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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.13 no.2 Mérida jul./dic. 2018

 

Reseñas

Jorge Bolio Osés. En unas cuantas manos. Urbanización neoliberal en la periferia metropolitana de Mérida, Yucatán, 2000-2014

Ricardo López Santillán* 

Bolio Osés, Jorge. En unas cuantas manos. Urbanización neoliberal en la periferia metropolitana de Mérida, Yucatán, 2000-2014. Mérida: Universidad Autónoma de Yucatán, 2016. 180p.


Se trata de un libro prologado por dos especialistas en el tema y con una didáctica introducción del autor, quien a lo largo del texto nos presenta datos novedosos, resultados originales y propuestas pertinentes. La estructura resulta muy adecuada para el lector poco conocedor. De hecho, estamos frente a una lectura para un público amplio, más allá de los especialistas en temas urbanos (sociólogos, antropólogos, geógrafos, diseñadores del hábitat, entre otros). El lector de esta obra tendrá en sus manos información muy actual, por ello, no exagero, es una referencia obligada para quienes están relacionados con la política pública de los tres órdenes de gobierno a escala metropolitana.

El libro es sucinto, claro, bien escrito, con referencias bibliográficas pertinentes, generoso con las estadísticas y con una excelente cartografía. En él, el autor hace un recorrido diacrónico por fuentes diversas: datos oficiales de dependencias locales y federales, fotos satelitales, notas periodísticas, entrevistas a actores clave, además de su propia experiencia en planeación, consultas públicas, talleres y reuniones de trabajo.

En términos generales, el texto es una puerta de entrada para entender algunas de las anomalías que caracterizan las formas de hacer ciudad en tiempos neoliberales y que se reflejan, con extrema claridad, en la ciudad de Mérida y su Zona Metropolitana, claro, con algunas particularidades locales, la cuales, poco a poco se revelan al paso de la lectura.

Cuando aquí leemos alusiones a la especulación inmobiliaria, a los despojos o expropiaciones de tierras otrora ejidales, a los baldíos urbanos, a la contaminación del medio ambiente, a la vivienda masiva distante, construida con materiales de baja calidad; cuando sabemos que se edifican condominios cerrados para las clases altas o cuando pensamos lo caro que resultan el equipamiento urbano y los traslados en las ciudades dispersas, nos imaginamos cualquier gran urbe, pero Mérida no es la primera que viene a nuestra mente. Y sin embargo, explica Bolio al detalle, todos estos saldos negativos se ven aquí, en la capital de Yucatán y en su Zona Metropolitana.

Cierto es que algunas publicaciones señalan que esta ciudad es la que tiene mayor calidad de vida del país (pienso en los informes que publica Gabinete de Comunicación Estratégica), pero ¿esto es acaso un espejismo? No necesariamente. La Mérida que refieren los análisis de ese tipo es la de la gente con privilegios, la que vive en ciertas zonas de la ciudad; para el resto, por el contrario, la vida no es así; por ello el autor resalta las desgracias de tres casos paradigmáticos de la Zona Metropolitana de Mérida (ZMMID): Kanasín, Flamboyanes y Conkal.

Antes de pasar a ello, comencemos por lo más específico del caso meridano: su propia historia, no sólo por las variables cultural y étnica que siempre son un trasfondo insoslayable, sino por la variable política. En el estado de Yucatán, y de manera más grosera en la capital y sus alrededores, la tierra se usó como moneda de cambio. Antes de las reformas al Artículo 27 constitucional de 1992, se realizaron enormes expropiaciones de ejidos, tanto del interior, como del contorno de la ciudad. Este proceso data de 1986, en época del gobernador Víctor Cervera Pacheco. En aquella administración, el gobierno estatal intervino cambiando los regímenes de tenencia de la tierra y transformando los usos de suelo para favorecer a los amigos y prosélitos del régimen, ya fuera con tierras baratas pero con gran plusvalía, amortiguando los saldos de la crisis final de la industria henequenera o eliminando los mercados de suelo informales.

Eso explica en parte por qué la ciudad de Mérida, aun cuando presenta un crecimiento demográfico moderado, en términos territoriales ha aumentado su extensión de manera considerable. Desde aquellos tiempos se ha usado la tierra como refugio de los pingües capitales locales, en particular, en épocas de incertidumbre económica o cuando las inversiones productivas escasean; aquí siempre hay mucho suelo barato disponible que puede urbanizarse y ese es un negocio harto redituable. Ciertamente el valor de uso y valor de cambio del suelo urbano y periurbano no son los únicos capitales de la ciudad, pero sí los que se abordan a detalle a lo largo del libro. Si bien se señala el contexto sociocultural, económico y geopolítico de Mérida, el libro pone el acento en la gestión del territorio y los grandes problemas urbanísticos por los que pasa la ciudad.

Todos sabemos que la economía del ladrillo puede tener efectos perniciosos y en la ZMMID sobran ejemplos. El más alarmante es Kanasín, el “traspatio de Mérida” como lo refiere el autor en algún pasaje del libro. Kanasín, cabecera homónima del municipio conurbado, es, desde hace tiempo, la segunda ciudad más poblada de Yucatán. Receptáculo de migración pobre del interior del estado y de los estados circunvecinos, lugar donde viven los que buscan suelo o vivienda barata, de la que ya no se encuentra en Mérida, Kanasín es el lugar olvidado por la política pública enfocada a la vivienda de calidad y a la dotación de servicios urbanos: ¿para qué llevar escuelas, bibliotecas, canchas deportivas, hospitales y demás equipamiento a Kanasín si sus pobladores pueden trasladarse para usar los de Mérida? Esa parece ser la lógica de los gobiernos municipales e incluso del gobierno estatal, que se mantiene distante de esos problemas. Hay un déficit de gobernanza impresionante en el municipio, al cual se le suma un déficit de gestión metropolitana, también de enormes proporciones.

Si se me permite decirlo de manera hiperbólica, en Kanasín sucede todo lo que no se quiere que acontezca en Mérida: ya se refirió la falta de equipamiento, pero también están ahí los basureros al aire libre, los bancos de extracción de materiales para la construcción, los giros negros, la falta de certeza patrimonial en lo que concierne a la propiedad (tanto del suelo como de la vivienda), las construcciones masivas de vivienda ínfima, no tan barata, pero de bajísima calidad, sin áreas verdes ni espacios de donación. Kanasín es la peor versión del modelo neoliberal de hacer ciudad, incluido, desde luego, el asunto de ser un espacio para la colocación, entre los desarrolladores inmobiliarios, de créditos a la vivienda que otorgan los organismos financieros oficiales.

El otro caso que refiere el texto es el de Flamboyanes, ejemplo de una intervención pública fallida. La situación actual de este emprendimiento de vivienda de la década de 1970 no podría entenderse sin el declive demográfico y socioeconómico de Puerto Progreso, a lo que se suma la falta de suelo urbanizable dentro del municipio costero y la falta de vivienda digna para los sectores desprotegidos. Estos grupos, igual que en Kanasín, gente pobre del interior del estado y de los estados circunvecinos, al no tener espacios adecuados y recursos para construir vivienda digna, optaron por invadir la ciénaga y los manglares. Como se trata de zona federal y de importancia ecológica, fueron reubicados a siete kilómetros del puerto, a través de diversas acciones de gobierno. Ahí en Flamboyanes la calidad de vida es muy baja, existe segregación entre yucatecos y no yucatecos, vandalismo y escasa dotación de servicios, incluida la presencia de un transporte público que no cubre las necesidades de los que ahí residen.

El último caso paradigmático que trata el libro es el de Conkal, cabecera homónima del municipio metropolitano aunque no conurbado. Paulatinamente, Conkal se convierte en receptáculo de importantes inversiones estatales (por ejemplo la ampliación de la carretera a Motul y el extenso campus de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Yucatán en la vecina comisaría de Cholul). Esto converge con intereses privados de inmobiliarias para desarrollar, además de servicios varios, vivienda cara, suburbana, en fraccionamientos cerrados, del tipo de lotificación campestre. Es el caso estudiado que presenta menos información porque más que un problema en sí, es un posible problema en ciernes. El tiempo dirá.

Además de tratar con detalle estos tres casos (Kanasín, Flamboyanes y Conkal) el libro toca varios temas íntimamente relacionados con la trama principal. Sólo por mencionar algunos destaco: el proceso de desruralización de la periferia meridana y las consecuencias que esto trajo sobre el empleo; los problemas ambientales como la devastación de la selva baja y la agresión al manglar; la existencia de un empresariado rentista y especulador; la falta de certeza patrimonial en la propiedad del suelo de los municipios conurbados; crecimiento desenfrenado de la traza urbana con los subsecuentes costos sociales y financieros; la falta de una propuesta integral de transporte público metropolitano en una ciudad en la que el transporte público lleva décadas siendo caro y malo, lo que abona al deseo de poseer un vehículo propio, y por lo tanto, se genera un aumento de la tasa de motorización; la falta de equipamiento urbano de calidad, de un marco legal operante pues es difícil de cumplir o basta conseguir un amparo para no hacerlo. Hay muchas cosas que trata el libro que ameritan lectura minuciosa y que no se pueden tratar en una breve reseña.

¿Estamos frente a un escenario apocalíptico en la ZMMID? Según este libro sí, si no se actúa pronto. Afortunadamente, el autor presenta varias áreas de oportunidad para proceder, no sólo en términos correctivos, si no prospectivos. Se proponen algunas acciones claras y realizables que podrían desembocar en un futuro mejor para la Zona Metropolitana de Mérida, o mejor dicho, para quienes la habitamos.

¿Y los decididores estarán a la altura del desafío? Esperemos que sí. No queremos otra ciudad mexicana enclavada en una zona metropolitana caótica e ingobernable.

*Autor para correspondencia: ricardo_lopezsantillan@yahoo.com.mx

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