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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.5 no.2 Mérida ene. 2010

 

Reseñas

 

Morelos Torres Aguilar, Cultura y Revolución. La Universidad Popular Mexicana (Ciudad de México, 1912-1920)

 

Miguel Lisbona Guillén

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010. 694 pp. ISBN 978-607-020876-8

 

UNAM, IIA.

 

Transformar desde la educación: el ejemplo de la Universidad Popular Mexicana en la revolución

Hay libros pesados y libros que pesan o de a peso y libros de peso, pero seguramente esta tipología podría extenderse ad infinitum a través de muchas formas de medir un texto por su volumen. La primera impresión de la obra de Morelos Torres es que se trata de un libro que pesa, la cuestión es indagar qué tanto esa impresión razonada a través de una simple observación, y por comparación con diversas obras, trasciende a otras posibilidades razonadas más allá de su grosor. En buena medida estas páginas se darán a la tarea de discernirlo o, al menos, de analizar esta extensa investigación publicada por la universidad nacional autónoma de México.

En un año de conmemoraciones como el 2010 los libros referidos al bicentenario de la Independencia y al Centenario de la Revolución se hicieron presentes en toda la geografía mexicana, ya sea para rememorar gestas del pasado con un tono de exaltación, ya para aportar una mirada crítica de la historia contemporánea mexicana. La obra de Morelos Torres, sin que fuera gestada con esa intención conmemorativa sino como tesis doctoral, nos introduce en uno de los aspectos que, por conocido, no deja de exigir novedosas investigaciones o revisiones de lo hasta ahora escrito. Nos referimos a la reconstrucción de la vida cultural de un periodo seminal del siglo XX mexicano, como son los años donde se producen los hechos de armas conocidos como Revolución mexicana, aunque para tal periodización haya que iniciar con los debates historiográficos que ha producido uno de los acontecimientos más estudiados en la historia de la humanidad. El autor, que centra su investigación en la universidad popular Mexicana (UPM) creada en la Ciudad de México en 1912, es consciente de tal problema de definición temporal, y así comienza su libro.

El texto se divide en tres partes: "Los elementos de juicio", que justifican la existencia de la obra; "La historia", donde se aborda el funcionamiento y actividades de la Universidad Popular, a la vez que se exponen referencias a la vida citadina de la capital del país, y "El significado", apartado que interpreta el papel jugado por la institución estudiada en el marco de la realidad nacional. La argumentación de esta forma de analizar el objeto de estudio y de presentar el trabajo se ampara en los debates historiográficos entre la historia de las estructuras y la historia de los acontecimientos, a decir de Peter Burke (2009: 325-342). La posición de Morelos Torres quiere encuadrarse entre ambas formas de acercarse al hecho histórico, al mismo tiempo que asevera que el objeto de su investigación se encuentra ubicado entre la historia de las instituciones, la historia social y la historia intelectual. Sólo estos dos posicionamientos nos llevarían a una extensa y prolija discusión teórica y metodológica.

Con referencias decantadas en la discusión historiográfica mexicana sobre el periodo, el autor sigue el modelo de Manuel Moreno Sánchez (1955) para diseccionar la revolución mexicana en cuatro revoluciones: la política, la agraria, la obrera y la intelectual. Cuatro revoluciones autónomas que le conducen, inevitablemente, a cuestionarse qué es una revolución y, especialmente, qué es una revolución intelectual (pp. 19-24), parte por la que se decanta su análisis. La universidad popular Mexicana, institución objeto de estudio, se ubica, por lo tanto, en esta revolución secundada en el periodo revolucionario, stricto sensu, por la creación de la revista Savia Moderna, la formación de la Sociedad de Conferencias del Ateneo de la Juventud y la creación de la Universidad Nacional de México. Todo ello bajo el peso de personalidades como la de Justo Sierra, preocupadas por la conformación de instituciones académicas acordes con las necesidades modernizadoras del país. En esta tesitura los intelectuales que entornaron la revolución, puesto que no todos participaron de ella, pensaron en la creación de una universidad que extendiera conocimientos básicos al pueblo mexicano.

Mencionamos arriba que el texto se dividía en tres partes, y así se va a presentar en esta reseña para facilitar su comprensión.

