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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.7 no.1 Mérida ene. 2012

 

Artículos

 

La configuración del paisaje yucateco en la proclama separatista a través de periódicos literarios (1841-1849)1

 

Aura Loza Álvarez

 

Becaria CONACYT-UNAM.

 

Fecha de recepción: 13 de junio de 2012;
Fecha de dictamen: 28 de agosto de 2012.

 

Resumen

El artículo analiza la configuración estética del paisaje yucateco en los periódicos El Museo Yucateco y El Registro Yucateco que, a pesar de ser literarios, impulsan el proyecto separatista de Yucatán en la primera mitad del siglo XIX para erigirse como una Nación independiente.

Palabras clave: derechos históricos, proclama separatista, periódicos literarios, descripción del paisaje, modelo estético de organización.

 

Abstract

This article is an analysis of the aesthetic configuration of the Yucatecan landscape in El Museo Yucateco and El Registro Yucateco periodicals. Although these texts were largely literary in nature, in the first half of the nineteenth century they helped drive the separatist project of Yucatan to establish itself as an independent nation.

Keywords: historical rights, separation proclaim, literary newspaper, description of the landscape, aesthetic model of organization.

 

La geografía excepcional, derechos históricos transgredidos y una consecuencia: proclama separatista de Yucatán.

En 1821 se consuma la independencia de México respecto a España y se instaura el régimen monárquico de Agustín de Iturbide. Sin embargo, los yucatecos tenían claro que el federalismo era la forma idónea de gobierno que les permitiría "conservar su autonomía política y las prerrogativas fiscales heredadas del periodo colonial" (Quezada, 2001: 121). En efecto, la ubicación geográfica de la península yucateca resultó ser excepcional desde la época colonial y durante el siglo XIX: su céntrica latitud y extensas costas que lindaban con el océano Atlántico, incluyendo el Golfo de México y el Mar Caribe, la hacían propicia para el comercio marítimo entre las naciones occidentales. Esta particularidad geográfica quedó de manifiesto en los llamados "Derechos históricos" que adquirió Yucatán cuando, a finales del periodo colonial, la Corona española le otorgó la concesión del libre comercio con la apertura de sus puertos a toda importación y exportación extranjera, así como la aplicación de aranceles provechosos para la economía de la península.2 Esos privilegios económicos, producto de su geografía, sirvieron para reafirmar el dominio sobre el territorio yucateco y fueron un poderoso motivo para defender la autonomía en contra de las adversidades históricas que se presentaron.

La primera contrariedad surge en 1823 cuando Iturbide expide un decreto en el que se fija un arancel de aduanas del 25% para todo el Imperio. Esta medida afecta directamente a Yucatán que, exclusivamente y desde 1814, venía manejando un arancel de 9 al 15%. Asimismo, también se ordenaba cerrar todos los puertos a las embarcaciones españolas, acción que interrumpe las relaciones comerciales de la península con Cuba que representaba, en gran parte, el mercado de la producción yucateca (Betancourt, 2004: 49). La consecuencia directa de estas medidas perjudiciales para la península fue la elaboración de un pacto en el que se declaraba la excepcionalidad de Yucatán basado en sus Derechos históricos,3 y se condicionaba su adhesión al Gobierno central siempre que éste adoptara el federalismo, régimen que aseguraba el manejo directo de los asuntos peninsulares.

Un año más tarde, y tras la instauración del federalismo en la nación, el Augusto Congreso de 1824 expidió la Constitución Federal de los Estados Unidos y Mexicanos, que había de regir la vida política del país. No obstante, este triunfo conllevó un fracaso ya que en dicha acta constitutiva se estipularon restricciones a los poderes de los estados, tales como: establecer derechos de tonelaje o cualquier otro en los puertos, imponer contribuciones o derechos sobre importaciones o exportaciones, tener tropas o buques de guerra; así como la obligación de declarar los ingresos y egresos de sus tesorerías; medidas que seguían afectando la autonomía de Yucatán al impactar directamente en los beneficios que su posición geográfica le proporcionaba.

El cambio del federalismo al centralismo de Antonio López de Santa Anna tampoco rindió los frutos esperados. La Diputación Provincial de Yucatán había exigido se reconociera el pacto celebrado en 1843, en el cual se salvaguardaba la excepcionalidad yucateca justificada en sus Derechos históricos; pero esas exigencias no fueron cumplidas, no obstante la promesa santanista de respetar el acuerdo; incluso, la insumisión yucateca derivada del quebrantamiento por parte del Gobierno central, provocó que éste realizara una intervención militar con el objeto de someter a Yucatán por la fuerza, lo que finalmente terminó fracturando las negociaciones entre ambas partes.

Así pues, las diferencias y problemas de tipo económico-comercial que la península yucateca tuvo con México, cuyo origen se puede establecer en su privilegiada ubicación geográfica, en los derechos que esta circunstancia le había proporcionado en el tiempo y en la falta de un acuerdo que respetara definitivamente su autonomía, traen como consecuencia que Yucatán declare su independencia de la Nación mexicana desde el año 1841, dando lugar a su primera separación bajo el siguiente argumento:

[...] la Comisión Especial determinó la independencia de Yucatán argumentando, entre otras razones, las siguientes: que para ese año Yucatán contaba con más de 600,000 almas, su extensión podía mantener cinco veces más moradores, y que con sus puertos abiertos a las grandes potencias podían asegurar los recursos para su sostenimiento, aparte de traer grandes beneficios. Su posición geográfica la aislaba de México, los mares las separaban y debilitaban los lazos entre ambas. La península tenía límites naturales y los yucatecos habían ocupado su territorio por más de trescientos años (Flores, op. cit.: 195).

Con la destitución de Santa Anna en 1845 se vuelve a abrir la oportunidad para que Yucatán se reincorpore a México, pero la guerra con Estados Unidos, a propósito del conflicto texano en el que Yucatán se había declarado neutral, aplaza la anexión de la península ratificando nuevamente su independencia de México.4

La situación no se modificó hasta que en 1847 Yucatán se enfrenta al problema de la llamada Guerra de Castas, lo que la lleva a ofrecer su soberanía a Estados Unidos, Inglaterra o España para que los auxiliaran en este conflicto. Ante la negativa de estas naciones, el apoyo es brindado por México; de este modo, el 17 de agosto de 1848 se decreta la reincorporación definitiva a la Nación mexicana, concluyendo el proceso álgido entre las relaciones políticas del centro y la península.

 

Los periódicos literarios y la configuración del paisaje

El periodo de separación que va de 1841 a 1848 coincide con el surgimiento de dos periódicos literarios en Yucatán: El Museo Yucateco que inicia sus actividades en el año de 1841 concluyendo en 1842,5 y El Registro Yucateco a partir de 1845 hasta su última publicación, que fue en 1849.

Ahora bien, es fundamental apuntar que el contenido, la visión y la ideología de ambos periódicos mantienen correspondencia y armonía debido al hecho de que sus redactores ideológicos son las mismas personas, como se declara abiertamente en la introducción de El Registro Yucateco:

Al tomar de nuevo la pluma los antiguos redactores de El Museo Yucateco no pueden olvidar la generosa complacencia con que fueron recibidas sus producciones por todos sus compatriotas: hoy con iguales deseos de agradar [...] conseguimos llevarlas a cabo, EL REGISTRO será un periódico digno de una sociedad que sigue, [...] el rápido progreso del entendimiento humano (I: 1).

En efecto, los actores yucatecos que escribieron en las páginas de ambos periódicos literarios, imprimiendo su huella ideológica, fueron aquellos que pertenecían al grupo dirigido por D. Justo Sierra O'Reilly, quien fue su principal ideólogo redactor y editor. Entre los colaboradores que iniciaron al lado de O'Reilly la empresa periodística encontramos a Vicente Calero, Wenceslao Alpuche y Juan José Hernández, lista que aumentó en el segundo periódico incluyendo a Gerónimo Castillo Lénard,6 Manuel Barbachano Tarrazo, fray Estanislao Carrillo, y jóvenes promesas. Asimismo se abrió espacio para colaboraciones ocasionales apareciendo notas de Buenaventura Vivó, Mariano Trujillo, José Joaquín de Torre Ancona y algunos más, enriqueciendo el periódico con sus aportaciones.

Algunos de los personajes que participaron en la edición y redacción de los periódicos, también fueron figuras políticas relevantes. Tal es el caso del propio D. Justo Sierra O'Reilly quien ocupó diversos cargos públicos y desempeñó misiones diplomáticas del gobierno yucateco,7 y de Gerónimo Castillo Lénard que, además de ser dueño de la editorial que imprimió El Registro Yucateco entre otros periódicos, también ocupó puestos en la administración pública de Yucatán y fue uno de los comisionados que gestionó ante la nación mexicana el convenio de 1843. Ese grupo de personas que descollaban por su presencia e intervención en los asuntos políticos de Yucatán, a más de tener en sus haberes sociales títulos que acreditaban estudio y profesión, o la calidad de comerciantes, fueron el material humano que deslizó la pluma por las páginas de El Museo Yucateco y El Registro Yucateco, conformando de este modo lo que se denominará como "la élite intelectual yucateca" para efectos de este trabajo.8

Arturo Taracena ha analizado el quehacer de estos periódicos permitiendo un acercamiento a la intencionalidad de su contenido, y según su apreciación, redunda la visión regionalista al privilegiar temas en los que se evocan las biografías de sus prohombres, se recurre a la utilización de leyendas y tradiciones exaltando el amor por la naturaleza, y hacen de la geografía yucateca un edén particular: "en definitiva, se elaboró una memoria histórica propia, con el fin de poder hablar de Yucatán como futura nación en el concierto internacional decimonónico"(Taracena, 2008: 222).9

A través del movimiento romántico de la época, en lo que corresponde al ámbito literario, los poetas y escritores en general, encontraron un canal apropiado para magnificar los sentimientos y la geografía de la patria que los acunaba; en concordancia con esta práctica, tanto El Museo Yucateco como El Registro Yucateco contienen temas que muestran la exuberancia de la naturaleza yucateca, el esplendor de las viejas ruinas mayas, el austero carácter de las construcciones religiosas dejadas por los españoles y la alegría desbordada de su paisaje urbano.

Como corriente política, para los románticos cada pueblo poseía un carácter, de este modo el romanticismo introdujo la noción de "tradición" generando el despertar comunitario de una sociedad. Y siguiendo el momento histórico del separatismo yucateco en el que aparecen los periódicos literarios con una tendencia regionalista,10 se puede afirmar que dichos productos sociales fueron el lugar apropiado para singularizar la geografía yucateca y por lo tanto, conformar un paisaje característico que pudiera distinguir o particularizar a la península yucateca, hacerla visible ante el mundo e impulsarla como una Nación independiente.

En esa línea, para erigir una Nación como producto histórico se debían reunir ciertas condiciones de acuerdo a la propuesta europea, y algunas de ellas eran perfectamente realizables en las páginas de un periódico tales como: comprobar la presencia de una tradición prolongada en el tiempo y la posesión de un territorio específico (Betancourt, 1989: 44). Condiciones que debían ser desarrolladas y orientadas de manera apropiada por cuanto se trataba de una comprobación de tipo textual; por ello, los editores y redactores de El Museo Yucateco y El Registro Yucateco reúnen y elaboran artículos sobre la ubicación y extensión de la península, las ciudades, villas, puertos y ranchos, los monumentos coloniales y arqueológicos, y, en general, exhiben todos aquellos paisajes que publicitaban el espacio físico y social que conformaba a Yucatán.

Considerando que, por lo menos en la península yucateca, El Museo Yucateco y El Registro Yucateco fueron los primeros periódicos reconocidos con la notación de literarios y que bajo su manto disimulaba un proyecto cultural que buscaba la identificación de la colectividad con la nación "definida básicamente por la identificación de una historia nacional, una cultura nacional, un paisaje nacional y unas costumbres nacionales" (Pérez Vejo, 2001: 396), esa búsqueda no estaba dirigida únicamente a su comunidad yucateca, sino que también pretendía expandirse al extranjero, ya no como identificación, sino como reconocimiento; la nación yucateca necesitaba ser reconocida como tal entre las demás naciones y para ello, la élite intelectual, debía habilitar lo que Itamar Even-Zohar denomina "los indispensabilia del poder",11 entre los que se encuentra a la literatura; esto es, poseer una literatura propia.

Es así que los intelectuales al proyectar El Museo Yucateco y El Registro Yucateco como productos literarios, en realidad estaban fabricando una herramienta de poder indispensable para la nación yucateca que les permitía a un tiempo, distinguirse y sobresalir:

Tal es en nuestros días la corriente que lleva la política liberal: [...] la poderosa corriente existe, se derrama por todas partes, no puede contenerse, y nos muestra que lo mismo en política que en todos los movimientos de nuestra época [incluyendo los literarios], la tendencia a la universalidad, a la difusión, es el principio dominante. ¡He allí el siglo diecinueve! (El Registro Yucateco, II: 291).

Por su parte, la empresa literaria se fundamenta en la escritura, en este sentido el medio para verter los paisajes en los periódicos se realiza a través de la descripción de las imágenes; esto es, de la representación verbal o ekphrasis:

"Etimológicamente es el resultado de la unión de la preposición griega «ek» y del verbo «frasso», en cuanto implica acción propia de «des-obstruir», de «abrir», de «hacer comunicable» o de «facilitar el acceso y el acercamiento» a algo. [...] la ekphrasis se toma como «descripción que hace accesible», o sea como «descripción estimulante». Es decir que se trata, en el contexto de la mediación de la palabra frente a la imagen, de una especie de «descripción narrativa» como de una «narración preponderantemente descriptiva»" (Calle, 2005: 62-63).

Ahora bien, ¿cuáles son las implicaciones que conlleva el paisaje para ser representado o descrito? Un primer atisbo de lo que significa un "paisaje" se encuentra en las acepciones que nos proporciona la Real Academia de la Lengua Española: "Extensión de terreno que se ve desde un sitio", "Extensión de terreno considerada en su aspecto artístico" o "Pintura o dibujo que representa cierta extensión de terreno". De aquí se destaca el elemento que acompaña a esa "extensión de terreno": la intervención del hombre que "ve(r) desde un sitio", que atribuye un "aspecto artístico" a la geografía que ve, y que finalmente interviene en "lo que se representa a través de la pintura o dibujo".

Al efecto, el teórico Raffaele Milani afirma que "Es el paisaje creado por el hombre que, por medio del trabajo, la libertad y el juego de la imaginación, modifica el mundo circundante manipulando el ambiente real" (Milani, 2007: 60). El paisaje es pues, recreación de un ambiente real por medio de la manipulación estética. También explica que cada época y cada pueblo produjo culturalmente sus paisajes y apoyando esta perspectiva, M. Schwind, sostiene que "[...] el paisaje es una obra de arte equiparable a cualquier creación humana, pero mucho más compleja: mientras un pintor pinta un cuadro, un poeta escribe una poesía, un pueblo entero crea el paisaje que constituye el depósito profundo de la cultura y que muestra la huella de su espíritu" (apud Milani, op. cit.: 55).

La visión de Schwind sobre el paisaje va más allá de la creación y la manipulación del hombre sobre un espacio real y lo equipara a la representación cultural y espiritual de un pueblo.

Se advierte, entonces, que el paisaje es un producto de la creación humana en el cual a través de la vista y la representación verbal de ésta se manipula de manera artística una realidad geográfica, a grado tal que la configuración que se produce puede revelar la cultura y esencia de un pueblo. En este sentido, la configuración del paisaje yucateco en los periódicos literarios bajo el contexto separatista, permite vislumbrar el interés y la tendencia de la sociedad yucateca para entrar al concierto de las naciones independientes.

Es importante hacer notar el carácter de literario que poseen estos periódicos, ya que bajo esta circunstancia los ideólogos de El Museo Yucateco y de El Registro Yucateco perfilan y condicionan sus alcances al declarar que la literatura podía ser amena y útil al mismo tiempo: "Así es que, las ciencias y la literatura, haciendo causa común, han marchado unidas por las innumerables sendas que abrió la imprenta a las mejoras sociales, llenando de este modo los deseos del hombre, que no haya completa satisfacción, sino en la unión de lo útil y lo bello" (El Registro Yucateco, I: 7).

Y sirviéndose de la simbiosis que resultaría de articular lo útil con lo bello y viceversa, la élite intelectual vertió en los periódicos literarios paisajes que correspondieran a estas categorías. Así pues, tanto en El Museo Yucateco como en El Registro Yucateco se cuidó que la caracterización o configuración del espacio peninsular coincidiera con tales parámetros.

Anticipando que la conformación del paisaje yucateco en El Museo Yucateco y El Registro Yucateco podía ser categorizada en los rubros de lo útil y lo bello, y que esto respondía al imperativo político, económico y social del contexto decimonónico ya que se intentaba crear una Nación poniendo especial énfasis en el hecho geográfico, Eduardo Martínez señala: ".la faz del paisaje es sólo el aspecto externo de esa forma, el rostro de la configuración geográfica. Para entender la estructura, conviene recordar que no hay espacio geográfico sin función" (apud Nogué, 2009: 330).

La funcionalidad que detenta un territorio es asignada por el hombre quien, al entrar en contacto con dicho espacio, le otorga significación:

La producción humana [del paisaje] adquiere dos sentidos: por un lado, expresión del gusto por el orden de los lugares, según los varios ideales culturales y sociales; por otro, expresión de la actividad, los cultivos o el asentamiento urbano. El primero es estético, el segundo es productivo, y discurren a lo largo del confuso camino situado entre lo bello y lo útil (Milani, op. cit.: 60).

Lo expresado por Milani remite a las dos categorías mencionadas y las ubica dentro de la estética para lo bello y dentro de la productividad para lo útil.

Siguiendo el mismo orden de ideas, cabe especificar que los paisajes útiles, por su descripción, se identifican con aquellos aspectos que brindan beneficios económicos y sociales al hombre, tales como un puerto comercial, una zona cultivada, un rancho ganadero, la urbe y los servicios que ofrece y, en general, todas las representaciones que permitan al lector del periódico literario reconocer el grado de progreso y civilización de un territorio. La consecuencia directa de conformar paisajes con carácter utilitario es la proyección económica, ya que es una forma de publicitar el espacio para promover el comercio y la inversión. En artículos como "Las costas de Yucatán", "Yalahau", "Más sobre Cozumel", "Yax-ha" y "Bacalar" por ejemplo, se describen la industria, la agricultura, la ganadería, la posición portuaria y demás beneficios y provechos que proveen estos espacios.

En el ámbito político también resulta apropiado describir un territorio para demarcar el alcance de su poder. En el caso específico de los periódicos literarios a los que aludimos, esta fue una acción fundamental que apoyaba e impulsaba en los yucatecos el ideal protonacionalista, que es la capacidad de movilización para irrumpir con potencia en cierta sociedad cuando las condiciones óptimas están dadas, y consiste en re-significar el sentimiento de pertenencia a una colectividad ya existente pero acallada, por medio de productos sociales, haciendo todo lo posible para que esa colectividad se sienta perteneciente a un territorio concreto, a una cultura definida y, por tanto, a una Nación.

En principio, y de manera casi velada, se cartografió la península al mencionar lugares que permitían configurar de un punto a otro la extensión del territorio; asimismo, y emparentado con la proyección económica, los lugares útiles eran fijados como marcadores del sustento poblacional, con lo cual se justificaba la autonomía proclamada en este periodo.

Sin salir del rubro de lo útil, pero invadiendo sutilmente la esfera de lo bello, se encuentran los paisajes que describen edificios representativos haciendo presente un pasado de abolengo, y también las calles y las plazas que hablan de una condición política y social del espacio. Por supuesto, éstos son construidos con la finalidad de vincular la presencia española por lo que toca a la arquitectura colonial, y en cuanto a la descripción de calles y plazas, para explicar el desarrollo de la vida pública y social de los habitantes. Sobre este particular, El Museo Yucateco y El Registro Yucateco hacen alusión, tanto en artículos como en novelas y leyendas locales, a los lugares de moda para la confluencia y reunión social, describiendo en ellos el movimiento de los participantes al estilo europeo para crear empatía con aquellas naciones, pero sin arriesgar su regionalismo ya que los personajes que pueblan estos paisajes portan el traje típico que particulariza esta región. Quizás uno de los artículos más significativos sobre este respecto sea el titulado "La Alameda", publicado en el tomo II de El Museo Yucateco (pp. 75-76).

En el rubro de los paisajes bellos se debe advertir que están condicionados por la estética romántica, propia de la época en que se desarrolla la actividad literaria. En ambas publicaciones los paisajes bellos son descritos bajo el influjo de dicho movimiento, el cual, aunque guarda el sello de su origen europeo, desarrolla una funcionalidad específica para América Latina particularizándola y diferenciándola de Occidente. Así, se describirán espacios cargados de melancolía como las ruinas o los mares, se hablará de la insignificancia del hombre frente a la obra de la naturaleza, y ésta a su vez será fuente de sublimación.

Así, en El Museo Yucateco, que nace en enero de 1841, se puede identificar el alcance e interés por la descripción de la geografía yucateca en los títulos de los diversos artículos que dedican a este tema:

Tabla

Por su parte El Registro Yucateco, que salió a la luz pública en 1845, también brinda una muestra variada de los paisajes en la península:

Tabla

Analizando estadísticamente el contenido descriptivo de los artículos aquí relacionados, un total de 53 textos, incluidas las descripciones que se hallan en las tres novelas,13 se encontraron los siguientes indicadores: el 58.5% corresponde a paisajes bellos, mientras los paisajes útiles representan el 52.8%. Dentro de estas dos categorías ubicamos los siguientes rubros:14 los paisajes contemplativos representan el 43.4%; las ruinas arqueológicas un 37.7% y las ciudades o pueblos el 34%; los paisajes con actividad económica y los paisajes sociales tienen el mismo porcentaje, 28.3%, y finalmente están los edificios coloniales con un 20.8%. Estos datos permiten focalizar el interés en las descripciones paisajísticas.15

A continuación se exponen ejemplos de las descripciones clasificadas en rubros, y en las cuales se puede ver claramente su objeto y la tendencia de su campo semántico:

1) Paisaje con actividad económica:

Bacalar al presente ocupa un lugar distinguido entre los principales pueblos del estado por su riqueza, industria y civilización [...]. Existen en aquella villa cuarenta y tres casas de mampostería y azoteas de sólida y hermosa construcción, entre ellas tres de dos pisos, ricos y bien surtidos almacenes, una hermosa iglesia, aduana marítima y un comercio de exportación admirable de maderas al establecimiento británico de Belice (El Registro Yucateco, IV: 312).

2) Paisaje de desenvolvimiento social:

La noche, aunque oscura, está templada y apacible. Millares de estrellas pueblan el firmamento, arrojando sobre la tierra una luz suave y azulada. [...] Una gran parte de los habitantes de la capital, bulle alegremente en la Alameda.. Armoniosas músicas marciales y de instrumentos de cuerda, deleitan los oídos: innumerables faroles y fogatas, forman un grande espacio vivamente luminoso que hace aparecer el cielo encapotado, [...] Grupos compactos e impenetrables de paseantes, en los cuales se ven mezcladas y confundidas las diferentes clases de la escala social, sin más distinción que el traje, se encuentran en todas las avenidas y calles del paseo, impidiéndose recíprocamente el tránsito y hasta en las ramas de los antiguos árboles que decoran y refrescan aquel sitio, hay meciéndose algunos muchachos, por falta de lugar que les proporcione toda la comodidad que desean, o por travesura solamente (El Registro Yucateco, IV: 44-45).

3) Paisaje contemplativo:

Al encontrarme solo en aquel sitio de tan fúnebre apariencia [el Hospital de San Lázaro], quedé petrificado de estupor. El murmurio de las olas, el fuerte soplo de la brisa, la profunda oscuridad de la noche, el brillo efímero de algunos insectos fosfóricos. todo venía a dar a mis ideas, harto melancólicas ya, un giro horrible que hacía estremecer las carnes [...](El Registro Yucateco, II: 350).

Sentado en el hueco de una ventana había yo visto ocultarse el sol dentro de las aguas del mar, dejando en pos un crepúsculo ceniciento y melancólico como los recuerdos de mi pasada existencia (El Registro Yucateco, III: 471).

4) Paisaje de edificio colonial:

Después de la Catedral, el templo más notable por su elegancia y dimensiones, sin duda alguna, es el Jesús, que dista una cuadra al norte de la plaza mayor de Mérida. Obra de los jesuitas, en la época de su poder e influencia, lleva consigo el sello característico de aquella orden famosa tan aplaudida, tan poderosa, tan rica, tan misteriosa y tan perseguida ya al tiempo de su extinción. Los lectores del Registro no llevarán a mal el que recordemos aquí el principio, fin y renacimiento de esta orden verdaderamente célebre [...] (El Registro Yucateco, III: 255).

5) Paisaje de zona arqueológica:

¡Salve ruinas memorables! ¡Monumentos sagrados de la Jerusalén de América: robustos pero acabados muros de la ciudad santa del septentrión! Yo os saludo.

