SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.16 número1Violencia de género contra mujeres y niñas y feminicidio en Yucatán: apuntes para su investigaciónRosa Torras Conangla. Colonización y colonialidad en una selva de frontera. La cuenca campechana del río Candelaria (siglos XIX y XX) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.16 no.1 Mérida ene./jun. 2021  Epub 04-Feb-2021

 

Artículos

Conmemorar para legitimarse: el centenario de Juárez en Campeche y la construcción de la nación (1905-1906)

Commemorate to Legitimize: the Centennial of Juárez in Campeche and the Nation-Building Process (1905-1906)

Cristóbal Alfonso Sánchez Ulloa1 

1 Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, becario del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales, asesorado por la Dra. Rosa María Torras Conangla, cristobalsanchezu@gmail.com.


Resumen

En este artículo se abordan los preparativos y los festejos efectuados en el estado de Campeche por motivo del centenario del nacimiento de Benito Juárez. Se observa cómo fue interpretada y asimilada en lo local esta expresión del proyecto nacional porfirista, para mostrar los alcances y las limitaciones de éste, así como los matices de la homogeneidad cultural. Se muestra que las disposiciones sobre el festejo y los discursos provenientes del centro se leyeron de diferente manera a lo largo del estado. Finalmente, se explica que el grupo gobernante de Campeche utilizó la celebración y la figura mítica de Juárez para legitimarse políticamente y para ligarse a la nación, en el proceso de conformación de una identidad como estado.

Palabras clave: conmemoraciones; Campeche; construcción de nación; Benito Juárez; Porfiriato

Abstract

This article addresses the preparations and festivities carried out in the state of Campeche for the centenary of Benito Juárez's birthday. It observes how this expression of the Porfirian national project was locally interpreted and assimilated, to show its scope, its limitations and the nuances of cultural homogeneity. It is shown that the provisions about the celebration and the speeches coming from the center were read in different ways throughout the state. Finally, it is explained that the ruling group of Campeche used the celebration and the mythical figure of Juárez to legitimize itself politically and to link itself to the nation, in the process of shaping an identity as a state.

Keywords: commemorations; Campeche; nation building; Benito Juárez; Porfiriato

Introducción

Poco después de que murió, en 1872, Benito Juárez fue declarado héroe nacional. El Congreso escribió su nombre con letras de oro en el salón de sesiones y decretó que su fecha de nacimiento y de defunción -21 de marzo y 18 de julio, respectivamente- se conmemorarían cada año (Weeks 1977, 35; Vázquez 2006, 39). En las décadas que siguieron, especialmente durante el gobierno de Porfirio Díaz, el culto creció y se consolidó. Y a lo largo del siglo XX, siguió transformándose y difundiéndose en el país, con momentos de más o menos centralidad. Hoy como se sabe, su figura ocupa un lugar prominente en la imagen y en el discurso del gobierno del país.

En la historiografía, el desarrollo y la transformación del mito de Benito Juárez ha sido un tema de interés desde hace varias décadas. Es el objeto de estudio de distintas obras: desde El mito de Juárez en México, de Charles Weeks, en donde se explican las funciones políticas desempeñadas por dicho mito, y "lo que los mexicanos han dicho y hecho en nombre de Juárez a partir de 1872" (Weeks 1977, 17-18); hasta la recién publicada El culto a Juárez. La construcción retórica del héroe (1872 a 1976), de Rebeca Villalobos (2020), en la que se analizan los distintos discursos en torno al personaje a lo largo de poco más de un siglo.

Villalobos, entre sus propuestas, distingue tres etapas en el proceso de construcción del mito: cuando predominó el culto funerario (1872-1890), cuando se consolidó el culto cívico (1891-1910) y cuando la cultura popular lo asimiló (1910-1976). En el presente texto, estudio un episodio que se ubica en el transcurso de la segunda etapa. En ésta, después de varios años en los que el culto a Juárez se centró en lo luctuoso, la fecha de su nacimiento adquirió centralidad; "el homenaje abandonó su naturaleza funeraria en pos de una genuina celebración". Fue también cuando el gobierno del país hizo suyo y promovió el culto al personaje a nivel nacional (Villalobos 2020, introd.). Uno de los momentos culminantes de este proceso fue el centenario del nacimiento de Juárez, en 1906. En dicha ocasión, el régimen procuró involucrar a todos los estados y a toda la población en los festejos; pero, además, la figura de Díaz se ligó a la de Juárez y ambos fueron exaltados como los protagonistas de una era liberal y de progreso (Weeks 1977, 77-87).

En diferentes momentos de su gobierno, en el contexto de los aniversarios de la muerte o el nacimiento de Benito Juárez, Porfirio Díaz tomó la figura del expresidente como estandarte, o como su "héroe personal" (Vázquez 2006, 65). Se mostró como el continuador de su obra y lo puso como ejemplo de que se requería un "hombre fuerte" para dar estabilidad al país. El recuerdo de las acciones de Juárez y el culto a su figura fue un elemento útil para la legitimación política del régimen -Juárez, por ejemplo, también se reeligió porque el país "lo necesitaba"- y para contrarrestar las voces liberales que reprochaban las transgresiones a la Constitución o la política conciliatoria de Díaz (Weeks 1977, 45-52; Díaz 2008, 36-43; Villalobos 2020, cap. 1).

Con las conmemoraciones, como señala Jacques Le Goff, los regímenes se ligan a sucesos y personajes heroicos o fundacionales; son fiestas para conservar un recuerdo sobre el cual se erigen como herederos. Por otro lado, dichas celebraciones desempeñan un papel importante en la construcción de las naciones y del nacionalismo (Le Goff 1991, 168-170). Así, además de un recurso para legitimarse, las celebraciones en honor a Juárez fueron parte del interés del gobierno por formar una identidad nacional.

A lo largo del siglo XIX, en el proceso de "invención de tradiciones" -tomando el término de Hobsbawm- que acompañó a la formación del Estado, los gobiernos encumbraron a ciertos personajes, los colocaron como modelos a imitar y como símbolos de la nación; asimismo, promovieron el recuerdo de acontecimientos específicos y fijaron rituales para rememorarlos (Hobsbawm 2002; Bertrand y Enríquez 2016). Todo ello, con el fin de justificar su estancia en el poder y de difundir una ideología y un relato histórico acorde con sus intereses o que se ligara directamente con ellos. En México, esto se hizo por medio de, entre otras cosas, la construcción de monumentos, el establecimiento de un calendario y un ritual cívico, imágenes, discursos y celebraciones públicas para recordar a dichos héroes o sucesos (Zárate 2003b; Garrido 2006).

A finales del siglo XIX e inicios del XX, con el interés de crear símbolos de alcance nacional, acordes con la versión de la historia de México que en ese momento se difundió, el gobierno de Porfirio Díaz promovió el culto a héroes como Cuauhtémoc, Hidalgo y Morelos, como representantes del pasado "glorioso" de México y de la lucha por la libertad; y a Juárez y otros personajes destacados de la época de la Reforma, como protagonistas de "la Segunda Independencia", como se definió en el relato liberal a la lucha contra los conservadores y contra el Imperio, precedente a una época que se pintaba como de progreso. Para ello se construyeron estatuas, monumentos, pinturas y conmemoraciones de las fechas que se asociaban a dichos personajes y al mismo Porfirio Díaz (como el 5 de febrero, el 2 de abril, el 5 de mayo o el 15 y el 16 de septiembre) (Zárate 2003a; Florescano 2005; Campos 2017).

Así, el proceso de consolidación del Estado durante el Porfiriato y el intento de implantar una homogeneidad política y cultural -siguiendo la propuesta de Ernest Gellner (1988, 33 y 59-60)- fue visible en las conmemoraciones y los festejos cívicos de este periodo, a los que se buscó dotar de una estructura, un discurso y elementos festivos similares. Ciertamente, los intentos por homogeneizar fueron asimilados de distintas maneras. Como aclara Eric Hobsbawm, en el intento del Estado por imponer una cultura nacional, surgen procesos de resistencia, adaptación o reinterpretación de los proyectos; y emergen otras expresiones culturales y nacionalistas que circulan en distintas direcciones (Hobsbawm 1992, 18-19). De este modo, los "procesos de construcción nacional" en el Porfiriato fueron "tanto de arriba hacia abajo como de abajo hacia arriba" (Garner 2010, 285); y también, del centro a la periferia y viceversa, como se aprecia en el caso que se presenta en estas páginas.

En este trabajo exploro los preparativos y los festejos efectuados en Campeche por motivo del centenario de Juárez. Con ello, explico el lugar que el mito juarista tenía en el estado a inicios del siglo XX. Observo cómo fue interpretada y asimilada en lo local esta expresión específica del proyecto nacional porfirista, para mostrar los alcances y las limitaciones de dicho proyecto y los matices de la homogeneidad cultural. En el estudio de la conmemoración en distintos sitios de Campeche, realizado con base en la documentación de la delegación estatal de la Comisión Nacional del Centenario de Juárez, muestro las diferentes maneras en que fueron leídas las disposiciones emanadas desde el centro. Asimismo, propongo que las élites políticas campechanas se sirvieron de la celebración y de la figura de Juárez para legitimarse frente a la población, para ligarse con el gobierno nacional y para mostrar la singularidad de Campeche (especialmente para diferenciarse de Yucatán), en el proceso de conformación de una identidad.

