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Península

versão impressa ISSN 1870-5766

Península vol.15 no.2 Mérida Jul./Dez. 2020  Epub 12-Nov-2020

 

Artículos

Turismo y dependencia en México: el trabajo en las ciudades turísticas de Quintana Roo

Tourism and Dependency in Mexico: Work in the Tourist Cities of Quintana Roo

Renata Escamilla Cárdenas1 

1 Universidad Nacional Autónoma de México, rennescamilla@gmail.com.


Resumen

Aunque el turismo es actualmente una de las actividades de mayor crecimiento a nivel mundial, su distribución regional no se ha dado de manera homogénea, acelerándose en economías dependientes, en donde reproduce una condición subordinada, pues se encuentra en función del mercado exterior. También se debe tener en cuenta que esta actividad la dirige el capital extranjero y la hacen posible un conjunto de labores estacionales, eventuales e intensivas desarrolladas por mano de obra no calificada. Además, como la producción y el consumo ocurren en un mismo territorio, la fiesta se convierte en uno de los espacios predilectos del turismo en México. Esta situación repercute en las condiciones de vida de la gente que acude a la península de Yucatán en busca de empleo.

Palabras clave: turismo; división internacional del trabajo; dependencia; especialización productiva; producción de espacios turísticos

Abstract

Although tourism is currently one of the fastest growing activities worldwide, its regional distribution has not been homogenous, being accelerated in dependent economies, reproducing a subordinate condition as an activity that depends on the foreign market. It should also be taken into account that this activity is led by foreign capital making possible a set of seasonal, eventual and intensive work carried out by an unskilled labor force. In addition, since production and consumption take place in the same territory, a festival becomes one of the favored spaces for tourism in Mexico. This situation affects the conditions of life of the workforce attracted to the Yucatán peninsula in search of employment.

Keywords: tourism; international division of labor; dependency; productive specialization; production of tourist spaces

Introducción

El turismo es considerado uno de los principales motores del desarrollo a nivel global. Se destaca la generación de empleos como su principal atributo (en 2018 8.6 % del empleo total en México lo generó el sector turístico) y este argumento en abstracto lo ha posicionado como una actividad prácticamente incuestionable desde los discursos político y académico. Así lo muestra la imposición del Tren Maya en la península de Yucatán y el hecho de que su construcción esté dirigida por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR). Además, le otorga gran legitimidad en las sociedades en donde se implanta, pues encuentra sustento en relaciones de origen colonial, por ejemplo, la exaltación de la riqueza geográfica y cultural de los territorios, y el orgullo de mostrar al mundo y presentar como exóticos a determinados grupos étnicos: los pueblos indígenas de México, la comunidad afrodescendiente del Caribe, o una combinación de ambas, como ocurre en la Riviera Maya en Quintana Roo. Se implanta la promesa de la ciudad cosmopolita del recreo y el descanso, en donde, libremente, se presume, se reúnen los ciudadanos del mundo (aunque todo esto sea sólo una aspiración).

En el contexto de la división internacional del trabajo, sin embargo, el crecimiento del turismo no ha sido uniforme, acelerándose en ciertas regiones dependientes del sistema mundial capitalista,2 en donde reproduce su condición subordinada al posicionarse como el principal eje de la economía nacional, y al estar integrado por un conjunto de actividades simples, intensivas en fuerza de trabajo poco calificada, estacional y eventual.

En el primer apartado, el artículo se propone analizar esta especialización productiva diferenciada, cuyo impacto se muestra no sólo en el incremento del número de turistas que llegan a un territorio y en la derrama económica que desatan en estos lugares; sino en el papel que el turismo juega en las exporta ciones de servicios comerciales de estas economías. En el segundo, se realiza una aproximación a la definición de turismo desde la perspectiva del trabajo, mostrando las principales actividades que lo integran (al explorar la actividad desde la perspectiva de su valor de uso), e incorporando una mirada territorial a través de la cual se incluye el trabajo en la construcción como parte importante de la producción de los espacios turísticos. Por último, se revela la fiesta como un espacio de producción en estas ciudades turísticas y, en este sentido, la necesidad de problematizar el turismo desde la unidad producción-reproducción para com prender las implicaciones de esta creciente especialización productiva (dependencia) en México, haciendo énfasis en las repercusiones en las condiciones mediatas y futuras de la fuerza de trabajo, invisibilizada, del turismo.

Este artículo forma parte de la tesis "El trabajo en el turismo de Quintana Roo: dinámica regional en el patrón exportador de especialización productiva en México", con la que obtuve el grado de maestra en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México (2018). Como tal -preciso subrayar-, buena parte de las observaciones aquí expuestas surgieron a lo largo de la investigación como vetas de análisis urgentes para denunciar las problemáticas del turismo en México, si bien de varias hago sólo una breve mención, aunque su importancia exige su profundización en futuros esfuerzos.

El turismo en la división internacional del trabajo

El turismo se ha convertido en una de las actividades de mayor popularidad en el mundo. Se calcula que la llegada de turistas internacionales creció en un 6% en 2018 (muy por encima del 3.7% del conjunto de la economía global); alcanzando una participación del 10 % del PIB mundial, con 1.2 billones de dólares en ingresos por turistas internacionales. Además, la actividad se ha incrementado de manera sostenida y las llegadas de turistas internacionales en el mundo han pasado de 25 millones en 1950 a 1235 millones en 2016 (OMT 2018b).

Sin embargo, aunque creciente a nivel internacional, este auge no ha ocurrido indiferenciadamente. En 2016, los crecimientos más acelerados los presentaron Asia Oriental y el Pacífico, y África, con un aumento del 9 % y 8 %, respectivamente, y aunque en el caso asiático esto ha ocurrido de modo más uniforme, la concentración de la actividad es tal, que el incremento se localiza en determinadas regiones e incluso ciudades al interior de estos continentes, como Bangkok, Chongqing, Hong Kong o Kuala Lumpur, en Asia, o Marruecos, Guiza, Durban o Luanda, en el continente africano. Así, desde la última década del siglo pasado, a la fecha, la brecha entre el turismo en unas economías y otras se ha ido acortando; siendo más constante el crecimiento de la actividad en las economías dependientes; aún durante la crisis de 2008, cuando el incremento del turismo en economías desarrolladas tendió a ralentizarse (Gráfica 1).

Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Organización Mundial de Turismo (OMT 2018b).

Gráfica 1 Llegadas de turistas internacionales a economías avanzadas y emergentes 

Según la OMT, se proyecta que el turismo tenga un mayor crecimiento en países "emergentes" que en "avanzados"; previéndose que, para 2030, el 57% de las llegadas de turistas internacionales se registren en destinos turísticos de economías emergentes (frente al 30% que obtuvieron en 1980) y el 43% lo haga en economías avanzadas (frente al 70% de 1980). (OMT 2018b).

En el continente americano (que obtuvo un crecimiento del 6.3% en 2016, respecto al año anterior), América del Sur lideró el incremento de la actividad en la región (7%), seguido del Caribe y Centroamérica (ambos con 5%) y de América del Norte (2%); aunque, dentro de este último, fueron Canadá y México quienes obtuvieron los mayores crecimientos (11% y 9 %, respectivamente) (OMT 2018b).

Estados Unidos, por su parte, que para el 2015 atrajo un mayor número de turistas (77.5 millones) y de ingresos por turistas (205.9 mil de millones de dólares), presentó una caída en el sector del turismo del 2 %; mientras que, se podría decir, su especialización en la actividad se ha mantenido, al representar un 28 % de sus exportaciones en servicios comerciales3 en la categoría viajes, tanto en 2005 como en 2016. Tendencia opuesta a la de Latinoamérica, principalmente a la subregión del Caribe, en donde los viajes obtuvieron porcentajes hasta del 90 % de los servicios comerciales en 2016, en lugares como Las Bahamas y Haití (Tabla 1).

Tabla 1 Estructura de las exportaciones de servicios comerciales por región y países seleccionados 

Exportaciones de
servicios comerciales
Transporte Viajes Seguros y servicios
financieros
Servicios informáticos,
comunicaciones y otros
servicios comerciales
$ millones % del total % del total % del total % del total
Mundo 2005 2016 2005 2016 2005 2016 2005 2016 2005 2016
2 634 280 4 861 637 25 19 29 25 8 9 40 48
Región
América Latina y el Caribe 87 528 171 481 22 14 51 54 5 8 22 25
África Subsahariana 30 771 63 038 35 31 42 48 5 6 18 15
Norteamérica 417 669 813 594 15 12 27 27 12 15 46 46
Asia Oriental y el Pacífico 456 981 1 041 396 30 19 29 24 4 6 37 51
Europa y Asia Central 1 421 073 2 315 255 23 21 24 20 10 9 44 51
Asia del Sur 57 291 171 788 17 13 14 14 4 5 64 68
Oriente Medio y Norte de África 29 6 24
País 2005 2016 2005 2016 2005 2016 2005 2016 2005 2016
México 15 697 24 097 9 6 75 81 10 12 6 1
Estados Unidos 357 422 732 551 15 12 28 28 13 16 44 45
Canadá 58 905 79 796 18 15 23 23 7 12 52 50
Bahamas 2 460 2 893 2 3 84 90 0 0 14 7
Haití 93 574 85 89 0 2 15 9

Fuente: Banco Mundial (2017).

Es así que el papel del turismo para una economía no se explica sólo por la cantidad de turistas que llegan a territorio nacional, o por la cantidad de divisas que ahí generan (aunque tan sólo estos datos muestran que la brecha entre la llegada de turistas y los ingresos que aportan en las regiones emergentes es mucho mayor que en el desarrollado); sino por la dependencia que estas economías presentan a la actividad, tanto las regiones en las que se convierte en la única opción productiva, como el conjunto de la economía nacional que orienta el eje de la acumulación hacia el turismo.

Esta distribución diferenciada del crecimiento de la actividad -que, desde el discurso oficial, se ha atribuido al desarrollo de la infraestructura urbana que necesitaba buena parte del mundo dependiente para atraer al turismo internacional- estaría mostrando, desde esta lectura, el papel del turismo en la división internacional del trabajo y el significado que tiene que la actividad se concentre en estos territorios en términos del intercambio desigual que impera entre unas regiones y otras.

En México, que es el único país latinoamericano en el ranking mundial, el incremento del turismo se ha visto reflejado tanto en la llegada de turistas a territorio nacional (39.3 millones de visitantes para 2017, con las que ocupa la sexta posición), y en el ingreso de divisas (21.3 miles de millones de dólares, ocupando el decimoquinto lugar, último del ranking); como en el incremento de la especialización productiva en la actividad (que para 2016 participó con un 81 % de las exportaciones de servicios, respecto al 75% que representó en 2005) (Tabla 1). Aunque el 80% de este turismo, internacional, está concentrado en Cancún y la Riviera Maya (en Quintana Roo) y en Cabo San Lucas (en Baja California Sur) (Torreblanca 2018).

Es el turismo masivo de sol y playa el que encabeza la actividad en el país desde los años treinta del siglo XX cuando, con la producción de Acapulco como La Perla del Pacífico, el turismo comienza a posicionarse como una actividad económica planeada. Luego de que La Habana fuera clausurada como principal burdel norteamericano, y en pleno desarrollo de la industria automotriz en Estados Unidos y del avance del sistema carretero en México, que unió al puerto con la capital, Acapulco se convierte en uno de los atractivos turísticos más destacados para el consumo internacional (Gómezjara 1974).

La creación de empleos de baja inversión y el flujo de divisas que pronto empezó a generar una actividad producida y consumida en el mismo espacio, fueron de las principales motivaciones para el impulso de la actividad en el país, de manera más sistemática a partir de los años cincuenta, cuando la actividad es estimulada por el incremento de la capacidad de consumo de la clase trabajadora en Estados Unidos y Europa, en donde se instauran las vacaciones pagadas, el cre cimiento de la industria aérea y la incorporación de la clase turista en la aerolínea Pan American Airways (Coll-Hurtado 2016).

Poco más tarde, a inicios de los años setenta del siglo XX, y en un esfuerzo por construir un atractivo que compitiera en el mercado internacional en el circuito turístico del Caribe, se inicia la construcción del Centro Integralmente Planeado (CIP) Cancún4 en una región del país que, desde la perspectiva del Estado, permanecía aislada y económicamente ociosa. La construcción de una ciudad dedicada al turismo en esta parte del territorio nacional -cuna de la Guerra de Castas (1847-1902), una de las sublevaciones indígenas más prolongadas y destacadas de la historia colonial del continente americano-, fue determinante para hacer hoy de este espacio el atractivo turístico más importante del país. El triunfo del ejército mexicano en el sometimiento de los mayas cruzo'ob5 significó, por una parte, el control de esta región en la península de Yucatán (y con ello su fragmentación), y por la otra, su despoblamiento, dejándola prácticamente deshabitada, vulnerable a la imposición de un megaproyecto de estas dimensiones. Así, los esfuerzos de colonización de esta región por parte del Estado mexicano (Macías 1999; Mendoza 2009) se tradujeron en la atracción de fuerza de trabajo barata, para incorporarla a las primeras fases de producción de este espacio turístico, y contra las cuales (aun cuando al principio se otorgaron tierras) pronto se inició un proceso de expropiación (Marín 2015) para la expansión de este megaproyecto.

La construcción del imaginario en torno al Caribe y la exotización del pueblo maya, fueron dos mecanismos fundamentales en la producción de Cancún como nuevo atractivo del circuito turístico del Caribe; sumando a la popularidad de sus aguas turquesa y la riqueza cultural de un pasado prehispánico que se mitificó. La producción de El Caribe mexicano, por tanto, significó desde el inicio un jugoso mercado por todo el despliegue de capitales que implicó iniciar un megaproyecto turístico en medio de la selva. A diferencia de otros atractivos del país que se han producido en torno a un pueblo con sus más o menos años de historia, la ciudad de Cancún se construye, literalmente, con una vocación específicamente turística; de manera que, para 1972 se ocupaban ya a más de cinco mil trabajadores en 12 700 ha, quienes comenzaron la construcción del primer hotel en Cancún: el Maya Caribe (Talledos 2016).

Así, la planeación turística en el país se caracterizó desde sus inicios por el fomento a este tipo de turismo de masas, altamente concentrado y en manos de capital extranjero que, a la fecha, dirige la acumulación de capital en el país. Además, el control vertical de todo el circuito productivo del turismo hace que la llegada de millones de personas al territorio no represente una derrama económica en los lugares en los que se instala; desarrollándose, más bien, bajo la forma de enclave.6 Esto supone el control del consumo de los turistas, el dominio de su movilidad por el territorio y su confinación sólo en una fracción de las ciudades turísticas que, en el caso del turismo de sol y playa, se condensa a lo largo del litoral.

Las zonas hoteleras de estos destinos turísticos se encuentran aisladas del resto de la ciudad, de manera que, bajo la modalidad all inclusive, los turistas pueden desplazarse durante su estancia del hotel al aeropuerto sin tener que pasar por la ciudad. Lo todo incluido comprende reproducciones artificiales de selvas al interior de las instalaciones (aun cuando estén dentro de una) y la realización de actividades de entretenimiento (que en su mayoría se repiten semana tras semana), de manera que los turistas no se ven obligados a salir del hotel sino para volver a casa:

De esta suerte, se está creando y consolidando, cada vez en mayor medida, un control oligopólico del turismo internacional, cuya operación ideal supone que la agencia de viajes perteneciente a determinada corporación trasnacional organice grupos de turistas que son transportados por la línea aérea perteneciente a la misma corporación, alojados en el extranjero en hoteles poseídos o administrados por la cadena hotelera perteneciente a la misma corporación, que en el exterior se movilizan en automóviles rentados a la misma compañía arrendadora de vehículos perteneciente a la misma corporación, que realizan la mayor parte de sus consumos en restaurantes, bares, centros nocturnos, comercios y establecimientos de servicios personales controlados o conectados con la cadena hotelera perteneciente a la misma corporación y, finalmente, retornados a su lugar de origen por la misma línea aérea. Literalmente, una corporación turística trasnacional puede vender al turista un viaje que se inicia en la puerta de su domicilio y termina en el mismo lugar (varias semanas y varios cientos de fotografías o pies de películas después), sin que este tenga de qué preocuparse, lo que, después de todo, es precisamente lo que quiere la mayoría de los turistas. (Navarrete 1971, 596).

Lo que se hace manifiesto en estas fotografías, que es uno de los principales contenidos que circula hoy en las redes sociales, es la experiencia turística como una fuente cada vez más recurrente de prestigio social. Los turistas hacen enormes filas para fotografiarse frente a los íconos turísticos más famosos del mundo (imágenes en las que insisten en aparecer solos, aun cuando haya un mundo de gente alrededor) y subir estos registros a sus redes sociales junto a frases como "Travel is the only thing you buy that makes you richer". Éstas, junto a otras ideas que también circulan en el imaginario colectivo, como ser una persona de mundo, dan cuenta de la exaltación del viaje como la forma más deseable de consumo del tiempo libre, y de la acumulación de experiencias turísticas como nueva forma de enriquecimiento.

Sin embargo, aunque la práctica turística se debe en gran medida a la mercantilización de algo tan subjetivo como la experiencia del viaje, el turismo se materializa en la combinación de distintas actividades, tanto productivas como improductivas,7 con las que se objetiva dicha experiencia: un viaje en avión, room service, un paseo a alguna reserva natural, un paquete de fotografías del recorrido, souvenirs. Trabajos con los que la actividad adquiere concreción y -por tanto-, a través de los cuales se define el valor de uso del turismo.

Los trabajos del turismo

El turismo está determinado, según la Cuenta Satélite de Turismo (creada por la OMT para homogeneizar las estadísticas relacionadas al turismo), por una combinación de bienes y servicios relacionados con la atención a los turistas (Gráfica 2), a quienes se les define de acuerdo con el tiempo que permanecen fuera de sus lugares de origen (considerándoles turistas si su viaje incluye una pernoctación); y se les clasifica conforme a su origen y destino (interno /emisor /receptor) (OMT 2018a).

Fuente: INEGI (2017).

Gráfica 2 Composición del PIB turístico en México, 2016 

Así definido (Gráfica 2), el turismo está concentrado en tres actividades simples, dirigidas a dar hospedaje y satisfacer a estos turistas: los servicios de alojamiento (28.8%), seguidos del transporte de pasajeros (19.5 %) y de los servicios en restaurantes, bares y centros nocturnos (15.4%).

Respecto al trabajo (Gráfica 3), y en contraste con su aportación al PIB turístico, los servicios de alojamiento sólo representan el 9% de los ocupados por el turismo según estas cuentas. Por el contrario, los servicios de restaurantes, bares y centros nocturnos representan el mayor porcentaje (28.9 %), seguido de los servicios de transporte de pasajeros (25.3%). Lo que refuerza la idea de que la fiesta se ha convertido en un espacio de producción del turismo tan común que la mayor parte de los y las trabajadoras son atraídos para ser ocupados como meseros, cocineros, bartenders, etcétera, y que el consumo del tiempo libre de buena parte de la sociedad mundial se ha estado limitando a esas formas de reproducción a las que, al menos, se aspira.

Fuente: INEGI (2017)

Gráfica 3 Participación porcentual de las ocupaciones remuneradas en el sector turístico, 2016 

Si bien estas aproximaciones nos acercan al problema del turismo desde la perspectiva del trabajo, son definiciones realizadas en abstracto, que no toman en cuenta que la actividad se produce en un espacio; de manera que las cuentas sobre turismo excluyen otro trabajo que también hace parte importante de la producción de los espacios turísticos, y que tiene que ver con el propio proceso de urbanización que se realiza en estos lugares una vez que la actividad se ha impuesto como eje de acumulación de los mismos: la construcción.

Adoptar esta mirada territorial para entender el trabajo en las ciudades turísticas más que en el turismo como hecho aislado, permitió visibilizar la articulación que, en la práctica, se establece entre unos trabajos y otros en la producción de un mismo espacio. En cuanto a la organización territorial del trabajo en la región, como el turismo es la actividad que más empleo genera -además de ser relativamente bien remunerado- le permite a la fuerza laboral organizar la estructura interna de sus unidades domésticas y adaptarla a las necesidades productivas. De esta manera, se expulsa a una parte de sus miembros, principalmente los más jóvenes, a las ciudades de descanso de la Riviera Maya; mientras el resto de los miembros permanecen en las comunidades de origen a realizar otras labores, generalmente relacionadas con el trabajo campesino.

Hotelería

El origen del turismo como práctica sistemática de consumo del tiempo libre puede ubicarse después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las necesidades de descanso y esparcimiento se estandarizaron y, bajo las normas de la producción fordista, se incorporaron al consumo obrero del mundo desarrollado (Castellanos y Pedreño 2006, 23).

Siguiendo los preceptos del consumo burgués, el surgimiento de la hotelería permitió la incorporación del trabajo doméstico (improductivo desde el punto de vista del capital) a la esfera productiva, trasladando las actividades de aseo y asistencia características de este tipo de trabajo a un complejo de habitaciones temporales puestas en renta. Si bien este es sólo uno de los servicios que caracterizan al turismo, se trata de una de las actividades más destacadas, porque dio sustento material a la estancia de los turistas en el territorio, y también por tratarse de trabajos de una intensificación particular, porque estando dedicados a prestar servicios directos de aseo, asistencia y entretenimiento a los turistas, la producción y el consumo se realizan casi en simultáneo. Así, no sólo se obliga a producir más en menos tiempo (intensificando el trabajo); sino, además, a hacerlo con una sonrisa en la cara.

La dinámica que genera una actividad como esta, sustentada en el contacto directo entre trabajador y consumidor, promueve relaciones regidas por la satisfacción de los turistas (con lo amplio y relativo que esto pueda ser), y con una forma de remuneración, como las propinas, que son otorgadas por el consumidor en función de su consideración de la cantidad y la cualidad del servicio adquirido. Constituyen estas una parte tan importante en el ingreso de los trabajadores que, en la mayoría de los casos, representan más del cincuenta por ciento de lo mismo; y proveen la apariencia de tratarse de trabajos bien remunerados (uno de los principales motivos que atraen a trabajadores de distintas partes del país, aunque principalmente de la región sureste), invisibilizando que los trabajadores mejoran su poder adquisitivo mientras la moneda nacional se devalue, una forma de "seudosobresalario".8

Este mecanismo genera un trabajo superexplotado9 porque permite a los capitalistas del turismo remunerar a la fuerza de trabajo por debajo de su valor y, al mismo tiempo, asegurar su reproducción, sobre la base de un conjunto de relaciones de origen colonial por las cuales se legitima hasta la naturalización que ciertas clases, de determinadas adscripciones étnicas, sirvan a otras. Para efectos prácticos, sin embargo, la adquisición de propinas se convierte en uno de los principales atractivos del turismo porque permite que quienes trabajan prestando servicios a los turistas accedan de forma directa a las divisas en estos destinos de consumo internacional; y con ello, que estas fluyan al interior de las ciudades turísticas.

Transporte

A estos empleos se suma el trabajo en el transporte, necesario para movilizar a los turistas desde sus lugares de origen a los destinos turísticos, y entre un destino y otro; y a los trabajadores que se desplazan diariamente entre sus casas y los lugares de trabajo (que, en muchos casos, se encuentran varios kilómetros fuera de estas ciudades turísticas).

Por tanto, y en el contexto de una actividad que se produce y consume en el mismo territorio, el transporte es una rama esencial para el turismo. El incremento de la demanda de viajes, el mejoramiento de la conectividad y el abaratamiento de los precios del transporte aéreo son, según el OMT, algunas de las principales causas del crecimiento del turismo mundial (OMT 2018b). Además, este tipo de transporte, destinado al consumo turístico, es una de las actividades que más contribuye al PIB turístico (19.5%); y en la cual está concentrada la inversión extranjera directa en transporte en México (Secretaría de Economía 2018).

A diferencia del trabajo en hotelería, el transporte puede estar o no dirigido al consumo del turista; habiendo -en el caso del transporte terrestre de pasajeros- quienes prefieren dedicarse al mercado local porque se trata de un mercado más constante, que depende menos de la estacionalidad del turismo: "el turista es por temporada, se va y ya se acabó; el paisano está todo el año contigo, todo el año está contigo; el trabajador, la señora que lleva a los niños a la escuela", observa un taxista originario de Chiapas, asentado en Quintana Roo desde hace quince años.

Destinado de manera diferenciada a unos o a otros, la importancia de este trabajo radica en el papel que cumple en la cadena productiva al poner en circulación las mercancías; en el caso del turismo, al posibilitar el flujo de turistas y trabajadores por el territorio en el proceso de producción de los espacios turísticos; una de las actividades que más aportan al PIB turístico y que más fuerza de trabajo demandan por la importancia de la movilidad para esta actividad fundamentada en el viaje. Esto implica el control de la movilidad de los turistas, quienes, como parte fundamental de la experiencia turística, deben abandonar sus territorios y experimentar otros; y de los trabajadores, quienes deben transitar diariamente entre los lugares en donde se les margina a los lugares en donde se confina a los turistas.

Comercio

El comercio es una de las actividades más importantes del turismo no sólo por su papel en la producción de estos espacios de consumo exacerbado, sino por la cantidad de empleos que genera en estas ciudades, en donde, gracias al tipo de cambio, el poder adquisitivo de los trabajadores se ve considerablemente incrementado. Sin embargo, al estar subordinado a la propina es altamente dependiente de la productividad del turismo y, junto con éste, muy sensible a las crisis. Por lo anterior, mientras haya afluencia de turistas, se aseguran buenos ingresos para el conjunto de la clase trabajadora de las ciudades turísticas, pero si la demanda de turismo baja, una gran cantidad de trabajadores queda desempleada.

Aunque, según la composición del PIB turístico en México, sólo tiene una participación del 7.4 %, podría agregarse a este tanto el comercio de bienes y artesanías, cuya participación es del 10.6%; como toda la gente que trabaja en el comercio informal destinado al consumo local10 y que no está siendo contabilizada en estas estadísticas. Como el trabajo en el transporte, el comercio puede estar destinado al consumo de los turistas o de los trabajadores, diferenciándose tanto en las magnitudes y la procedencia de los capitales invertidos, como en los lugares y las maneras en las que se lleva a cabo el consumo.

Estas divergencias se muestran en los contrastes que presentan los lugares, incluso entre unas calles y otras. Si bien el turismo ocurre en el mismo territorio, la ciudad se polariza para concentrar a los turistas a lo largo del litoral, con vista al mar, y para aglomerar a la clase trabajadora a su alrededor, disponible para emplearse en cualquiera de los trabajos que se generan en estos destinos turísticos. Así, aunque en el mismo lugar, los espacios de consumo están bien diferenciados para unos y otros.

El contraste entre la 5ta. y la 30 Av. en Playa del Carmen es ilustrativo. La primera es un andador con piso de adoquín -y rodeado por una ciclopista-, repleto de tiendas de marcas exclusivas de ropa y joyería en donde los turistas compran exactamente las mismas cosas que podrían adquirir en sus lugares de origen. La segunda, paralela a ésta, es la ruta de la mayoría de los camiones y combis que atraviesan el centro de la ciudad; lugar de tiendas departamentales, paleterías, cyber cafés, tiendas de empeño, tacos, zapaterías, etcétera.

En algunas de las tiendas de la 5ta. Avenida, los trabajadores, quienes no pueden consumir lo que ponen a la venta, permanecen fuera de los establecimientos para promocionar, con mayor o menor insistencia, en español o en inglés (de acuerdo con la evaluación fenotípica que hacen de quienes son turistas, y de quienes no lo son), los productos o servicios que ofrecen. En la 30 -a la que nadie llama avenida siquiera-, por el contrario, las y los trabajadores permanecen dentro de los establecimientos, disponibles para ofrecer sus servicios -en español- a quien pregunte por ellos.

Construcción

Por último, se toma en cuenta aquí al trabajo en la construcción que, si bien no se relaciona de manera directa con los servicios ofrecidos por el turismo, cumple un papel muy importante en la producción de los espacios turísticos. Es gracias a este trabajo -productivo- que se lleva a cabo el proceso de urbanización necesario para atraer y retener por un tiempo más o menos corto tanto a turistas (con los medios de comunicación y las mega construcciones requeridas), como a los trabajadores que son atraídos a estas ciudades en busca de empleo, con los desarrollos habitacionales que ello implica. Este proceso de urbanización por sí mismo -desatado por una actividad intensiva en fuerza de trabajo, como el turismo- promueve una gran acumulación de capital.

Se trata también de uno de los trabajos más invisibilizados y discriminados en estas ciudades. Si bien el resultado de su trabajo es uno de los más evidentes, también se encuentran marginados de la literatura científica sobre el turismo. Los trabajadores de la construcción en las ciudades turísticas de Quintana Roo, que son casi exclusivamente hombres (aunque las constructoras también emplean un número reducido de mujeres para las actividades de aseo), provienen en su mayoría de la misma región sureste del país, y de manera particular, de Chiapas, una de las entidades de la región que presenta los más altos índices de marginación en el país.11 Son estos trabajadores, en su mayoría indígenas tzotsiles y tzeltales, quienes se emplean de manera más intensa durante las primeras fases de los megaproyectos turísticos que se han ido expandiendo a lo largo de la Riviera Maya (Escuela de Periodismo Auténtico 2010).

Es decir, no sólo hay una organización territorial del trabajo que ocasiona que las ciudades turísticas de Quintana Roo sean las que generen empleo a nivel regional, haciendo que las unidades domésticas organicen su vida en torno a los ritmos del turismo (evidente en la dinámica migratoria de la península de Yucatán); sino que también hay una segmentación étnica del trabajo, que discrimina a ciertos trabajadores para la ocupación de determinados trabajos jerárquicamente ordenados.

Todas estas actividades (la hotelería, el transporte, el comercio y la construcción), que caracterizan el ámbito laboral en las ciudades turísticas, requieren de un mínimo de fuerza de trabajo calificada y un gran número de trabajadores, en su mayoría migrantes, que son atraídos estacional y eventualmente a estas ciudades turísticas en función de las necesidades del capital. El turismo continúa siendo una actividad estacional, que depende en gran medida de los periodos vacacionales de los turistas (en México, principalmente del turismo estadounidense). Además, al tratarse de una actividad integrada por bienes y servicios suntuarios, que no son de necesidad básica, es altamente sensible al clima político, a las condiciones climáticas de los lugares en los que se desarrolla y, en general, una de las más susceptibles a la crisis.12

Además, el turismo continúa siendo una actividad eventual que depende en alto grado de la productividad, y que configura espacios con un intenso flujo migratorio que, al tiempo que atraen, expulsan un gran número de trabajadores. En la práctica, este carácter eventual significa una gran rotación de fuerza de trabajo que durante la temporada alta (que en Quintana Roo prácticamente va de diciembre a agosto) transita de un trabajo a otro sin mayores problemas para conseguir empleo; pero que, en la temporada baja, que va de "septihambre" a "novihambre",13 pone en entredicho sus condiciones de vida.

Estas características hacen de las ciudades turísticas territorios con un intenso flujo migratorio de distintos tipos, convirtiéndose un espacio atractivo para una masa de trabajadores temporales que, en migraciones pendulares, acuden a estas ciudades durante la temporada alta y, durante la temporada baja, vuelven a sus lugares de origen para hacer posible la reproducción de la unidad doméstica (como ocurre con la mayoría de los trabajadores de origen campesino y, su mayoría, indígena).

Esta forma de trabajo, que entre los años setenta y ochenta del siglo XX, Ortí (1984) y Gaviria et al. (1974) compararon con el trabajo campesino -al tratarse de una actividad simple, temporal e intensiva en fuerza de trabajo-, evidenciaba, según los autores, una estrategia de la clase campesina del sur de España que, para pervivir, transitaba de un sector de la economía a otro. Aunque se trata de una situación que Ortí y Gaviria et al. describen para España de los años setenta, su aportación es de gran importancia porque visibiliza una problemática vigente en las dinámicas regionales de las zonas turísticas en México.

Desde esta lectura, el turismo es también el reflejo de la agudización de la crisis y de sus repercusiones para los campesinos, a quienes la propiedad de la tierra no les sirve sino para hacerse cargo de la parte de la reproducción de su fuerza de trabajo que los capitalistas -para quienes trabajan- no asumen. Es así como muchos de los trabajadores mayas originarios de Yucatán, Chiapas, e incluso de alguna de las comunidades del interior del mismo estado de Quintana Roo, llegan estacionalmente a las ciudades turísticas a emplearse en la construcción, y vuelven a sus comunidades de origen, en donde permanece el resto de su unidad doméstica, entre otras cosas porque, mientras unos se dedican a la producción de autoconsumo (que no necesariamente es de autoabasto), otros salen a vender su fuerza de trabajo a distintas ciudades de Quintana Roo (Meillassoux 1997).

Las condiciones de precarización en las que se reproducen estos trabajadores se acentúan conforme los destinos turísticos se van haciendo más informales. El trabajo se adapta a las nuevas formas alternativas de turismo, por lo que hay quienes llegan a trabajar a algunos hostales a cambio de hospedaje (una manera cada vez más recurrente de hacer turismo). Bajo esta modalidad en la que turista y trabajador se mezclan, aunque se establecen determinadas jornadas de trabajo por el pago en forma de alojamiento, en la vida cotidiana el inicio y final de la jornada laboral se difumina, y muchas veces estos turistas-trabajadores terminan trabajando más de lo que cuesta el hospedaje.

Además, si bien el turismo es flexible en cuanto a la ocupación de ambos sexos y de distintos grupos de edad, las ciudades turísticas están conformadas mayoritariamente por mujeres y hombres jóvenes, que son atraídos en busca de empleo. La condición de migrantes en la que se encuentran estos jóvenes, aislados de sus familias y comunidades de origen, los hace más vulnerables a la explotación. Estando lejos de sus comunidades de origen, cuentan con más tiempo disponible que puede ser utilizado para la extensión de la jornada laboral; además, se carece de redes de apoyo en estas ciudades, para organizarse y hacer frente a la explotación (véase Peña 2012).

La Mexican party. La fiesta como espacio de producción del turismo

Las características reproductivas de una actividad cuya ocupación se concentra en los servicios en restaurantes, bares y centros nocturnos, configuran ciudades que promueven ciertas formas de socialización sobre otras; y en donde se hace de la fiesta uno de los espacios más comunes de consumo del tiempo libre, tanto para turistas como para los trabajadores que, aunque no siempre son invitados, también hacen parte de la fiesta. La otra cara de la mexican party14 sería, así, la prolongación de la jornada laboral y la intensificación del trabajo en estas ciudades turísticas de la península de Yucatán, en donde la separación entre los tiempos y espacios de producción y reproducción se hace difusa. Quienes trabajan en estas ciudades turísticas se ven sometidos a condiciones disciplinares que les imponen reproducirse en un espacio de exaltación del ocio que, a su vez, los orilla a ir a trabajar, luego ir de fiesta, para después volver a trabajar. Condiciones de vida que, en definitivo, atentan contra la salud e integridad mediata y futura de la fuerza de trabajo de estas ciudades del turismo:

Acapulco se moderniza, lo que equivale a decir que se transforma, según las pautas de las metrópolis occidentales, en una gran ciudad de recreo y diversión, de tráficos de drogas y prostitución, mercancías necesarias para evadir al hombre de otras ciudades, explotado y sin conciencia política, que llega a recobrar el aliento (Gómezjara 1974, 128).

Así, bajo la apariencia de libertad de la que goza, la fiesta se convierte en uno de los espacios productivos que más se promueve en las ciudades turísticas, porque eso que se ha nombrado la "hospitalidad mexicana" descansa sobre cosas tan materiales como el tequila, los tacos, los mariachis y el cuerpo. Al tratarse de una actividad particular, que se produce y consume en el mismo territorio, las relaciones dominantes en estos lugares giran en torno a todo tipo de evaluaciones estéticas por las que se diferencia a quienes son turistas de quienes no, y se discrimina el trato según el lugar de origen y la adscripción étnica de unos y otros. Estas características promueven relaciones etnocentristas que se mueven en distintas direcciones y, de la misma manera que dirigen la segmentación del mercado laboral haciendo que determinados trabajadores aparezcan como menos valiosos (como ocurre con los mayas yucatecos, tzotsiles y tzeltales de Chiapas), orientan un proceso de exotización y erotización de estas comunidades. A estos procesos se debe el repunte de ciudades como Tulum, en donde se encuentra el centro arqueológico más destacado de Quintana Roo, y también hacen de todos estos destinos del Caribe lugares de paradisiacas playas para que los trabajadores retirados estadounidenses -mayoritariamente hombres- vayan a pasar el invierno. Debido a su posición respecto al mar Caribe, las playas de Quintana Roo han sufrido este proceso de erotización cuya violencia se acentúa en el caso de las mujeres. Son ellas quienes, desde la prostitución hasta el matrimonio, están insertas en una dinámica que las convierte en objeto de consumo. La producción del Caribe no sólo está asociada a sus costas cubiertas de "arena como polvo" o de un "mar color azul turquesa que no creerás que es real", sino al imaginario de un puñado de mujeres retozando sobre ella.

Ya desde finales de la Segunda Guerra Mundial, el Pato Donald educaba en Los tres caballeros a la generación de los baby boomers norteamericanos sobre qué hacer con su tiempo libre. Después de haber visitado Salvador de Bahía en Brasil, y montado junto a José Carioca en el sarape de su amigo Pancho Pistolas, viaja por México, en donde -luego de pasar por distintos lugares y estimulantes de la mexican party- llega a Acapulco (que está repleto de mujeres tomando el sol sobre la playa), aterrizando como en un avión de guerra desde el cual los tres caballeros apuntan a las turistas.

La misógina escena termina con el Pato Donald poniéndose el bañador y echándose un clavado en ese mar de mujeres en donde, entre aplausos y risas de las turistas, se dispone a perseguirlas con ojos vendados hasta que sus amigos, los caballeros José Carioca y Pancho Pistolas lo sacan del lugar.

Así, la asociación entre los principales destinos turísticos de sol y playa y las redes de trata sexual comercial de personas resulta sugerente respecto a la objetivación de la experiencia turística (véase Cacho 2005). Y es que la mexican party, que se ha vendido como parte esencial de la experiencia turística en México, adquiere concreción en el consumo exacerbado de todo tipo de drogas, en la gastronomía, en el performance, en distintas formas de explotación sexual, etcétera. Condiciones bajo las cuales se reproduce la fuerza de trabajo del turismo (principalmente de quienes se ocupan en el trato directo a los turistas); orillados a limitar su tiempo libre a espacios en los que se privilegian estas formas de consumo.

Preocupante, además, porque, según el INEGI, son los servicios en restaurantes, bares y centros nocturnos las actividades en las que se concentra la población ocupada en el turismo (casi un tercio del total de las ocupaciones remuneradas en el sector), y la tercera actividad que aporta al PIB turístico en México, después de los servicios de alojamiento y del transporte (INEGI 2017).

De este modo, es la fiesta -y su aparente libertad- uno de los espacios de producción y reproducción más promovidos por el turismo; uno de los que más divisas genera, y en donde se ocupa la mayor parte de los y las trabajadoras, casi todos jóvenes, de distintas regiones de México (aunque en su mayoría provienen de la región sur-sureste, la más marginada del país). Así, la crítica al turismo como eje de acumulación en los países dependientes es también una crítica al consumo del tiempo libre que, en la sociedad capitalista mundial, ha quedado reducido a estas formas violentas de reproducción; lo que, a su vez, pone de manifiesto (en un doble sentido) la alienación del trabajo en la sociedad capitalista.

Consideraciones finales

Aunque la actividad turística ha sido uno de los sectores de mayor auge a nivel mundial, su crecimiento en el contexto de la división internacional del trabajo se ha dado de manera diferenciada; acelerándose y concentrándose en algunas ciudades del mundo dependiente que están volcando sus economías hacia el turismo.

Esta actividad intensiva en fuerza de trabajo poco calificada está definida por un conjunto de actividades simples, estacionales y eventuales, relacionadas no sólo con la atención directa a los turistas, sino con la producción de los espacios turísticos: la hotelería, el transporte, el comercio, y la construcción. Así, la especialización productiva en el turismo por parte de economías dependientes como la mexicana es preocupante al encontrarse, bajo la forma de enclave, concentrada en megaproyectos que no suponen una verdadera derrama económica en los lugares en los que se instala. Y preocupante también, porque se trata de una actividad que depende del mercado exterior, que está dirigida por capital extranjero y que, para los trabajadores del turismo, invisibilizados del discurso político y académico, significa condiciones de trabajo precarizadas y de alta vulnerabilidad por lo que implica el desarrollo de una actividad que se produce y se consume en el mismo espacio.

La mexican party se convierte aquí en parte de la producción de estos espacios turísticos en los que el consumo alcanza niveles y formas insospechadas. Se trata de trabajadores jóvenes, en gran medida migrantes, que son atraídos a estas ciudades turísticas para ocuparse en alguna de estas actividades en donde, en una suerte de tienda de raya, terminan convirtiéndose en productores y consumidores en un entorno en el que carecen de redes comunitarias y familiares para hacer frente a la explotación. Así, el turismo, que ha gozado de gran legitimidad como una de las actividades económicas más impulsadas en el país por esta y otras administraciones, reproduce una relación subordinada a través de la cual economías dependientes como la nuestra se posicionan de manera desigual en el mercado mundial, especializándose en una actividad concentrada en los servicios de aseo y asistencia (de servidumbre) de herencia colonial; lo que, a su vez, muestra la importancia de posicionar la dependencia no como un problema económico, sino histórico.

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2 La investigación se desarrolla desde la perspectiva de la teoría marxista de la dependencia (Marini 2015; Sotelo 2016, 2012; Osorio 2016, 2015, 2012). Esta propuesta surgió en Latinoamérica para dar explicación a las particularidades del capitalismo en la región y considera que el sistema mundial capitalista no es un todo homogéneo. La teoría señala las formas históricas, diferenciadas, en las que se reproduce el capital en el sistema capitalista mundial, caracterizadas por un intercambio desigual por el que las economías dependientes transfieren valor a las economías desarrolladas; permitiendo que éstas se apropien de la plusvalía producida por aquéllas.

3Con relación a la categoría de exportación en servicios comerciales, el Banco Mundial (BM) señala que: "El comercio de servicios difiere del comercio de bienes porque los servicios son producidos y consumidos al mismo tiempo. Así, los servicios para un viajero pueden ser consumidos en el país productor (por ejemplo, el uso de un cuarto de hotel), pero son clasificados como importaciones del país del viajero. En otros casos, los servicios pueden ser suministrados desde una localización remota; por ejemplo, los servicios de seguros pueden ser suministrados desde un lugar y ser consumidos en otro" (Banco Mundial 2017) [traducción propia].

4El CIP Cancán forma parte de los Centros Integralmente Planeados (CIP) de primera generación, construidos a principios de los años setenta en México: Cancán, en Quintana Roo; Los Cabos y Loreto, en Baja California Sur; Ixtapa-Zihuatanejo, en Guerrero; y Huatulco, en Oaxaca (Talledos 2016).

5Nombre que se daba a los mayas rebeldes, militantes de la Cruz Parlante.

6Marriott International (después de la compra de Starwood Hotels) lidera el ranking de las cincuenta mayores cadenas hoteleras del mundo, con más de 1.16 millones de habitaciones en 5 952 hoteles en el planeta; seguido de Hilton Worldwide (con 796 440 habitaciones y 4 785 hoteles), ambas de capital estadounidense; y de InterContinental Hotels Group, de capital británico, (con 767 135 habitaciones y 5 174 hoteles) (Hierro 2017).

7Desde la crítica de la economía política, se distingue al trabajo productivo del improductivo a partir de las relaciones de producción bajo las que se realiza; considerándose productivo aquel que es capaz de generar valor; e improductivo el que no lo hace. Cuando aquí se habla de actividades improductivas, se hace referencia a trabajos que son improductivos únicamente desde el punto de vista del capital. Al respecto, Marx señala que: "una parte del trabajo llamado improductivo se concreta en valores de uso materiales, que podrían también, perfectamente, revestir la forma de mercancías susceptibles de ser vendidas; y una parte de los servicios que no asumen forma objetiva (es decir, que no adoptan, considerados como cosas, una existencia propia, distinta de quienes los prestan, y que no se incorporan tampoco como elemento de valor a ninguna mercancía) pueden comprarse con capital (por el comprador directo del trabajo), reponer su salario y arrojar una ganancia. Dicho en otros términos: la producción de estos servicios puede reincorporarse en parte al capital, del mismo modo en que una parte del trabajo que se materializa en cosas útiles es comprada directamente con las rentas y no retorna a la producción capitalista" (Marx 1976, 27).

8 Peña sugiere la existencia de este "seudosobresalario" considerando la relación entre al menos dos espacios de reproducción de los trabajadores migrantes, y la brecha salarial que hay entre sus comunidades de origen y los lugares en donde se emplean, lo que hace que este salario parezca mayor, además de que es socialmente más valioso del que se puede obtener en el lugar de origen (2001, 71-91).

9La "superexplotación de la fuerza de trabajo", segun Marini, es un mecanismo interno por el cual las economías dependientes palian su pérdida de ganancias frente a las economías desarrolladas en la esfera de la circulación. Es precisamente partiendo de la unidad producción-circulación que Marini desarrolla esta categoría para comprender el modo en que esta forma de reproducción del capital, subordinada, repercute en la reproducción de la fuerza de trabajo (2015, 111).

10A diferencia de otros centros turísticos del país, menos regulados y dedicados al consumo del turismo nacional, en los primeros cuadros de Playa del Carmen y Cancún el comercio informal es controlado, por lo que, la mayoría de las artesanías no son puestas a la venta directamente por los y las artesanas (como sí ocurre, por ejemplo, en el centro de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, con las mujeres tzotziles), sino en boutiques como Guelaguetza Gallery, Sol Jaguar, Wayan Village o Hacienda Tequila en la 5ta. Av. de Playa del Carmen, en donde los capitalistas comerciales venden a precios exorbitantes bienes por los que pagaron una miseria a quienes los produjeron.

11Se trata de la segunda entidad con mayor nivel de marginación, con un índice de 2.40, sólo después de Guerrero, con 2.55 (Consejo Nacional de Población 2015).

12Motivo por el cual, en 2009, el PIB turístico presentó una tasa de crecimiento del -5.4 %; caso contrario a 2016, cuando presentó una tasa de 4.2 %, respecto al año anterior. Muy por encima del crecimiento total de la economía del país, que obtuvo un incremento de 2.7 % (DATATUR 2016).

13Por su asociación con la falta de ingresos, es así como, sarcásticamente, muchos trabajadores llaman a los meses de septiembre a noviembre, que son los de menor afluencia turística en Quintana Roo.

14Se utiliza esta expresión subrayando la representatividad histórica que ha tenido el turismo estadounidense en el consumo de los atractivos del país y en la centralidad que ha tenido la fiesta en este contexto de consumo.

Recibido: 12 de Junio de 2019; Aprobado: 24 de Marzo de 2020

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