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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.6 no.2 Mérida ene. 2011

 

Reseñas

 

César Brandariz, El hombre que "hablaba difícil" ¿Quién era realmente Cervantes? Primer siglo y cuarto de ignorancia biográfica y tres siguientes de error histórico (1616-2010)

 

Alejandro Loeza

 

Madrid, Ézaro, 2010, ISBN 978-84937490-6-4, 288 pp.

 

Universidad de Navarra, Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO)

 

Durante la primera década del siglo xxi, el interés por la vida y obra de Miguel de Cervantes Saavedra ha experimentado un marcado incremento, particularmente en lo que se refiere a su obra más conocida, Don (Quijote de la Mancha, cuya primera parte fuera publicada en 1605. Siguiendo esta línea, César Brandariz presenta un trabajo que da continuidad a las líneas de investigación presentadas en Reconstruyendo a Cervantes (1999) y Cervantes Decodificado (2005): indagar la vida del escritor, con base en su principal novela, y corregir los errores que, a su juicio, se han difundido entre la crítica secular.

En su ensayo, nuestro autor presenta, en cuatro capítulos y un apéndice, sus teorías sobre los equívocos que han alimentado la ignorancia biográfica y los errores históricos de la vida del manco de Lepanto. Su objetivo es claro: <<Esta publicación pretende ayudar a [...] recuperar y ampliar los horizontes cervantinos incitando a los estudiosos a que busquen profundizar en las ya incuestionables raíces y cuna galaico sanabresa de Cervantes>>.1 En la "Introducción", Brandariz presenta una égloga fechada en 1581, que atribuye a Cervantes, dedicada a ensalzar a Virgine Deipara quien, según el autor, es una referencia clara a Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, fallecida en 1568. El valor de dicho texto radica en el yo poético que enuncia pertenencia a Sanabria, con lo cual, dado un breve y poco conciso estudio grafológico (el apéndice trata el tema) concluye que el poema es de Cervantes. Una práctica tabla nos advierte de las "revisiones" que hace sobre Cervantes y las razones de las que se vale para afirmar, básicamente, dos enmiendas a su biografía: que nació en Sanabria (no en Alcalá de Henares) y que lo hace en 1549 (y no en 1547). Algunas otras teorías asoman en este trabajo, aunque nunca las refiere específicamente, aunque en cambio las insinúa a través de preguntas que invitan a imaginar a un Cervantes judío, ocultista, relacionado con rituales, jugador, asociado con árabes, etc. A pesar de lo interesante de su propuesta, los argumentos son, en el mejor de los casos, vagas referencias a la obra de Cervantes, que interpreta desde la actualidad, más que en relación con el siglo XVII.

En el primer capítulo, Brandariz menciona elementos que la crítica cervantista toma por buenas, como lo son su condición de hidalgo (que suponía un nivel bajo en el escalafón nobiliario) y su formación jesuita. No obstante, afirma que Cervantes era un mercader y comisionista profesional, cuando Martín de Riquer2 atribuye sus problemas con los números a su estadía en la cárcel. La fuente más recurrente en el trabajo de Brandariz son los propios personajes de Cervantes a manera de alter ego de su autor, pues considera su origen una referencia autobiográfica, a la vez que se centra en tradiciones locales de Galicia. Cuando ha de referirse a otro lugar como la Mancha, Catalunya o Vizcaya, las reduce a metáforas del noroeste de la península.

Por otro lado, al revisar la información que se maneja sobre la vida del autor de las Novelas ejemplares, si bien no discrepa con la fecha de su muerte, el 22 abril de 1616, sí advierte que la que se maneja para su nacimiento es resultado de un error de cálculo, debido a la instauración, en 1582, del calendario gregoriano. Así, con base en una publicación de 1750 —de la cual no ofrece más datos—, de Gregorio Mayans i Síscar, señala el año de 1549 como el correcto.