El estado de Campeche, la identidad y la nación

Campeche se escindió de Yucatán a partir de un movimiento iniciado en agosto de 1857, encabezado por un grupo de liberales. El alzamiento derivó en separatista con el paso de los meses, cuando la lucha se intensificó, y en mayo de 1858, la división se pactó con los yucatecos. Pero el reconocimiento oficial tardó unos años más, durante los cuales Campeche mostró su adhesión al gobierno "itinerante" de Benito Juárez. Finalmente, después del triunfo de los liberales en el país, Juárez emitió el decreto de erección del estado que, tras ser aprobado por los congresos locales, fue oficializado el 29 de abril de 1863 (Gantús et al. 2015, 129-133; Negrín 2019, 158-160). De este modo, desde su origen como estado, Campeche quedó simbólicamente ligado al liberalismo, y de manera especial, a Benito Juárez.

Cabe señalar que la política de las primeras décadas del nuevo estado la marcó, a grandes rasgos, la división entre dos grupos, formados alrededor de la figura de los protagonistas del movimiento separatista: Pablo García y Pedro Baranda. Ellos, poco después de la emancipación, tuvieron diferencias por la disputa del poder político y militar del estado, que se agudizaron a finales de la década de I860. García, su vicegobernador Tomás Aznar Barbachano y sus allegados estuvieron al frente del estado -salvo el paréntesis imperial- hasta 1870. Ese año, los conflictos y acusaciones, que llegaron al Congreso nacional, llevaron a la destitución de García, a la posterior renuncia de Aznar y al cambio en el liderazgo político del estado (Negrín 2019, 172-175).

Joaquín Baranda, el hermano menor de Pedro Baranda, ascendió al poder y, a partir de ese momento, ejerció una influencia considerable en Campeche. Primero como gobernador, de 1870 a 1877; y posteriormente, como ministro de Justicia e Instrucción Pública del país, cargo que ocupó desde 1882 hasta 1901.2 En esos años, quienes ocuparon los puestos de gobierno en el estado eran cercanos a él. Así, en las últimas décadas del siglo XIX, la figura de los hermanos Baranda ocupó un lugar central en la vida pública del estado y junto con ella, la de Porfirio Díaz, ya que el cargo de Joaquín en el gabinete implicó una adhesión al régimen pocas veces cuestionada (Negrín 2019, 201-219).

Pero el acercamiento con el gobierno del país no fue exclusivo de esas décadas. Independientemente de los cambios en la política local, una constante en los primeros años de Campeche como estado fue que sus gobernantes buscaron estrechar el vínculo con el centro, como parte del proceso de construcción de una identidad propia. De hecho, desde las décadas previas a su escisión y cuando aún no se reconocía oficialmente su condición de estado libre, las élites políticas y económicas de la ciudad de Campeche tomaron su lucha contra el centralismo y, posteriormente, su lealtad al liberalismo, como parte de sus rasgos identitarios -además del mestizaje, la actividad comercial y marítima y la importancia que en algún momento tuvo el puerto-, para diferenciarse de su contraparte meridana (Rodríguez 2010; Sarmiento 2012).

Una vez concretada la emancipación política, las élites campechanas continuaron dedicando sus esfuerzos a desligarse de lo yucateco, a encontrar elementos de identidad (que mucho tiempo se ciñeron a la ciudad portuaria) y a vincularse con la nación. En este afán, incorporaron los símbolos nacionales al calendario y a la fisonomía de la ciudad; nombraron monumentos, calles, plazas y escuelas, y celebraron fiestas en honor de los héroes de la Independencia y de la Reforma (Cab 2017, 60-74). Los festejos cívicos de carácter nacional eran aprovechados en Campeche para reforzar la pertenencia a la República como un estado soberano y la adhesión de los gobernantes locales con los del país. El Centenario de Juárez, en 1906, fue otra ocasión para estrechar este lazo. Pero, además, esta celebración se efectuó poco después de una transformación importante en la política estatal.

La salida de Joaquín Baranda del gabinete porfirista, a inicios del siglo XX, conllevó que dicho personaje perdiera influencia en la política de Campeche (su hermano Pedro falleció en 1890). Un nuevo grupo político, formado en torno a los descendientes de Pablo García y Tomás Aznar Barbachano, ascendió al poder. En 1903, Luis García Mézquita, hijo de Pablo García, fue electo gobernador, y tras su repentina muerte, en 1905, Tomás Aznar y Cano se encargó del ejecutivo del estado, primero como gobernador interino, y después, como gobernador electo para concluir el periodo de García (Gantús et al. 2015, 169; Negrín 2019, 223-225).3 Fue en este contexto en el que se conmemoró en Campeche el centenario del nacimiento de Benito Juárez.

La Comisión Nacional del Centenario de Juárez y la delegación en Campeche

En marzo de 1905, se estableció en la Ciudad de México la Comisión Nacional del Centenario de Juárez, integrada por personajes destacados en diferentes ámbitos (abogados, escritores, ingenieros), así como por miembros de la clase política y militar.4 Durante un año, la Comisión se encargó de organizar la conmemoración. Planeó las fiestas en la capital del país y celebró concursos: uno literario y otro para elaborar un monumento que se inauguraría en el Centenario (Díaz y de Ovando 2006, 63).

La Comisión también se encargó, desde abril de 1905, de supervisar las celebraciones en los estados. Para ello, nombraron una delegación en cada capital, a la cual le encomendaron organizar las fiestas en su entidad, promover la participación de la sociedad y nombrar comités que hicieran lo propio en todos los municipios (Weeks 1977, 82-83).

En Campeche, la delegación estatal inició sus trabajos el 22 de abril de 1905 en el Palacio de Gobierno. Como presidente de la delegación quedó Tomás Aznar y Cano, y como vicepresidente, Fernando Berrón. Los demás integrantes fueron Antonio I. Ramírez, Fernando Carvajal Estrada, Francisco Perera Escobar, Ignacio Martínez Alomía, José García Gual, Cenobio C. Inclán y Manuel Lavalle Covián (Comisión 1906, 7). La composición fue similar a la de la Comisión Nacional. Todos ellos pertenecían a la élite política, económica y cultural de Campeche: hacendados, comerciantes, abogados y, varios de ellos, integrantes de la legislatura del estado (Negrín 2019, 419-420).

La delegación estatal tomó sus primeras medidas siguiendo las "Bases generales de organización de los trabajos en los Estados", publicadas a inicios de abril por la Comisión Nacional.5 Determinaron nombrar a los integrantes de los comités municipales, "designando preferentemente a ciudadanos independientes con el objeto de demostrar que no era el elemento oficial el encargado de esta celebración"; solicitar fondos a los campechanos "para celebrar con la solemnidad debida el centenario"; motivar a los comités municipales a inaugurar algún monumento, busto, placa, "ó aunque sea la plantación de árboles que formen un paseo ó una avenida que llevará el nombre de Juárez", y nombrar subdelegados en los barrios de la ciudad para que ayudaran a organizar "periódicamente conferencias públicas á fin de ilustrar á las masas sobre la vida y obra de Juárez, para justificar ante ellas la celebración del centenario" (Comisión 1906, 8). Desde un inicio, le concedieron a la fecha la misma importancia que el gobierno del país le otorgó, acorde con el ya aludido interés de las élites campechanas por ligar la identidad del estado a la de la nación.

Los delegados se pusieron en marcha. Designaron a los comités municipales y a los subdelegados en la ciudad. Escribieron a los elegidos, aludiendo a sus "bien conocidos [...] sentimientos de civismo", como garantía de que aceptarían el encargo.6 Esto es, hacían ver como un deber cívico participar en la organización de los festejos. Según Manuel Lavalle Covián, quien fungió como secretario de la delegación y reseñó los trabajos de ésta y de la conmemoración, los comités iniciaron pronto sus trabajos. Era, según Lavalle: "la confirmación de que el sentimiento de admiración por el incorruptible e inconmovible indio de Guelatao, vive en el libérrimo pueblo campechano" (Comisión 1906, 8-9).

Las comunicaciones de la delegación muestran, sin embargo, diferencias en cuanto al nivel de optimismo, y que no en todos lados iniciaron pronto las labores. La mayoría de los subdelegados en los barrios de la ciudad aceptó con gusto la invitación, pero hubo quienes la rechazaron, como Marcelo Gómez, quien se excusó en los "muchos quehaceres" que tenía en su botica, que debía atender solo. Pero hubo también quien explícitamente optó por mantenerse al margen de los festejos del gobierno, como Juan Bautista Flota, quien declinó el cargo por haberse resuelto celebrar "como ciudadano independiente, alejado completamente de todo elemento oficial".7 Así, aunque la comisión quería mostrar que los festejos serían protagonizados por los ciudadanos y no por el "elemento oficial", era inevitable notar que los gobiernos (nacional, estatales, municipales) estaban a cargo. En Campeche, esto lo evidenciaban hechos como que la delegación estatal se reunía en el Palacio de Gobierno y que varios integrantes tenían cargos públicos.

