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Tla-melaua

versión On-line ISSN 2594-0716versión impresa ISSN 1870-6916

Tla-melaua vol.11 no.43 Puebla oct. 2017

 

Reseñas

Religión, historia y sociedad en las luchas por la naturaleza. Homenaje a Pedro F. Hernández Ornelas

Yirlean Dayana Ramos Feria* 
http://orcid.org/0000-0002-3677-007X

* Estudiante del Programa de Doctorado en Sociología, del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez Pliego", de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. (yirleanramos@gmail.com).

Figueroa Ibarra, Calos; Giuseppe, Lo Brutto; Matamoros Ponce, Fernando. Religión, historia y sociedad en las luchas por la naturaleza. Homenaje a Pedro F. Hernández Ornelas. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2016. 216p.


Este libro es resultado del I Coloquio Internacional "Historia, Sociedad y Religión", realizado los días 10 y 11 de junio de 2015, en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez Pliego", de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Los capítulos corresponden a las presen taciones de diversos autores durante el coloquio. El evento y el libro fueron realizados como un homenaje a la larga trayectoria del docente e investigador Pedro Hernández por sus más de 60 años dedicados al estudio y a la enseñanza de la sociología de la religión y de la naturaleza.

¿Dentro del sistema capitalista, dónde encontrar esperanza si no en la religión? En mi opinión, ésta es la pregunta central que se desarrolla a lo largo del libro. Cabe aclarar que por religión no sólo se entiende el sentido institucional, se habla de toda la espiritualidad y la esperanza religiosa que puede poseer un sujeto. No obstante, el esperar algo no es simplemente el anhelo del más allá, sino de lo terreno. No se hace referencia a esperanza o espiritualidad sólo como un concepto abstracto, sino como un esperar concreto, tangible y terrenal.

Es un libro crítico, pero la crítica a la religión que contiene no se queda en señalar o resaltar las contradicciones institucionales. Nos muestra que, además de la enajenación y la dominación de las instituciones religiosas, la espiritualidad es necesaria para la lucha en contra de lo que nos oprime. Desde la espiritualidad somos capaces de ver cuán dañada está la forma de relacionarse con el otro, y desde ella nos comenzamos a preguntar cómo buscar otra relación entre el hombre y la naturaleza, cómo hacer que la técnica moderna esté al servicio de una relación armoniosa entre los sujetos y su medioambiente, cómo romper con la lógica mercantil que funda las relaciones humanas. Las respuestas a estos cuestionamientos se esbozan en los textos de Pedro Hernández (capítulo 1) y Fernando Matamoros (capítulo 2).

Tanto Hernández como Matamoros y Laurence (capítulo 3) ven en el creer, en la búsqueda del "misterio", en la espera de lo aún no logrado, en la espiritualidad del arte, lo vitalmente necesario para la realización completa del ser concreto en el mundo, en sus dos dimensiones: física y subjetiva. La religiosidad y el amor hacia el prójimo permiten superar los miedos, las inactividades y la miseria espiritual. En palabras de Laurence, "la religión es la razón de ser del emplazamiento original del hombre en este mundo".1

Epistemológicamente, el libro nos invita a salir del pensamiento occidental, cientificista y positivista; a tener muy presente lo que Karl Marx plantea tanto en los capítulos xxiv como xxv de El Capital, como en el manifiesto comunista: que el desarrollo del capitalismo supuso como expresión del espíritu revolucionario burgués no sólo la expropiación de las tierras comunales, los bienes de la Iglesia y la usurpación de los territorios del Estado en Inglaterra, sino también la colonización de Asia, África y América. Así, la colonización y la cristianización de América fueron condiciones de posibilidad para la construcción de occidente. Ximena Pernas (capítulo 8) presenta la relación de este continuo proceso de colonización (es decir, la colonialidad del saber y del poder) y la religión cristiana, y propone el paganismo (hablando en sentido metafórico) como ruptura de la modernidad, del capital y del cristianismo.

En este sentido, la religión tendría la capacidad de convertirse en una contradicción dentro del sistema. ¿Cómo? En primer lugar, como muestra Luis Martínez (capítulo 4): el capitalismo necesita la religión para reproducirse pero también puede ser base teórica, espiritual y práctica para una crítica a la modernidad y para la lucha por los oprimidos. Así, plantea cómo la teo logía de la liberación es un importante antecedente de la crítica decolonial latinoamericana -los teólogos cristianos de la liberación realizaron una desmitificación del discurso del desarrollo, del progreso y poseían una idea de la naturaleza contraria a la lógica de explotación-.

En segundo lugar, los capítulos de Ulises Castro (capítulo 5) y Rafael Castillo (capítulo 6) evidencian que todas esas religiosidades que se trataron de sepultar en el proceso de colonización, todos los saberes y valores que son despreciados por la razón occidental y su proyecto de modernidad y pro greso, son hoy una fuerza y motivación para la lucha. Castro analiza cómo desde la unidad que existe entre trabajo y naturaleza o trabajo-sacralidad de la dinámica espiritual de los pueblos de Tlaxcala y Puebla se forma un frente en contra del despojo neoliberal. Desde lo que él llama "la condición metabòlica del trabajo", se defiende la tierra y el agua.

Castillo expone cómo los pueblos de América Latina, principalmente Guatemala, se enfrentan a los atropellos neoliberales en contra del medioam biente. Lo interesante es, a mi parecer, que describe estas luchas no como un acontecimiento meramente moderno. La defensa del ambiente es una herencia de la religiosidad indígena, comienza desde el despojo colonial y ha seguido hasta el neoextractivismo.

En tercer lugar, Guillermo Varela (capítulo 9) resalta los rasgos de lo que él nombra la teología negativa en el culto de la Santa Muerte, es decir, las prácticas de adoración a la Santa Muerte como estrategia de vida, como una salida a la humillación, al sufrimiento, a la degradación del trabajo y al ocultamiento de las relaciones sociales.

Recapitulando, estos autores presentan el carácter emancipatorio de la religión desde la teología de la liberación, el culto a la Santa Muerte, el paganismo o la recuperación de los lugares sagrados y los valores de la religiosidad indígena. Todos exponen una idea que parece simple pero que en su despliegue histórico y contextual se ha mostrado compleja: la religiosidad como forma de dar sentido a la vida, un sentido que puede estar por fuera o en contra de lo establecido por la lógica del sistema.

El texto de mi autoría (capítulo 7), el cual se desarrolló con asesoría y acompañamiento de Jorge Quintana y Felipe del Río, parte de la idea de analizar la forma en que la religión, además de dar sentido, moldea el actuar cotidiano. Específicamente, se estudia la relación entre la religión católica y protestante y las decisiones socioeconómicas de los adeptos en Cartagena de Indias (Colombia, 2013). En este caso, el nexo se estimó en función de varios modelos econométricos a través de los cuales se estableció la religión como variable explicativa de las condiciones materiales de vida; además, se dise ñaron estimaciones en las que dichas condiciones materiales condicionaban las acciones religiosas, como diezmar o comprar bienes religiosos.

Dicho en otras palabras, los modelos matemáticos muestra una doble direccionalidad de la relación: por un lado, la religión incide en la situación social y económica de la población; por otro, la condición económica y social influye en la espiritualidad y en los comportamientos religiosos. Así, el ser evangélico hace más probable que se tengan más hijos y se diezma con más frecuencia si se es pobre.

Más que los resultados probabilísticos y las cifras, hacer el trabajo de campo para esta investigación evidenció que, a pesar del carácter dominador, opresivo y abusivo de las instituciones católicas y evangélicas en la ciudad de Cartagena, la población toma la religión como forma de resistir, estar en pie, aguantar y sobreponerse a las situaciones adversas del existir. ¿Y cuáles son estas situaciones hostiles en una pequeña ciudad latinoamericana? En los últimos diez años la ciudad no ha tenido un avance significativo, es decir, presenta un estancamiento en los ámbitos de salud, pobreza, educación, mer cado laboral y seguridad. Cartagena posee una baja calidad en la educación, una de las tasas de homicidio más altas del mundo: 27 homicidios por cada 100 000 habitantes en el 2013 y uno de los índices de pobreza extrema más grandes del país, esto es, la ciudad como un claro ejemplo de lo violento, criminal y desigual que puede ser el neoliberalismo.

En general, los modelos mostraron que estas religiones tienen un impacto negativo en el bienestar socio-económico de sus adeptos, que suelen tomar decisiones como tener más hijos a pesar de la pobreza o someter a la mujer a un patriarcado radical, por los patrones religiosos impuestos. Pero ¿cómo exigirle a un cartagenero promedio que no espere lo prometido por Dios? ¿Cómo no entender la entrega de los sujetos a una ascética cristiana si se promete lo que no se tiene en vida: felicidad? ¿Cómo pensar una vida sin esperanza si no hay un cambio en las formas de producción y en las relaciones sociales? Como afirma Hernández en las palabras iniciales, "la fe religiosa es algo que no ganamos con esfuerzo: surge en los terrenos del don, en total gratuidad: porque es confianza y certeza más allá de la razón".

Creo que la investigación pone de relieve, al exponer la influencia negativa de la religión, la necesidad urgente de un cambio institucional de la Iglesia católica y protestante, tema que se abarca en el epilogo del libro. Alberto Athié hace un análisis de las contradicciones entre el discurso y la praxis del papa Francisco. Expone cómo sus enunciados sobre el divorcio, el aborto, el rol de la mujer, la sexualidad, la orientación y preferencias sexuales y la pederastia clerical están enfocados en mostrarlo como un innovador capaz de reformar la institución. Sus ideas parecen adaptarse a las necesidades actuales, tienen la intención de defender a los desprotegidos y de castigar a los perpetradores. No obstante, sus acciones son muy diferentes, y aún se está en espera del cambio.

En conclusión, el libro muestra desde los enfoques más variados del conocimiento -antropología, sociología, filosofía y economía-, los rasgos contemporáneos de la religiosidad: "[una] critica a las representaciones del poder y hegemonía actual [,] la racionalización del creer como posibilidad utópica de 'otro mundo' [y] aspectos de lo simbólico y alegórico del creer en la vida contra la muerte en los procesos críticos a la violencia actual".2

Tiene una riqueza empírica impresionante. Las líneas de argumentación teóricas y el análisis de los trabajos de campo pueden ser muy interesantes para los lectores, tanto para los lectores con posiciones enteramente críticas a la institucionalidad de la religión como para los interesados en la espiritualidad religiosa y su despliegue en lo social. En general, como se menciona en la introducción de Guiseppe Lo Brutto y Fernando Matamoros: el texto es una demostración teórica y empírica de la segunda afirmación de una de las citas más usadas de Karl Marx: sí, "la religión es el opio del pueblo", pero sólo porque ha sido el "suspiro de la criatura exhausta" en el caos del mundo.

1Laurence, 2016, p. 70.

2Lo Brutto & Matamoros, 2016: 12.

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