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Migración y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-7599

Migr. desarro  no.11 Zacatecas ene. 2008

 

Artículos

 

Si ellas no vieran por mí, no tuviera nada: Remesas y estructuras financieras locales en el Austro Ecuatoriano. Una mirada transnacional al dinero de los migrantes

 

Almudena Cortés Maisonave* y Carlos Ernesto Ortega García**

 

* Investigadora del Departamento de Antropología Social y Pensamiento Filosófico Español, Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Facultad de Filosofía y Letras, almudena.cortes@uam.es

** Asistente de Investigación y Tesista, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Flacso–Ecuador, Proyecto Repensar América Latina y Maestrante Desarrollo Local y Territorio, cortega@flacso.org.ec

 

RESUMEN

Las remesas se han convertido en objeto de interés por parte de organizaciones internacionales, instituciones financieras, los estados nacionales, investigadores, etc. Uno de los temas emergentes es precisamente cómo este dinero enviado por los migrantes se puede vincular con procesos de desarrollo y cambio social en las localidades de origen. Para profundizar esto, es necesario analizar la capacidad de las gentes para generar opciones, conocimiento y estrategias, las cuales no suelen aparecer en las estadísticas oficiales. Lo que proponemos aquí es el análisis de una experiencia organizativa de comunidades rurales situadas en el Austro ecuatoriano, en torno a estructuras de finanzas populares que se han visto fortalecidas por la canalización de remesas en un escenario de crisis económica, política y social. Dicho análisis se basa en la perspectiva transnacional, lo que permitirá develar el impacto y el significado económico, social y político otorgado por la gente al envío de las remesas.

PALABRAS CLAVE: Remesas, Organizaciones, Desarrollo, Finanzas, Proyectos.

 

ABSTRACT

Remittances have become an important topic for international organizations, financial institutions, nation–states, researchers, and more. Of special interest is how to establish a link between the money sent by migrants and the processes of development and social change taking place in their places of origin. For an in–depth look, we must analyze migrants' ability to develop options, knowledge, and strategies that do not usually show in official statistical data. This paper analyzes an organizational process developed by rural communities in the Austro region of Ecuador. The process itself was based on pre–existent popular financial structures that have been strengthened by the channeling of remittances in what is otherwise a context of economic, political, and social crisis. Our analysis takes a transnational approach in order to reveal the impact of remittances and the economic, social, and political significance ascribed to them by the people.

KEYWORDS: Remittances, Organizations, Development, Finance, Projects.

 

1. INTRODUCCIÓN

Las remesas que los migrantes envían a sus familias y comunidades se han convertido en uno de los principales temas a tratar (y sobre los que incidir) en las agendas gubernamentales, multilaterales y en instituciones financieras nacionales e internacionales. Su creciente interés así como su específica vinculación con medidas tendentes a la consecución del desarrollo, ha hecho que se hable de estas cantidades de dinero como <<el mantra del desarrollo>> (Kapur, 2004).

En este sentido, las remesas están implicando nuevos campos de actuación, nuevos ámbitos a partir de los cuales poder intervenir, debido a su capacidad para redimensionar la posición geoestratégica de los países vinculados con éstas. Así, por ejemplo, la UE envía más remesas a terceros países que EUA y Latinoamérica es la región del mundo que más remesas recibe desde España.1 Por este motivo han empezado a impulsarse políticas activas de captación de remesas por parte de los estados emisores de migrantes (Levitt y Glick Schiller, 2003). Cada vez se destina más financiación a proyectos de desarrollo que vinculen las remesas, como es el caso del codesarrollo o bien, estas transferencias monetarias son presentadas como <<fuente y herramienta de desarrollo>> por parte de estados receptores de migrantes como España (Cortés, 2008).

Se ha tasado el monto de remesas que se mueven entre EUA, Europa y América Latina, pero poco se conoce sobre la gran variedad de proyectos y experiencias que impulsan colectivos de inmigrantes en sus respectivos países, organizaciones locales en origen, así como las propuestas de estas comunidades e incluso, de los Estados Nación para motivar y canalizar las contribuciones materiales de los expatriados (Portes et al., 2006: 5). Es decir, más allá de las cifras macroeconómicas y de la política de las mismas, la gente envía y recibe dinero de diferentes modos y por motivos bien diferenciados, lo que hace que su transferencia no pueda interpretarse como un fenómeno aislado, libre de su contexto social (Sørensen, 2008).

Sin embargo, este tipo de mirada vinculada a lo local y a la capacidad de las gentes para generar opciones, conocimiento y estrategias no suele aparecer en las estadísticas oficiales. ¿Qué hace que la gente envíe dinero desde el exterior aunque haya pasado el tiempo? ¿Cómo se construye su compromiso transnacional con los que se quedaron? En este sentido, Sørensen nos recuerda que <<los diferentes tipos de remesas, el regreso de migrantes con novedosas experiencias o estilos de vida adquiridos en el extranjero, el establecimiento de inversiones, enlaces de negocios e intelectuales, así como enlaces socio–culturales más amplios entre las asociaciones, la diáspora y los países en desarrollo pueden potencialmente beneficiar el desarrollo, especialmente si las políticas se dan a conocer por nuevas conceptualizaciones, incluyendo la comprensión de que la migración se refiere tanto a las personas que se quedan como a las que se movilizan a través de fronteras internacionales>> (Sørensen, 2008).

La mirada en quienes se quedan pero que viven de manera permanente conectados con los suyos en el exterior, es precisamente uno de los rasgos que caracteriza la experiencia que presentamos a continuación. El caso de las Estructuras Financieras Locales (EFL), situadas al sur del Ecuador, representan claramente un ejemplo de cómo los que se quedan ven potenciado su propio proceso a partir de los que se fueron.2 El impacto de estas estructuras financieras pasaría prácticamente invisible en las grandes cifras, si no fuéramos capaces de comprender y contextualizar su impacto a nivel local a través de un hecho fundamental: la participación frecuente y duradera de los migrantes en la vida económica, política y cultural de sus países y, sobre todo, de sus localidades, lo que requiere un contacto regular y frecuente que sobrepase las fronteras nacionales y translocales. Estos contactos son posibles merced a las innovaciones en las tecnologías de transporte y comunicación (Levitt, 2001; Guarnizo, 2004).

Lo que proponemos aquí es el análisis de una experiencia organizativa de comunidades rurales, en torno a estructuras de finanzas populares que se ha visto fortalecida por la canalización de remesas.3 Dicho análisis se basa en la perspectiva transnacional, lo que permitirá develar el impacto y el significado económico, social y político del envío de las remesas y su canalización a través de estas estructuras.4

 

2. ESTRUCTURAS FINANCIERAS LOCALES Y MIGRACIÓN

2.1. Las Estructuras financieras locales y las finanzas populares: el contexto de la REFLA

Bajo la denominación de EFL se agrupan diversos tipos de entidades financieras como bancos comunales, cajas (CAC) y cooperativas de ahorro y crédito (COAC) que vienen operando a lo largo y ancho de todo el Ecuador.5 Una de las experiencias más consolidada gira en torno a 21 EFL que conforman la Red de Estructuras Financieras Locales del Austro Ecuatoriano (REFLA). Estas EFL se ubican en la sierra centro–sur del Ecuador, en las provincias de Azuay y Cañar, compuesta por una población mestiza e indígena, que sobrepasa las 800 mil personas ubicadas en su mayor parte en el sector rural. Las EFL se encuentran desperdigadas en ambas provincias, de tal modo que podemos encontrar estas estructuras en muchas localidades del área andina, incluso en la costa.6

Si bien la REFLA obtiene personería jurídica en el año 2005, cada EFL deviene de diferentes procesos organizativos surgidos desde hace más de una década. Algunas, por ejemplo, nacen de las Juntas de Riego parroquiales,7 otras de los grupos de productores agrícolas y pecuarios, también de la reunión de artesanos o vecinos, a partir de iniciativas de pequeños grupos, etc. La consolidación de una EFL, además de una decidida organización comunitaria requiere del acompañamiento de actores externos, ya que el proceso implica la formación de capacidades, conocimientos especializados en finanzas y el uso de nuevas tecnologías. En esta experiencia, dicho papel ha sido asumido especialmente por el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP),8 institución que desde sus orígenes ha trabajado por el fomento de formas asociativas de economía solidaria y de finanzas populares, brindando acompañamiento en aspectos de capacitación (contable, financiera, administrativa, legal, etc.), asistencia técnica, capitalización9 y animación de los grupos. Hay que señalar que las EFL también han recibido apoyo de otros actores como ONG nacionales e internacionales, representantes de la iglesia católica, gobiernos locales, entre otros.

Se trata de una experiencia de economía social que tiene como eje la persona y grupos humanos, que ante la ausencia o falta de acceso a servicios (en este caso financieros) crean entidades alternativas, que a su vez forman redes a escala local, regional y nacional, cuya dinámica interna se fundamenta en la participación democrática de sus asociados. Uno de sus rasgos distintivos es precisamente el origen socioeconómico de los colectivos que apuestan por este tipo de procesos, ya que se trata de sectores marginados, tanto urbanos como rurales.

En el amplio abanico de realidades que dan forma a la Economía Social y Solidaria se encuentran las Finanzas Sociales y Solidarias, y al interior de éstas, las Finanzas Populares. Este tipo de finanzas se crean para atender la demanda de sectores poblacionales excluidos de la banca tradicional; es una respuesta ajustada a las necesidades básicas de la población local. De aquí que se hable de las finanzas sociales como una forma de democratización del sistema financiero (Dias F., 2004: 261). Este proceso incluye la participación ampliada, directa y democrática de dichos sectores en el proceso organizativo y de gestión de sus entidades.

La privación y falta de acceso a servicios financieros de sectores pobres se define principalmente por los límites del propio sistema financiero convencional. Se trata de la ausencia de oferta de estos servicios a sectores pobres de la población, ya que éstos representan un alto riesgo para la lógica y cálculo del costo–beneficio que sigue la banca. Todas las entidades dedicadas a las finanzas realizan intermediación financiera, que consiste en captar recursos mediante el ahorro, para luego traspasarlo a prestamistas mediante el crédito. En este esquema, las finanzas se basan predominantemente en el riesgo de recuperar el dinero prestado y en la rentabilidad que genera dicho préstamo. De aquí la máxima dentro de esta lógica comercial de maximizar la rentabilidad y minimizar los riesgos (UNGS, 2007: 22).

Según esta idea, los sectores pobres son <<sujetos de alto riesgo>>, en tanto que no acreditan los suficientes recursos económicos y materiales que permitirían la devolución del crédito (factor económico). Los sectores pobres no pasan el examen al momento de ser valorados como candidatos a prestatarios.10 Y desde la rentabilidad el panorama es menos favorable. Se sabe que el costo de prestar dinero es independiente del monto prestado, es decir, cuesta lo mismo monitorear un crédito grande que uno pequeño (se requiere igual tiempo, tecnología y recurso humano), pero la rentabilidad es mayor si el préstamo es grande, a mayor monto mayores ingresos. Por este motivo, la banca comercial privilegia ofrecer sus servicios a los sectores medios y altos de la estratificación socio–económica.

Además, las comunidades rurales están excluidas ya que las entidades bancarias se ubican en los centros urbanos más importantes (factor político–territorial). Las pocas personas que tienen cuentas en la banca formal realizan largos recorridos, por lo que se incrementan los costos en tiempo y dinero. De todos modos, la mayor parte de las localidades referidas en este trabajo se caracterizaban por una privación absoluta en el acceso a servicios financieros formales. En el ámbito ecuatoriano además de las trabas de la banca formal, también se presentan abusos al interior de las propias localidades por parte de prestamistas informales (conocidos como chulqueros o chulco), quienes tradicionalmente han establecido condiciones muy desfavorables para las familias por las altas tasas de interés.

Si partimos del hecho de que existe falta de acceso a servicios financieros (desde la banca tradicional) y que la gente tiene necesidad de créditos, tanto para la producción agropecuaria (compra de utensilios, compra de animales, inversión en cultivos, etc.) como para la cobertura de necesidades humanas básicas (gastos de atención médica por enfermedad, medicamentos, gastos de colegios, material escolar, construcción de vivienda o adecuación de la misma, etc.), podemos afirmar que el agro ecuatoriano ha estado viviendo una crisis sostenida tanto en las labores productivas como en la reproducción social de las comunidades. El surgimiento de las EFL ha cubierto este gran vacío que dejaba por fuera a un sector importante de la población. De todos modos, es una cobertura parcial ya que la mayor parte de la geografía nacional carece actualmente de servicios de ahorro y crédito en condiciones justas.

Las EFL constituyen un modelo de auto–gestión alternativo, en tanto que algunos de estos sectores tradicionalmente excluidos y/o disconformes con el sistema financiero tradicional (banca pública, privada y mixta) y las condiciones informales del chulco, se organizan para cubrir por sí mismos y para su propio beneficio la oferta de dichos servicios. En el caso de las EFL, se habla de finanzas populares, ya que el proceso se orienta desde los sectores marginados como sujetos y protagonistas del mismo, más que como simples beneficiarios. Esta denominación amplía el limitado concepto de microfinanzas <<sacándola del pequeño gueto donde se encuentra, es decir, más allá del micro–emprendimiento buscando su conexión con la dimensión territorial>> (Dias F., 2004: 262–263).11 El término finanza popular en sí mismo, conlleva un significado emancipador frente al carácter excluyente y rentista del sistema bancario tradicional.

Una de las actuaciones más relevantes en relación con el acompañamiento por parte del FEPP ha sido el promover la articulación de una propuesta de finanzas populares a escala nacional. Así, actualmente en el país existen nueve redes de EFL en diferentes provincias articuladas a dicha iniciativa, y una Red Nacional de Finanzas Populares (Renafip).12

Al presente, las EFL operan normalmente en cada una de sus parroquias, ofrecen productos financieros de ahorro y crédito, y adicionalmente prestan servicios no financieros, que de igual forma benefician notablemente a sus socios y usuarios. Así por ejemplo, en algunas EFL se pagan servicios públicos (energía eléctrica, agua, teléfono), las familias más pobres cobran el bono de solidaridad,13 se realizan servicios diversos (fotocopias e impresión de documentos, envío de faxes, centros de acopio, etc.) que anteriormente tenían que hacerse fuera de las localidades, al igual que se han instalado pequeños centros de cómputo con equipos donados, y recientemente en algunas estructuras, se transfieren remesas.

En cuanto al número de socios, se ha dado un incremento ágil y sostenido desde su creación. Si se compara el número de socios únicamente en las 12 EFL fundadoras de la REFLA, éstas han crecido 2.3 veces desde el año 2003 al 2006 (pasando de 4 143 a 9 394 personas). Hoy el número total de socios supera las 30 mil personas que se distribuyen indistintamente en las 21 EFL que integran la REFLA (Ortega, 2007b).

 

2.2. Migración y auge del cooperativismo: dos caras de la crisis de 1999

Las provincias de Azuay y Cañar conforman en el Ecuador la región de mayor trayectoria histórica migratoria hacia el exterior, ya que desde mediados del siglo XX muchos de sus habitantes salieron especialmente hacia los Estados Unidos, debido a la fuerte caída de la exportación de sombreros de paja toquilla,14 producto base de la economía regional, durante la crisis de la posguerra mundial (Gratton, 2005). Las relaciones establecidas por los comerciantes ecuatorianos con el país del Norte, sumado al poco control migratorio de la época, facilitaron la denominada <<primera ola migratoria>>.15 En el periodo que va desde los setenta y primeros años de los noventa, el fenómeno continúa, pero en cantidades moderadas que representaron menos del 0.4% de la población total del país (Albornoz e Hidalgo, 2007: 2). Aún así <<durante los años ochenta y noventa, las provincias de Azuay y Cañar formaron el <<eje central>> de la zona de envío de emigración ecuatoriana pudiendo ser la zona de mayor envío de migrantes en América del Sur>> (Jokisch, 2001).