La insistencia en que los ciudadanos participaran espontáneamente en los festejos y en que se difundiera la vida y obra de Juárez se puede leer como parte del proceso de construcción de una "pedagogía nacional" que, como señala Lara Campos, para que "fuera realmente efectiva no debía quedarse únicamente entre las élites o limitarse a espacios reducidos […] sino que debía salir en busca del ciudadano al espacio público en el que se desarrollaba su vida" (Campos 2017, 1820). Si bien Campos alude a los monumentos, que proliferaron desde finales del siglo XIX, este interés puede observarse en las festividades cívicas en general de esos años. A las autoridades les interesaba que la población asumiera la idea que ellas tenían sobre la nación y sus héroes.

Fuera de la capital campechana, también hubo variadas respuestas por parte de los designados. Hubo quienes aceptaron complacidos e informaron que los comités quedaron instalados en Tenabo, Bécal, Nunkiní, Hecelchakán, Palizada y Seybaplaya.8 No obstante, para que los comités quedaran instalados en otros municipios y localidades, debieron pasar varios meses, y la delegación en Campeche tuvo que enviar una nota, en noviembre de 1905, pidiendo encarecidamente la respuesta.9 Fue hasta diciembre cuando dieron noticia de su reunión los comités de Tixmucuy, Carmen, Hopelchén, Calkiní, y Dzitbalché.10 De Bolonchenticul, la única noticia que recibieron fue la negativa a participar por parte de Manuel Barbosa, quien declinó por estar frecuentemente enfermo de "reumatismo agudo".11 En otros sitios donde se instalaron comités, algunos comisionados también rechazaron la invitación desde un inicio, como Pablo Montero y Sarvelio García, de Bécal, y José J. Cervera, de Carmen, quien, aunque se dijo "honrado inmerecidamente con el nombramiento", no aceptó por sus múltiples ocupaciones.12 Estas negativas y la tardanza para iniciar los trabajos muestran que la participación no fue tan espontánea como esperaba la Comisión. La salud, los negocios o los intereses propios se antepusieron al "deber cívico". Tanto el rechazo como la dilación muestran que el entusiasmo por celebrar el centenario del nacimiento de Juárez y por participar en una celebración organizada por el régimen porfirista no era compartido de la misma manera por las élites del estado.

La negativa de ciertas personas a participar quizá obedeció a algunas tensiones entre dichas élites. Y también, a diferencias ideológicas, como puede ser el caso del profesor y escritor Juan Bautista Flota, quien defendía el liberalismo ortodoxo, identificado con la época de la Reforma.13 Probablemente, rechazó participar en la organización del festejo para desligarse de los gobiernos nacional y estatal, los cuales tenían una postura más laxa o pragmática respecto a temas como la secularización o la soberanía popular; postura que correspondía con el liberalismo "desarrollista", influido por el positivismo, que predominaba entre los gobernantes del país (Garner 2015, 116-117).

Pero, por otro lado, también hubo muestras de entusiasmo y al final, aunque después de algunos meses y bajo presión, la mayoría de los comités se instaló. Es decir, el régimen tuvo éxito en la promoción del festejo cívico. En Campeche, el objetivo de que la fecha fuera recordada en los sitios más alejados fue, a grandes rasgos, cumplido. Las diferencias se expresaron en el modo en el que se realizó.

Transmitir lo nacional a lo local

La delegación en Campeche de la Comisión Nacional del Centenario de Juárez se convirtió en el vínculo entre el centro y la entidad. Como tal, además de organizar los festejos en la capital, se encargó de transmitir las ideas y las disposiciones que surgieron en el transcurso de los meses con el fin de cumplir con las bases de organización de la Comisión y de homogeneizar las celebraciones en todo el país.

La Comisión Nacional tuvo entre sus prioridades recaudar fondos para cubrir los gastos de las celebraciones y para edificar el monumento dedicado a Juárez en la ciudad de México. Para tal fin, a mediados de 1905 abrió una "subscripción popular" y envió una serie de documentos a los delegados de los estados, con los que esperaba motivar a las personas a cooperar. Uno de estos escritos fue un manifiesto encomioso de Juárez, destinado a recordar el legado del expresidente y a explicar la magnitud de la celebración. La delegación de Campeche recibió 75 ejemplares del manifiesto -cuyo contenido referiré más adelante-, junto con el encargo de fijarlos en los sitios públicos y de reproducir su contenido en los periódicos del estado.14

Entre julio y agosto de 1905, la Comisión envió más papeles: las bases para la suscripción, una "excitativa" y una circular, documentos que también debían ser ampliamente difundidos.15 La excitativa aclaraba que lo recaudado se utilizaría para los "actos, obras, espectáculos y manifestaciones" que la magnitud de la festividad demandaba. Y explicaba a los mexicanos que cooperar económicamente era un deber cívico, ya que ellos disfrutaban los beneficios que Juárez dejó al país, como eran la democracia y la libertad.16 Las bases especificaban con mayor detalle que la suscripción serviría para levantar el monumento en la capital y cubrir los gastos generales de la Comisión Nacional y sus representantes en el país.17

El monumento fue una de las prioridades de la Comisión Nacional; no tanto así de la delegación en Campeche. Esto se aprecia en el caso de las cartas circulares dirigidas a los habitantes de la República. La Comisión Nacional les encomendó a los delegados campechanos distribuir mil ejemplares entre las personas que creyeran más convenientes -aquellos que podrían brindar más recursos-. Confiaba en su "patriótico empeño" para hacerlo con celeridad. Y les encargó reimprimir los ejemplares que consideraran necesarios para que llegaran al mayor número de habitantes posible.18

La circular tenía el mismo tono y la misma idea de la excitativa, e invitaba a sus destinatarios a participar en la suscripción, "especialmente" para "contribuir al monumento proyectado".19 Los delegados repartieron los ejemplares entre los habitantes de la capital campechana. Sin embargo, en lugar de imprimir más copias, redactaron una nueva versión, que enviaron a los comités municipales en noviembre de 1905. La carta de la delegación era menos extensa que la de la Comisión Nacional y contaba con alusiones específicas a la gratitud del "valeroso pueblo campechano". La idea sobre la deuda de la sociedad con Juárez era la misma; pero, curiosamente, omitieron mencionar el monumento. Únicamente, plantearon que las valiosas aportaciones servirían para tributar "un merecido homenaje a la memoria del Benemérito de las Américas".20

No he localizado las cuentas de la tesorería de la delegación en Campeche, por lo que es imposible saber cuánto dinero recaudó y cuánto envió a la Comisión Nacional. De cualquier manera, resulta interesante notar la diferencia en cuanto a lo que cada carta privilegió como objeto de las cooperaciones, así como el hecho de que los delegados se hayan tomado la libertad de redactar una nueva versión, en lugar de reimprimir la original. Se puede conjeturar que omitieron un elemento importante en su exhorto simplemente para ser más concisos; o bien, que consideraron que los habitantes de Campeche cooperarían más gustosos en una suscripción destinada a unos festejos que ellos disfrutarían, que en una cuyo objetivo principal era hacer un monumento en la lejana Ciudad de México. Se nota aquí un proceso de modificación y adaptación de los designios emanados desde el centro. Los delegados mostraron un sutil rechazo a la centralización implícita en el proyecto del monumento -materializado, por cierto, hasta 1910, en el Centenario de la Independencia.

Otro de los objetivos de la Comisión Nacional del Centenario de Juárez fue que los festejos fueran homogéneos: que en todos lados se celebrara de la manera más parecida posible. Para ello, desde un inicio mandaron las bases para la organización del Centenario, y a lo largo de los meses mantuvieron una comunicación constante con las delegaciones. De este modo, hacían sentir la presencia del régimen a lo largo del país y favorecían la homogeneidad cultural.

