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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.4 no.2 Mérida ene. 2009

 

Reseñas

 

Mario Humberto Ruz, Joan García Targa y Andrés Ciudad Ruiz (eds.), Diásporas, migraciones y exilios en el mundo maya

 

Pedro Lewin Fischer

 

Sociedad Española de Estudios Mayas y Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Mérida, 2009. 372 pp., ilustr., ISBN 978-607-02-0612-2.

 

Centro INAH Yucatán.

 

Presentados en su versión original en la VII Mesa Redonda de la Sociedad Española de Estudios Mayas, en 2007, los textos que integran esta obra formaron parte del simposio que da nombre al libro. El encuentro fue realizado en Sitges, Barcelona, lugar que —según explica García Targa en la "Presentación"— es hoy día un reflejo de lo que viene aconteciendo en varias latitudes del planeta: su identidad actual está delineada por diversos movimientos poblacionales que contrastan por sus orígenes geográficos, por sus tradiciones culturales, y sus filiaciones lingüísticas o religiosas, y que se trasladan a otros contextos, lejanos o cercanos, en forma voluntaria o forzada, pero con la intención o esperanza de mejorar sus condiciones de vida. Las consecuencias de estos procesos de adaptación e integración también muestran resultados divergentes. Ayer como hoy, las migraciones forman parte del origen de la diversidad cultural.

El libro está integrado por dieciséis capítulos que, en su conjunto, ofrecen un amplio panorama de la dinámica sociocultural del mundo maya a nivel regional. Una introducción general, que presenta una síntesis diacrónica de los procesos migratorios, aparece seguida de cinco apartados dedicados al período prehispánico y que abordan el tema migratorio desde perspectivas tan variadas como la arqueología, la epigrafía, la lingüística, la iconografía y la arquitectura. El segundo bloque de trabajos está dedicado a la Colonia y centra su atención en los movimientos poblacionales que tuvieron lugar como consecuencia directa de la irrupción española a partir de la Conquista. El tercero incursiona en diferentes aspectos del fenómeno migratorio desde el siglo XIX hasta nuestros días, incluyendo los contextos guatemalteco y mexicano de la sociedad maya. Como parte de esta última sección se incluye un trabajo que analiza algunos discursos mayas que remiten a la representación de los desplazamientos y el modo en que esos procesos se han incorporado a la memoria individual y colectiva. Cierra el libro un texto que busca enriquecer la reflexión en torno a la dinámica histórica y contemporánea del mundo maya en términos del significado de la diversidad cultural y las relaciones interculturales a partir del caso catalán.

Entrando en materia, el trabajo introductorio de Mario Humberto Ruz, "Tres milenios de movilidad maya. A modo de preámbulo", presenta un excelente panorama diacrónico y regional de las sociedades mayas que hoy habitan el sureste mexicano, Belice, Honduras y Guatemala. El texto no sólo hace referencia a los movimientos poblacionales internos de los entonces grupos mayas en formación, sino que alude a los diversos vínculos que algunos de ellos sostenían —en contextos de relaciones difíciles, de intercambio, poder e influencias recíprocas— con grupos prehispánicos del altiplano mexicano y de las tierras altas del actual país guatemalteco (por ejemplo Teotihuacan-kaminaljuyú-Tikal).

Tan complejas como influyentes —destaca el autor— las huellas materiales, "técnicas bélicas" e iconografía, entre otros objetos, constituyen testimonios de la "irrupción continua de nuevos elementos culturales". Y las investigaciones al respecto se realizan con apoyo de información arqueológica e histórica, entre otras fuentes, consignadas en diversos registros coloniales, eso sí, sin dejar de anotar los vacíos de información existentes, así como las interpretaciones encontradas en torno al origen de algunos grupos específicos (por ejemplo, los huastecos o teenek). Lo cierto es que la cerámica, la arquitectura, los modos de hacer la guerra, así como las ideas y la reconstrucción de los propios orígenes míticos, se han transformado con el paso del tiempo, con el contacto intercultural y, de manera decisiva, en elementos fundamentales para la legitimación de determinada identidad y, con ello, del poder.

