SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.14 número2"Mi lugar es con María, no con Jesús". Relaciones espaciales y construcción de género durante la Semana Santa en GuatemalaMaría Fernanda Valencia Suárez. Los aztecas y la conquista de México en las ambiciones inglesas 1519-1713. México: UNAM, 2018: 272 pp. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.14 no.2 Mérida jul./dic. 2019  Epub 29-Nov-2019

 

Artículos

El punto más al sur y el punto más al norte: Tapachula y Tijuana como ciudades fronterizas escenarios de inmovilidades forzadas de migrantes, desplazados internos, solicitantes de refugio y deportados1

The Farthest Points North and South: Tapachula and Tijuana as Forced Immobility Scenarios of Migrants, Internal Asylum Seekers and Deported and Internal Displaced People

Carmen Fernández Casanueva2 

Arli Juárez Paulín3 

2 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS, Sureste), cferncas@gmail.com.

3 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS, Sureste), arli.juarez.paulin@gmail.com.


Resumen

El artículo presenta los primeros hallazgos de un estudio que busca analizar, de manera comparativa, los procesos de inmovilidad forzada que tienen lugar en Tijuana, Baja California, y Tapachula, Chiapas. Las reflexiones de esta primera etapa se sustentan en entrevistas realizadas a representantes de organizaciones e instituciones vinculadas con la migración en ambas ciudades. Se presenta aquí un panorama de las nuevas tendencias de movilidad y permanencia en los destinos mencionados, indagando las causas e implicaciones del asentamiento prolongado por parte de población en tránsito, deportada, solicitante de refugio y desplazada. Finalmente, damos cuenta de la problemática y retos derivados de esa situación que enfrentan las asociaciones que trabajan con y en pro de la población móvil en los dos contextos.

Palabras clave: migración; ciudades fronterizas; inmovilidad forzada; organizaciones de la sociedad civil

Abstract

The article presents the first findings from a study aiming to comparatively analyze the forced immobility processes that take place at Tijuana, Baja California, and Tapachula, Chiapas, in México. The reflections deriving from this first stage, are based on interviews to institutes and organizations that work directly with the migration phenomenon in both cities. We show an overview on permanence and mobility trends on these mentioned destinations, examining causes and implications that prolonged permanence of transit, deported, and displaced population, and asylum seekers, in places that were not their desired destination. Finally, we present the main challenges and problems that organizations encounter, while attending people facing this situation.

Keywords: Migration; border cities; Forced immobility; civil society organizations

Introducción

Las ciudades fronterizas usualmente son concebidas como puntos de cruce, de tránsito y de estadía temporal. Tapachula, en el estado de Chiapas, es una de las entradas principales a México, marcando el inicio de una trayectoria hacia el norte. Tijuana, en Baja California, es -al menos en el imaginario de muchos- el trampolín, la última estación hacia la meta final que es la unión americana. Sin embargo, ante condiciones estructurales cada vez más restrictivas para el libre desplazamiento y el cruce de fronteras internacionales, en ambos espacios se configuran escenarios de "inmovilidades forzadas". Es decir, situaciones en las que una estadía temporal, o transitoria, se convierte para algunas personas en un asentamiento prolongado. Quienes querían cruzar, seguir su camino, o volver a casa -en el caso de desplazados, solicitantes de asilo y deportados- se ven imposibilitados de hacerlo, enfrentándose a realidades adversas en estos destinos donde no planeaban quedarse, y que están escasamente preparados para la llegada y estadía de nuevas poblaciones.

Así, en este artículo presentamos de manera comparativa las primeras reflexiones de un estudio cuya finalidad es indagar precisamente en torno a las dinámicas de movilidad y permanencia de población migrante en tránsito, desplazada y solicitante de refugio en las dos ciudades mencionadas; una en el sur y otra en el norte de México, con lo cual buscamos analizar cómo confluyen diversos grupos migratorios en dos contextos fronterizos aparentemente distintos y distantes.

En ese sentido, en este texto damos cuenta de los resultados del arranque del proyecto Inmovilidades Forzadas en Dos Ciudades Fronterizas: Tijuana y Tapachula, con una primera fase exploratoria que recoge, a partir de entrevistas, las impresiones de informantes clave, representantes de diversas organizaciones e instituciones (Tablas 1 y 2), que trabajan para y por poblaciones móviles en las dos localidades que comprende el estudio: diez entrevistas en Tapachula, realizadas en agosto de 2017, y otras diez, efectuadas en Tijuana, en octubre del mismo año. El propósito de esta primera reflexión es visibilizar los retos que enfrentan las instituciones y organizaciones para responder a las nuevas tendencias y transitar hacia un modelo de atención integral cercano a la diversidad de necesidades que la población migrante demanda.