Sin embargo, el hito detonador de la salida acelerada de población ecuatoriana sucede en 1999, con la crisis económica más fuerte en la historia del país, cuyos efectos se extendieron a toda la geografía nacional. Después de un prolongado periodo de estancamiento desde finales de los años ochenta hasta finales de 1998, el año 1999 será recordado por registrar la caída del Producto Interior Bruto (PIB) más importante. Junto a esto, hay que añadir la caída de los precios del petróleo, la desestabilización financiera internacional, el continuado ajuste al fondo monetarista y el congelamiento de los depósitos bancarios en marzo de 1999 (Acosta et al., 2004). De entre todas estas cuestiones, sobresalieron dos por su repercusión social: la deuda externa y el <<salvataje>> bancario (congelación de depósitos). La deuda externa ha implicado que el gobierno haya tenido que destinar más de las tres cuartas partes de los ingresos corrientes del Estado, es decir, por los impuestos y por los ingresos del petróleo al servicio del pago de la deuda (Atienza, 2008).

En este contexto, tuvo lugar el llamado <<salvataje>> bancario lo que contribuyó a sumir al país en una sensación de crisis generalizada. El salvataje implicó la congelación de los depósitos ecuatorianos con el fin de poder liberar fondos para evitar la quiebra de los bancos <<concretamente para entregar recursos a los banqueros corruptos>> (Acosta et al., 2004) pero esta medida no fue suficiente. Poco tiempo después, el gobierno no tenía liquidez para hacer frente a todos sus pagos ya fueran exteriores o interiores: suspendió a lo largo de varios meses del año 1999 el pago de los salarios de maestros, enfermeras, médicos, policías y militares y, del mismo modo, tuvo que suspender el pago de la deuda contribuyendo a generar una sensación de colapso generalizado en agosto de ese mismo año. En plena crisis, el gobierno de Mahuad procedió a dolarizar su economía y como consecuencia de ello empeoró la situación económica del país.

Los efectos fueron notables para la población. El país, entre los años 1995 y 2000, ha experimentado el empobrecimiento más acelerado de América Latina, en contraste con la mayor concentración del ingreso y de la riqueza. Mientras que en 1990 el 20% más pobre recibía el 4.6% de los ingresos, en el 2000 captaba menos del 2.5%; entre tanto, el 20% más rico incrementaba su participación del 52% a más del 61% (Acosta, 2003; Acosta et al., 2004). Las consecuencias van a ser directas en términos de bienestar y de inseguridad humana: aumento de la precariedad laboral, debilitamiento de los mecanismos limitados de protección social, disminución de las dotaciones alimentarias, afectando los niveles de nutrición, aumento de las enfermedades infecciosas, deterioro de los sistemas de salud, mayor la inseguridad y violencia, represión e inestabilidad política, etc. (Acosta et al., 2004; Atienza 2008). Hay que destacar, que esta situación afectó de forma más intensa al sector rural, campesino e indígena para quienes las condiciones de marginalidad se profundizaron.

En efecto, estas son las circunstancias que ocasionan la salida de personas a partir de 1999. Si bien, no existen datos precisos sobre el total de la población emigrante, solamente entre 1999 y 2006 el saldo migratorio es de aproximadamente 900 mil personas, que representan entre el 15% y el 20% de la Población Económicamente Activa (PEA) (Flacso, 2006: 15; Vega, 2006). Estas cifras han sido calculadas a partir de los registros oficiales que dan cuenta de la diferencia entre las personas que han salido y entrado al país, pero que no incluyen los casos de personas que salen por canales irregulares. En sólo cinco años el resultado es que emigran el mismo número de personas que lo hicieron a lo largo de las últimas cinco décadas.16

Si le prestamos atención a las remesas, Ecuador es el séptimo país receptor de América Latina, experimentando un crecimiento constante desde 1999 y convirtiéndose desde el 2000, en el segundo ingreso más importante para el país por detrás de los ingresos de la exportación de petróleo. Según el Banco Central del Ecuador (BCE) en el 2006 ingresaron 2.916 millones de dólares por este concepto.17 La tercera parte del total de remesas que recibe el Ecuador tiene por destino Azuay y Cañar, lo cual constituye un flujo importante de recursos en esta región.

La crisis de finales de 1999 además de contribuir a la intensificación de la migración, también propició el auge del cooperativismo y particularmente de formas asociativas en el sector rural. Así, ante el desplome del sector financiero convencional, surgen y/o se fortalecen diversas formas de estructuras financieras que pasaron indemnes la crisis, lo que les permitió ganar credibilidad en sus comunidades. En efecto, sectores rurales y urbano–marginales sintieron con fuerza el cierre de las instituciones bancarias y de los servicios de crédito que se requerían para los emprendimientos productivos, familiares y asociativos. La actividad agropecuaria se agravó y, por otro lado, muchas empresas del sector comercial y productivo, medianas y pequeñas, finalmente cerraron. Trabajadores independientes, artesanos y agricultores no lograron sostener su actividad productiva, <<así que decidimos unirnos, nuestras pequeñas empresas de artesanía no se sostuvieron, los bancos no nos prestaban dinero; varios compañeros se fueron a Estados Unidos y los que nos quedamos formamos la cooperativa>> (Entrevista, Baños, mayo de 2007). Esta situación generó mucha desconfianza y condujo a que los excedentes familiares se invirtieran preferiblemente en bienes materiales (inmuebles, muebles y/o compra de vehículos).

La falta de credibilidad hacia la banca tradicional alimentó la confianza hacia las cooperativas de ahorro y crédito. El fortalecimiento del cooperativismo sucedió a escala nacional. Aparecen variadas entidades alternativas como bancas comunales, cajas y cooperativas de ahorro y crédito (que incluyen experiencias de Bancos Grameen, Estructuras Financieras Locales EFL, Instituciones de Microfinanzas IMG, etc.). Entidades que no sólo sobresalen por su crecimiento en número de socios y en activos18 sino también por su eficiencia al lograr convertirse en entes sostenibles y con óptimos resultados financieros, en algunos casos incluso mejores a los de la banca tradicional.

En resumen, nuestro punto de argumentación es que ha sido la crisis de 1999 el hito detonador que posibilitó dos procesos independientes pero complementarios: la salida incesante de migrantes ecuatorianos y a su vez, el auge del cooperativismo, que para este caso, se destaca en el fortalecimiento de diversas experiencias de finanzas populares. Dos procesos disímiles, pero que en el caso del Azuay y Cañar19 se entretejen a partir de la labor de las EFL y de su fuerte arraigo al contexto local, tal como se detalla a continuación.

 

2.3. Ahorro de remesas y crédito para el desarrollo local

La particularidad de estas EFL respecto al tema que nos convoca, está en relación a su entorno: un contexto de fuerte migración internacional. El proceso migratorio ha determinado el ser y el quehacer de dichas estructuras, en términos de su composición poblacional y liderazgos (mayor número de mujeres que hombres), creación de productos y servicios financieros (credimigrante, créditos para vivienda, transferencia de remesas, etc.) y particularmente, en un fuerte proceso de capitalización a partir de la canalización directa e indirecta de remesas.

