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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.18 no.2 Mérida jul./dic. 2023  Epub 23-Abr-2024

https://doi.org/10.22201/cephcis.25942743e.2023.18.2.85947 

Reseñas

Jorge Victoria Ojeda y Sergio Grosjean Abimerhi. Muros centenarios, polvo de recuerdo. Historias superpuestas en un solar meridano. Mérida: Casa Editorial-UADY, 2021: 204 pp.

Kandy G. Ruiz González* 

Ojeda, Jorge Victoria; Grosjean Abimerhi, Sergio. Muros centenarios, polvo de recuerdo. Historias superpuestas en un solar meridano. Mérida: Casa Editorial, UADY, 2021. 204p.


El año pasado la Universidad Autónoma de Yucatán publicó el libro Muros centenarios, polvo de recuerdo. Historias superpuestas en un solar meridano, de los investigadores Jorge Victoria Ojeda y Sergio Grosjean Abimerhi, cuyo contenido se enmarca en la historia urbana y buscan con especial interés la recuperación de la memoria histórica de la ciudad.

En la contraportada del libro se lee: “Una calle céntrica de una ciudad en pleno tránsito por el siglo xxi, un predio sin mayores atributos que el de un estacionamiento público, nada aparente salta a la vista, sin embargo, algo mucho más interesante tuvo lugar allí”. Esas líneas de inmediato captan la atención del lector que por vez primera curiosea el libro y decide sumergirse en su contenido, ameno, lúcido y reflexivo. El objeto de estudio es el solar meridano 515A de la calle 59 y su propuesta metodológica es una estratigrafía histórica, en la cual los autores identifican cinco periodos: prehispánico, colonial, independiente, revolucionario y contemporáneo, subdivididos en seis niveles históricos. Los autores construyen y nos proponen esta superposición de historias siguiendo el eje espacio y las prácticas sociales desarrolladas en el solar. Un ilustrado cuadro resume esa estratigrafía para claridad del lector (p. 17).

Desde una mirada arqueológica, histórica y antropológica, los autores se acercan a la documentación que obtuvieron y crean un texto de análisis historiográfico. Además, tienen claro que el conocimiento y su uso sólo tienen significado al compartirse, por eso añaden al libro la reproducción transcrita de documentos e inventarios (anexos 1 al 5) que consideran que pueden ser de interés para otros investigadores.

Los autores aportan a la discusión sobre el patrimonio histórico edificado en Mérida las historias acumuladas de un solar céntrico, las cuales inician en el periodo prehispánico, nivel I de la estratigrafía (¿?-1542), al ubicar el solar en lo que fuera la zona nuclear del antiguo asentamiento maya de T’hó.

Ya en el periodo colonial, nivel II (1686-1808), se erigió un edificio religioso inaugurado en 1686. Los autores abordan las diferentes denominaciones con las que se conoció ese edificio: el Santo Nombre de Jesús, el Dulce Nombre de Jesús o Jesús María, de acuerdo con los tiempos. Para ello ponen énfasis en las devociones de la comunidad inicial de feligreses africanos y afrodescendientes y cómo se dio paso al cambio de feligresía hacia los españoles.

En el periodo independiente, nivel III (1842-1907), suceden transformaciones sustanciales en la edificación religiosa, motivadas por episodios convulsos de la guerra contra el imperio de Maximiliano, pero que reflejan estrategias políticas clericales, el impulso de nuevas devociones y el despliegue de estatus social de sectores económicos meridanos. En este nivel resulta de interés conocer que la antigua iglesia para “negros y mulatos de la ciudad”, pasó a ser recinto de culto para la élite henequenera.

En el periodo revolucionario, nivel IV (1915-1947), probablemente el que muchos lectores vinculen a su memoria oral sobre este solar e iglesia al recordar “que fue incautado por Salvador Alvarado o “que fue templo Masón”. Los autores van más allá de las voces populares, se acercan a documentación especializada y realizan entrevistas a miembros actuales de esa hermandad en busca de datos que cubran las lagunas de información.

En el periodo contemporáneo, nivel V y VI (1947 a la fecha), en la estratigrafía histórica propuesta por los autores la materialidad del templo desapareció: fue demolido para dar paso a nuevo equipamiento urbano, primero se pensó en un espacio de uso cultural, aunque finalmente se convertiría en un estacionamiento público aún en uso. Como se aprecia, el recorrido diacrónico abarca del siglo XVI hasta el presente.

Esta diversidad de historias acumuladas en el solar 515A de la calle 59 hace que el lector se pregunte ¿qué conforma el patrimonio histórico edificado en Mérida? ¿Es posible pensar en la categoría de “no lugar” de Augé para construir sitios de memoria contemporánea? Considero que esa ausencia material abre posibilidades para reconfigurar y añadir categorías de análisis a la construcción social del patrimonio edificado. Muros centenarios, polvo de recuerdos es una de esas posibilidades, pues la ausencia pública de un edificio, de una comunidad o de ciertas prácticas culturales no significa que nunca existieran en el devenir histórico, tal como señalan los autores. ¿Cómo logran Victoria y Grosjean hacernos pensar en la posibilidad de reconocer como patrimonio histórico edificado lo que actualmente puede ser reconocido como un “no lugar”? Para mí, lo logran al construir su propuesta desde la interdisciplina, la arqueología, el análisis histórico, la antropología urbana, la archivística y la recuperación de la memoria a partir de diversas fuentes: lo documental, lo visual y la oralidad.

Considero que los autores nos permiten comprender esas historias superpuestas cuando analizan en conjunto:

  1. Las prácticas devocionales documentadas y cómo éstas logran imponer denominaciones a los espacios donde se realizan.

  2. Las intervenciones y modificaciones al edificio religioso y su posterior demolición en los periodos descritos, identificando motivos y principales promotores. En esta aproximación, además, se pueden rastrear nombres de maestros artistas o creadores de piezas de arte novohispano en Yucatán, piezas que ahora sólo existen cuando son nombradas en la documentación.

  3. Las historias superpuestas al sumar el conjunto de fuentes visuales. Ahí se muestra cómo los autores exploraron cada vertiente posible para armar su estratigrafía histórica. El lector reconocerá una u otra fotografía, pero tendrá acceso a otras que se presentan por primera ocasión en este texto y a una reconstrucción de la iglesia con base en una fotografía de 1883.

  4. El énfasis en la lectura de los pies de página incluidos en el texto y la identificación de “un tipo de blanqueamiento documental de la población yucateca”, que proviene de las fuentes resguardadas en los archivos consultados.

Creo que los autores logran hacernos pensar en la posibilidad de reconocer como patrimonio histórico edificado lo que actualmente puede ser reconocido como un “no lugar” cuando, después de leer el texto, pasamos por la ahora calle 59 y nos detenemos frente al solar analizado. Como si fuera una simulación holográfica, vemos a los devotos de la cofradía de la Virgen de las Montañas, a los fieles y capellanes de la archicofradía del Escapulario Azul de la Inmaculada Concepción, a los maestros artesanos y a las mujeres piadosas que financiaron embellecimientos con los excedentes del comercio del henequén. También nos imaginamos al arquitecto Manuel Amábilis dirigiendo los trabajos de la primera obra inmueble al estilo neomaya para la fachada de templo masónico o al revolucionario Augusto Sandino resguardando ahí la documentación más importante del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua. En ese rictus imaginativo también veremos a la picota destruir el inmueble y quizá hasta la sonrisa de los funcionarios de gobierno que de alguna manera permitieron o avalaron su destrucción en aras del llamado progreso.

Los autores alcanzan el principal objetivo de su investigación: que imaginemos nuevos escenarios para el reconocimiento social en la configuración de la zona de monumentos históricos de Mérida, en este caso, la suma de patrimonios edificados ausentes. Por ejemplo, con las posibilidades tecnológicas actuales el destino subsecuente de Muros centenarios, polvo de recuerdos. Historias superpuestas en un solar meridano, además de motivar futuras investigaciones, puede ser la base para un desarrollo inmersivo en tecnología 3D: al colocarnos unos lentes de realidad virtual y seleccionando uno u otro nivel de su estratigrafía histórica podamos ver los procesos, las dinámicas y los actores que se reunieron en ese solar, ahora testigo de una ausencia de patrimonio edificado en la ciudad, historias que ahora son como polvo de recuerdo. Esa adición de lugares ya inexistentes, pero que un día conformaron la ciudad, permite a la vez un enriquecimiento de la memoria histórica y urbana.

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