 

I. Los elementos de juicio

Como todo libro resultado de una tesis doctoral, una de sus partes fundamentales es la realización de un estado de la cuestión. El autor realiza una minuciosa crítica de textos y de fuentes, aunque la presentación adquiere un cierto aire escolar. Y, además, le añade su plan de trabajo, y la forma de analizar y criticar las fuentes consultadas.

Aunque esta parte podría haberse reducido en tamaño, no cabe duda que ofrece un magnífico panorama de la educación popular a principios del siglo XX, tanto en México como en otros países donde se estaba experimentando con las universidades populares y la extensión universitaria, al mismo tiempo que muestra cómo la semilla de la universidad popular, el Ateneo de México, se disgrega por las distintas posiciones políticas de cada uno de sus miembros, aunque en buena medida su existencia se prolongará con la conformación de la referida universidad popular.

La nueva institución se suma a un esfuerzo previo al periodo revolucionario pero adquiere muchas de las connotaciones de los discursos del momento. El esfuerzo colectivo de la UPM se dirige a preparar ciudadanos, nuevos ciudadanos sería mejor decir, algo que Pedro Henríquez Ureña condensa a la perfección al referirse a José Enrique Rodó: "La educación es el arte de la transformación ordenada y progresiva de la personalidad" (p. 129). Pero estos ciudadanos que debían ser ayudados por la nueva institución son los pobres, los desposeídos, aquellos que recibirán la educación a través de la intervención misional de los intelectuales.

El método pedagógico empleado para ello consistió en conferencias con dos características, unas eran de naturaleza técnica y otras estaban dirigidas a la comprensión del hombre y la civilización. Uno de los principales temas abordados en las mismas fue el de la higiene, como medicina preventiva, pero también, y aunque el autor no haga mucho hincapié en ello al principio, como proyecto de higienización social. Esta necesidad de higiene fisiológica estaba absolutamente ligada con la higiene social, como lo han remarcado diversos autores a la hora de entender las campañas que querían recorrer el país para eliminar las patologías del cuerpo, pero también las de la sociedad: el alcoholismo, los vicios del juego o el clericalismo (Pérez Montfort, op. cit.: 54-55; Urías Horcasitas, 2000: 153). Una cita del pintor Ángel Zárraga comentando el espacio que ocupaba la Universidad Popular, y que es mencionada en la magnífica biografía sobre la participación de Martín Luis Guzmán en la Revolución mexicana, escrita por Susana Quintanilla, ejemplifica tal circunstancia:

... veréis que hay otro pueblo nuestro, ávido de saber, ávido de sentir: el pueblo nuestro que prepara el grande advenimiento futuro que vosotros negáis en nuestro culpable pesimismo. Ahí veréis al obrero que sale del taller, y al empleado poco retribuido que penó largas horas del día y a la madre que después de la humilde y noble labor casera va con el niño en los brazos, a oír cosas que les interesan: desde las misteriosas y fabulosas teogonías nahuas y las bellezas inmensas de nuestra colonia, hasta reglas elementales de higiene (Quintanilla, 2009: 171).

El entusiasmo de los miembros de la Universidad no estuvo exento de problemas, como el referido a su mantenimiento y mecenazgo (benefactores los llama el autor), puesto que la institución no recibió apoyo del Gobierno Federal. En tal coyuntura cabe destacar la figura de Alberto J. Pani, uno de los fundadores de la Universidad Popular, y su primer rector, de amplia carrera política y que ayudó al posterior rector Pruneda a contactar con comerciantes y empresarios, futuros mecenas de la institución, incluso proponiendo la creación de escuelas comerciales.

La contribución de algunos "contemporáneos" como Jaime Torres Bodet y Carlos Pellicer, aunque eran muy jóvenes entonces; de miembros activos de sociedades científicas (la Sociedad Alzate y la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística Jesús Díaz de León) (p. 550), y la estrecha colaboración con la Universidad Nacional de México, en cuyo seno trabajaban buena parte de los integrantes de la universidad popular, permitió su continuidad en años difíciles.

