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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.5 no.1 Mérida ene. 2010

 

Reseñas

 

Lawrence G. Desmond, Yucatan through her eyes. Alice Dixon Le Plongeon: writer and expeditionary photographer

 

 Lorena Careaga Viliesid

 

Albuquerque, University of New Mexico Press, 2009, 415 pp. ISBN: 978-082-63-4595-0

 

Hubo en el 2010 un centenario que pasó totalmente desapercibido. No es de extrañar dado que se conmemoraron cien años de la muerte de una mujer que en vida gozó de cierto reconocimiento, aunque nunca el debido ni merecido, y que con el tiempo se fue convirtiendo en una figura desconocida, olvidada y, en todo caso, desprestigiada, por relacionársele con teorías descabelladas que oscurecieron aún más sus logros y aportes.

Que no son pocos. Fue la primera y única mujer viajera de la península de Yucatán en el siglo XIX; la primera mujer exploradora de Chichén Itzá y Uxmal; la primera mujer que estudió y escribió acerca de la cultura maya viva, con la añadida ventaja de haber aprendido a la perfección el idioma vernáculo; la primera profesional de la fotografía en la región, además de pionera de este arte y técnica; y una de las primeras escritoras que difundieron entre el público especializado y no especializado los detalles de la vida cotidiana, costumbres y tradiciones de los mayas yucatecos en más de 40 artículos y numerosas conferencias. Fue, de hecho, la primera mujer precursora de la antropología que publicó sus experiencias y hallazgos en los Proceedings de la American Antiquarian Society.1 Otros trabajos suyos, abarcando una gran variedad de temas, aparecieron en revistas tan diversas como Woman's Tribune, New York World, Scientific American Supplement, Harper's Bazaar, The Home Journal, Photographic Times and American Photographer, Metaphysical Magazine, Theosophical Siftings, Commercial Advertiser, Forest and Stream, Popular Science Monthly, The Magazine of American History y The New York Academy of Sciences Transactions.

Pocos han oído hablar de Alice Dixon (Londres, 1851-Brooklyn, 1910), mejor conocida como la esposa y colega de Augustus Le Plongeon y, en menor grado, como la hija del fotógrafo inglés Henry Dixon. En la última década, sin embargo, algunas porciones de su obra han sido traducidas al español y publicadas en México. una de ellas, Aquí y allá en Yucatán (México, CONACULTA, 2001), con prólogo de Jaime Litvak y Lawrence G. Desmond, corresponde a la colección de ensayos y viñetas que Alice sacó a la luz en 1886 bajo el título de Here and There in Yucatan: Miscellanies, donde describió, entre otras cosas, el viaje que ella y Augustus hicieron por la costa oriental de la península, incluyendo observaciones sobre sitios prehispánicos de Isla Mujeres y Cozumel, la Bahía de la Ascensión, los mayas rebeldes, la ciudad de Belice y el contrabando. "En el contexto histórico de los estudios mesoamericanos" —afirman Litvak y Desmond— "fue una de las primeras investigadoras, con escritoras como Zelia Nuttall y Adela Breton, que llegaron a México a vivir, estudiar y escribir y que nos permitieron comprender mejor a la gente de la que fueron contemporáneas, así como a las civilizaciones antiguas de Mesoamérica".2

Por su parte, el Fondo Editorial del Ayuntamiento de Mérida dio a conocer en 2008 la obra Yucatán en 1873 (traducción, prólogo y notas de Roldán Peniche Barrera), que corresponde precisamente al artículo "Notes on Yucatán" publicado en los Proceedings de la American Antiquarian Society en 1879, y en el que Alice abunda, entre otros asuntos, en anécdotas y descripciones de Mérida y sus habitantes, los alrededores de la ciudad y sus impresiones de progreso, las haciendas henequeneras, un viaje a Izamal, el peligroso recorrido en volanta, algunas costumbres y tradiciones mayas y los estragos que causaba la fiebre amarilla, de la cual ella también fue víctima.3

