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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.15 no.2 Mérida jul./dic. 2020  Epub 12-Nov-2020

 

Artículos

Humboldt y los viajeros por México en el siglo XIX1

Humboldt and travelers to Mexico in the 19th Century

2Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (CEPHCIS), UNAM, depetris@cephcis.unam.mx.


Resumen

Muchos viajeros europeos y norteamericanos llegaron a México en el siglo XIX impulsados por la riqueza arqueológica del país y por un interés natural y económico en la región. Muchos de estos viajeros dejaron testimonio escrito de sus viajes y, en la mayoría de ellos, las observaciones y estudios realizados por Alexander von Humboldt fueron un referente insoslayable. Es interés de este artículo repasar la recepción de Humboldt en algunos de estos viajeros, conocer quiénes fueron sus seguidores, quiénes sus detractores y cuáles fueron los motivos de apoyo o rechazo. Subyace en este interés ver cómo se configuró la imagen de Humboldt como "autoridad".

Palabras claves: Humboldt; viajeros; México; siglo XIX

Abstract

Many European and North American travelers arrived in Mexico in the 19th century, driven by the archaeological wealth of the country and by a natural and economic interest in the region. Many of these travelers left testimonies of their travels, and in many of those, the observations and studies carried out by Alexander von Humboldt were an unavoidable reference. This article's purpose is to review Humboldt's reception by some of these travelers, to know who were his followers, who his detractors, and what were the reasons for support or rejection. Underlying this interest, to understand how Humboldt's image was configured as an "authority".

Keywords: Humboldt; travelers; México; 19th Century

Muchos viajeros europeos y norteamericanos llegaron a México en el siglo XIX. Muchos de ellos dejaron testimonio escrito de sus derroteros y citaron allí las observaciones y estudios realizados por Alexander von Humboldt en Nueva España. Para este trabajo decidí tomar una muestra al azar de un amplio cuerpo bibliográfico de literatura de viaje que he ido reuniendo a lo largo del tiempo, y busqué allí señales del barón. Era mi intención ver qué decían de él, cómo lo decían, sobre qué asuntos o temas los viajeros acudían a Humboldt, qué material de él consultaban, incluso dónde era citado (si en el cuerpo del texto, si en nota al pie, con referencias indirectas o directas). Quería con esto trazar un panorama de la incidencia que tuvo Humboldt en otros viajeros decimonónicos por México, cómo fue su recepción y cómo se construyó la "figura" de Humboldt como autoridad.

Voy a situar el comienzo de este panorama en un hecho biográfico puntual: para que Humboldt llegara a Nueva España, antes que fracasar en su intento por ir a Egipto con Napoleón, antes de su sorprendente éxito con Carlos IV que le abrió las puertas a un espacio bien custodiado como era América,3 antes, digo, fue fundamental que muriera su madre. La madre de Humboldt, Marie Elisabeth, era una mujer muy estricta, fría y distante que no estaba dispuesta a gastar su fortuna para que sus dos hijos, Wilhelm y Alexander, hicieran de sus vidas algo que ella no hubiese trazado. El camino de Alexander decidido por su madre era una formación y trabajo donde fuera útil a la sociedad civil, y es por esta razón que estudió minería en Freiberg y trabajó en el Ministerio de Minas de Prusia. Cuando la madre muere en 1796, Alexander era joven, rico y tenía un deseo arrollador de viajar y desarrollar todo su interés, hasta entonces reprimido, por las ciencias naturales. Y así arriba a América en 1799 y permanece cinco años en el continente.

A la Nueva España llega el 23 de febrero de 1803, por la costa del Pacífico ya que venía de Perú y Ecuador. Cruza, en su viaje, México por su franja central y deja el país el 7 de marzo de 1804, casi un año después, desde Veracruz hacia Cuba, luego a Estados Unidos y desde allí a Europa. No regresa más a América, a diferencia de su compañero de viaje, Aimé Bonpland, que sí vuelve en 1816, se instala en Argentina, se casa con una mujer de Corrientes, cultiva yerba mate y allí muere. Sabemos que de su viaje americano, Humboldt deja muchos testimonios escritos, la gran mayoría en francés, dato que sin dudas redundó en su rápida y extendida legitimación e influencia. De estos, los más citados y difundidos, incluso hoy, son Voyage aux régions Equinoxiales du Nouveau Continent (1807), Atlas pittoresque du voyage (también conocido como Vues des cordillères et monuments des peuples indigènes de l'Amérique) (1810), Essai politique sur le Royaume de la Nouvelle-Espagne (1807-11) y Essai politique sur l'île de Cuba (1826).

Fuente: Ortega y Medina 2014

Figura 1 Mapa del recorrido de Humboldt por Nueva España 

Es importante ver en un mapa el derrotero de Humboldt por México para comprender más adelante algunas de las críticas que se le hacen.

Lo más al norte que llega es San Juan de la Chica, cerca de Guanajuato; lo más al sur, Acapulco. Con esto quiero subrayar que no conoce el amplio territorio del norte de Nueva España ni las selvas del sur, ambas regiones de muy difícil acceso y tránsito por aquellos años. Solo recorre y conoce el corazón de la colonia, y eso se ve claramente en el Essai politique, en la cantidad y calidad de información que vuelca sobre las diferentes regiones del territorio. De lo que no vio, como pasa con la Intendencia de Yucatán, por ejemplo, habla poco. Pero habla. No conoce de primera fuente ni la geografía, ni las sociedades ni los monumentos del área de influencia de la civilización maya (zona que él traza desde Campeche hasta Honduras), y hago hincapié en esto porque hablaré de algunos viajeros que anduvieron por esta región. De los pobladores, por ejemplo, sólo dice: "Los indios de esta intendencia hablan la lengua maya, que es muy gutural, y de la cual existen cuatro diccionarios" (Humboldt 2014, 174) y reconoce que sus habitantes nunca estuvieron sometidos a los mexicanos o aztecas, pero nada dice de esta civilización tan importante y que comenzaba, por aquellos años, ya a despertar el interés europeo. De haber salido del cinturón de México y de haberse aventurado en las regiones de Palenque, por ejemplo, Humboldt hubiese logrado lo que, en realidad, no logró: ser el primer viajero que "descubriera" un mundo desconocido a la arqueología europea.

Humboldt llega a Nueva España en un momento bisagra, apenas siete años antes del Grito de Dolores que dará inicio a las guerras de independencia en México. Estamos en el ocaso del imperio español y en los albores de un México independiente. Un año después de las revueltas iniciadas por el cura Hidalgo, aparece publicado en París su Ensayo político sobre México. Por un lado, el Ensayo ve la luz en un momento muy oportuno a la burguesía europea y norteamericana, que encuentra allí la información necesaria para orientar posibles inversiones y trazar esferas de influencia económica, política, incluso cultural en una región muy rica como era México, abierta a todo lo posible después de su independencia. Por otro, los tumultuosos procesos que siguió México en su camino hacia su identidad y estructuración nacional en todo el siglo XIX dejan rápidamente muchas de las noticias de orden político, económico y social recogidas por Humboldt, fuera de actualidad.4 En este sentido, los viajeros tomarán a Humboldt como referente no tanto en estos temas, sino en aquellos relativos a sus descripciones geológicas, mineralógicas, botánicas, etnográficas y arqueológicas.

Para los viajeros que siguieron a Humboldt en tierras mexicanas su Ensayo político fue, al decir de Ortega y Medina, un vademécum o, como sostiene ya Ober en 1884, un point d'appui. Fueron muchísimos los viajeros europeos y norteamericanos que pisaron tierras mexicanas después de la independencia atraídos por el promisorio panorama de inversiones y explotaciones de recursos naturales -mineros, sobre todo-, y según Ortega y Medina, "sin exceptuar uno se traen leído y releído y anotado su Humboldt". Habría que matizar este "sin exceptuar uno", pero lo cierto es que casi todos lo leyeron, y no solo aquellos empujados por la actividad económica sino también científicos, etnógrafos, aventureros e incluso ociosos, como la Marquesa Calderón de la Barca, que lee y relee su Humboldt porque no puede desembarcar en Veracruz a causa de los vientos, y necesita matar las horas.5

En la muestra de veintiocho títulos que revisé para hacer este trabajo, aparece mencionado, aunque sea en una breve nota al pie, en veinticinco. Se constituye, y muy rápidamente dado que la primera mención en los libros consultados es de 1822 (Teatro crítico americano), en un referente insoslayable. Llama, en este sentido, poderosamente la atención que en el reciente libro de Andrea Wulf, The invention of nature. Alexander von Humboldt's New World, haya un tratamiento muy tangencial de la estadía de Humboldt en Nueva España y este viaje no merezca en su libro, siquiera, un capítulo independiente. Nueva España aparece solamente en el capítulo dedicado a la relación entre Humboldt y Jefferson. El silencio es sorprendente.

En general, en los autores consultados, Humboldt es un referente al que se acude para reforzar las noticias que se aportan. Se hace mencionándolo en el cuerpo del texto, a través de cláusulas como "Humboldt remarked", "as Humboldt informed us", "according to Humboldt", etc. o en notas al pie, con explicaciones sobre alguna cuestión particular o con referencias de bibliografía de Humboldt consultada que, en esencia, se reduce al ensayo sobre Nueva España y al Atlas pintoresco. Con frecuencia la mención de Humboldt se hace a través de fórmulas adjetivadas: el "ilustre viajero", el "sabio alemán", "the great German traveler", etc., fórmulas que usan por igual admiradores y detractores.

Uno de los ejes sobre los que se define el tipo de recepción que tendrá Humboldt es el hecho de no haber visto algunas cosas que describe o sobre las que habla. Este señalamiento no es algo menor. Ser "testigo de vista" de las noticias ofrecidas en un viaje es una de las demandas epistemológicas sobre las que se asienta el verdadero conocimiento en los siglos XVIII y XIX. Junto con la "imparcialidad" y un orden de razonamiento "inductivo", la acción de "ver por vista de ojos" se instala en toda metodología científica ilustrada, conformando una tríada incuestionable e inquebrantable en todo viajero: ser testigo directo, ser objetivo, ser inductivo. Si no se cumple con uno de estos principios, la información ofrecida no es confiable, y esto es fácilmente rastreable, por ejemplo, en las instrucciones previas que la corona española da a sus viajeros o en los informes que hacen las diferentes comisiones sobre las noticias que los viajeros aportan en la América española. También es algo que queda sólidamente establecido en los discursos de los viajeros mismos: en algún momento de su relato, no diré todos, pero la gran mayoría, hará saber a sus lectores que su observación ha sido directa, que ha sido imparcial y que su razonamiento ha sido inductivo, inducción que va de la mano del axioma de "viajar sin ideas preconcebidas" y del valor del "descubrimiento" o "ser el primero en" (ser el primero en viajar por esa ruta, ser el primero en ver un monumento, ser el primero en verlo como "realmente" es, ser el primero en ofrecer una imagen fiable de algo, etc., etc.).

Otro de los puntos que se le imputa a Humboldt y que tiene que ver con esto primero, es de orden discursivo. Hasta el siglo XVIII, afirmar "esto que digo es verdad porque lo vieron mis propios ojos" es axioma suficiente para consolidar la veracidad de la información brindada. Pero a partir del siglo XVIII no solo se necesita haber visto lo viajado sino verlo de determinada manera (aquí es fundamental el uso de una metodología de base instrumental) y, muy especialmente, escribir de determinada manera lo que se ha visto. Esa escritura supone replicar en el discurso los principios de imparcialidad e inducción: el uso de formas enunciativas impersonales, el uso del presente para expresar lo que se ve y del pretérito para narrar la marcha, el uso de muchas más cláusulas descriptivas que narrativas, potencializar lo que Barthes llama el "efecto de realidad", que supone generar la ilusión de que la realidad se plasma directamente en el papel, sin mediación enunciativa. La escritura de Humboldt, sabemos, en consonancia con los preceptos de sus amigos de la escuela de Jena, es personal, es adjetivada, es "estética" y esto nutre una nueva manera expresiva propia del romanticismo y, al mismo tiempo, tensiona y conflictúa lo que metodológicamente se entendía era la forma adecuada de transmitir verbalmente aquello que se vio. Para algunos viajeros, entonces, esta nueva forma de escribir que ensaya Humboldt, más personal, no será un problema; para otros, en contraparte, restará veracidad a las noticias aportadas por el barón y redundará en que se lo tilde de "exagerado".

Para mostrar cómo estos dos ejes han funcionado en la recepción de Humboldt, primero voy a exponer lo que sostienen sus defensores, luego, sus críticos.

De la muestra de testimonios de viajes obtenida, la primera mención que se hace de Humboldt es, como ya señalé, en un texto de 1822 que fue muy consultado por aquellos que comenzaban, por esos años, a mostrar interés en la zona maya de México y América Central: Description of the ruins of an Ancient city. Humboldt, vimos, no viajó por esta región, pero es, no obstante, ampliamente mencionado. En este texto se dice que tuvo conocimiento de la existencia de Palenque y que reproduce incorrectamente una imagen de una suplicante encontrada en el sitio, pero se disculpa esta falla en un razonamiento hipotético que lo exonera por activa o por pasiva:

If the learned gentleman of whom we are speaking, had not been at an immense distance from that part of the country where the ruins lay, there is no doubt but he would have visited these extraordinary remains, in which case the result of his acute-ness must have proved highly valuable to the course of science and the development of truth (Prefactory address 1822, IX).

Esta misma línea argumentativa se encuentra en el estudio "Antiquités américaines", que escribe el arquitecto real Viollet-le-Duc, acompañando al libro de Désiré Charnay, Cités et ruines américaines (1863). Si bien, dice, Humboldt no viajó por el área maya, su influencia es tan fuerte que se extiende a todo México. Por ende, Humboldt aparece como autoridad en una materia que, en sentido estricto, no exploró directamente pero que, al decir de Viollet, lo convierte en precursor de los viajes por América Central:

Los viajeros han recorrido América Central a partir de Humboldt, y han sumado sus observaciones a las del ilustre escritor, para confirmarlas más que para modificarlas. Tal es, en efecto, el privilegio de esas grandes inteligencias que de tiempo en tiempo, viene a iluminar la humanidad, que sus descubrimientos y también sus hipótesis son consagradas por las investigaciones y los trabajos de los pacientes exploradores llegados después de ellos. Si estos genios han descuidado o tratado superficialmente algunos detalles, si a veces sólo han entrevisto la verdad a través de una niebla, sus conclusiones son en bloque siempre conformes al orden general de los hechos morales y físicos. Los Cuvier, los Humboldt, los Arago, los Champollion, no han visto toda la verdad, pero han abierto el camino a seguir y no han caído jamás en errores absolutos que con los años extraviaran a los sabios que vinieron después de ellos (Viollet-le-Duc 1863, 3).6

El diplomático Alfred de Valois, en un libro que lleva por título México, Habana y Guatemala. Notas de viaje (1861) habla de las ruinas de Palenque, Quiché, Mitla y Cobán descritas por Humboldt y también por alguien llamado De Varden. Salvo Mitla, de origen zapoteco, las demás ruinas son de origen maya y ninguna, tampoco Mitla, fue visitada por Humboldt. No obstante, Valois - como Viollet-le-Duc y otros viajeros- acudirá a los textos de Humboldt para apoyar la hipótesis de un origen oriental de los mayas. Humboldt, sabemos, estaba convencido del origen asiático de los pueblos que habitaban el centro de México y extiende esta hipótesis a toda América.7 Cuando comienzan las exploraciones de las ruinas del sur de México y América Central en los últimos tiempos de Carlos III8 y continúan luego de la independencia de México, la gran incógnita que gatilló, incluso, una convocatoria a un premio de la Sociedad de Geografía de París en 1825, era acertar con una explicación acerca del origen del pueblo que construyó las magníficas ciudades que se intuían en las ruinas que se encontraban.9 Un origen vernáculo era de difícil aceptación por un principio que el mismo Humboldt señala: el estado de decadencia o "degeneración", al decir de Corneille de Paw, de los habitantes contemporáneos dificulta considerar que fueron sus antepasados los constructores de obras tan magníficas. El problema del origen de los pueblos que habitaron el suelo mexicano era una constante en los viajeros y será, por ende, uno de los motivos por los que Humboldt es más citado entre ellos.10

El naturalista norteamericano, Frederick A. Ober, en Travels in Mexico and life among the Mexicans (1884), es otro de los grandes admiradores de Humboldt, a quien coloca en su libro a la par de Cortés. Apunta, con esto, hacia otro de los grandes tópicos en torno a la figura de Humboldt como "segundo descubridor de América", un descubrimiento, esta vez, de orden científico que hace renacer el interés de Europa por el continente. Ober admite que Humboldt no vio buena parte de lo que habla ni fue el primero, tampoco, en conocer dicha información, pero esto no complica en nada la enorme influencia que tuvo sobre los demás viajeros que lo siguieron.

Though he only visited such points as were of easy access from the capital, he nevertheless so improved and utilized the labors of others that the hole territory bears the impress of his mighty mind. His work, "A political Essay on the Kingdom of New Spain" [...] must yet be taken [...] as the 'point d'appui' for the works of all travelers coming after him. Though perhaps he did not discover here much that was new, or throw any light upon history of the people, he yet brought afresh to the notice of the world the writings of the old historians, revive an interest in archaeology, and set before all Europe the great natural resources of a country then inhabited by an oppressed people (Ober 1884, 257 y s. ).

Es tan grande la admiración que Ober le profesa a Humboldt que no solo es un point d'appui y el segundo descubridor de América, sino un héroe fundamental para hacer posible la independencia de México: "Humboldt [...] is indeed an honorary citizen of the capital, and achieved more for Mexican Independence with his pen than many others combined with the sword" (Ober 1884, 257).

Otros viajeros no fueron tan condescendientes con Humboldt. El primero de ellos es Frédéric de Waldeck, un viajero notable porque llegó a México en 1825 desde Inglaterra con más de 60 años. El interés de Waldeck estaba centrado en las ruinas mayas, en especial Palenque y Uxmal, donde él percibía un campo de conocimiento lo suficientemente virgen para explorar y conseguir así fama y respeto en los círculos de saber europeos. Era, en realidad, un artista con pretensiones de sabio en temas de anticuaria y fue contemporáneo de Humboldt; incluso, si hemos de creerle porque era bastante mitómano, tuvo contacto personal con él.11 Del viaje que realiza al sur de México deja un libro, Voyage pittoresque et archeologique dans la province d'Yucatan pendant les années 1834 et 1836. Allí menciona a Humboldt solo una vez y en referencia a la transmisión de conocimientos equivocados de sabios a sabios por "no comprobar con sus propios ojos lo que se les da como auténtico" (Waldeck 1996, 167). Dice: "El señor de Humboldt, cuya profunda ciencia, por demás, respeto, ¿acaso no ha seguido al pie de la letra la inexacta descripción de la pirámide de Xochicalco por el padre Alzate, y en el dibujo que da de este monumento no ha hecho una segunda edición de los errores de su modelo?" (167). Luego añade: "Se necesitó que un hombre [en referencia a sí mismo] que no se las da de ser sabio, pero que está penetrado de la utilidad de sus observaciones, se decidiese [...] a recorrer los lugares cuya descripción había leído" (167) para alcanzar verdadero conocimiento sobre México.

En los diarios y apuntes personales de Waldeck (inéditos al día de hoy), Humboldt aparece citado ampliamente. La recriminación más insistente que le hace allí reitera la del libro: haber perpetuado errores de otros por no haber constatado con sus ojos sobre lo que escribe. Waldeck ha leído el Atlas pintoresco (es de suponer que vio la primera -y actualmente costosa- edición, por planchas que menciona que no aparecen en el tiraje más económico) y el Essai politique. Habla de la plancha XI que representa la escultura de un guerrero que, según Humboldt, fue encontrado cerca de Oaxaca: "Este engaño es la causa de que el señor de Humboldt haya hecho un sinfín de conjeturas inútiles, como veremos. Primeramente, no existe en Oaxaca ni en los alrededores un relieve semejante" (AYER 1263).12

Y continúa con una pregunta interesante porque refleja la alta consideración que se tenía de la figura de Humboldt y cómo, para criticarlo, había que acudir al uso de tópicos de modestia: "Se encontrará sin duda muy extraño que yo, que no soy conocido ni por mis obras ni por mis escritos, ose criticar a un hombre tan justamente célebre. [...] El Sr. de H. se quedó sólo once meses en México, ¿cómo pudo ver más que muchos autores que se quedaron 30 años?" (ayer 1263).13

La importancia de haber constatado de primera mano las noticias ofrecidas es fundamental para Waldeck, y es algo que reivindica en su libro una y otra vez para realzar su propio trabajo. El haber recogido noticias de otros sin constatarlas hace de Humboldt "el viajero más inexacto que existe" (AYER 1268).14 En referencia a lo dicho por Humboldt sobre la pirámide de Xochicalo, dice: esto es "lo que yo llamo perpetuar un error" (AYER 1263). La pirámide dibujada por Waldeck, en contraparte, es fiable porque "me importa hablar de aquello que yo vi, así puedo asegurar que a cada una de mis descripciones no le falta fidelidad, que es la primera característica que se requiere a un viajero" (AYER 1263).15 Insiste en esto: "a mi juicio, cuando vamos a escribir hay que aprender todo por uno mismo y no por los otros" (AYER 1268).16

Una cuestión interesante en Waldeck es cuando habla de lo dicho por Humboldt sobre la estatua ecuestre de Carlos IV en México, porque allí vemos lo mencionado arriba: la necesidad de acompañar una epistemología con una determinada retórica. A la acusación, entonces, de no haber constatado por sí mismo muchas de las noticias que da, suma la inclinación de Humboldt a valoraciones hiperbólicas. Veamos esto: Humboldt habla de esta estatua ecuestre en el Atlas y en el Ensayo político. En este último libro dice de la obra de Manuel Tolsá: "es obra que, exceptuando el Marco Aurelio de Roma, excede en primor y pureza de estilo cuanto nos ha quedado de este género en Europa" (Humboldt 2014, 80). En AYER 1263, escribe Waldeck: "M. de Humboldt dice que esta obra no es en nada inferior a aquella de Marco Aurelio del Capitolio".17 Para Waldeck, siendo él artista y conocedor profundo en la materia, esta afirmación resulta un exagerado despropósito: Tolsá, dice, "parece haber estudiado todos los defectos del caballo para reproducirlos" y el jinete parece más encajado en el caballo que montado, algo que un artista experto ve con claridad pero que "ni el vulgo ni los amateurs pueden ver" (AYER 1263), entre ellos, tácitamente dicho, Humboldt.18

También de hiperbólico, exagerado y de no haber confirmado su conocimiento con sus propios ojos es de lo que Henri de Saussure acusa, en cartas enviadas desde México a su familia en Europa, a Humboldt. Saussure, padre del lingüista Ferdinand, era un científico ginebrino bien acomodado que viaja, con cartas de recomendación de Humboldt, a México en 1854. La estadía de Saussure en México no es buena y de poco le sirven las recomendaciones de Humboldt, ya que una cosa era la Nueva España de 1804 y otra bien diferente, el México independiente de mitad de siglo. Saussure critica mucho a Humboldt pero, en realidad, es crítico con todo y fuertemente despectivo con México y sus habitantes.

Desmiente, en una carta a su tía del 5 de abril de 1855, lo dicho por Humboldt sobre los volcanes de la zona de Orizaba y sostiene la evidencia de que, aunque afirmó haberlos visto, Humboldt no los vio. Luego escribe:

Se aprende a veces al viajar cosas bien singulares. Yo aprendí, por ejemplo, que durante su viaje a México, M. de Humboldt no se fatigó excesivamente, como creemos generalmente en Europa. Él pasó tranquilamente 6 meses en un lugar encantador con una cierta condesa de México mientras que una media docena de hombres que le asignó el rey de Prusia, recorrieron el país [...]. Por lo demás, esto no prueba nada. Hay pocos grandes hombres a quienes un análisis cercano de su vida no mostraría que su reputación es más o menos usurpada. Hay además siempre un gran mérito en producir esto, aunque sea gracias a los otros. Muy poca gente tiene este talento (Saussure 1993, 173).19

Es interesante esta apreciación, porque hace alusión a la capacidad de Humboldt para construirse a sí mismo como un personaje determinado, habilidad que es altamente probable haya tenido dada la rápida, enorme y extendida legitimación que tuvo en el siglo XIX. Este desplazamiento que traza Saussure en su carta, de Humboldt como "hábil hombre de ciencia" a Humboldt como "hábil constructor de sí mismo como hombre de ciencia", es importante y traslada, sin dudas, el impacto de la figura legitimante de Humboldt desde el ámbito científico al socio-político.

Para Saussure, no sólo Humboldt es resultado de una construcción, sino que México es también resultado de una construcción de Humboldt. El México descrito en el Ensayo y el Atlas es diametralmente opuesto al que Saussure encuentra y sostiene, por lo tanto, que es más producto del entusiasmo del prusiano, de su inclinación a la hipérbole romántica, de sus "rêveries", que de la realidad. Algunas muestras: "M. de Humboldt con sus bellas descripciones, que no son más que frases de un alucinado y de un soñador, me ha engañado enteramente. México es un país espantoso" (Saussure 1993, 289); "El lago de Pátzcuaro es el más bello que yo vi en México, pero está lejos de ser el más bello del mundo, como M. de Humboldt ha hecho la mala broma de decir" (335).20

Por último, una afirmación de Saussure resulta muy interesante para medir el alcance de la autoridad de Humboldt entre los viajeros y científicos. Tiene, dice, consignados en una libreta una serie de enmiendas a errores cometidos por Humboldt, pero -y esto es lo interesante- entre paréntesis sostiene que no podrá mostrar públicamente esta información hasta después de la muerte de Humboldt.21 Termina diciendo que no hará estadística con los datos recogidos: "todo lo que hicimos estuvo mal, comenzando por Humboldt" (473).22 Tres años después de la fecha de esta carta, muere Humboldt. Ignoro si Saussure finalmente publicó esta información que recogió en su viaje y que desmentía el conocimiento aportado por Humboldt en el suyo. Lo que sí queda claro es que Humboldt era una figura legitimante para cualquier viajero, y esa legitimación ocurría por doble vía: 1) apoyándose en él, citándolo como autoridad o 2) desmintiéndolo y corrigiéndolo para, por contraste, apuntalar la propia capacidad. Los detractores, no obstaste, si hemos de creerle a Saussure, debían ponderar el alcance de su crítica y mesurarla. Al parecer, contradecir a Humboldt podía ser más perjudicial que benéfico, de allí que, o se lo corregía usando fórmulas de alabanza y tópicos de modestia, como es el caso de Waldeck en su libro, o se caía en una autocensura que llevaba a guardar un silencio que podría romperse una vez Humboldt muriera. Después de 1859, año en que muere Humboldt, algunos autores bajarán a Humboldt de su ilustre pedestal y lo colocarán en paridad de importancia con otros viajeros. Esto último se ve, por ejemplo, en Hubert Bancroft. En su vasta biblioteca, que será luego la base de la Bancroft Library de la Universidad de California en Berkely, estaba la obra de Humboldt a la que acude para escribir la suya, The work of Hubert Howe Bancroft, pero allí Humboldt es mencionado sin formulismos y solo como un referente más entre muchos.

Hacia finales de siglo, además, y tal como señala Andrea Wulf en su libro, "Humboldt" comienza a convertirse en un vocablo polivalente que designa una corriente marina, parques, montañas, pueblos, ciudades, gaysers, bahías, glaciares, lagos, ríos, cascadas, parques y un largo etcétera. Incluso su nombre trasciende la misma naturaleza que estudió: a finales de siglo, viajeros como Baker, Bancroft o Marie Robinson hablan de "the Baron Humboldt Company", al parecer, la mejor compañía minera de México en su momento, y se hospedan en el "Hotel Humboldt", en la calle de Jesús, "where we secured very excellent accommodations" (Baker 1895, 81). En 1892, Antonio García Cubas mencionará, en Geografía e historia del Distrito Federal, al hotel Humboldt como uno de los 36 mejores hoteles de la ciudad de México (García Cubas 1892, 85).

En la configuración de Humboldt como autoridad en cuestiones de América, una mención merece la necesidad de resaltar su galantería y masculinidad. Sabemos que hoy existe controversia en torno a la sexualidad de Humboldt,23 pero este Humboldt galante y acomodado junto a una condesa en México del que habla Saussure es una figura que también se repite en algunos viajeros. Es el caso de la Marquesa Calderón de la Barca, por ejemplo, que en su Life in Mexico during a residencie of two years in that country habla de los miramientos de Humboldt con la Güera Rodríguez, quien fue celebrada por el viajero "as the most beautiful woman he had seen in the hole course of his travels", la consideró "a sort of western Madame de Staël" y termina: "It is a comfort to think that sometimes even the great Humboldt nods" (Erskine Inglis 1843, 71 y s. ). Ober también acude al tópico de un Humboldt enamoradizo y seductor de mujeres. Cuando habla de Xalapa dice: "Humboldt was in love with it, and perhaps with the doncellas as well for he had a very susceptible nature, this grand old man -not old when he visited Mexico, but young and handsome" (Ober 1884, 191).

Quiero, por último, detenerme en otros dos modos contrapuestos de percibir a Humboldt y que escapan, estrictamente, del marco referencial de este trabajo pero que son reveladores de cómo fue y es percibida, todavía hoy, la figura de Humboldt. Uno es el que vincula a Goethe con Jaime Labastida; el otro, el que asocia a Schiller con Juan Ortega y Medina.

Sabemos que, a partir de 1794, Humboldt visita Jena con asiduidad y que entra allí en contacto, gracias a su hermano Wilhelm, con Goethe y Schiller. La pasión compartida por el estudio de la naturaleza, la inquietud común de cómo entender la naturaleza, hizo que Humboldt y Goethe entablaran una estrecha y estimulante amistad. Todavía en 1826, en la conversación con Eckerman del 11 de diciembre, Goethe dice:

Alexander von Humboldt ha estado esta mañana unas horas conmigo [...] ]Qué hombre tan admirable! Hace mucho tiempo que le conozco y cada vez me sorprende. Puedo asegurar que conocimientos, en ciencia verdaderamente viva y organizada no tiene rival. ¡Y con una agilidad mental que nunca he visto en nadie! Estemos donde estemos, siempre se encuentra como en su casa y tiene algún tesoro que ofrecernos. Es como una fuente con muchos caños, en la cual sólo es preciso poner un recipiente debajo de cada uno de ellos, para recoger algo fructífero y reconfortante. No permanecerá con nosotros más que unos cuantos días; pero para mí tendrán el contenido de unos cuantos años (Eckerman 2001, 209).

Schiller, en contraparte, no se muestra tan entusiasmado con Humboldt. En una carta que coincide en fecha con las visitas del joven Humboldt a Jena (es decir, antes de su viaje a América), Schiller escribe:

a pesar de su talento e incesante inquietud, no llegará nunca a aportar a la ciencia nada realmente importante. Hay demasiada vanidad trivial en todos sus quehaceres, y no veo en él síntoma ninguno de interés puramente objetivo. Aunque parezca absurdo, con todo el respeto debido al tremendo y polifacético acervo de su conocimiento, observo una pobreza de sentido y significación que me parece el peor de todos los males en su profesión. Es un intelecto desnudo y analizador, que examina desvergonzadamente a la naturaleza, y con una audacia que me parece inconcebible. Sus palabras están vacías y sus conceptos son estrechos. No tiene imaginación. La naturaleza hay que contemplarla con sentimiento (citado en Ortega y Medina 2014, XII).

Las dos tendencias, una tan entusiasta y la otra tan opuesta, se replican en dos conocidos estudiosos recientes de Humboldt en México: Jaime Labastida y Juan Ortega y Medina, ambos renombrados profesores de la Universidad Nacional Autónoma de México. Los dos coinciden en la visión totalizadora de Humboldt, en su esfuerzo por encontrar la conexión universal de los fenómenos que en Cosmos el mismo Humboldt define como la "unidad en la diversidad", en su capacidad por vincular y derivar unos fenómenos de otros, desde las capas profundas de la Tierra hasta los movimientos celestes pasando por los reinos animales y vegetales y por los hombres, sus civilizaciones y sociedades. Pero ambos discrepan en el alcance, novedad e importancia del trabajo realizado por el prusiano.

Voy a comenzar con Ortega y Medina porque Labastida dialogará con él en sus escritos. Ortega y Medina es el autor del estudio introductor de la edición de Porrúa del Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, que es de amplia circulación en México. Tiene, además, numerosos ensayos que han sido recientemente compilados en el tomo 4 de sus obras, que lleva por título Humboldt.24 Voy a extraer algunas de las opiniones de Ortega: "de un tardío autodidactismo científico surge esta figura notable en la que se conjugan una formación científica y politécnica bastante amplia -si bien poco profunda" (Ortega y Medina 2014, IX); "los trabajos llevados a cabo por el viajero en el terreno empírico de la ciencia son anticuados y no poseen ningún valor real en la actualidad, salvo acaso sus descripciones y clasificaciones de vegetales americanos" (Ortega y Medina 2014, XIII); "El Ensayo es simplemente el resultado del fabuloso diálogo entre los sabios del virreinato [...] y el gran estimulante y receptor Humboldt" (Ortega y Medina 2014, XLV); "Aunque el Ensayo, visto en conjunto, es aceptable, en detalle resulta caótico e incluso técnicamente mal escrito" (Ortega y Medina 2014, XLIX);

El lado fuerte de Humboldt fue [...] su nunca satisfecha avidez informativa; el débil, su manifiesta inhabilidad para analizar y verificar los datos; pero sobre todo su falla extrema fue su incapacidad para insistir y profundizar sobre un tema o fenómeno hasta alcanzar sus raíces. Allí donde halló fuentes abundantes de información se muestra Humboldt consistente aunque no profundo, y sus análisis, si se observa con cuidado, adolecen de apresurados, incompletos y no obstante prolijos [...]. De este apresuramiento se resiente vivamente el método descriptivo de Humboldt, si bien la frondosidad lo disimula (Ortega y Medina 2014, XII).

Para Ortega y Medina, en síntesis, Humboldt es tal como lo percibió Schiller en su momento: un hombre con enorme capacidad para recopilar información y sintetizarla pero disperso y poco profundo; su falta de imaginación lo llevó a mantenerse en el marco de la ilustración francesa, conservando las monumentales maneras de abrazar la totalidad al modo de Buffon y no dar un paso más decidido hacia el idealismo alemán que vivió y conocía y que lo hubiese llevado a asumir una dinámica dialéctica de la materia y de los seres y desde allí, a una consideración evolucionista del Todo. La influencia de Humboldt en Darwin es ampliamente referida, empezando por el mismo Darwin.25 En su Journal, hace referencia a Humboldt en numerosas ocasiones y cita el Ensayo político sobre el reino de Nueva España y otros dos trabajos: Personal narrative y Fragmens asiatiques. El impacto de Humboldt en Darwin se puede medir en esta cita:

When I say that scenery of parts of Europe is probably superior to anything which we beheld, I except, as a class by itself, that of the intertropical zones. The two classes cannot be compared together; but I have already often enlarged on the grandeur of those regions. As the force of impressions generally depends on preconceived ideas, I may add, that mine were taken from the vivid descriptions in the Personal Narrative of Humboldt, which far exceed in merit anything else which I have read (Darwin 1860, 503).26

Jaime Labastida es, en contraparte, un gran defensor y reivindicador de la importancia del pensamiento de Humboldt para la ciencia y se muestra muy molesto con el esfuerzo de Ortega y Medina por "desmitificar a Humboldt" (Labastida 2016, 11) y con su "derroche de calificativos denigrantes en contra del científico alemán" (9). Señala, sí, que su sujeción al enciclopedismo francés le impidió ver la evolución orgánica y geológica del planeta, pero para Labastida él es sin dudas el precursor de la "concepción dialéctica de la materia" (7): Humboldt, en resumidas cuentas, le abrió las puertas a Darwin. Nadie pudo, dice Labastida, hacer el trabajo que realizó Humboldt en su época y no fue un mero recopilador y sintetizador de información: sus aportes a la ciencia son concretos y vigentes. Si vemos que Humboldt "fue el primero en trazar mapas de isotermas, isóteras, isobáricas [...], el primero en establecer el verdadero orden en el que se presentan las capas sedimentarias en la superficie del planeta, [y quien] estableció correspondencias universales entre latitud, longitud y alturas para, a partir de ahí, determinar la distribución de las plantas (con lo que dio origen a la geobotánica)", veremos que las ponderaciones críticas que hace Ortega y Medina sobre Humboldt son limitadas y "no tienen base ni solidez" (11).

Un último asunto en el que Ortega y Labastida toman posiciones muy contrapuestas tiene que ver con el espinoso tema de la relación entre Humboldt y Jefferson.27 Ortega y Medina es contundente al respecto: Humboldt se valió de los jóvenes estudiantes del Colegio de Minería en México para recoger muchísima información, mucha muy reservada, sobre el territorio y los recursos de la Nueva España que puso a disposición de Jefferson cuando llegó a Filadelfia.

Los pobres dibujantes y jóvenes alumnos de Minería jamás pudieron sospechar para quienes habían ¡ay! gratuitamente trabajado [...]: lo cierto es que las primeras reclamaciones, primero contra España y posteriormente contra México, comenzaron a tomar cuerpo en aquellas interesadas vacaciones que le brindó Jefferson a su admirador Humboldt: que la hospitalidad obliga (Ortega y Medina 2014, XVII).

Para Labastida, el tópico de que Humboldt brindó la información a Jefferson que permitió a Estados Unidos invadir México y despojarlo de la mitad de su territorio es un lamentable lugar común que se reitera sin revisión ni pertinencia, empezando por el hecho de que Humboldt estuvo en Estados Unidos en 1804 y la invasión a México sucedió 43 años más tarde. Para Labastida, nada pudo darle Humboldt a Jefferson que no entregara a las autoridades de Nueva España ni que publicara en los volúmenes de su Voyage aux régions équinoxiales. "Con la generosidad que le fue característica", concluye Labastida, Humboldt no pudo darle nada a Jefferson que no entregara también a "todo el mundo científico" (Labastida 2016, 23).

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1Este trabajo es producto del proyecto CONACYT Ciencia Básica 253921, Saber y discurso en la literatura de viajes por América (siglos XVII y XIX).

3Tal como sostiene Ortega y Medina en la "Introducción" al Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, la idea de una clausura del imperio español a todo viajero europeo por territorio americano es relativa. Prueba de ellos son las excursiones de Lapérouse (1797), La Condamine (1735), Malaspina y científicos de diversos orígenes que los acompañaron (Haenke, Mothes, Née, Loefling, ingenieros de minas alemanes, etc.). Ver Ortega y Medina 2014, XXVII y s.

4En 1847, Mayer, en Mexico, as it was and as it is, dice: "In 1842 [...] we possess no publication upon Mexican statistics except the work of Baron Humboldt, written in 1804. That work, precious as it is, has become useless as a guide, in consequence of the immense changes during the intervention of a long and revolutionary period" (1847, 327).

5"I have read and re-read backwards and forwards every thing I posses" (Erskine Inglis 1843, 18).

6"Des voyageurs ont parcouru l'Amérique Centrale après de Humboldt, et ont ajouté leurs observations à celles de l'illustre écrivain, pour le confirmer plutôt que pour le modifier. Tel est, en effet le privilége de ces grandes intelligences qui de temps à autre, viennent éclairer l'humanité, que leurs découvertes et même leurs hypothèses sont consacrées par les recherches et les travaux des patients explorateurs venus après eux. Si ces génies ont négligé ou effleuré trop légèrement quelques détails, si parfois ils n'ont entrevu la vérité qu'à travers un brouillard, leurs conclusions sont en bloc toujours conformes à l'ordre générale des faits moraux et physiques. Les Cuvier, les Humboldt, les Arago, les Champollion n'ont certes pas vu toute la vérité, mais ils ont frayé la route à suivre, et ne sont jamais tombés dans ces erreurs absolues qui pendant des années égarent les savants venus après eux" (Viollet-le-Duc 1863, 3). Las traducciones del francés al español con mías.

7La hipótesis es que pueblos probablemente de origen mongol cruzaron a América por el estrecho de Bering y migraron de norte a sur, hasta Tierra del Fuego. Un reciente artículo publicado en Science sugiere una nueva posibilidad apoyada en unos descubrimientos en Idaho: los primeros pobladores de América llegaron navegando por el Pacífico, probablemente desde Japón (ver Davis et al., 2019).

10La influencia del orientalismo en Humboldt es un tema ampliamente trabajado por el investigador Oliver Lubrich. Ver, por ejemplo, su artículo "Egipcios por doquier'. Alexander von Humboldt y su visión 'orientalista' de América". Para el tema específico del origen oriental de los mayas ver Depetris 2014.

11Tuvo, en realidad, contacto personal con cuanto personaje famoso se cruzara, según su propio testimonio volcado a su amiga Mary Darby Smith, en su vida: David, Napoleón, María Antonieta, Lord Byron, Beau Brumell, etc. (ver Darby Smith 1878).

12"Cette tromperie est la cause que Mr. De Humboldt a fait une foule des conjectures très inutiles comme on va le voir. Premièrement il n'existe pas à Oaxaca ni dans les environs un pareil relief" (AYER 1263).

13"On trouvera sans doute assez étrange que moi qui ne suis seulement connu, ni par des œuvres, ni par des écrits, j'ose critiquer un homme si justement célèbre? [...] Mr, de H n'est resté que onze mois à Mexico, comment aurait-il pu voir plus que beaucoup d'auteurs qui y sont resté 30 ans?" (AYER 1293).

14"le voyageur les plus inexacte qui existe" (AYER 1268).

15"j'ai en soin de se parler du ce que j'ai vu, aussi puis-je assurer qu'aucune des mes description [...] ne manque pas de la fidélité, qui est le premier caractère requiere pour un voyager" (AYER 1263).

16"a mon avis quand on veut écrire il faut tout apprendre par soi-même et non par les autres". (AYER 1268).

17"Mr. de Humboldt dit que cet ouvrage n'est en rien inférieur à celui du Marc Aurèle du Capitole" (AYER 1263).

18Marie Robinson Wright, en Picturesque Mexico, todavía a finales del siglo XIX, se apoya en Humboldt al mencionar la estatua de Carlos IV: "the statue of Charles IV [...], according to Humboldt, the finest equestrian statue in the world next to that of Marcus Aurelius in Rome" (1897, 437).

19"On apprend parfois en voyageant des choses fort singulières. J'ai appris, para example, que durant son séjour au Mexique M. de Humboldt ne s'est point foulé la rate, comme on le croit généralement en Europe. Il a tranquillement été passer 6 mois dans un lieu charmant avec une certaine comtesse de Mexico, tandis qu'une demi-douzaine de petits grands-hommes que lui avait adjoints le roi de Prusse, couraient le pays [...]. Du reste, cela ne prouve rien. Il est bien peu de grands hommes dont la vie analysée de près ne montrât que leur réputation est plus ou moins usurpée. Il y a du reste toujours un grand mérite à produire, quand même c'est par les autres. Bien peu de gens ont ce talent" (Saussure 1993, 173).

20"M. de Humboldt avec ses belles descriptions, qui ne sont que les phrases d'un halluciné et d'un rêver, m'a entièrement trompé. Le Mexique est un pays affreux" (Saussure 1993, 289). "Le lac de Patzcuaro est le plus beau que j'aie vu au Mexique, mais c'est loin d'être le plus beau du monde, comme M. de Humboldt a fait la mauvaise plaisanterie de le dire" (335).

22"tout ce qu'on a fait est faux, à commencer par Humboldt" (Saussure 1993, 473)

23Ver, en este sentido el libro de Wulf y la carta de Caldas a Mutis sobre Carlos Montúfar.

26No obstante, la deuda que Darwin tiene con Humboldt, es habitual poner a los dos hombres en relación de importancia y, en esa comparativa, la opinión generalizada es que Humboldt no fue Darwin y no al revés. En fechas recientes, y en coincidencia con la celebración de los 250 años del nacimiento de Humboldt, percibo un esfuerzo por resaltar la figura de Humboldt como aquél que predijo los efectos que el uso indiscriminado de los recursos naturales podía tener en el planeta. Así creo que se está ejecutando desde diferentes aristas la construcción de una nueva faceta de Humboldt como precursor de las teorías del "cambio climático". Esto se ve claramente en el libro citado de Andrea Wulf en el ámbito de la divulgación, en el artículo de Oliver Lubrich (2019) en el ámbito académico, y en el ámbito periodístico, en un reciente artículo aparecido en El País, "Humboldt, el genio romántico que anticipó el cambio climático", firmado por Jacinto Antón (19 de octubre de 2019). Precisamente en esta nota, muy criticada por lectores que dejaron comentarios y que destacaban lo ácrono y el efecto propaganda de vincular a Humboldt con problemas de ecología, el periodista cita al historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron, quien dice: "Su legado abruma [el de Humboldt], es un hombre de saber universal o, mejor aún, de ambiciones universales, pero como teórico no es un Newton, un Darwin, un Maxwell o un Einstein. No creo que fuera muy consciente de lo que se desprendía de sus ideas holísticas sobre la naturaleza. Era por encima de todo una extraordinaria mezcla de explorador científico empírico y recolector de datos, pero no hace avanzar significativamente la ciencia como los que he citado" (ver https://elpais.com/elpais/2019/09/20/ideas/1568980684_909618.html). El problema y el discurso en torno al cambio climático son de los más potentes en la actualidad. Situar a Humboldt en la génesis de ese discurso es, sin dudas, una poderosa fuente de legitimación que promueve, una vez más, ubicarlo en el panteón de las grandes mentalidades científicas.

27Sobre este controvertido tema, uno de los estudios más lúcidos es el realizado por Sandra Rebok en Humboldt and Jefferson. A transatlantic friendship of the Enlightment.

Recibido: 10 de Enero de 2020; Aprobado: 30 de Abril de 2020

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