Vamos a entender por canalización directa de remesas la transferencia que se realiza a partir de los convenios celebrados con otras instituciones financieras y remesadoras, nacionales y extranjeras. Esta forma de transferencia de remesas, hoy minoritaria, permite recibir de manera directa en las EFL el dinero, sin tener que desplazarse a otra localidad para retirarla de la remesadora o de los bancos comerciales. Para ello ha sido importante el establecimiento de acuerdos con entidades financieras que tienen la tecnología, la presencia y la capacidad financiera para abordar este tipo de transacciones monetarias a escala internacional.20

Por otra parte, la canalización indirecta se refiere a la captación de ahorros de dinero provenientes de las remesas que realizan las familias y personas socias de las EFL, que han recibido por otros medios (remesadoras, banca privada, courier humano, etc.). Esta última forma se produce de manera permanente y es la que en realidad ha capitalizado a las EFL.

Como se ha dicho anteriormente, la tercera parte del total de remesas que recibe Ecuador tiene por destino Azuay y Cañar (en 2007 representó más de 900 millones de dólares). De este monto, llega un porcentaje muy reducido a las EFL, en calidad de pequeños depósitos que representan actualmente el 60% del total de sus captaciones. En términos absolutos, se trata de alrededor de 7 a 8 millones de dólares que miles de familias de emigrantes han ahorrado en dichas estructuras. Esta cifra en comparación con los números de la banca comercial es reducida, pero en el universo de las finanzas populares, de experiencias de banca cooperativa en sectores rurales, es realmente significativa. Estos montos dan cuenta de la capacidad que, por un lado, tienen los sectores pobres de generar excedentes para el ahorro (de los provenientes de las remesas y/o de su propia actividad productiva) y, por el otro, de las EFL para retener y hacer circular los recursos (de y en las propias localidades). Cabe aclarar que en la mayor parte de parroquias rurales las EFL son la única entidad que realiza intermediación financiera.

Finanzas populares constituyen una estrategia inestimable para retener y dinamizar los recursos que generan las propias comunidades (que se generan en el plano local y ahora también, en el exterior y que llegan en forma de remesas). Cuando no existen EFL, se produce fuga de capitales del sector rural, al ser extraídos por la banca comercial hacia los centros urbanos importantes, nutriendo las reservas de la banca comercial. Incluso, parte de este dinero sale del país como parte de los activos en el exterior que invierte la banca privada ecuatoriana, obviamente, sin expectativa de retorno al plano local. Esta fijación de recursos y de su movimiento en el propio territorio incrementa los recursos, genera riqueza y contribuye notoriamente en los procesos de desarrollo local. Se ha dicho que <<si las remesas terminan mayormente en instituciones financieras de carácter comercial y bancos del Estado, en muchos casos van a servir prioritariamente a proyectos costosos pero no adaptados a las necesidades urgentes de las comunidades>> (Auroi, 2007: 309). Precisamente, uno de los principios de las EFL es que <<el dinero de las localidades se quede en las localidades>> con el objetivo de (por la vía del crédito) ponerlo en circulación, ganar intereses, dar respuesta a necesidades de las familias y fundamentalmente, dinamizar el tejido económico–productivo. Y es en este punto en el que la labor de las EFL obtiene su mayor mérito, en la capacidad de devolver el dinero a las comunidades en calidad de préstamos, para bienestar de sus propios ahorradores, familiares de emigrantes, como también de aquellos no receptores de remesas, es decir, de la comunidad en general. Dinámica que se ha vigorizado por el flujo de remesas.

 

3. LOS SIGNIFICADOS DEL DINERO Y EL PAPEL DE LAS EFL

3.1. Las remesas y su uso a través de las EFL

Si bien, los debates mantenidos en las décadas pasadas sobre migración y desarrollo, concluían que las remesas y la migración no podían vincularse al desarrollo, la década inaugurada a partir del año 2000 marca un cambio de tendencia. El debate se ha reabierto debido, quizá, a la gran dimensión que están alcanzando las remesas en el mundo, lo que se ha traducido en un interés renovado en el ámbito académico, político y del desarrollo.

Sin duda, hoy por hoy las remesas constituyen un instrumento macroeconómico de primera magnitud para los países de origen, de tal forma que permiten aliviar la carga de la deuda, equilibran la Balanza de Pagos y en muchos casos suponen la principal entrada de divisas. El volumen y estabilidad de estos vínculos han transformado <<esta transacción íntima en una de las transacciones privadas más importantes de la economía global>> (Guarnizo, 2004). Para muchos individuos, familias y comunidades en países en desarrollo, las remesas desde el exterior constituyen una fuente fundamental de ingresos, seguridad y acumulación eventual de recursos, ya que su uso es diverso: se destina al sostenimiento diario de los hogares, se invierte en bienes y servicios materiales y no materiales (mejoras en la casa, educación, compra de tierra, salud), en la instalación de pequeños negocios, así como en proyectos colectivos (Daum, 1997; Panos, 2001; Sørensen, Van Hear y Engberg–Pedersen, 2002).21

Resulta importante analizar las remesas siempre en relación con los contextos de origen y destino, ya que existen grandes diferencias a nivel regional y local.

Ubicando la obtención como la recepción de remesas en la historia migratoria de una comunidad transnacional, es como podremos entender cuál es el papel que desempeñan.

Así, por ejemplo, podemos hablar de que las familias siguen un <<ciclo>> a partir del ahorro y la demanda de crédito, que se encuentra intrínsecamente ligado a los propósitos del proyecto migratorio.22 De esta suerte, los primeros créditos son solicitados (mediante el producto llamado credimigrante) para pagar lo más pronto posible las deudas de la emigración, usualmente a los chulqueros, e impedir que sigan corriendo las altas tasas de interés23 (usura) y en el peor de los casos, del interés sobre la tasa de interés (anatocismo). Es necesario aclarar que las EFL no conceden préstamos ni créditos para el viaje de los migrantes, sin embargo, una vez que la persona ha llegado a su lugar de destino sí, así se atienden las necesidades de los familiares para su pago.

Una vez atendida la deuda, los préstamos son solicitados con el fin de mejorar la vivienda y/o compra de terrenos para la construcción.24 Casas que son equipadas con artículos, electrodomésticos y muebles nuevos. También, algunas familias deciden comprar vehículos, en su mayor parte camionetas para su desplazamiento en el sector rural.

Más adelante se comienza a ahorrar con distintas intenciones: para suplir la posible falta de recursos en caso de no recibir más remesas, para contar con dinero en caso de emergencia, o bien, para el emprendimiento de un nuevo proyecto migratorio, de otro miembro o por reagrupación familiar (momento en el que se decide vender las propiedades, muebles e inmuebles, adquiridos inicialmente). Al final del ciclo, algunas familias receptoras piensan en proyectos de inversión productiva dependiendo de las condiciones locales, por ejemplo, en el área urbana, se destina a la compra de taxis, buses y camiones, montaje de telecentros, restaurantes, almacenes, ferreterías, etc. En el área rural, se destinan a la actividad agropecuaria, compra de ganado, chanchos, aves de corral, construcción de pozos de truchas, así como compra de semilla, pago de mano de obra, siembra y cosecha, etc.

En este sentido, las EFL han permitido dar cobertura a las necesidades de la gente, según se vincula el historial de necesidades de esa familia en la comunidad con su historia migratoria. Es decir, la gente cubre sus necesidades según un orden de prioridades, sus prioridades.

Sin embargo, si tomamos en cuenta el monto total de créditos concedidos por las EFL (criterio cuantitativo), veremos que la distribución cambia en términos de magnitud. Así, según apunta Ortega (2007a) la distribución de los créditos se destina en un 54% a emprendimientos productivos, asociativos, familiares e individuales. Le sigue en importancia el credimigrante con un 34% y el 12% se destina a consumo (sobre un monto total de créditos que sobrepasó los 12 millones de dólares en 2006). Es decir, es cierto que la gente pide más créditos para iniciativas productivas, pero también es cierto que esto suele ocurrir después de haber solicitado otros anteriores, como el credimigrante o los créditos para la casa y/o compra de terrenos.