Apadrinados por Stephen Salisbury y la American Antiquarian Society, la pareja Dixon-Le Plongeon arribó a la península de Yucatán en agosto de 1873, y durante los siguientes 11 años se entregó con entusiasmo y dedicación al trabajo académico alrededor de los mayas antiguos y contemporáneos, iniciándose en disciplinas que, como la antropología y la arqueología, estaban apenas en ciernes. Lo mismo sucedió con la fotografía, a la que ambos contribuyeron no sólo con un manual, varios artículos especializados y novedosas técnicas fotográficas en ambientes tropicales, sino con cerca de 2,400 fotos, negativos en placas de vidrio y transparencias en 3D para verse por medio de un visor, que conforman un vasto archivo visual de la región.4

Por insistencia de Alice, la pareja visitó lugares como Isla Mujeres y El Meco, ya que eran puntos de peregrinaje importantes para las mujeres mayas. De hecho, los Le Plongeon fueron los primeros en trabajar de forma sistemática durante varios meses en Isla Mujeres y Cozumel, para luego permanecer en Belice, en una especie de paréntesis que duraría poco más de dos años. Conocieron en aquel puerto a varios oficiales del gobierno de Su Majestad, incluyendo al gobernador Henry Fowler, otro notable viajero de la región. Si bien sus trabajos de exploración arqueológica se vieron limitados por sus problemas económicos y la dificultad de acceso e incluso localización de los sitios, la pareja abrió un estudio fotográfico y, además de los retratos de sus clientes, realizó numerosas tomas de pueblos y paisajes beliceños, de las cuales sobrevive sólo una cincuentena.

En sus prolongadas estancias en la península entre 1873 y 1884, los Le Plongeon denunciaron el saqueo de las antiguas ciudades en ruinas, defendieron la causa de los mayas rebeldes que aún se encontraban en pie de lucha desde que la Guerra de Castas estallara en 1847, recolectaron numerosos objetos hallados en sus excavaciones, realizaron calcas de inscripciones y moldes en papel maché, escribieron profusamente y defendieron su trabajo ante autoridades políticas, como el presidente Porfirio Díaz, y numerosos expertos académicos nacionales y extranjeros. Ya desde entonces Augustus entró en controversia con más de uno, entre ellos el explorador y fotógrafo francés Desiré Charnay y el mayista Daniel Garrison Brinton, a quien Le Plongeon acusaba, con razón, de no haber pisado nunca Yucatán ni hablar una palabra de maya.

A pesar de haber descubierto el famoso Chac mool en Chichén Itzá, Augustus Le Plongeon pasó a la historia como un charlatán, un loco, un académico totalmente errado y/o un fraude, según el especialista que opinara. Su trabajo arqueológico, que cayó en total descrédito, ha sido ignorado por considerársele una colección de planteamientos falsos y fantasiosos, ya que sostenía, entre otras teorías, que los mayas descendían de los supervivientes de la Atlántida, la civilización maya había dado origen a la egipcia, y la francmasonería era originaria de Yucatán, además de afirmar ser él mismo la reencarnación de un antiguo príncipe guerrero, con una misión mística que cumplir. Le Plongeon ciertamente cayó en el grave error de manipular y forzar los datos para que encajaran con sus teorías, ignorando la información que surgía de nuevas excavaciones e investigaciones en otras áreas del mundo. La postura difusionista extrema que adoptó estaba ya superada en su época y su afán de entrar constantemente en controversia no hizo sino alejarlo aún más de sus colegas. No obstante, mucho de lo relegado al desván de lo académicamente inaceptable, fue y es aún relevante.