En contraste con los paulatinos movimientos poblacionales a lo largo de la época prehispánica, el texto destaca las implicaciones sociales y culturales de las campañas de desplazamiento y reordenamiento territoriales de los conquistadores, como parte de los procesos de congregación y reducción a poblado, "... vivir en policía", logrados por medios pacíficos y violentos en distintas regiones del mundo maya. En efecto, en forma compulsiva o bien huyendo del poder español, los mayas acabaron ocupando algunas zonas más o menos inaccesibles de su territorio. Eso sin contar los desplazamientos forzados que los mayas sufrieron al ser trasladados como esclavos a las Antillas o a raíz de su venta a Cuba durante la Guerra de Castas en la península de Yucatán, o la escisión del territorio peninsular bien entrado el siglo XIX. En este sentido, el texto nos recuerda que dos referentes esenciales en la cultura maya comenzaron a alterarse a partir de la Conquista: la forma de concebir el tiempo y la forma de percibir y ocupar el espacio, "...huir se volvió a menudo sinónimo de supervivencia, aun cuando hubiera que renunciar a antiguos esquemas identitarios y culturales, a añejos valores simbólicos y espaciales" (p. 27).

Aunque por motivos económicamente diferentes, el territorio guatemalteco también registró movilizaciones masivas como resultado del "esquema económico agro-exportador" con la introducción del café en el siglo XIX. A estos desplazamientos forzados se suman otros, igualmente obligados, a raíz de los enfrentamientos armados durante los años ochenta del siglo XX. Los procesos de urbanización acelerada, los conflictos religiosos y las disputas por tierras en Chiapas también implicaron movilizaciones importantes de población maya. Bien dice Mario Humberto Ruz en su introducción, "no parece aventurado asegurar que hoy las 'regiones de refugio' se ubican en las ciudades".

Si la mayor parte de la historia maya ha estado asociada con la tierra y la agricultura, en menos de un siglo estos pueblos se han visto cada vez más involucrados en el sector terciario de la economía, a raíz de una creciente inversión en —principalmente— el sector turístico, cuyo crecimiento a gran escala inició en las capitales de los estados y la Riviera Maya, así como en distintos puntos de los estados unidos, hacia donde se dirige el movimiento migratorio de la región. Este proceso está dejando profunda huella en los cuerpos sociales, políticos y físicos de los mayas actuales, huellas que sin embargo atestiguan una "continua resemantización de su etnicidad".

No es posible referir con detalle todos los aspectos mencionados por el autor en esta excelente introducción. Sin embargo, considero que claramente logra transmitir el devenir histórico de los mayas como un proceso complejo, que ha experimentado múltiples fases de movimientos demográficos, desplazamientos, destierros y exilios, casi como una constante en sus memorias, fenómenos que han contribuido a forjar el carácter dinámico de la(s) cultura(s) maya(s) y de sus condiciones para continuar estableciendo nuevos términos de negociación frente a otras diversidades sociales y culturales. Las primeras líneas del libro, "hablar de movimientos de población es referirse a uno de los procesos más habituales de la historia de las culturas, sean mesoamericanas, europeas, africanas u otras; pasadas, presentes o futuras" sintetiza el espíritu de este texto y el contexto de los 16 trabajos que conforman la obra.

Le sigue a esta introducción el texto titulado "Migraciones y llegadas: mito, historia y propaganda en los relatos mayas prehispánicos en las tierras bajas", de Alfonso Lacadena y Andrés Ciudad Ruiz. Tanto desde la arqueología como de la epigrafía, se plantean preguntas sobre el tipo de huellas materiales que dejan los movimientos poblacionales, sobre cómo definir estos movimientos, su importancia y cómo medir sus impactos. Así, centradas en la etapa prehispánica, las propuestas de interpretación de la interacción entre regiones mesoamericanas habrían oscilado entre la imposición militar y la formación de hegemonías políticas, como migraciones colectivas, como procesos de difusión, de intercambio y auto propaganda cuando provenían de fuentes indígenas. La veracidad de las fuentes, claro está, suele ser motivo de confirmación o rechazo. Lejos de adherirse a versiones simplistas y totalizadoras, el texto propone una interpretación de los vínculos entre el área maya y el centro de México que se aleja del antagonismo y el dominio total y, en su lugar, busca resaltar la interacción, la complementariedad y la colaboración, aun cuando, por ejemplo, en el área maya de Chichén Itzá se haya identificado un sistema de escritura diferente al maya.

