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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.78 Michoacán jul./dic. 2023  Epub 14-Sep-2023

 

Reseñas

CHASSEN LÓPEZ, Francie, Mujer y poder en el siglo XIX: la vida extraordinaria de Juana Catarina Romero, cacica de Tehuantepec, México, Taurus, 2020, 520 pp.

Luis Fernando Contreras Gallegos1 
http://orcid.org/0000-0003-1849-0135

1Universidad Iberoamericana, Campus Santa Fe

CHASSEN LÓPEZ, Francie. Mujer y poder en el siglo XIX: la vida extraordinaria de Juana Catarina Romero, cacica de Tehuantepec. 2020. Taurus, México: 520p.


En los últimos años, ha florecido un nuevo interés historiográfico que centra su atención en recuperar actores que anteriormente habían sido invisibilizados en las narrativas históricas. Dentro de los diversos actores que caben en la recuperación de estas voces soterradas, es notorio el interés cada vez mayor en realizar investigaciones enfocadas en rescatar la voz, la agencia y las experiencias de las mujeres.

En los proyectos de investigación histórica de este tipo, las dificultades no son menores. Escribir una historia de las mujeres y de su agencia dentro de determinados contextos involucra diversas dificultades que, en gran medida, se van a resolver mediante la pericia del investigador y la imaginación histórica que este posea. La adversidad principal consiste en que durante mucho tiempo las mujeres fueron sujetos relegados a la esfera privada, mientras que a los hombres les correspondía la esfera pública. Por este motivo, su voz y sus experiencias son más difíciles de reconstruir.

Sin embargo, la dificultad de hacer una historia de las mujeres no es algo que detuvo a Francie Chassen. Su libro, Mujer y poder en el siglo XIX: la vida extraordinaria de Juana Catarina Romero, cacica de Tehuantepec, es un sobresaliente trabajo que se esfuerza en reconstruir una de las vidas más intrigantes de la época porfiriana. No obstante, hablar de esta mujer tiene dificultades que la misma autora antepone delante de sus lectores. Nos enfrentamos a un libro que metodológicamente se apoya en un enriquecedor abanico de fuentes primarias: archivo, fotografías, cultura material, incluso entrevistas. A pesar de los abundantes apoyos en fuentes, los huecos sobre la intrigante vida de esta mujer sobreviven, pues los archivos y los testimonios sobre su vida son escasos.

Ante la adversidad, la autora no duda en recurrir a la imaginación histórica, de allí que, mediante un conocimiento profundo de la época y hasta donde las fuentes lo permiten, Chassen toma el atrevimiento de suponer, de lanzar hipótesis y posibilidades. Si bien las lagunas nos impiden saber con objetividad ciertas prácticas y experiencias de Juana, los indicios permiten lanzar un "es posible", un "podría ser" o un "es altamente probable". Ahí donde la oscuridad aparece, la imaginación del historiador tiene que construir sus propios caminos.

El libro de Chassen no solo es una historia que se detiene en tratar de reconstruir la fantástica vida de Juana Catarina, sino que también nos ofrece una ventana que permite asomarnos a la vida política, cotidiana y económica del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca; observar cómo un territorio geoestratégico para el porfiriato comienza a inmiscuirse en los procesos de la modernidad global. Más aún, dimensionar cómo el Istmo se transforma a partir de la agencia de Juana y cómo ella se transforma a partir de las oportunidades del Istmo. El libro cuenta con un total de ocho capítulos. A continuación, sintetizaremos las ideas principales de cada uno.

El primer capítulo es un esbozo de sus misteriosas raíces familiares, una mujer cuyo árbol genealógico está marcado por su nacimiento ilegítimo y por un "padre desconocido". A un lado del intento de reconstruir sus lazos filiales, se nos ofrece una historia de las cuestiones sociales y culturales que en el siglo XIX les brindaban honor a las mujeres, al igual que las circunstancias que podían vivir y perderlo. Los siguientes apartados del capítulo derivan en una historia demográfica, geográfica y económica del Istmo. Al final del capítulo, la autora comienza a delinear la vida de intrigas y de lucha de poderes en los que se verá inmersa, pues ella no fue una simple espectadora de la guerra del Istmo y de los conflictos nacionales entre liberales y conservadores, ya que a sus 20 años pasará a formar parte activa de las riñas, no como combatiente, sino como espía.

Dentro del segundo capítulo, el lector puede entrever las maneras en la que la guerra de mediados del siglo XIX afectó la vida económica y cotidiana del Istmo. En estos años prolongados de guerra, las mujeres formaron parte activa de los conflictos. Es de destacar la atención que se le dedica a los espacios políticos de sociabilidad y cómo en estos se producían contactos y transmisiones de información sobre el bando enemigo, tales como los billares. Fue dentro de estos espacios que cumplió con sus deberes como espía y ayudó a brindar información sustantiva a los liberales. Parte del conocimiento ventajoso que Porfirio Díaz comenzó a acumular sobre sus rivales, fue debido a la información brindada por Juana. Curiosamente, el capítulo concluye con sus vericuetos amorosos con el peor enemigo de Díaz: Remigio Toledo.

Los capítulos tres y cuatro comienzan a dar cuenta de cómo Juana empezó a adentrarse en el mundo de los negocios. Los efectos de la guerra desfiguraron el orden económico. Ante la ausencia de hombres, debido a que estos estaban en el conflicto, las mujeres cada vez más se tenían que instalar dentro de la vida económica istmeña. Para Juana, insertarse en la vida económica, no significaba ningún problema, al contrario, le servía como medio para incrementar sus influencias. Era una mujer soltera y pensaba continuar de esta forma; casarse significaba perder la libertad para aventurarse en el mundo de los negocios. Para 1870, ya tenía una tienda y manejaba sus negocios gracias a su soltería. Se especializaba en comerciar con productos extranjeros: vino, textiles y cristal. Sabía que la única forma de prosperar en los negocios, especialmente siendo mujer, sería mediante la construcción de importantes relaciones sociales.