Las contribuciones que Le Plongeon legó a la posteridad, a pesar de los limitados medios que poseía, son indudables, pero se requirió de alguien que los sacara a la luz y los reivindicara. El primer esfuerzo en tal camino surgió con la publicación de A Dream of Maya en 1988.5 Sus autores, Lawrence G. Desmond y Phyllis Mauch Messenger, se dieron a la tarea de rescatar a este vilipendiado precursor de la arqueología a través del caudal de documentos y manuscritos, fotos, dibujos, mapas y planos que se encuentran ocupando casi 12 metros lineales del Getty Research Institute en Los Ángeles, California. En trabajos anteriores, así como en su tesis doctoral, Lawrence G. Desmond ya había iniciado la tarea reivindicadora de Le Plongeon,6 y en A Dream of Maya, él y Messenger siguieron las andanzas y vicisitudes de este explorador a través de su producción intelectual y fotográfica, resumiendo así la trayectoria y esfuerzos, a fin de cuentas fallidos, de la pareja:

The picture that took shape from Augustus and Alice Le Plongeon's ethnographic writing, photographs, field notes, and drawings was of an extraordinary couple whose work was not being fairly appraised in the context of the time and situation. We soon found that Alice's role, and the roles Alice and Augustus played in each other's lives were becoming clearer. [...] For the Le Plongeons, their research was their life, and their psyches were intertwined with their work. They never had children. In a way, the Maya were the Le Plongeons'family and they were as unable to see their imperfections as parents would be. Alice and Augustus could never reconcile themselves to the lack of acceptance their efforts achieved.7

Hoy, gracias a un nuevo aporte de Lawrence G. Desmond,8 conocemos más de la vida de Alice Dixon en sus propias palabras, con la publicación íntegra del primer tomo de su diario personal, que abarca su estancia en Yucatán del 28 de julio de 1873 al 21 de septiembre de 1876, y que complementa y amplía las dos publicaciones en español anteriormente mencionadas. En Yucatan through her eyes. Alice Dixon Le Plongeon: writer and expeditionary photographer,9 además de ofrecer al público lector este testimonio de primera mano, Desmond reconstruye la vida de Alice siguiendo el hilo conductor de su desarrollo profesional, de sus publicaciones, sus escritos y las diversas iniciativas que emprendió para dar a conocer el resultado de más de una década de investigación en Yucatán. Es un método que nos permite percatarnos simultáneamente de la vida de Alice en la península, sus exploraciones y fotografías, la evolución de las teorías y consecuentes confrontaciones académicas de su marido, el desarrollo de los temas que a ella le interesaban y cómo se adentró en los mismos, a la par que se volvía una escritora y conferencista reconocida. A través del edificio que Desmond va construyendo, vemos a Alice brillar con luz propia, mientras la estrella de Le Plongeon, 25 años mayor que ella, declinaba cada vez más rápidamente.

Claire C. Lyons, curadora de antigüedades del Museo J. Paul Getty, resalta en el prólogo la importancia de esta exploradora y el lugar que sin duda ocupa entre las primeras etnógrafas y arqueólogas de la época. Comparándola con otras mujeres viajeras que escribieron diarios, algunas de ellas asimismo esposas de exploradores reconocidos, Lyons opina que "Of the publications by spouse-collaborators, Alice's are by far the most intellectually ambitious" 10 Del diario de Alice, nos acota que "Not quite an excavation daybook but much more than a chronicle of personal experiences, the diary offers readers a rare insider's view of nineteenth-century field investigations in the era just prior to the emergence of Mesoamerican archaeology as a professional discipline".11

Lyons también compara a Alice con ilustradoras y fotógrafas del momento y resalta sus logros profesionales en este campo, que no han sido suficientemente reconocidos en los textos sobre las pioneras de la fotografía. Basta con imaginarnos las condiciones adversas en las que los Le Plongeon trabajaban, para entender la importancia de sus aportes, pues debían transportar a lomo de mula equipo y materiales como vidrio, emulsiones, químicos, cámara y tripié, evitar que salieran hongos, se rompieran vidrios o se contaminaran los químicos, asegurarse que el agua fuera suficiente pura y sin basura para que no quedaran sobre la placa, y encontrar la manera de hacer todo esto en una oscuridad absoluta, dentro de una bolsa o en la cámara en la que poder meter las manos sin que entrara un rayo de sol.12

Así, a través de Yucatan through her eyes, aparece poco a poco la imagen de una mujer que, bajo la falda victoriana enrollada a la cintura, vestía pantalones para trepar por las ruinas cubiertas de maleza o por el andamiaje que le permitía fotografiar de cerca el detalle de las piedras labradas. Tan pronto ayudaba a su marido en las excavaciones y registraba sus hallazgos, como escribía sendas notas que luego transcribía a su diario y a las numerosas cartas que envió a su familia en Inglaterra, a colegas como May French Sheldon y Adela Breton, a amigas y benefactoras como Phoebe Hearst, y a correligionarias como Madame Blavatsky y Anne Besant.