Aunque no todo este monto proviene de la captación de remesas, sí lo es en su mayor proporción. Curiosamente, las remesas están financiando emprendimientos sin que los migrantes sepan de ello, de nuevo, su trabajo no sólo beneficia a sus familias, también, a sus comunidades: a los más pobres y a los más ricos, a los migrantes como a los no migrantes (M. P. Smith, 2001). Hay que subrayar, no obstante, que en el caso de estas EFL, esta vinculación (migración y finanzas populares) no ha sido siquiera deliberada ya que <<las EFL no nacen por o para la emigración>>.25 Se trata de remesas que al ingresar a las EFL salen como créditos en calidad de recursos para la generación de mayor riqueza. La EFL produce un efecto catalizador, la remesa privada se transforma en capital de uso comunitario. No podemos soslayar, por tanto, el potencial redistribuidor que encierran las estructuras.

Uno de los grandes temas dentro del debate sobre las relación entre las remesas y el desarrollo, es la supuesta necesidad de racionalizar su uso debido a que son <<malgastadas, despilfarradas>> en lugar de destinarse a un uso adecuado y productivo. Al margen de este debate, las remesas enviadas al Austro desde el exterior son vitales para la supervivencia y sostenimiento de muchas familias que viven en la pobreza, de forma similar a casos estudiados en otras partes del mundo.26 En muchos hogares la única fuente de ingresos son las remesas, máxime cuando están integrados por personas de avanzada edad y/o niños.

Los familiares en el exterior, los hijos y las hijas, se encargan de asegurar la reproducción de los hogares tal y como indicaba una anciana receptora de remesas: <<si ellas [sus hijas] no vieran por mí, no tuviera nada>> (Entrevista, San Juan de Pindilig, Cañar, 2007). Es decir, vemos cómo las remesas forman parte de las estrategias móviles de supervivencia de los migrantes en el exterior. La movilidad de los migrantes y el dinero que generan y que circula, se ha convertido en un recurso en sí mismo y juega un papel fundamental en el mantenimiento y sostenimiento de muchas familias y hogares (Jazayery, 2002; Hansen, 2004).

Otro significado crucial de las remesas en relación con las EFL es que permiten conectar de igual forma las economías locales (sobre todo) y nacionales de los países de origen de la migración, con los procesos económicos globales de generación de capital. Es decir, los migrantes obtienen capital financiero, salarios como trabajadores y transfieren una parte a sus hogares, lo que posibilita que las economías locales y nacionales se conecten con la economía global. Esto pone de manifiesto que las remesas forman parte de las estrategias económicas de las diásporas en el exterior, que han visto cómo su nación se desterritorializaba y globalizaba más allá de las fronteras tradicionales del estado nación (Gundel, 2002).

Teniendo en cuenta esto, un aspecto que no suele aparecer en las estadísticas macrofinancieras, es que las remesas son un poderoso vínculo entre los contextos de origen y destino de los migrantes, al implicar el mantenimiento de contactos familiares, de amistad, de vecindad, etc. de forma duradera. Los familiares que se han quedado en el Ecuador, en Cañar, en Azuay, en las parroquias aledañas a Azogues, en San Juan de Pindilig o en Rivera,27 reciben de forma periódica dinero de los que se fueron, de tal modo que al mismo tiempo están posibilitando la subsistencia de los que se quedaron, renuevan su lazo afectivo, su relación familiar y se hacen presentes desde la distancia. Por ello, las cooperativas además de ser instituciones financieras, también permiten renovar el sentimiento de pertenencia que se ve expandido con la migración. Muchos de los que se fueron ya pertenecían a la cooperativa del pueblo e incluso fueron <<socios fundadores>>. Estos migrantes se encuentran fuertemente vinculados a su EFL. Es una cuestión de identidad local, de pertenencia a donde uno ha nacido y ha vivido toda su vida.

Así, algunos migrantes que envían las remesas a través de las cooperativas, lo hacen con un claro sentido del beneficio social que esto representa para su comunidad, <<la gente invierte su dinero para que sea aprovechado por la misma gente>> (Entrevista, EFL Cacique Guritave, 2007). Esto se observa de modo más claro en el testimonio de otra cooperativa: <<también es por solidaridad, por la interconexión entre uno y otro... el que tiene más deposita en la caja y luego se va a destinar a fines sociales>> (Entrevista, EFL Semilla del Progreso, Saraguro, 2005). La población residente y no residente es consciente de que los fondos de los que dispone la EFL son un beneficio para la comunidad, porque es lo que permite otorgar créditos a quienes lo necesitan: <<lo que ellos (los migrantes) dicen es que queremos que se supere [la localidad], que esto va bien para la parroquia misma...>> (Entrevista, EFL San Juan de Pindilig, 2007). En este sentido, las remesas financieras además de implicar un valor económico, llevan aparejado un significado social translocalmente identificado. Las remesas surgen y reproducen unos lazos sociales de solidaridad, reciprocidad y obligación que atan a los migrantes a sus parientes y amigos a través de las fronteras de los estados nación (Portes, 1995).

Por ello, desde las EFL, el dinero procedente de la migración está cargado de múltiples significados. Por una parte, se devela un fin social al saber que al depositar el dinero, además de recibir una tasa de interés, se contribuye a que otros puedan impulsar proyectos productivos, cancelen deudas contraídas por la migración o cubran sus necesidades. Esto implica una concepción solidaria del envío y del depósito del dinero. Por otra, los recursos que envían los hijos a los padres, los maridos a las esposas, las esposas a su marido e hijos, etc., se canaliza a través de unas determinadas obligaciones con base en el parentesco, en el mantenimiento de la prole o en la atención de familiares (cuando esto ocurre, claro está). Al enviar remesas también se envían ciertas ideas, visiones, sentimientos, emociones, proyectos, sueños, actitudes, habilidades, conocimientos, etc.

Y esto se canaliza de cierta forma en el marco de las EFL, porque como se ha visto, éstas constituyen un magnífico proceso de construcción de lazos sociales que con la migración se han transnacionalizado. Las cooperativas se sustentan en fuertes relaciones de capital social,28 edificado sobre la base de obligaciones, expectativas, normas de reciprocidad, confianza y solidaridad. Se trata, por tanto, del mecanismo que permite mantener y establecer lazos y vínculos entre los migrantes y los lugares por donde transcurre su vida. En el caso de las EFL, la llegada de remesas es posible por el denso entramado de relaciones personales, de vecindad, de parentesco, de amistad, que constituyen la base social de las cooperativas.

Precisamente uno de los elementos que son fuente del capital social de las EFL y que las define es la confianza mutua, el hecho de que la gente deposite su dinero porque confía en la institución y en las personas que la gestionan, de tal modo que los índices de morosidad suelen ser muy bajos: <<nosotros (como cooperativa) partimos del crédito que no es más que un acto de buena fe en el medio rural>> (Entrevista, EFL Coopera, Shiña, 2007) o <<El auge de las EFL creció en función de la confianza que tenían los socios...y ahora se han fortalecido por la migración>> (Entrevista, Cuenca, responsable REFLA, 2007). Sin embargo, esto no quiere decir que hablar de confianza sea algo idílico, ya que las EFL no están exentas de problemas internos, conflictos de intereses y manejo de poder, situaciones que se presentan precisamente por su relevancia en el terreno de la organización comunitaria. Del mismo modo, no se puede olvidar que las remesas tienen lugar en determinadas relaciones de poder al interior de la familia, de clase, de prestigio, de luchas que se enraízan en la historia de la localidad y sus gentes. Así, el envío y la recepción de remesas, en muchos casos, está ligado a un fuerte control desde el exterior, ya que el migrante tiene la capacidad para incidir en su fin último: gasto, depósitos, cantidades, etc.

Lo que resulta llamativo es que este control se realiza de forma directa, tanto con la familia como con el personal administrativo de las cooperativas, ya que las relaciones son personales y muy cercanas. Así, <<la gente llama (a la cooperativa) para ver si la plata ya ha llegado, si va a estar bien invertida, preocuparse por la cooperativa, quién está al frente, cuántos años tiene>> (Entrevista, EFL Cacique Guritave, Taday, 2007) o <<me llaman por teléfono y me dicen te mando tanto y esto es para la casa y esto para la comida y lo que queda lo ahorro en la cooperativa>> (Entrevista, familiar de migrante, San Juan de Pindilig, 2007). Esto nos muestra cómo el control es posible debido al acortamiento de las distancias geográficas y temporales, e indica cómo los conceptos de distancia, lejanía, cercanía, separación física, etc., se encuentran en reformulación debido a la compresión espacial–temporal a la que se refiere Harvey (1999).

 

3.2. El empoderamiento29 político

Las iniciativas impulsadas por las EFL constituyen una herramienta de lucha activa contra la marginación a partir de la propia agencia de la gente, por lo que el proceso implica la creación de espacios de autonomía social <<la gente se siente discriminada, al margen de tener un crédito y ahora nos sentimos propietarios de nuestra propia empresa>> (Entrevista, EFL San José del Tambo, Espíndola, 2005).

Las organizaciones han ideado estrategias que les permitan superar el aislamiento, desde la creación de redes (REFLA y la Renafip son una expresión de esto) y también a partir del establecimiento de relaciones con ONG, con gobiernos locales y entes nacionales, con instituciones privadas, con organismos de cooperación internacional, con instituciones financieras en el extranjero y diversos actores sociales. Las redes han posibilitado mejoras en aspectos prácticos como la reducción de costos para participar en procesos de capacitación, contratar personal especializado, lograr asistencia técnica, obtener respaldo financiero, intercambiar experiencias, negociar convenios y servicios, y así mismo, constituyen el espacio más importante para promover acciones de reivindicación y de incidencia socio–política en el plano regional y nacional.

También encontramos al interior de las EFL un conjunto de acciones que han robustecido el capital social de sus afiliados y comunidades, como lo es la vinculación de los/as socios/as en calidad de propietarios, la redistribución de los dividendos y/o la reinversión de las utilidades en las localidades, el fomento de proyectos productivos comunitarios, de emprendimientos individuales y familiares, la realización de procesos de capacitación, la creación de espacios de participación y de toma de decisiones, la apreciable y mayoritaria participación de las mujeres como socias y dirigentes, y la participación en espacios gremiales para la presentación de propuestas conducentes a la consolidación del cooperativismo en el marco de las políticas públicas.

Incluso, estas redes han confrontado al propio Estado debido a las múltiples e imprecisas reformas del marco jurídico, que parecen orientadas a erosionar la labor del modelo cooperativo de ahorro y crédito, y que fueron presionadas desde el sector financiero tradicional (como los Decretos 2132 de 2001 y 354 de 2005). La oposición generada a este tipo de normativas desde ciertos sectores financieros, ONG e incluso órganos estatales como la Dirección Nacional de Cooperativas, ha permitido al sector cooperativo mantenerse y seguir adelante con su propuesta. Incluso, lejos de frenarlas se han consolidado aún más.

Este largo proceso reivindicativo logra hoy su mejor respuesta en el nuevo texto constitucional aprobado recientemente en septiembre de 2008. En efecto, allí se dispone que el sistema económico ecuatoriano <<es social y solidario; reconoce al ser humano como sujeto y fin>>. Sobre las finanzas populares, la nueva Constitución consagra que <<las iniciativas de servicios del sector financiero popular y solidario, y de las micro, pequeñas y medianas unidades productivas, recibirán un tratamiento diferenciado y preferencial del Estado>> (Art. 311). Hemos subrayado ese tratamiento preferencial, ya que anteriormente no se planteaba en el ámbito gubernamental. Como se ha dicho, esto es resultado de un amplio proceso de movilización social, desde las organizaciones de economía social y solidaria que no es exclusivo de las EFL pero sí que su participación ha sido activa y determinante. La incorporación de la noción de finanza popular hace parte de dichos aportes. Cabe advertir finalmente, que este proceso no se produce sólo en la REFLA o el Austro, sino que aparece y se extiende por todo el país en diversas organizaciones de finanzas populares.30

 

4. CONCLUSIONES

El caso de las EFL, en el Ecuador, y su relación con las remesas enviadas por los migrantes, nos permiten plantear las siguientes conclusiones: en primer lugar, el dinero de los migrantes se está convirtiendo en uno de los flujos de capital más importantes en estos tiempos de globalización, lo que hace que sean muchos los actores interesados en su cooptación. El caso ecuatoriano no es una excepción, hasta el punto de que ya hemos denominado a las remesas en el Ecuador como un <<capital en disputa>>, debido al gran número de actores deseosos de aumentar su capacidad de influencia sobre ellas, como lo demuestran las actuaciones de los actores multilaterales, los gobiernos emisores y receptores, los bancos de origen como de destino, las empresas de bienes y servicios (agencias de viajes y de envío de dinero), los chulqueros y coyoteros, las empresas familiares y las familias mismas (Cortés, 2004).

En ese afán de bancarizar las remesas, surge como alternativa la propuesta de las EFL, que tiene por objetivo la contribución a los procesos de desarrollo local desde la prestación de servicios de intermediación financiera. Desde esta perspectiva, la remesa se convierte en un recurso social, proceso que se da a partir de la captación de ahorros familiares para devolverlo en calidad de créditos a las comunidades, lo que posibilita la dinamización del tejido económico–productivo en el plano local y territorial. Las finanzas populares constituyen una contrapropuesta al modo en que la banca tradicional ha venido actuando y, además, resuelven la disyuntiva sobre el uso de remesas como bien privado hacia proyectos de beneficio común. Se trata de entidades muy efectivas al momento de obtener un provecho social amplio de las remesas y de los demás recursos económicos generados en las localidades. Su efecto multiplicador permite canalizar recursos indistintamente hacia toda la población local.

En segundo lugar, la fase actual en la que se encuentran las EFL en el Ecuador, tiene una clara connotación global en el sentido acuñado por Robertson (2000). Para este autor, la globalización no es un proceso de sentido único en la determinación de los acontecimientos por parte de las enormes estructuras globales, sino que implica al menos la posibilidad de la intervención local en los procesos globales (Robertson, 2000). En el caso que nos ocupa, las EFL han entrado a ocupar un pequeño segmento de la arena financiera global, como escenario en donde tienen lugar las transferencias financieras, tal como sucede con los convenios celebrados con grandes instituciones para la transferencia de remesas. De hecho, su propia génesis está ligada a las consecuencias de la implementación de las medidas de ajuste estructural y de apertura al capitalismo global (crisis del 99), y su desarrollo posterior está ligado al entorno mundial, a partir de la captación y canalización de remesas y de los procesos comunicativos y tecnológicos que esto exige. A su vez, este flujo de recursos está condicionado por las propias dinámicas globales, que afecta de manera sensible la liquidez local de una EFL, tal es el caso por ejemplo, de los momentos de paro laboral en temporadas de invierno, en la actual crisis económica y financiera, la inestabilidad de sectores de la construcción, agrícola y de servicios.

Por otra parte, es precisamente su arraigo a lo local lo que permite su permanencia. Al constituirse en experiencia de finanzas populares, su existencia va más allá de lo financiero y está determinado por los procesos organizativos de las comunidades. Esto permite prever que si en un futuro disminuyera considerablemente el flujo y canalización de remesas, las EFL tendrían la capacidad de seguir operando a partir de los recursos generados en las propias localidades, tal como sucede en otras áreas geográficas del país, eso sí, con una capacidad de intervención mucho menor.