Brandariz encuentra en numerosos pasajes de la obra de Cervantes elementos que refieren a su edad, como por ejemplo en el prólogo a las Novelas ejemplares, cuando el escritor señala: "mi edad no está ya para burlarse con la otra vida que al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano".3 La obra es publicada en 1613, y Brandariz cree que Cervantes la firma y publica en el mismo año, cuando está pertinentemente acotado por Harry Sieberde que la obra fue aprobada y censurada en el verano de 1612 por el doctor Cetina, fray Juan Bautista y Fray Diego de Hortigosa, con lo cual, Cervantes tendría los 64 años que refiere. De ser así, Martín Riquer4 estaría en lo correcto al ubicar su nacimiento el 29 de septiembre de 1547. Lamentablemente Brandariz se hace eco de errores de este tipo, ya sea por desconocimiento de las largas y complejas dinámicas de publicación de la época, o tal vez a consecuencia de una lectura errada y anacrónica de los términos de la obra. A lo largo de este primer capítulo queda claro que son muchos los textos, testimonios y referencias que no terminan de encajar en la reconstrucción de la vida de Cervantes, además de que sus argumentos serían poco fiables, en tanto se encuentran enteramente justificados en lecturas erradas de las obras de ficción.

Lecturas aventuradas como la que hace sobre la tartamudez de Cervantes, confesada en el mismo prólogo de las Novelas ejemplares, las interpreta como una forma de habla propia de la región de Galicia. No aporta datos concretos y se vale, para construir sus argumentos, de los vacíos circunstanciales sobre la vida de Cervantes, desoyendo a aquellos que ofrecen datos más certeros de la vida del alcalino. La única referencia clara y citada en el cuerpo del trabajo es a sus dos obras anteriores. Del resto, nada. Más aún, afirma que la descripción en el mencionado prólogo, es un autorretrato, aunque el propio Cervantes afirma que corresponde a Juan de Jáuregui. Errores de lectura lo llevan a hacer estas y muchas otras afirmaciones inexactas.

Para el autor de El hombre que "hablaba difícil"..., todo gira en torno a la identidad y los orígenes conversos de la familia de Cervantes. Si bien, Brandariz no es el primero en sospechar sobre el origen del escritor, su propuesta incluye nuevas lecturas del tema. No obstante, otra vez encontramos datos inconclusos o acercamientos imprecisos, como cuando menciona la solicitud del cardenal Acquaviva para que Cervantes presente la ejecutoria de limpieza de sangre, como si sospechara que se trataba de un cristiano nuevo, pese a que la petición era parte de un trámite normativo. También menciona la negativa de las autoridades a permitir que el escritor viajara a América, atribuyéndolo a la misma causa; amén de los anacronismos, presentes en casi todas las interpretaciones: desde considerar al Quijote un personaje anarquista, hasta llamar naturalista a su creador. También menciona el hecho de que en Sanabria hay un pueblo con el nombre Cervantes, el cual se ha hecho constar es el lugar de origen de los Saavedra.

Extensas e interesantes tablas dan cuenta de la relación entre obra y vida de Cervantes. Otra, muestra análisis grafológicos de la mencionada Égloga, que mantiene elementos de relativo valor estilístico y que al menos vale la pena observar por su calidad, no siendo clara la relación que pueda mantener con las particularidades biográficas de Cervantes, ya que su formación jesuita es más o menos la misma que la de todos los escritores de la época. Entre tablas, Brandariz hace un curioso y revelador llamado a las instancias culturales para apoyar en el estudio caligráfico y paleográfico de la obra presentada. Hasta acá el primer capítulo que ocupa poco más de la mitad del libro.

El segundo apartado se centra en desarrollar los temas mencionados, particularmente la relación de Cervantes con Galicia. El primer elemento refiere la mención de costumbres y creencias típicas de la región presentes en su obra: baste decir que lo mismo están dichas referencias como lo están las de Castilla, Andalucía, Catalunya, Vizcaya, etc. Citando con verdad (aunque de forma imprecisa) a Dámaso Alonso y a Menéndez Pidal, encuentra una inspiración de lo galaico-portugués en Cervantes. Sin embargo, lo anterior (que parece ser más influencia paradigmática) está asociado a la literatura del siglo XVII y no exclusivamente a los textos cervantinos, ya que se trata de un marcador de prestigio. Otros elementos referentes serían la presencia de brujas, el diablo, el apellido sanabrés, comparaciones físicas entre el pueblo Cervantes y la obra, la ínsula Barataria y su parecido con el mencionado lugar, citas de vocablos consultados en la Real Academia Española (¡!) y la fauna y vegetación. También afirma que Dulcinea es en realidad, la representación de una mujer a la que el propio Cervantes enamoró algún tiempo, aunque no aporta ningún dato en concreto sobre esto.