Alice no sólo describió magistralmente la vida cotidiana de las mujeres mayas desde el punto de vista femenino, sino que también escribió en diversas revistas desde la óptica de una feminista comprometida con las activistas de su época, a favor de sus derechos políticos y económicos. En Yucatan through her eyes, percibimos a una mujer decidida a crearse una vida propia lejos de Londres, así implicara salirse de los convencionalismos de la época; incluso dudó, no de viajar a Yucatán en compañía de Augustus, sino de casarse previamente con él, pues el matrimonio no era algo que entraba en sus planes. Como afirma Claire L. Lyons, "she was among the vanguard of women who pursued unconventional careers on unfamiliar terrain".13 Tuvo que luchar, como muchas mujeres hasta el día de hoy, por un reconocimiento que pocas veces llegó. Su marido, si bien siempre declaró públicamente el papel insustituible que jugaba Alice como esposa y colaboradora, no consideraba que sus trabajados fueran realmente científicos. La comunidad académica, preponderantemente masculina, tampoco. Cuando en un artículo Alice se atrevió a retar la afirmación del gran viajero por excelencia de Yucatán, el abogado neoyorkino John L. Stephens, de que no quedaba ya traza alguna de las antiguas costumbres prehispánicas entre los mayas decimonónicos, ofreciendo numerosas pruebas de lo contrario, su publicación fue diligentemente bloqueada. Asimismo, aun cuando se organizaron bailes en la ciudad de México en su honor, Alice fue excluida de la entrevista que el presidente Díaz le concedió a Le Plongeon en septiembre de 1880.

Junto con su compromiso feminista, también emerge con mayor claridad en la obra de Desmond el interés de Alice por la corriente espiritualista y su participación activa en la Sociedad Teosófica fundada por Madame Blavatsky. Paralelamente encontramos a una mujer con conciencia social, capaz de entender y defender la causa del indígena, particularmente de los mayas. No pueden menos que llamar la atención las distintas facetas de su carácter, así como lo complejas que podían ser las personalidades femeninas de la época.

Si bien Yucatan through her eyes es una obra que enriquece con mayores datos y precisiones lo que ya en A Dream of Maya se esbozaba, ambos trabajos adolecen de cierta pobreza en cuanto al contexto histórico local. Hay un conocimiento limitado del Yucatán de la época (con relación a la Guerra de Castas, por ejemplo, o a la situación política prevaleciente en aquel entonces) y falta en Yucatan through her eyes información que evite confusión en el contexto del tiempo y el espacio (por ejemplo, cuando se habla de Quintana Roo en una época en que la entidad todavía no existía).

Por otra parte, ¿qué pasó con quienes siguieron en 1885 las investigaciones que los Le Plongeon dejaron al irse definitivamente de Yucatán, como es el caso de Louis Aymé y Edward H. Thompson? ¿Qué decían Alice y Augustus de ellos? ¿Los conocieron? ¿Sabían de la existencia de Thompson, del apoyo que empezó a recibir del Museo Peabody y del propio Stephen Salisbury, antiguo mecenas y soporte académico de Augustus? Thompson se convirtió en el explorador heredero de Le Plongeon, en el sentido que retomó la investigación de Chichén Itzá donde éste la había dejado, se ganó ese lugar con un artículo precisamente sobre la Atlántida, recibió un consulado para poder investigar más fácilmente y contó tanto con apoyo institucional como de parte de personajes importantes. Es éste un vacío en la obra de Desmond que aún falta por llenar.