Si bien, la globalización se refiere normalmente al incremento de la integración internacional de la economía, la política y la cultura, a procesos vinculados con el desarrollo del capitalismo, la expansión e integración de las inversiones, producciones y mercados capitalistas propiciados por la existencia de nuevas tecnologías, también ha generado procesos locales de resistencia y movimientos sociales más amplios, donde la gente busca proteger sus territorios, identidades culturales y autonomía (Gimeno y Palenzuela, 2005). En el caso que hemos analizado, actores que tradicionalmente habían sido excluidos por ser indígenas, campesinos o mujeres, han aprovechado los resquicios que se abrían en un momento de crisis para impulsar procesos locales de autogestión, autonomía y resistencia, lo que ha conllevado a lograr mayores cotas de empoderamiento social y político. Además, el proceso de las EFL que fue iniciado desde lo local ha aumentado su capacidad de incidencia hasta lo nacional tras varios años de historia y organización.

Por último, la perspectiva transnacional nos ha permitido mostrar que las remesas de los migrantes pueden revestir muchos significados, y que los procesos de construcción del compromiso transnacional basado en las relaciones de obligación, solidaridad, reciprocidad, pertenencia y/o lealtad nacional conforman el soporte social de esta transferencia. Y en la configuración de este proceso de formación del compromiso transnacional el <<lugar>> es una clave de su dinámica. En este sentido, nos alineamos con autores como Mato quien señala que <<los referentes al lugar continúan siendo muy importantes para los actores sociales que participan en esos mismos tipos de procesos que algunos suelen calificar de <<desterritorializados>> usualmente asociados a la idea de <<globalización>> (Mato, 2006). En el caso de las EFL, hemos mostrado y analizado la lógica desterritorializada de las remesas, pero también su proceso de reterritorialización, de tal modo que ambas categorías son usadas de forma complementaria tal y como nos advierte el autor, al señalar que la categoría analítica de <<desterritorialización>> se ha usado demasiado a menudo a modo de comodín, es decir, sin acompañarlo del par <<reterritorialización>>. En el caso analizado, las remesas que se generan de forma territorialmente localizada en España, Italia o EUA son cantidades que se envían al Ecuador bajo la forma de flujos financieros desterritorializados. Una vez que llegan y son canalizadas a través de las EFL, vuelven a reterritorializarse para engrosar la riqueza local y ser redistribuidas bajo la forma de créditos. Y este proceso es asumido conscientemente por los miembros de las EFL, cuando señalan que se trata de un <<mecanismo nacionalista>> que persigue evitar las fugas de recursos locales hacia los grandes centros urbanos y hacia el exterior.

Esta es una experiencia que surge desde abajo, de forma endógena, liderada por organizaciones de base, agenciada por mujeres y hombres de las propias localidades, con una noción propia de desarrollo local, estructurada desde la adversidad, con respuestas efectivas conforme a las necesidades de cada comunidad, y conectadas a los contextos de llegada y en relación con la población migrante. Se trata de espacios emancipadores consecuentes con la naturaleza del cooperativismo y de las finanzas populares (ayuda mutua, democracia, igualdad, equidad, solidaridad) (Ortega, 2007b), elementos que no considera el modelo neoliberal. Desde las EFL se repara que es posible contribuir en las dinámicas de desarrollo desde un modelo local, cuyo principal cimiento es la potencialización de los recursos locales (humanos, económicos, institucionales, ambientales y culturales) y el aprovechamiento de recursos provenientes del exterior, en este caso, de las remesas producto de la migración internacional.

 

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NOTAS

1 Según el Banco de España, los principales países receptores de remesas en el año 2006 fueron Colombia con el 19,7% del total (1.341 millones de euros), Ecuador con el 17% (1.157 millones de euros) y Bolivia con el 10,8% (735 millones), www.remesas.org, consultado 10 de enero de 2008.

2 Como tendremos oportunidad de mostrar, las EFL de Azuay y Cañar no son las únicas que existen en el Ecuador, pero sí se trata de una de las experiencias más consolidadas y de mayor madurez en cuanto a la canalización de remesas. Por este motivo, vamos a referirnos particularmente a ellas, sin dejar de apoyarnos en las distintas experiencias de otras Redes de EFL del país.

3 El trabajo de campo para este estudio ha sido desarrollado en varios momentos (2005 y 2007) lo que ha permitido captar los cambios y las respuestas que estas organizaciones han ido construyendo en el tiempo. El uso de técnicas de investigación ha sido variado (revisión documental, entrevistas en profundidad, grupos focales, visitas en terreno, observación participante, datos cuantitativos, etc.). El acceso a información de primera mano y una relación cercana con los miembros de las organizaciones se ha dado a partir de nuestra participación en varios proyectos en conjunto con las mismas: la filmación en un video–documental; como parte del equipo de sistematización del Plan Comunicación, Migración y Desarrollo (PMCD) y del equipo de sistematización para el Concurso Minka–Chorlaví sobre Migración y Desarrollo Rural; acompañantes de un proyecto de codesarrollo que apoya la labor de estas EFL, y como formadores en materia de codesarrollo.

4 Agradecemos a los miembros de las EFL, a sus líderes y gerentes, a su personal administrativo y socios, por su comprensión y colaboración en este trabajo. Sin ellos, las EFL no existirían y mucho menos el trabajo que aquí se recoge. Este trabajo les pertenece y a ellos se lo dedicamos.

5 En este texto, los términos EFL, COAC o cooperativa son sinónimos: EFL es la denominación técnica dentro del modelo de finanzas populares, CAC o COAC se refiere más a su tamaño y es el termino usado en el marco jurídico en el proceso de reconocimiento, y cooperativa es la forma comúnmente usada por los habitantes de las comunidades para referirse a sus propias estructuras.

6 La distribución de las EFL por cantones es la siguiente: Chordeleg, Chaucha (C), Cuenca, Baños (C), Azogues, Gualaceo, Guachapala, Sigsig, Cañar, Naranjal (Guayas), Molleturo (C), Girón, Sevilla de Oro y El Pan.

7 En Ecuador, la Parroquia como entidad subnacional constituye la unidad de menor rango en la organización político–administrativa del territorio (Provincia–Cantón–Parroquia). La mayor parte de las EFL se ubican en parroquias rurales.

8 El FEPP es una fundación privada con finalidad social, sin fines de lucro y ecuménica, auspiciada por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. Se trata de una organización con más de 35 años de experiencia (los primeros estatutos fueron aprobados el 22 de julio de 1970). Desde el año 2000 se define como Grupo Social FEPP, ya que al interior de la institución se han constituido nuevas personerías jurídicas que mantienen principios, valores, metodologías y destinatarios comunes, y que responden a una estrategia integral orientada al desarrollo local (incluye empresas para asuntos de vivienda, tierras, acceso a agua y servicios públicos, capacitación, comercialización, agroimportación, conservación sostenible y uso racional de los recursos naturales, etc.). Se denomina Fondo ya que el primer servicio de la institución consistía en el otorgamiento de créditos para apoyar las actividades productivas, de transformación y comercialización en el sector rural. Este rol hoy en día ha sido asumido por la Cooperativa Desarrollo de los Pueblos Codesarrollo Ltda. (FEPP, 2007: 64).

9 El FEPP creó en 1997 la Cooperativa de Ahorro y Crédito Desarrollo de los Pueblos Ltda. (CODESARROLLO LTDA ) y una de sus líneas de acción es el apoyo financiero y técnico a las redes de EFL. En lo financiero cumple funciones de entidad de segundo piso, es decir, capitaliza a las EFL mediante préstamos para que éstas a su vez cuenten con liquidez para operar. También es la encargada principal de recibir remesas provenientes de España e Italia y transferirlas a las EFL, con las que ha celebrado convenios.