Conforme se acercaba la fecha del aniversario, la Comisión Nacional se dedicó a afinar los detalles de la celebración. Dio indicaciones a las delegaciones y presionó para obtener respuesta a sus peticiones. En enero de 1906, enviaron un recordatorio sobre dos puntos del programa, que muestran ese deseo por tener un festejo común. El primero era la colocación de placas conmemorativas en todos los sitios en los que estuvo o habitó Juárez, algo que no involucraba a Campeche por no haber estado Juárez en dicho territorio. Pero el segundo sí, ya que se pidió a todos los ayuntamientos del país enviar un representante para la "gran procesión" que tendría lugar el 21 de marzo en la Ciudad de México.21 Sin embargo, ya que esto requería gastos considerables, los municipios campechanos optaron por nombrar como representante a uno de sus coterráneos que radicara en la capital del país.22

A finales de febrero, la Comisión hizo una última recomendación para incluir en los programas de los festejos: ejecutar el "Himno a Juárez", composición de Felipe Ramírez Tello, al final de las conferencias escolares que se debían efectuar el 21 de marzo.23 Los comisionados manifestaron un gran interés porque la infancia escolar participara en el festejo cívico. Aquí se aprecia uno de los factores que Gellner menciona como parte del proceso de construcción de naciones, que es la homogeneidad que el Estado propicia en la educación (Gellner 1988, 49-52). Este interés fue notable en México desde la época de la Reforma, cuando la escuela se convirtió en un "instrumento eminentemente político", donde se buscaban promover las virtudes cívicas y la ideología liberal. Durante el gobierno de Porfirio Díaz, Justo Sierra continuó esta labor, y procuró, además, que se difundiera la versión evolutiva de la historia de México que plasmó en sus libros: "la historia del pueblo mexicano como una marcha en ascenso continuo hacia un futuro promisorio" (Florescano 2005, 178-180).

La Comisión Nacional del Centenario esperaba entonces que las celebraciones a lo largo del país tuvieran una estructura y elementos similares. Y también, esperaba que se apegaran al discurso sobre Juárez promovido por el Estado. Esto no era difícil, ya que durante casi un año se estuvo recordando el mito del héroe, alimentado en las décadas previas.

Los nombres de Juárez

Benemérito de las Américas, el Padre de Nuestra Regeneración Social y Política, el Gran Reformador, el Consolidador de la Independencia Mexicana, el Noble Indio, el Coloso Reformador, el Gran Repúblico, el Ilustre Patricio, el Inmortal Patriota, el Padre de Nuestra Segunda Independencia. Esta letanía resulta de juntar todos los títulos con que se designa a Juárez en los documentos sobre el Centenario en Campeche, incluyendo los escritos de la Comisión Nacional, de la delegación, de las comisiones municipales y los programas de las celebraciones.24 Los adjetivos eran usados por inercia; muchas veces imitando lo que venía desde arriba o retomando los apelativos escuchados muchas otras veces.

Estos sobrenombres condensan gran parte del discurso que se difundió sobre el político mexicano en los preparativos y durante las celebraciones. El discurso lo sintetizó muy bien la Comisión Nacional en su manifiesto del 10 de junio de 1905, impreso en un gran cartel (de aproximadamente 60 x 40 cm) y colocado en los sitios públicos de los pueblos y ciudades del país. El cartel brindaba la versión romántica de la vida de Juárez, mencionaba lo central de su legado y lo ligaba al régimen de Porfirio Díaz:

el 21 de Marzo de 806 [...] asomaba á la luz, mecido por el viento de las montañas y sumergido en el silencio y el aislamiento, un niño, sin más abrigo que su cuna de paja, y sin más apoyo que el genio invisible que sostiene y conduce á todos los seres desgraciados.

Pero el niño creció y, hecho hombre, fué bueno y útil; luego gobernante, fué justo y benévolo, y después, luchador y caudillo, venció a los enemigos de la patria y salvó una nacionalidad.

Fué aquel vástago de Guelatáo, que sin revelaciones ni prodigios, y sólo con su esfuerzo y la ayuda de los buenos, como Ocampo y Mejía, Iglesias, Doblado y los Lerdo de Tejada, en el Gabinete, y Zaragoza, y Díaz, Degollado, Escobedo y González Ortega, en los campos de batalla, combatió y deshizo todas las clases sociales, al disipar el error, la mentira y el fanatismo; fué en fin, JUAREZ, el Padre de nuestra regeneración social y política, ante quien todos los hombres libres se descubren y se inclinan [...]

¿qué fecha, ó qué momento más halagüeño y memorable, que sea como la Pascua de la libertad, de la fraternidad y del Derecho, que el del Centenario del nacimiento de aquel desheredado de la fortuna, que estaba, sin embargo, predestinado para el brillo y la grandeza?

Nada entonces más digno de un pueblo libre, generoso y reconocido, que prepararse á celebrar ese Aniversario, 21 de Marzo de 1906, que será el acontecimiento más hermoso de la época [...].

¡Recordad que JUAREZ, como Hércules, ahogó entre sus brazos, el obscurantismo, el retroceso y la traición, y que por él vive la Patria!25

Varios elementos destacan de lo escrito por la Comisión Nacional. Saltan a la vista, en primer lugar, las imágenes y palabras que remiten a lo mitológico-religioso. Además del símil explícito entre Hércules y Juárez, destacan las que, en una nación mayoritariamente católica, inevitablemente remitían a Jesucristo: el niño nacido en un sitio aislado y humilde, recostado en una cuna de paja; y que, "hecho hombre", se convirtió en el salvador de una nación. Asimismo, al comparar la celebración con una "Pascua de la libertad", le concedían un hálito religioso. Todo esto puede verse como el interés por fomentar una "religión cívica", en la que Juárez figuraba como redentor.

En el proceso de secularización decimonónico, muchos de los personajes exaltados como héroes relevaron paulatinamente o se entremezclaron con los santos y otros símbolos e imágenes de la religión; asimismo, las fiestas, procesiones y ceremonias religiosas se sustituyeron o convivieron con otras de carácter cívico (Zárate 2003b, 417-418); "el calendario cívico que celebraba las batallas y los héroes que fundaron la república reemplazó al calendario religioso que por siglos había regido el transcurso temporal" (Florescano 2005, 156). Los monumentos patrios, que proliferaron a finales del siglo XIX, se convirtieron en escenarios para los "rituales conmemorativos, que, en tanto actos colectivos repetidos y simbólicos, estaban llamados a convertirse en eficaces mecanismos al servicio de las nuevas religiones cívicas nacionales" (Campos 2017, 1820-1821). Las distintas expresiones de este proceso quedan de manifiesto en la celebración del Centenario de Juárez. Y a los distintos elementos religiosos que se tomaron como base para el culto cívico, puede añadirse, como en el manifiesto de la Comisión Nacional, el relato cristiano de la salvación. No fue la primera vez que se hizo al hablar de Juárez. Poco después de su muerte, sus más entusiastas fieles aludieron a su cuasidivinidad, a su carácter de redentor y lo compararon con Jesucristo (Vázquez 2006, 29-31).

Además de lo anterior, el manifiesto sintetizó gran parte de la idea sobre Juárez que las imágenes y los discursos plasmaron entre 1891 y 1910 cuando, como Rebeca Villalobos señala, se difundió como un símbolo nacional. En esos años, la figura del expresidente representaba valores como la firmeza, la libertad y la ley, así como al Estado liberal y la unidad. Por otra parte, como también se aprecia en el manifiesto, el origen zapoteco de Juárez -"aquel desheredado de la fortuna"- se destacaba solamente para celebrar su capacidad "para remontar su origen étnico y social en pos de una genuina liberación" (Villalobos 2020, cap. 1).

Del manifiesto también destaca el lugar otorgado a Juárez en la historia de México. El documento lo mostró como el indiscutible protagonista de la Reforma Liberal y del triunfo sobre los conservadores y el Segundo Imperio: la "Segunda Independencia"; lo cual lo colocaba a la cabeza del panteón nacional, junto con Hidalgo. Y a ellos se sumó Porfirio Díaz. Discretamente, entre los nombres de políticos y generales liberales, el manifiesto mencionó al general -omitió su oposición a Juárez y Lerdo en la década de 1870- y expresó el gran interés de su gobierno por celebrar a Juárez. Este vínculo entre Hidalgo, Juárez y Díaz era parte del relato histórico positivista, en el que los tres representaban "los tres momentos supremos de la evolución de la patria: su nacimiento (Hidalgo, el iniciador), su transformación (Juárez, el reformador) y su plenitud (Díaz, el pacificador)" (Villalobos 2020, cap. 2).

Así, el manifiesto, como también lo hacía el discurso de la época sobre Juárez, legitimó al régimen como el continuador de la obra iniciada por Juárez, y retrató a una sociedad mexicana igualitaria, democrática y sin divisiones políticas. Este discurso pasaba por alto las diferencias políticas existentes, la contradicción que implicaban aspectos como la reelección de Díaz y que la postura de los "científicos" se distanciaba del liberalismo de la época de la Reforma (Garner 2015, 116-118).

La circular escrita por la Comisión Nacional, además de lo referido líneas atrás, recalcó que las generaciones de inicios del siglo XX estaban "libres de las pasiones que agitaron á la República" cuarenta años atrás. Enfatizó que la República gozaba de estabilidad y de "bienestar" gracias al legado de Juárez, quien: "puso las bases sobre las cuales ha estado desenvolviéndose la sociedad mexicana y se están levantando su grandeza y prosperidad".26 Por medio del culto al héroe liberal, el régimen se festejó a sí mismo.

Campeche tenía una peculiaridad, ya que, como se vio páginas atrás, Juárez y el liberalismo fueron centrales en el suceso político más importante de su vida como estado. Por ello, celebrarlo era también, en cierta forma, festejar y legitimar su condición de entidad libre y soberana. Esto se aprecia en algunos de los discursos del festejo en la ciudad de Campeche, los cuales referiré más adelante.