Los apellidos asociados a la zona sanabresa son fundamentales en la teoría de Brandariz. Sin embargo las fuentes en las que se basa para evaluar la pertenencia de estos nombres de familia a las tierras de Galicia son, por lo menos, dudosas: saca datos de población a partir del INE y de la guía telefónica. No consulta los censos ni crónicas de la época. El capítulo continúa con afirmaciones como la de que en Sanabria había pastores (como si no los hubiera en ninguna otra parte de España o bien, nada fuera comparable con las tierras de Galicia). Nos encontramos, también, con la escena de los duques como alegoría de la fiesta en palacio y los mal referidos términos, cuyos significados se obtienen partiendo de la Real Academia Española pero nunca del Tesoro de la lengua española de Sebastián de Covarrubias o del Diccionario de Autoridades.

En el tercer capítulo Brandariz se compromete a demostrar que las descripciones de la Mancha en Don Quijote, no pertenecen al centro de la península Ibérica, sino a Sanabria y alrededores. El propósito es firme: probar que el término Mancha refiere a un problema de linaje y supuestas prácticas judaicas por parte del novelista. Mucho de lo que se intenta evidenciar se explica entendiendo que, si bien es verdad que las descripciones físicas, geográficas y de fauna no corresponden por entero a la realidad de Castilla-La Mancha, Cervantes escribió una novela y no un tratado, ni carta geográfica de la región. En uno de los ejemplos tomados de la segunda parte de la novela, Cervantes menciona la Cueva de Montesinos. La gruta real es más profunda que lo que se expresa en la narración, y se encuentra a unos seis kilómetros de Ossa de Montiel, y no a 11 como afirma la obra. Brandariz argumenta interpreta estas imprecisiones geográficas como evidencia para sus argumentos, y encuentra lugares en Sanabria que son, en el mejor de los casos, parecidos. El capítulo cierra con el planteamiento de que la "Mancha" a la que hace mención Cervantes, se trata de la mancha de sangre, por ser cristiano nuevo. Así concluye el capítulo, con una teoría se construye a partir de su lectura de la novela, algunas erratas y la anulación de la licencia poética.

El último apartado, titulado "Errores históricos", recoge los datos que en su día ofreció Gregorio Mayans en el siglo XVIII sobre la biografía de Cervantes, y también menciona al inglés Lord John Carteret como antecesor y promotor de la indagación biográfica. Para demostrar que la fecha de nacimiento del autor es 1549 se apoya principalmente en pasajes de Viaje del Parnaso (1614), aunque no es clara si la interpretación la encuentra en Mayans o es propia. La inscripción de bautismo que menciona el nacimiento de Cervantes en Alcalá de Henares en 1547 es reducida a un error y parte de una "conspiración" para ocultar los verdaderos orígenes del escritor. Las enmiendas y problemas textuales de la mencionada inscripción, supone para Brandariz un elemento absoluto, haciendo de un error un argumento. El capítulo cierra con la invitación a ver el documental Enigma Cervantes y resume su argumento. También menciona su libro Cervantes decodificado, como pilar de sus teorías y la de otros, mucho más radicales. Las últimas líneas las utiliza para invitar a una discusión basada en hechos y en la lógica de la investigación, sin plantear teorías sustentadas en conjeturas.

El libro de Brandariz se hace eco de errores y ambigüedades en la obra de Cervantes para dotarlos de un significado contrario a la biografía del manco de Lepanto. A lo largo de casi 300 páginas repite una y otra vez citas, estudios (sin nombres ni autores), teorías y datos geográficos que pretenden establecer que Cervantes nació en Sanabria en 1549, y de un "ocultismo" ligado al autor. La duda que propone Brandariz es razonable, pero el método y las aseveraciones tan gratuitas carecen de fundamentos y no ayudan a comprender mejor los capítulos más ambiguos de la vida de Cervantes. Lo que al final propone no es revisar ni considerar la vida del autor de Don Quijote, sino directamente atacar los datos (falsos o no) con interpretaciones arbitrarias de la obra y basándose en errores como argumento a sus teorías. La crítica especializada bien podrá refutar muchas de los supuestos que plantea este libro con sencillas revisiones. La importancia de aclarar estos puntos que trata Brandariz es evitar que teorías ocultistas florezcan a costa de la obra de Miguel de Cervantes Saavedra.

 

Notas

1 César Brandariz, El hombre que "hablaba difícil"..., p. 18.

2 En Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, p. LVII. Tomado de la edición de F. Rico. Madrid, Alfaguara, 2005.

3 Miguel de Cervantes, Novelas ejemplares, Edición de Harry Sieber. Madrid, Cátedra. 2007.

4 Martín Riquer, op. cit., XIV.

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