Tuve la suerte de contar con un ejemplar de Diplomaties culturelles et fabrique des identités. Argentine, Brésil, Chili (1919-1946) de Juliette Dumont tan pronto se publicó en Rennes por Presses Universitaires de Rennes. Se trata del segundo libro ¹ de una de las principales especialistas en la historia de la cooperación intelectual internacional de la primera mitad del siglo XX, propiamente la etapa de incursión multilateral en la materia. Dumont, quien goza de una excelente reputación académica y que tiene por base una sólida y continuada trayectoria, dedica esta nueva investigación a una amplia región cultural americana constituida por Argentina, Brasil y Chile. El resultado es un libro difícilmente comparable, y si bien está en la misma línea al que no hace mucho Alexandra Pita dedicó a México, ² no hay mucho más.

América Latina y el fenómeno del multilateralismo con eje en la Sociedad de Naciones apenas goza de dos décadas de atención entre los estudiosos americanos y europeos. El volumen documental y testimonial, integrado por archivos internacionales (de la propia organización ginebrina) y de las cancillerías estatales, ha supuesto un reto inmenso de búsqueda y estudio sin importar cuál sea la línea específica de interés en relación con la participación de América Latina y los latinoamericanos con la Sociedad de Naciones y su enorme estructura institucional. Este libro es, pues, un producto maduro y notable desde su presentación —en una versión aquí superada— como tesis doctoral (Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine, 2013) respecto al problema regional de interacción con un mundo replanteado dramáticamente al final de dos guerras mundiales y aún vigente en nuestro tiempo. Es una historia en la que los diplomáticos no serán los actores exclusivos de esta empresa intelectual internacional bajo un nuevo modelo de interacción fraguado en París y Ginebra, con soporte en comisiones nacionales organizadas en cada uno de los países involucrados.

Este concierto de culturas, que invitó a la definición y proyección de políticas culturales nacionales (quizá regionales también), es uno de los asuntos principales de este trabajo, junto con la ocasión de las naciones americanas de mostrarse valiosas y dignas en el plano cultural, a cien años de su emprendimiento independiente. América Latina y las naciones sudamericanas enfatizadas por Dumont, realizan un notorio esfuerzo para mostrarse respetables, esto es un elemento de fuerza moral nada desdeñable para las naciones en el medio internacional. Argentina, Brasil y Chile aprovecharían muy bien esta posibilidad, tal como lo demuestra la autora, elevando sus productos artísticos y literarios a la categoría cultural más alta: la universal. Esta es la historia en este libro, dinamizada por la fuerza sin precedentes del internacionalismo y de la invitación a adoptar modelos comunes (transnacionales) para un mejor entendimiento presente y futuro.

La obra de Dumont cuenta con un prefacio de Robert Frank, especialista distinguido en la historia de las relaciones internacionales, además de una introducción y una muy útil sección de contextualización para una mejor comprensión de la problemática en cuestión, así como de una primera parte dedicada a América Latina y el ámbito ginebrino de relaciones previo al enfoque de la autora en los tres países sudamericanos centrales. La segunda parte del libro entra de lleno en la materia de América Latina y la cooperación intelectual internacional, sin obviar el proyecto panamericano que se desarrollaría en paralelo y que es objeto de un capítulo que desplaza cualquier ambigüedad respecto a la afinidad o competencia entre ambos proyectos. Esta misma parte del libro problematiza la región en torno a los dos proyectos referidos o acaso inercias de esa época: la universalista (europea) y la emergente americana. La tercera parte de la obra corresponde finalmente a la construcción de las identidades culturales de los tres países sudamericanos mediante acciones y diplomacias nuevas de esta naturaleza particular, exitosas y cuestionables en nuestro tiempo en razón de la percepción espiritual que entonces pretendieron y auto esculpieron los representantes de la nación.