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Tla-melaua

versión On-line ISSN 2594-0716versión impresa ISSN 1870-6916

Tla-melaua vol.11 no.43 Puebla oct. 2017

 

Reseñas

La democratización mexicana. Un camino tortuoso

Xóchitl Patricia Campos López* 

Diego Martín Velázquez Caballero** 

* Profesora investigadora en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. (campospaty@yahoo.com).

**Profesor investigador en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. (golda21@hotmail.com).

Schmidt, Samuel. La democratización mexicana. Un camino tortuoso. México: Cámara de Diputados, 2016. 234p. Colección “nuestro tiempo”,


Samuel Schmidt ha sido un hombre siempre atento a la evolución del sistema político mexicano, lo que se evidencia en su profusa obra académica, siempre encaminada al desarrollo intelectual, social y político de México. A Schmidt se le puede describir, guardando la debida proporción, con la recomendación que se hacía para Platón: "No vayas a Siracusa".

Al igual que el ilustre filósofo, nuestro autor siempre va a Siracusa; no a la búsqueda del poder, sino a la formación del carácter y de la plenitud del hombre, quizá porque la madurez y la sabiduría urgen a brindar consejo para conducir mejor la administración pública, o quizá porque hay un enorme amor por México y es necesario coadyuvar a su progreso y estabilidad.

Esta faceta se revela en La democratización mexicana. Un camino tortuoso, obra en la que la honestidad y el acucioso trabajo teórico se traducen en un análisis profundo y a la vez accesible de los elementos estructurales que explican la permanencia del sistema político mexicano y que a la vez alimentan los obstáculos para la democratización nacional. Así pues, el análisis que apa rece sobre la transición política mexicana evidencia la forma en que se han soslayado oportunidades históricas para consolidar la democracia, a causa de la mezquindad de una élite que cambia sus valores al llegar al poder, y de un modelo económico que, en aras de empoderar una displicente oligarquía empresarial, dinamita y boicotea al Estado y a la gobernabilidad, entendida como un equilibrio de legitimidad y consenso.

El examen de Schmidt revela una democracia sin demócratas, ni en el gobierno ni en los partidos, ni en la sociedad. México cuenta con una serie de atributos que no son tomados en cuenta por nadie para generar un orden social y económico justo. En cambio, prevalecen algunas condiciones estruc turales sobre las cuales se ha edificado un sistema político autoritario, tales como las atribuciones metaconstitucionales del presidente de la república, que prevalecen sobre una tibia oposición.

De este modo, el control del presidente sobre su partido le permite mane jar de forma casi discrecional las carreras políticas de sus correligionarios, al alimentar lealtades personales que se reproducen en los diferentes grados del gobierno, tanto a nivel ejecutivo y legislativo como en los ámbitos federal, estatal y municipal; aunque las estrategias para lograrlo han cambiado a partir del año 1987, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) sufrió un cisma que lo puso cara a cara con la existencia de facciones y tendencias que disputan a los grupos dominantes el liderazgo indiscutido y abren la posibili dad de que haya un sistema de partidos competitivo, aunque protagonizado por actores emanados de esta fractura, ubicados ahora tanto en partidos de reciente creación como en el Partido Acción Nacional (PAN).

Por su parte, este partido que logró detentar la presidencia de la república durante 12 años (2000-2016) ha debido adoptar una tendencia gradualista hacia el neoliberalismo para poder competir, al tiempo que sufre de un desgaste ideológico generalizado en el sistema de partidos mexicano. Esta realidad es producto de un cambio de estrategia desde la propia presidencia, que a partir de los años setenta del siglo XX sustituyó los criterios políticos para el reclutamiento de la clase gobernante por criterios burocráticos.

En medio de esta realidad, la figura presidencial se entroniza gracias a un federalismo torcido que fortalece con la cooperación tanto de los partidos de oposición como del sector capitalista, y genera desmovilización política y un efecto psicológico que separa la vida privada del ejercicio ciudadano. Esta cultura política autoritaria es posible gracias a la construcción de atajos legales e ideológicos que reducen las oportunidades de la ciudadanía para participar en la toma de decisiones, al tiempo que permite la persistencia del sistema político y la reproducción de una élite que gobierna cada vez más alejada del pueblo.

Estos atajos institucionales señalados por Schmidt ofrecen la posibilidad de "ciudadanizar" instituciones encargadas de la transparencia y fiscalización o de la organización de procesos electorales. Bajo ellas se desarrollan complejas redes de lealtades y relaciones de complacencia entre el gobierno y distintos sectores sociales, auspiciadas con programas asistenciales confeccionados a la medida de cada clientela, lo que deja clara la vigencia del corporativismo mexicano y de la capacidad de los gobernantes para cooptar a quien decida participar en el juego. Frente a esta situación, las recomendaciones del autor abrevan tanto en la esencia del ejercicio de la política como de las institu ciones del gobierno.

Para quien no opte por la cooptación, la alternativa es sufrir la violencia que despliega el Estado sistemáticamente contra quien se atreve a cuestionar las decisiones del gobierno, una práctica recurrente que, junto con otras estrategias, han heredado otros partidos que han ejercido el poder, los cuales han reproducido el sistema autoritario y han conducido por un camino tortuoso el proceso de democratización, tanto formalmente como en la práctica.

El ejercicio ineficaz del gobierno, emanado de cualquier partido, ha generado una crisis de gobernabilidad: las instituciones se muestran incapaces de satisfacer ciertas necesidades sociales y, en lo político, el mito de la revolución, que en un tiempo mantenía la cohesión social y la estabilidad del sistema político, se ha desgastado.