El sol iluminaba apenas las cimas de los montes, declinando en busca del otro hemisferio. Una transparente faja de oro dividía su resplandeciente faz: y la posición del luminar del día que se ocultaba por entre las ruinas, aumentaba la magnificencia de ellas, pareciéndome que se hacían más grandes a medida que el astro declinaba. Un religioso temor asaltó mi espíritu; y esta sensación que no había experimentado jamás tan fuerte ni tan viva, me obligó a abandonar aquel sitio con el sentimiento de no poderlo recorrer por entonces (El Museo Yucateco, I: 270).

 

Los modelos de organización estética en la descripción de los paisajes

Un análisis minucioso de las descripciones vertidas en los cinco rubros enunciados permitió establecer los modelos de organización estética de los paisajes como una especie de patrón que los identifica, otorgando una significación particular a cada uno de ellos.16 Tales modelos facilitan una lectura que revela la intencionalidad de la descripción y el uso de los caracteres estéticos propios del romanticismo y cuya consecuencia fue proporcionar un panorama configurativo.

En los paisajes que describen una actividad económica el modelo estético se conforma de la siguiente manera: nombre común de un lugar + características comunes + datos de productividad o beneficio + ubicación exacta + dato específico social + referente metafórico. Veamos un ejemplo de este tipo de descripción:

[...] en el día compite en hermosura con los mejores establecimientos de su clase. Plantas de caña en crecido número de mecates, milpas de maíz abundantísimas, arboleda de exquisitos frutales [.] colmena con centenares de corchos de abeja real [.] una hermosa posesión de cal y canto según el orden de la arquitectura moderna [.] molinos, pailas [...] La azúcar que en él se trabaja rivaliza a la mejor de la isla de Cuba [...] Basta decir que el rancho Yax-ha es el mejor en el partido de Hopelchen [...] (El Registro Yucateco, III: 15-16).

Este paisaje, traslapado al modelo estético, nos proporciona la siguiente información: es un rancho + que produce azúcar y otros menesteres + compite en producción con Cuba + está ubicado en el partido de Hopelchén + modernidad. Esta descripción no oculta los atributos positivos del rancho, sino que incluso afirma la paridad con los mejores establecimientos de su especie. Aquí, el grado de productividad, ligado a la categoría de lo útil, justifica perfectamente su sentido.

Por su parte, en la descripción de paisajes de desenvolvimiento social, el modelo estético adopta una configuración diversa: concepto abstracto + movimiento + vitalidad y personas + lugar público + dato adicional social. A continuación un ejemplo de este tipo de descripciones:

El cielo estaba hermosísimo, y reinaba una brisa suave y agradable. De repente se cubrió la bahía de una multitud de lanchas y canoas: los buques mayores desplegaron todas sus velas, e iban y venían de barlovento a sotavento, sobre las ligeras ondas de este mar de leche. Resonaban gritos y aclamaciones de alegría, acompañados de músicas y cánticos armoniosos. Parecía aquello un lago encantado. Era el día de San Juan, y las familias salían a voltejar en el puerto (El Registro Yucateco, II: 309).

Siguiendo el mismo orden, de esta descripción obtenemos: lago encantado + iban y venían + las familias salían a voltejear + bahía + era el día de San Juan. Este paisaje contiene a una sociedad enérgica cuya organización festiva está ligada a la religión; es decir, hay un orden establecido para la algarabía cuya raíz se encuentra en un elemento históricamente civilizatorio.

En los paisajes contemplativos el modelo estético se despliega en los siguientes términos: nombre propio + característica única o regional + referente subjetivo + dato adicional. Aquí un ejemplo:

[...] llegó a Yalajau a la hora en que declinaba el sol, hora poética en que el cielo sereno se reflejaba con la luz crepuscular en medio de una mar tranquila, y apenas suavemente rizada por una brisa vivificadora. [.] Y nunca el sol se había ocultado entre nubes de más vivos y caprichosos colores, que formando pabellones de rica tela parecían envolverlo voluptuosamente: nunca había dado a la tierra un adiós más bello que la tarde que bañado de entusiasmo divino lo saludé en Yalajau (El Registro Yucateco, III: 149).

La descripción ajustada al modelo estético queda de la siguiente manera: Yalahau + lugar poético con la puesta del sol + entusiasmo divino, adiós más bello + porción de tierra elegida para un ocaso. Tratándose de una expresión subjetiva, es a través de los atributos que se infiere el paisaje de un puerto aunque el nombre resulte completamente desconocido a más de ser de carácter regional.

La configuración del modelo estético se vuelve a modificar cuando se describe un paisaje en el que está inmerso un edificio colonial, aquél se organiza de este modo: nombre propio religioso + añoranza por pasado colonial + principio histórico + occidente. Una descripción que muestra la ejecución de este modelo es el siguiente:

Si en aquel momento hubiese podido examinarse, a vista de pájaro, la capital de esta vasta provincia [.] Medio religioso, medio militar, hay un gigantesco edificio en la cima de un cerro hecho a mano, situado en el corazón de la ciudad: es una vasta ciudadela, en cuyo centro se eleva un laberinto de fábricas colosales, unidas las unas con las otras por medio de galerías, gradas, pasadizos y subterráneos. Magníficos templos, salones soberbios, estrechas celdas y lúgubres prisiones: he allí todo lo que al convento grande de S. Francisco le daba la apariencia de un castillo gótico de los siglos medios, de un castillo parecido a ésos que abortó la exagerada imaginación de Mistress Radcliffe, o más bien a aquellos que con inimitable maestría ha descrito el cantor de Matilde de Rokeby, y de la Dama del Lago (El Registro Yucateco, I: 324-325).

La inserción de los elementos que ofrece esta descripción dentro del modelo propuesto se organiza así: Convento de San Francisco + fuerza de la conquista + religión + vasta ciudadela + castillo gótico. La aportación de este paisaje es vasta, "un gigantesco edificio en la cima de un cerro hecho a mano" registra la superposición de la conquista española sobre las pirámides mayas y el despliegue predicativo apunta directamente a Occidente con el elemento gótico.