Hay también cuestiones que aún no están claras y que habrá quizá que investigar en los papeles de los Le Plongeon para llegar a un entendimiento más profundo de su estancia en la península de Yucatán. Me refiero a la precisión de ciertas fechas en las que viajan o lapsos que permanecen en ciertos lugares. Falta, en este sentido, una explicación más detallada por parte del autor, así como una cronología de la vida de Alice, la cual resulta imprescindible para hacer más claras las referencias a sus publicaciones, presentaciones en sociedades científicas, conferencias, etc.

No obstante lo anterior, Yucatan through her eyes es el mayor esfuerzo realizado hasta el momento para dar a conocer la obra y la vida de Alice Dixon le Plongeon, además de complementar, enriquecer y ampliar el rescate que ya se hace de la figura de Augustus Le Plongeon en A Dream of Maya. Gracias a la investigación de Desmond emerge todavía más claramente la relación de Alice y Augustus como la pareja que eran de investigadores, compañeros y cómplices profesionales y académicos funcionando como un equipo. El espiritualismo que los caracterizó está mucho mejor contextualizado, así como los orígenes de la profecía en la que basaron muchas de sus teorías. Hay más información sobre los dos años que pasaron en la entonces Honduras Británica, y en este sentido, la obra es de una riqueza e importancia singular para Belice, no sólo porque se reproducen fotos y datos, sino sobre todo porque se nos revela dónde se encuentran resguardados dichos materiales.

Desmond apunta por primera vez a una de las razones más importantes por las cuales la comunidad académica rechazó a Augustus: su denuncia abierta de los saqueos arqueológicos perpetrados por sus colegas y avalados por instituciones prestigiosas y mecenas reconocidos. Asimismo, el franco rechazo de las teorías de Le Plongeon venía no solamente de que se había ya trascendido el difusionismo extremo, de que las fechas propuestas por él no encajaban con los nuevos hallazgos, de que la lectura de los jeroglíficos tampoco concordaba, sino también porque la comunidad académica no estaba lista para admitir o aceptar que la civilización del mundo y/o del continente americano pudiera surgir de un grupo indígena de México. La civilización maya no podía ser autóctona, y en el mejor de los casos debía trazar sus orígenes a la tolteca.

Desmond demuestra que la visión del maya antiguo como un noble salvaje civilizado, si se le puede decir así, sobrevivió hasta bien entrado el siglo XX: el mito de los mayas como gente pacífica, refinada, no-agresiva, guarecida en su selva y creando una gran cultura. Desmond llama a esto "generalizaciones románticas", y las encontramos en toda la literatura extranjera y nacional acerca del indígena prehispánico. Hasta el día de hoy se idealiza a este indígena, a ese pasado histórico sin tacha, mientras que se rechaza y descalifica al indígena vivo, como sucedía también con muchos de los viajeros extranjeros decimonónicos.

Quizás el mayor aporte de Lawrence G. Desmond en Yucatan through her eyes sea el rescate que realizó de fotos y manuscritos, así como la rica información que proporciona sobre las vicisitudes que sufrió toda la documentación de los Le Plongeon y el paradero de los papeles y diversos registros que esta singular mujer legó a sus descendientes. El segundo tomo del diario no ha sido localizado, pero la mayoría de los manuscritos y obras inéditas de Alice obran hoy en día en el archivo del Getty Research Institute de Los Ángeles, California, junto con los miles de registros fotográficos que lograron subsistir. De hecho, gracias a los trabajos de investigación del propio Desmond, quien siguió la pista de los distintos paquetes y repositorios, e identificó y reunió varios archivos fotográficos, estos materiales pueden ser consultados hoy en día por el público en general. El esfuerzo de Desmond da idea del enorme trabajo y los recursos necesarios para recuperar, ordenar y mantener este acervo, que no solamente rescata las figuras de Alice Dixon y Augustus Le Plongeon, sino que constituye una fuente invaluable para la historia de Yucatán, de las mujeres en el siglo XIX, de los mayas y de las ciencias sociales en sus orígenes.