Por su parte, "A cuestas con sus dioses: implicaciones religiosas de las migraciones mayas", de García Barrios y Valencia Rivera, también asociado a la discusión sobre el tipo de relaciones entre el área maya y Teotihuacán, no pone en tela de juicio "la veracidad de las descripciones que se realizan de los acontecimientos migratorios, sino que intenta inferir el uso político que se hizo de los mismos, así como el papel que juegan los dioses que intervienen en tales desplazamientos". Este es el caso de Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, deidades que guían los procesos migratorios hasta alcanzar su asentamiento y fortuna final. El texto incluye otros ejemplos históricos y regionales (la migración k'iché y el dios Tohil) pero, sobre todo, la utilización que grupos locales hacen de símbolos foráneos (teotihuacanos) para legitimar su poderío en Tikal y Copán. Todo ello remite a los autores a confirmar "la existencia de una vasta tradición mesoamericana de legitimación del poder".

El trabajo "Interacción y adaptación cultural de una migración de ideas. El Clásico Medio y su influencia en el norte de Yucatán", de Varela Torrecillas, Quintal Suaste y Morales uh, aunque también vinculado al tema de la interacción entre el área maya y Teotihuacán, centra su atención en distintos aspectos que tienen que ver con los estilos arquitectónicos y la iconografía; es decir, una interacción en el terreno de las ideas durante una diferenciada fase del Clásico Medio que, con todo, no registró las mismas características en todas las regiones del área maya.

También con base en registros arqueológicos y arquitectónicos, el trabajo sobre "emigraciones y nuevos asentamientos en el clásico tardío. Una visión desde la arqueología y la arquitectura", de Vidal Lorenzo y Muñoz Cosme, se aboca a descifrar las condiciones de los nuevos asentamientos en la periferia de importantes centros urbanos mayas durante el Clásico Tardío y Terminal. Centrado en el estudio de la Blanca, en la región oriental del Petén, se discute la muy probable emigración de sectores privilegiados con el afán de colonizar nuevos territorios hasta que luego fueron ocupados por grupos foráneos durante una etapa terminal que marcaría el colapso de la civilización maya clásica.

Por su parte, en "Una aproximación a la historia del origen lingüístico de los huaxtecos o teenek", Ochoa salas contextualiza su trabajo en el marco de una polémica en torno al origen norteño o sureño del idioma teenek que, después de varias hipótesis, se estima como resultado de migraciones y escisiones del protomaya, originadas de sur a norte, durante etapas diferentes del preclásico. Varias de las discrepancias sobre el origen de este idioma se asocian al espacio geográficamente "descontextualizado" de los huaxtecos respecto de los demás grupos mayanses. Como sea, el texto sustenta el origen sureño del teenek a partir de datos tanto lingüísticos como arqueológicos.

Por su parte, García Targa, en "Políticas de concentración y dispersión en el Yucatán colonial: modelos de estudio", registra los cambios sustanciales que sufrieron los mayas al comienzo de la Colonia. Si bien la migración de la población maya pareciera ser consustancial a su propia historia, el texto enfatiza una importante diferencia: el período colonial opera a partir de motivaciones cualitativamente distintas. En la perspectiva de las autoridades españolas, la población (maya) en la región concentra un "valor único" e invaluable (mano de obra) frente a la relativa escasez de los recursos naturales en la zona.

En un tenor semejante y complementario al trabajo anterior, "Migración y sobrevivencia. Los mayas ante las hambrunas en el Yucatán colonial", de Peniche Moreno, documenta los vínculos entre los movimientos poblacionales y la escasez de alimentos durante la segunda mitad del XVIII en la península de Yucatán, especialmente a partir de 1765. Considerando la experiencia migratoria de los mayas en la región a lo largo del tiempo, el texto destaca el valor de estos desplazamientos en tanto constituyen estrategias de resistencia cultural para evitar que el nivel demográfico de la población se redujera aún más de los niveles mínimos alcanzados hasta entonces. La ciudad de Mérida, algunos poblados indios (apelando así a redes parentales como sistemas de ayuda mutua), los montes (lejos de la influencia de las autoridades y poniendo en práctica sus conocimientos del entorno natural), las costas del norte yucateco y las fincas ganaderas y agrícolas en el norte de la península, fueron los principales destinos de los mayas que huían de la hambruna, buscando intercambiar su trabajo por la seguridad de obtener alimento.

Refiriéndose a motivos diferentes, latitudes distintas y cien años más tarde, "Desplazamientos y exilios mayas en la Guatemala decimonónica", de Taracena Arriola, discute el fenómeno de las migraciones internas con relación a dos importantes acontecimientos: la emergencia del grupo ladino y la introducción de la cafeticultura orientada al mercado externo, lo cual implicó reformas en la tenencia de la tierra y de los regímenes laborales que, a su vez, llevaron a "perfeccionar el sistema de habilitaciones", manejado ya sea por mandato oficial o bien en forma directa a través de individuos particulares, una suerte de antecedente de los actuales enganchadores de jornaleros. Los indígenas se resistieron de distintas maneras, como la fuga y el colonato, huyendo o bien desplazándose a las cabeceras. Muchos de los que se establecieron en la capital del país optaron por la "ladinización" como una estrategia de sobrevivencia, de donde la propia movilidad se tornó en una "forma de resistencia".

Volviendo al norte de la región "tradicional" del área maya, "Movimientos poblacionales en la huasteca maya", de Ana Bella Pérez Castro, recupera la historia maya huasteca a través de sus diferentes tipos de migraciones: desde la diáspora experimentada durante el preclásico, pasando por el desarraigo ocasionado por las compulsiones coloniales, hasta las migraciones de corte más individual desde el siglo XIX hasta la actualidad, motivadas, principalmente por los fuertes niveles de pobreza. La moderna migración laboral desplaza la mano de obra teenek hacia los campos agrícolas, las ciudades, las zonas industriales, los campos petroleros y las maquiladoras y, finalmente, a los estados unidos en el ámbito internacional. Esta nueva migración laboral tiene serias consecuencias culturales que incluso llegan a manifestarse en una forma de estrategia vengativa por la cual las deidades teenek responden con enojo ante el abandono de las tierras y cultivos, a consecuencia de la migración. Pero la autora también identifica otras estrategias, de dependencia y efectividad, que tienen la fuerza para reintegrar a la colectividad. Algunas consecuencias: un trastocamiento de la geografía étnica y la emergencia de nuevos sujetos sociales que logran penetrar, por medio de la acumulación de capital, los antiguos sectores económicos que anteriormente les estaban vedados (por ejemplo, la ganadería).

La frontera entre México y Centroamérica es otro escenario que motiva el estudio de "La interconexión de la migración interna e internacional de las migrantes mayas guatemaltecas y mexicanas", en este caso, escrito por Chávez Galindo y Landa Guevara. El texto destaca la importancia de la emigración que proviene de los centros urbanos, así como su feminización, en referencia al creciente número de mujeres que se suman a estos movimientos, y que se enfrentan a una situación de particular vulnerabilidad, especialmente cuando se trata de indígenas. En este sentido el trabajo profundiza en el problema que enfrentan las mujeres migrantes mayas, de México y Guatemala, quienes se dirigen a distintos puntos en nuestro país y los estados unidos.

Por otro lado, en referencia a un caso que es más conocido, encontramos el trabajo de Daltabuit Godás "Turismo y migración en el mundo maya", que analiza este fenómeno en Quintana Roo, a través los cambios demográficos, así como las restricciones en el uso del suelo y de los recursos naturales, ocasionados por el desmedido crecimiento poblacional de las últimas décadas. Si bien la migración ha constituido un factor íntimamente vinculado con la actividad turística, el modo en que se ha ido desenvolviendo en los destinos turísticos del estado conlleva el riesgo de afectar la propia industria, además de que revela situaciones de precariedad en cuanto a servicios básicos y condiciones ecológicas se refiere. El trabajo también recuerda la larga trayectoria de estrategias adaptativas que la sociedad maya ha puesto en marcha a lo largo de su historia, y señala que, si bien los efectos negativos han sido muy serios, en muchas ocasiones la migración hacia Quintana Roo redunda en una mejoría en los hábitos alimenticios, una conservación de la identidad cultural y territorial de origen, a la vez que la mejoría laboral y los estándares de vida se han incrementado entre la mayor parte de los migrantes.

Siguiendo la misma temática del turismo y la migración, en "Cancún y la Riviera Maya: migración y turismo", Sierra Sosa profundiza en el tema de la inserción de las mujeres mayas en esta dinámica, partiendo de vivencias cotidianas de los propios actores, en las cuales se advierte que, aunque mudan de sitio, los migrantes llevan consigo sus propias condiciones de vida (relacionadas con su edad, sexo, pertenencia étnica y capacitación), mismas que entran en relaciones de competencia y complementariedad para encontrar y conservar el empleo, a la vez que condicionan las percepciones entre "propios" y "otros" en el respectivo destino para concretar el éxito de la migración. En muchos casos las expectativas laborales de las mujeres se ven satisfechas y su concreción depende, en gran medida, de sus conocimientos y habilidades para establecer relaciones y alianzas con sus iguales culturales. Por otro lado, esas mismas expectativas laborales, que a su vez se extienden a los beneficios educativos de sus hijos para garantizarles una mayor escolaridad, eventualmente terminan por socavar el capital cultural de los padres y pueden conducir, de esta forma, a una dilución de los contenidos (la lengua, por ejemplo) que en un principio le otorgaron pertenencia e identidad.

Por su parte, Rodríguez Balam, en "Religión, diáspora y migración. Los ch'oles en Yucatán, los mames en estados unidos", describe y analiza la trayectoria migratoria de los ch'oles, a manera de etapas escalonadas, desde Chiapas hasta Yucatán, a la vez que se enfatiza el papel de la religión (adventista en este caso) como factor de éxito para otorgar una legitimación a este desplazamiento y su establecimiento final. Aunado al éxito del factor religioso para concretar la inserción laboral, particularmente entre las mujeres, el texto hace hincapié en la estrategia de la diversificación laboral entre hombres y mujeres: unos permanecen en los sectores agrícolas y otras se incorporan como trabajadoras domésticas en la ciudad de Mérida. En cierto contraste con el caso de los ch'oles, en el caso de los mames de Todos santos (Guatemala), a pesar de manifestar algunos vínculos entre migraciones y adscripciones religiosas, éstos no se registran como mecanismos que intervienen activamente en la conformación de los flujos migratorios. En forma complementaria a la inexistencia de este factor religioso, el texto enfatiza que, para los todosanteros, estados unidos no representa la única alternativa para solucionar sus necesidades económicas, además de que persiste entre ellos la fuerte idea del retorno a la comunidad de origen: "mirar al sur como punto de inicio, y casi siempre, de retorno".

El último trabajo sobre el mundo maya es un interesante texto de Valentina Vapnarsky, titulado "la migración en voces y tierras mayas. Historias hacia la historia", que analiza "la manera en que se recuerda la migración", identificada en conversaciones naturales y en relatos de historia colectiva, pero cristalizadas en formas lingüísticas y géneros discursivos que permiten identificar, como en el caso de las migraciones suscitadas por la Guerra de Castas, las intenciones de "legitimación y sacralización" de los nuevos territorios. El texto no se limita a la región peninsular del mundo maya. También incluye el análisis de algunos pasajes del Chilam Balam, del trabajo k'iche' del Rabinal Achí, una revisión de los modernos mitos de fundación tzotziles y los relatos más recientes de los choles de Tila, en Campeche. En los distintos relatos, la autora deconstruye los sustratos de apropiación y control territorial, el comienzo de una nueva era y la conformación de nuevos territorios comunitarios, fenómenos que se logran proyectar a partir de las reinterpretaciones que los propios sujetos realizan de los desplazamientos poblacionales. En su conjunto, el análisis de los textos permite acercarnos a las concepciones mayas de la historia en su interpretación de la migración. La memoria de estos movimientos se revela a través de hechos que perfilan los actos fundamentales: "medir tierra", "buscar lugares de descanso", entre otros y, en el caso del Rabinal Achí, mediante imágenes de los recorridos que remiten a la "agrimensura para significar apropiación del espacio y victorias militares", además de que en ambos casos se significan el asentamiento de la autoridad y el poder (espacios y control). A diferencia de los casos yucateco y guatemalteco, los tzotziles y choles, además de compartir ciertos rasgos como los recorridos fundadores, están marcados por experiencias más negativas y, sobre todo, por una trayectoria menos colectiva, más centrada en el individuo y fragmentadora de los espacios de origen y llegada. En el caso de los relatos mayas de Quintana Roo se evidencia una "estructura narrativa común" que se reconoce por el hecho de que "la imagen del recorrido juega un papel estructurante" de la narrativa misma, a la vez que asume el papel motivador de las fundaciones, por la "ciclicidad" de la estructura textual, así como por el valor predicativo y performativo del uso de las palabras. Según el análisis de la autora, los textos del Chilam Balam (la migración de los itzáes), si bien comparten rasgos fundamentales con los anteriores, difieren en cuanto al lugar que el lenguaje tiene frente a la acción. En este último caso, la resultante performatividad de la ecuación (crecimiento de la naturaleza como un aspecto derivado de la predicción) se invierte, constituyendo los actos instancias generadoras de la motivación semántica (se crean los topónimos). No es posible incluir aquí todos los casos analizados en este capítulo. Sin embargo es importante destacar lo que la autora reconoce como el significado más amplio del 'recorrido-migración': en todos los textos y relatos, este binomio está asociado más a acontecimientos de creación que de origen y que, dado el carácter narrativo cíclico y recurrente en tiempos y espacios, permitiría reconocer la existencia de "esquemas culturales de interpretación de lo vivido, de la historia y del sujeto en la historia". Podríamos sugerir que son estas formas narrativas las que identifican o constituyen un habitus cultural de la interpretación del tiempo, de los acontecimientos (entre ellos la migración) y de los propios protagonistas. Además de la contribución al conocimiento histórico de la dinámica poblacional maya, este trabajo tiene la virtud de advertir la enorme utilidad del estudio de las narrativas como parte sustancial de los procesos sociales que nos ocupan.

Ya fuera del área maya, pero dentro del libro, la obra termina con un interesante y sugerente trabajo en torno al tema y la realidad de la diversidad 'cultural'. Con base en experiencias de investigación y docencia en Cataluña, aunque también con referencias a regiones geográficamente tan distantes como la región maya en América Latina, y a la diversa 'América latina' en Cataluña, Juan Manuel Cabezas busca explicar, desde el punto de vista antropológico y sociológico en general, y desde la perspectiva de un militante de la interculturalidad, los "procesos migratorios como dinámicas etnosistémicas". Dinámicas éstas que, por un lado, buscarían contextuar (y corregir) los sesgos culturales fundamentalistas que presuponen una falsa uniformidad cultural autóctona y, por el otro, apuntan a una crítica de los "neoliberalismos culturales" en virtud de su afán por regular y controlar la diferencia cultural. Aunque hoy en día resulte más fácil entenderlo y decirlo, la propuesta conceptual del texto tiene como premisa que la diversidad está en la base misma (o en el principio) de las relaciones sociales. Lo contrario, en el mejor de los casos, sólo puede estar sujeto a confirmación (aunque ya sabríamos la respuesta). Si la cultura la hacemos los sujetos, concretos y en la vida cotidiana, es fácil entender lo que Cabezas piensa cuando dice que "...más que 'cultura', lo que existe son relaciones interculturales: intercambios, permutaciones, creaciones y reelaboraciones de recursos simbólicos que se articulan en la práctica, en lo cotidiano, no en una abstracción". Estas relaciones de intercambios, etc., se dan a lo largo del tiempo y del espacio, y las migraciones son el ejemplo más evidente de que el único estado permanente de una cultura es su perpetuo movimiento. Así, las ideas expuestas a lo largo de este último trabajo son a la vez propuestas conceptuales para la comprensión de procesos históricos de interculturalidad, que un reto para la acción social con miras a 'normalizar' la diversidad. En lugar de gestión de la diversidad e interculturalidad, prefiere pensar en "políticas de proximidad" entre lo local y lo global. ¿Por qué? porque las diversidades ya tienen sujetos que las trabajan diariamente, mientras que las desigualdades requieren de intervenciones políticas y planeación. En este sentido, el texto concluye muy bien el conjunto de los trabajos incluidos en el libro. Sin hacer referencia específica a cualquiera de ellos, coincide con todos al proponer (y recuperar) la larga historia de interrelaciones, de continuidades, discontinuidades y movimientos dinámicos que hoy en día podemos atribuir a la cultura maya.

Así, la obra en su conjunto constituye un valioso documento que presenta al lector potencial, tanto experto como no especializado, un acercamiento global e inédito a la cultura maya en su devenir histórico y sistémico. En este sentido, el valor de la obra es mucho más que la suma de sus partes. A pesar de que no todos los temas se tratan en las distintas regiones de lo que llamamos el área maya, el texto total logra una perspectiva regional amplia en el sentido espacial y una visión diacrónica profunda. Ambas características me parecen un acierto indiscutible, a la vez que el ejercicio interdisciplinario se confirma como una estrategia necesaria. Me parece también, que el texto logra transmitir el marcado dinamismo de la cultura maya. Los cambios sociales, los desplazamientos poblacionales, las migraciones, diásporas y exilios, se constituyen en una suerte de referentes sustanciales y constitutivos de la historia maya, tanto en sus relaciones internas como en sus vínculos con los demás grupos mesoamericanos. Cabe destacar, finalmente, que el texto logra advertir que los fenómenos migratorios también (pero no sólo) se derivan de repetidos procesos de desigualdad social, a la vez que pueden interpretarse como parte de un largo camino de resistencia.

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