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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.65 Michoacán ene./jun. 2017

 

Reseñas

Carreón Nieto, María del Carmen, Valladolid/Morelia y sus ríos. Historia de un vínculo, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, 2014, (Fábrica de Historias: 3), 478 pp.

Edgar Zuno Rodiles* 

* Universidad Pablo de Olavide.

Carreón Nieto, María del Carmen. Valladolid/Morelia y sus ríos. Historia de un vínculo. Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, 2014. Fábrica de Historias: 3, 478p.


La vasta producción historiográfica de los últimos años ha dado pie a una diversidad de temas que han sido analizados desde diferentes perspectivas, ya sea desde lo político, lo económico, lo social, lo religioso, lo cultural, etc., por ende, la obra que a continuación se reseña se inserta y es un aporte en el campo de la historiografía de Michoacán.

La propuesta de María del Carmen Carrión Nieto intitulada Valladolid/Morelia y sus ríos Historia de un vínculo, plantea como tesis central la relación de dicha ciudad con los ríos Grande y Chiquito, arterias fundamentales en la conformación del lugar, mediante un recorrido cuyo desarrollo lleva al lector por diferentes vertientes de la historia que van desde lo prehispánico hasta principios del siglo XX con un lenguaje claro y sencillo.

La preocupación por la forma tan desmesurada de explotación del agua se observa a lo largo del texto; pues a través de una serie de interrogantes formuladas se fue conformando la investigación al darles respuesta, las cuales dan pie a la reflexión en cada uno de los momentos que se dieron en la construcción de esta historia sin romper el vínculo que logra establecer la autora a partir de ambos ríos y su entorno.

Por lo anterior, es interesante la manera en que se establece la conexión a partir del vital líquido como es el agua y la forma de vida de una sociedad como la que aquí se presenta mediante una estructura de cuatro capítulos; llama la atención la forma como se introduce al lector en el primer capítulo que bajo el nombre de “Concepciones del agua” hace énfasis en las ideas que se tenían del agua a partir de lo mítico-religioso y lo que este líquido representó para las culturas mesoamericanas por un lado, y lo científico por el otro, a partir de sus diferentes formas como saladas, dulces, frías y cálidas, además de las propiedades curativas que estas pudieran tener, así como el desarrollo tecnológico que se dio durante la colonia y con mayor razón en el siglo XIX.

El segundo capítulo “La ciudad y sus ríos”, inicia con una descripción de lo que hoy se conoce como Morelia, partiendo con la ubicación geográfica del valle de Guayangareo y algunas de sus cualidades hidrográficas y orográficas, además de otros recursos naturales; es en esta parte de la obra donde María del Carmen Carreón introduce al lector en uno de los ejes fundamentales de su análisis, el origen de ambos ríos “el grande y el chiquito” y la extensión de estos hacia diferentes puntos; así mismo, de nueva cuenta nos remite a la época prehispánica mostrando la importancia de los primeros asentamientos en las cercanías del vital recurso y los usos que estos pobladores le dieron.

El capítulo concluye con la llegada de los conquistadores y los cambios que transformaron la situación de sus habitantes, así como la fisonomía de lo que durante los siglos XVI y XVII se llamó Valladolid; en este proceso la autora deja claro el vínculo de ambos ríos con las nuevas formas de vida que se estaban desarrollando, así como la constante alteración que sufrían estos, además de apuntalar las futuras consecuencias de ello.

“Los ríos de Valladolid en el siglo XVIII” es el nombre bajo el cual se presenta el tercer capítulo y cuyo objetivo es mostrar una cara de la ciudad totalmente transformada, sin embargo, la autora en ningún momento pierde el vínculo de los ríos con los diferentes aspectos que aborda; es decir, analiza la presencia que desde el siglo XVI tuvo Valladolid y el crecimiento demográfico que se dio con el paso del tiempo, registrando altos índices de población en el siglo XVIII, destaca también su nutrida actividad cultural y académica, la conformación de cada uno de sus barrios, el desarrollo agrícola y comercial y los constantes problemas que se suscitaban por cuestiones topográficas e hidrográficas involucrando desde luego a sus habitantes.

La manera como estaba estructurada la ciudad muestra un panorama complejo en relación con un sentido de la cotidianeidad de sus habitantes y la necesidad de abastecerse de agua; el descontento generaba problemas graves que las autoridades no eran capaces de resolver ante el abuso de quienes contaban con los recursos económicos para controlar el consumo del líquido. Como lo advierte la autora, en este proceso el agua de los ríos se hizo presente en la ciudad mediante el acarreo de aguadores o transportada por el acueducto y posteriormente con el aumento y diversificación de infraestructura hidráulica la población se abastecía más; sin embargo, fue huella fehaciente de los cambios que se presentaban en la fisonomía de Valladolid y también las relaciones socioeconómicas y culturales de su gente.

Entre otras cosas, en este mismo capítulo la autora dedica una parte al problema de la salud pública, estableciendo el vínculo de los ríos y su impacto en la población a través de las enfermedades que se generaban por la contaminación del agua y en varias ocasiones la poca participación de la gente para mejorar la situación; en este sentido, se vinculan los ríos con las actividades económicas y comerciales que se desarrollaban en la ciudad de Valladolid, dejando clara la diversidad de problemas que debía enfrentar el gobierno para la conducción, manejo y distribución de agua.

Bajo este panorama, se puede evidenciar la situación de siglos atrás y acercándonos al siglo decimonónico, motivo del último capítulo llamado “Los ríos de Morelia en el siglo XIX” en el que, tras una serie de conflictos, sobre todo, durante la primera mitad con la independencia marcaron un estancamiento en diferentes ámbitos; pese a ello en 1828 se da el cambio de nombre de Valladolid por el de Morelia. Mediante este análisis se muestra el interés por detallar aspectos como la fisonomía de la ciudad y la población, así como los problemas de salud que los aquejaban; dando cuenta de lo que se vivía en el nuevo siglo tras una lucha por monopolizar el recurso e incluso a través de proyectos que no se cumplían, muchas veces por falta de recursos económicos.

Será en el porfiriato en donde a través de una serie de transformaciones se trató de mejorar la situación del suministro de agua; sin embargo, también fue uno de los periodos en los que a consecuencia de la inversión extranjera se explotó más el recurso a causa del desarrollo industrial de ese momento, tomando en cuenta que con el impulso económico y el incremento poblacional la demanda de agua era mayor.

Bajo este contexto, el vínculo que a lo largo del texto refiere la autora y la construcción que logra en esta obra, no sería posible sin el exhaustivo ejercicio heurístico y hermenéutico que se ve relejado en el desarrollo de la misma; la riqueza documental obtenida a través de los diferentes archivos, fuentes microfilmadas y digitalizadas, las fuentes impresas como periódicos, revistas, boletines y memorias de gobierno, así como páginas web y una gran cantidad de bibliografía, son el respaldo de la obra.

Cabe mencionar, la vasta información que se concentra en el aparato crítico, es decir, las constantes explicaciones a pie de página que la autora hace, complementan la información y profundizan sobre algunos aspectos que se mencionan en el texto; asimismo, la obra se refuerza con dos ilustraciones, destacando la que hace alusión a ciudad y la bajada del río grande.

Los doce mapas que forman parte del cuerpo del texto facilitan la ubicación de algunos espacios, llevándonos en un recorrido que va desde la localización del Valle y Loma de Guayangareo hasta los ríos y actividades productivas del siglo XIX. La incorporación de cuadros relacionados con los tipos de agua, presas, usos del agua, población, haciendas y ranchos, entre otros espacios de consumo y explotación del líquido son una herramienta importante que utiliza la autora en su análisis.

De igual manera, el incluir ocho apéndices entre los que se pueden citar las mercedes de agua en los siglos XVIII y XIX; el Reglamento sobre cortes de cantera y construcción de adobes, teja y ladrillos; la circular sobre el aprovechamiento de aguas y el Reglamento para el uso de aguas en Morelia son solo algunos ejemplos de respaldo de la obra.

Valga repetir que la historiadora en su análisis utilizó un lenguaje claro y sencillo en la redacción del texto; no obstante, facilita aun más la lectura del mismo al incorporar un glosario que ella consideró fundamental por el manejo de términos que constantemente se observan.

El extenso periodo y la diversidad de situaciones que se mencionan en este libro, abren diferentes brechas que pueden ser motivo de futuras investigaciones, sobre todo, por el aporte de su contenido para las nuevas generaciones de historiadores que no encuentran un tema por desarrollar.

Finalmente, concluimos que Valladolid/Morelia y sus ríos Historia de un vínculo es un aporte más para la historia de esta ciudad; no obstante, retomamos la misma idea que al principio en la preocupación por el agua que releja María del Carmen Carreón Nieto a través de un texto, pareciera que esta misma preocupación se extiende hacia algunos otros recursos naturales, además del tema de salud e higiene; coincidimos con ella en sus conclusiones, sobre todo en la parte que retoma y que hace alusión al cuerpo humano, ya que conforme se avanzaba en la lectura relacionamos a la ciudad con el cuerpo y la necesidad de cuidarlo e hidratarlo para su buen funcionamiento.

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