Y por último está el modelo de organización estético que describe las zonas arqueológicas de Yucatán: nombre propio cultural + vinculación a civilizaciones diversas de la mayas + referencia a origen natural o fantástico + creación divina. Ejemplos que responden a este modelo los encontramos en las siguientes descripciones:

Todo en Uxmal es gigantesco, todo arrebata, por un principio de acción inexplicable, la mente contemplativa del hombre observador y filosófico; todo lo conmueve y sensibiliza y, por decirlo de una vez, todo le revela, de una manera perceptible, la mano omnipotente de su Creador, y la adusta severidad del tiempo (El Registro Yucateco, I: 275).

Las ruinas de Uxmal brillan en Yucatán como una joya preciosa, cuyo mérito se esconde, en lo general, a nuestra presente generación (El Registro Yucateco, I: 277).

El primer golpe de vista de su conjunto, es grandioso, es imponente [.]. Cuando uno se encuentra en la alta cumbre de la que llaman casa del adivino, en la fachada oriental del palacio del gobernador, o en el centro de la plaza del convento de monjas, creería realmente en los cuentos fantásticos de las Mil y una noches, al ver tantos objetos que deleitan, entre tantos otros que maravillan. (El Registro Yucateco, I: 363-364).

La descripción se ajusta al modelo estético para revelarnos su configuración: Uxmal + fachada oriental +Las Mil y una noches [Oriente] + cuento fantástico, joya preciosa + la mano omnipotente de su Creador. El sentimiento romántico sirve para justificar la presencia de caracteres en los que se evita a toda costa mencionar el origen maya que erigió estas ciudades.

Extrapolando el significado que el modelo de organización estética ofrece en cada una de las descripciones podemos establecer que los periódicos literarios configuran el espacio de ese presente yucateco aludiendo a la vastedad de sus riquezas, agrícolas, ganaderas y portuarias; un territorio competitivo capaz de rivalizar con cualquier otro de la misma especie. Este atributo de sano progreso económico y de fructífero comercio es la justificación para sostener y contener a una sociedad que no es ajena a los beneficios que le otorga el suelo donde se desenvuelve. Así, el lugar, territorio, suelo, país=paisaje, es bastante y autosuficiente para procurarle a su gente el bienestar que se espera bajo las normas de la civilización y el progreso. Al respecto, Celia Rosado Avilés reitera que los instrumentos literarios eran concebidos como documentos de "civilización que debería presentar al exterior los avances de la sociedad yucateca" y agrega que también "fueron vehículo, testimonio y prueba irrefutable de que Yucatán se inscribía en el camino del progreso", para lo cual cita las "palabras de un habitante de Mérida de la época" (2011: 30-31):

Tenemos periódicos literarios, científicos, comerciales y políticos. Hay ahora en Mérida sociedades filantrópicas, grupos de lectura y academias científicas. Empresas de vanguardia que han triunfado: tenemos una red de diligencias, cafés, hoteles, asociaciones recreativas. La educación primaria ha tomado nuevos bríos; el gobierno mejora y trata de desarrollar la agricultura; se han construido y reparado carreteras. En suma, estamos en el camino del progreso (El Registro Yucateco, Tomo III: 248-249).17

Por su parte, e invadiendo la historia de Yucatán, están los paisajes que hablan de su abolengo, de un pasado que todavía está presente y en el cual la melancolía de su desvanecimiento recrea el esplendor de los castillos góticos europeos de la Edad Media o son equiparados a los de la antigüedad griega, cuna de la cultura occidental.18 En la descripción de monumentos coloniales que pertenecen al ámbito urbano, civilizado, sus constructores están rememorados en cada torre que despunta, en cada muro levantado por alguna orden religiosa, y esto es así porque representan la herencia cultural de Yucatán. Se trata de un rescate histórico impuesto por la estética.

Ahora bien, en el paisaje configurado en los instrumentos también se impone la presencia de su gente aludiendo a la cotidianeidad yucateca y ésta es imaginada a través de una sociedad llena de vitalidad que, siguiendo costumbres religiosas occidentales, guarda el orden y la más completa armonía; donde su tránsito y desenvolvimiento se desarrollan, con la debida distinción de clases, en los espacios públicos destinados a tal fin como alamedas, calles de paseo, teatros, etc. También hay que advertir que dicha cotidianidad centra su interés en lo social, en su colectividad y en una franca apertura hacia la comunidad internacional,19 por ello omite la descripción de lugares privados. Esta característica se vincula de manera directa con el proyecto protonacional manifestando su exterioridad en vez de la interioridad de su país; para los ideólogos París es el prototipo de la ciudad moderna y es en ese paralelo que se describen los espacios públicos.20

Asimismo los ideólogos, a través de la descripción de paisajes, configuran un territorio digno de contemplación, una especie de panóptico en donde el pasado y el presente confluyen equilibradamente para recrear el imaginario de una Nación; no obstante, y a pesar del velo subjetivo y desinteresado que tal contemplación profesa, la política y la estética en comunión, la impelen a su servicio. Así, las nociones que le son propias adquieren un trasfondo: la búsqueda científica está cubierta bajo el manto del misterio religioso... cuando se percibe el misterio en algún paisaje se está convocando a la investigación científica, por una parte y, por la otra, se dejan abiertas las suposiciones sobre las raíces ancestrales de una cultura milenaria desarrollada en el espacio yucateco; la melancolía revela la añoranza por un pasado glorioso en el cual Yucatán tenía privilegios que le proporcionaban beneficios; la magnificencia y majestuosidad, lo gigantesco y el esplendor se posicionan como un epítome del país yucateco en lo económico y social.

En definitiva, el paisaje diseminado en los periódicos literarios, por no decir en sus índices, alude notoriamente a títulos que refieren a las ruinas o zonas arqueológicas de Yucatán, y esto tiene un sentido que requería una justificación o una función, ¿qué hubiera pasado con las ruinas sin la mediación del interés internacional? Al respecto Nogué nos dice que: "La estética de las ruinas es en muchos sentidos una estética de los paisajes de la invisibilidad: están ahí sin estar; no son lo que fueron, pero permanecen" (op. cit.: 15).

En efecto, las ruinas estaban ahí, en la península yucateca, en considerable cantidad y magnitud, pero antes de la intervención de los viajeros exploradores no habían sido apreciadas en su justa medida, tal y como lo reconocen los editores de los periódicos literarios quienes en un artículo denominado "Dos días en Nohpat" declaran:

La importancia que de poco acá hemos dado justamente a esos monumentos diseminados en nuestros campos, a esos restos de ciudades llenas de un lujo arquitectónico asombroso, es debida a los adelantos de la ciencia y a la observación de los sabios viajeros que los han visitado (El Registro Yucateco, II: 261).

Este fue el modo en que las ruinas adquirieron relevancia y significación para ocupar un espacio trascendente en las páginas de El Museo Yucateco y El Registro Yucateco. La configuración de estos espacios resultó ser un medio idóneo, útil y bello, para las pretensiones de la élite intelectual que las dibujó bajo las siguientes consideraciones: en un territorio vasto en el que "perdiéndose los edificios [prehispánicos], entre la naturaleza" o "al imperativo de la naturaleza que las mantenía escondidas en la selva", las ruinas forman parte de un paisaje que permanece oculto al mundo civilizado y serán los viajeros quienes las descubran y exhiban sus secretos, propiciando la actividad arqueológica: "[.] El Registro Yucateco surgió en un momento en el que los ojos de reconocidos intelectuales, principalmente franceses y norteamericanos, se fijaron en tierras yucatecas debido a la difusión de los primeros descubrimientos de las ruinas mayas, llevados a cabo por viajeros extranjeros" (Rosado, op. cit.: 39).

Por lo tanto, esos espacios que permanecían ocultos a la vida urbana y civilizada, debían ser descubiertos en su aspecto científico. A esto se refería Stephens cuando recorrió la zona arqueológica de Mayapán: "Nosotros fuimos los primeros que visitamos estas ruinas. Por siglos habían estado ocultas, desconocidas y abandonadas al impulso de la vegetación trópica" (El Registro Yucateco, III: 73).

Las ruinas también fueron consideradas como la personificación de una grandeza surgida de la tierra misma: "brillan como una joya preciosa, cuyo mérito se esconde", y creadas por una cultura invisible. Por lo tanto, son lugares misteriosos y desolados, cuya existencia se vinculó a la fantasía, la magia, a un Creador sobrenatural, e incluso a culturas diversas a la maya, por ejemplo asiáticas; artificio llevado a cabo por medio del romanticismo cristiano, ajustándose a la estética de moda en aquella época. Al respecto, el barón Friedrichsthal, viajero reconocido por la élite yucateca, impulsó una teoría que negaba a los mayas como los edificadores de colosales monumentos: "Pues aquí es precisamente en donde topamos con pruebas indubitables de que entre sus habitadores primitivos se presentó una casta de hombres superiores, de la raza caucásica en la apariencia" (El Registro Yucateco, II: 439).

Atribuir la construcción de los edificios arqueológicos a una raza diversa de la maya fue una propuesta que consiguió la empatía de los ideólogos yucatecos, quienes consideraban a los indígenas, con los que compartían época y espacio, como seres inferiores: "Se acabó la aristocracia, que es la parte ilustrada de las naciones que no son republicanas, y sólo quedó una plebe ignorante a la que se le hizo olvidar muchas de sus antiguas tradiciones [...]" (El Registro Yucateco, IV: 62). Por ello, líneas arriba afirmamos la invisibilidad de la cultura creadora, atribuyendo el surgimiento de las ruinas a la naturaleza o a una creación divina. Es por esta razón que en ningún paisaje aparece un indio, indígena o maya. No obstante la polémica de sus orígenes, los monumentos arqueológicos se presentaron como singulares, identitarios y sobre todo eternos, al demostrar una brillante presencia milenaria:

Nada se ha hecho hasta ahora para resucitar el espíritu de la Nación que desapareció, y de cuya existencia únicamente han quedado esos hermosos monumentos, mudos epitafios colocados sobre el sepulcro de un pueblo que fue. Estos testigos son, sin embargo, bastante válidos y hábiles para probar que Yucatán estuvo una vez en manos de hombres muy adelantados en todo respecto (El Registro Yucateco, II: 440).

Así pues, aquél incipiente deseo de que Yucatán se elevara como una Nación independiente a la par de las europeas queda de manifiesto en la empresa literaria al comprobar textualmente que son poseedores de un territorio y que además éste y su sociedad tiene una presencia histórica por la antigüedad de las evidencias arquitectónicas.

 

El retrato del país yucateco en el periodo separatista

La configuración textual del país yucateco a través de los instrumentos literarios que surgieron en la etapa de proclama separatista revelan la siguiente fotografía: por un lado, la península de Yucatán, poseedora de un territorio que, por su estratégica ubicación y la vasta extensión de costas que la delimita, es una puerta idónea en la mirada internacional para el comercio marítimo y el desarrollo de las relaciones económicas con Europa, Cuba y Belice, primordialmente. Por otro lado, sus ranchos de azúcar y ganado, así como las haciendas frutales y de henequén, además de ser altamente productivos permiten a los habitantes peninsulares auto sustentarse. Asimismo, en sus lugares públicos Yucatán ostenta una serie de elementos ideales y modernos, al estilo europeo, para el esparcimiento social en donde una sociedad alegre y llena de vitalidad se desenvuelve en completo orden y armonía, y dentro de los cánones de la religión católica.

Continuando con la conformación del territorio yucateco observamos que el espacio peninsular se presta a la contemplación de lugares cuya belleza y maravilla se expresa en edificaciones urbanas y prehispánicas: de los edificios coloniales se recoge la melancolía de un pasado que representa la herencia de la cultura occidental, su historia y el carácter de su pueblo; de las ruinas arqueológicas, epitafios mudos, se restaura la piedra ideológicamente para significarla como una sublime joya arquitectónica, que por encontrarse enclavada en el misterio de la selva, es vestigio de una civilización antigua y un tesoro para la investigación científica europea.

Como se puede apreciar en la descripción de paisajes en los periódicos literarios, la confluencia o imbricación de la utilidad y la belleza como características esenciales de su enunciación concuerda de manera precisa con el propósito que persigue la élite intelectual: probar la viabilidad del país yucateco para convertirse en una Nación independiente. De este modo, dichos instrumentos se convierten en una evidencia pública —desde la literatura— que ofrece todos los elementos y requerimientos de un espacio físico, político, económico, social y cultural, para constituirlo en una Nación boyante, equiparable a cualquier otra en el mundo.

 

Hemerografía

El Museo Yucateco 1841-1842 Vols. I y II. Campeche, Peralta.

El Registro Yucateco 1845-1849 Vols. I, II, III y IV. Mérida, Castillo y Cía.

 

Bibliografía

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---------- 2011 De la nostalgia por la memoria a la memoria nostálgica. Mérida, UNAM, CEPHCIS.         [ Links ]

 

Notas

1 El presente artículo es producto de un trabajo de investigación titulado "La conformación del paisaje en la península de Yucatán durante el periodo separatista a través de los periódicos literarios El Museo Yucateco y El Registro Yucateco", que contó con el apoyo de la beca CONACYT-UNAM número 101623.

2 "[...] a principios de 1814, siendo gobernador de Yucatán don Manuel Artazo y bajo la presión de los comerciantes, de la prensa de Mérida y previa consulta con la diputación provincial y los ayuntamientos de la península, decretó: 'abrir los puertos de Yucatán al comercio libre con las naciones amigas y neutrales, admitiendo sus embarcaciones bajo moderados derechos'. Además se formuló un arancel de aduanas muy favorable a los intereses de los traficantes yucatecos, que fue el primero que se elaboró exclusivamente para Yucatán y que estaba vigente en los momentos en que se consumó la independencia" (Betancourt, 2004: 46).

3 José Miguel Flores Escalante al explicar el concepto de soberanía imperante en el siglo XIX señala que: "Yucatán esgrimió la soberanía compartida [transferencia corporativa del poder de los pueblos a los estados, y de éstos a la Nación] para proteger la autonomía local y conservar las prerrogativas coloniales bajo una supuesta excepcionalidad sustentada en sus particulares condiciones de pobreza y en concesiones o "derechos históricos" concedidos por la monarquía española para paliar su situación" (Flores, 2008: 177). Ahora bien, ¿cuáles eran estos "derechos históricos"? En 1770 las reformas borbónicas incorporan a Yucatán al régimen de libre comercio, permitiendo que ésta entablara relaciones comerciales con los diversos puertos españoles y con Cádiz; en 1778 Campeche obtiene el rango de puerto menor con lo cual le reducen los impuestos y posteriormente queda libre de todo gravamen; años más tarde, en 1806, se dispuso que "los puertos de la península podían importar productos y efectos extranjeros y rexportarlos [sic] a las poblaciones costeras de la Nueva España, incluyendo Veracruz" (Flores, op. cit.: 177). Estos derechos que resultan afectados con el movimiento de independencia, se resuelven favorablemente para la península yucateca en 1814, como se menciona en la referencia que antecede.

4 Aunque la separación de la península de Yucatán es proclamada en el seno de su organismo constituyente, no fue aprobada en la administración central (México), por tanto, no llegó a consumarse en derecho, pero sí de hecho.

5 Su distribución cubrió las ciudades de Campeche, Mérida, Valladolid, Tekax, Izamal, Tizimín, Laguna de Términos y Villahermosa en su inicio, y posteriormente se incluyeron Hecelchakán,

Sisal, Espita y Motul hasta llegar a Sotuta, Peto y Bécal. Este incremento en la distribución prueba que la empresa científico-literaria fue exitosa.

6 La editorial de Castillo Lénard se encargó de la impresión de El Registro Yucateco, con sede en la ciudad de Mérida, a diferencia de El Museo Yucateco cuyo impresor fue José María Peralta, en Campeche.

7 Su participación en la política yucateca se produce en el gobierno de Santiago Méndez Ibarra, quien además se convierte en su suegro en 1842. Destaca la misión diplomática de Sierra O'Reilly para ofrecer la soberanía de Yucatán a los Estados Unidos de Norteamérica a raíz del conflicto de la Guerra de Castas.

8 También serán nombrados como: la intelectualidad, la intelectualidad yucateca, la élite intelectual o los pensadores.

9 El concepto de memoria histórica se enfoca en la "Estrategia memorística que conllevaba la idea de un lugar tangible, donde se conservasen los objetos y las historias notables pertenecientes a los yucatecos" (Taracena, op. cit.: 220). De aquí parte la idea del nombre que recibe el periódico El Museo Yucateco.

10 Para mayor información sobre el regionalismo yucateco en los periódicos literarios El Museo Yucateco y El Registro Yucateco, ver Taracena, op. cit. 2007 y 2011.

11 Este término supone poseer y utilizar un repertorio propio de bienes y procedimientos. Por ejemplo: "poseer riquezas apropiadas para un poderoso gobernante" (Even-Zohar, 1994: 362).

13 El filibustero, Un año en el hospital de San Lázaro y Un pacto y un pleito.

14 La división de paisajes útiles y/o bellos en rubros como: "actividad económica", "desenvolvimiento social", "paisajes contemplativos", "paisajes de ruinas arqueológicas" y "paisajes de edificios coloniales", se obtuvo con la aplicación de herramientas narratológicas en las que la descripción se inclina a un campo semántico específico.

15 La disparidad porcentual se debe a que algunas descripciones presentaban las características de dos o más rubros; así, por ejemplo, hay paisajes bellos que también tenían elementos de utilidad o paisajes de zonas arqueológicas en los que se describían momentos de contemplación.

16 Mayor información en Loza, 2011.

17 El artículo "Las diligencias y la feria de Izamal" es un ejemplo de ese progreso (El Museo Yucateco, Tomo II: 15).

18 La experiencia de la nación griega sirve de modelo a la yucateca nos explica Celia Rosado: "Un detalle interesante es que el renacimiento literario en Grecia fue acompañado de la expansión del nacionalismo literario y la fundación de las sociedades patrióticas y literarias. Algo muy similar ocurrió en México durante la primera mitad del siglo y en Yucatán, en especial, durante la época separatista" (Rosado, op. cit.: 80).

19 Ejemplos de dicha apertura los encontramos en diversos artículos y comentarios que los editores diseminan en los periódicos literarios como: "El extranjero en Mérida", etc.

20 En una descripción de Campeche, al proporcionar sus coordenadas, se le vincula con París: "A los 19° 50' 45" de latitud septentrional, y a los 92° 50' 45" de longitud occidental de París se halla situada la costa de Campeche" (El Museo Yucateco, I: 69).

 

INFORMACIÓN SOBRE LA AUTORA:

Mexicana. Licenciada en Derecho y en Literatura Latinoamericana por las facultades de Derecho y Ciencias antropológicas, respectivamente, de la Universidad autónoma de Yucatán. Cursa la maestría en Cultura y Literatura Contemporáneas Hispanoamericanas, de la Universidad Modelo. Su línea de investigación es la écfrasis y su funcionamiento en las descripciones del siglo XIX. lozaaura@hotmail.com

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