El festejo en el estado de Campeche

Como antes mencioné, además de organizar los festejos en la capital del país, a la Comisión Nacional del Centenario de Juárez le interesó que en todas las ciudades y pueblos del país se hicieran celebraciones con una estructura y elementos similares; que se difundiera una misma versión sobre la vida y el legado de Juárez y que se mostrara, con ello, un país y una sociedad estables y encaminadas al progreso. Los festejos debían corresponder a este modelo, por lo que se fomentaron, primeramente, las conferencias escolares en las que se hablara de la vida de Juárez. También, que las calles de todas las localidades se engalanaran como en los días de fiesta. Y que hubiera expresiones propias de otras festividades, como repiques de campana, fuegos artificiales y música.

Así se hizo en muchos sitios del país. En la capital, por ejemplo, se organizaron conferencias escolares y una procesión cívica, se develaron placas conmemorativas, se efectuaron diversiones públicas y una velada en el Teatro Arbeu, presidida por Porfirio Díaz, entre otras cosas. En Xalapa también se celebró una conferencia escolar, se develó una placa conmemorativa y se colocó la primera piedra de un monumento. En otros sitios de Veracruz, se inauguraron obras y monumentos en honor a Juárez. Y en el norte del país, en sitios como Ciudad Victoria y Ciudad Juárez, se inauguraron plazas, calles, escuelas y algunas obras públicas. Todas estas fiestas se solemnizaron con salvas de artillería, campanas y música militar, y se amenizaron con elementos como pirotecnia, globos y serenatas (Weeks 1977, 82-83; Díaz y de Ovando 2006, 63-64; Jiménez 2012).

Sobre los festejos en Campeche, aunque no localicé relatos de ellos en las distintas localidades, sí se conservan los programas anunciados por los comités en unos pocos sitios: Carmen, Tenabo, Hopelchén y Tinún. Éstos permiten compa rar y conocer cómo fueron interpretadas las aspiraciones del Comité Nacional.

En Carmen, la mañana del 21 se inauguró un busto de Juárez, erigido para la ocasión en el parque que lleva su nombre. Y por la noche se realizó una velada en el Parque Zaragoza, que concluyó con una serenata. En ambos eventos se leye ron discursos, poesías y la biografía de Juárez; unas niñas cantaron el "Himno a Juárez" y colocaron ofrendas florales. Las ceremonias las amenizó la banda del estado con "fantasías", un "potpurrí" de óperas y zarzuelas y otras piezas, la mayoría de origen europeo, cuyos títulos se anunciaron en el programa.27 Llama la atención la centralidad que el cartel le dio a la música. Quizá no era necesario hacerlo, pero mencionó por nombre las piezas que se escucharían, probablemente para animar a las personas a concurrir.

Si se juzga por el programa, en Tenabo hubo mayor entusiasmo. Ahí, la fiesta que el comité organizó en honor al "autor de las Leyes de Reforma y campeón de nuestra segunda independencia" inició desde la tarde del día 20, con música en la plaza y una velada filarmónica-literaria. A la medianoche, hubo "repique general de campanas, descargas de fusilería, cohetes voladores, fuegos artificiales [y] globadas". La mañana del 21 de marzo se realizó un paseo cívico con funcionarios públicos, alumnos de las escuelas y "el pueblo invitado con anticipación", acompañados de la banda de música. El paseo salió del Palacio Municipal y llegó hasta la casa-escuela, donde se colocó la primera piedra del edificio "Benito Juárez". Ahí, Juan de Dios García dio un discurso -que evidenció cuánto había permeado el mito de Juárez en el país- en el que habló de "]El inmortal Juárez! El modesto indio de Guelatao, que alzándose por su talento, por su instrucción y por su civismo, sobre el nivel de sus conciudadanos, marcó una estela luminosa en su paso por nuestro planeta y por nuestra Nación". Por esos motivos, "el pueblo de Tenabo, ilustrado, amante y admirador entusiasta" de Juárez, participaba en "el regocijo nacional" (Comisión 1906, 53-55).

El paseo cívico de Tenabo se dirigió después al Paseo "Juárez" y de ahí, al Palacio Municipal. Para mayor realce de la marcha, las calles se decoraron con flores y arcos de triunfo. Por la tarde, la banda de música tocó frente al Palacio Munici pal, y por la noche se organizó un baile de etiqueta. En todos los actos, desde el 20, hubo discursos, descargas de fusilería, el "Himno Nacional", poemas, cantos patrióticos y coronas de flores (de los últimos tres se encargaron las niñas).28

En Carmen y en Tenabo, las mujeres se encargaron de lo sentimental; mientras que los hombres tomaron lo cívico-político, pero hubo algunas diferencias desta-cables. Por ejemplo, aunque la música se anunció como parte importante y como acompañamiento de todos los actos en Tenabo, no se le dio la centralidad que en los del partido del Carmen. Asimismo, en Tenabo, el festejo abarcó las calles decoradas y los tres espacios públicos en los que se realizaron los actos, con lo que involucró a la población de manera más explícita. Al comité local le interesó sumarse a los festejos según las bases de la Comisión Nacional y las sugerencias de la delegación en Campeche. El discurso fue congruente con el que emanaba desde arriba.

Si en las palabras y en la extensión de los programas es posible percibir el entusiasmo, parece que en Hopelchén no había mucho. El 22 de marzo, el presidente del comité municipal, Emilio Lara Sánchez, les envió el programa a los delegados junto con una nota, mencionando que se siguió con "éxito satisfactorio". El programa, enviado como manuscrito, era escueto, a diferencia de los otros. El día 20, de 7 a 9 p.m. se anunciaba una "Gran retreta en la plaza Principal". El 21, la bandera se izaría entre "dianas, repiques a vuelo, cohetes, voladores, descargas & & [sic]"; de 6 a 8 a.m. habría un "paseo cívico"; de 5 a 6 p.m. una "Gran lista en la Plaza Principal"; y de las 8 p.m. en adelante, "en el salón teatro una gran velada en la que declamarán varios niños y será leída la Biografía del gran Reformador por el joven José C. Lara, terminando el acto con un lucido baile".29

Además de que no daba mayores detalles sobre los actos, el documento no incluía palabras elogiosas para Juárez, más allá del epíteto de "gran reformador". Es notable la diferencia en cuanto al detalle y el entusiasmo, por lo menos en las palabras. Quizá, la premura o la falta de comunicación hizo que las fiestas en Hopelchén no fueran organizadas con el mismo detalle que en otros sitios.30 Es difícil saber si, además de esto, en la simpleza de los festejos influyó alguna diferencia ideológica o política. Aunque, según mencionó la delegación del estado, en la velada de Hopelchén hubo una "concurrencia sin precedente por lo numerosa y escogida" (Comisión 1906, 14), más que un entusiasmo sincero, se nota un deseo por simplemente cumplir con lo que solicitó la Comisión Nacional.

Finalmente, cabe referir el caso del pequeño pueblo de Tinún, del cual también se conserva un cartel con el programa de los festejos del Centenario. Según este documento, al amanecer del 20, las casas estaban "debidamente enjabelgadas" -blanqueadas con cal- "y adornadas al gusto de cada propietario". Por la tarde, hubo un paseo general, animado por una orquesta y cohetes voladores. Las entradas de las calles a la plaza se engalanaron con arcos de palma, adornados con banderilla de colores. Por la noche, las calles, plazas, casas y árboles se ataviaron e iluminaron con "vistosos farolillos chinescos"; y se organizó un baile en un salón al aire libre, "profusamente adornado con palmas, banderillas y flores", donde destacaban los "bustos de nuestro Conspicuo Reformador".

Los festejos continuaron durante la madrugada y hasta la noche del 21:

  • miércoles día 21.

  • lo A la 1 a.m. se saludará al memorable día con una lluvia de cohetes voladores y de luces á varios colores, y variadísimos juegos artificiales.

  • 2o A las 4 a.m. habrá dianas con música y estruendo de cohetes voladores, que continuarán en cada hora del día.

  • 3o Al aclarar á las 6 a.m. las fachadas de las casas estarán adornadas con palmas y banderillas de vistosísimos colores.

  • 4o A las 8 a.m. se verificará una lucidísima batalla de flores, en la que figurarán bellísimas Señoritas de los contornos que concurrirán á las fiestas.

  • 5o A las ll a.m. dará principio un suntuoso baile de vaqueras que terminará con el Himno Nacional, cantado por un coro de niños.

  • 6o A las 4 p.m. principiará la lidia de 6 bravísimos toros de las mejores crías comarcanas, dos de los cuales serán de muerte; lidia en que lucirán sus habilidades taurófilas, una cuadrilla de aficionados, contratados para este objeto.

  • 7o. Habrá en los intervalos de los números descritos cantaritos, cucañas y otros varios juegos de habilidad y destreza. No siendo posible describir tanta variedad de motivos de diversión que se prepar[an] para este día.

