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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.7 no.1 Mérida ene. 2012

 

Reseñas

 

Ricardo López Santillán (coord.), Nuevas miradas a una cultura antigua. Comentarios al libro Etnia, lengua y territorio. El sureste ante la globalización

 

Luis Alfonso Ramírez Carrillo

 

Mérida, UNAM, CEPHCIS, 2010. 299 pp. ISBN 978-60702-0870-6

 

Este libro se acerca a observar y reflexionar los impactos de la globalización en el sureste de México. A través de ocho miradas empíricas y dos reflexiones con una perspectiva más general, se busca comprender algunos de los cambios contemporáneos que suceden en la región y empezar a dotar de explicaciones y sentido a fenómenos tan diversos como la lengua, el turismo, la identidad étnica y, por supuesto, la permanente pobreza. la mezcla temática no deja de ser sorprendente, dado que el nado con el tiburón ballena, la pervivencia lingüística de la lengua maya a través de la familia extensa y la reflexión sobre el anarquismo metodológico de Feyerabend aplicada al conocimiento científico técnico, parecería que se ubican en universos de estudio distintos. Sin embargo, como el propio coordinador de la obra nos adelanta en su prolija presentación, el énfasis de los resultados de estas investigaciones está puesto en el cambio sociocultural y socioespacial en estos tiempos globalizados. Sociedad y cultura, sociedad y espacio, la región y los mayas, el territorio y los tiempos comunes son, pues, los ejes que de una manera laxa unen estas investigaciones. Cuando se termina de leer el libro el escepticismo inicial se transforma en una visión de conjunto que, aunque incompleta, adquiere coherencia y sentido y le da un gran valor a la publicación. Este valor aumenta cuando uno descubre que se genera una gran cantidad de preguntas como resultado de estas reflexiones.

No resumiré los diez trabajos, labor que el coordinador de la obra ha hecho de una manera más que aguda y extensa en su presentación. En vez de ello trataré de ubicarlos, con unas fronteras muy amplias —no puede ser de otra manera— en un menor número de bloques temáticos, que apuntan a problemas y explicaciones comunes. Se trata de dos bloques de cuatro artículos y de otros dos que tienen que ser analizados por separado.

En el primer bloque se ubican aquellos trabajos que analizan la globalización como un proceso que afecta sobre todo el territorio, el espacio, los recursos naturales y el medio ambiente. Serían parte de él los siguientes artículos: primero el de Gustavo Marín Guardado, "Turismo, globalización y mercantilización del espacio y la cultura en la Riviera Maya", trabajo de gran interés y bien escrito de un autor que ha reflexionado durante más de diez años sobre el tema del turismo en Quintana Roo. Lo más interesante del texto son los tres ejemplos de distinta escala y naturaleza de la Riviera Maya, Tulum y Campamento Hidalgo. Aunque este último parece más bien la interpretación de un "perfomance" y se entiende mejor como la lectura de una puesta en escena teatral, el hecho de desarrollarse en el contexto y tiempo real de una comunidad maya en el monte lo hace un análisis doblemente interesante. El autor nos explica a grandes rasgos distintos modelos de integración a espacios turísticos y los caminos inéditos por los que transita la mercantilización de la cultura. Concluye que la Riviera Maya es una construcción empresarial, comercial y administrativa y no constituye en realidad una unidad ecológica, cultural o política. Es una invención de empresarios, políticos y administradores que aprovecharon los recursos de un territorio. Tulum, por su parte, es un lugar más complejo, un supuesto paraíso natural y ecológico casi contrapuesto a Can Cun, pero a fin cuentas en la supuesta "sencillez y respeto a la ecología" igualmente falso y construido. Campamento Hidalgo es la invención de los mayas hecha por los mismos mayas sobre una identidad realmente existente, un juego de espejos, una invención que se vende desde el extranjero pero que los mayas reales actúan en casa, donde el turismo imprime un nuevo valor a la cultura comprendida como un recurso mercantil.