10 El cálculo del riesgo en el caso ecuatoriano lo define la Superintendencia de Bancos y Seguros (SUPERBAN) que incluye, entre otros: el análisis de ingresos del solicitante, su historial de crédito, la disponibilidad de colateral o avales, la probabilidad de éxito del proyecto a financiar, la coyuntura económica, etc.

11 A diferencia del término microfinanzas que si bien tiene que ver con <<una opción de acceso a productos financieros a los más pobres>> su implementación involucra de igual modo a la banca convencional, de hecho, son varias las entidades de este sector que se han subido al bus de las microfinanzas, dada la rentabilidad del negocio. Por su parte, las personas dirigentes de las organizaciones prefieren la denominación de EFL más que de instituciones de microfinanzas (IMG) ya que un monto de crédito que a criterio de algunos puede parecer poco, para el sector rural empobrecido puede ser una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida.

12 Entre las redes existentes se encuentran la Red de EFL Alternativas del Austro Ecuatoriano en Azuay y Cañar (REFLA, 21 EFL), la Red Financiera Rural de Manabí (15 EFL), la Red de EFL del Sur del Ecuador en Loja (REFSE, 37 EFL), la Red Financiera del Norte en Carchi e Imbabura (REFIDER, 23 EFL), Red de Estructuras Financieras de Cotopaxi (14 EFL), la Red Financiera de Tungurahua (13 EFL), la Red Financiera de Chimborazo (seis EFL), la Red Financiera de Sucumbíos (28 EFL) y la Red Financiera de Bolívar (15 EFL) (GSFEPP, 200 7: 64). Estas redes regionales crearon en diciembre de 2007 la Renafip.

13 Oficialmente denominado Bono de Desarrollo Humano (BDH) consiste en un subsidio económico otorgado por el gobierno por un valor de 30 USD mensuales destinado de forma exclusiva a sectores que califican de muy pobres (ubicadas en los quintiles uno y dos de pobreza) personas de la tercera edad y con discapacidad. De este subsidio se benefician cerca de 1.2 millones de personas en todo el país.

14 Artículo tejido a mano con una fibra natural proveniente de un arbusto del mismo nombre.

15 Si bien esta denominación ha sido acuñada en varios lugares (más cerca de lo mediático) preferimos el uso de otros conceptos como <<proceso migratorio>> o <<salida vertiginosa>>. El motivo es que términos como <<ola>>, <<flujo>> etc. hacen alusión a movimientos constantes e ininterrumpidos inscritos en la naturaleza y que importamos a las Ciencias Sociales contribuyendo a conferir a la migración la idea de <<falta de control>> y a desdibujar el papel de los migrantes.

16 De todos modos, sobre el número total de emigrantes sólo se cuenta con cálculos aproximativos hechos por algunos autores: <<entre un millón y 1.3 millones>> (Arteta y Oleas, 2006); otros cálculos más elevados señalan <<entre 2 y 2.5 millones de ecuatorianos>> (Acosta et al, 2004). El proceso migratorio ecuatoriano ha cobrado una magnitud tan importante que se trata del país con mayor porcentaje de emigración de la región andina. Esta intensa y acelerada salida por parte de migrantes ecuatorianos sigue teniendo como destino EUA pero sobre todo Europa. Así, España, EUA e Italia son los principales destinos de la emigración de los y las ecuatorianas (Herrera, 2007).

17 El primer país de envío es EUA (54,7%) seguido de España (38.2%) del total. Entre los dos representan el 90% de las remesas recibidas (BCE, 2007).

18 En el plano nacional, el crecimiento del sector cooperativo de ahorro y crédito se da en número de entidades, socios y activos, ya que, por ejemplo, entre 1998 y 2005 las captaciones pasaron de 75 a 400 millones de dólares (Flamarique, 2007: 14).

19 Nos referimos aquí a estas dos provincias por tratarse del escenario de la REFLA, pero seguramente esta afirmación es aplicable a otras provincias y realidades del Ecuador.

20 Un ejemplo de esto lo encontramos en el convenio firmado en julio del 2006 entre la Caixa Catalunya y la COAC Codesarrollo Ltda., en el que se establece una tarifa única de envío de 2.90 euros si el monto no excede los 3000 euros mensuales. Este convenio que tiene como eslabón final a las EFL ha permitido que varias de ellas transfieran remesas provenientes de España para ser entregadas a los destinatarios en sus propias ventanillas (Ortega, 2007b). También existe un convenio con el Banco de Crédito Cooperativo Italiano <<Iccrea Banca>>, y actualmente se están formalizando los acuerdos con algunas entidades en los EUA. Hay que resaltar que el trabajo desarrollado por la COAC Codesarrollo Ltda., fue pionero en el país en lo que tiene que ver con la transferencia de remesas a bajo costo.

21 En el caso de Ecuador, por ejemplo, el mayor volumen se orienta a la satisfacción de necesidades básicas de la familia: consumo, pago de servicios públicos, salud, educación (Martínez, 2004: 10; FOMIN, 2003: 28). Gasto e inversión que se realiza de forma regular ya que se trata de hogares pobres en el que la remesa, en muchos casos, constituye el principal ingreso económico.

22 Este ciclo es una descripción que se ajusta a muchos de los casos, aunque no a todos, por lo que hay variaciones pero que según expresan los gerentes de las cooperativas sucede con frecuencia con aquellas familias que solicitan créditos de manera sucesiva.

23 Para emprender el viaje emigratorio muchas personas recurren al chulquero y solicitan entre 3 mil y 15 mil dólares dependiendo del lugar de destino, a tasas de interés entre el 10 y 15% mensual. Esto implica, en muchos casos, que finalmente se pague el doble del préstamo, incluso puede ser más. Situación que se agrava cuando el proyecto migratorio se frustra, especialmente cuando se realiza por vías irregulares. Los que se quedan asumen los compromisos ante dicho prestamista, por ello empeñan sus bienes (terrenos, casas, vehículos). Situación que en el caso del Austro es asumida por una buena parte de mujeres cabeza de hogar. Este acuerdo, en condiciones muy desfavorables ha hecho, por ejemplo, que muchas familias pierdan sus propiedades, su tierra, siendo una de las situaciones que ha agudizado las condiciones de marginalidad en la región.

24 Uno de los rasgos visibles de las transformaciones que ha traído consigo la migración internacional en el territorio se halla en el reemplazo de las tradicionales casas de adobe y tapia por grandes casas de dos a cuatro plantas conforme a planos e imágenes enviados por los propios emigrantes, modelos similares a los tipos de vivienda que encuentran en destino.

25 En palabras de Patricio Aucay, Director de la REFLA.

26 Ver Fletcher 1999 para el caso mexicano; Gundel 2002 y Hansen 2004 para el caso somalí; Jazayery 2002 para el caso afgano; Sriskandarajah 2002 para el caso de Sri Lanka; y Sørensen 2004 para el caso marroquí.

27 La enumeración no es exhaustiva.

28 Por capital social entendemos <<la capacidad de los individuos y/o comunidades, de acceder a recursos en virtud de su membresía a redes sociales más amplias>>, definición ofrecida por Alejandro Portes en el marco de la Conferencia impartida en la Universidad Complutense de Madrid <<Capital Social e Inmigración>>, en octubre de 2008.

29 Se refiere al proceso de autodeterminación por el cual las personas o comunidades ganan control sobre su propio camino de vida. Se trata de un proceso de concienciación (tomar conciencia de todos los factores que influyen sobre la vida de las personas) y liberación (ganar poder de decisión sobre su propio destino), http://www.lachsr.org/es/thesaurus/00001016.html tomado de Mancha, O. (2007).

30 Precisamente la Renafip expresa la dimensión y relevancia que esta propuesta tiene en el marco de la consolidación de diversas formas, experiencias y proyectos de economía social y solidaria como actualmente sucede en el Ecuador.

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