 

II. La Historia

En esta segunda parte el autor adopta el modelo narrativo que Luis González y González bautizó como "crónica" para contar, en cuatro momentos, lo ocurrido en dicha institución. Los años del alba, los años de la luz, los años de la sombra y el año del ocaso.

Mediante una descripción donde se mezclan, a veces con excesiva abundancia, los hechos vividos en la Universidad, haciendo hincapié en los conferencistas y el título de sus exposiciones, con el vivir cotidiano de una ciudad capital donde los cambios y vaivenes políticos tenían una lógica repercusión, el autor destaca la efervescencia de proyectos culturales en los años en que funcionó la Universidad Popular. En un medio social empobrecido o azotado por el desabasto alimenticio y las emergencias sanitarias parece una contradicción existencial esta ebullición de intereses que trascienden la simple necesidad de solventar los insumos básicos diarios, y llama a la reflexión sobre la relación entre el quehacer creativo artístico y cultural en periodos de notable precariedad económica.

En esta parte el texto descubre al lector el poder de los datos para poner sobre el tapete los vaivenes de la política que también afectaban a los miembros de la institución, destituidos en cargos públicos algunos y ajenos a la Revolución mexicana otros, o se explaya en el carácter itinerante de las instalaciones de la Universidad y, todo ello, aderezado con apartados donde se pretende mostrar algo de la llamada vida cultural de la Ciudad de México en los años revolucionarios. Si la entrada de las fuerzas villistas y zapatistas fue un hito, no lo eran menos actividades como las corridas de toros, el cine e incluso la ópera. En cuanto a esta última cabe destacar el magnífico detalle del autor al comparar el precio de su boleto, en una función realizada en un espacio popular como el Toreo de la Condesa, con el precio de los alimentos de la época. En pocas ocasiones los historiadores o antropólogos tienen el acierto de realizar este tipo de comparaciones, indispensables para saber a qué equivale algún tipo de dato económico en la época de estudio.

En este apartado, denso en sus narraciones en algunas ocasiones, el autor hace suya la institución y le otorga el papel de precursora en las actividades de extensión y difusión universitaria que otras instituciones realizarán con posterioridad. Lo que otras llamaron programa, la Universidad Popular Mexicana lo podía llamar informe, nos dice Morelos Torres, y de hecho el papel de continuadora a su labor es otorgado a la Escuela Nacional de Altos Estudios de la Universidad Nacional de México (pp. 449ss.). Pero su carácter precursor no se limitó a tal circunstancia, para el autor también fue un modelo de funcionamiento que dio pautas para la efervescencia en la creación de entidades culturales, y al alud de actividades de dicha naturaleza.

Y si éste es uno de los elementos fundamentales en su análisis, no lo es menos el que le otorga a algo que Pedro Henríquez Ureña, en 1925, expresó con suma claridad: "Existe hoy el deseo de preferir los materiales nativos y los temas nacionales en las artes y en las ciencias" (apud Pérez Montfort, 2008: 72). Es decir, la nacionalización de actividades culturales, con debates tan aguerridos como los que sostendrían con posterioridad los literatos analizados y reproducidos por Guillermo Sheridan (1999), nos hablan de la construcción de la Nación mexicana y de aspectos tan controversiales como la conversión de ciertos espectáculos o actividades en estandartes de la nacionalidad. Algo que Pérez Montfort ha señalado con claridad: "La cultura popular fue adquiriendo poco a poco un rango de cultura nacional, en sus ámbitos creativos y en sus cotidianidades" (op. cit.: 71).

 

III. El Significado

En la tercera parte Morelos Torres efectúa su análisis del significado que tuvo o pudo tener esta Universidad Popular para la vida del país y de las instituciones educativas, aunque su fin en 1920 estuviera enmarcado por el olvido de su labor por parte de una personalidad del peso político y cultural de José Vasconcelos, entonces rector de la máxima casa de estudios del país.