Tabla 1 Organizaciones e instituciones entrevistadas en Tapachula 

Organización Año de inicio de operaciones Perfil de población atendida Servicios que ofrece
ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) 2003 Solicitantes de refugio. Asistencia humanitaria y acompañamiento en los procesos de solicitud de asilo.
OIM (Organización Internacional para las Migraciones) 2005 Migrantes en tránsito y retornados, principalmente. Apoya al gobierno mexicano en la gestión de programas de asistencia integral para la población migrante.
Médicos del Mundo 2009 Migrantes en tránsito y solicitantes de refugio. Programas de acceso a la salud para la población migrante.
Casa de Psicólogo A.C. 2016 Solicitantes de refugio y migrantes en tránsito. Atención psicosocial.
Albergue Belén 1997 Migrantes centroamericanos en tránsito, principalmente. Hospedaje temporal, alimentación, atención médica y psicológica.
UMA (Una Mano Ayuda) 2000 Población migrante LGBT+, principalmente. Educación en derechos sexuales y reproductivos y campañas de prevención de VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
Iniciativas para el Desarrollo Humano A.C. 2015 Población infantil y juvenil mexicana y migrante en situación de marginación. Programas par ticipativos de acompañamiento para el mejoramiento la calidad de vida socio-laboral.
SJR (Servicio Jesuita a Refugiados) 2006 Solicitantes de refugio. Asistencia legal y psicosocial.
Centro de Dere chos Humanos (CDH) Fray Matías de Córdova A.C. 1997 Personas migrantes internacionales, solicitantes de refugio y refugiadas. Promoción y defensa integral de los derechos humanos de las personas migrantes (litigio, incidencia política, capacitación y gestión migratoria, etc.).

Fuente: elaboración propia.

Tabla 2 Organizaciones e instituciones entrevistadas en Tijuana 

Organización Inicio de operaciones Perfil de población atendida Servicios que ofrece
Grupo Beta 1990 Migrantes en tránsito (personas mexicanas y centroamericanas, en su mayoría). Programas de defensa de los derechos humanos de los migrantes, especializados en brindarles orientación, rescate y primeros auxilios.
Casa del Migrante Tijuana 1987 Deportados y migrantes en tránsito, principalmente mexicanos. Atención humanitaria integral a la población migrante: hospedaje, alimentación, asistencia psicosocial, atención médica, asesoría en derechos humanos, asesoría legal, acciones educativas, etc.
Espacio Migrante 2012 Población deportada y haitiana, principalmente. Programas de sensibilización y concientización social, actividades culturales y educativas.
Comité Prodefensa del Migrante 1994 Población deportada y migrantes en tránsito. Acciones de incidencia política y acompañamiento legal en el trámite de repatriación.
Comité Estratégico de Ayuda Humanitaria-Tijuana 2016 Población haitiana y africana, principalmente. Red de organizaciones, dependencias e individuos que coordinan esfuerzos entre organizaciones, programas sociales y sociedad civil ante el arribo de nueva población migrante a Tijuana.
Templo Embajadores de Jesús 2016 Población solicitante de refugio y refugiada (principalmente haitiana). Albergue y apoyo para el asentamiento en la ciudad a través de la construcción de pequeñas viviendas ("La Pequeña Haití").
Centro Madre Asunta 1994 Mujeres y niñas / os deportadas, en tránsito y desplazadas internas. Albergue, asistencia psicológica, legal y en la búsqueda de empleo para las mujeres migrantes.
Clínica Móvil (inde pendiente) - Población deportada en situación de calle, principalmente. Servicios de salud.

Fuente: elaboración propia.

El análisis de las entrevistas, así como las reflexiones plasmadas en este artículo, son también resultado de la experiencia derivada de más de una década trabajando con poblaciones móviles e investigando la complejidad de la migración en tránsito y el asentamiento en lugares "de paso". Sin embargo, reconocemos su carácter exploratorio; a estas primeras reflexiones le seguirá el trabajo de campo con las distintas poblaciones móviles "entrampadas" o "atrapadas" en Tijuana y Tapachula, y un análisis que ahonde en un contexto que se torna cada vez más complicado, a partir de las presiones del gobierno de Trump y el éxodo masivo desde "el sur".

Apuntes teórico-analíticos

Para abordar el fenómeno de "inmovilidad forzada", partimos de tres ejes analíticos, los cuales son el punto de arranque para encaminar la reflexión en torno al tema y serán la guía a lo largo de este proyecto.

El primero de ellos es entender que el espacio y la movilidad son un constructo social y que, detrás de la movilidad, hay relaciones de poder. En ese sentido, retomamos los argumentos de Cresswell (2006, 2-4), quien hace una distinción entre lugar y locación (o ubicación), y entre movimiento y movilidad. Según este autor, el movimiento es el equivalente dinámico de una locación (ubicación), en un espacio abstracto -sin contenido-, aparentemente natural, sin significado, historia e ideología. Es un acto de desplazamiento que permite a la gente trasladarse entre locaciones. Por tanto, si el movimiento es el equivalente dinámico de la ubicación, entonces la movilidad es el equivalente dinámico de lugar, el cual es socialmente construido.

A diferencia de la locación, el lugar es un centro de significado, se le tiene apego, se pelea por él y se excluyen o se incluyen personas o grupos. A diferencia del movimiento, la movilidad se experimenta, se encarna y es socialmente producida. A partir de ello, el interés nos lleva a indagar en las intersecciones entre movilidad (o inmovilidad) y lugar; y en el papel que éstas desempeñan dentro de la configuración de posibilidades o imposibilidades para moverse, así como en la construcción misma del lugar.

Del mismo modo, para explicar las relaciones de poder que se vinculan con el cómo y el por qué alguien puede o no moverse hacia el destino deseado, y la relación que tiene y se le permite con determinado lugar, retomamos los argumentos de Massey:

La movilidad y el control de la movilidad reflejan y refuerzan poder. No es simplemente una cuestión de distribución [del capital] inequitativa, que algunas personas se muevan más que otras, que unas personas tengan más control que otras. Es más bien que la movilidad y el control de algunos grupos puede debilitar activamente a las personas. Movilidad diferenciada puede debilitar a lo ya debilitado (1991, 26, traducción propia).

Las reflexiones que presentamos en este artículo -producto de una fase explo ratoria que recoge la visión de las organizaciones ante la llegada de poblaciones con escasas posibilidades de moverse- dan cuenta de que justamente, como argumenta Massey, la posibilidad o imposibilidad para desplazarse se construye a partir de relaciones de poder desiguales y de jerarquías entre los distintos grupos y asentamientos inequitativos, en condiciones de mayor o menor precariedad para unos y otros.

El segundo eje nos lleva a entender que la inmovilidad de las personas en sitios no deseados se cruza con la tendencia a la "externalización de las fronteras". Autores como Düvell (2006, 2008, 2010 y 2012) han dado luz a esta reflexión, resaltando la creación de políticas conjuntas entre países del norte global y países llamados "de tránsito", encaminados a "parar los flujos". De este modo, se concibe la migración como una amenaza que se deben contener y se puede observar la relación entre disparidades de poder y posibilidades de movilidad.

La movilidad y estadía de aquellas personas que se espera permanezcan por periodos cortos en entidades distintas a su lugar de origen -deportados, desplazados, solicitantes de refugio, migrantes en tránsito que sólo ven a México como una vía para acceder a Estados Unidos-, entran en la lista de temas de debate con una connotación negativa ampliamente politizada. Incluso, se llega a considerar a esas personas como una amenaza que deberá ser abordada de manera conjunta por los distintos países involucrados.

Por último, el tercer eje es aquel vinculado a la reflexión en torno a la complejidad que implica la migración "en tránsito" y el asentamiento "temporal", y que conlleva una lucha cotidiana por pertenecer a diversos espacios en los lugares de asentamiento "temporales". Destaco a dos autoras que han aportado a la discusión sobre el tema: Dowd (2008) y Papadopoulou-Kourkoula (2008).

Para Dowd (2008), la migración en tránsito equivaldría a estar y sentirse atrapado como resultado de la falta de documentos y recursos financieros y de la indisposición para retornar. Se refiere a la condición de vulnerabilidad en la que la población migrante cae luego de no lograr traspasar estas fronteras, materializadas en controles migratorios, considerando también a aquellas víctimas de trata y a quienes son abandonadas por traficantes. La autora entiende que en esta condición de atrapamiento, la capacidad de decisión de las personas migrantes es limitada, lo que les dificulta la posibilidad de cumplir planes o metas de regresar a su lugar de origen o movilizarse a otro destino.

Papadopoulou-Kourkoula (2008), por su parte, argumenta que la población migrante en tránsito es usualmente la que cuenta con menos recursos, la que viaja por tierra y utiliza transportes accesibles económicamente; son personas que, pese a su intención de sólo transitar, luego de diversas circunstancias, tanto individuales como contextuales, se establecen en lugares originalmente pensados como "de paso". La autora hace notar la importancia de entender que la migración en tránsito es indeterminada e indefinida en cuanto al tiempo, dado que nadie, ni los hacedores e implementadores de políticas, ni la propia población migrante, tienen la certeza de cuánto tiempo continuará. Resalta, además, que a pesar de que la variable del tiempo es importante, esta no es la única a considerar en la ecuación, pues las personas migrantes "combinan estrategias", algunas legales, otras no, con el fin de alcanzar su destino y no ser deportados. Es posible que durante este proceso, que también depende de las regulaciones y circunstancias contextuales -solicitar residencia temporal, refugio, contar con visa de turista o de estudiante-, la partida se aplace de manera indefinida. Durante la espera de oportunidades para continuar el camino, la estancia pueda prolongarse ante la inviabilidad de regresar al lugar de origen o cruzar la frontera para migrar al destino deseado o, en el caso de los deportados, de intentar nuevamente el traslado.

La movilidad socialmente construida y la disparidad de poder entre los que deciden cómo, cuándo, de qué manera y hacia dónde es posible moverse y quienes luchan por hacerlo a pesar de las barreras impuestas, es la base para entender por qué el tránsito no podría concebirse como un movimiento directo de punto A a punto B. Por el contrario, la movilidad es una lucha contracorriente, en la cual las políticas de externalización de las fronteras del norte global influyen en las políticas de países de tránsito a nivel nacional, pero también a nivel local. Cada ciudad entenderá, asumirá y vivirá esta tendencia -en lo global, regional y nacional- de manera distinta, según sus especificidades locales; se observan, entonces, intersecciones entre cómo convivir con la imposibilidad de moverse y cómo vivir en y relacionarse con un lugar en el cual no se deseaba permanecer por un periodo prolongado. Observar las experiencias de dos ciudades fronteri zas como Tapachula y Tijuana -sus autoridades, sus pobladores establecidos y nativos, sus pobladores "temporales", (in)móviles- es un ejercicio que nos lleva a entender la relación del poder con el lugar y la movilidad / inmovilidad, en un vaivén de fuerzas y resistencias, desde lo global, hasta lo local.

Ahora bien, es importante mencionar que, dado que en esta primera fase nuestros informantes no fueron directamente las poblaciones "inmóviles", sino integrantes de instituciones y organizaciones que trabajan con y en pro de éstas, los alcances de este texto no incluyen un análisis exhaustivo de los procesos de inmovilidad específicos de cada uno de los grupos migratorios mencionados, ni tampoco de los ejes teóricos referidos en párrafos anteriores. Sin embargo, consideramos importante presentarlos en tanto que suponen nuestro punto de partida para abordar una realidad compleja y cambiante. Lo que sí ofrecemos aquí es una aproximación al contexto de la situación migratoria en ambas fronteras del país y a las condiciones adversas que han enfrentado en los últimos años -antes del fenómeno de las llamadas caravanas migrantes- los distintos actores sociales involucrados en el tema, sobre todo las organizaciones y sus sujetos de atención.

Si bien se trata de un trabajo exploratorio -y como tal tiene limitaciones al no abordar de forma profunda algunos temas directamente relacionados con la inmovilidad forzada y la diversidad de experiencias que esa situación conlleva-, la exposición de ideas y argumentos, así como de testimonios en primera persona, brinda ciertas pautas para entender las causas y consecuencias de una estancia prolongada más allá de lo esperado o deseado por parte de la población migrante. También permite vislumbrar posibles acciones para que esa espera o asentamiento temporal tenga lugar en condiciones menos precarias.

Contexto de estudio: nuevas tendencias en las dinámicas migratorias de Tapachula y de Tijuana

La concepción de México como país de destino no es nueva, sin embargo, en años recientes incrementó la población que bajo circunstancias diversas ha visto truncada su trayectoria hacia al norte y ha optado por quedarse.4 En ese sentido, Tapachula, Chiapas y Tijuana, Baja California, en las esquinas sur y norte del Pacífico mexicano (Imagen 1), respectivamente, son ciudades emblemáticas en cuanto a la recepción de migrantes. La primera constituye el principal punto de entrada al país para quienes emprenden el viaje desde Centroamérica, pero no de forma exclusiva, pues representa también una escala obligada para quienes, procedentes de otras regiones y continentes, desean obtener asilo político. Tijuana, por su parte, históricamente concebida por las y los migrantes nacionales como el último destino previo al país vecino, poco a poco ha ido posicionándose frente a otras ciudades fronterizas como referente no sólo de cruce, sino de permanencia para una población extranjera cada vez más diversa.

Imagen 1 Localización geográfica de Tijuana y Tapachula 

A pesar de su distanciamiento geográfico (cerca de 4000 km), en ambos espacios se configuran procesos migratorios dinámicos y complejos, en los cuales, además de sus evidentes particularidades, es posible vislumbrar algunos elementos en común como nuevas tendencias en cuanto a las causas de la movilidad y el perfil de la población que reciben, así como los efectos en ambas, de las políticas que han sido implementadas en materia económica y migratoria tanto a nivel nacional como internacional.

Configuración de inmovilidades forzadas

Dentro de las tendencias referidas por nuestros informantes sobre el panorama de movilidad / inmovilidad en las dos ciudades de estudio, destacan de manera particular tres: el alza de migración vinculada a violencia, (en relación con ello) el aumento de solicitudes de refugio -tanto en México como en Estados Unidos y los sitios donde estos procesos comienzan-, y el cambio de rutas para cruzar por territorio mexicano. Estas tres, en combinación, han propiciado el aumento de personas asentadas por periodos más largos de lo deseado en estas localidades, y la llegada de grupos distintos a los que usualmente llegaban o cruzaban por estas dos ciudades.

Migración vinculada a violencia y aumento de solicitudes de refugio

Entre los motivos para emigrar, ya no figuran como causa principal o única las carencias socioeconómicas: a ellas se suma el incremento de la violencia en los estados y países de origen. Hoy en día es común que las personas que llegan a estas ciudades afirmen haber sido víctimas de grupos delictivos, pandillas o crimen organizado, o de discriminación y persecución por razones de género y orientación sexual, así como de conflictos armados y religiosos, sobre todo en el caso de migraciones provenientes de otros continentes.

Los sectores que participan del desplazamiento interno -aquella población originaria de otros estados de la República Mexicana como Michoacán, Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Tamaulipas, entre otros-, por diversas situaciones de violencia, conflictos de tierras, extorsiones y amenazas del crimen organizado, han tenido que dejar sus hogares en busca de salvaguardar sus vidas. Se trata de otra tendencia al alza, que se refleja en la presencia de personas de distintos estados de la República en la ciudad de Tijuana. Estos grupos, comúnmente conformados por familias completas, representan uno de los menos visibilizados, pues son, frente a otros, quienes menores opciones de atención tienen, y sobre quienes existe un mayor desconocimiento en cuanto al número y características de sus integrantes. Esa falta de apoyo, aunada a las pocas oportunidades que tienen para acceder a Estados Unidos en calidad de refugiados y a la opción inexistente de regresar a sus lugares de origen, propicia, de acuerdo con la percepción de las organizaciones entrevistadas, que sea este sector el que registre más intentos de cruzar de manera indocumentada hacia el país vecino.

En octubre de 2013 yo empiezo a ver que, además de deportados, yo tenía gente que estaba llegando del sur de nuestro país contándome historias de terror, pero ahora de mi país me están extorsionando, me quieren quitar a mis hijos... (Andrea, Centro Madre Asunta, Tijuana, octubre 2017).5

En el caso de Tapachula la situación no es tan contrastante, pues si bien debido a diversos acontecimientos históricos como guerras civiles, desastres socioambientales y crisis económicas, el desplazamiento de población centroamericana hacia la ciudad es de larga data, durante la última década los cambios en cuanto al perfil sociodemográfico y los motivos de las personas para movilizarse han sido notorios. En ese sentido, aunque los migrantes en tránsito supongan aún un grupo representativo, y las carencias socioeconómicas una de las causas importan tes, la violencia que se vive en el contexto regional, y específicamente en países como Honduras, El Salvador y Guatemala, se ha posicionado también como uno de los detonantes del flujo migratorio. En otras palabras, al volverse complejas las causas del desplazamiento debido al vínculo directo o indirecto con hechos violentos (políticos, de género, persecución por pandillas, crimen organizado, etcétera), el número de personas de origen centroamericano (hombres, mujeres, niños / as, población LGBT+ y familias completas) que llegan a Tapachula bajo condiciones de alta vulnerabilidad, a decir de las organizaciones entrevistadas, se ha incrementado en los últimos años.

A principios del 2000 se percibía una migración prácticamente masculina... era una migración económica. Ya en el 2011 empezamos a ver que muchas más personas y grupos familiares venían a la frontera sur para solicitar la condición de refugiadas, lo cual se ha visto con el incremento de la violencia en Centroamérica (Lucía, ACNUR. Tapachula, agosto 2017).

Además de los vinculados a la violencia, existen otros elementos de carácter político-administrativo que explican el hecho de que la mayoría de las personas solicitantes de refugio se establezcan -temporalmente o de forma definitiva- en estas dos ciudades y no en otras. Para el caso de Tijuana, ese hecho se relaciona directamente con su cercanía con el estado de California, pues las autoridades migratorias de Estados Unidos, al ver en 2016 el incremento exponencial de las peticiones de asilo, sobre todo de migrantes provenientes de Haití y de África, optaron por cerrar durante algún tiempo las oficinas de atención en otras ciudades fronterizas y canalizarlas todas hacia San Diego, lo que detonó en la consolidación de Tijuana como principal referente de cruce para esta población.

Del mismo modo, en noviembre de 2016 con la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, las personas que estaban en espera de iniciar sus trámites de refugio vieron reducidas sus posibilidades de éxito, por lo que varias de ellas decidieron quedarse en México. Tijuana representaba su mejor opción por las redes de apoyo que había logrado crear hasta entonces.

La situación momentánea fue que, ante el flujo de haitianos tan grande, todas las otras fronteras se cerraron, o sea, modificaron el flujo, lo forzaron hacia Tijuana. simplemente no recibiendo solicitudes de asilo en el resto de la frontera (Antonio, Casa del Migrante, Tijuana, octubre 2017).

En lo que respecta a Tapachula, la concentración de población que busca obtener asilo político obedece más a una cuestión de infraestructura, pues es en este lugar donde se concentran las instancias encargadas de dar seguimiento a los procesos. Tal es el caso de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Esa cuestión implica que, además de las personas que desean obtener asilo político en México, muchas de las que sólo tienen interés de transitar por el país para acceder a Estados Unidos e iniciar el trámite allá, se vean obligadas a pasar por esta ciudad de Chiapas para regularizar su estadía en México, sin ser deportadas.

Ejemplo de lo anterior, y en general de la importancia que estas dos ciudades tienen en materia migratoria dentro del contexto nacional, es que, durante los últimos años, población proveniente de distintos países africanos como Somalia, Nigeria, El Congo y Ghana, entre otros, así como del Caribe (Haití y Cuba), encontró en Tapachula una vía para iniciar sus trámites de regularización migratoria y continuar su camino hacia el norte, en donde Tijuana se posicionó como el principal destino.

Un acontecimiento que refleja lo antes mencionado fue lo ocurrido en el 2016, cuando miles de personas de nacionalidad haitiana, pero movilizadas desde países sudamericanos como Brasil y Venezuela, donde habían recibido asilo luego del terremoto de 2010, ingresaron a México por Tapachula y continuaron su viaje hasta Tijuana, en donde se asentaron cuando vieron restringidas sus intenciones de acceder a Estados Unidos. Este fenómeno vinculó de manera muy clara a Tapachula con Tijuana, dado que una marcaba el inicio de la ruta (y de los trámites de regularización) y la otra, al menos en lo que al territorio mexicano respecta, el final del camino.

Cambio de rutas

Esta tendencia ha provocado cambios principalmente en Tijuana, pues ha propiciado su consolidación reciente como destino de poblaciones distintas a las que comúnmente recibía, como los migrantes nacionales en busca de cruzar a Estados Unidos o personas deportadas. De acuerdo con los testimonios de los informantes, esto se debe, en primer lugar, a la percepción de que las políticas migratorias y cuerpos policiacos de los estados de Arizona, Texas y Nuevo México son más agresivos que los de California, y en segundo, a la creciente inseguridad que se vive en entidades mexicanas como Veracruz y Tamaulipas, pues en conjunto, esas dos situaciones han provocado que la ruta del Golfo disminuya en popularidad entre la población migrante. De esta manera, la vía alterna, la ruta del Pacífico, es ahora la más concurrida, incrementando así los lazos entre Tapachula y Tijuana, y convirtiendo a esta última en punto de cruce también para migrantes centroamericanos, quienes hasta hace unos años sólo concebían California como principal entrada hacia Estados Unidos.

Ellos [los migrantes] dicen que esta ruta, la de Chiapas-Veracruz está terrible ahorita, que hay mucho sicario. entonces decidieron agarrar esta otra ruta, se vienen por Tapachula, Sinaloa, Sonora, hasta llegar acá a Tijuana (Andrea, Centro Madre Asunta, Tijuana, octubre 2017).

La precariedad de la estancia

Tanto en Tijuana como en Tapachula, el perfil de la población migrante en cuanto a edad, género, nacionalidad y estatus socioeconómico es heterogéneo, sin embargo, comparten la necesidad de enfrentar escenarios desfavorables, atravesados por estructuras políticas y económicas que obstaculizan sus movilidades al definir fronteras cada vez más militarizadas y programas de asilo menos accesibles. De tal modo, el asentamiento de esa diversidad de migrantes que confluye en ambas ciudades generalmente ocurre bajo condiciones de precariedad.

Hay gente que se está asentando, hay cada vez más gente que se está quedando más tiempo, los albergues te pueden decir. lo que nosotros estamos identificando es que su estancia es temporal, temporal no de dos días, sino de meses o años (Ana, OIM, Tapachula, agosto 2017).

En ese sentido, si bien las características de Tijuana en cuanto a infraestructura, servicios y oferta de empleo suponen mejores opciones que las que se encuentran en Tapachula, las oportunidades que tiene la población migrante para acceder a programas educativos, de capacitación laboral y salarios bien remunerados siguen siendo escasas.

Asimismo, aunque en la ciudad del norte persisten menos estereotipos negativos en torno a este sector de la población y existe un enfoque de derechos humanos más consolidado por parte de las organizaciones civiles, el apoyo hacia los distintos grupos ha sido desigual. Ejemplo de ello es lo ocurrido con las personas de origen haitiano, quienes a diferencia de las centroamericanas y de la propia población mexicana deportada o desplazada, fueron mejor recibidas por la sociedad tijuanense, la cual se volcó en apoyo hacia ellas: implementaron albergues (más de 28, en 2016), programas sociales exclusivos para su atención y, sobre todo, procesos para la regularización de su estancia.

[A los haitianos] les facilitaron la regularización, fuera de eso no se hizo nada por parte de la autoridad. La sociedad civil sí respondió de una manera abrumadora y que no había respondido así ni a los deportados, ni los desplazados porque no son un fenómeno que se visibiliza, los desplazados no se ven y los deportados hay un estigma de que Estados Unidos deporta a criminales (Adriana, Comité Estratégico de Ayuda Humanitaria, Tijuana, octubre 2017).

En el caso de Tapachula, las condiciones de inseguridad, aunadas al déficit de servicios y oportunidades de empleo, han dado lugar a que los procesos de inmovilidad forzada se agraven al trascurrir en un contexto social deteriorado, en donde no sólo las condiciones para el asentamiento son precarias, sino que se reproducen expresiones de violencia como las que propiciaron el desplazamiento de las personas desde sus lugares de origen. Eso, sin contar la persecución por parte de los cuerpos policiacos, pues en esta ciudad se encuentra ubicado el centro de detención para migrantes más grande del país, del cual se realizan la mayoría de las deportaciones,6 principalmente hacia Centroamérica.

El Gobierno mexicano lo que siempre ha hecho y lo sigue haciendo en tema de política migratoria es adoptar políticas que expulsen a la gente del país, lo intenta por todos lados, primero con un escenario de control y detención, que es un escenario de tortura, para llevar a la gente al límite y que se quiera ir... (Gustavo, CDH Fray Matías, Tapachula, agosto de 2017).

Además de las diferencias entre los modelos de atención de ambas ciudades, y de que en términos generales ninguna cuenta con la infraestructura y los servicios que se requieren para cubrir las demandas de un flujo de población cada vez más diverso, a partir de las entrevistas se pudieron identificar algunas de las principales problemáticas que aquejan a los distintos grupos de migrantes. Por ejemplo, quienes provienen de Centroamérica se enfrentan, en primer lugar, a condiciones adversas para iniciar trámites de regularización, incluso más que quienes proceden de otras latitudes. En segundo lugar, y sobre todo en el norte de México, se enfrentan a la escasa presencia de consulados que apoyen a los migrantes en la obtención de documentos para acreditar sus identidades y dar seguimiento a las constantes violaciones a sus derechos humanos.

Para la población deportada, uno de los principales obstáculos es cargar con el estigma de ser delincuentes, aunado a las implicaciones que eso conlleva al momento de buscar empleo, así como a las cuestiones psicológicas derivadas de la repatriación, sobre todo cuando ésta implicó una separación familiar.

En el caso de las personas solicitantes de refugio, y quienes suponen el grupo más heterogéneo en cuanto a origen (Haití, Cuba, países de África y Asia, Honduras, El Salvador y Guatemala, entre otros), las problemáticas más comunes a las que se enfrentan son, en primera instancia, la poca voluntad del Estado mexicano para facilitar los procesos; en segunda, tener que solventar estancias prolongadas sin contar con los recursos económicos suficientes para hacerlo en condiciones adecuadas; y en tercera, aun cuando el trámite se resuelva satisfactoriamente, las opciones laborales que encontrarán serán, en su mayoría, mal remuneradas y bajo condiciones de precariedad.

Retos de las organizaciones e instituciones para transitar hacia un nuevo modelo de atención integral para migrantes

Para dos contextos en donde el modelo de atención estaba enfocado en la recepción de migrantes en tránsito -y deportados, en lo que a Tijuana respecta-, el arribo cada vez más frecuente de personas bajo el perfil de solicitantes de refugio ha supuesto un reto al rebasar las capacidades de acción de los organismos involucrados en el tema, tanto por falta de recursos como de preparación. Las estancias cada vez más prolongadas suponen, también, la necesidad de otro tipo de apoyo vinculado con los procesos de integración. Hoy en día la población que acude a estos organismos demanda cuestiones que trascienden necesidades inmediatas, como hospedaje y alimentación, e involucra otras, como servicios de salud y atención psicológica, asesoría legal, vivienda, educación y empleo, por mencionar algunas.

Ahorita nosotros por lo menos en el albergue atendemos a familias completas, personas que vienen desde la abuelita hasta el bebe recién nacido, entonces, es complicado. (Natalia, Albergue Belem, Tapachula, agosto 2017).

En ese sentido, a pesar de los esfuerzos por parte de algunos colectivos y organizaciones, quienes no sólo tienen que lidiar con la falta de apoyo gubernamental sino con las percepciones negativas que el Estado y los medios de comunicación promueven sobre la población migrante, el escenario parece no mejorar, sobre todo en el caso de Tapachula, en donde la poca colaboración entre organizaciones dificulta la transición hacia una atención más estratégica con miras a cambios y mejoras a largo plazo.

Tapachula sigue teniendo un sistema de, en la mayoría de los casos, recepción idéntica al que tenía hace quince años cuando el flujo migratorio era muy distinto, entonces una de las peculiaridades en un contexto de refugio es que la gente viene con una desconfianza y con un tejido social completamente fraccionado, donde no se va a querer juntar con alguien que no sea familia... entonces, ¿qué ha pasado?, pues que este sistema de albergues ha fracasado completamente (Gustavo, CDH Fray Matías, Tapachula, agosto de 2017).

En Tijuana, aunque existe una mayor articulación entre organizaciones y una perspectiva más amplia en cuanto a la defensa de derechos de las personas migrantes, la ausencia de instituciones estatales como la COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) y de consulados de los países cuya población solicita asilo, así como el escaso apoyo por parte del gobierno hacia las OSC, parecen ser los principales obstáculos.

A este respecto, y como resultado de las reflexiones que las personas plasmaron en las entrevistas realizadas en ambos contextos, de forma puntual presentamos algunas de las problemáticas que enfrentan las organizaciones, tanto las de larga data como aquellas recientemente creadas, para brindar un mejor servicio y transitar hacia un modelo de atención integral y menos asistencialista.

Tabla 3 Problemáticas que enfrentan las organizaciones que trabajan con y en pro de la población migrante en ambas ciudades 

Tapachula Tijuana
Persistencia de imaginarios negativos contra la población migrante (racismo y xenofobia). Poco o nulo apoyo por parte de institu ciones gubernamentales.
Población local poco colaborativa y solidaria. Una sociedad civil más involucrada, pero que jerarquiza el apoyo entre los distintos grupos.
Sobredemanda de atención y capacidad rebasada. Competencia entre las organizaciones consolidadas y las recientemente conformadas por obtener recursos.
Esfuerzos desarticulados y falta de perso nal especializado en temas de refugio. No hay una oficina de la COMAR, ni presencia de consulados de países cuya población busca refugio.
Falta de financiamiento y continuidad en los proyectos. Trámites de regularización superficiales: les permiten establecerse, pero no les entregan documentos que les permitan conseguir un empleo (CURP).
Poca voluntad de las instituciones para agilizar los trámites de regularización. Falta de articulación con organización en eua.
Escasez de empleo y poca disposición de la iniciativa privada para ocupar a población migrante. Empleos mal remunerados y costos elevados de los servicios.

Fuente: elaboración propia.

De acuerdo con los testimonios de nuestros informantes clave, la explicación ante los pocos avances hacia modelos de atención integral obedece a que, si bien en años recientes las organizaciones vinculadas al tema de la migración se han multiplicado, las problemáticas son tan complejas que es casi imposible distinguir entre lo urgente y lo importante; dicho de otra manera, las prioridades son difíciles de establecer y las acciones suelen tener un sentido humanitario y de atención social de la emergencia, más que confrontar las causas estructurales y con ello, transitar hacia procesos de incidencia política más sostenibles (Lorente 2018).

Reflexiones finales

Tapachula y Tijuana son protagonistas de este confuso momento en la historia de la región, caracterizado por el éxodo masivo de grupos de migrantes del sur global en contraposición con los embates del poder del norte global, que a todas luces ha desatado una guerra al derecho a la movilidad; una lucha que va desde presiones directas y abiertas a autoridades mexicanas, federales y locales, hasta estrategias sutiles que impulsan actitudes y acciones xenófobas de pobladores locales. Frente a este escenario que ha llamado la atención y que presenta retos inimaginables a la sociedad civil organizada y a las autoridades de distintos niveles, es importante ampliar el horizonte de análisis, y el documento que aquí presentamos aporta justamente esto. Es un espacio donde damos voz a las reflexiones de actores directamente vinculados al fenómeno en estas dos ciudades, brindando un pano rama que permite tomar el pulso del fenómeno de la migración en tránsito y las posibilidades de la movilidad, no sólo ahora, sino en el contexto gestado en los últimos años.

En las dos ciudades del territorio mexicano que comprende este estudio, Tapachula, Chiapas y Tijuana, Baja California, se configuran prácticas de inmovilidades forzadas -la estadía de la población migrante que inicialmente las concibió como destinos de paso se prolonga más allá de lo pensado y deseado- desde años atrás; antes de que las miradas del mundo estuviesen puestas en las multitudinarias "caravanas". Entre las causas de esa inmovilidad destacan el no contar con los medios (legales, económicos y sociales) necesarios para continuar con el trayecto, la imposibilidad de retornar a sus lugares de origen ante amenazas que ponen en riesgo su vida, o simplemente porque la permanencia en ambos espacios, aun con la precariedad que pudiera conllevar, implica no renunciar a su anhelo de una vida mejor.

Como resultado de esa situación, las organizaciones que trabajan con y en pro de la población móvil en ambos contextos (fronteras norte y sur de México) se enfrentan a la imposibilidad de atender las demandas cada vez más complejas de una población que exige condiciones mínimas de bienestar (vivienda, educación, empleo, etcétera) y de acompañamiento legal, mismas que el Estado mexicano no ha sido capaz -con o sin intención- de solventar. Este documento da cuenta de que estos retos ya eran apremiantes años atrás, y la situación no mejoró. No es de extrañar que ahora, con este nuevo fenómeno de llegada masiva de migrantes, las capacidades de organizaciones de la sociedad civil, no sólo las de reciente creación, sino las de larga data, estén sobrepasadas tanto en Tapachula, como en Tijuana.

Las similitudes entre los dos contextos, así como entre las experiencias de los diversos grupos (deportados / as, solicitantes de refugio, desplazados / as y migrantes en tránsito), nos incitan a mirar las interconexiones entre procesos territoriales aparentemente desarticulados, pero inmersos en estructuras político-económicas, intereses y relaciones de poder que trascienden incluso, el ámbito nacional.

Por último, reiteramos que las reflexiones plasmadas al interior de este documento suponen las primeras aproximaciones a una temática con escenarios complejos, como son la inmovilidad forzada y las dinámicas migratorias en los contextos mencionados. En una segunda etapa del proyecto profundizaremos en torno a las transformaciones espaciales de ambas ciudades, a partir de esos procesos de asentamiento prolongado de población migrante, las implicaciones de las movilidades / inmovilidades, las asimetrías de poder en la configuración de éstas y la reconfiguración de los espacios a partir de estos asentamientos prolongados, en un contexto de externalización de fronteras.

Bibliografía

Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). 2018. Estadísticas 2013-2017. Consultado el 13 de agosto. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/290340/ESTADISTICAS_2013_A_4TO_TRIMESTRE_2017.pdf. [ Links ]

Cresswell, Tim. 2006. On the Move Mobility in the Modern Western World. Nueva York: Routledge. [ Links ]

Dowd, Rebecca. 2008. "Trapped in Transit: The Plight and Human Rights of Stranded Migrants". Research Paper , núm. 156, New Issues in Refugee Research Series. Génova: UN Refugee Agency, ACNUR (UNHCR). [ Links ]

Düvell, Franck. 2006. "Crossing the Fringes of Europe: Transit Migration in the EU'S Neighbourhood, Centre on Migration". Policy and Society, núm. 33. [ Links ]

______ . 2008. "Migrants and Refugees on the Fringes of Europe: Transit Migration, Mixed Flows and New Policy Challenges". Metropolis World Bulletin, núm. 8: 29-32. [ Links ]

_____ . 2010. "Ethical Issues in Irregular Migration Research in Europe". Population, Space and Place 16 (3): 227-239. [ Links ]

_____ . 2012. "Transit Migration: A Blurred and Politicised Concept". Population, Space and Place, núm. 18: 415-427. [ Links ]

______ . 2017. Marco Geoestadístico Nacional. Conjunto de datos vectoriales. México: INEGI. Consultado el 17 de noviembre. https://www.inegi.org.mx/datos/?t=0160000000000000. [ Links ]

Lorente, Diego. 2018. "La sociedad civil organizada de la frontera sur mexicana en defensa de las personas migrantes y refugiadas". Ichan Tecolotl. Puntos de encuentro. Consultado el 3 de diciembre. https://ichan.ciesas.edu.mx/puntos-de-encuentro/la-sociedad-civil-organizada-de-la-frontera-sur-mexica-na-en-defensa-de-las-personas-migrantes-y-refugiadas. [ Links ]

Massey, Doreen. 1991. "A Global Sense of Place". Marxism Today, núm. 38: 24-29. [ Links ]

Papadopoulou-Kourkoula, Aspasia. 2008. Transit Migration. The Missing Link between Emigration and Settlement. Hampshar-Nueva York: Palgrave Macmillan. [ Links ]

Unidad de Política Migratoria. 2016. Boletín estadístico 2016. III. Extranjeros presentados y devueltos. Consultado el 8 de marzo. http://www.politicamigratoria.gob.mx/es_mx/SEGOB/Extranjeros_alojados_y_devueltos_2016. [ Links ]

1Este artículo es producto de un conjunto de investigaciones que contaron con el apoyo financiero de CONACYT mediante el proyecto Grupo Binacional Guatemala-México de Estudio de las Fronteras: Dinámicas Transfronterizas y Perspectivas Muldimensionales (Ciencia Básica núm. 254227).

4Según información de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), de 2013 a 2017 se incrementaron en un mil por ciento las solicitudes de refugio de extranjeros que buscan el amparo del Estado mexicano (2018).

5Los nombres de las personas entrevistadas fueron cambiados para mantener el anonimato de sus testimonios.

6En México, el incremento de las detenciones y deportaciones en años recientes ha sido significativo: 2016 tuvo las cifras más altas, con 186 216 eventos de extranjeros presentados ante la autoridad migratoria, 34 % de Guatemala, 29 % de Honduras, 18 % de El Salvador, 9 % de Haití y 10 % de otros países. Chiapas fue el estado de la República donde se llevaron a cabo el mayor número de detenciones: más del 40 % del total (Unidad de Política Migratoria 2016).

Recibido: 10 de Enero de 2019; Aprobado: 16 de Mayo de 2019

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons