los migrantes mexicanos y a su mayor componente de población indocumentada y sin experiencia migratoria: casi nueve de cada diez tienen estas características16 (véanse gráfica 5 y cuadro 3).

La Emifnorte informa que el descenso del flujo sur-norte comenzó a partir de 2008: pasó de 748 mil, a casi 500 mil eventos en 2010. El hecho de que miles de connacionales continúen dirigiéndose a la frontera norte con la intención de cruzar, a pesar de las medidas restrictivas implementadas en Estados Unidos y de los demás riesgos y costos que implica, puede atribuirse a la incapacidad de la economía mexicana para generar suficientes empleos y condiciones favorables. Tal situación ha posicionado la búsqueda de trabajo como una de las principales causas de la migración.

En 1995, tres de cada diez mexicanos se dirigían a Estados Unidos con la intención de trabajar, mientras que seis de cada diez lo hacía para buscar trabajo (90%). A la fecha, se mantiene esta relación, así como el deseo del migrante de incrementar su nivel de vida y el de su familia. Como segunda causa principal de migración figura la reunificación familiar; esta razón era poco significativa en 1995, sin embargo, a partir de 2000 ha incrementado su importancia. El flujo de personas es primordialmente de carácter laboral, aunque la mayoría no tiene experiencia migratoria y es indocumentada. Otros rasgos interesantes son que dos de cada diez personas manifiestan que piensan quedarse en Estados Unidos todo el tiempo que se pueda, que tres de cada diez contratan pollero, además de que se percibe una mayor participación de las mujeres en estos flujos.

El flujo de personas devueltas por la Patrulla Fronteriza se caracteriza por la falta de experiencia migratoria y por su mayor componente laboral. Las estadísticas de los registros administrativos de México y Estados Unidos informan de un mayor número de detenciones y deportaciones en relación a esta encuesta, aunque presentan el mismo patrón de descenso. En cuanto al flujo de retorno, se puede constatar que no ha sido masivo y que cada vez retornan menos: a tres de cada diez los regresó la "migra"; de éstos, uno de cada dos piensa regresar a Estados Unidos algún día (ver cuadro 3).

El número de mexicanos que ingresa año con año a Estados Unidos también ha ido en descenso, aunque con mayor intensidad, situación que se observa independientemente de la fuente (ACS o CPS) y del procedimiento utilizado. Este descenso comenzó incluso antes del inicio de la recesión económica de Estados Unidos (2007). No obstante, la determinación del número de personas que entra año con año tiene un margen muy grande que depende, como se puede observar, tanto de la fuente como del procedimiento que se elija, margen que podría ser mayor, ya que estas encuestas subestiman el número de los indocumentados (ver gráfica 6).

Con todo, es posible anticipar que el descenso de ingresos se debe, sobre todo, a las medidas cada vez más severas enfocadas a desalentar la emigración, a las altas tasas de desempleo aún observadas en el vecino país del norte, y al hecho de que, como se ha visto, la mayoría de los que conforman el flujo actual que se dirige a ese país carece de experiencia migratoria y es indocumentada17 (ver cuadro 4).

 

AUMENTO DE LAS ACCIONES CONTRA MIGRANTES, RECESIÓN ECONÓMICA Y DESEMPLEO

A raíz del ataque a las torres gemelas en 2001, Estados Unidos ha invertido en seguridad nacional sumas muy importantes: el presupuesto destinado para la Patrulla Fronteriza pasó de 4,300 billones de dólares, en 2000, a 56,336 billones de dólares, en 2011; es decir, el monto asignado aumentó 12 veces durante ese periodo. Además, el US Department of Homeland Security inició en 2006 la construcción de una barda a lo largo de la frontera entre México-Estados Unidos. Junto con estas medidas, se da el hecho de que en varios estados del país se han promulgado leyes antiinmigrantes, que criminalizan a los migrantes indocumentados.

Estadísticas del Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos y estimaciones del Pew Hispanic Center indican que México es, por mucho, el principal país de origen de los migrantes indocumentados; se estima que su número pasó de 8.4 millones, en 2000, a 12 millones, en 2007, año en que se observa su máximo histórico. Sin embargo, las medidas restrictivas y el desempleo han mermado el número de indocumentados: para 2010, esta cifra se calcula en 11.2 millones, es decir, 800 mil menos que en 2007. La disminución de la población es a la baja, sobre todo, en los mexicanos: en 2007, se calculaban 7 millones de mexicanos sin documentos, mientras que en 2010 se registran 6.5 millones. Aun así, los mexicanos siguen siendo los que conforman el grupo más numeroso de inmigrantes no autorizados: el 58% del total (Passel y Cohn, 2010).

Como ya se ha mencionado, la emigración a Estados Unidos es un proceso difícil que conlleva grandes riesgos y costos para las miles de personas que año con año deciden salir del país en busca de mejores oportunidades. Anualmente mueren cerca de 400 personas en su intento por cruzar la frontera, principalmente mexicanos; por lo mismo, es crucial que los encargados de tomar decisiones en ambos países, propicien los mecanismos necesarios para no criminalizar a los migrantes y privilegiar, en cambio, sus garantías individuales y su integridad física.

Papademetriou señala que una reforma migratoria integral, justa y equilibrada, debe incluir:

• Canales legales de ingreso a Estados Unidos que sean suficientemente amplios, flexibles y realistas;

• Alternativas que den solución a los millones de residentes indocumentados para que eventualmente puedan regularizar su condición migratoria, y

• Medidas que garanticen el cumplimiento de la ley migratoria y el fortalecimiento de la seguridad interna (García Zamora, 2008).18

 

No hay que olvidar que los 42 millones de migrantes —documentados o no, e independientemente de su origen—, aportan grandes beneficios económicos a Estados Unidos. Si bien es cierto que requieren de servicios públicos que representan una carga para el gobierno estadounidense, también lo es el hecho de que, con su trabajo, consumo y pago de impuestos, producen recursos que benefician al país. Aún siendo indocumentados, hacen uso y consumo de bienes y servicios que tienen una carga fiscal, y así contribuyen al gasto gubernamental. Un estudio realizado por Delgado, Márquez y Rodríguez (2009) muestra la contribución de los mexicanos a la economía de Estados Unidos; entre sus principales hallazgos están que los migrantes mexicanos:

• Satisfacen el incremento de la demanda laboral;

• Contribuyen directamente al PIB: 531.6 mil millones de dólares, en 2008, y

• Estimulan el mercado interno a través del consumo: 400 mil millones de dólares, en 2008.

 

La contribución directa al PIB por parte de los mexicanos se mantiene como factor importante en la economía de Estados Unidos: en 2010, llegó a 586 mil millones de dólares (mmdd), mientras que la de su descendencia alcanzó los 626 mmdd. Entre 1994 y 2010, el PIB de Estados Unidos creció en términos reales 4,219 mmdd (a precios de 2010), de los cuales, 358 mmdd fueron aportados por mexicanos, lo que representa el 8% de ese incremento; por su parte, los mexicanos nacidos en Estados Unidos contribuyeron con 273 mmdd, lo que representa el 6% (Delgado y Gaspar, 2012) (véase gráfica 7).

 

DESEMPLEO EN ESTADOS UNIDOS

La entrada de los mexicanos en Estados Unidos, así como sus oportunidades de empleo, aumentan o disminuyen de acuerdo con las condiciones económicas imperantes en ese país. Al inicio de la década de los noventa, la economía estadounidense sufrió un importante declive que afectó principalmente el empleo de los mexicanos y su descendencia: la tasa de desempleo de los inmigrantes mexicanos era de poco más de 11% entre 1994 y 1996, mientras que la de sus hijos pasó de 10.9 a 11.1%. A pesar de las altas tasas de desempleo observadas, en promedio ingresaron 380 mil mexicanos por año durante ese periodo (véanse gráficas 6 y 8).

A inicios de 1994, la economía mexicana sufrió un importante desplome que favoreció el incremento de la migración hacia Estados Unidos; este flujo se acentuó sobre todo a partir de 1997, cuando se recuperaron la economía y el empleo en ese país. Entre 1997-1999, ingresaron al año 462 mil migrantes mexicanos; su tasa de desempleo pasó del 9% al 6.7%. A partir de 2000, se observa un crecimiento en la tasa de desempleo de los mexicanos que continúa hasta 2003, al pasar del 7.2% a 9.6%, producto de la crisis económica de 2001; aun así, durante el periodo 2000-2003 ingresaron anualmente 470 mil mexicanos. La población estadounidense de origen mexicano ostentaba una tasa de desempleo cercana al 8%; los más afectados por esta crisis fueron los nativos negros no hispanos, con una tasa del 7.9%, en 2000, y del 11.6%, en 2003.

En los siguientes tres años (de 2004-2006), el empleo de los mexicanos se recupera nuevamente: logran emplearse 9 de cada 10 y durante ese periodo ingresan al año 374 mil connacionales. El rápido crecimiento de la tasa de desempleo es un factor que nos permite constatar el fuerte impacto que la crisis económica iniciada a finales de 2007 ha tenido sobre el mercado laboral de ese país, independientemente del origen de su población: a inicios de 2007, esta tasa era del 5.1%; indicador que alcanza su valor máximo histórico de 10.3 por cada cien personas económicamente activas en 2010.

Los estadounidenses de origen mexicano observan tasas de desempleo muy por arriba de la media nacional, e incluso más altas, en relación con los nacidos en México y con los nativos blancos no hispanos, siendo estos últimos los que ostentan la tasa de desempleo más baja en todos los años de observación. Es así que, en el rubro del empleo, los más afectados por la actual crisis económica de Estados Unidos no son los mexicanos de nacimiento, sino sus hijos, quienes experimentan una tasa del 16.4%. Por su parte, la población que conforma la tercera generación o más, exhibe una tasa del 13.1% (2010). Aun así, la mayor tasa de desempleo —el 17.1%— siguen ostentándola los estadounidenses de raza negra.

Cabe señalar que, en 2011, todos los grupos en estudio observan un descenso en la tasa de desempleo respecto de lo observado en 2010; sin embargo, el empleo de los mexicanos se recupera a partir de 2010 (12.6%): pasa del 13.3% al 11.9% entre 2009 y 2011. En este punto es importante resaltar que el envío de remesas al país también se recuperó a partir de 2010. De acuerdo con información del Banco de México, en 2011 se hicieron transferencias de dinero entre Estados Unidos y México por 22.7 mmdd; es así que las remesas crecieron 6.9% respecto de las que se realizaron el año anterior, por 21.2 mmdd (un crecimiento del 1% respecto de 2009). Adicionalmente, con base en la muestra del censo mexicano de 2010, poco más de 1 millón de hogares censales (3.6%)19 recibieron remesas del exterior; estas viviendas albergan a casi 4 millones de personas. El análisis presentado en la gráfica 8 se realizó considerando el número de mexicanos que entró anualmente a Estados Unidos para distintos procedimientos con base en la ACS; éstos se agruparon de acuerdo al comportamiento de la tasa de desempleo de los mexicanos.

 

MOVILIDAD INTERNA DE LOS MEXICANOS EN ESTADOS UNIDOS

El creciente número de leyes antiinmigrantes que se han promulgado en varias entidades de Estados Unidos, así como las altas tasas de desempleo observadas, han propiciado en años recientes cambios importantes en la movilidad interna de los mexicanos que radican en Estados Unidos. Desde los años noventa, todos los estados de Estados Unidos tienen entre sus habitantes personas nacidas en México; el estado de California es, desde entonces, el principal destino de los emigrantes mexicanos (2.5 millones en 1990, equivalente al 56.8%), seguido por Texas (21.5%), estado que, en términos porcentuales, conserva el número de migrantes mexicanos en los siguientes veinte años (20.5 en 2000 y 21.2% en 2010). A partir de 2000, se observa una mayor dispersión: California presenta una reducción porcentual de migrantes mexicanos a favor de otros estados, disminución que se acentúa conforme pasa el tiempo: 42.6%, en 2000, y 36.8%, en 2010.

En el ámbito regional,20 y de acuerdo con los datos censales de 1990, ocho de cada diez migrantes mexicanos se encontraban en la región tradicional compuesta por California, Texas, Arizona y Nuevo México. Esta región ha ido perdiendo importancia a favor de otras; los estados que han contribuido a esta reducción son Arizona y California, que entre 2007-2010 decrecieron, en términos porcentuales, en 19.8% y en 1.9%, respectivamente. La menor concentración de inmigrantes mexicanos en esta región, pero, sobre todo, la menor atracción de estos dos estados, redundó en una mayor movilidad de los mexicanos. Destaca la Costa Este que, desde 2000, figura como la segunda región de mayor concentración de mexicanos, seguida de Grandes Lagos, que agrupa actualmente al 8.3% de los mexicanos. A pesar de que la región denominada como "otra" sólo congrega al 4% (ACS, 2010), es la que presenta el mayor crecimiento porcentual (24.5%, 2007-2010) (véase mapa).

El análisis de la tasa de crecimiento del periodo 2007-2010 indica que 16 estados observan tasas de crecimiento negativas, entre las que destacan el Este de Virginia (8.3%), Arizona (5.4%), Hawaii (4%), Florida (3.8%) y Michigan (3.4%). El resto de las entidades ostentan tasas positivas de crecimiento, entre las que sobresalen los estados de Montana (29%), Norte de Dakota (26%), Louisiana (19.1%) y Distrito de Colombia (11.2%), las 3 primeras pertenecientes a la región denominada como "otra" (véase mapa).

El impacto numérico de la entrada y salida de los mexicanos al interior del territorio estadounidense se mide de manera más precisa con el "saldo neto migratorio interno" SNMI=SN), que se refiere a la diferencia de inmigrantes menos los emigrantes, dato que se relaciona con la "tasa de desempleo" (TD) para mostrar el impacto que este indicador ha tenido en la movilidad interna de los mexicanos. Los resultados obtenidos con base en ACS de 2010 indican que 29 estados tuvieron una ganancia positiva, entre los que sobresalen Nuevo México (SN: 5,725, TD: 11.9%), Minnesota (SN: 3,919, TD: 7%), Texas (SN: 3,274, TD: 8.7%), Washington (SN: 3,251, TD: 12%) y Ohio (SN: 1,902, TD: 8.9%), por mencionar los cinco principales.

Los estados con las mayores pérdidas —debido sobre todo a las altas tasas de desempleo y a la promulgación y aplicación de leyes antiinmigrantes— fueron California (SN: 7,536, TD: 12.3%), Georgia (SN: 5,646, TD: 10.3%), Nevada (SN: 3,762, TD: 15.2%), Illinois (SN: 3,389, TD: 10.8%), Florida (SN: 3,166, TD: 10.7%), Carolina del Norte (SN: 3,134, TD: 12.7%), Arizona (SN: 2,818, TD: 13.2%), Kansas (SN: 2,197, TD: 8.9%), Iowa (SN: 1,248, TD: 11.3%) (ver mapa y cuadro 4).

 

LOS RETORNOS Y LA INMIGRACION RECIENTE DE ESTADOUNIDENSES A MÉXICO

El endurecimiento de los controles migratorios en Estados Unidos y la militarización de la frontera norte han propiciado cambios importantes en el patrón migratorio; el más importante es la pérdida de circularidad: es cada vez menos frecuente el retorno inmediato de hombres y mujeres. En general, los tiempos de estancia de los mexicanos en Estados Unidos han aumentado: de 11 meses en promedio entre 1990-1995, a 13 meses entre 1995-2000, y a casi 20 meses entre 2005-2010; es decir, además de la pérdida de circularidad, se ha propiciado una mayor permanencia en Estados Unidos de las comunidades de migrantes (Massey, Durand y Malone, 2002, Zúñiga y Gaspar, 2009).

El regreso de connacionales al país ha estado supeditado a la duración de la recesión económica de Estados Unidos y a la capacidad económica de éstos para soportar la situación, la cual ha sido bastante amplia, según el comportamiento reciente que presenta la información de ambos países, ya que no ha habido un retorno masivo al país, aunque se registre el regreso de algunas familias con su descendencia.

De acuerdo con los datos censales de 2010, el número de emigrantes a Estados Unidos se ha reducido en términos absolutos y relativos, y si bien han aumentado los retornos, el 34% permaneció menos de un año en Estados Unidos y son en su mayoría personas que salieron en los dos últimos años del periodo 2005-2010 (34%) (véase gráfica 5). Poco más de un millón de migrantes se fueron a vivir a otro país entre 20052010 (89.4% a Estados Unidos), el 32.7% (351 mil) retornó durante ese mismo periodo; este porcentaje es superior al estimado para el periodo 1995-2000 (17.7% de los 1.5 millones que emigraron).21

Los mexicanos son el grupo poblacional de inmigrantes más grande en Estados Unidos (el 29% de los 42 millones de inmigrantes), pero los estadounidenses son también el grupo más numeroso de inmigrantes internacionales en México (76.8% de 968 mil). Es probable que en esta relación tengan algo que ver la vecindad geográfica y la emigración de mexicanos a Estados Unidos, pues siete de cada diez estadounidenses en México tienen entre 0 y 14 años, hecho que hace pensar que una buena parte de esta población es de ascendencia u origen mexicano; es decir, los migrantes mexicanos retornaron con sus hijos nacidos en Estados Unidos (Corona, 2011; Moctezuma y Gaspar, 2011).22 Con la finalidad de precisar esta hipótesis con datos se presenta la siguiente estadística: del total de nacidos en el extranjero (968,271), 22.3% (222,702) residía en el vecino país del norte en 2005, principalmente estadounidenses (70.6%, 157, 228), con un fuerte componente en edades entre 5 y 14 años (53%, 83,331 menores).

El análisis de esta población a nivel de hogares permite tener una mejor apreciación sobre la hipótesis planteada: el censo mexicano de 2010 contabilizó 28.7 millones de hogares censales; 495 mil (1.7%) tiene entre sus miembros al menos una persona nacida en Estados Unidos; 209 mil de estos hogares (42.2%) están vinculados con hogares de emigrantes mexicanos a Estados Unidos23 estimados en poco más 2.2 millones; en ellos habita el 8% del total de residentes en México y el 45.6% del total de estadounidenses en el país (337,646), de los cuales el 77.2% tiene entre 0 y 14 años.

Un dato relevante es que del total de estadounidenses en hogares vinculados con la emigración de mexicanos, el 40% (152,593) declaró haber vivido en Estados Unidos en 2005; entre éstos, 7 de cada 10 tienen entre 5 y 14 años (69.2%, 105,606 menores), cifras que confirman la hipótesis sobre el retorno de los mexicanos con sus hijos nacidos en Estados Unidos. Adicionalmente, se observa que de los 209 mil hogares con estadounidenses vinculados a hogares de migrantes internacionales, el 11.7% (poco más de 24 mil hogares) tiene entre sus miembros alguna persona que retorno a México entre 2005-2010 (véase gráfica 9).

 

MIGRACIÓN ANUAL A ESTADOS UNIDOS (FUENTES ESTADOUNIDENSES)

En la gráfica 10 se muestra el número medio anual de llegadas de mexicanos a Estados Unidos a partir de 1994. La estimación de este flujo se hizo con base en la pregunta de año de entrada; se consideró una subestimación igual al rango entre la estimación puntual y el límite superior. El "reactivo de año" (ACS) o "periodo de llegada" (CPS) ofrece generalmente un panorama sobre los cambios en el tiempo de la inmigración internacional en Estados Unidos (Passel, 2011).24 De acuerdo con este procedimiento, el flujo anual del periodo 1994-1996 que ingresó a Estados Unidos asciende a 385 mil personas; en los siguientes dos años entraron 428 mil mexicanos a ese país, flujo que continuó creciendo hasta alcanzar su máximo entre 2000-2003 (511 mil personas). En los siguientes tres años (2004-2006), el flujo se mantuvo cercano a los 445 mil; la disminución observada es producto de la crisis económica iniciada en 2001, que propició el crecimiento de la tasa de desempleo. A partir de 2006, el número de mexicanos que llegan a Estados Unidos empezó a descender; este descenso se acentuó a inicios de la última recesión económica. En 2007, ingresaron 348 mil mexicanos, cifra que continuó cayendo mientras la tasa de desempleo siguió aumentando. Entre 2007-2009 ingresaron 288 mil connacionales, y 183 mil entre 2010-2011.

Si consideramos que las encuestas de Estados Unidos subestiman sobre todo la población indocumentada (58% son mexicanos), y que el flujo de mexicanos ingresó a Estados Unidos como se presenta en este ejercicio, teniendo presente el pronunciado descenso que se observa a partir de 2007, se concluye que había 12.5 millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos en 2010.

Adicionalmente, consideré los siguientes datos: de acuerdo con el censo mexicano de población 2010, durante el periodo de 2005-2010 salieron del país 1,112,27325 (994,869 con destino a Estados Unidos); durante ese mismo periodo retornaron 350,719 personas, es decir, no retornaron 723,310. Además se calcula que 1,080,65426 de personas vivían fuera del país en 2005; de éstos, 994,474 vivían en Estados Unidos (incluidos mexicanos y de otras nacionalidades), así mismo considérense los 152,593 estadounidenses que declararon vivir en Estados Unidos en 2005 y que pertenecen a hogares vinculados con la migración internacional de mexicanos, presumiblemente descendientes de mexicanos.

Por otro lado, de acuerdo con la ACS y la CPS de 2005-2010, ingresaron a Estados Unidos en ese periodo aproximadamente 1.6 millones de mexicanos. Con la pregunta de residencia previa de la ACS, se calcula que de los residentes en 2005, 429,266 personas vivían en México en 2004 (87.3% eran mexicanos, 1.6% estadounidenses y 11.1% de otras nacionalidades); si consideramos tan sólo el 87.3% (379,872 mexicanos residentes en 2005 en Estados Unidos), 1.3% tenía como residencia previa un país distinto a México en 2004 y el 1.6% (37,143) eran estadounidenses de origen mexicano.

En 2010, esta relación es la siguiente: 190,742 personas vivían en México en 2009 (76.4% eran mexicanos, 2.8% estadounidenses y 20.8% de otras nacionalidades). De los 147,771 mexicanos residentes en 2009 en Estados Unidos, 3.7% provenían de un país distinto a México y el 2.8% (25,799) eran estadounidenses de origen mexicano. Si consideramos que las preguntas del censo mexicano subestiman la emigración y que las fuentes estadounidenses subestiman a los indocumentados, además de que la emigración de mexicanos a otros países ha ido ganando importancia y los datos aquí presentados, quizá la migración neta internacional no sea cero.

 

CONCLUSIONES

En resumen, el proceso migratorio entre México y Estados Unidos y su presente dinámica han cambiado considerablemente en relación con el pasado, debido, sobre todo, a las medidas antiinmigrantes implementadas en la frontera norte y en varios estados estadounidenses, pero también a las recesiones económicas por las que ha pasado Estados Unidos. La emigración de mexicanos a Estados Unidos sigue un patrón de comportamiento en periodos de recesión: cuando la tasa de desempleo aumenta, el flujo de mexicanos se desacelera; cuando las condiciones económicas mejoran, recupera su curso, aunque con menor intensidad.

La pérdida de circularidad ha propiciado que, una vez que se logra cruzar, se aumenten los tiempos de estancia de los mexicanos, pues ya no se arriesgan a volver, debido a los costos personales y económicos que ello implica. Junto con estas apreciaciones podemos afirmar que los migrantes mexicanos que retornaron al país lo hicieron con sus descendientes mexicanos nacidos en Estados Unidos, aunque, desde luego, no se puede hablar de un retorno masivo, ya que los mexicanos que se encuentran viviendo en ese país prefieren permanecer en ese país —según lo indican los mismos testimonios— "lo más que se pueda".

Las redes familiares y sociales en ambos países, así como el arraigo de los mexicanos y sus hijos en Estados Unidos —la información aquí presentada constata la importancia de este arraigo— y las condiciones imperantes en ambos países serán determinantes para que las personas que aún se encuentran en México, y que no logran alcanzar sus sueños con lo que les ofrece su país, tomen la decisión de migrar a Estados Unidos o a cualquier otra parte del mundo.

Muchas son las vertientes y modalidades de este complejo fenómeno demográfico, así como las cifras que se derivan de las fuentes de información y los procedimientos que nos permite medirlo, por lo que es necesario hacer un análisis del conjunto para entenderlo y medirlo de forma más precisa y, sobre todo, deslindarlo de los requerimientos numéricos de instituciones.

Para finalizar, recupero una idea presentada por Leticia Calderón en la conferencia de inauguración de la segunda semana nacional de migración: "Visibilizar la migración es reconocer que, en este país, tan emigrante puede ser el joven sin educación y un destino marcado por el desempleo o la sobrevivencia en trabajos serviles, improductivos y si ningún aprecio social, como el joven orgullo de la familia, el que aprendió inglés y computación, que simple y sencillamente está desempleado o no encuentra un empleo a la altura de sus aspiraciones, de sus sueños, de sus propios retos".

 

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Notas

1 Rodolfo Corona (2002, 2011) tiene un amplio trabajo sobre las fuentes mexicanas, en el que analiza los procedimientos y bondades de las mismas.

2 Para una revisión detallada sobre redes familiares y sociales, véase Moctezuma (2011).

3 http://www.conapo.gob.mx/00cifras/proyecta50/proyecciones.pdf.

4 Cabe aclarar que esta cifra incluye a los mexicanos que de manera habitual residen en ese país y a aquellos que trabajaron la mayor parte del año realizando alguna actividad económica.

5 Las diferencias metodológicas entre las encuestas deben ser consideradas para su correcta interpretación. Por ejemplo, ACS 2009 y 2010 informa 11.67 y 11.96 millones de connacionales; mientras que la CPS para esos mismos años informa 11.81 y 11.87 millones. La diferencia entre el volumen estimado en cada instrumento obedece, entre otras cosas, a la forma en que se calculan los ponderadores, la población objetivo a la que va dirigida la encuesta y las reglas de residencia establecidas para su levantamiento, por lo que esta diferencia podría no ser estadísticamente significativa. Una explicación detallada de las diferencias metodológicas entre estas encuestas se encuentra en López y Gaspar (2010).

6 http://www.pewhispanic.org/2012/04/23/net-migration-from-mexico-falls-to-zero-and-perhaps-less/?src=prc-headline.

7 Nacidos en Estados Unidos, pero sus padres o uno de ellos nació en México.

8 La pregunta se basa en la autoidentificación. El origen puede ser visto como la herencia, el grupo de la nacionalidad, el linaje o el país de nacimiento de la persona, así como los padres de la persona, o sus antepasados antes de su llegada a Estados Unidos. Las personas que identifican su origen como "hispano", "latino" o "español" pueden ser de cualquier raza.

9 La CPS, al incluir entre sus reactivos el lugar de nacimiento de la persona y de los padres, permite identificar a los hijos de mexicanos nacidos y radicados en Estados Unidos (segunda generación), mientras que la pregunta sobre el origen o la ascendencia permite identificar a los que, habiendo nacido en Estados Unidos, se declaran de origen mexicano (tercera generación o más). La ACS, en cambio, no incluye entre sus reactivos el lugar de nacimiento de los padres; en lugar de estas preguntas, capta la ascendencia y el origen (autoadscripción).

10 Ex subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, durante la conmemoración del Día Mundial de Población; vid. Vega, Reforma, 12 de julio de 2011.

11 http://www.comipems.org.mx

12 http://www.sep.gob.mx/work/models/sep1/Resource/2249/1/images/vf-jovenes-educacion-ninis.pdf.

13 http://www.ceed.udg.mx/investigacion/migracion-y-desarrollo.

14 http://www.foroconsultivo.org.mx/innovacion.gaceta/component/content/article/11-columna-invitada/18-la-crisis-economica-en-estados-unidos-y-el-retorno-de-los-migrantes-mexicanos.

15 http://www.bbvaresearch.com/KETD/fbin/mult/1011_SitMigracionMexico_04_tcm346-234630.pdf?ts=12112010.

16 De acuerdo con el Estudio Binacional, las fuentes mexicanas subestiman entre 20 y 30% la migración internacional.

17 La información derivada de la ACS presenta mayor consistencia en las estadísticas que proveen las dos preguntas utilizadas para estimar el número de personas que entran a Estados Unidos, respecto de la información que da la CPS. Tanto el mayor tamaño de la muestra como su diseño nos permiten tener una estimación más robusta del número de personas que llegan año con año a vivir o a trabajar en Estados Unidos.

18 http://sd.pcm.gob.pe/contenido/803/Rodolfo Garcia Zamora01.07.08.

19 Hogar censal es equivalente a "vivienda censal" en el Censo de Población y Vivienda de 2010.

20 Sudoeste Primera Fase: Arizona, California, Nuevo México y Texas; Sudoeste Expansión: Idaho, Oregón, Nevada, Utah y Washington; Grandes Lagos: Illinois, Indiana, Michigan y Wisconsin; Costa Este: Carolina del Norte, Carolina del Sur, Connecticut, Delaware, Distrito de Colombia, Florida, Georgia, Maryland, Nueva Jersey, Nueva York, Pennsylvania, Rhode Island y Virginia; Grandes Planicies: Colorado, Iowa, Kansas, Missouri, Nebraska, Oklahoma y Wyoming; Otra región: Alabama, Alaska, Arkansas, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Hawaii, Kentucky, Louisiana, Maine, Massachusetts, Minnesota, Mississippi, Montana, Nueva Hampshire, Ohio, Tennessee, Vermont y Virginia Occidental.

21 Esa cifra excluye a los que no especificaron lugar de residencia actual, de tal forma que durante el periodo de 1995-2000 salieron del país 1,633,052 personas, 97.1% con

22 http://estepais.com/site/?p=33525.

23 Hogares vinculados a la emigración de mexicanos a Estados Unidos son los que tienen entre sus miembros al menos una persona que emigró durante el quinquenio de 2005-2010, independientemente de si retornó o no, o bien, hay una o más personas que en 2005 vivía(n) fuera de México, o bien, son hogares que reciben remesas.

24 La ACS incluye la pregunta sobre el año de ingreso a Estados Unidos para años individuales, mientras que la CPS considera periodos de dos a tres años, según el año de levantamiento. Asimismo, estas encuestas incluyen entre sus reactivos la pregunta de residencia previa (un año antes). A pesar de que ambas preguntas proporcionan cifras consistentes, los volúmenes que provienen de esta última pregunta son menores y no coinciden con los que incorporan los cambios demográficos (Passel, 2010).

25 6.95 tiene como destino otro país y 3.60 no especificó destino.

26 Las encuesta mexicanas subestiman este dato.

 

Sobre la autora

Selene Gaspar Olvera: Investigadora especializada Demografía con formación en Actuaría y con amplia experiencia en construcción de indicadores sociodemográficos sobre migración. Trabaja para CONAPO; ha sido invitada a colaborar como experta en numerosos proyectos de investigación con financiamiento nacional y extranjero en temas de migración mexicana y mundial. Tiene varias publicaciones especializadas, entre ellas, Insercion ocupacional, ingreso y prestaciones de los migrantes mexicanos en Estados Unidos y La migración mexicana y el mercado de trabajo estadounidense: tendencias, perspectivas y oportunidades. Actualmente es colaboradora del proyecto Sistema de Información sobre Migración y Desarrollo (SIMDE) que se desarrolla en la Universidad Autónoma de Zacatecas.

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