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Tla-melaua

versión On-line ISSN 2594-0716versión impresa ISSN 1870-6916

Tla-melaua vol.13 no.46 Puebla abr. 2019  Epub 02-Oct-2020

https://doi.org/10.32399/rtla.0.46.465 

Artículos de Investigación

La familia como recurso afectivo y de agencia en el movimiento socio-laboral del Sindicato Mexicano de Electricistas

The family as an emotional agency and a resource in the social labor movement in the Mexican Union of Electricians

Gabriela Victoria Alvarado* 
http://orcid.org/0000-0003-0041-6973

Marco Antonio Leyva Piña** 
http://orcid.org/0000-0001-5642-9410

*Doctora en Estudios Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana, México. (gabyvic_alva@ yahoo.com.mx).

**Profesor investigador de tiempo completo en la licenciatura de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México. (marcolp2000@yahoo.com.mx).


Resumen

El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) fue una organización relevante en la historia del movimiento sindical en el país. Sin embargo, el decreto presidencial presentado el 11 de octubre del 2009 tuvo como objetivo la desaparición de una empresa paraestatal denominada Compañía de Luz y Fuerza (CLF). Éste dio por terminadas las relaciones laborales con el SME, lo cual consistió en la supresión de la contratación colectiva de los trabajadores, con la finalidad de eliminar a un sindicato apreciable en las luchas sindicales y sociales en el país.

Así, la ofensiva estatal en contra del SME fue un movimiento estratégico de privatización de la energía eléctrica, para favorecer a empresarios nacionales e internacionales. En esta investigación tratamos la respuesta de los electricistas que no aceptaron la propuesta gubernamental de un finiquito económico por los años trabajados. Éstos generaron un movimiento de protesta que duró ocho años en defensa de sus fuentes de trabajo. En la subsistencia de este movimiento de electricistas, la familia ha desempeñado un papel fundamental como instancia creadora de recursos afectivos y de toma de decisiones para seguir en la lucha.

Palabras clave: Sindicato; familia; estrategias familiares; trabajo

Abstract

The Mexican Electricians Union (SME) was a relevant organization in the history of the union movement in Mexico. However, the presidential decree presented in October 11, 2009 main objective was the disappearance of a parastatal company called Compañía de Luz y Fuerza (CLF). This decree terminated the labor relations with the (SME), which suppressed collective bargaining of workers, in order to eliminate the workers union as a force in the social movements of Mexico.

Thus, the state offensive against the (SME) was a strategic move for the privatization of electric power, to favor national and international entrepreneurs. This investigation deals with the response of the electricians. The electricians Union did not accept the government proposal of an economic settlement for the years worked. They generated a protest movement that lasted eight years in defense of their work source.

In the subsistence of the movement of electricians, the family played a fundamental role as a creator of affective resources and decision-making to continue their fight against the state`s decree.

Keywords: Syndicate; family; family strategies; work

Sumario:

1. Introducción / 2. Trabajo, sindicato y familia / 3. La familia en acción / 4. La estrategia familiar de resistencia y el trabajador imbricado / 5. Conclusiones / 6. Bibliografía

1. Introducción

Las políticas económicas neoliberales de Estado que se presentaron en el país durante los años ochenta del siglo XX han tenido un impacto negativo en la mayoría de los trabajadores. Resaltan las privatizaciones y los recortes a los contratos colectivos de trabajo en varios sectores de la producción y servicios como Aeroméxico, Ferrocarriles Nacionales de México, Dina y empresas automotrices. Uno de los más salvajes y notorios es la extinción de la empresa paraestatal Luz y Fuerza del Centro (LFC), por medio del decreto presidencial emitido el 11 de octubre del 2009, dando por terminadas las relaciones laborales de 44 000 trabajadores electricistas. Ello generó una respuesta defensiva de las fuentes de trabajo por parte del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), a través de un movimiento que se mantiene vivo a ocho años de duración.

En un país como el nuestro, se pierde la capacidad de sorpresa. La degradación del trabajo incluye el cierre de empresas de forma fraudulenta, el outsourcing, la flexibilidad laboral, la precarización del trabajo, la destrucción de las organizaciones sindicales y el incremento de la pobreza. Todo ello empieza a concebirse como parte fundamental que sostiene al orden social. Se nos motiva y obliga a aceptar tal situación como una bendición empresarial, como un destino que, si desobedecemos, nos convertiría de facto en fracasados de la sociedad.

La política sindical va progresando en iniciativas contra los sindicatos, en especial aquellos que se encuentran fuera del control gubernamental. Desde cambios pro patronales en la Ley Federal del Trabajo, mutilaciones a los contratos colectivos de trabajo (CCT) y medidas legales y represivas para debilitar a los sindicatos, también se experimentó con la extinción del SME como una forma de manifestar el poder estatal y empresarial para imponer políticas económicas neoliberales en contra de toda resistencia. Esto en busca de beneficiar a una minoría con poder económico de la sociedad.

Para la comprensión del SME se encuentran diferentes interpretaciones de calidad analítica. Para este documento, resaltan dos perspectivas: una apologética, que lo consideró como vanguardia del movimiento obrero mexicano, y otra que lo degradó y estigmatizó como defensor de trabajadores flojos e improductivos que llevaron a la bancarrota a esa empresa.

Lejos de aliarnos a una u otra de esas perspectivas, consideramos que se necesitan más análisis que muestren la complejidad de esa organización sindical que aún no hemos logrado desnudar totalmente. Esto con el fin de entenderla desde varias aristas. A partir de esas miradas múltiples, será posible entender cómo, después de ocho años, el movimiento de los electricistas no finiquitados se mantiene vivo, sorteando las embestidas por parte del Estado y de los empresarios; los desprestigios generados por los medios de comunicación masivos; la caída de solidaridad de organizaciones sindicales, y los enfrentamientos internos entre sus agremiados por la propuesta gubernamental de finiquitarse o no.

Observar a la familia en el movimiento de los electricistas no finiquitados nos permite descubrir a uno de los agentes actuantes con influencia en la construcción de los significados del trabajo y en las decisiones de los trabajadores en la coyuntura sindical en la que viven. Esto es la emergencia de un agente que pocas veces aparece en las interpretaciones de los movimientos sindicales, pues la familia se ha considerado como una red de parentesco y socialización. En el caso del movimiento que investigamos, esa institución adquiere otro significado: es una red de relaciones sociales que actúa en los espacios del trabajo, en la organización sindical, en la convivencia social y, durante el movimiento, es generadora de recursos emocionales y materiales, con capacidad de influir en la toma de decisiones de los electricistas no finiquitados.

En la realización de este documento, se recurrió a varios recursos metodológicos como la observación directa y participativa; se aplicaron técnicas cualitativas de historias de vida y discusión de grupos familiares, y se construyó la genealogía de la trayectoria laboral de dos familias de electricistas. Las unidades de análisis fueron trabajadores que no se han finiquitado y jubilados que apoyan y participan en el movimiento.