El artículo de Ángeles López Santillán "Globalización, trabajo y cambio sociocultural en contextos de desarrollo de turismo internacional: el caso de Isla Holbox, Quintana Roo", analiza el cambio sociocultural derivado de la restructuración económica de la isla tras su inserción exitosa en el campo del turismo internacional. Se enfoca en la reevaluación del modo de vida y la modificación de las organizaciones colectivas de la sociedad local y en el creciente control de la isla por gente de fuera. Este trabajo complementa en gran medida la visión del desarrollo de Quintana Roo desde el punto de vista del turismo náutico, en especial del avistamiento y nado del tiburón ballena. En su trabajo la autora nos detalla con mucha precisión como el crecimiento del turismo en Holbox ha modificado no sólo la economía, sino también los valores y formas de vida de la población local, que poco a poco está siendo superada por los inmigrantes. Destacan sin embargo dos procesos del mayor interés. Por un lado, la fortaleza de la organización local que sigue participando en el control corporativo de recursos turísticos marinos, y por el otro cómo la infraestructura privada y el desarrollo de un turismo no náutico auguran no sólo una pérdida de control de la población local, sino el límite de un desarrollo sustentable y el previsible paso a un enclave turístico de otra naturaleza.

El trabajo de Manuel Jesús Pinkus Rendón "Los choles y tzeltales en la retórica de la sustentabilidad", hace hincapié en las contradicciones entre la identidad de los choles y tzeltales de Tabasco ante la retórica de la sustentabilidad caracterizada en la región del Usumacinta. Se fija en especial en los cambios en la organización social de las comunidades indígenas y mestizas. El trabajo se mueve en tres niveles de análisis. Por un lado ofrece una serie de largos apartados etnográficos sobre los choles y tzeltales de la sierra de Tenosique; por otra parte se ocupa de la globalización de la retórica de la sustentabilidad, pero lo hace a través de cómo se crea este discurso desde 1983 en la ONU en el informe "Nuestro Futuro Común". El tercer nivel es cómo el discurso del desarrollo sustentable es adoptado por los gobiernos federal y el estatal de Tabasco para justificar una serie de proyectos e inversiones en la zona. El trabajo presenta por separado tres buenos niveles de explicación: el discurso internacional, los programas de política pública que usan algunos de estos conceptos en Tabasco y los datos estadísticos y etnográficos de choles y tzeltales en la región que estudia. Luego constata la pobreza y emigración de esta población y concluye que el desarrollo sustentable es falso y en consecuencia retórico. Todo está bien y no puede uno concluir más que lo que el autor ya nos había adelantado: que el desarrollo sustentable es retórico.

El problema es que ningunos de los tres niveles tiene relaciones ni de causalidad ni de interrelación analítica entre sí. Se explican por sí mismos. Los datos estadísticos comprueban la pobreza, los datos de los programas de gobierno mencionan el desarrollo sustentable que, por los datos anteriores se ve que no se logró y las intenciones de las organizaciones internacionales quedan reflejadas en sus documentos. Nadie pone en duda el fracaso de los programas gubernamentales y que la sustentabilidad —como el desarrollo— es una gran retórica. Sin embargo, hubiéramos querido que el trabajo relacionara los tres niveles y nos dijera cómo, en concreto, han fracasado estos programas. De otra forma estamos explicando situaciones y poblaciones específicas con marcos de explicación general válidos para casi cualquier otra región de México. Esto acarrea problemas de lógica interna en el análisis. Por ejemplo si se dice que el resultado real de los programas y las inversiones del Gobierno lleva a un desarrollo capitalista y que por ello sus afirmaciones de sustentabilidad son una retórica, pero al mismo tiempo se señala que los programas, de ecoturismo por ejemplo, son un total fracaso, entonces ni el desarrollo capitalista ni el sustentable se han logrado y no se puede hablar más que del fracaso de la política pública en sí, con o sin retórica de sustentabilidad. Excepto en el discurso (y ya ni en él desde hace veinte años) en esto no hay novedad y estamos viendo la continuación de un proceso de deterioro social, cultural y ecológico iniciado hace muchas décadas y el abandono y empobrecimiento del campo y la sociedad indígena en el sureste de México.