  • 8o. Se cerrarán las fiestas con una lucida retreta de 8 a 10 p.m., durante la cual se quemarán [...] novísimos e ingeniosos fuegos de artificio.31

Vale la pena la extensa cita para resaltar las diferencias con los otros festejos. En Tinún, la celebración tuvo un carácter más cercano a una fiesta patronal o carnavalesca, que a una fiesta cívica, como la que deseaba la Comisión Nacional. Las decoraciones, los colores, las imágenes y las flores fueron elementos estéticos importantes, usados para darle relevancia a la fecha. Las imágenes del héroe rememorado también fueron parte de lo ornamental; pero de hecho, fueron de los únicos elementos que hicieron saber de qué se trataba la celebración, junto con el "Himno Nacional". A lo que se le dio más realce -según se aprecia en el cartel- fue a la fiesta popular. Los toros, los juegos, los bailes y la música fueron centrales en el Centenario. Y de hecho, no existió ningún espacio para discursos, conferencias o poemas.

El Centenario en Tinún ejemplifica cómo algunas localidades del país se apropiaron del discurso sobre la vida de Juárez, difundido en las décadas anteriores y, con especial fuerza, en los meses previos. El programa contiene palabras elogiosas a Juárez, que replican las ideas generalizadas sobre el político; sin embargo, en lo programado no se aprecia un interés real por celebrar ni por difundir su vida y su legado. No deja de ser curioso, pero al mismo tiempo significativo, que se hayan hecho corridas de toros en honor de quien, como presidente, decretó la prohibición de corridas de toros en el Distrito Federal (Vázquez 2013).

Juárez se volvió un pretexto para la celebración. Sin embargo, este hecho pone de manifiesto los alcances del proceso de secularización, en específico el interés del Estado, antes referido, de incorporar las festividades cívicas al calendario y de sustituir a los santos católicos por los héroes nacionales, ejemplos no de vida cristiana, sino de civismo, de honor, valentía y demás valores ligados a la patria (Le Goff 1991, 225).

Como se aprecia, la fecha no pasó desapercibida en Campeche. Sin embargo, el régimen no transmitió con el mismo éxito todas sus pretensiones y su entusiasmo. Hubo algunos casos en los que lo lúdico, usado para atraer a la población, disputó con Juárez la centralidad del festejo, o de plano lo desplazó, como el caso de la música que ambientó la celebración en Carmen y todas las diversiones organizadas en Tinún. Asimismo, la participación de la sociedad varió. Por medio de lo plasmado en los programas se puede conjeturar que en Carmen la participación fue predominantemente de las élites, mientras que en Tenabo y Tinún los festejos involucraron a un sector más amplio de la sociedad. Falta ver cómo fue celebrado el centenario de Juárez en la capital campechana. Y observar cómo fueron ahí apropiados y difundidos el discurso oficial sobre Juárez y los deseos de la Comisión Nacional.

El centenario en la ciudad de Campeche

Igual que en otros sitios, las celebraciones en Campeche iniciaron el 20 de marzo, con una "lección de Historia Patria" en las escuelas públicas y particulares. Por la noche, hubo una serenata en la plaza de la Independencia, con cohetes voladores y dianas a la medianoche. La mañana del miércoles 21 de marzo, en el Palacio de Gobierno se reunieron la delegación, los funcionarios públicos del estado y de la federación y los pobladores que acompañaron la marcha de los gobernantes hacia el Instituto Campechano. Ahí, el gobernador Aznar y Cano inauguró el busto de Benito Juárez; Salvador Martínez Alomía dio un discurso, y Juan Brito recitó una poesía (Comisión 1906, 11).32 Los actos se acompañaron del "Himno nacional", de la "Alborada Primaveral" y de la marcha "Hidalgo".

Al terminar este acto, el "joven abogado" Manuel Gutiérrez Zamora invitó a los concurrentes a participar en una "manifestación popular" organizada por la "juventud liberal" de Campeche, que no se incluyó en los programas. La marcha partió del Parque Porfirio Díaz, en el barrio de Guadalupe, y recorrió varias calles, hasta llegar a la plaza de la Independencia, donde hubo discursos muy aplaudidos por parte de los "jóvenes pasantes de jurisprudencia Fernando Rivas y Francisco Field". Siguió la manifestación hasta llegar al Instituto Campechano, donde Luis G. Aznar Preciat habló frente al busto recién inaugurado; llegaron hasta el parque de San Román y volvieron en dirección al centro. En el camino, antes de que concluyera la marcha, el estudiante de derecho Manuel Suzarte Cabrera brindó otro discurso (Comisión 1906, 12-13).

A las 4:30 de la tarde, se reunieron nuevamente en el Palacio la delegación, los funcionarios públicos y los alumnos de todas las escuelas oficiales y particulares. De ahí marcharon a la Alameda, para inaugurar una estatua erigida por el ayuntamiento.33 De esto también se encargó el gobernador Aznar, acompañado de las notas del "Himno Nacional". Manuel Lavalle Barret dio un discurso y, como en otros sitios, los niños34 se encargaron de recitar una oda y una alocución patriótica; además de colocar ofrendas de flores frente al monumento. La música que amenizó el homenaje fue el pasodoble "Mercedes", la "Marcha morisca" y, para cerrar, el "Himno a Juárez", que la Comisión Nacional solicitó ejecutar en todas las celebraciones. Finalmente, de 8 a 10 de la noche, en la plaza de la Independencia, hubo una serenata acompañada de fuegos artificiales. A los habitantes de la ciudad se les pidió iluminar las fachadas de sus casas durante la noche y decorarlas con cortinas durante el día (Comisión 1906, 15-17).

El 22 de marzo, el Periódico Oficial del estado, cuyo redactor era Salvador Martínez Alomía, publicó una sucinta reseña de las fiestas. Afirmó que los trabajos de la delegación fueron secundados por las autoridades y los habitantes del estado. Refirió que las conferencias en las escuelas, la inauguración de las efigies de Juárez por parte del gobernador, la manifestación popular y las serenatas estuvieron muy concurridas. Terminó afirmando: "el pueblo campechano al festejar ayer con tanta espontaneidad el fausto aniversario; ha dado una nueva prueba de patriotismo que mucho lo enaltece".35 El redactor del periódico -quien fue uno de los oradores en la celebración- se interesó por dar cuenta de la participación de los campechanos en el centenario; era importante mostrar su entusiasmo en una fiesta de carácter nacional.

La reseña más extensa del centenario fue la de Manuel Lavalle Covián. En su crónica, fechada el 24 de marzo, refirió que el programa fue "ventajosamente cumplido" en la capital, al igual que en todo el estado. Afirmó que en todos los programas que les enviaron -quizá no vio el de Tinún-, estaban planeadas las conferencias escolares y la manifestación popular ante la estatua, busto o retrato del prócer, "dos fiestas que tan alta significación tienen por servir para grabar en la memoria de la niñez escolar y en la conciencia popular los gloriosos hechos que hacen merecer la inmortalidad al padre de nuestra segunda Independencia" (Comisión 1906, ll).

Sobre los festejos del estado, Lavalle Covián destacó la inauguración del busto en el Carmen y la primera piedra del edificio Benito Juárez en Tenabo. Y mencionó: "la delegación en el Estado se congratula del éxito que en todo el país han alcanzado las fiestas del centenario porque sabe perfectamente que se debe al patriotismo de los campechanos, que siempre han sabido glorificar la memoria de los que expusieron su vida en sublime holocausto y nos dieron patria y libertad" (Comisión 1906, 14).

Cabe aquí preguntarse por qué Lavalle Covián no aludió a los festejos de Tinún, a los cuales podría calificarse de populares.36 Quizá, se debió a que el secretario de la delegación observaba esas diversiones (las corridas de toros, los juegos) como lo hacían otros miembros de la élite intelectual campechana. Para muchos de ellos, esos entretenimientos no correspondían a una sociedad civilizada -como lo expresó un semanario de esa capital unos meses después-;37por lo tanto, no tenían cabida en el discurso del régimen porfirista sobre el progreso. Mencionar que Juárez había sido festejado con corridas de toros en un pueblo de Campeche los separaba del discurso oficial sobre el Centenario y sobre el Estado-Nación. Asimismo, eran expresiones culturales que se desviaban de lo que dicha élite incluía en ese momento en la identidad campechana.

Lo popular, según se lee, lo entendían de otra manera. La "manifestación popular" de los jóvenes de Campeche se adjetivó así porque se organizó al margen de los trabajos de la delegación; asimismo, se recalcó esa característica para denotar que el "pueblo" había participado, es decir, diferentes sectores de la sociedad. Tanto en esta demostración como en las procesiones y ceremonias cívicas encabezadas por el gobernador, se percibe el interés por convocar y movilizar a la población en el espacio público; y las crónicas oficiales, por su parte, destacaron dicha participación. Estas prácticas, como propone Ivett García, para inicios del siglo XX se habían convertido en "una de las principales formas de mostrar presencia y fuerza política", sobre todo en contextos electorales (García 2019, 228-246). Si bien en este caso el motivo era una conmemoración de carácter nacional, también sirvió para refrendar la elección de Tomás Aznar y Cano, ocurrida algunos meses atrás, y al grupo político en el poder. Esto, como se verá a continuación, también se enfatizó en los discursos.

El mito de Juárez en Campeche

La misma obra en la que se publicó el relato de Manuel Lavalle Covián incluyó varios de los discursos ofrecidos ese día. En ellos predomina la visión positivista de la historia de México y la idea del Juárez redentor (una especie de "historia de la salvación del pueblo de México"). Aunque todos son interesantes, es imposible referirlos uno por uno. Sin embargo, vale la pena destacar algunos elementos.

Los discursos recalcaron que las primeras décadas de México como país independiente fueron de caos, tierra infecunda para el progreso, como Manuel Lavalle Barret refirió en la Alameda. No obstante, "la evolución seguía su curso, ya de antemano señalado por la ley que preside y formula estos fenómenos en la Historia. Era sólo necesario orientar el movimiento, encauzar la corriente" (Comisión 1906, 33-38). Juárez llegó, entonces, a dar orden a ese caos. Aquel que "nació obscuro, pobre, ignorado, en un rincón de la Sierra de Ixtlán" -palabras de Salvador Martínez Alomía (Comisión 1906, 19-25)-, apareció "en el campo de las ideas y de los hechos" y "fue una verdadera epifanía de la Historia", a decir de Lavalle Barret (Comisión 1906, 33-38).

La visión mesiánica del héroe es evidente en las palabras de Fernando Rivas y Hernández, para quien Juárez apareció como "el hombre superior que nos abrió el camino de la igualdad, que recogió las tablas de nuestra ley en medio de un cataclismo y salvó con ellas la nacionalidad mexicana" (Comisión 1906, 41-43). También Juan H. Brito, en sus versos, sintetizó la importancia de la obra y de las acciones de Juárez, así como las dificultades que encontró en su camino y que venció (camino propio de los héroes): "Mesías fue que trajo marcado su camino, / Y andaba por el mundo con fuerza de destino"; y el héroe que sostuvo a la nación mexicana en tiempos difíciles y en el destierro: "Se vio sin pan ni abrigo, sin tienda ni soldados, / Sin norte, sin familia... ¡pero sin patria no!" (Comisión 1906, 27-29).

En sintonía con el discurso del gobierno del país, para todos los oradores, Juárez simbolizaba la defensa de la nación y de la Independencia (Comisión 1906, 33-38, 49-52). Todos recalcaron que fue él quien sentó las bases para el progreso. Luis G. Aznar Preciat, por ejemplo, afirmó durante la manifestación popular: "Bendigamos también, a la providencia de la historia, que nos haya concedido la dicha de ver la luz de este glorioso centenario, en cuyo tiempo podemos considerar como concluida la obra de aquel libertador famoso, viendo á nuestra patria respetada y pacífica encaminando sus energías al progreso" (Comisión 1906, 45-47). No sorprende que haya marcado un camino ascendente desde Juárez hacia su presente. Planteó, como podría esperarse por sus vínculos familiares, un presente en el que los ideales de Juárez se habían cumplido (aunque Campeche llevaba muchos años arrastrando una crisis económica). Es decir, legitimó al grupo en el poder por medio de Juárez.

Finalmente, los discursos recalcaron la relación entre Juárez y el estado. Fernando Rivas Hernández le habló al pueblo campechano y señaló el vínculo: "Tú, que tan bien comprendes los principios liberales del 57, porque son tus principios; tú, que tan bien comprendes la obra de la Reforma, que Pablo García hizo tuya, sabes los sentimientos levantados que, como a ti, me inspira el sólo nombre de Benito Juárez!" (Comisión 1906, 41-43). En el Instituto Campechano, Salvador Martínez Alomía recordó que Juárez ayudó económicamente a esa institución "en circunstancias que requieren un doble reconocimiento". Y culminó estableciendo: "El Instituto Campechano asociará el nombre de Juárez en todos sus actos y en todos sus recuerdos, á los nombres de sus insignes fundadores, dos inmortales también: Pablo García y Tomás Aznar Barbachano" (Comisión 1906, 19-25). Con esta alusión, el escritor inevitablemente mostró a los gobernantes del estado (el recién fallecido Luis García y el gobernador Tomás Aznar y Cano) como los continuadores de la obra de sus padres. Legitimó al grupo que ostentaba el poder en el estado desde inicios del siglo XX al recordar la relación de sus antepasados con dos símbolos: Juárez y el liberalismo.

La insistencia de los campechanos en ligarse a la nación, a Juárez y a Díaz es evidente. El énfasis en el liberalismo de Campeche y su lealtad a Juárez en los tiempos de la Guerra de Reforma y la Intervención fue una manera de recordar al régimen porfirista su perenne lealtad al Estado nacional (a diferencia de Yucatán).38 Era una declaración de que no había intermediarios entre Campeche y la nación.

Conclusiones

En los preparativos y la conmemoración del centenario del nacimiento de Benito Juárez en Campeche confluyeron distintos procesos. Uno de ellos fue el de la construcción de la figura mítica de Juárez y la difusión del culto cívico a nivel nacional por parte del gobierno de Porfirio Díaz. Otro, ligado con este, fue el de la configuración de una identidad nacional, parte de la consolidación del Estado a finales del siglo XIX e inicios del XX. En estas páginas procuré mostrar la expresión y el alcance de estos procesos en Campeche, y cómo convergieron, a su vez, en la construcción de la identidad del estado. Si bien la extensión de este trabajo impidió profundizar en algunos temas y tratar otros tantos, cabe lanzar algunas reflexiones finales.39

En el caso del mito de Juárez, se percibe una afinidad entre los discursos expresados en Campeche y los del centro. Las élites políticas locales replicaron la idea de que Juárez simbolizaba la libertad y la unidad del país; que fue quien consolidó la Independencia de la República y, como parte del relato histórico evolucionista de México, quien sentó las bases para una época de progreso -lo cual ayudaba a situar a Díaz como quien afianzó esa obra-. Por otro lado, en Campeche, el origen de Juárez ("nació obscuro, pobre, ignorado") también se destacó como una condición que logró "superar". Lo indígena, que en décadas posteriores tendría una connotación positiva en el mito de Juárez, a inicios del siglo XX se señalaba solamente para recalcar desde dónde surgió para llegar a ser un ciudadano modelo. Esto correspondió con el hecho de que, al enfatizar el mestizaje como parte de la identidad campechana, las élites del puerto de inicios de siglo soslayaban a la población maya del estado y sus expresiones culturales.

Como se puede apreciar en el caso campechano, es notorio que el Estado había logrado, para ese momento, extender su presencia a gran parte del territorio y, por medio del vínculo con las élites locales, lograba intervenir en aspectos ligados a lo cotidiano, como el espacio público o el calendario. El hecho de que el 21 de marzo de 1906 fuera celebrado en diversos municipios y pueblos de Campeche; de que se construyeran estatuas, bustos, escuelas o parques con el nombre de Benito Juárez, y de que los maestros y alumnos de escuelas públicas participaran en las ceremonias; todo ello, por iniciativa del gobierno nacional, es una muestra del influjo del Estado en las prácticas locales.

Pero al mismo tiempo, las celebraciones en el estado dan cuenta de las diversas formas en que se asimilaron y cuánto permearon esos proyectos homogeneizadores entre la sociedad. Las distintas formas de festejar a Juárez en Campeche, con las diferencias en los espacios ocupados en la celebración, en los elementos festivos incluidos en los programas y en los sectores que participaron en los festejos, visibilizan las variaciones en la construcción de la nación a inicios del siglo XX.40

Referencias

Bertrand, Michel y Lucrecia Enríquez. 2016. "Presentación". Mélanges de la Casa de Velázquez 46 (2). Modelos heroicos decimonónicos: una mirada desde Yuactán, Costa Rica, Chile y Colombia: 9-16. [ Links ]

Cab Pérez, Fernando Jesús. 2017. "La reformulación de una identidad: hispanismo e indigenismo en los discursos oficiales de Campeche (1862-1945)". Tesis de maestría en Historia. CIESAS. [ Links ]

Campos Pérez, Lara. 2017. "Cuauhtémoc, 'el héroe completo'. La conmemoración del último emperador azteca en la Ciudad de México durante el Porfiriato (1887-l9ll)". Historia Mexicana 66 (4): 18l9-l86l. [ Links ]

Comisión Nacional del Centenario de Juárez. Delegación del estado de Campeche. 1906. Recuerdo de las fiestas verificadas en la capital. Campeche: Imprenta del Gobierno del Estado. [ Links ]

Díaz Escoto, Alma Silvia. 2008. "Juárez: la construcción del mito". Cuicuilco 15 (43): 33-56. [ Links ]

Díaz y de Ovando, Clementina. 2006. "El primer centenario: 1906". Revista de la Universidad de México 32: 62-68. [ Links ]

Florescano, Enrique. 2005. "Patria y nación en la época de Porfirio Díaz". Signos Históricos, núm. 13 (junio): 153-187. [ Links ]

Gantús Inurreta, Fausta, Carlos Alcalá Ferraéz y Laura Villanueva. 2015. Campeche. Historia breve, 3a. ed. Colecc. Fideicomiso Historia de las Américas. Ser. Historias Breves. México: FCE-Colmex-FHA. [ Links ]

García Sandoval, Ivett M. 2019. "De la calle a la urna. Espacio público y movilización al voto en Campeche, 1857-1910". En Campañas, agitación y clubes electorales: organización y movilización del voto en el largo siglo XIX mexicano, coordinado por Fausta Gantús y Alicia Salmerón, 221-265. México: INEHRM-Instituto Mora. [ Links ]

Garner, Paul. 2010. "El Porfiriato como Estado-nación moderno: ¿paradigma o espejismo?". En Nación, Constitución y Reforma, 1821-1908, coordinado por Érika Pani, 276-303. Historia Crítica de las Modernizaciones en México. México: CIDE-FCE-Conaculta-INEHRM-Fundación Cultural de la Ciudad de México. [ Links ]

_____. 2015. Porfirio Díaz: entre el mito y la historia. México: Crítica. [ Links ]

Garrido Asperó, María José. 2006. Fiestas cívicas históricas en la ciudad de México, 1765-1823. Historia política. México: Instituto Mora. [ Links ]

Gellner, Ernest. 1988. Naciones y nacionalismo. Traducido por Javier Seto. Madrid: Alianza Universidad. [ Links ]

Hobsbawm, Eric. 1992. Naciones y nacionalismo desde 1780, 3a ed. Barcelona: Crítica. [ Links ]

_____. 2002. "Introducción: la invención de la tradición". En La invención de la tradición, de Eric Hobsbawm y Terrence Ranger, 7-21. Barcelona: Crítica. [ Links ]

Jiménez Marce, Rogelio. 2012. "La celebración del Centenario del Natalicio de Benito Juárez en Jalapa, Veracruz (1905-1906)". BiCentenario. El ayer y hoy de México 4 (16): 36-41. [ Links ]

Le Goff, Jacques. 1991. El orden de la memoria. El tiempo como imaginario. Traducido por Hugo F. Bauzá. Barcelona: Paidós. [ Links ]

Negrín, Alejandro. 2019. Campeche. Una historia compartida, 2a ed. México: Instituto Mora-Gobierno del Estado de Campeche. [ Links ]

Rodríguez Herrera, Emilio. 2010. "Campeche e identidad en el discurso de la Memoria". Tesis de maestría en Historiografía. UAM. [ Links ]

Sarmiento Berzunza, Deosdedy Ramón. 2012. "La construcción y los inicios de la institucionalización de la identidad campechana en el siglo XIX". Tesis de maestría en Historia. CIESAS. [ Links ]

Taracena Arriola, Arturo. 2010. De la nostalgia por la memoria a la memoria nostálgica. El periodismo literario en la construcción del regionalismo yucateco. Mérida: UNAM. [ Links ]

Vázquez Mantecón, María del Carmen. 2006. Muerte y vida eterna de Benito Juárez. El deceso, sus rituales y su memoria. México: UNAM. [ Links ]

______. 2013. "¡Toros sí! ¡Toros no! Del tiempo cuando Benito Juárez prohibió las corridas de toros". Historia Mexicana 63 (249): 171-203. [ Links ]

Villalobos Álvarez, Rebeca. 2020. El culto a Juárez. La construcción retórica del héroe (1872-1976). México: UNAM -Grano de Sal. [ Links ]

Weeks, Charles A. 1977. El mito de Juárez en México. Traducido por Eugenio Sancho Riba. México: Jus. [ Links ]

Zárate Toscano, Verónica. 2003a. "El papel de la escultura conmemorativa en el proceso de construcción nacional y su reflejo en la Ciudad de México en el siglo XIX". Historia Mexicana 53 (2): 417-446. [ Links ]

______. 2003b. "Héroes y fiestas en el México decimonónico: la insistencia de Santa Anna". En La construcción del héroe en España y México (1789-1847), editado por Manuel Chust y Víctor Mínguez, 133-153. Oberta 102. Valencia: Universitat de València-UAM-Universidad Veracruzana-Colegio de Michoacán. [ Links ]

2En 1883 fue electo gobernador. Ocupó el cargo dos meses, para después pedir licencia y volver al ministerio.

3El periodo concluyó en 1907. Fue reelecto para el periodo 1907-1911, pero en 1910 se vio obligado a renunciar a causa del movimiento maderista.

4Pablo Macedo, Rosendo Pineda, Carlos Rivas, Jesús Alonso Flores, Gabriel Mancera, Trinidad García, Ramón Prida, Adalberto A. Esteva, Victoriano Salado Álvarez, José Casarín y Félix Romero, sobreviviente del Congreso Constituyente de 1857 (Díaz y de Ovando 2006, 62).

5Archivo General del Estado de Campeche (en adelante AGEC), Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 38.

6AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 4.

7AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 7, 8, 12-14 y 23.

8AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 10-11, 20, 24-29.

9AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 53.

10AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 45, 48-49 50-51.

11AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 46.

12AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 16 y 18.

13Como puede observarse en varios artículos del periódico que editó en 1906, El Criterio Público.

14AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 30 y 33.

15AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 30 y 32.

16AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 35.

17AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 39.

18AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 34.

19AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 36.

20AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 43-45, 52, 55 y 56.

21AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 57-58.

22Campeche designó al comerciante Fernando Duret; Hopelchén, al abogado Ramón Lanz Duret, y Champotón, al médico Ángel Herrera Cámara. AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., ff. 62-64.

23AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 59.

24AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp.

25AGEC, Documentos gráficos, Carteles conmemorativos, [exp. 2].

26AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 36.

27AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 67. Los discursos y conferencias fueron de Felipe Bueno y Abelardo Bolívar, del comité municipal, y de Elías Monges L.; y las poesías las recitaron las niñas María Concepción Martínez, Rosario Sánchez, C. Novelo y la profesora Hermecenda Moreno. Las piezas musicales fueron fantasías de Los Puritanos, El Anillo de Hierro, Les Cloches de Corneville, Il Trovatore y La Bohème, el bolero "Fiesta tapatía", el vals "Toujours ou jamais" y una mazurka.

28AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja 1, s./exp., f. 68.

29AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja l, s./exp., f. 72.

30Aunque Maximiliano Sánchez y Emilio Lara aceptaron el cargo desde mayo de 1905, a finales de diciembre, este último escribió a los secretarios de la comisión para reiterar que aceptaba el cargo y que esperaba instrucciones sobre la organización de la Junta Municipal y el programa. AGEC, Gobernación, Conmemoraciones y premios, caja l, s./exp., f. 45.

31AGEC, Documentos gráficos, Carteles conmemorativos, [exp. 3].

32Manuel Lavalle Covián detalló que el busto de Juárez era de bronce y estaba "colocado en una artística ménsula de piedra blanca, adornada con unas hojas de acanto á bajo relieve, delicadamente cinceladas por un hábil artista campechano".

33La estatua, que sigue de pie en la Alameda del barrio de Santa Ana, merece un análisis deta llado, que excede los límites de este trabajo.

34Manuel Méndez Blengio y Manuel Manzanilla Batista.

35"Las fiestas de Juárez", Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Campeche, 22 de marzo de 1906, p. l.

36En el sentido de que eran expresiones culturales de los sectores menos favorecidos de la sociedad, que contrastaban con las diversiones que las élites privilegiaban.

37"Toros y gallos", El Criterio Público, 15 de julio de 1906, p. 2.

38A inicios de febrero de 1906, Porfirio Díaz hizo una visita oficial al vecino Yucatán, donde, recibido con entusiasmo y obsequiado con banquetes, inauguró varias obras derivadas de la bonanza por la producción del henequén. En la visita se quiso mostrar que, para ese momento, Yucatán se ligaba más con la nación que al regionalismo que lo caracterizó durante gran parte del siglo XIX (Taracena 2010, 373-374). ¿El énfasis en la lealtad de Campeche a la nación quizá también fue un reclamo velado porque Díaz no consideró visitar ni siquiera el puerto de Campeche en su viaje a la Península?

39Cabría hacer, por ejemplo, una comparación más detallada con los festejos en otros estados, con especial interés en Yucatán. Asimismo, encontrar expresiones de disidencia, como las de los liberales que se consideraban puros o las de los católicos, que se vieron opacadas por el vendaval del festejo y el discurso oficial. Y finalmente, explorar cómo se utilizó esta experiencia en la preparación del Centenario de la Independencia, en 1910.

40Agradezco al Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM el apoyo otorgado para realizar esta investigación.

Recibido: 06 de Agosto de 2020; Aprobado: 15 de Octubre de 2020

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons