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Tla-melaua

versión On-line ISSN 2594-0716versión impresa ISSN 1870-6916

Tla-melaua vol.13 no.46 Puebla abr. 2019  Epub 02-Oct-2020

 

Reseñas

Dibujar la nación en clave antropológica

Omar Eduardo Mayorga-Gallardo* 
http://orcid.org/0000-0002-5093-2055

* Doctorante en Sociología en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. (omargallardo10@gmail.com)

Lomnitz, Claudio. La nación desdibujada. México en trece ensayos. España: Malpaso Ediciones, 2016.


La nación desdibujada es una invitación a pensar la cuestión nacional contemporánea desde distintios frentes en el contexto de la globalización neoliberal. Esta obra es una invitación, también, a releer la historia de México, desde La invención de América, en clave antropológica.

A contrapelo de los enfoques teóricos funcionalistas, renuentes a considerar las determinaciones de la composición cultural de México, los ensayos reunidos en esta obra recuperan una mirada fértil, no a través de la teoría política eurocentrista, sino de la “antropología histórica de las sociedades nacionales”, como el profesor Lomnitz denomina su trabajo.

Desde la concepción del autor, pensar lo nacional significa mirar la historia de México como una tensión permanente entre la abigarrada realidad cultural -constituida por un mosaico de singularidades étnicas e idiomáticas-, y el proyecto político de la modernidad. El resultado histórico ha sido la desarticulación política y social de las nacionalidades mexicanas, pese a los diversos intentos de modernización e integración impulsados en momentos políticamente decisivos para el país.

En este sentido, la modernización ha resultado una estrategia balsámica fallida, no solamente desde el punto de vista político y social, sino sobre todo cultural. De ahí que el autor proponga una mirada diferente para pensar lo nacional, o mejor, la cultura nacional, ya no en términos de la entelequia del Estado nación, sino de “estudiar la cultura nacional como un tipo específico de cultura regional: ya no imaginar la región como un espacio subnacional, sino más bien pensar la cultura nacional como una región dentro del mundo”.

Esto permite pensar lo nacional de México en un horizonte cultural más amplio, allende la estrecha concepción moderna del Estado nación que, para decirlo con Wallerstain, ha representado un obstáculo epistemológico. De esta forma, la cultura nacional no es privativa de un Estado político auto contenido geográficamente, sino expresión de un concierto amplísimo de formas de organización comunitaria conectadas transversalmente.

Este libro responde a una preocupación legítima del profesor Lomnitz, cuando señala que esta obra constituye una “introducción al problema de la articulación y desarticulación de la nación mexicana en el mundo contemporáneo”. En este sentido, los ensayos que reúne La nación desdibujada versan sobre temas políticos que reflejan preocupaciones intelectuales y teóricas del autor. Éstos constituyen un desafío para comprender nuestro tiempo mexicano en el contexto de la globalización neoliberal, especialmente la relación de nuestro país con los Estados Unidos.

Sobre este asunto, quiero advertir el contraste que a principios de la década de los noventa significó la firma del TLC en el pensamiento de dos antropólogos: Roger Bartra y Claudio Lomnitz. El autor de La jaula de la melancolía escribió un ensayo intitulado “La condición postmexicana”. Asimismo, fue uno de los intelectuales públicos que suscribió el certificado de defunción del sistema político mexicano, así como su consustancial estructura de mediación cultural, la cual definía la identidad nacional posrevolucionaria. En este texto, Bartra sostiene que el TLC eliminó la “alteridad amenazadora”, como se concebía hasta entonces la relación simbólica de México con Estados Unidos.

Para usar una metáfora al estilo del propio Bartra, el TLC significó la llave que abrió -¡Por fin!- la jaula de la melancolía. Muchos intelectuales públicos coincidieron con este diagnóstico; no obstante, el optimismo globalizador pasó por alto “la restricción al movimiento internacional de los trabajadores, que contrasta con el libre movimiento que se le ofrecía (y se le ofrece) al capital”, como advierte Lomnitz en esta obra. Hoy, más de veinte años después, se está renegociando dicho tratado que, a mi juicio, no ha consolidado lo que Bartra llamó “formas postnacionales de identidad”.

Este libro aborda temas como el narcotráfico, la inseguridad, la crisis del Estado moderno, la crisis de representación política, el caso Ayotzinapa, la identidad estadounidense, entre otros.

Advierto que en ningún apartado del libro se lee que la ideología del nacionalismo revolucionario -que bien dibuja Roger Bartra en su Oficio mexicano- sea la respuesta a la crisis social, cultural y de representación política y simbólica que asola nuestro país. A mi juicio, no se trata de “volver a imaginar otra vez la nación”, como escribió Fernando García Ramírez, a propósito de este libro, sino de algo más modesto y sutil: reconocerla. Se trata de apreciar, sin prejuicios de cualquier manufactura, la abigarrada constitución cultural de México, para pensarla en los términos que el autor propone, como “nodos de redes mundiales conectadas transversalmente”.

El reto consiste, como escribió Jesús Silva-Herzog, en “pensar la nación sin recurrir a la estrategia nacionalista”. No obstante, discrepo con este último cuando sugiere pensar la nación como “esa familia imaginaria [que] sigue siendo una ficción necesaria”. La concepción de nación que subyace en los ensayos aquí reunidos nada tiene que ver, me parece, con tal idea. Por el contrario, la concepción de nación que articula el libro desborda la mirada politológica para interpretar al hombre concreto y su comunidad desde una connotación antropológica. De ahí que no se trate de “buscar la nación”, como Jesús Silva-Herzog intituló su reseña, sino más bien de re-conocer y reivindicar el valor de las diversas nacionalidades que, desde tiempos mesoamericanos, conviven en el territorio que hoy ocupa México.

La mirada de Lomnitz coincide, parcialmente, con un ensayo de José Revueltas intitulado Posibilidades y limitaciones del mexicano. A pesar de tratarse de un texto marxista sobre la historia de las naciones de México, la tesis de Revueltas sostiene que:

Una comunidad humana se convierte en lo nacional de un país dado, cuando crea las condiciones para serlo y no en ninguna otra circunstancia; esto no quiere decir, sin embargo, que una comunidad humana dentro de un país dado no pueda ser lo nacional de sí misma: los yaquis, los coras, los lacandones, y demás minorías idiomáticas, son lo nacional para sí mismas, respecto a sí mismas, pero no son lo nacional del país, el ser nacional de México. Si cualquiera de estas minorías hubiese podido crear las condiciones económicas, sociológicas e históricas indispensables para convertir lo nacional propio en lo nacional del país, no estaríamos planteando el problema del mexicano, sino, en su caso, el problema del yaqui o del cora o del lacandón.

Esto nos lleva a reparar en el tema central del libro: los avatares de las naciones mexicanas frente a la globalización. De ahí que una de las consecuencias negativas del optimismo globalizador haya sido el no reconocimiento y, por extensión, la clausura del diálogo entre las naciones mexicanas a partir de sus diferencias vitales. El reto de nuestros días no es encerrarnos en nosotros mismos con ayuda de relatos nacionalistas articulados desde el Gobierno, sino encontrar sentido a nuestra circunstancia mexicana una vez que abandonamos nuestra condición de soledad y nos internamos en el laberinto de la modernidad exhausta. En este sentido, Lomnitz alberga una concepción optimista de lo nacional frente a la globalización, que tiene que ver con la recuperación de las costumbres comunitarias de México.

En todo caso, la tarea del Gobierno mexicano, independientemente del partido político en turno, consiste en desplegar la imaginación política para armonizar, de la mejor manera posible, los contenidos de las nacionalidades que bordean la topografía de la identidad nacional. Frente a nosotros, tenemos nada más y nada menos que el reto de hilvanar con hilo fino los contornos de las naciones mexicanas: dibujar la nación en clave contemporánea.

Calpulalpan, Tlaxcala.

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