Hasta ahora, Alice Dixon le Plongeon había sido una figura perdida, ignorada, desconocida, oscura. A lo más, una mujer opacada por el brillo y las excentricidades de su marido; sin logros propios, sin vida intelectual propia, sin intereses propios. La figura que emerge en Yucatan through her eyes es muy distinta y, en ciertos aspectos, diametralmente opuesta: una mujer, como bien apunta Lawrence G. Desmond, empeñada en hacer una diferencia en el mundo.

 

Notas

1 Alice Dixon Le Plongeon, "Notes on Yucatan", Proceedings of the American Antiquarian Society, Worcester, Mass.,1879, 72: 77-106.         [ Links ]

2 Prólogo de Jaime Litvak King y Lawrence G. Desmond a Alice Dixon, Aquí y allá en Yucatán, México, CONACULTA, 2001, p. 14.         [ Links ]

3 Yucatán en 1873, traducción, prólogo y notas de Roldán Peniche Barrera, Mérida, Fondo Editorial del Ayuntamiento de Mérida, 2008, pp. 8-9.         [ Links ]

4 Ver, entre otros, Desmond, Lawrence G., "Augustus and Alice Le Plongeon: Early Photographic Documentation at Uxmal, Yucatan, Mexico", Mesoamerica: The Journal of Middle America, vol. 2, No. 1, 1989, pp. 27-31.         [ Links ]

5 Desmond, Lawrence Gustave y Phyllis Mauch Messenger, A Dream of Maya. Augustus and Alice Le Plongeon in Nineteenth Century Yucatan, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1988.         [ Links ]

6 Desmond, Lawrence G., "Of Facts and Hearsay: Bringing Augustus Le Plongeon into Focus", Andrew L. Christenson, ed., Tracing Archaeology's Past, Southern Illinois University Press, 1988, pp. 139-150;         [ Links ] "Rediscovery : Scholars, early travelers and excavations in Mesoamerica before the twentieth century", Jane Turner, ed., The Dictionary of Art, vol. 21, Part X, 1996, pp. 262-264;         [ Links ] "Augustus Le Plongeon. A fall from archaeological grace", A.B. Kenhoe y M.B. Emmerichs, eds., Assembling the Past: Studies in the Professionalization of Archaeology, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1999, pp. 81-90;         [ Links ] "Augustus Le Plongeon", David Carrasco, ed., Oxford Encyclopedia of Mesoamerican Cultures, 3 vols., Nueva York, Oxford Press, vol. 2, 1999, pp. 117-118.         [ Links ]

7 Prefacio de Phyllis M. Messenger a Desmond, Lawrence Gustave y Phyllis Mauch Messenger, A Dream of Maya. Augustus and Alice Le Plongeon in Nineteenth Century Yucatan. Albuquerque, University of New Mexico Press, 1988, p. xiii.         [ Links ]

8 Senior Research Fellow in Archaeology with the Mesoamerican Archive and Research Project at Harvard University, y Research Associate with the Department of Anthropology at the California Academy of Sciences in San Francisco, CA.

9 Albuquerque, University of New Mexico Press, 2009. Cuatro apéndices complementan el texto del diario y la obra que Desmond teje a su alrededor: el primero de ellos es un manuscrito de Alice acerca de las exploraciones de Le Plongeon en el interior de la pirámide de Knich Kak Moo, en Iza-mal, Yucatán. Le sigue el poema "The Hunter", escrito en 1917 por Walter James Turner, en honor a la familia de Alice. El tercer apéndice, titulado "The Passing of an Elightened Soul", es el obituario de Le Plongeon escrito por Alice en probable coautoría con Maude Blackwell. El cuarto y último apéndice es una carta de Alice a sus padres, Henry y Sophia Dixon, fechada el 26 de diciembre de 1875 en Pisté, Yucatán.

10 Lyons, Claire L., "Foreword", Lawrence G. Desmond, Yucatan through her eyes. Alice Dixon Le Plongeon, Writer and Expeditionary Photographer. Albuquerque, University of New Mexico Press, 2009, p. xviii.         [ Links ]

11 Lyons, Claire L., op. cit., p. xiv.

12 Gilberto Chen, fotógrafo. Comunicación personal.

13 Lyons, Claire L., op. cit., p. xiii.

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