2. Trabajo, sindicato y familia

En la actualidad, abundan estudios laborales que hablan de la crisis de la economía, del Estado de bienestar, del trabajo y de los sindicatos. Las crisis han marcado tiempos de cambio, que expresan rutas nuevas, sin que lo tradicional se haya eliminado totalmente. Uno de esos procesos es el trabajo del cual se dice que ha perdido centralidad en la organización de la sociedad.1

Las tesis del declive del trabajo comparten la idea de que los trabajadores y sindicatos han perdido su capacidad de representación e intermediación con el Estado. Esa pérdida de poder político en la gestión de la sociedad deja que los empresarios emerjan como sujetos racionales exclusivos para la conducción de la sociedad. Hay otros relatos teóricos y políticos que reconocen la aparición de sujetos con poder de gestión social y cultural en la sociedad, como las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales.2

La sociedad es un espacio en que luchan por su representación diferentes clases sociales, fuerzas políticas y movimientos sociales. Entre ellos, las organizaciones sindicales representan praxis diferenciadas a nivel internacional. En algunos países se plantea que hay una derrota histórica de los trabajadores y en otros se vislumbra una reactivación del movimiento sindical.3

Desde la década de los ochenta, en México, el Estado ha generado cambios económicos y políticos para incluir al país en la ola de políticas neoliberales y de la globalización. Entre ellas, destaca la política laboral que se convirtió en una ofensiva para la desarticulación política de los trabajadores y los movimientos sindicales. Por medio de cambios a la Ley Federal del Trabajo y los CCT, el Estado logró debilitarlos y disminuir su representación en la sociedad. Algunos como los denominados sindicatos oficiales se inclinaron en la defensa de las políticas económicas neoliberales, pese a las repercusiones negativas para los trabajadores. Otras nombradas como independientes enfrentaron un escenario que limitó su fuerza política y perdieron poder de representación. Tal situación contrasta con el avance del sindicalismo de protección postrado a los intereses de los empresarios.

En esta era de ofensivas estatales hacia los sindicatos, no se pretende eliminarlos a todos, sino refuncionarlos y controlarlos para beneficio de los empresarios. Por ello, destaca la respuesta del SME, pues, al ser contestatario de las políticas neoliberales y tener relevancia en la organización del movimiento sindical, captó la atención estatal para eliminarlo y, así, poder imponer la reforma estructural energética.

En el país, la política sindical es selectiva. A unos sindicatos les va bien, otros son tolerados y otros más son combatidos hasta su eliminación, como es el caso del SME. Fue relevante la forma en que el Gobierno federal de Calderón eliminó al SME a través de un decreto. Razones a favor y en contra transcurrieron en la comprensión de ese acontecimiento, sin embargo, existen muchas organizaciones sindicales corporativas que son un lastre para las empresas y el país, y, no obstante, subsisten por medio de aceptar su sometimiento al poder estatal.

Ya es un acontecimiento histórico la ofensiva estatal en contra del SME y el movimiento que generó en su defensa. Llama la atención por sus movimientos estratégicos y tácticos como respuestas diferenciadas según las coyunturas políticas del momento. Por ello, una pregunta recurrente que se hace en ambientes académicos y políticos es: ¿cómo ha podido mantenerse esa lucha por ocho años?

Aclaramos, el movimiento del SME muestra diferencias internas, característica que forma parte de su personalidad política democrática. Ésta se ha manifestado a lo largo de su centenaria trayectoria en coyunturas específicas y en diferentes escenarios políticos, pues ha dado lugar a la autocrítica, la tolerancia y la disidencia. Hoy, ante la situación más difícil a la que se ha enfrentado, está presente el ámbito del disentimiento, pero se garantiza el consenso para conducir a acuerdos y decisiones a modo de lograr su objetivo.

La liquidación de una empresa trasciende al conjunto de relaciones sociales que el trabajador fue tejiendo a partir del núcleo laboral. Los afectados son la familia y las formas de sociabilidad con amistades y con quienes componen la sociedad. Nos concentraremos en la familia de los electricistas, por considerar que, en el movimiento, esa institución tuvo un peso extraordinario para que los electricistas decidieran finiquitarse o no, y mantener ese movimiento hasta la fecha.

El concepto de familia es dinámico, la antropología y la sociología han generado aportes teóricos y metodológicos fundamentales para el entendimiento de esta unidad de observación que, en el presente, vive trasformaciones en su composición social. Dentro de esas tradiciones disciplinarias se encuentra una serie de perspectivas teóricas diferenciadas. Para nuestro caso de estudio, señalaremos dos de relevancia.

Desde la antropología, se reduce el concepto de familia al espacio privado bajo la atención de la mujer, lugar doméstico dedicado al cuidado de los niños y de la sexualidad. Esta concepción contrasta con la esfera pública, asociada a los hombres gobernada por reglas legales y autoridad legítima.4

En la sociología los estudios de Durkheim respecto a la familia son relevantes. Este autor la entiende como la unidad núcleo de la sociedad, responsable de la socialización de sus miembros a través del aprendizaje de valores para vivir de forma colectiva, de tal forma que la dimensión política es omitida para el entendimiento de las dinámicas familiares.5

Como respuesta a las perspectivas teóricas estructuralistas, funcionalistas e interaccionistas predominantes en los análisis de la familia -consideradas hoy como tradicionales y limitadas para el entendimiento de la dinámica familiar en el presente-, aparecen propuestas que insisten en la recuperación de la dimensión de la política y del poder para entenderla como movimiento en la construcción de lo social.

Eroles6 analiza a la familia en relación con los movimientos sociales. Ésta aparece activa en el espacio público cuando sus miembros son afectados por la pobreza o en su supervivencia y se expresan por medio de marchas, cortes de ruta, y múltiples formas de acción que resignifican a los roles familiares a nivel comunitario.

A pesar de que resulta imposible exponer en este documento la complejidad de la dinámica familiar, recuperamos el carácter multidimensional de la familia. Ello invita a la articulación de diversas dimensiones, como el trabajo y la política, y de niveles analíticos diferenciados, como la estructura y la acción, en una perspectiva coyuntural de cambio.

Nuestro interés es vincular esos aspectos con cuestiones relevantes en el debate de la teoría social contemporánea, como los que señala Giddens para el análisis de la realidad social. Tales son los dualismos: acción y estructura; objetivo y subjetivo; micro y macro; cambio y reproducción social. En su lugar, el sociólogo inglés propone la idea de dualidades para el entendimiento de lo social. Entre ellas, es relevante la propuesta de dualidad de la estructura, la cual señala el doble carácter de los procesos sociales como estructurados y estructurantes.

Desde esta perspectiva, la acción social se comprende como producto de estructuras y, al mismo tiempo, como generadora de estructuras virtuales fundamentales para la reproducción sistémica para el cambio social. Esta sugerencia de Giddens nos permite vincularnos a otro de sus planteamientos: el entendimiento de las condiciones restrictivas de la acción social como condicionantes y no determinantes, y la generación de condiciones habilitantes, creadoras de sociedad.

