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Tla-melaua

versão On-line ISSN 2594-0716versão impressa ISSN 1870-6916

Tla-melaua vol.12 no.45 Puebla Out. 2018

 

Reseñas

De utopías y distopías

Rafael Caballero Álvarez* 
http://orcid.org/0000-0001-7810-1141

* Profesor investigador en la Escuela Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México. (rafael.caballero@te.gob.mx).

Meyer, Lorenzo. Distopía mexicana. México: Debate, 2016.


Transcurridos tres lustros del nuevo milenio, la literatura de ciencia ficción sigue capturando adeptos, aun cuando muchos de los elementos del mismo género a finales del siglo pasado ahora son una realidad cotidiana: comunicadores electrónicos de reloj, autos que se estacionan solos, televisores en tercera dimensión e infinidad de aditamentos más. Quizás por ello las temáticas abordadas en la literatura futurista que ahora acaparan la atención de los jóvenes millenials han debido dar un giro para plantear narrativas sobre aspectos más básicos de la naturaleza humana, como la sobrevivencia. Desde esta perspectiva se puede explicar que en los estantes de las librerías abunden títulos como: Maze Runner (James Dashner), Divergent (Veronica Roth) o The Hunger Games (Suzanne Collins), todos, por cierto, llevados al cine.

El común denominador en estas novelas juveniles de ciencia ficción es un mundo devastado, inhóspito, hostil, en donde las relaciones humanas se tornan sumamente difíciles; un mundo distópico.

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, distopía es una “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”.

La obra del reconocido académico Lorenzo Meyer que aquí se reseña incluye en su título este concepto, que no sólo resulta atractivo en términos publicitarios, sino también es fiel a su contenido. Más que una radiografía del México actual, es un diagnóstico de la realidad política del país, a pesar de que el libro es un ensayo y no una investigación académica rigurosa, no obstante que el autor procura en todo momento sustentar sus argumentos con fuentes bibliográficas, hemerográficas e históricas.

Meyer aborda varios de los problemas que aquejan a la nación mexicana y que impiden que se inscriba de lleno en la ruta del desarrollo, que reproducen la desigualdad y la pobreza, que obstaculizan la consolidación de una democracia de calidad, que la mantienen dependiente de los Estados Unidos en términos comerciales y económicos y que, en buena medida, la han sumido en una espiral de violencia e inseguridad que ha escalado a niveles verdaderamente preocupantes.

En general, el libro adopta una perspectiva histórica que permea de manera transversal toda la narrativa, lo cual resulta muy apropiado para saber en qué se fundamenta nuestro presente. Así, el autor se refiere a la evolución de la relación México-Estados Unidos, particularmente a partir de la Segunda Guerra Mundial y tras la suscripción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Tales eventos no sólo han tenido consecuencias comerciales, sino que también tuvieron resonancia en las relaciones diplomáticas y políticas que han condenado a México a un papel de subordinación que se ve difícil que abandone.

Meyer también hace uso de la perspectiva comparada para explicar que la forma de hacer política no es una sola y que existen experiencias en otras latitudes -y en el mismo México en otros momentos históricos- que hacen suponer que la política puede ser distinta a como se manifiesta en la actualidad. En varios puntos, el autor explica aspectos que han marcado el desarrollo del país como nación independiente. Identifica en la Revolución mexicana un evento que pudo haber representado un punto de inflexión, pero que apenas alcanzó a esbozar un proyecto de nación basado en la Constitución. Su consecuencia, en cambio, sería la instauración de un régimen autoritario que se mantuvo por más de siete décadas, pero que comenzó a debilitarse en la medida en que la sociedad se movilizó. En tal sentido, resultan inevitables las referencias a los movimientos estudiantiles de los sesenta, las guerrillas de los setenta, la guerra sucia de los ochenta, el movimiento zapatista en los noventa y los nuevos movimientos sociales, como el encabezado por Javier Sicilia en contra de la violencia.

El autor no pasa por alto la etapa de la transición democrática ni tampoco el funcionamiento de la democracia actual, carente -según lo planteado- de rendición de cuentas, de instituciones sólidas que impidan el abuso de poder; plena, en cambio, de una clase política que pareciera no diferenciarse demasiado entre sus integrantes a pesar de una filiación partidista diversa. Como ejemplo de ello expone el Pacto por México, cuyas consecuencias presenta como poco favorables, en contraste con el tono progresista con que se promocionaron. En ese contexto, pone particular atención en la reforma energética que abrió el sector de los hidrocarburos a la iniciativa privada, en donde pareciera que las grandes empresas transnacionales serán más beneficiadas que el Estado y la sociedad mexicanos.

El autor atribuye el mar de violencia que golpea al país a la falta de oportunidades, al abandono del Estado a ciertos sectores sociales y regiones geográficas, una equivocada estrategia de combate al narcotráfico y una corrupción rampante que impide un buen funcionamiento de las instituciones de seguridad, procuración de justicia y rehabilitación social. También abonan a estas condiciones la impunidad y la falta de transparencia, cuyas manifestaciones más dramáticas quizás se concentran recientemente en lo ocurrido en Iguala con los estudiantes de Ayotzinapa y las muertes no esclarecidas del todo en el enfrentamiento en Tlatlaya.

Meyer cuestiona la ausencia de liderazgos fuertes en un contexto de desolación, aunque dedica todo un capítulo a la figura de Andrés Manuel López Obrador, a quien pareciera atribuirle ciertas cualidades para afrontar este escenario adverso.

Difícilmente podría suponerse que el objetivo del autor es transmitir una percepción de pesimismo, de desolación, de resignación. En todo caso sería lo contrario, pues el complemento del título es Perspectivas para una nueva transición. En ese sentido, como apunte final habrá que decir que se trata de un libro que llama a la reflexión y que ayuda a conocer, entender y asimilar algunos aspectos de la realidad socio-política presente que, si bien es poco halagüeña, resulta susceptible de transformación.

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