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Tla-melaua

versión On-line ISSN 2594-0716versión impresa ISSN 1870-6916

Tla-melaua vol.9 no.39 Puebla mar. 2016

 

Artículos de reflexión

Relaciones internacionales

Movilidad humana. El fenómeno migratorio en Puebla bajo la perspectiva de la Iglesia católica

Human Mobility. Migration under the Catholic Church Perspective

José Luis Sánchez Gavi* 

* Profesor investigador en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. (gaviluis@yahoo.com.mx)


Resumen

El presente trabajo describe y analiza la incidencia que la Iglesia católica tiene en el tema migratorio en el estado de Puebla. En la entidad, la institución eclesial ha manifestado su interés y preocupación por el fenómeno migratorio; además, ha desarrollado un trabajo, especialmente en el terreno humanitario, y ha buscado alternativas para las familias que se quedan en las comunidades. Puebla ha pasado a ocupar el quinto lugar nacional como entidad expulsora de migrantes. Cobra importancia que por su territorio transite cada vez un mayor número de transmigrantes, en un intento por modificar sus rutas a fin de atenuar la inseguridad que se ha apoderado de ellas. Migrantes oriundos, de retorno y transmigrantes son parte de la realidad social, económica, cultural, religiosa y hasta política en el escenario poblano. Requieren abordaje tanto en el plano de la investigación académica, como en el de las políticas públicas. La Iglesia, como otras organizaciones no gubernamentales, se ha sumado a las tareas de apoyo, protección y denuncia, en medio de un panorama de incertidumbre, inseguridad y violencia que aqueja a los migrantes. Bajo su particular perspectiva ideológica y religiosa, busca influir en la definición de las políticas migratorias, y mantener una forma de legitimidad en la sociedad.

Palabras clave: Migración; transmigración; Iglesia; pastoral de movilidad; derechos humanos; casas de migrantes

Abstract

This paper describes and analyzes the impact that the Catholic Church has on migration in the state of Puebla. In the federal entity, the ecclesial institution has expressed its interest and concern about migration. Moreover, it has developed its work in the humanitarian field, and has sought alternatives for the family members that remain in local communities.

Puebla occupies the fifth national place as federal entity that ejects migrants. It is important to consider that the number of transmigrants in Puebla's territory has become significantly higher. They have modified their migration routes in order to reduce insecurity threats from the common ones.

Native and returning migrants and transmigrants are part of the social, economic, cultural, religious and political reality in Puebla's scenario. This issue requires an approach in the fields of academic research and public policies.

The Church, as any other non-governmental organization, adds to the tasks of support, protection and report; in the middle of a panorama of uncertainty, insecurity and violence that afflicts migrants.

Under its particular religious and ideological perspective, the Church seeks to influence the definition of migration policies, and to maintain a form of legitimacy in society.

Keywords: Migration; Transmigration; Church; Pastoral Care of Mobility; Human Rights; Migrant Houses

Sumario

1. Introducción / 2. Iglesia y Pastoral de Movilidad Humana en México / 3. Las casas de migrantes en el enfoque de la DPMH / 4. La Iglesia católica en Puebla y la Pastoral de Movilidad Humana / 5. El migrante y su tránsito por Puebla / 6. Criminalización del migrante / 7. Conclusiones

1. Introducción

El proyecto eclesial descansa en la estrategia que la Iglesia impulsa en el país con el nombre de Dimensión Pastoral de Movilidad Humana, como una de sus áreas de atención social. El estado de Puebla ha pasado a ocupar el quinto lugar nacional como entidad expulsora de migrantes, pero también cobra importancia ya que por su territorio transita cada vez un mayor número de transmigrantes en un intento de modificar sus rutas, a fin de atenuar la inseguridad que se ha apoderado de ellas. Migrantes oriundos, de retorno y transmigrantes son parte de la realidad social, económica, cultural, religiosa y hasta política en el escenario de la entidad. Requieren abordaje tanto en el plano de la investigación académica, como en el de las políticas públicas.

Mi preocupación se centra en el estudio de un actor religioso: la Iglesia católica. Dicha institución se erige como un actor transnacional por excelencia. Su organización y práctica confesional alcanzan una escala global y se produce para nuestro estudio, en México, Estados Unidos y en los países centroamericanos, especialmente Guatemala, Honduras y El Salvador (principales expulsores de migrantes que pasan por México). En estos países y en México, la Iglesia católica representa la confesión mayoritaria.

Es relevante conocer la participación de esta institución en el espacio público, más allá de sus actividades tradicionales relativas al culto y devoción privada, circunscritas al espacio del templo o de las agrupaciones devocionales. Su incidencia en el espacio social, político, cultural y con los distintos sectores sociales es incuestionable. En este caso, nos ocupa su participación encaminada hacia los migrantes. El proceso transnacional se despliega en una compleja red de lazos, ya sea de forma institucionalizada o por el conjunto de organizaciones vinculadas muchas veces a la Iglesia católica o a su prédica.

Buscamos explicar las iniciativas que impulsa la institución, conocer el trabajo que desempeñan las organizaciones vinculadas con ella, con los migrantes locales en su partida y el traslado a los Estados Unidos. Así también con los transmigrantes en el proceso de tránsito: primero, en su ingreso a territorio mexicano y después en el recorrido que emprenden de sur a norte, cruzando prácticamente todo el país por distintas rutas y medios, hasta llegar a la frontera e intentar su ingreso a los Estados Unidos.

La Iglesia católica establece puentes entre los migrantes y los movimientos sociales en defensa de preceptos universales o globales en torno a la dignidad, los derechos humanos, y la justicia social y económica. Por ello, apoya y promueve espacios que se convierten en lugares de refugio y de asistencia para satisfacer algunas necesidades básicas y de sobrevivencia en condiciones de vulnerabilidad.

Su trabajo encuentra eco e influye en los espacios locales, nacionales o transnacionales; incide en distinto grado en la elaboración y diseño de políticas públicas dirigidas a este sector.

Se incorpora de alguna manera al debate de lo que algunos autores como Peggy Levitt consideran como la ciudadanía religiosa: una especie de ciudadanía posnacional en demanda de reconocimiento de derechos humanos universales, en nuestro caso ante el tránsito de migrantes, o de los ya asentados en los lugares de destino, en su lucha por tener una residencia, asistencia social, laboral y de salud. El nuevo modelo de ciudadanía se encuentra en el discurso trasnacional, el cual eleva los derechos humanos a rango de principio organizativo principal de la política mundial. Sus actores principalmente son los migrantes.1 La Iglesia afianza su papel al hacer coincidir estos principios fundamentales con sus principios morales-religiosos.

Como actores globales, los cuerpos religiosos hacen consciente a la gente de estas normas y movilizan a quienes se les adhieren para apoyarlas. A su vez, compartir normas universales estimula el surgimiento de identidades religiosas globales.2 La Iglesia, al difundir un universo de simbolismos que rebasan el ámbito local y nacional, da paso a escenarios más amplios, a un contexto global, y moldea la experiencia de la migración trasnacional.

Por su parte, la comunidad migrante católica incentiva un proceso dinámico de circulación de bienes e información de comunidades que comparten creencias, una religión común y participan en una Iglesia. Todo ello expresa una identidad colectiva como parte de otros ejes de identidad, como la nacionalidad y la etnicidad.3

La Iglesia genera espacios a través de los cuales los individuos, como actores sociales, desenvuelven sus prácticas dentro de los marcos de una institución en un complejo de simbolismos, mapas cognitivos y patrones morales que guían sus acciones. Determina en gran medida la conducta del individuo, pero a la vez provee información, certeza y opciones. La Iglesia católica puede proveerse de un espacio de legitimación y generar consensos en el entramado social. Para conservar su fuerza moral y autoridad espiritual, ha tenido que atender asuntos de orden temporal, involucrarse activamente en la solución de problemas y posicionarse como defensora de la justicia social, la democracia y los derechos humanos.