En esta perspectiva teórica de posibilidades de construcción de dualidades, denominada como la estructuración social, se puede vincular la producción de la vida social con la reproducción social de estructuras y el transcurrir de la vida cotidiana con la larga duración de las instituciones.

Nuestra propuesta es abordar la dinámica familiar en el movimiento del SME, con una parte estructurante, a partir de la construcción de relaciones de parentesco y de procesos de socialización para la vida familiar, laboral y social, y, por otra parte, del reconocimiento de la familia “smeita” como generadora de agencia en el sentido de productora de recursos y condiciones materiales, emocionales y simbólicas habilitantes para la acción de los miembros de la familia y principalmente para los trabajadores en la coyuntura que se analiza. Ambos procesos de la dinámica familiar, estructurados y estructurantes, se entienden en la óptica de los condicionamientos de las consecuencias inesperadas de la acción.

En las familias de los electricistas encontramos que sus tentáculos atraviesan diferentes espacios de actuación como la esfera doméstica, laboral, sindical. Éstas se hacen notar en el movimiento como un referente que proporciona recursos emocionales para continuar en la lucha. Para los electricistas, la constitución de su vida familiar y social transcurre por su condición laboral, la cual desempeña una función fundamental. Para muchos de ellos, el trabajo es un eje que se hace presente desde su concepción hasta su muerte. Ser electricista es más que tener un trabajo, es una forma de pertenecer y ser en la vida, de construir sus relaciones sociales, desde la familia hasta la sociedad.

Para los electricistas, familia y trabajo se encontraban vinculados con muchas ramificaciones entre las cuales sobresalía el contrato colectivo del trabajo (CCT). En este instrumento jurídico laboral se sintetizaba la constitución identitaria del trabajador electricista. Para esos trabajadores, su CCT era un símbolo sagrado, un referente polisémico y preformativo, con capacidad de incidir en nuevas materialidades, hechos, experiencias y acontecimientos.7 Lo interesante de ese CCT es que actuaba como una “estructura estructurante”, que condicionaba y se reconfiguraba mediante la acción sindical.8

El CCT fue un referente conocido por todos los electricistas, al estar presente en su socialización, en las negociaciones colectivas y en la acción sindical. Los electricistas hicieron de su CCT un instrumento de pedagogía laboral y política que se enseñaba en el espacio laboral y se recreaba en la convivencia social y vida familiar.

El sindicato tuvo una gran injerencia en la formación profesional de los electricistas y en su acceso a la empresa LFC. Los candidatos a ser electricistas tenían que pasar la prueba de formación de conocimiento práctico a partir del aprendizaje de habilidades y conocimientos, relacionados con la capacitación, adiestramiento, calificación y productividad que la propia organización sindical daba.

Esta adquisición del conocimiento práctico no se comparaba con el filtro real para convertirse en electricista, pues los hijos de los trabajadores activos y jubilados gozaban de preferencias contractuales para ingresar a LFC. También los alumnos de la escuela del sindicato y los hijos de antiguos trabajadores fallecidos gozaban de esa prerrogativa.9

El SME, en sus múltiples formas de acción laboral y sindical, funcionaba como un banco de reserva de trabajadores para la LFC. De esa forma, aseguraba su poder en los procesos de trabajo y en la organización sindical. En este acto fundamental para la reproducción de esa organización sindical, las ligas familiares fueron fundamentales. A través de ellas, se protegía todo el sistema laboral, se dominaban los conocimientos prácticos para el funcionamiento de las plantas de abastecimiento de luz y lo relevante es que se lograba el dominio de los trabajadores.

En este sentido, la familia fungió como vasto generador de fuerza de trabajo y, de manera compleja, influyó en socializaciones laborales. Tales relaciones permitieron integrar a un trabajador con una identidad formada desde el seno familiar. Mientras, la identidad se reconstituía a través del CCT, lo cual, además, aseguraba esa situación desde temprana edad. Un trabajador no finiquitado recuerda ese ritual laboral:

La situación fue que mi papá falleció. Estábamos estudiando y ya iba yo casi a la mitad de la carrera en el Conalep en Huauchinango. Mi papá era el único que sostenía la casa y, cuando fallece mi papá, aquí por lo regular ayudan mucho cuando fallece el trabajador, favorecen para que entre un hijo de formante práctico y entré. Tenía 18 años. 10

Si bien el ciclo reproductivo laboral y sindical de los electricistas estaba plagado de aprendizajes formales e informales, había comisiones bilaterales entre el sindicato y las autoridades de la empresa que tenían su peso en la negociación del CCT. Asimismo, tenían injerencia en las condiciones de trabajo, relevancia articulada a un proceso pedagógico de responsabilidad plena en el padre, hermano, primo o abuelo que trabajaban para la compañía de LFC y que, en la práctica, representaban a los verdaderos maestros en la construcción del ser electricista.

Esto traspasaba la enseñanza del CCT y se vertía en las movilizaciones y luchas de esa organización sindical. Esos miembros de la familia fueron los primeros en introducir a los nuevos trabajadores. Compartieron sus conocimientos y técnicas en el proceso de producción y mantenimiento y transmitieron los sentimientos de orgullo por su quehacer electricista.

Mi papá me platicaba de eso, me decía: Yo chambeé en la Planta, lo importante para poder trabajar ahí, a diferencia de en las oficinas, era que los ahora jubilados trasmitían sus conocimientos a los otros trabajadores. Eso es lo que siempre se ha hecho en Luz y Fuerza.11

La pedagogía laboral y sindical de los electricistas se hizo extensiva a todos los espacios de su vida. Ésta es la mediación que reorienta la relación entre estructuras estructurantes, la alimenta, la aceita, la reconstituye. Esa pedagogía popular que se encontraba activada de forma permanente en la vida cotidiana y salía enriquecida a partir de las movilizaciones y luchas sindicales propiciaba el aprendizaje de conocimientos laborales, de la subjetividad y memoria histórica de los electricistas. Permitía percibir a la socialización como un proceso imbuido desde la niñez, de aprendizajes, habilidades, destrezas, conocimientos que dan coloración a la identidad laboral de este trabajador. Éstos conforman mundos de vida a través de varias generaciones, íntimamente imbricados en la socialización primaria de la niñez del trabajador no finiquitado.12

En el caso que nos ocupa, la familia no es sólo una institución de reproducción biológica, y el trabajo tampoco se reduce a ser un reproductor de fuerza de trabajo. Ambas instituciones, mediadas por el CCT, son también procesos de construcción de relaciones sociales desde el ángulo de la cultura y de la subjetividad, que se encuentran embebidos en la generación de un sujeto obrero.