Considerar la idoneidad y el ejercicio eficaz de las instituciones, entonces, resulta esencial para generar el orden dentro del cual el mercado, la cultura y la sociedad puedan convivir; de esta manera, retomando diagnósticos como los de Andrés Molina Enríquez, Anthony Downs y Yehezkel Dror, el autor ofrece recomendaciones producto de la profunda reflexión acerca de las relaciones entre consenso y legitimidad, que invitan a su permanente consulta. De ahí que la construcción, mantenimiento y consolidación del Estado sean las obligaciones más urgentes y necesarias, toda vez que, ante la incapacidad del sistema judicial, las instituciones gubernamentales y el Estado en general, la sociedad genera una anomia que tiene como secuela una serie de patologías que pueden desembocar en graves consecuencias.

Uno de estos efectos es la aparición de lo que el autor llama el monopolio del miedo legítimo y del terror legítimo, que, aunados al crimen autorizado, colocan a la sociedad en estado de indefensión, con lo cual se perciben a un tiempo tanto la ilegalidad como la ilegitimidad generalizadas.

Esta situación evidencia la falta de ética de la clase gobernante, que ha oligarquizado la política, tal como lo hizo con la economía, y que ha cerrado a la sociedad el acceso al ejercicio democrático, para dar paso al Estado suplantado, otra categoría propuesta por Schmidt para describir la acción de agentes externos al Estado que desarrollan funciones que son competencia de aquel. Al lado de esta noción aparece, desde luego, el crimen autori zado, que no se explica sin la connivencia entre organizaciones criminales y servidores públicos, lo que sintetiza, en palabras del profesor Schmidt, "la violencia legítima con propósitos criminales", y deja en indefensión y en desolación a los ciudadanos que esperarían, en otras circunstancias, que quienes ahora están dedicados a la actividad criminal fueran garantes de la vida, la integridad corporal y la paz social.

Siguiendo sus aportes, puede decirse que es el carácter nacional lo que ha impedido que la experiencia política cívica sea exitosa. Sin embargo, Samuel Schmidt responsabiliza a la capacidad corruptora de la élite política en México para generar justicia, desarrollo, igualdad y progreso. Su análisis confirma, mucho tiempo antes de que los autores de ¿Por qué fracasan los países?1 lo dijeran, que son las decisiones políticas y el tipo de administración pública lo que determina el éxito o fracaso de una sociedad.

Pero además de los elementos estructurales del sistema político mexicano, para observar el tortuoso camino de la democratización, el autor considera de vital importancia abordar la evolución del Partido Revolucionario Institucional (PRI), escuela de los políticos profesionales encargados de la transición mexicana, que ha logrado consolidar un sistema autoritario capaz de sobrevivir aun si el PRI no ocupa momentáneamente la presidencia de la república.

Una de las premisas de la obra apunta a la imposibilidad de que las fuentes de producción económica sean redituables si no hay justicia ni orden; tampoco se consolidará la democracia sin la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones cruciales para todos; por eso fracasó el Porfiriato y por eso el PRI perdió el poder, y tal vez por eso el Partido Acción Nacional (pan) tuvo que devolvérselo tras doce años de gobierno ineficaz. La clase política mexicana y la sociedad se han enfrascado, innecesariamente, en los caminos procedimentales de la democracia hasta hacerla onerosa y ridícula, y en el trance se perdieron enormes oportunidades sociales y económicas. Schmidt considera que esto no es fortuito ni producto de la ignorancia, sino que se trata de una ineficacia planeada donde las élites de los partidos políticos, la burocracia y los empresarios, así como ciertas mafias intelectuales y civilistas, se benefician desarrollando la consabida corrupción, tan onerosa para México.

La sociedad mexicana debe empezar a construir opciones políticas que verdaderamente permitan un beneficio común del enorme potencial que posee, y cabe señalar la necesidad de reconstruir a México desde una pers pectiva más rica y generosa de la que los políticos mexicanos lo han hecho. La agricultura, la geografía, el impulso industrial, el conocimiento, los recursos naturales y los seres humanos deben considerarse de una forma más creativa.

El autor urge a politizar a la sociedad, renovar las élites, trascender de la sola práctica electoral y construir agendas políticas, sociales, judiciales y gubernamentales a partir de diagnósticos reales para generar nuevos mitos, valores y símbolos cercanos a la gente y, con ello, útiles para la transformación nacional.

Sus aportes al análisis del sistema político mexicano, tales como la distin ción entre presidentes políticos y presidentes burócratas, crimen autorizado, miedo legítimo, terror legítimo y Estado suplantado constituyen, sin duda, herramientas útiles para explicar el comportamiento de los actores políticos más relevantes del país.

Resulta complicado hablar de una obra de Samuel Schmidt sin pensar en otras, pero resulta más difícil no darle la razón a muchos de sus argumentos e ideas. Las circunstancias actuales urgen al estudio de la obra que académicos como él han propuesto, sumamente útiles para la reflexión en tiempos en que los mexicanos deben asumir su circunstancia y su existencia de otra manera, desde la ética ciudadana.

Bibliografía

Daron Acemoglu y James A. Robinson (2012) Por qué fracasan los países. Ed. Deusto. Madrid, España. [ Links ]

1Daron Acemoglu y James A. Robinson (2012) Por qué fracasan los países. Ed. Deusto. Madrid, España.

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