El papel de la educación para la creación de un nuevo país, de un nuevo ciudadano, se entiende tomando en cuenta la ya referida "revolución intelectual", pero también a través de la "revolución de los profesores" (p. 607), según Morelos Torres. Revolución de intelectuales comprometidos, de intelectuales divulgadores (p. 593), que son entendidos en las páginas del libro como individuos emotivos en su actuar y, por ende, menos reflexivos y racionales a la hora de concebir su misionera tarea educativa (p. 589). Es complejo discutir tal afirmación, pero creemos que el análisis no es tanto entre lo racional y lo emocional, que puede llevar a disquisiciones psicológicas y desquiciamientos exegéticos, sino en la absoluta convicción de que las transformaciones de una sociedad pueden realizarse desde arriba, como un impulso y un proyecto ora estatal, ora de la intelligentsia de la época. Si Henríquez Ureña afirmó que la Revolución "ha sido una transformación espiritual" (cit. en p. 602) es porque creía, al igual que otros intelectuales que vivieron y trabajaron en dichos años, que la Revolución Mexicana era un proyecto real de transformación integral de la sociedad, pero sobre todo, y ahí creemos que se encuentra el hecho fundamental, que era una radical metaformosis del ciudadano mexicano.

La guerra iba a dar un giro copernicano a la realidad política y social del país, pero en contraposición con dicha lucha armada, como lo apunta el autor, otra parte de la sociedad trabajaba en pos de "civilizar" al país, desde el aula, o mediante la conferencia divulgativa. Es ahí donde acierta plenamente Morelos Torres al aseverar que el trabajo de la Universidad Popular Mexicana, pensado como "acto civilizatorio", pretendía construir un "nuevo mexicano", un actor racional, sano, alejado de los vicios y "consciente de su papel dentro de la sociedad" (p. 611).

Aunque la sociedad civil fuera la perdedora al desaparecer la Universidad Popular Mexicana, y hacerse cargo de la educación básicamente el Estado (p. 622), no cabe duda que tanto las iniciativas civiles como las gubernamentales estaban ligadas por ese mismo impulso de renovación, de regeneración también en el lenguaje de la época, que hacían vislumbrar un futuro pleno para el México surgido de la confrontación bélica.

Este es un estudio, junto a otros muchos que han trascendido el ámbito de los vaivenes políticos o de las narraciones bélicas, que permite observar la multiplicidad de fenómenos que significa mencionar estas dos palabras pseudomágicas, Revolución mexicana. Torres ofrece un alud de información sobre una institución, solamente una, pero intenta insertar su narración sobre la misma en un contexto urbano y social estandarte y conglomerado nacional, como lo es la Ciudad de México. Si algo hay que reconocerle a este trabajo es la sobrada información que ofrece y la crítica a investigaciones anteriores, llenas de imprecisiones cuando se han referido a la Universidad Popular Mexicana. Tiempo habrá, también, para discutir aspectos teóricos de su exposición, pero no cabe duda que ese conglomerado multifacético llamado Revolución mexicana ofrece materiales para seguir indagando en aspectos olvidados o, al menos desconocidos, que se vivieron en aquellos años. Este libro es una muestra de ello.

 

Bibliografía

Burke, Peter 2009 "Historia de los acontecimientos y renacimiento de la narración", Formas de hacer historia, pp. 325-342, Peter Burke (ed.). Madrid, Alianza Editorial.         [ Links ]

Moreno Sánchez, Manuel 1955 "Más allá de la Revolución Mexicana", Problemas agrícolas e industriales de México, vol. VII, núm. 2, pp. 217-245. México, abril-junio.         [ Links ]

Pérez Montfort, Ricardo 2008 Cotidianidades, imaginarios y contextos: ensayos de historia y cultura en México, 1850-1950. México, CIESAS.         [ Links ]

Quintanilla, Susana 2009 A salto de mata. Martín Luis Guzmán en la Revolución mexicana. México, Tusquets.         [ Links ]

Sheridan, Guillermo 1999 México en 1932: la polémica nacionalista. México, FCE.         [ Links ]

Urías Horcasitas, Beatriz 2000 Indígena y criminal. Interpretaciones del derecho y la antropología en México, 1871-1921. México, Universidad Iberoamericana.         [ Links ]

Zárraga, Ángel 1916 "La Universidad Popular Mexicana", Boletín de la Universidad Popular Mexicana, t. II, núm. 4, pp. 89-90. México, diciembre.         [ Links ]

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