3. La familia en acción

Para los electricistas, los espacios familiares poseían una profunda significación laboral, sindical y política, vinculada a una densidad y memoria histórica. Esta última se construía a través de la experiencia, fincada en los diversos mundos de vida de este trabajador. La familia y sus experiencias de vida son otra conexión entre estructuras estructurantes. Tan densos y significativos eran estos espacios que para muchos electricistas ser “smeíta” sintetizaba -y aún lo hace para los no finiquitados- su configuración identitaria y significaba ser familia.13

Los electricistas, en su recorrido sindical y político por la recuperación de su fuente de trabajo, se han enfrentado a una suerte inédita en su vida cotidiana. La familia, que tampoco puede ser conceptualizada de forma romántica como un bloque sin fisuras y conflictos, empezó a convertirse en un agente de acción, del cual dependieron muchas decisiones de los electricistas en lucha.

En otros momentos históricos, miembros de la familia solían acompañar a los electricistas a movilizaciones y sus luchas; ahora, esa institución se ha convertido en un espacio de presiones, deliberación, negociación y coacción hacia los trabajadores en lucha. La participación familiar se convirtió en un apoyo básico, para bien o para mal, de la acción sindical de los electricistas.

No se puede hablar de una trayectoria común de las familias durante el movimiento de resistencia. Al contrario, las rutas familiares han dado respuestas diferenciadas a las decisiones de los electricistas en lucha. La mayoría de las parejas “smeítas” construyeron espacios cercanos e íntimos que permitieron armar encuentros para intercambiar información respecto a la comprensión de la vida e implicación con esta nueva realidad familiar. Un joven matrimonio compartió la siguiente apreciación:

Mi esposa también ha sido el sostén, donde la carga no es nada más para el trabajador. A veces, el hecho de que con tu pareja llegues y puedas hablar el mismo idioma, y no solamente el mismo idioma, sino que pueda aportar ideas para el movimiento. Su trabajo ha sido muy reconocido por parte de Lux.14

En el movimiento de resistencia, podemos encontrar diversas relaciones de pareja. A veces, los dos son trabajadores en resistencia que ya arrastraban sus propios problemas. Ante la nueva situación laboral en la que viven, recapacitan para resolver sus diferencias. Están otras, cuya marcha de la pugna laboral va estableciendo marcadores de conflicto. Estos marcadores desencadenan en rupturas de matrimonio y con posibilidades de encontrar una nueva pareja en el mismo movimiento.

Otras parejas se forman y, durante el refuego del conflicto, surgen los desacuerdos. Tal es el caso de un trabajador que, tras comentar a su esposa -hija de un trabajador no liquidado y fallecido durante el movimiento- la decisión de liquidarse, ésta le respondió: “Como tú quieras, pero te liquidas y te vas a la casa de tu padre ¡A chingar a tu madre! Aquí no regresas”.15 No se liquidó el esposo y la relación se terminó de todos modos. Pero también están otras situaciones familiares, difíciles, como lo relató la profesora de la escuela primaria “Obrero Mundial” en Necaxa:

Muchas familias se han desintegrado y los niños llegan llorando. Todos cuentan, cosas terribles que nunca imaginaron y cómo las mujeres que no saben hacer otra cosa, pues se van. Antes, sufrían las esposas porque los maridos tenían dos mujeres, ahora, como ya no tienen (dinero), ellas se van. Llegan los niños, platican, lloran, “es que yo no me quiero quedar con mi mamá, yo me quiero quedar con mi papá” y “yo me quiero quedar con los dos”. Un día me llega un señor y me dice: “Cree que yo estoy en México en resistencia, vine en la semana para ver cómo están mis hijos y no está la mamá, media noche y deja los niños solos y llega toda borracha”. Uno, como maestra, no le puede dar los niños al papá porque quien está registrada es la mamá. En un conflicto de pareja, ¿uno qué hace?, ¿a quién se los das?16

En este periodo adverso para los electricistas, se hicieron presentes las debilidades en el núcleo familiar. Las tensiones que antes eran soportables ya no resistieron y se rompieron, afectando a los hijos. Esta situación muchas veces desbordó el marco familiar y tocó a otra de las instituciones vitales de aprendizajes académicos y sociales: la escuela. La maestra que compartió su experiencia cargada de tensión emocional fue esposa de un ex electricista que se finiquitó. En su narración, se deslizan dos atribuciones a los electricistas en su vida cotidiana: su machismo y que ahora culpabilizarían a la mujer por abandono del hogar.

De cualquier forma, denotó la grave situación de la familia.

De las mujeres, niños, jóvenes, abuelas y abuelos jubilados emergieron los recursos afectivos relevantes que explican el mantenimiento o la separación de ese movimiento laboral. Entre las mujeres de los electricistas no finiquitados que sufrieron con más intensidad la presión económica, algunas influyeron en el cambio de la estructura familiar y otras en la transformación de los roles familiares. Así, aparecieron acciones familiares inéditas: de ser ama de casa, pasaron a desempeñar diversas figuras familiares.

Durante el movimiento, muchas se convirtieron en proveedoras del hogar, los recursos económicos fluyeron por diversos caminos, tanto por el esposo que no dejó de buscar qué llevar a casa, como de la mujer que se activó para buscar el sostén familiar. En tiempos de escasez de recursos económicos, su generación y búsqueda, así como su administración y distribución en la familia son cuestiones fundamentales. Para las mujeres de los electricistas, esto fue de prima importancia. En general, estas mujeres sacaron de su reserva emocional interna valores éticos y religiosos, que les permitieron sostener a los electricistas en su lucha; fueron el motor familiar en el que el movimiento tenía uno de sus puntales y reservas morales para continuar por la recuperación de la fuente laboral de su marido.

En la familia mexicana, ser madre tiene un sentido que enlaza diferentes dimensiones de alto poder simbólico, entre ellas, la religión y la ética. Ello se expresa en la familia “smeíta”. Una mujer de electricista no finiquitado comparte su sentido de ser en el movimiento:

Hay que ser acomedidos, aunque sea lavando trastes, lavando calles. No me da pena. El chiste es que trabaje honradamente por los hijos, porque como madre no puede una dejar el barco. Lo puede hacer uno, pero no se hace. Ahí entran los valores. Es fácil dejar a la familia, pero, ¿cuánto te va a durar el gusto? ¿Qué tipo de hijos van a dejar? Dios nos va a pedir cuentas, va a preguntar ¿Qué hizo uno por los hijos? [...] Yo no puedo darme el lujo de sentarme y ponerme a llorar. Eso se acabó, hay que luchar, ahora. ¿Quiénes? ¡Pues las mujeres!17

Las mujeres de los electricistas no finiquitados carecen de una respuesta homogénea a las nuevas condiciones económicas y sociales a las que las empujaba el movimiento. Hay una gama de experiencias que muestran que esas mujeres también estuvieron expuestas a las representaciones de su mundo de la vida cotidiana, cuando ellas vivían su propia normalidad familiar donde su situación económica era cómoda. Ser madre durante el movimiento implicó sufrir modificaciones en sus concepciones de vida, de un mundo construido de forma ficticia por los medios de comunicación en masa, pasaron abruptamente a otro marcado por la escasez económica y la penuria de pedir a otros su apoyo para sobrevivir. Ahora, esposo y mujer se ceñían al movimiento para la protección económica de los hijos y de otras familias de electricistas en lucha:

Salir de tu mundo de caramelo y ver que allá afuera era totalmente diferente de como tú lo veías en la televisión. Creo que la TV te pinta un panorama muy distinto a lo que realmente es México. Hay muchas cosas que la sociedad no sabe y que la TV te lo disfraza o te lo pinta muy bonito y hasta la fecha aquí sigo y seguiré apoyando a mi esposo.18

Las familias de los electricistas construyeron habilidades comunicativas diferentes a la de su habitual forma cotidiana antes del movimiento, ahora, su comunicación se encontraba cargada de recursos afectivos y emocionales que empujaban a la lucha. Un matrimonio de la División sindical del Oro narra que, en una ocasión, al llegar el esposo triste y cabizbajo, la esposa le dijo: ¿Ya no puedes? Entonces, quédate con los niños, ten el mandil. Yo me

voy a luchar”.1919

Las madres y abuelas también desempeñaron un papel fundamental en el movimiento. Para ellas, el ser “smeíta” lo llevaban en la sangre, fungieron como las protectoras morales de los electricistas en lucha al refrendar normas éticas y valores. Así lo comentó una madre de familia de la División sindical Toluca que, ante la indecisión de su hijo para liquidarse, ella decidió: “Si te liquidas, te vas de mi casa. Yo aquí no quiero hijos cobardes”. También aparece el consejo de una abuela de familia de la División sindical de Juandhó, a su nieto en resistencia: “De hambre no te mueres, sólo de huevones. Aquí tenemos todo, quelites, verdolagas, calabazas. No te liquides”.

Los abuelos y abuelas durante el movimiento se convirtieron en autoridad pedagógica. Ellos, como actores históricos en los que se condensan luchas sindicales y políticas de la acción sindical de los electricistas, fueron la carne viva de los principios éticos y sentimientos colectivos de otros tiempos, de otras luchas. Emergían como reservorios de conocimiento y experiencia para guiar y apoyar a los electricistas indecisos de liquidarse y de continuar en el movimiento hasta sus últimas consecuencias.

Los niños y jóvenes, educados en familias en las que ser electricista significaba orgullo y prestigio laboral y político, vivieron a su manera la experiencia de carencia económica al cierre de la empresa. A diferencia de las teorías de la socialización pasiva, donde los niños y jóvenes son representados como tablas rasas en las cuales se inscriben valores y comportamientos, nosotros los concebimos como participantes activos de los aprendizajes.

Lo que aprenden en el seno familiar también lo proyectan hacia el mundo de los adultos, así como a sus padres. El seno familiar de los “smeítas” fue un espacio de aprendizajes sindicales, laborales, culturales y subjetivos que entraron en acción durante el movimiento, en el apoyo emocional de sus padres, como lo relata una esposa:

Yo entré como que en un estado de shock. Yo no sabía ni lo que pasaba conmigo misma. Mis sentimientos eran demasiado encontrados, la pérdida de mi primo y la pérdida del trabajo de mi esposo en ese mismo día [...] Yo me la pasé llorando, dejé a mi esposo solo la semana que más me necesitó y a mis hijas igual. Hasta que mi hija la mayor me dio una cachetada con guante blanco: “Bueno, mamá, si ya se murió tu primo, ¿quieres que me muera yo? ¿Quieres que se muera mi papá? Mi papito te necesita”. Tenía siete años y mi bebé ocho meses.20

Como indica Breton, un niño condensa “Todos los recursos afectivos de la condición humana, lo habitan en potencia” y en cuanto más pequeño es más social y maleable.21 Los hijos forman parte de la red de conversaciones en la familia, no son simples reproductores de lo que escuchan y hacen los padres. Ellos aprenden con sus propios recursos emocionales, con su vocabulario y sintaxis propia, en un campo simbólico para participar de los sucesos que les tocó vivir en su tiempo. Mediante expresiones mímicas y gestuales, posturas y modalidades de desplazamiento y lenguajes particulares conviven con sus padres durante el movimiento:

El otro día, llevé a mis hijos al mitin del Seguro Social y me creerá que no pude cantar el himno del sindicato [se le quiebra la voz] estaba yo cantando y de repente vi a mi hijo que también lo cantaba y completito, cabrón ¿Pues dónde lo aprendió? Los niños ya están marcados de por vida [...] Mi hija, igual, en su carta de Reyes dice: “Yo sé que ahorita los Reyes ni tienen mucho dinero, pero sí se puede”. Y ya, puso dos opciones, una más o menos y otra sabiendo que de plano no teníamos, y ellos creían que los Reyes eran de verdad, y yo no les voy a romper la ilusión por un pendejo [Calderón].22

Este conflicto político sindical ha influido en el proyecto de vida de algunos de los hijos de trabajadores no liquidados. La falta de un ingreso económico estable ha presionado en la continuidad de sus estudios escolares y la expectativa de ingresar a LFC se esfumó de golpe, rompiendo el futuro laboral de muchos adolescentes que habían crecido con el sueño de ser electricistas:

Pues tenía muchas ilusiones de un buen trabajo, viajar a otros países, comprender cómo es el mundo y en base a eso organizar mi vida desde adentro porque yo veo que se pueden sacar muchas cosas de una cultura e integrarla a mí mismo. Yo planeaba ser una persona participativa, ahora, ya empieza a costarme trabajo pensar en eso. Te empiezan a llegar pensamientos, tengo 18 años y no terminé el bachillerato, entonces ya empieza a ser difícil. Son sueños que se empiezan a ir al olvido.23

En otros casos, la red familiar se activó y empezaron a fluir las iniciativas familiares para solventar los gastos básicos, como la educación de los niños entendida como prioridad principal. Los apoyos emocionales emergieron de los reservorios internos de la familia “smeíta”, proyectando a sus hijos para que continuaran estudiando. Además, les inyectaron coraje para seguir adelante y saber enfrentarse a la adversidad:

Mi hija la mayor que se metió a estudiar ingeniería industrial pues ahora sí que para eso le tiraba, ¿no? Pero dice: “Yo no quiero entrar a trabajar a LFC como mediocre, yo quiero entrar a trabajar a LFC como ingeniera, para que ahí yo vaya con mis ideas de lo que yo quiero aportar a esa empresa”. Ella ahorita piensa pues que luchemos, que le sigamos, nos anima, e incluso ahorita ya tiene muchísimas ideas. 24

Los cambios siguen y son contundentes en estas mujeres, niños y jóvenes de la comunidad electricista. Todos ellos resisten viviendo en la lucha diaria, echando a volar la esperanza y apoyándose con sentimientos solidarios, los cuales están afincados en afectos profundos.

4. La estrategia familiar de resistencia y el trabajador imbricado

En la década de los setenta del siglo pasado, afloraron los estudios sobre las estrategias que implementaban las familias en contextos de pobreza, en América Latina. Éstas se tipificaron como de sobrevivencia o de reproducción.25 En los ochenta, la problemática de la familia y sus diversas dimensiones de análisis y múltiples ópticas teórico-metodológicas condujeron a una revaloración del concepto de las estrategias de supervivencia familiar (ESF). Se cuestionaba principalmente que se refirieran sólo a los grupos más desfavorecidos de la sociedad y a comportamientos relacionados con la subsistencia mínima, así como la conveniencia de discutir a profundidad el alcance de las redes de relaciones. Ante ello, se proponía el concepto general válido para una sociedad concreta -que incluyera a todas las clases-. Éste fue el de estrategias familiares de vida.26

Para el caso de los electricistas, el concepto de estrategias familiares de vida es limitado. La experiencia de la familia “smeíta” traspasa al ámbito familiar y circula por todos los espacios de acción del ser electricista, con relevancia en el sindical-laboral. En la coyuntura política sindical donde se desenvuelven estos trabajadores, las familias han construido estrategias familiares de resistencia que son la objetivación y subjetivación de la capacidad de agencia en tiempos de adversidad laboral de los maridos y de la amenaza a la cohesión familiar. Las estrategias de resistencia que despliegan los agentes “smeítas” se visualizan en las familias Ramírez Muñoz (RM) y Vargas Bautista (VB).27 Su genealogía permite observar la especificidad de este tipo de familias que le otorgan una relevancia a la dimensión laboral.

La familia RM es una unidad familiar originaria de Necaxa Canaditas, la parte antigua del municipio. Está compuesta por nueve hermanos (véase la Figura 1), cinco trabajaban en LFC y permanecen en resistencia. Las demás hermanas apoyan de manera solidaria, económica y moralmente, a los hermanos que no se han finiquitado, dos de ellas están casadas con dos electricistas, uno jubilado y otro en resistencia. En la familia RM, el padre y la madre son referentes fundamentales en el comportamiento ético de los miembros de esa familia. El padre fue electricista -aunque ya falleció-, se convirtió en una fuente de inspiración para sus hijos electricistas que no se han finiquitado. En su recuerdo, fincan sus fuerzas para no doblegarse y continuar la lucha por la recuperación de su materia laboral. La mamá actúa como la protectora de la familia, ella siempre está pendiente de que a sus hijos y a sus nietos no les falte alimento en la difícil situación económica en que se encuentran las familias de sus hijos.

Figura 1 

Esas formas de relacionarse y de convivencia familiar son producto de las generaciones que preceden a esta familia. Se trata de un linaje originario del lugar que data de principios del siglo XX. Éste generó tres familias extensas electricistas y en dos de ellas existen primera, segunda y tercera generación.

De las tres familias, resalta una, pues todos sus actuales trabajadores están en resistencia, no se han liquidado. Sus estrategias familiares se encuentran definidas por la solidaridad familiar y por la carga ética de los padres. Para obtener el gasto familiar durante la resistencia, la familia RM ha recurrido a sus ahorros y al apoyo económico de sus hermanas, que son maestras, y del cuñado jubilado electricista. Han buscado empleo y los que consiguen se caracterizan por ser precarios e inestables, a pesar de ser obreros especializados.28

Figura 2 

La familia Vargas Bautista es de origen urbano y construyeron su casa en Ciudad Nezahualcóyotl hace 52 años. La madre, doña Rosita, tuvo diez hermanos, cinco son jubilados, un cuñado jubilado, esposo de su hermana, Crescencia, quienes tuvieron dos hijos, uno en resistencia y otro liquidado. Su hermana, Julia, tuvo un hijo electricista que está en resistencia; su hermano, Tomás, tuvo cinco hijos: uno en resistencia, cuatro jubilados de los que fallecieron dos. Su hermano, Florencio, es jubilado, tiene dos hijos que tampoco se han finiquitado.

Por lo anterior, se puede observar el peso de las generaciones de las familias electricistas, lo cual puede explicar el aprendizaje histórico de lo que es ser electricista. Esta cuestión rebasa la percepción simplista de la herencia de plazas como activador de la acción sindical y permite abrir explicaciones sobre la cantidad significativa de electricistas que no han aceptado su finiquito.

En relación con la familia del padre, ésta tiene menos estirpe electricista, sólo su hermano Nazario, ya jubilado, tuvo dos hijos, uno se liquidó y el otro es jubilado fallecido. Éste, a su vez, tuvo un hijo (tercera generación) que permanece en resistencia. En la familia nuclear VB29 tuvieron seis hijos, de los cuales cuatro son electricistas: uno jubilado y tres en resistencia, y un nieto (tercera generación) en la misma condición.

En esta familia extensa VB, se observa que, aunque no posee mayores referencias de memoria (abuelos y bisabuelos), de todos los trabajadores electricistas que la conforman -aproximadamente 32 elementos, entre jubilados

y activos-, sólo dos de ellos decidieron finiquitarse. Se nos permite afirmar los altos niveles de relaciones solidarias que funcionan como un catalizador de la familia y el proceso de lucha por la recuperación de su fuente de trabajo.

En la familia VB, para la obtención del gasto familiar, se recibe el apoyo por medio de una consistente red de relaciones solidarias familiares. El papel de doña Rosita, la madre, ha sido muy importante, pues ha organizado a las nueras en la venta de quesos, además posee una gran presencia moral en toda la familia extensa.

Los datos que aportan estas dos genealogías familiares muestran trabajadores hasta la tercera generación, aunque es de señalar que, en los datos aportados en la base de datos de historia de vida y discusiones de grupo,30 se encuentran trabajadores hasta la cuarta generación.

Gráfica 1 Antecedentes familiares de electricistas sin finiquitarse 

Como en la mayoría de las familias electricistas, en los ejemplos anteriores se han construido estrategias familiares de resistencia que han permitido la sobrevivencia económica de sus miembros para convertirse en una fuente de tenacidad de los trabajadores en lucha. Son relevantes las estrategias familiares siguientes:

  • Ahorros en efectivo y diversos bienes como coches, terrenos, entre otros.

  • La presencia de un jubilado en el seno de la familia extensa, quien contribuye a sostener a uno o varios hijos.

  • La esposa, hijos y hermanos que trabajan en diversas actividades.

  • En algunas divisiones sindicales como Juandhó, Toluca, Temascaltepec se ha vuelto al cultivo de la tierra y a la cría de animales en pequeñas granjas.

  • Los recursos económicos que ofrecen diversas instancias federales, estatales, civiles para el impulso de proyectos de pequeña empresa, lo cual recibe el nombre de “jalar recursos” como en el caso de Necaxa.

  • Formas de solidaridad material por parte de la población y organizaciones sociales y políticas.

  • La incorporación del electricista en un trabajo de carácter temporal, generalmente, precario e inestable, así como su inclusión en el comercio informal.

Para los electricistas, no finiquitarse ha significado entrar en un mundo laboral precario, del cual no estaban conscientes y ahora viven. La informalidad y la movilidad laboral inestable se cristalizó en la constante de una normalidad laboral indeseada:

Después, buscamos un puesto, vendimos tacos, tamales, atoles y pues estuvimos vendiendo de todo y con el apoyo de su papá, que es jubilado, el taco en la casa nunca faltó. Entonces, él retomó la herrería, pero ya está muy mal pagado ese trabajo. Yo ahora vendo zapatos por catálogo y pues lo que va saliendo, ahí vamos.31

Las estrategias familiares en resistencia se combinaron, no hay una que se pueda señalar como principal. Tanto los trabajadores no finiquitados como sus esposas, e incluso sus hijos adolescentes, han tenido que recurrir a la aceptación de trabajos precarios. Entre éstos, resaltan los trabajos temporales, en empresas subcontratistas para remodelación de escuelas y edificios públicos; en bares, tlapalerías, farmacias, abarroterías; como vendedores ambulantes y de electrodomésticos; preparación y venta de alimentos (tacos, tortas, carne y chorizo) en las ferias y en las escuelas.

Algunos se desempeñan como gestores de bienes raíces. Otros electricistas no finiquitados se desempeñan en ése u otros oficios: soldadores, plomeros, carpinteros. Algunos han aprovechado las habilidades que adquirieron durante su tiempo libre, cuando trabajaban como electricistas. Por ejemplo, quienes asistían al gimnasio, se han convertido en entrenadores o quienes tenían como pasatiempo el futbol o el basquetbol, ahora, trabajan arbitrando partidos los fines de semana.

Pocos electricistas a nivel técnico y profesional han encontrado acomodo con base en su experiencia laboral. Algunos han conformado pequeñas empresas, por ejemplo, ciertos trabajadores del área de telecomunicaciones ofrecen sus servicios en diversas empresas privadas en la modalidad outsourcing, como empresa subcontratista.

También hay muchos jóvenes electricistas que han terminado sus carreras universitarias o han realizado diplomados y estudios de posgrado. Sus esposas generalmente trabajan combinando las labores de casa, confeccionando prendas, tejiendo bufandas, suéteres, y en venta directa por catálogo, de zapatos, cosméticos y demás. Las menos son profesionistas que, con el desempeño de su profesión, sostienen la casa, mientras la responsabilidad de atender los trabajos domésticos y el cuidado de los hijos queda en el trabajador electricista.

Esta amplia gama de ocupaciones y empleos que han desplegado las familias electricistas son de resaltar, sobre todo tomando en consideración que, en los corredores industriales en el centro del país, estos trabajadores han sido boletinados y estigmatizados.32 Para los electricistas no finiquitados, este aprendizaje del mundo laboral precarizado tampoco se aligera con las propuestas gubernamentales de impulsar la pequeña empresa en Necaxa. Al contrario, ésta les ha generado más desesperanza y desconfianza ante el Estado, el cual les ha impuesto una serie de procedimientos burocráticos y signados por la corrupción y el engaño. Al inicio de esa propuesta, los trabajadores electricistas no finiquitados estaban vedados, ya después se les consideró como un acto político de piedad gubernamental.

En un mundo laboral globalizado, flexibilizado, precarizado y degradado, son pocas las soluciones que perciben estos trabajadores. Esto es debido a que se les ha culpabilizado del fracaso productivo de LFC. Se les ha estigmatizado como flojos y a su sindicato como cueva de ladrones, protagonistas de un rampante nacionalismo que hoy resulta fuera de época.

En tiempos de degradación del trabajo, vemos la figura del trabajador que se vuelve natural. Estos trabajadores experimentan de forma simultánea el mundo del que fueron arrojados -constituido con estabilidad, contrato colectivo de trabajo y protecciones laborales, generador de bienestar personal y social-, y el otro mundo que los acoge mediante una pluralidad de empleos precarios, con organizaciones sindicales entregadas al capital y, en muchos casos, con condiciones laborales degradantes.

Entre esos dos mundos navegan los electricistas no finiquitados. Tales espacios, más que laborales, son constituyentes del ser y hacer de los electricistas. En un universo, la época está llena de emoción, pasión e historia; en el otro, se encuentra la corrosión de la vida, en donde a la limosna capitalista le llaman salario y al estrés, una forma de estar despierto en un mundo de contingencias y fragilidades que exige estar alerta, despabilado, sediento de competencia, éxito y poder.

El electricista no finiquitado es un trabajador ensamblado entre dos mundos, uno por el mundo empresarial y el otro por el Estado. Vive imbricado entre trabajos precarios. En su lucha por recuperar su empleo, estos ensambles e imbricaciones se han sostenido por la capacidad de agencia que la familia electricista tanto nuclear como extensa ha desplegado mediante estrategias familiares de resistencia. Para implementarlas, ha sido vital que los recursos afectivos y solidarios circulen por las redes familiares.

5. Conclusiones

El SME, en su existencia, marcó la historia del movimiento sindical en el país y continúa manteniendo presencia en las luchas sindicales como memoria histórica que genera orientaciones para la acción sindical nacional. Aunque sufrió muchas bajas de agremiados -dos terceras partes, aproximadamente 28 000 miembros-, mantiene presencia en movilizaciones sociales que demandan un nuevo modelo de desarrollo, diferente al neoliberal.

En un mundo sindical corporativizado en el cual prevalece la corrupción, la impunidad, la antidemocracia, el pragmatismo y donde las instituciones de administración de la justicia laboral se venden al mejor postor, la lucha del SME parece inusual, por su temporalidad y por todas las ofertas que el Gobierno ha hecho para resolver el caso.

Recordemos que ya había obtenido algunos logros como la negociación “en especie” de una parte importante de sus pasivos laborales, al otorgársele una concesión por treinta años para el uso y explotación de las plantas hidroeléctricas de LFC y un paquete de 1700 MW para construir dos plantas de ciclo combinado. También obtuvieron en propiedad fábricas y talleres que integrarían el patrimonio de la Sociedad Cooperativa lf del Centro y se les indemnizó en 100%, según su CCT.

Estos logros se firmaron entre los actores en conflicto en un convenio marco, y el Gobierno federal los cumplió de forma parcial. Ello reforzó la resistencia del SME y desencadenó en un plantón en Gobernación, el 19 de junio de 2017, por cuarenta días. Así, se refrendó su demanda inicial: la recuperación de su materia de trabajo.

El SME se mantiene en lucha, por la identidad laboral que conformó históricamente en la región Necaxa y por la centralidad política que tuvo en el movimiento sindical. De tal modo, se generaron saberes, valores y conocimientos que forman parte de la arqueología social y cultural de ese territorio. En la ofensiva contra del SME mediante el decreto del año 2009 y el recurrente incumplimiento de promesas a los electricistas que se negaron al finiquito, el Estado ha calado fuerte en el presente y futuro de esos trabajadores que han mostrado una fortaleza admirable en la defensa de su historia, de su vida laboral y de la dignidad, a través de su lucha.

En el movimiento del SME, destaca la participación de la familia que, en ese territorio, se constituyó en una relación dialéctica con el trabajo de los electricistas. Ser electricista significó ser más que un individuo que trabaja, es una relación social constituida por la articulación de la cultura, el trabajo y la política. Ello encarna en lo que se ha denominado aquí como la familia “smeíta”.

En la constitución de ser electricista y del SME, el sistema sociotécnico es fundamental. Asimismo, la familia que fungió como una institución de parentesco y de socialización laboral y sindical de los electricistas. A la luz del movimiento que nos ocupa, esta última adquirió el sentido de ser generadora de agencia, productora de cadenas de afectos, emociones y sentimientos inter e intrafamiliares que han formado y cimentado redes de solidaridad, de apoyo y de dignidad para que los electricistas finiquitados sigan en lucha.

La familia “smeíta” ha constituido prácticas de sobrevivencia económica y social para contribuir con el sustento económico de la familia y sus integrantes han modificado la subjetividad que tenían como familia antes de este movimiento. Las raíces históricas de los electricistas no finiquitados, las transformaciones de sus prácticas sociales, laborales, políticas y la familia, como agente social de apoyo, son fundamentales para la comprensión de un movimiento que se resiste a la extinción.

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1 Gorz, André, Adiós al proletariado: Más allá del socialismo, Barcelona, Ediciones 201 - El viejo topo, 1981, p. 184.

2Miguélez, Faustino, Presente y futuro del sindicalismo en España: Las relaciones de empleo en España, Madrid, Siglo XXI, 1999, p. 191-212.

3Como es el caso en los últimos años en el contexto globalizador de sindicatos de Canadá (Conféderation des Syndicats Nationaux, Travailleurs Canadiens de l’Automobile, Métallurgistes unis d’Amérique, Syndicat Canadien des Communications de l’energie et du Papier); en Estados Unidos (grandes federaciones como la AFL-CIO); en Gran Bretaña (The National Union of Rail, Maritime and Transport Workers enfrentando la privatización del Metro de Londres). En Latinoamérica, en países como Uruguay, Brasil en sectores automotriz y de telecomunicaciones; en Argentina, en la industria eléctrica y automotriz.

4Wolanski, Sandra, “La familia telefónica: Sobre las relaciones de parentesco en la política sindical”, Cuadernos de Antropología Social, núm. 41. [Consulta: 6 de septiembre, 2017]. Disponible en: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1850-275x2015000200006&lng=es&nrm=iso.

5Durkheim, Emile, Educación como socialización, Salamanca, Sígueme, 1976, p. 262.

6Eroles, Carlos, Familia, democracia y vida cotidiana, La(s) familia(s) en la gestación de movimientos sociales, Buenos Aires, Buenos Aires, 2009.

7Melgoza, Valdivia y Montesinos Rafael, Representatividad, democracia y legitimidad en el Sindicato Mexicano de Electricistas, México, Plaza y Valdés - UAM- AFL - CIO, 2002.

8Giddens, Anthony, La estructura de clases en las sociedades avanzadas, Madrid, Alianza, 1979, p. 392.

9“SME”, Contrato Colectivo 2008. [Consulta: 2 enero, 2015]. Disponible en: http://www.sme.org.mx/

10Entrevista, Mar, Trabajador sin finiquitarse, 9 de febrero, 2012, Necaxa.

11Entrevista, hijo (Jap), electricista sin finiquitarse, 13 febrero, 2012.

12Berguer, Peter y Luckmann, Thomas, La construcción social de la realidad, Madrid, Taurus, 1980, pp. 165. La internalización en el sentido general constituye la base, primero, para la comprensión de los propios semejantes y, segundo, para la aprehensión del mundo en cuanto realidad significativa. Esto en el sentido en que se concibe “comprender”, tanto en la visión de Weber como de Schutz.

13En las historias de vida y grupos de discusión, al pedir al trabajador electricista que mencionara tres palabras para caracterizar lo que significa “ser smeíta”, la palabra-significado más frecuente fue familia, seguida de lucha y dignidad.

14Mial, 11 de febrero, 2012, Tulancingo.

15Hija de trabajador, mayo, 2014.

16Profesora SiBe a), 1 de febrero, 2012.

17Profesora SiBe b), 1 febrero, 2012.

18Entrevista a esposa (GrT), trabajador no finiquitado, 15 febrero, 2012

19Esposa de trabajador electricista, 14 abril, 2014.

20Esposa (GrT), 15 de febrero, 2012.

21Le Bretón, David, Las pasiones ordinarias. Antropología de las emociones, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1999, p. 254.

22Trabajador (MiI) sin finiquitarse, 4 de febrero, 2012

23Entrevista hijo (JaP), 13 de febrero, 2012.

24Entrevista esposa (MaG) de trabajador no finiquitado, 14 de febrero, 2012.

25Oliveira, O. y García, B., “Familia y trabajo: un recorrido por las diversas perspectivas de análisis”, Estudios Sociológicos de El Colegio de México, vol. 30, núm. extraordinario.

26Torrado, Susana, “Sobre los conceptos de ‘Estrategias familiares de vida’ y ‘Proceso de reproducción de la fuerza de trabajo’: Notas teórico-metodológicas”, Demografía y Economía, vol. 15, núm. 2. [Consulta: 12 de octubre, 2017]. Disponible en: http://www.jstor.org/stable/40602277

27La elaboración de la genealogía familiar fue hecha con la participación de los integrantes presentes de cada grupo familiar.

28Uno de ellos es operador de subestación, de los puestos más especializados en LFC. Hoy, tiene que trabajar como peón en la construcción de la carretera México-Tuxpan. Otro hermano intentó un negocio de instalación de una funeraria, pero no funcionó, y hoy tiene contratos temporales en el Tecnológico de Huauchinango. Otro hermano, que trabajaba en capacitación de personal en LFC, da cursos en Conalep, en Hacienda y demás dependencias; además, organizó un equipo para dar cursos de resiliencia a sus camaradas “smeítas” en todas las divisiones sindicales. Otra hermana trabaja como vendedora de casas.

29Tanto en la genealogía de la familia RM como en la de los VB no se consideró a los hijos menores de edad, ubicados generalmente en la segunda generación, sobre todo porque el interés es seguir la trayectoria electricista-familiar y su actual condición en el movimiento laboral en cuanto a continuar en resistencia o haberse finiquitado, así como los elementos familiares en solidaridad como esposas, abuelas y hermanos.

30Esta base de datos se maneja como una muestra que nos puede marcar tendencias, pero no necesariamente es representativa.

31Entrevista esposa de trabajador no finiquitado, realizada el 14 de febrero 2012.

32Esta situación se detecta en las entrevistas, donde se narra cómo al solicitar empleo en diversos corredores industriales y registrar sus antecedentes laborales como extrabajadores de LFC, los entrevistados son automáticamente descartados por las diversas gerencias de recursos humanos. Asimismo, se enfrentan a letreros en la puerta de las fábricas con la leyenda “No se admiten extrabajadores de LFC”.

Recibido: 13 de Febrero de 2018; Aprobado: 14 de Mayo de 2018

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