El tema migratorio se convirtió en una preocupación para la Iglesia católica en México a mediados del siglo XX con el surgimiento del "Programa Bracero". En la década de los ochenta, la preocupación creció ante el aumento del flujo migratorio y se trasladó también a los migrantes que empezaron a cruzar el territorio mexicano. La Iglesia reconoció la emigración como un derecho de la persona a la búsqueda de una vida con dignidad y como la necesidad de superar las desigualdades del desarrollo económico y social imperante. Los cambios sociales y políticos en América Latina en dicha década impulsaron una postura más clara respecto a la defensa de los derechos humanos. La Iglesia católica se hizo eco de ello, no sólo como una justificación moral de la fe cristiana derivada de su prédica, sino porque el laicado católico asumía cada vez más posiciones de vanguardia. La respuesta eclesial al fenómeno migratorio corrió paralela a la incapacidad de un Estado limitado, cuyas responsabilidades han sido mermadas en el contexto de la globalización. Por ello, ha alentado la formación de organizaciones orientadas a la reconstrucción de la vida comunitaria, esferas no atendidas por los partidos o el Estado.

La Iglesia, como otras organizaciones no gubernamentales, se ha sumado a las tareas de apoyo, protección y denuncia en medio de un panorama de incertidumbre, inseguridad y violencia que aqueja a los migrantes. En particular, ha sido sensible a las difíciles condiciones en que los migrantes centroamericanos cruzan el país para dirigirse hacia los Estados Unidos. La ayuda humanitaria que brinda a los migrantes implica una valoración del ser humano en sus necesidades físicas, sus aspiraciones, expectativas y en los derechos ciudadanos.

2. Iglesia y Pastoral de Movilidad Humana en México

México no sólo es un país que expulsa y recibe a un gran número de migrantes, también es uno por donde transitan miles de seres humanos, principalmente de países centroamericanos, quienes, como nuestros paisanos, buscan una nueva oportunidad de vida en el vecino del norte. Unos y otros recorren el territorio mexicano en condiciones precarias, de zozobra y violencia. Los grupos de delincuencia organizada los han convertido en blanco de sus actividades ilícitas. Desafortunadamente, también sufren el acoso de muchas autoridades y policías mexicanas. Se han reproducido inusitados hechos de violencia, ante los cuales mujeres y niños son los más vulnerables.

La Iglesia católica, ante esta dramática realidad, ha impulsado desde hace más de una década una serie de acciones que se conjugan en lo que denomina la Dimensión Pastoral de Movilidad Humana (DPMH).4 Para llevar a cabo sus tareas, utiliza la división de sus tres zonas pastorales (norte, centro y sur) con sus propias subdivisiones. A partir de dicha estructura, se promueve la obra pastoral, que contempla como objetivos: consolidar las áreas de atención al migrante; la promoción humana; el trabajo con jornaleros; el enlace regional y la sistematización.

El área de promoción humana atiende a migrantes de origen mexicano repatriados o desaparecidos y extranjeros víctimas de secuestro, trata, solicitantes de asilo, refugiados y apátridas. Su objetivo es apoyar a los agentes de pastoral en acciones de atención, promoción y defensa de la dignidad humana. El área de enlace regional busca consolidar las obras a nivel regional, con el fin de conocer cómo la Iglesia da respuesta al tema migratorio y cómo se está vinculando a las distintas obras de la región. El área de jornaleros atiende a migrantes jornaleros con visas H-2A y a sus familias que permanecen en la comunidad. (Su trabajo se ha concentrado en San Andrés Tuxtla, Veracruz; Irapuato, Guanajuato; y Matehuala, San Luis Potosí.) Sin embargo, ya se está extendiendo a otras diócesis. Entre sus tareas está documentar los abusos a que son sometidos este tipo de trabajadores migrantes, quienes entran al programa de "trabajadores huéspedes" en los Estados Unidos.5 Finalmente, el área de sistematización busca promover una comunicación efectiva entre las obras con otros actores involucrados en humanizar la experiencia migratoria.6

Dentro las actividades que desempeña la Dimensión Pastoral, destacan la organización anual de un taller nacional sobre migración. Hasta el año 2014, se han realizado quince. Son espacios donde se busca sensibilizar a los participantes sobre el asunto migratorio, se aporta información y se establece un diálogo en el cual destaca la defensa de los derechos humanos. En ellos se hace un balance de las actividades y se levantan denuncias sobre maltrato, secuestros, trata de personas, prostitución y robo de órganos. Las reuniones no están exentas de llamados y críticas al gobierno federal y a los estados por no reconocer la necesidad de una sólida y clara defensa de los migrantes frente a la delincuencia y a algunas autoridades.

3. Las casas de migrantes en el enfoque de la DPMH

Una tarea muy importante de la Dimensión Pastoral es el apoyo y creación de casas-albergues. Entre 2001 y 2012 se han impulsado diversas casas o albergues en diferentes puntos del territorio nacional. Con ello se intenta aliviar la penosa situación que enfrentan los migrantes, principalmente en las fases de tránsito y retorno. De acuerdo con el Informe 2006-2012 de la DPMH, para 2010 se reportaban 54 albergues: 53 administrados por la Dimensión Pastoral de Movilidad Humana y uno por organizaciones laicas. Sin embargo, para 2012 ya se contaba con 60, los cuales funcionaban en veinte demarcaciones eclesiásticas (diócesis o arquidiócesis).

Existen casas de migrantes en tránsito, casas de migrantes deportados, se atiende a familias que se quedan en las comunidades de origen y otras que atienden a migrantes con visas H2A. En total, en 32 diócesis se atienden a familias de migrantes y a los que retornan; en otras siete, a los jornaleros que se van a Estados Unidos con visas H2A. Algunas diócesis atienden a migrantes en las estaciones migratorias.7 Las casas de migrantes constituyen espacios construidos o acondicionados para otorgar albergue temporal a migrantes provenientes, en su mayoría, de Centroamérica, que dirigen sus pasos hacia los Estados Unidos.

La mayoría de estas "obras pastorales" normalmente se realizan a iniciativa de una parroquia local, obviamente con el respaldo de la diócesis a la que pertenece. Para su funcionamiento y operación, se apela a la solidaridad de la feligresía, o bien, a sectores de la población local que proporcionan alimentos u otro tipo de donaciones. Puede ser que al principio solamente se ayude a resolver una necesidad, como un lugar donde dormir o alimentarse; pero en la medida que el proyecto madura, las casas o albergues tienden a incorporar diversos servicios, como salud, atención médica básica, uso de teléfono, internet, asesoría jurídica, etcétera.

Para financiar su construcción, normalmente se busca el apoyo de alguna fundación nacional o internacional que comparte los valores y principios ecuménicos. Aquí se hacen valer las relaciones que mantiene la Iglesia con otras organizaciones, a fin de coadyuvar con iniciativas locales, en especial de los países donde se vive la dinámica migratoria. No obstante, también hay que reconocer que algunas iniciativas han contado con el apoyo de instancias gubernamentales, sea a nivel federal o local.

En México, el proyecto pionero desarrollado por los misioneros scalabrinianos desde el año 2002 sobre las casas de migrantes resultó muy útil en el contexto del crecimiento del flujo migratorio. La Comisión Pastoral de la Movilidad Humana reconoció y se apoyó en esta experiencia para la creación de diversas casas. Esto, más tarde, dio lugar a la constitución del sistema de casas de migrantes en el país.8

4. La Iglesia católica en Puebla y la Pastoral de Movilidad Humana

Veamos ahora el trabajo específico que desarrolla la Iglesia católica en la entidad poblana. La pastoral de Movilidad Humana de la diócesis implementa tres programas: 1. Para la comunidad de origen; 2. Para migrantes y 3. De transmigrantes.9

4.1 Comunidad de origen

De acuerdo con el gobierno estatal, en Estados Unidos habitaban 1 445 500 emigrantes poblanos en el año 2012. Esta cifra representaba, ese año, 25% de la población de la entidad. Tan sólo en el área de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut se calculó que radicaban 600 000 poblanos.10 La Iglesia católica poblana también aventura sus cifras; señala que hay más de dos millones de poblanos en el vecino del norte.

Ante las cifras, no siempre confiables pero que sin duda reflejan la numerosa migración de poblanos, la Iglesia despliega un trabajo con las comunidades expulsoras. Observa con preocupación la problemática que se desencadena en las comunidades poblanas en el orden social, económico, cultural y en el plano estrictamente religioso, a partir de que sus miembros salen a los Estados Unidos. En las relaciones familiares, se percatan de cómo los lazos familiares se debilitan, se rompen o replantean en nuevos roles.

Por ello, la Iglesia invita a los grupos de pastoral y a los párrocos de las comunidades de origen a atender el fenómeno de la migración más allá del tema de las remesas y donativos que también se dirigen a la Iglesia, ya sea para restaurar o embellecer el templo, construir salones, mejorar las calles adyacentes o, desde luego, para la fiesta del santo patrono. Pueblos de la Mixteca poblana así lo constatan (Tulcingo, Molcaxac y Huiziltepec son sólo algunos ejemplos).

Tiene presente que la gente que se va no se olvida de su pueblo ni de su Iglesia, pues guardan raíces profundas de orden cultural que son la respuesta para que los migrantes no pierdan contacto con el pueblo y su imaginario. Las relaciones de reciprocidad establecidas con las entidades sagradas amarran al migrante con el pueblo, ya que debe regresar para agradecer a su santo patrono o para pedir nuevamente su ayuda.

Así, con el envío de remesas, los migrantes, además de cubrir los objetivos económicos, sociales y familiares, también cumplen con los relacionados a sus creencias. Es decir, la articulación económica se ve afectada por intereses y obligaciones sagradas.11 La Iglesia observa que hoy día son los más jóvenes quienes se van, por lo que trata de mostrarse sensible, particularmente con este sector y en especial con las mujeres. Estima que estas últimas son las más sólidas trasmisoras de cultura, más apegadas a los usos y costumbres y las más cercanas a la Iglesia y a su sacerdote. Son quienes velan por la educación religiosa de los hijos.12

De acuerdo con el Observatorio Ciudadano sobre Políticas Públicas para migrantes en Puebla, la composición de los flujos de poblanos a los Estados Unidos aún presenta una prevalencia masculina: aproximadamente 75% de los migrantes. No obstante, la participación de las mujeres ha ido en aumento; alcanza ya 25%. El rango de edad de los migrantes fluctúa entre los 25 y los 34 años de edad, con un promedio de escolaridad de 7.3 años, es decir que no alcanzaron a concluir sus estudios de primaria.13

Este panorama no es ajeno a la Iglesia. A través de la pastoral migrante, pide a los sacerdotes invitar y dar cabida a las jóvenes, crearles espacios para que tengan confianza para estudiar y escuchar. Estos espacios, se sugiere, pueden ser los grupos juveniles ya existentes, como los coros de la iglesia, o pueden formarse otros nuevos. Dado que los jóvenes están más acostumbrados a las nuevas tecnologías, como el uso del teléfono celular o internet, pueden usarse estos medios para brindarles orientación u otro tipo de ayuda.

Una preocupación en particular la perciben en el denominado "síndrome de Ulises". Esto es, el síntoma que experimentan los migrantes al dejar su comunidad y trasladarse a los Estados Unidos, alejarse de su tierra, perder el contacto con la familia, los amigos, su lengua y cultura propia, entrando en un proceso psicológico de ansiedad, depresión, tristeza y temor, entre otros síntomas. Añoran su terruño pero cuando por algún motivo regresan, quienes pueden hacerlo, ahora extrañan los Estados Unidos y quieren regresar.

Sufren un choque de identidad, pues ya no encuentran una plena cabida e identidad en uno ni en otro lado. Para la Iglesia es muy importante ayudar a los migrantes que padecen este problema, por lo que se proponen trabajar para que el migrante aprenda a vivir una doble identidad: vivir en otro país con su cultura y sus leyes sin olvidar sus raíces (y con ellas su religión). Busca enseñarle que ambas naciones tienen valores y limitaciones. "Es necesario ubicar las dos realidades en su corazón."14 Es una tarea enormemente compleja, pero que intentan abordar.

Otro problema para la Iglesia católica es el tema religioso. Se dan cuenta de que en muchos migrantes asentados en los Estados Unidos se produce una confusión y crisis de identidad religiosa. No encuentran con facilidad templos católicos donde además puedan escuchar misas en español. Muchas veces se encuentran ubicados a grandes distancias de un templo católico, inaccesible para ellos, además, por sus horarios de trabajo. Ante ello, se van alejando de las prácticas religiosas o se vuelven más distantes. Algunos buscan formas de religiosidad popular, aceptadas en mayor parte por la Iglesia, pues están profundamente enraizadas en las comunidades, pueblos y ciudades, en todos los niveles y sectores sociales.15

La religiosidad popular pasa por los usos y significados que los fieles migrantes dan a los santos. Algunos se van reconfigurando y especializando en la protección a los migrantes. Esto ha sucedido en las regiones del país con una fuerte tradición migratoria. En Puebla, la devoción al padre Jesús de Chinantla, en la región mixteca, es un ejemplo.

Pero si bien ante la religiosidad popular, la Iglesia puede adaptarse, el tema que sí preocupa es el del cambio religioso ante la existencia de una oferta religiosa más amplia y diversa en los Estados Unidos. Los migrantes, sin dejar su vida espiritual, se vuelven más pragmáticos y buscan acomodo en otras experiencias religiosas, muchas de las cuales a veces les ofrecen algún tipo de apoyo, los atienden, incluso económicamente. De ese modo, pasan a formar parte de otras iglesias, especialmente de las denominaciones pentecostales y neopentecostales.

El proceso es parte de la interactividad cultural que propician los vaivenes migratorios. Por tanto, se está produciendo un marginal proceso de conversión religiosa entre los migrantes sumamente complejo. Implica considerar el contexto que envuelve a la familia, el barrio, la comunidad y la región. Conlleva también conocer el peregrinar por México hacia los Estados Unidos, y el lugar y contexto a donde llegan. Por todos estos obstáculos, la Iglesia poblana instruye en la necesidad de atender a los migrantes y las familias que se quedan en aspectos de orden psicológico, de salud y religioso.

4.2 Comunidad de origen y el Servicio Jesuita de Migrantes

Como parte del trabajo con la comunidad de origen y dentro de la estrategia de la Dimensión Pastoral de Movilidad Humana, la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, a través del Servicio Jesuita de Migrantes, trabaja en la región de Atlixco en un programa denominado "Mujer y Familia y Migrantes" para el periodo 2013-2017.

El Servicio Jesuita de Migrantes es una organización no gubernamental, creada en el año 2001, que realiza trabajo no sólo en México, sino en países de Centroamérica, Estados Unidos e incluso Canadá. Su objetivo es fortalecer las comunidades de origen, tránsito y destino de los trabajadores migrantes y sus familias a través de la generación de proyectos autogestivos, autosustentables y articulados en redes. También busca incidir social y políticamente para mejorar las condiciones de vida y reducir el nivel de vulnerabilidad a que están expuestos los migrantes.16 En México, para 2013, su equipo era de apenas diecinueve personas distribuidas en Chiapas, Veracruz, la Ciudad de México y ahora en Puebla.

Ha trabajado prioritariamente en el sur del país, ya que son los estados que muestran mayores índices de pobreza, marginación, y donde la población se ve forzada a migrar. Para iniciar sus trabajos, primero realiza un diagnóstico sobre los posibles beneficiarios e identificar a los más vulnerables, en este caso los migrantes, tanto los que salen de México como los transmigrantes que pisan suelo mexicano. Previo a arrancar su trabajo en Puebla, el proyecto tuvo su primera experiencia en San Andrés Tuxtla, Veracruz. Ahí, buscó atender los costos emocionales de la migración, fomentar el ahorro, el desarrollo comunitario y generar proyectos productivos.

Sus estrategias de intervención son:

  • Establecer grupos de autoayuda, donde las mujeres puedan expresar sus sentires ante el cambio de roles originado por la migración de los esposos y el fortalecimiento de la autoestima.

  • Formar bancos comunitarios o cajas de ahorro para que se aporten y gestionen recursos desde las mismas comunidades, con un seguimiento regular del servicio jesuita.

  • Generar proyectos productivos donde, de acuerdo con un estudio de factibilidad, se trabaje con los productos y servicios que puedan tener un buen recibimiento en la comunidad y que sirvan para el autoempleo en la localidad. Los proyectos que se han implementado en Veracruz son granja de pollos, elaboración de tortillas de betabel, nopal y otros sabores, tienda de abarrotes y venta de carne.17

La experiencia del proyecto ha sido sistematizada en varios manuales que se han distribuido a diversas organizaciones en México y Centroamérica. También ha sido evaluado con las metodologías de académicos de universidades jesuitas, expertos en psicología, desarrollo comunitario y evaluación de proyectos. El Servicio Jesuita considera además que el proyecto tiene sustentabilidad, en tanto que las mujeres que participan en los grupos como promotoras locales voluntarias fueron a su vez capacitadas en la metodología sobre salud emocional, bancos comunitarios y la cultura del ahorro; por tanto, pueden replicarlo. El modelo apuesta a que las mujeres de las comunidades potencialicen sus habilidades y construyan alternativas para la solución de sus propias problemáticas. Incluso, se considera que la capacitación que tuvieron generó la concientización del voluntariado y se constituyeron en agentes de transformación social.18

En Veracruz, el proyecto se desarrolló entre el 2008 y 2012. Quedaron las bases para que la comunidad lo continúe. El servicio jesuita lo valora y supervisa cada tres años. Este 2015 será evaluado. En el caso de Puebla, el Servicio Jesuita, siguiendo su metodología para replicar el programa, arrancó con un diagnóstico participativo. En julio de 2012 realizó un recorrido etnográfico en tres regiones del estado para elegir comunidades de origen, a fin de implementar la intervención comunitaria con mujeres y familias.

Se visitaron nueve municipios de bajo y alto índice migratorio pertenecientes a la región de Angelópolis, región valle Serdán y región valle de Atlixco. Se le dio prioridad a las cabeceras municipales. Se observaron aspectos políticos, económicos, sociales, culturales y migratorios y se realizaron 67 entrevistas informales con líderes de las comunidades. Esto permitió profundizar en la historia y dinámica de las localidades. Después del análisis de datos, se eligió la región del valle de Atlixco para llevar adelante el proyecto. Los municipios elegidos fueron Tlapanalá, Epatlán, Xochiltepec y Tilapa. En este último se propuso implementar también un programa piloto para hombres.

El siguiente paso consistió en realizar un análisis de la realidad con los líderes de las comunidades elegidas. Se procedió también a la elaboración del manual para las promotoras locales voluntarias, así como presentar el proyecto a distintas financiadoras. Todo ello se llevó a cabo en el año 2013.19 La coordinadora del programa en Puebla en 2013, Jacqueline García Salamanca, señalaba que se buscaba impulsar la autogestión y sustentabilidad a través de una buena administración de las remesas. Tomando la experiencia de San Andrés Tuxtla, se intentaba promover proyectos productivos que disminuyeran los niveles de migración y por consiguiente los costos emocionales que deja el fenómeno social.20

Entre los meses de octubre y diciembre del 2012, el proyecto ya contaba con seis grupos focales: dos en Tepeojuma, en la cabecera municipal de Santa María Xoyatla, con veintiún mujeres y diez hombres; uno en Tilapa con tres mujeres y tres hombres; uno en Tepapayeca, cabecera municipal de Tlapanalá, con quince mujeres y cuatro hombres y otro grupo más en San Diego, El Organal y Juan Vallarta en la cabecera de Huaquechula, con doce mujeres y un hombre.21

El Servicio Jesuita trabajó en las comunidades con los proyectos de salud emocional, banco comunitario y se evaluó su presencia. Una parte relevante del programa es la salud emocional, atender precisamente los costos emocionales de la migración, que incluye tratar el tema de la vida sexual reprimida de las mujeres que se quedan en la comunidad, pues observan un control del hombre, aún desde los Estados Unidos, al prohibirles asistir a los talleres que ofrece el Servicio Jesuita.22

Entre las actividades también se ha comenzado a desarrollar el teatro, que denominan "teatro del oprimido". Consideran que es una herramienta fundamental para el trabajo en las comunidades, además de ser una actividad cultural atractiva para la población.23 En el primer trimestre de 2013, abrieron cuatro grupos de autoayuda. Entre las principales inquietudes de los participantes, se detectaron las siguientes: el periodo de adaptación ante la ausencia de un miembro de la familia; desesperación ante las pocas fuentes de empleo para los jóvenes, y los estudios truncos por problemas económicos; jóvenes con miedo ante padres que no conocen; orgullo de la lengua; ideas de proyectos productivos como la producción de mezcal; el uso de tecnologías de información para comunicarse con sus familiares; explotación de los viveros de la zona; los costos emocionales para las esposas que se quedan; maltrato infantil; adicciones y nuevas formas de vida; zonas arqueológicas sin explotar como corredor turístico; población defraudada por las microfinanciadoras; niñas y niños nacidos en Estados Unidos que ya no quieren vivir en la comunidad; patrones de consumo que alteran su cultura.24

En Puebla, además, se tiene instalada una sede de la Universidad Iberoamericana, como parte de la red de universidades jesuitas. El Servicio Jesuita y la Universidad consideran el tema migrante un asunto prioritario. El propio rector destaca que este tipo de proyecto es congruente con los documentos fundacionales de la institución y su identidad a favor de la promoción de la justicia. La Universidad colabora y se vincula con el programa en el área de atención psicológica, con asesorías para el desarrollo de proyectos productivos y la realización de material de difusión, especialmente cápsulas de radio que puedan transmitirse en los servicios de sonido de las comunidades. La Ibero Puebla también ha participado en la capacitación de defensores de derechos humanos, que incluye a los defensores de migrantes. Más de cien defensores de derechos humanos asistieron a estos cursos en el 2013. Además, se impartió un diplomado a treinta más sobre la misma temática.

En total, el programa "Mujer y Familia y Migrantes" había beneficiado en el primer trimestre del año 2013 a 130 personas, 52 de ellas mujeres con un rango de edad entre 16 y 70 años; quince hombres de entre 15 y 50 años, y otras 63 personas de ambos sexos que han participado intermitentemente en el programa.25 Algo no contemplado en el proyecto original, pero que ya funciona, fue crear una escuela en la comunidad de origen, donde se capacita a los agentes de pastoral. También se pretende crear un proyecto piloto con hombres retornados en el cual se desarrollen temas sobre masculinidad.

El impacto del programa es apenas marginal, pero resalta ante la ausencia de claridad de las políticas gubernamentales que aborden la problemática. Incluso programas como el "3X1" destinado a proyectos de infraestructura, o bien, del Fondo de Apoyo al Migrante, cuyo propósito es apoyar a migrantes en retorno y a las familias que reciben remesas (también dirigido básicamente a obras de infraestructura), han disminuido en los últimos años.26

Finalmente, otra actividad de la Pastoral de Movilidad Humana es la participación de la Iglesia poblana en los encuentros, talleres y reuniones de evaluación. Así, se estuvo presente en el último taller nacional de capacitación para agentes responsables que se celebró en Monterrey, Nuevo León, en 2013. El objetivo de los talleres es brindar herramientas a los participantes para trabajar con las comunidades de origen, retorno, tránsito y destino para mejorar la atención al migrante y su familia. Además de los aspectos de orden espiritual, se discuten temas sobre la reconstrucción social en la comunidad y sobre la legislación. También se ofrecen talleres para los defensores de derechos humanos. En la Ciudad de México se realiza el trabajo de incidencia política, lo cual puede ilustrarse con la labor realizada ante el Poder Legislativo para modificar el artículo 138 de la Ley General de Población, que no diferenciaba el delito de tráfico de personas de la labor humanitaria.27

4.3 Programa con transmigrantes

Por lo que hace al tercer programa, la Iglesia poblana emprende también una serie de acciones ante el paso de migrantes por territorio poblano. La mayor parte de ellos provienen de países centroamericanos, pero también de las entidades del sur de México. Este fenómeno se ha intensificado en los últimos años. Se observa un aumento en su flujo. La nueva situación se presenta ante el cambio de rutas de los propios migrantes, cambios que obedecen a las graves condiciones de inseguridad que privan en las rutas ya conocidas, sobre todo la que bordea el golfo de México. Es el trabajo quizás más conocido de la Iglesia, por el impacto mediático que ha tenido ante la constante violación de los derechos humanos y los altos grados de violencia contra los migrantes.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Migración (INM), entre los años 2012 y 2013 el flujo migratorio aumentó entre 10 y 20%. No obstante, el Instituto reconoce que no cuenta con datos precisos.28 Las cifras varían según el emisor. Mientras el INM señala que al mes pasan por la entidad cerca de 1500 migrantes, la Iglesia católica señala que en ese mismo lapso transitan por Puebla 1800 migrantes.29 Las cifras crecieron aún más, pues para el año 2014 se tuvo conocimiento de que fueron poco más de dos mil migrantes, de acuerdo con el monitoreo del Centro Ignacio Ellacurría.

Como se advierte, sólo se tienen estimaciones, pues se carece de registros. Sólo recientemente se cuenta con un registro de migrantes capturados.30 Puebla no aparecía en el mapa como una de las rutas importantes de los transmigrantes, pues éstos preferían transitar por Veracruz y Oaxaca para llegar a Tamaulipas o a Sonora, respectivamente. Pero esto ha ido cambiando en los últimos años ante el alto índice de criminalidad a que están expuestos. Ello explica la búsqueda de rutas relativamente más seguras para llegar a la frontera norte y de ahí a los Estados Unidos.

Ante el aumento del paso de migrantes, algunas instituciones y ONG han buscando implementar acciones para salvaguardar sus derechos. Se está trabajando inicialmente en elaborar diagnósticos sobre su número, procedencia, condición, la problemática que enfrentan y, desde luego, en tomar acciones para apoyarlos.

En estos trabajos, la Iglesia católica se ha hecho presente, así como algunas instituciones vinculadas con ella, como la Universidad Iberoamericana. Esta institución alberga al Instituto Ignacio Ellacuría, el cual contempla un programa de asuntos migratorios a través del cual se han desarrollado los primeros acercamientos al fenómeno de la transmigración y su paso por Puebla. Sus estudios arrojan que 85% de los transmigrantes son hombres. La mayoría de ellos ingresa al país por Tenosique, Tabasco, o por Tapachula, Chiapas. Su arribo a Puebla se hace básicamente por tren (La Bestia) o por autobús. Han detectado la presencia no sólo de migrantes centroamericanos o sudamericanos, sino de naciones y regiones tan lejanas como Bangladesh, Egipto o el Tíbet.31

Desafortunadamente, y pese a cambiar sus rutas ante los problemas de inseguridad, en Puebla rápidamente se ha observado una réplica de los riesgos que sufren en el sur del país: robo, extorsión, secuestro, maltrato, discriminación, tráfico de personas, trata sexual y laboral. También se reporta el reclutamiento por parte del crimen organizado. El incremento de transmigrantes y las lamentables condiciones que empiezan a observarse en la entidad han orillado a la Iglesia a tratar de protegerlos por medio de la Pastoral de Movilidad Humana.

5. El migrante y su tránsito por Puebla

A su paso por el estado de Puebla, los migrantes entran por la ruta del tren (La Bestia) por Veracruz. En su recorrido, tocan dieciocho municipios: Amozoc, Acajete, Acatzingo, Altepexi, Ciudad Serdán, Mazapiltepec, Oriental, Rafael de Lara Grajales, Tecamachalco, Tehuacán, Tepeaca, Tlacotepec de Benito Juárez, Tepanco de López, San Gabriel Chilac, San Salvador Huixcolotla, Santiago Mihuatlán y Soltepec. Después, ingresan al estado de Tlaxcala. Los migrantes bajan en algunas de estas poblaciones para hacer pausas en su prolongado y extenuante recorrido.

De acuerdo con la Iglesia, en algunos municipios los párrocos brindan una labor asistencial a los migrantes. Destacan las parroquias de Esperanza, Amozoc, San Hipólito Soltepec, San Pablo Xochimehuacán, San Felipe Hueyotlipan, Santa Margarita Mizapiltepec, Tlacotepec y la ciudad de Puebla.

Uno de los primeros municipios que recorre el tren es Lara Grajales. Ahí se asienta la estación de San Marcos, donde el tren realiza operaciones de carga, pues es un municipio con cierta actividad económica. En la localidad se observa a decenas de migrantes a las orillas del tren o deambulando por las calles pidiendo dinero.

En el año 2008, se descubrió una banda de secuestradores de migrantes en complicidad con policías municipales. Esto originó una protesta de distintos grupos, incluyendo a los propios pobladores. Cuatro años después, la Comisión de Derechos Humanos del Estado instaló en el municipio un módulo de atención para migrantes y jornaleros agrícolas, a fin de ofrecer información sobre sus derechos.32 La Iglesia se hizo presente en Lara Grajales en enero de 2013, cuando el padre Alejandro Solalinde, reconocido defensor de los migrantes, asistió como testigo a la firma de un convenio de protección de migrantes. Recordó los sucesos del 2008 y alabó a los habitantes que defendieron a los migrantes.33

Pese a ello, existen presiones que provienen de los propios gobernantes, que acusan a los migrantes de crear problemas, como el aumento de la drogadicción. Amenazan con impulsar una política de cero tolerancia con el apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública.34 Estas declaraciones, desde luego, generan un clima de hostilidad y criminalización del transmigrante y una labor más complicada para los grupos que tratan de apoyarlos.

Siguiendo la ruta del tren, se encuentra San Hipólito Soltepec, otro municipio donde paran los migrantes. En él hay una vieja terminal denominada "La Rinconada", a donde llegan hombres, mujeres y niños migrantes. Se guarecen en la vieja estación, un inmueble abandonado y en condiciones insalubres donde tratan de descansar.35

En ese poblado, la Iglesia católica proporciona ayuda a los migrantes a través de doña Angélica Cuéllar. Ella es integrante del consejo parroquial y ha tomado la responsabilidad de brindar alimentos y en el mejor de los casos hospedaje por una noche en una bodega. El párroco del lugar, Adán Soto, pide entre sus feligreses ropa y víveres. En realidad, doña Angélica y su marido son quienes se encargan de recolectar los víveres, pues los fieles que donan son muy pocos. Desafortunadamente, doña Angélica comenta que las cosas han cambiado respecto a otros años, pues ahora se llegan a dar peleas entre los migrantes. Esto puede deberse a la presencia de bandas del crimen y quizás hasta de maras, pues ven a algunos con tatuajes.36

Algunos pobladores les ofrecen ayuda; a otros, la mayoría, les son indiferentes o, peor aún, les causan temor. Los que todavía apoyan se amedrentan cuando las propias autoridades los amenazan con detenerlos. Otras parroquias que ofrecen apoyo son las de Amozoc. Ahí también, los migrantes ocupan la estación de ferrocarril. Se han reportado agresiones policiacas contra ellos. La Iglesia, a través de las madres Vicentinas, quienes tienen ahí una casa, realiza labores de asistencia como parte de su misión pastoral (trabajar con los más pobres y excluidos). Lo mismo sucede en Tecamachalco, con el apoyo de grupos parroquiales.

En la ciudad de Puebla, los migrantes centroamericanos encuentran refugio y apoyo en algunas parroquias cercanas a las vías del ferrocarril. Tal es el caso de la parroquia de San Felipe Hueyotlipan, municipio ahora conurbado con la capital, al norte de la ciudad. La Iglesia ofrece alimento, baño y descanso. Otra parroquia que ofrece asistencia es la de San Pablo Xochimehuacán, también cercana al paso del ferrocarril. Alrededor de las parroquias se observa a los migrantes en las calles, sentados en las vías del tren o pidiendo dinero a automovilistas para comer o continuar su viaje. Esta práctica de solicitar ayuda económica se ha extendido prácticamente por toda la ciudad.

Una parroquia más que ofrece apoyo a los migrantes es la de Nuestra Señora de los Desamparados, ubicada al poniente de la ciudad, ya no precisamente cercana al paso del ferrocarril, sino cerca de la central de autobuses (Capu). El autobús es otro medio de transporte de los migrantes. Al parecer en fechas recientes se está usando más, no obstante ser más costoso. Tratan de eludir la inseguridad que se ha adueñado del ferrocarril. De ahí el cambio. Desafortunadamente, la llegada de migrantes por autobús ha sido acompañada de la delincuencia. Incluso los propios policías que se encargan de vigilar la central de autobuses se han dedicado a extorsionar a los migrantes.37

Este albergue lleva ya ocho años funcionando y cuenta con quince camas; se ha ampliado en fechas recientes. En general es una casa de atención a personas de escasos recursos que incluye apoyo a los adultos mayores, enfermos e indígenas. Ahora incluye sus servicios a migrantes internos y en tránsito. Puede recibir hasta ocho personas para darles alojamiento, baño y servicios médicos. En su protocolo para recibir migrantes, se les hace un interrogatorio para poder albergarlos hasta por tres días. Se hace una revisión de sus mochilas para descartar drogas, alcohol y objetos punzocortantes.38

Lo mismo sucede con la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, ubicada en la colonia Aquiles Serdán, también al poniente de la ciudad, templo a cargo del padre Gustavo Rodríguez, responsable de la pastoral migratoria en la arquidiócesis. En este templo cuentan con un cuarto anexo, con una litera, donde los migrantes pueden dormir y descansar.

A principios de 2011, las autoridades eclesiásticas anunciaron la renovación y mejoramiento de las instalaciones de lo que llamaron "Casa del Migrante" o "Del Calvario", por estar junto a la parroquia con ese nombre. La remodelación estaría a cargo de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), de orientación católica. El arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, se congratuló por el proyecto que incluía la construcción y adecuación de diversos espacios, entre ellos cuarenta cuartos, un centro juvenil y una residencia para sacerdotes. Para llevar a cabo la obra, se esperaba recaudar fondos entre los fieles y algunos benefactores, no sabemos si del gobierno también. La Iglesia expresaba que mantendría su apoyo incondicional a migrantes ante las amenazas del crimen organizado.39

Sin embargo, tres años después, el proyecto nunca acabó de arrancar. La remodelación quedó parada, no sabemos si por falta de recursos, de voluntad de sus promotores o ambas cosas. El responsable de la Pastoral, el padre Gustavo Rodríguez, menciona que el proyecto ya no existe, y que ahora se busca uno alternativo en otras parroquias de la ciudad.40

Otra ruta menos conocida pero que ha empezado a cobrar relevancia es la que pasa por la mixteca poblana. Por ahí transitan migrantes provenientes de Oaxaca en transporte terrestre. El incremento de migrantes por la zona creció a partir del 2014, ante los viejos obstáculos, como la inseguridad de viajar por el tren, pero ahora también por la aplicación del Programa Frontera Sur, que ha incrementado las detenciones por parte de las autoridades.

Acatlán de Osorio, una localidad en ese recorrido, se ha convertido en un punto de paso. Ahí los migrantes han encontrado apoyo en la Casa de Cáritas "Juan Pablo II", de la parroquia de San Juan Bautista. En el albergue pueden quedarse una o dos noches; tienen baño y un lugar para preparar alimentos. Se estima que llegan al albergue treinta migrantes al mes. El espacio del albergue es reducido; pueden recibir hasta doce personas, en dos cuartos de seis cada uno. Generalmente, uno es para hombres y otro para mujeres. A finales del 2014, la casa tenía serios problemas económicos, pues el Ayuntamiento disminuyó sus apoyos.

A principios del año 2012, en una visita a la ciudad de Puebla, el padre Alejandro Solalinde anunció la apertura de cuatro nuevas casas-albergue para migrantes en el estado. Sin embargo, a la fecha no se observan avances en dichos proyectos.41

No obstante los obstáculos, en una especie de balance, la Iglesia informó que entre el año 2011 al 2012 aumentó su apoyo a los migrantes 40%. Atendió a treinta personas diarias, tanto centroamericanas como del sureste de México. Ello contrasta con el año 2010, cuando atendía apenas a dieciocho personas al día en los espacios que brindaban los templos.42

6. Criminalización del migrante

La presencia de migrantes en la entidad, y particularmente en la ciudad de Puebla, está generando un clima de hostilidad entre la población. Muchos de ellos se han adentrado a la ciudad para pedir dinero en las vías de tránsito, calles y bulevares. En la capital, causa extrañeza verlos en zonas muy retiradas del ferrocarril o de la central de autobuses. El responsable de la Pastoral Migratoria presume que muchos podrían ser presa de bandas delincuenciales que los obligan a pedir dinero y obtener ganancias. En el mejor de los casos, se convierten en limpiaparabrisas o franeleros. Los migrantes "atorados" llegan a quedarse hasta tres meses en la ciudad.

A veces también son personas desocupadas que fingen ser migrantes para ganar algún dinero. De ser actores invisibles para autoridades y sociedad en general, ahora adquieren relevancia, pero no en tanto sujetos de derechos, protección o apoyo, sino porque puedan engrosar las filas de la delincuencia, o simplemente porque dan mal aspecto, sobre todo en zonas comerciales o residenciales.

El responsable de la Pastoral de Movilidad Humana considera que hay dos fenómenos que han contribuido a criminalizar al migrantes: primero, que tras las guerras en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, grupos de jóvenes entraron a bandas delictivas, y ahora se asocia a todo centroamericano con La Mara; y el segundo fenómeno es el crecimiento del control de la frontera sur por parte de los Zetas u otras bandas, que obliga a los migrantes a ponerse a su servicio, extorsionándolos o enganchándolos en el crimen organizado.43

Lamentablemente, en Puebla empieza a darse este fenómeno. Hay denuncias de que en la zona de San Pablo Xochimehuacán y en la colonia Barranca Honda, al norte de la ciudad, se engancha a los migrantes para el robo de autopartes. Pasa lo mismo en los límites con el estado de Tlaxcala, en los pueblos de Panzacola y Tenancingo, donde históricamente el crimen organizado ha sentado sus reales con la trata de mujeres para la prostitución. Ahora, con las mujeres migrantes, parecen haber encontrado una nueva veta de explotación humana. Esta mafia tiene ya redes internacionales, pues se ha encontrado mujeres en Nueva Jersey y Nueva York; lo cual la hace más peligrosa.44

Desde luego, las autoridades locales, incluyendo al defensor de los derechos humanos en la entidad, minimizan la situación. Presentan los hechos como casos aislados y culpan a las bandas delictivas locales, pensando que con ello disminuye su importancia. Al crimen organizado se suma el maltrato y violación de los derechos humanos de los migrantes por parte de las autoridades.45 La situación se agrava, dicen los defensores de derechos humanos, porque los migrantes centroamericanos son invisibles para los medios, para las autoridades y para los programas y políticas públicas. Ni en Puebla ni a nivel nacional existen políticas gubernamentales eficaces para la protección de migrantes y transmigrantes. Los municipios, por su parte, reconocen que no cuentan con recursos ni espacios para apoyarlos.

Todo ello a pesar de las recientes leyes sobre migración de 2014, pues no obstante a su existencia jurídica, se carece de una efectiva aplicación. La Ley de Migración de Puebla tiene cuatro años sin operar, y otros programas como el Frontera Sur, por los datos que arroja, sólo han servido para contener y deportar migrantes, militarizar la zona y continuar las violaciones a los derechos humanos.

7. Conclusiones

La Iglesia católica se ha erigido como un actor relevante en el tema migratorio. Su naturaleza local y transnacional le permite estar presente y actuar en los distintos países, sean de expulsión, retorno, de tránsito migratorio o de destino. Teje todo un andamiaje transnacional a través de una compleja red de lazos de carácter institucional o por el universo de organizaciones vinculadas con ella.

Su accionar se produce en el espacio público con tareas y una estrategia definida previamente y en colaboración con otras agrupaciones, organizaciones religiosas y laicas que trabajan en el mismo terreno. Los vasos comunicantes están en función de preceptos universales que comparte la Iglesia en torno a la dignidad, los derechos humanos, la justicia social y económica de este sector tan vulnerable.

En la medida que la oleada migratoria creció, también lo ha hecho la preocupación de la institución religiosa por las condiciones y problemas que enfrentaban los migrantes. Por ello, ha emprendido distintas tareas dentro de la Dimensión Pastoral de Movilidad Humana. Apoya y promueve espacios como lugares de refugio y asistencia humanitaria, basándose en principios fundamentales religiosos que se hacen coincidir con los principios éticos en defensa de los derechos humanos a escala global.

Sin embargo, aterrizar y concretar sus acciones y tareas es un proceso muy complicado. En Puebla, sus trabajos han caminado lentamente, tanto por la problemática interna que enfrenta la institución, como por las condiciones cambiantes del fenómeno migratorio. Carece de fuerza para implementar sus acciones; siguen quedando en meras recomendaciones e invitaciones a la buena voluntad de parroquias y sacerdotes. Los pocos sacerdotes y apostolados que apoyan a los migrantes carecen de recursos, espacios y personal.

De los 450 sacerdotes que existen en la arquidiócesis, apenas seis trabajan específicamente con migrantes. Entre la problemática que se enfrenta, se reconoce el desconocimiento de la obra o de sensibilización de muchas parroquias que, aun conociéndola, son indiferentes ante ella, pues la consideran como un mero activismo social, quizás más cercano a la teología de la liberación. En general, se topa con la resistencia al cambio en los sectores eclesiales, gubernamentales y de la propia sociedad.

No obstante, el trabajo con las comunidades de migrantes de origen ha visto algunos avances por el impulso de pequeños grupo laicos y organizaciones no gubernamentales. En especial, hay que destacar el trabajo del Servicio Jesuita para Migrantes, que cuenta con experiencias previas, con un programa específico, apoyos y una consolidada organización.

Particular atención ha cobrado en los últimos años el trabajo con los transmigrantes. Su paso por el territorio poblano ha aumentado en número, y ha sido objeto de la incomprensión de las autoridades y la población, pero no de la delincuencia, la cual ha empezado a utilizarlos para sus intereses. En Puebla, aún no existen albergues consolidados; el trabajo se ha limitado a proporcionar ayuda humanitaria, ropa y comida. Los proyectos de la Iglesia de crear un albergue se han visto frustrados, como lo prueba el caso de la Casa del Migrante anunciada en 2011. La propia Iglesia reconoce que su trabajo se ha limitado a una acción asistencialista.

Con el endurecimiento de las políticas antimigrantes en Estados Unidos, un mayor número de transmigrantes centroamericanos decide quedarse mayor tiempo en México. Se les ve con más frecuencia en las calles y en zonas alejadas de sus rutas acostumbradas. Es ya evidente el retorno de miles de migrantes a sus comunidades, pueblos y ciudades de la entidad. Estos retornos han abierto y expuesto un nuevo problema, pues para ellos tampoco existen políticas específicas que permitan acogerlos, brindarles las posibilidades de reintegración social, laboral y educativa.

En otro terreno, la Iglesia ha denunciado cómo el crimen organizado va penetrando entre los migrantes sin encontrar eco en las autoridades. El problema, sin embargo, puede ser mayor, pues se presume la existencia de "casas de seguridad" en los municipios poblanos de Ciudad Serdán, Guadalupe Victoria, Tecamachalco, Amozoc y algunos de la Mixteca poblana, donde los migrantes, mayormente centroamericanos, son privados de su libertad. Lamentablemente, las autoridades también propician los abusos en las poblaciones que son parte del recorrido del ferrocarril.

También la Iglesia se ha visto afectada por la violencia del crimen organizado y de las autoridades. Las amenazas son comunes; se ha llegado al robo de documentos y computadoras del propio responsable de la Pastoral en Puebla. Toda vez que la violencia afecta a la mayoría de las obras pastorales de la Iglesia, reconocen que hace falta identificar e implementar estrategias de seguridad adecuadas para cada obra y la DPMH en su conjunto.

Ante la invisibilidad de los migrantes para la mayoría de los medios y para las autoridades, no se aprecian a corto plazo programas y políticas públicas que atiendan el fenómeno. Por ello, la labor de denuncia y presión a las autoridades gubernamentales que desarrolla la Iglesia adquiere relevancia, así como la labor de incidencia política a fin de presionar a las autoridades para que volteen la vista y actúen en favor de los migrantes.

A partir del trabajo que desempeña, la institución eclesial se constituye en un actor social e intenta ir más allá del apoyo humanitario al migrante, convertirlo en un sujeto social, y no sólo en una víctima. La Iglesia refuerza con ello algunos lazos en el entramado social, en particular con sectores sociales marginados, que se han relajado; intenta suplir espacios que el Estado ha abandonado, lo cual, paradójicamente, le permite replantear y fortalecer una visión ideológico-religiosa y una presencia social. Su trabajo, en menor o mayor medida, incide en el diagnóstico y en la eventual elaboración de políticas públicas dirigidas a ese sector.

REFERENCIAS

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Boletín del Servicio Jesuita a Migrantes México , año 1, núm. 2, enero, 2013, p. 2. [ Links ]

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Cruz Bejarano, Gabriela, "Servicio Jesuita de Migrantes", Mesa de trabajo Taller Compartiendo experiencias. Acciones locales en materia migratoria, 9 de diciembre, BUAP, 2013. [ Links ]

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Rocío del Carmen Osorno. Situación Migración en México, Fundación BBVA Bancomer, diciembre 2013, p. 32. [ Links ]

1Rivera Sánchez, Liliana, "Migrantes entre México y los Estados Unidos. La construcción de espacios públicos desde el campo religioso trasnacional", Revista Enfoques, Ciencia Política y Administración Pública, núm. 7, 2007, p. 272.

2Levitt, Peggy, "Rezar por encima de las fronteras. Cómo los inmigrantes están cambiando el panorama religioso". Revista Migración y Desarrollo, vol. 8, 2007, p. 78.

3Rivera Sánchez, Liliana, op. cit., p. 258.

4Informe de actividades DPMH 2006-2012. Su objetivo es participar en la tarea evangelizadora de la Iglesia a partir de la experiencia migratoria, siguiendo los principios de la Doctrina Social Católica.

5Buscan identificar las principales violaciones a sus derechos, así como robos y vejaciones; dar acompañamiento a otras instancias; prevenir y reducir abusos de enganchadores y empleadores; sensibilizar a autoridades locales y federales para atender el tema migrante; construir vínculos con otras organizaciones y proponer cambios a las políticas de ambos gobiernos para que los derechos humanos y laborales sean respetados.

6Informe de actividades DPMH 2006-2012, p. 28.

7Informe de la DPMH, p. 45.

8Los misioneros de San Carlos Scalabrini fundaron la primera Casa del migrante en México, en la ciudad de Tijuana en 1987. A partir de esta experiencia, en los años noventa establecen también las casas para migrantes en Ciudad Juárez, Agua Prieta y Tapachula, hasta conformar en 2003 una Red de Casas de Migrantes Scalabrinianos, cuya sede se estableció en la Casa Nazareth (la más reciente) ubicada en Nuevo Laredo.

9Entrevista con el sacerdote Gustavo Rodríguez Zárate, responsable de la Pastoral de Movilidad Humana en la diócesis poblana, 11-X-2013.

10Datos de la Coordinación de Asuntos Internacionales y Apoyo al Migrante. Conapo, índices de migración 2005, anexo B http://www.conapo.gob.mx. La confiabilidad de las cifras deja mucho que decir, así que pensamos más bien en aproximaciones.

11Rivera Sánchez, Liliana, "Transformaciones comunitarias y remesas socio-culturales de los migrantes mixtecos poblanos", Revista Migración y Desarrollo, núm. 2, 2004, p. 63.

12Entrevista con Gustavo Rodríguez. Lamentablemente, también propician formas para reproducir el machismo.

13Segundo Reporte cuatrimestral del Observatorio Ciudadano sobre políticas públicas para migrantes. Responsable: Rocío del Carmen Osorno. Situación Migración en México, Fundación BBVA Bancomer, diciembre 2013, p. 32.

14Entrevista con el sacerdote Gustavo Rodríguez, 13 de octubre, 2013.

15Las expresiones de esta forma de religiosidad y piedad son numerosas. A veces simplemente se traduce en prender una veladora a la Virgen, portar una medalla con una imagen del santo o virgen, o llevar una estampita en la cartera como medio de auxilio o protección religiosa. La Iglesia busca descubrir en ellas los verdaderos valores espirituales y enriquecerlos con la auténtica doctrina católica, y acrecentar a través de ella el sentimiento de pertenencia religiosa.

16Provincia Mexicana, Compañía de Jesús. [Consulta: 22 de julio, 2014]. Disponible en: http://www.sjmex.org/sector-social.html

17Boletín del Servicio Jesuita a Migrantes México, año 1, núm. 1, p. 2.

18Boletín del Servicio Jesuita a Migrantes México, año 1, núm. 1, p. 4.

19Boletín del Servicio Jesuita a Migrantes México, año 1, núm. 1, p. 10.

20Cruz Bejarano, Gabriela, "Servicio Jesuita de Migrantes", Mesa de trabajo Taller Compartiendo experiencias. Acciones locales en materia migratoria, 9 de diciembre, BUAP, 2013. De acuerdo con una de las promotoras del servicio jesuita, el objetivo general del programa es lograr condiciones que propicien el "buen vivir".

21Boletín del Servicio Jesuita a Migrantes México, año 1, núm. 2, enero, 2013, p. 2.

22Cruz Bejarano, Gabriela, op. cit.

23Corriente de teatro construida por el brasileño Augusto Boal en los años sesenta del siglo XX, como parte de las tendencias sociales de aquellos años. Tuvo una fuerte influencia de la pedagogía del oprimido de Paulo Freire y se utilizó para desarrollar una lucha contra las estructuras opresoras. Más tarde, se extendió a un teatro para humanizar al espectador. En su dinámica está realizar juegos entre los actores y espectadores en las cuales se analizaban las relaciones de poder y la manera de combatirlas.

24Boletín del Servicio Jesuita a Migrantes México, año 1, núm. 3, 2013.

25Boletín del Servicio Jesuita a Migrantes México, año 1 núm. 2, 2013, p. 2.

26"Cuarto Reporte en Migración. Presupuestos Públicos en Materia Migratoria", Observatorio Ciudadano sobre políticas públicas para migrantes, febrero 2014.

27Boletín del Servicio Jesuita a Migrantes México, año 1, núm. 1, octubre, 2012.

28Morales Aguilar, Carla, INM, 12 de marzo, 2013.

29Por su lado, la organización Pies Secos eleva los cálculos, Señala que en realidad son hasta 2500. Su dirigente es Ricardo Andrade, originario de Atlixco, Puebla. Egresó de la Facultad de Derecho de la BUAP, y decidió emigrar a los Estados Unidos. En la venta de cemitas encontró un negocio que le proporcionó grandes utilidades. Además de empresario, se dedicó a proteger los derechos de los migrantes y a promover actividades culturales tanto en Estados Unidos como en México.

30Derechos Cautivos. La situación de las personas migrantes y sujetas a protección internacional en los centros de detención migratoria. Siete experiencias de monitoreo desde la sociedad civil. Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, 2015. En lo único en que se coincide es que mientras el flujo de transmigrantes ha aumentado, la emigración poblana ha experimentado una disminución para los años 2012-2013. Observatorio ciudadano, "Tercer Reporte cuatrimestral de migración en Puebla, marzo-junio 2013. Disponible en: http://imumi.org/attachments/salud_migrante_puebla.pdf

31Ponencia presentada por Irazú Gómez, responsable del programa Migración del Instituto Ignacio Ellacuría en las jornadas de trabajo organizadas por Iniciativa Ciudadana para la promoción de la cultura y el diálogo y Fundación Ayuda en Acción, 25-29 noviembre, 2013.

32Puebla Noticias. 22/10/2012.

33Milenio Diario. 17-I-2013.

34El Sol de Puebla, 25 julio 2012. Tal fue el caso del edil de Lara Grajales, Horacio Castillo. Si acaso los dejan pernoctar una noche y al día siguiente se les desaloja. Con esos dispositivos fueron retiradas las casas de migrantes que se establecieron en años anteriores, en las que los centroamericanos recibían apoyo de vecinos de la zona. Además, la Secretaría de Seguridad tiene como titular a Ardelio Vargas Fosado, personaje que ha sido cuestionado permanentemente por sus prácticas antiimigrantes.

35La Jornada de Oriente, abril de 2013, Denise Lucero Mosqueda. Ahí se observan revueltos cobijas, ropa, botellas de agua, envolturas de cigarros, pero también bolsas de plástico con pegamento para inhalar, pues algunos dicen que sólo así olvidan el hambre. Otros de plano se esconden entre los montes para evitar que las autoridades puedan deportarlos.

36La Jornada de Oriente, 30 de agosto, 2011. También los vecinos observan que los migrantes son más jóvenes, muchos con problemas de alcohol y drogas. En algunas poblaciones, las autoridades y algunos sectores de la población han negado el apoyo a los indocumentados por desmanes que algunos de ellos han causado en estado de ebriedad.

37El Sol de Puebla, 27 de agosto, 2012. Hay denuncias de acoso y abuso a los migrantes. El dirigente de la fundación Pies Secos en apoyo a migrantes, Ricardo Andrade, así lo ha señalado.

38Roxana Rojas, por ejemplo, atendía a veinticinco familias migrantes de Ixhuantlanillo, Veracruz, que decidieron quedarse en Puebla. "Entrevista con Roxana Rojas, responsable de la pastoral social en la parroquia De los Desamparados". Disponible en: http://casadeatencionadesamparados.jimdo.com/

39Se mencionó que ya se recibían entre veinte y treinta migrantes a la semana en busca de alimento y un lugar para dormir. La masacre en el rancho de San Fernando en Tamaulipas era reciente.

40Entrevista a Gustavo Rodríguez Zárate, 11 de octubre, 2013.

41El padre Solalinde hizo el anuncio en su visita a la ciudad como coordinador de la Pastoral Social de Movilidad de la región Pacífico Sur y director del albergue "Hermanos en el Camino" en Ixtepec, Oaxaca. Se ha caracterizado por ser un tenaz defensor de los derechos humanos de los migrantes.

42La Jornada, 12 de octubre, 2012.

43Entrevista a Gustavo Rodríguez Zárate, 11 de octubre, 2013.

44Revista Proceso, 6 de mayo, 2013.

45En julio de 2012, migrantes salvadoreños fueron agredidos por agentes de migración. También resultó lastimado un periodista mexicano que viajaba con los migrantes. Esto desató una de tantas quejas contra los operativos del INM y la protesta de la cancillería salvadoreña.

Recibido: 17 de Febrero de 2015; Aprobado: 10 de Abril de 2015

José Luis Sánchez Gavi.

Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Maestro en Historia de México por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y doctor en Historia por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. Actualmente es profesor investigador en la misma institución desde 1986 en las licenciaturas de Historia, Sociología y Relaciones Internacionales. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI-I) y miembro del cuerpo académico consolidado "Procesos transnacionales y migración". Participa permanentemente en congresos nacionales e internacionales. Entre sus publicaciones recientes destacan: La Iglesia católica en Puebla ante el torbellino revolucionario. 1910-1940 (Instituto de Arte y Cultura, 2011); La transformación del panorama religioso en los Estados Unidos a partir de la migración (Lunaarena, 2011); El espíritu renovado: La Iglesia católica en México. De la nueva tolerancia al Concilio Vaticano II. Puebla. Un escenario regional (Plaza y Valdés, 2012); El reforzamiento de la identidad católica en el México postrevolucionario. El caso de Puebla a mediados del siglo XX (Instituto de Arte y Cultura, 2012); La Iglesia católica y el desafío migratorio (Altres-Costa-Amic, 2013); El mosaico religioso en los Estados Unidos. El caso de la Iglesia católica y los migrantes mexicanos en California y Utah (revista TLA-MELAUA, BUAP, 2014).

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