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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.73 Michoacán ene./jun. 2021  Epub 21-Mayo-2021

 

Reseñas

VIEYRA SÁNCHEZ, Lilia, Periódicos y conflictos sociopolíticos de los españoles en México (1873-1879)

Agustín Sánchez Andrés1 

1Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

VIEYRA SÁNCHEZ, Lilia. Periódicos y conflictos sociopolíticos de los españoles en México (1873-1879). 2019. Universidad Nacional Autónoma de México, México: 289p.


Durante la última década se han publicado numerosos estudios en torno a las relaciones entre México y España. Desde análisis de conjunto a estudios de caso, que abordan diversos aspectos de las poliédricas y siempre complejas relaciones establecidas por ambos países desde la emergencia de México como un actor independiente de la sociedad internacional. Gracias a ello, conocemos hoy a grandes rasgos no solo los avatares, sino también muchos de los factores explicativos —esas fuerzas profundas a las que aludía Pierre Renouvin en su análisis de las relaciones internacionales—, que condicionaron la evolución de las relaciones hispano-mexicanas entre los siglos XIX y XXI.

Existen, no obstante, aspectos todavía poco conocidos de dichas relaciones, cuyo estudio ha estado condicionado, hasta hace poco, por el paradigma estatocéntrico. Ello ha llevado a descuidar el estudio de aspectos fundamentales de las relaciones de México con su antigua metrópoli, como es el caso de las redes culturales e intelectuales establecidas a menudo por actores informales de manera paralela a los vínculos político-diplomáticos existentes entre ambas naciones. El libro de Lilia Vieyra Sánchez constituye una importante contribución a este campo.

La autora, una destacada especialista de la historia de la prensa decimonónica mexicana, y especialmente del papel jugado dentro de esta por un nutrido elenco de periodistas y empresarios editoriales españoles, aborda en esta obra la figura del controvertido periodista, editor y polemista español Adolfo Llanos y Alcaraz durante su estancia en México entre 1873 y 1879.

La investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, reivindica en la introducción la importancia de la figura de Llanos a la hora de entender la mentalidad y los conflictos internos de la colonia hispana en México durante la transición de la República Restaurada al Porfiriato. Efectivamente, más allá de la actividad política del periodista cartagenero y de las pugnas entre los sectores dirigentes de la inmigración española, el libro revela la presencia de un pequeño pero destacado grupo de empresarios culturales: impresores, libreros, directores de periódicos o promotores de teatro y otros espectáculos, cuya actividad —unida a la de varios intelectuales, literatos y artistas españoles que se integraron fácilmente en la élite cultural mexicana— tuvo un importante impacto sobre la vida cultural del México decimonónico. Se trata de un aspecto de esta inmigración que apenas ha sido estudiado, pese a su importancia a la hora de reforzar el legado cultural de la antigua metrópoli, y contribuir a asentar la presencia de lo español en el proceso de conformación de una cultura nacional mexicana.

Llanos constituye un claro ejemplo de ello. La autora traza magistralmente en los primeros capítulos de su obra, la trayectoria vital y profesional del polifacético periodista y literato murciano, cuya llegada a México tuvo lugar a través de las redes comerciales, culturales e intelectuales que unían a los españoles de ambas orillas del Atlántico. Una vez llegado a este país en 1873, el texto describe la participación de Llanos en El Siglo XIX, El Comercio . El Búcaro y analiza las circunstancias que determinaron su asociación con Telésforo García para fundar La Colonia Española, que acabaría desplazando a La Iberia como vocero periodístico de la colonia española en México.

El libro reconstruye las complejas relaciones de Llanos con algunos de los más destacados miembros de lo que podríamos llamar el sector cultural de la inmigración española en México. Un grupo bastante heterogéneo que en algunos casos participó activamente —como el propio Llanos— en la dinámica política mexicana. Este fue el caso de Anselmo de la Portilla, antiguo director del Diario del Imperio y fundador del periódico La Iberia, que hasta la aparición de La Colonia Española fue el principal —aunque no único— diario español en México; o el del también cántabro Telésforo García, que desde las páginas de La Colonia Española respaldaría inicialmente las aspiraciones presidenciales de José María Iglesias tras la polémica reelección de Lerdo de Tejada, si bien posteriormente se reconciliaría con Porfirio Díaz y desarrollaría una brillante carrera como empresario cultural durante el Porfiriato. Como vemos, ambos personajes tuvieron trayectorias parecidas a la del propio Llanos Alcaraz.

El libro profundiza también en las relaciones del autor del polémico folleto No vengáis a América con otros periodistas y literatos peninsulares menos controvertidos, como el madrileño Enrique de Olavarría y Ferrari, quien a diferencia de Llanos, supo reivindicar el papel histórico de España sin ofender la sensibilidad mexicana, o el vasco Niceto de Zamacois, que coincidió con García y Llanos en La Colonia Española y participó en revistas literarias tan emblemáticas como El Renacimiento de Ignacio Manuel Altamirano.

No menos importantes fueron las relaciones personales y profesionales establecidas por Llanos con destacados literatos mexicanos, como el propio Altamirano, Guillermo Prieto o José Peón y Contreras —que en algún caso ya fueron estudiadas con anterioridad por la autora—, así como las polémicas de corte historicista que le enfrentaron con otros periodistas mexicanos, como Gerónimo Baturoni, Darío Balandrano o el cubano naturalizado Andrés Clemente Vázquez, especialmente en el marco de la encendida polémica que enfrentó en 1876 a La Colonia Española y al Diario Oficial en torno al carácter de la herencia colonial española, y que a la postre —como muy bien señala Lilia Vieyra— sirvió a Llanos para conseguir el reconocimiento de los sectores dirigentes de la colonia española, no menos que sus encendidos ataques periodísticos contra la política fiscal de Lerdo de Tejada, o sus intentos para reglamentar las casas de empeño —muchas de ellas en manos de peninsulares, como refleja la portada del libro— que resultaban contrarios a los intereses de este grupo.

En este sentido, la obra —y esta es una de sus principales aportaciones—, analiza la figura de Llanos no solo a través de la compleja red de sus amistades y enemistades en el inquieto universo cultural del México decimonónico, sino también de sus relaciones con el influyente grupo de presión peninsular en México, al margen del cual no se pueden comprender las relaciones entre los dos países durante el siglo XIX y el primer cuarto del XX.

El libro muestra cómo la aparición del periódico La Colonia Española respondió tanto a la iniciativa empresarial de García y al trabajo incansable de Llanos, como al interés de un grupo de empresarios españoles por contar con un medio afín a sus intereses que les permitiera influir sobre el resto del colectivo español en México. Los capítulos centrales desentrañan minuciosamente los pormenores de la fundación y funcionamiento del periódico, así como su papel a la hora de difundir en México las obras de diversos autores europeos y estadounidenses, publicadas por el diario en forma folletín. Las polémicas que enfrentaron a Llanos con otros periódicos mexicanos en defensa de una visión complaciente de la historia de España, o de los intereses del colectivo español en México —que son analizadas con detalle por la autora— favorecieron el crecimiento de sus suscriptores en la capital y en aquellas ciudades en las que se concentraba la inmigración española, permitiendo su rápida conversión de periódico bisemanal a diario.

En otra parte he señalado, cómo los sectores dirigentes del colectivo hispano en México agrupados en torno al Casino Español, funcionaron como un poderoso grupo de presión que trató —a menudo con bastante éxito— de mediatizar las relaciones hispano-mexicanas a la defensa de sus propios intereses. Lilia Vieyra profundiza en las relaciones de Llanos con el Casino Español y la Beneficencia Española, al tiempo que disecciona los conflictos sociopolíticos existentes en el seno de la colonia hispana, derivados de intereses encontrados y pugnas por el liderazgo, pero también de antagonismos ideológicos que ponen de manifiesto la heterogeneidad política del colectivo español en México, dividido —como la propia sociedad española— entre monárquicos, republicanos y carlistas, al tiempo que atravesado por barreras de carácter regional que se irían haciendo más nítidas conforme terminaba el siglo.

Ello permite a la autora analizar detalladamente las bases del enfrentamiento entre un sector del Casino Español y la legación española, deseosa de poner fin a los conflictos del pasado y normalizar las relaciones con México. Este es el marco en el que se desarrolló el intento de Llanos para tratar de erigirse como el interlocutor ante Madrid de los grupos más conspicuos de la colectividad hispana, descontentos con la política conciliadora seguida por la legación española desde la llegada en diciembre de 1875 del primer representante de la Restauración, Emilio de Muruaga.

Este enfrentamiento se agudizaría tras la llegada al poder de Díaz, que pronto pondría en práctica una política de pacificación interna y atracción de los capitales y emigrantes extranjeros, necesarios para impulsar su proyecto de modernización e industrialización del país. Ello sentaría las bases de la progresiva normalización de las relaciones entre España y México, después de décadas de continuos conflictos, lo que supuso que la agenda diplomática dejara de estar subordinada a los intereses del influyente grupo de presión español en México. En este marco, el intento de Llanos y de sus poderosos patrocinadores estaba condenado al fracaso. Las encendidas polémicas del periodista cartagenero obstaculizaban, además, el proceso de reconciliación ideológica iniciado ya por numerosos intelectuales, tanto españoles como mexicanos, para tratar de cerrar las heridas abiertas por la guerra de independencia y los desencuentros posteriores. Como señala la autora, el periodismo de combate utilizado por Llanos para defender los intereses de un grupo de empresarios españoles, no tenía ya cabida en la nueva etapa de las relaciones entre México y España.

El último capítulo aborda el conflicto entre el Casino Español y la legación tras la expulsión de Llanos, el cual sirve de pretexto a la autora para abordar muy convenientemente la reorganización de la prensa española en México a raíz de la desaparición de La Colonia Española. Un interesante epílogo sobre la trayectoria del periodista tras su expulsión y su breve retorno a México para asistir a la boda de su hija en 1902, así como unas conclusiones en torno a la figura y transcendencia de Llanos cierran la obra.

El libro presenta además varios apéndices que recogen la totalidad de la producción periodística y literaria del escritor murciano. La pluma fluida y elegante de la autora hace que su lectura sea fácil y amena. La obra está sólidamente sustentada en fuentes documentales y biblio-hemerográficas que ponen de manifiesto la familiaridad de la historiadora con el tema. Todo ello hace que el libro constituya una sobresaliente contribución tanto a la historia del periodismo mexicano, como a la de las relaciones entre México y España durante el siglo XIX.

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