Para 1870, el Istmo ya daba síntomas de globalización; era una región en la que se facilitaban los tránsitos de las nuevas mercancías que comenzaban a aparecer en otras regiones. Juana no dudó en explotar estos nuevos intercambios. Un objeto cultural en el que se notan estos intercambios globales, al igual que la participación de Juana en ellos, es a través del traje de tehuana. Su relación con el traje tehuano es muestra de que las mujeres eran agentes activos que participaban en la producción, comercialización y consumo. Ella en particular fue partícipe en la introducción de nuevos materiales importados, los cuales formaron parte de esta vestimenta. Es interesante notar cómo en estos dos capítulos se atienden nuevos espacios de sociabilidad y de consumo, tales como El Palacio de Hierro.

Los capítulos cinco y seis dan cuenta de lo que parecería son dos caras distintas de Juana: su lado filántropo y el lado de cacica. Por el lado de la filantropía, era una mujer generosa con la Iglesia. A ella le toca vivir un momento de feminización de la institución eclesiástica, ya que mientras el liberalismo las expulsaba de la esfera pública, la Iglesia las acogía para ser parte de las prácticas y las labores eclesiásticas. Juana era una mujer fiel a los valores de la iglesia, al mismo tiempo que tenía un fuerte interés en promover procesos modernizadores. Por esta última razón, participó en impulsar la educación en el Istmo. En este sentido, su filantropía la llevó a tener dos escuelas y a apoyar a familias de bajos recursos que no tuvieran acceso al estudio. Parte sustantiva de este capítulo es demostrar que algunas mujeres, una minoría, fueron parte activa de la promoción y el desarrollo de la modernización en la que se sumergía el país.

En cuanto a la parte caciquil, era acusada continuamente por sus detractores de ser una mujer déspota. En el siglo XIX era mal visto que las mujeres participaran en el ejercicio del poder y la vida pública, por ese motivo, tenía tantos enemigos, pues consideraban que ella rompía con el orden de la sociedad. Uno de sus peores enemigos era Apolinar Márquez. Este hombre influyente, hacía uso del periódico El eco del Istmo para golpetear a Juana y a sus proyectos. Ante la dificultad de no contar con un periódico que jugara a favor de sus intereses, Juana contradecía estas acusaciones mediante pasquines. Una mujer como ella solo podía sobrevivir contra un enemigo como este a través del ingenio y mediante relaciones influyentes que la auxiliaron.

El sexto capítulo cuenta con análisis interesantes sobre los espacios de sociabilidad en donde se forjaban las relaciones de apoyo masculino y la masculinidad misma. El Liceo, las Asociaciones Científicas, los Clubes, los Partidos Políticos, son solo algunos de los lugares donde los hombres forjaban sus relaciones de solidaridad. El capítulo concluye con una disertación importante: ella no era feminista, tampoco buscaba reivindicar el papel de las mujeres, ella era una persona que casi siempre explotaba el poder para su beneficio y el de los suyos, incluso sus negocios se acomodaron perfectamente en las estructuras patriarcales y de género que imperaban. Jamás tuvo el interés de cambiar las estructuras de desigualdad que separaban a hombres y mujeres.

Por último, se nos presentan los capítulos de auge y ocaso. El auge del Istmo de Tehuantepec está centrado principalmente en la reconstrucción del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec (FNT), uno de los proyectos de infraestructura clave del porfiriato. Su implementación no solo era vital para los negocios de Juana, también lo era para la reconstrucción económica de la zona después de un terrible terremoto que sacudió al Istmo. En este mismo capítulo se destacan procesos colaterales que se pusieron en marcha para el proyecto de modernización: la banca, la construcción de un sistema financiero y fiscal, la fuerza global que tendría el FNT. En lo que respecta a Juana, se revisa su participación dentro de la modernización: la construcción de su Chalet, el proyecto de su propio banco y el impulso de sus negocios.

Sin embargo, dentro del paraíso de la modernidad ya comenzaban a asomarse las nubes de la oposición y del descontento. En este sentido, el último capítulo construye una imagen que permite visibilizar la decadencia y el derrumbe del régimen porfirista. Entre la agonía política de Díaz y la salida de los Científicos, el estado de Oaxaca convulsionó. Para 1914, el auge y el resplandor de modernidad del que había gozado el Istmo comenzaban a extinguirse. Para 1915, su fuerza y riqueza comercial estaban hechas añicos por las turbulencias de la revolución. En este escenario de alteraciones nos queda la interrogante: ¿Juana supo adaptarse a estos cambios? No hay mucha evidencia para responder esto. Lo que parece ser una verdad es que supo llevarse bien con todas las facciones. En este mismo capítulo, el lector podrá observar la salida de Juana en 1913 hacia Europa y el desenlace con su muerte debida a una enfermedad desconocida.

El libro de Chassen permite conocer la interesante e intrigante vida de una mujer enigmática de la que se conoce poco y que, por dicho motivo, es nuestra imaginación la que tiene que suponer algunos vericuetos de su vida. Una biografía desafiante, principalmente porque es raro encontrar biografías que aborden a mujeres del porfiriato. El lector tiene en sus manos una muestra de que algunas mujeres, no todas definitivamente, formaron parte activa de los procesos de modernización del siglo XIX. La vida de Juana Catarina Romero no solo es interesante por sí misma, sino que nos deja ver asombrosos detalles de la vida cotidiana, política, económica y cultural de un siglo con demasiados cambios.

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