El cuarto trabajo a comentar en este bloque es el de Miguel Ángel Pinkus Rendón, "Los recursos globalizados o recursos hegemónicos". El autor nos ofrece un detallado y excelente resumen del proceso de apropiación y deterioro del medio ambiente y los recursos naturales en todo el mundo reflexionando sobre el papel que han tenido los grupos de poder en el uso y manejo de la naturaleza a diferentes escalas (global, nacional y local). A nivel global señala como los países más ricos se han adueñado de los recursos de los más pobres, a nivel nacional nos explica cómo están distribuidos y gravemente deteriorados los recursos naturales y el medio ambiente de las distintas regiones de México. A nivel local nos detalla los recursos naturales y los principales problemas medioambientales de Yucatán, así como la grave situación que se avecina para nuestro estado.

La fortaleza de este conjunto de trabajos reside en que nos permiten ver agudas diferencias en lo que parecen procesos estructurales y únicos que en conjunto denominamos globalización y que en realidad son la expresión de una nueva etapa de un modelo de crecimiento capitalista, de apropiación de recursos sociales y naturales y de creación de nuevas identidades sociales iniciado en el sureste hace muchos años. Pero si bien el proceso es general, la riqueza de la información nos permite comprobar que a nivel local las situaciones y los resultados son muy diferentes. Por ejemplo, en el caso de los estudios sobre el turismo vemos de cerca los procesos de construcción de falsas imágenes —ni siquiera podemos llamarlas identidades— de la cultura e incluso del paisaje y el medio ambiente local. Sin embargo hacen falta dos elementos en este panorama. El primero es destacar el papel del Estado a través de los gobiernos federal, estatal y municipal. El Estado en Quintana Roo, si queremos considerarlo como un sujeto y un actor en el proceso de desarrollo turístico —y debemos de hacerlo— ha tenido un papel mucho más complejo del que le asignamos. La pugna entre grupos de poder, las sociedades entre políticos y empresarios, los arreglos entre partidos políticos han tenido una acción profunda en la construcción de la situación actual, en especial en el manejo de las reservas territoriales y el deterioro ecológico.

En el caso de Tabasco curiosamente pasa lo contrario. Los sujetos enfrentados son el Estado y las comunidades indígenas y no alcanzamos a ver con claridad la fuerza del mercado, que dado el recurrente fracaso de las políticas públicas, es necesariamente la principal fuerza del cambio social y de la pobreza. Lo mismo puede decirse respecto a las fuerzas económicas que se mueven o pensamos que se mueven detrás de lo que llamamos globalización. Al igual que el Estado la globalización es vista como un fenómeno externo a los casos estudiados, una especie de situación dada, casi natural. El mercado es visto también de una manera muy determinista y suponemos que lo que está pasando es casi lo que tenía que pasar. Las empresas rara vez tienen nombre y apellido y tal parece que no importa, pues el imperativo de la ganancia explicaría todo y ya. Y, sin embargo, sí importa y mucho, pues nos ayuda a comprender mejor que aun dentro de un capitalismo global la naturaleza de los proyectos de desarrollo, los ritmos e intensidades de inversión, las respuestas a las crisis pueden cambiar profundamente dependiendo de las empresas y los intereses económicos de los grupos de poder locales, no sólo de políticas públicas generales. Esa es la expresión de lo local en lo global.

El siguiente bloque de trabajos está integrado también por cuatro artículos. Su principal característica es que analizan el cambio sociocultural y lingüístico en grupos indígenas y la segunda que el análisis se centra más en los actores y en la información provista por ellos mismos. El dato vivo sobresale en estos trabajos. El trabajo de José Rubén Orantes García sobre "Practicas jurídicas y niveles legales en Tenejapa, Chiapas" se ocupa de analizar las transformaciones de la actividad jurídica en este municipio alteño de Chiapas. Se refiere en especial a un tipo de organización muy particular, el Juzgado de Paz y Conciliación Indigena (JPCI). El autor analiza con claridad esta instancia jurídica intermedia promovida por el Estado mexicano que se ha podido mantener como un espacio legal donde se concilian los problemas del municipio. A pesar de no coincidir con el complejo sistema jurídico oral de los tenejapanecos, ha promovido la participación de una parte de la comunidad, en especial las mujeres. Me gustaría preguntarle al autor sin embargo, exactamente a qué se refiere cuando habla del mantenimiento del falogocentrismo en los juicios y en qué es distinto de los conceptos de machismo, inequidad de género o androcentrismo.

El trabajo de Ricardo López Santillán versa sobre los cambios en la cultura material y en los patrones de consumo de los mayas yucatecos de clase media residentes en Mérida. Partiendo de los criterios de etnicidad discutidos por Barth, analiza a través de 17 estudios de caso las transformaciones en la cultura material y en el discurso sobre los consumos deseables. Los resultados son muy claros y se agrupan en cuatro rubros: la vivienda, el abasto y el consumo, la alimentación y los gastos relacionados con el ocio y el recreo. Los testimonios hablan por sí solos y son un claro ejemplo de cómo se ha ido transformando no sólo la vida material sino también los deseos y expectativas de lo deseable en materia de confort y calidad de vida. Los cambios que analiza el autor sobre la expresión de la desruralización y la movilidad social a través de indicadores tangibles de consumo, quedan ampliamente demostrados. El texto destaca por su sencillez y claridad pero también arroja dos nuevas preguntas. La primera es dónde pondríamos la marca o el valor de la identidad étnica al transformarse los patrones de consumo, vinculados en estos casos a procesos de movilidad social. Aclaro: cuando encontramos cambios en el consumo de la población maya que sigue siendo pobre, o ubicada en medios rurales no establecemos una relación tan directa con el cambio en la identidad étnica.

Por supuesto, el mismo título del artículo nos aclara que no discute centralmente el tema. Habla de los cambios en la cultura material, no en la identidad. Sin embargo uno no puede dejar de preguntarse qué diferencia habría entre estos profesionistas y la familia que vive a su lado, en la misma colonia, en una casa igual y consumiendo las mismas cosas, pero donde ni la lengua, ni los patronímicos, ni el origen rural son mayas, con un antecedente similar de pobreza y que han experimentado el mismo proceso de movilidad social de los sujetos estudiados. La pregunta es adecuada si consideramos que el 40 % de la población de la zona metropolitana de la ciudad de Mérida podía ser considerada pobre en el año 2009, según la metodología de líneas de pobreza de SEDESOL. Del total de la población metropolitana sólo el 15% clasificaba como población auténticamente maya por el criterio de la lengua, lo que aumentaría a un 30% si consideramos los patronímicos. Esto nos deja una gran población pobre de origen no maya que experimenta los mismos procesos de cambio social en el mismo espacio. También significa que el porcentaje de población no maya que se ha movido de la pobreza hacia algún punto de las clases medias es al menos igual, si no es que superior a la que se identifica como maya, ya sea porque su origen sea totalmente mestizo o por que sin serlo, la identidad étnica se perdió desde hace varias generaciones, particularmente si los troncos familiares radicaban en la zona metropolitana de Mérida desde hace varios siglos o se avecindaron durante las intensas migraciones de mediados del siglo xx. La teoría plantea que la movilidad social tiende a ser la gran igualadora cultural y si no hubiera diferencias significativas en los consumos materiales entre ambos tipos de familias que se incorporan a la clase media, podríamos plantear la hipótesis de que la identidad étnica o la cultura maya, sin disminuir su importancia en otros universos simbólicos y formas de interacción social, poco influyen para determinar los nuevos consumos materiales. ¿Sería este el caso?

Los siguientes dos artículos entran directamente a la discusión sobre los cambios en la identidad étnica a través del análisis de la lengua. El de Ismael May May además de ser original, ameno y breve, está muy bien escrito. Es de resaltar que el autor logra armar una discusión del mayor interés vinculando las nuevas tecnologías con la capacidad de transformación y desarrollo de la lengua maya en los medios virtuales y las formas en que estos brindan las condiciones para que los idiomas como el maya, que no gozan de una fuerte tradición de escritura, no se limiten a la tradición oral y sean los mismos hablantes quienes propicien su desarrollo. El artículo de Flor Canché, Barbara Pfeiler y Carlos Carrillo "La familia extensa como promotora de la vitalidad maya", analiza el uso de lenguas en el espacio privado de la población de Timucuy, a través de las características del cuidado infantil de tres familias, y encuentra que gracias a la interacción con la familia extensa los niños llegan a adquirir la lengua maya, aun cuando sus padres les inculquen el español. Esto lleva a plantear, de manera opuesta, que se ha explorado poco el proceso de nuclearización de la familia, especialmente en los medios urbanos, como vehículo para perder la lengua y en general la relación entre estructura familiar y lenguaje.

A pesar de sus evidentes diferencias, estos cuatro trabajos se ocupan de una situación común: la manera en que se transforman las identidades nativas del sureste mexicano con la presencia de nuevos elementos culturales, económicos y lingüísticos introducidos o creados por los procesos que antes se llamaban modernidad y ahora denominamos globalización. El énfasis se centra por supuesto en la gente, en los actores directos, en la medida en que éstos se relacionan con su medio social. A través de sus testimonios se observan y explican con mejor detalle los resultados de la globalización y los cambios concretos que causa, así como los medios por los que se efectúan estos cambios. Enfrentamos también un material que nos habla de las múltiples dimensiones del cambio social. Las nuevas tecnologías al igual que la ancestral familia extensa pueden vigorizar, tanto desde el pasado como hacia el futuro, la lengua maya. El Estado puede relacionarse jurídicamente con la comunidad rural e indígena para impartir justicia con nuevas formas compatibles con el derecho consuetudinario y aún así se mantiene la inequidad de género que demuestra que la tradición comunal, no por ser más antigua, aceptada y legítima es por ello más justa ni democrática. La mejora material y la movilidad de los mayas dejan aún pendiente la respuesta a la pregunta sobre qué campos simbólicos se construye la identidad indígena contemporánea en un mundo global.

El artículo de Aurelio Sánchez Suarez, "Arquitectura vernácula y prácticas socioculturales. Los tablados del Camino Real de Campeche: tradición, modernidad y subsistencia", nos habla de la popular y reconocida tauromaquia tal como se practica entre los mayas de la península de Yucatán. Su ojo arquitectónico observa con vívido detalle los ruedos en los que se adaptaron las tradiciones constructivas propias de la vivienda maya y su estandarización en todo el territorio yucateco. Después de establecer con claridad las diferencias entre las fiestas urbanas y rurales, deja claro que en los poblados pequeños, que es en donde se realiza la mayor parte de las corridas, éstas no tienen razón de ser si no se vinculan a las fiestas de los santos patronos. Destaca en especial el análisis que hace de la función del "palquero", y de cómo su papel se mantiene por razones de prestigio y solidaridad, aunque implique pérdidas económicas. Es indudable que las corridas vernáculas mantienen viva una tradición y fortalecen la vida comunitaria. Pese a ello, también queda claro que al ser parte del circuito de fiestas patronales instituidas por los rituales de la Iglesia católica y la veneración de los santos desde la época colonial, difícilmente se mantendrían si no fuera por los intereses comerciales vinculados a la fiesta y en especial al fomento del alcoholismo en el medio rural, impulsado por las empresas cerveceras que compiten por mantener sus mercados.

El trabajo que cierra el libro, de Sandra Lucía Ramírez Sánchez "Diversidad cultural y construcción de espacios públicos en cuestiones científico-técnicas", plantea la necesidad de considerar la cultura como fuente de conocimiento y, cuestionando la unicidad del valor del conocimiento científico, sostiene que la multiplicidad teórica de los conocimientos científicos y tradicionales ilumina mejor los fenómenos y nos provee de nuevas perspectivas epistémicas. Partiendo de una revisión de los planteamientos del anarquismo metodológico de Feyerabend, rescata en ellos más una visión perspectivista del conocimiento que la del relativismo a ultranza que se le suele atribuir a este filósofo. Esta interpretación perspectivista del pensamiento de Feyerabend le lleva a seleccionar el principio de proliferación, que rescata desde un enfoque fundamentalmente epistemológico y que, según la autora, permite comprender mejor el progreso dentro de la ciencia. Así como la multiplicidad de teorías diversas enriquecen la ciencia, la multiplicidad de culturas y el multiculturalismo como posición política enriquecen el mundo y sus formas de vida. En ambos casos también se evita la autovindicación, ya sea de una sola teoría científica o de una sola cultura que se proclame como universal, única o mejor, lo que empobrece tanto la ciencia como el mundo de la vida. De esta manera efectúa el tránsito de la propuesta epistemológica y política de Feyerabend y lleva la discusión al terreno de la diversidad cultural, bajo la idea de que es la gente involucrada la que debe hacer las evaluaciones de los sistemas que articulan sus formas de vida. Esto incluye, como condición, la capacidad de exponer y confrontar creencias, valores, intereses y actitudes para poder preservar la identidad cultural. De plantear la necesidad de construir espacios públicos donde la diversidad cultural contraste sus propuestas. En esta segunda parte cambia la dimensión de su análisis y pasa de un planteamiento epistemológico a otro propiamente sociológico, en el que se precisa de un marco normativo que sólo se puede dar dentro de una sociedad democrática para que los individuos confronten sus ideas, en especial en una sociedad multicultural como la mexicana.

La esencia de su planteamiento es indudablemente correcta: para que la sociedad mexicana pueda construirse democráticamente debe no sólo aceptar, como ya lo ha empezado a hacer, su esencia multicultural, sino también el valor del conocimiento y la opinión pública de todos sus ciudadanos, otorgando el mismo valor a cada cultura. Esto no sólo incluye interpretaciones científicas y tradicionales de los mismos fenómenos; incluye también otorgar la misma legitimidad a la opinión y decisión de los ciudadanos en los asuntos que los afectan, más allá de los criterios de primacía científica que asumen los grupos técnicos especializados. Es decir, reconocer tanto la experticia como la experiencia en los asuntos que son de competencia pública.

Estamos convencidos de la necesidad de construir estos espacios de participación pública, así como del llamado con el que la autora concluye su trabajo, de que su construcción requiere de un marco normativo impulsado a través de las políticas públicas, donde se reconozca la diversidad y que todas las culturas son fuentes de conocimiento. Pero estar convencidos no significa que sepamos o incluso que podamos hacerlo. Este es el punto en el que al parecer inevitablemente el análisis científico se detiene. No sólo el llamado final de este capítulo, sino incluso los que se pueden derivar de todo el conjunto de trabajos tienen la misma limitación: podemos darnos cuenta y explicar con mayor o menor agudeza un conjunto de fenómenos. Vemos los problemas, se intuyen las soluciones e incluso apuntamos un camino a seguir. Pero en realidad, después de decir qué hacer y por qué hacer las cosas, es muy difícil plantear cómo hacerlas. Y es que en realidad el cómo corresponde a otro campo, el de las políticas públicas, el de la acción ciudadana y el de la participación política organizada. En la investigación la mejor batalla se da en el campo del conocimiento. Conocer más, mejor y de primera mano nuestra realidad no es quizá la única aportación que como científicos nos es posible dar, pero ciertamente es nuestra primera obligación y la más importante, ya sea que la asumamos desde el campo de la experticia o de la experiencia. Y en ese sentido todos los trabajos que podemos leer en este libro cumplen su obligación con creces y enriquecen nuestro conocimiento sobre el sureste globalizado. Es cierto que no podemos dejar de cumplir otras responsabilidades ciudadanas y sociales, pero eso ya es asunto de otros empeños y otras páginas, que cada uno se encargará de llenar si así lo desea.

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