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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.2 no.2 Mérida sep./dic. 2007

 

Artículos

Lecciones del presente para una agenda desde el sur de México1

Daniel Villafuerte Solís* 

*CESMECA, UNICACH


RESUMEN

El ensayo examina las potencialidades y debilidades de los estados del sur de México, especialmente Chiapas por su carácter estratégico, y su vínculo histórico y natural con Guatemala y el resto de Centroamérica. Señala la ausencia de una clase empresarial emprendedora y dispuesta a invertir en proyectos regionales en el contexto de una economía abierta y desregulada. También alude a la ausencia de una política del Gobierno Federal que permita emparejar los estados del sur con los del centro y norte del país, y a la excesiva dependencia del centro, la cual ha generado procesos nocivos que se traducen en la ausencia de iniciativas de los actores del sur, por lo que plantea la necesidad de un federalismo renovado. A la vez, señala la urgencia de una revaloración de los recursos naturales estratégicos en perspectiva de un proyecto de desarrollo de largo aliento.

Palabras claves: federalismo; pobreza; desigualdad; exclusión; sur de México

ABSTRACT

The present essay examines the potentialities and weaknesses of the states of south of Mexico, especially Chiapas because of its strategic character, historical and natural link with Guatemala and the rest of Central America. It points out the absence of an enterprising business class prepared to invest in regional projects in the context of an open and deregulated economy. Also this essay refers to the absence of a federal government's policy that permits to make even the states of the south with those ones of the center and north of the country. The excessive dependence on the centre of the country has generated harmful processes expressed in the lack of initiatives of the south political actors, from what it raises the need of a renewed federalism, and together with this, it points out the urgency of a revaluation of the strategic natural resources in prospect of a long breath development project.

Key words: federalism; poverty; inequality; exclusion; south of México

Introducción

El sur de México no sólo es un dato geográfico, es también una realidad sociocultural, política y económica. El sur es un mosaico de realidades que están unidas por la geografía, la historia y por las grandes paradojas que retratan muy bien la forma en que se ha construido el proyecto de nación a lo largo del siglo XX. En el sur, la riqueza cultural y natural contrasta notablemente con la pobreza material de la gran mayoría de su población. La asimetría del sur con relación al centro y norte del país se ha profundizado a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). A pesar de su condición económica y sociocultural que identifica al sur, es evidente la diferenciación de sus fronteras interiores. Las historias particulares de cada entidad federativa que conforma el sur imprimen características distintas: sus actores políticos, económicos y sociales han proyectado sus intereses y aspiraciones de un modo diferente dando como resultado un presente específico.

Esta comunicación tiene como propósito evidenciar las debilidades y potencialidades de los estados que conforman la frontera sur de México en la perspectiva de imaginar una región integrada, incluyente, dotada de la infraestructura física, productiva e intelectual que posibilite cambiar el rumbo de su historia. En este ejercicio se muestran las debilidades y las potencialidades que poseen los estados del sur, que sólo pueden ser aprovechadas si los actores sociales, económicos y políticos de la región son capaces de formular un proyecto integral de corto, mediano y largo plazos. Se trata de cambiar la visión que ha prevalecido por lo menos desde mediados de los años cincuenta del siglo XX, y que aún hoy está presente en los macroproyectos diseñados desde el gobierno federal, como los llamados Marcha hacia el Sur y Plan Puebla Panamá, hoy denominado Plan Mesoamérica.

Planteamiento inicial

Más allá de las propuestas que aluden a la globalización como un proceso generalizado, la realidad del sur nos muestra las cosas de manera diferente. Ianni (1996: 6) refiere que "la aldea global implica la idea de comunidad global, mundo sin fronteras, shopping center global, disneylandia universal". El petróleo, el café, el plátano, el cacao y otras materias primas que produce el sur son productos globalizados; muchos de las mercancías que compramos en Mérida, Campeche, Villahermosa, Tuxtla Gutiérrez, o cualquier otra ciudad importante de la frontera sur provienen de ultramar, y sin embargo constatamos que el sur no está globalizado: encontramos fronteras que nos muestran una realidad muy diferente. Para decirlo de otra manera, el sur no disfruta de la experiencia de la globalización, que en teoría debería traducirse en mayor bienestar para todos los sectores de la población. Esto se deriva de una particular forma de insertarse en este proceso: vender materias primas y alimentos, y mano de obra barata, lo que se traduce en la conformación de una economía extractiva, de carácter minero, en la cual, para obtener el producto para el mercado global hay que destruir los recursos naturales.

La idea del sur no se queda en los estados que conforman la frontera sur de México, se extiende más allá del territorio mexicano. Para ilustrar esta idea tomemos como ejemplo la experiencia de llegar a Villahermosa, Tabasco, para participar en el coloquio "El Sur desde el Sur", en el marco del cual se deriva buena parte de los supuestos desarrollados en este artículo. El viaje nos da una impresión de que nos movernos en un terreno que no tiene todos los atributos de un espacio globalizado, es decir no conforma una región integrada: sus vías de comunicación son muy deficientes, sus carreteras están en mal estado, por lo menos las de Chiapas con el resto de los estados del sur; las rutas aéreas no tienen vuelos directos y las rutas a los distintos destinos son escasas. Tampoco existe un sistema ferroviario para carga y transporte de pasajeros que podría integrar la región. Para llegar a Tabasco desde la capital de Chiapas es necesario hacer un viaje de cuatro horas; de Guatemala por vía terrestre son 12 horas; de Honduras por vía aérea también son casi 12 horas pues se requiere tomar el vuelo de las siete de la mañana en Tegucigalpa, Honduras, para hacer conexión en San Salvador y de allí a la Ciudad de México, para luego tomar el vuelo a Villahermosa. Los más afortunados son los que viajan de Mérida, Yucatán, a Tabasco, pues pueden tomar un vuelo directo que dura aproximadamente una hora.

Este sencillo ejemplo demuestra el carácter periférico de la región en la era de la globalización neoliberal. Llegar a Villahermosa, la capital del estado de Tabasco, por vía terrestre desde cualquier parte del sur representa para el observador cuidadoso una experiencia vivida que muestra a un sur a flor de piel: viniendo de Tuxtla Gutiérrez, pasando por Huimanguillo, hasta la capital del trópico húmedo mexicano, se puede constatar el paisaje social y natural. Las secuelas del desastre que dejaron las lluvias de 2007 se observan en los asentamientos miserables donde viven las familias afectadas, los migrantes centroamericanos apostados cerca de las vías del tren, en la Estación Chontalpa. En el paisaje natural, con el intenso verdor que lo caracteriza, resalta la imagen de un inmenso potrero dominado por una ganadería bovina de carácter extensivo que en los años setenta y ochenta dio origen a una clase ranchera. Destacan también las plantaciones de piña, y el cierre de uno de los ingenios azucareros más importantes que en otros tiempos dinamizaba la producción en la zona.

El sur de las plantaciones henequeneras, cañeras, cacaoteras, bananeras y de los ranchos ganaderos saqueados por las grandes compañías y por el Estado-Nación, ahora mira hacia el norte frente a un modelo económico caduco que entró en crisis por la apertura comercial vía acuerdos comerciales. La cantidad de remesas que envían los paisanos que trabajan en los Estados Unidos es cada vez más importante, pero lejos de lo que plantean los organismos internacionales -como el Banco Mundial-, que con frecuencia lo presentan como la palanca del desarrollo, a la larga sólo servirá para generar mayor dependencia del mercado, de "la nueva economía de la migración".

En este contexto cobra relevancia la reflexión en torno al sur. El sur desde el sur como proyecto político es una idea relevante, que por alguna razón no se ha discutido o, por lo menos, no ha generado interés suficiente entre los diversos actores sociales, políticos y económicos. No existe una instancia de gobernadores del sur, como sí la hay para los estados de la frontera norte. La CONAGO no ha ido más allá de la negociación para arrancarle más presupuesto a la Federación. Por su parte, nuestros empresarios del sur no han tenido una presencia significativa en proyectos que generen efectos de "arrastre": hasta donde se sabe, sólo Cabal Peniche se animó a invertir en el sector financiero y en empresas de escala, que sin embargo pronto cayó en desgracia.2

Decir El sur desde el sur lleva a pensar, guardando las debidas proporciones, en los cambios que están ocurriendo en América del Sur. De cómo la geopolítica está tomando un rumbo diferente a lo que habíamos visto en las últimas décadas. La entronización de gobiernos de corte socialdemócrata en Brasil, Chile, Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador y recientemente en Paraguay, dan una idea de las posibilidades de un giro hacia un proyecto distinto. La formación del MERCOSUR, como iniciativa de los países del sur del continente; el relativo fracaso de la Iniciativa de las Américas, encarnada en el ALCA; la propuesta de del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas); y la recién creada Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR)3 donde participan Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, cuyo propósito es fortalecer la cooperación en materia de energía, combate a la pobreza y analfabetismo, los servicios de salud, la integración por vías férreas y carreteras y en materia financiera y productiva. En cualquier caso, son procesos que aún se escapan a nuestra mirada, usualmente más atenta a las dinámicas del Norte, y nuestras relaciones con Estados Unidos y Canadá.

Por eso, la reflexión El Sur desde el Sur, hablando de México, cobra especial importancia, en tanto implica examinar nuestra historia, nuestras potencialidades y también nuestras grandes debilidades. Es fundamental decir que todo proyecto de desarrollo es un proyecto político, y por lo mismo, requiere que los actores políticos de la región replanteen su relación con el centro y miren hacia dentro y desde dentro. La excesiva dependencia del centro, hasta de las finanzas, ha demostrado ser nociva para los procesos de desarrollo. Es necesario pensar en la idea de un federalismo renovado, con mayores grados de autonomía para proponer iniciativas, pero con regulaciones del centro para evitar los cacicazgos regionales que pueden representar serios retrocesos.

Es indispensable revalorar los recursos estratégicos con que cuenta la región de cara a los próximos 25 años: agua, biodiversidad, petróleo, gas, energía eléctrica, minería (sobre todo ahora que las transnacionales norteamericanas y canadienses están muy interesadas en explotar recursos mineros en Chiapas).4 Es fundamental pensar en proyectos de largo plazo para no repetir los errores de las políticas cortoplacistas que han resultado en explotación y saqueo, baste recordar el proceso de extracción de maderas preciosas en las selvas de Tabasco y Chiapas, documentado por el historiador Jan de Vos.5

En este sentido, es necesario un cambio conceptual en términos de las estra tegias de desarrollo de los estados del sur. En el contexto del modelo económico neoliberal que priva en México se ha partido de la premisa de que la labor del gobierno es identificar e invitar a grandes empresas para que vengan al país a operar y generar puestos de trabajo. Esta estrategia ha dado pocos resultados. Para constatar esta afirmación basta con revisar las cifras de Inversión Extranjera Directa (IED) que prácticamente son insignificantes frente la suma de recursos invertidos en otros estados del país: en 2007 los cinco estados del sur captaron 334.4 millones de dólares de IED, equivalente al 1.35 por ciento del total nacional.6 El estado de Quintana Roo captó casi el 80 por ciento de IED que llegó al sur, es probable que esto se deba al acelerado crecimiento de la industria de la construcción en varios puntos de la entidad, pero sobre todo en Playa del Carmen, que se convirtió en una gran mercado laboral para los migrantes chiapanecos y guatemaltecos.

Pensemos en el caso de Puerto Rico para poner en evidencia algunas mentiras de los economistas neoliberales en torno a los efectos positivos del crecimiento económico sobre la reducción de la pobreza. La economía de esta isla registró, entre 1950 y 1980, tasas de crecimiento entre 9 y 11 por ciento sin que lograra avances significativos en la reducción en sus niveles de pobreza, los cuales se han mantenido hasta hoy día: el 48 por ciento de la población, según el Censo de Población y Vivienda de los Estados Unidos, 2000, vive bajo niveles de pobreza.

La pobreza está ligada a las altas tasas de desempleo y subempleo. En los últimos 50 años, la tasa de desempleo nunca bajó del 10 por ciento, en 1980 fue de 17 por ciento y en el 2000 de 12.4 por ciento. Esto, a pesar de que "hay un efecto amortiguador muy importante funcionando permanentemente, que es la elevada propensión a emigrar a Estados Unidos de la población. Mientras la isla tiene una población de 3 800 000, los puertorriqueños que emigraron suman 3 400 000" (Kliksberg y Rivera, 2007: 87).

Varios teóricos del desarrollo han llegado a la conclusión de que la pobreza está estrechamente vinculada a la desigualdad, y que ésta se encuentra ligada a las políticas aplicadas en las últimas décadas. Stiglitz, premio Nobel de Economía, ha demostrado que la aplicación de la ortodoxia neoliberal en el caso de Argentina llevó a una polarización social: siete millones de personas, el veinte por ciento de la población, dejaron de adscribirse a la clase media para transformarse en pobres.

Las debilidades y potencialidades del sur

Dos indicadores muy socorridos por los economistas, para tener una idea del nivel de desarrollo de una región o de un país son el Producto Interno Bruto (PIB) y el Producto Interno Bruto Per Cápita (PIBpc). Sin ignorar el hecho de que se trata de un referente muy rudimentario y parcial, hemos de decir que coincidimos en que el ingreso per cápita refleja de algún modo refleja el lugar que ocupa una entidad, aunque no es definitivo para evaluar el nivel de desarrollo de una región como la frontera sur de México. Pero veamos primero en términos del PIB que aporta la región al país para luego considerar el ingreso por persona en los estados del sur.

Como podemos observar en el Cuadro 1, los cinco estados que integran la frontera sur, a pesar de contar con grandes recursos naturales, únicamente aportan el 6.8 por ciento al PIB nacional. Esto revela el poco dinamismo de su economía basada en la producción de bienes primarios de escaso valor agregado. Para tener un punto de comparación de lo que esto significa, podemos citar el caso de Nuevo León, que contribuye con el 7.45 por ciento del PIB nacional.

Fuente: INEGI, 2008a.

Cuadro 1 Producto interno bruto total y per cápita en 2005 a pesos constantes de 1993.  

No obstante, en ciertos sectores, el conjunto de entidades del sur contribuye de manera significativa en el ámbito nacional: el sector terciario (comercio, restaurantes y hoteles), en 2006 aportó 7.63 por ciento del PIB sectorial; el sector agropecuario 8.41 por ciento; y el más significativo es, indudablemente, el sector petrolero con una aportación para el mismo año 48 por ciento al PIB sectorial.

En el ámbito de la frontera sur, en el sector terciario, el peso de Quintana Roo es evidente pues contribuye con poco más del 43 por ciento. En cuanto al sector agropecuario destaca Chiapas al aportar 54.3 por ciento y en petróleo sobresale Campeche con 35.3 por ciento al PIB sectorial del país y con 73.5 por ciento del sector petrolero de las tres entidades productoras de petróleo (Campeche, Chiapas y Tabasco).

Como apuntábamos arriba, debemos tener cuidado al considerar el PIB per cápita como un indicador de desarrollo pues como sabemos es un promedio aritmético que esconde el problema del ingreso real y de las desigualdades. Por ejemplo, dentro de los cinco estados de la frontera sur resulta que Campeche tiene el ingreso por persona más alto que cualquier estado del sur, incluso está por arriba de la media nacional, esto se explica por el valor de la producción petrolera pero, como sabemos, no se traduce en un ingreso real para los habitantes de ese estado.

Campeche y Quintana Roo tienen, según cifras oficiales, un PIB por persona de más de 24 000 pesos y cerca de 22 000, respectivamente (a pesos constantes de 1993), mientras que Chiapas presenta un ingreso de 6 500 pesos al año. Esto significa que Campeche tiene un PIB por persona cuatro veces más que Chiapas. Tabasco y Yucatán no están muy alejados de la media nacional que es de poco más de 15 000 pesos: el primero tiene poco más de nueve mil y el segundo cerca de los 13 000 pesos.

Aun con todo, el PNUD (2007), en el cálculo que hace del PIB per cápita en el ámbito mundial y por entidad federativa, con base a dólares del año 2000, Campeche aparece en el lugar 67, junto con países como Namibia, uno de los países africanos más pobres del mundo.

Frente a estas y otras debilidades que ya son reconocidas oficialmente, se han diseñado varias iniciativas en los últimos años: destacan Marcha hacia el Sur, basado en un esquema de apoyo a las micro y pequeñas empresas, y el Plan Puebla Panamá (PPP) con proyectos de infraestructura y de inversión en proyectos productivos.

Se puede decir que hasta ahora ninguna de estas iniciativas ha podido resolver los graves problemas de la marginación, la pobreza y la desigualdad en la región. De acuerdo con el Informe sobre Desarrollo Humano en México 2006-2007, la región aporta el 15.2 por ciento de los analfabetas en el país; en este rubro, el primer y lamentable sitio es ocupado por Chiapas, con 537 990 analfabetas, cifra que representa 9.3 por ciento del país (datos de 2004). No menos relevante es la situación de la región en lo que respecta al número de personas que no cuentan con primaria, y cuya cifra es casi 1 304 000 personas, es decir, 11.7 por ciento del país. De nuevo Chiapas sobresale con poco más de 628 000 personas, 48 por ciento de la región, y 5.6 por ciento del país.

Tal parece, entonces, que el sur ha sido víctima de las políticas de desarrollo aplicadas en México durante los últimos cincuenta años. La construcción de grandes hidroeléctricas y la explotación petrolera no han tenido consecuencias en el mejoramiento del nivel y calidad de vida de la población, sobre todo los grandes sectores que históricamente han sido marginados. Pero hoy existen nuevos excluidos, producto de la mundialización.

No obstante el enorme peso que tiene el sur en los sectores petrolero y eléctrico, no encontramos una articulación con el resto de las actividades productivas. En realidad, se pueden considerar como actividades de enclave que no benefician a la región, porque la renta energética no se reparte equitativamente entre las entidades creadoras.7 Las grandes fallas de la planificación se ven reflejadas en la inexistencia de encadenamientos productivos, en la falta de infraestructura carretera y de transportes. Pero no es sólo falta de planificación, lo que no tiene el sur es una verdadera clase dirigente. Es un sur deficitario. Nos sobran recursos naturales y nos falta la voluntad política para el desarrollo. Hay ausencia de modernización y exceso de tradicionalismo en el amplio sentido del término.

Por otro lado, el agua, la biodiversidad y los recursos forestales son parte de las fortalezas del sur. Como consecuencia de los altos niveles de precipitación pluvial, la región sur de México se caracteriza por una abundancia de sistemas hidráulicos superficiales Los cuerpos de agua que aquí se desarrollan, se cuentan entre los más importantes del país. La cuenca Grijalva-Usumacinta, que en buena medida recorre los estados de la frontera sur, destaca en el ámbito mundial por la magnitud de sus descargas. Esta cuenca tiene una superficie total de 130 853 km2, en Chiapas abarca 66 256km2, en Campeche 3 350 km2, en Tabasco 14 319 km2, y el resto se localiza en los estados de Oaxaca y Veracruz, así como en Guatemala (véase Equihua, et al., 2006).

El sur de México es una de las zonas ecológicas con más alta diversidad biológica y cultural del país. Por ejemplo, Chiapas tiene 8 248 especies florísticas registradas. Por otra parte, Campeche tiene una cobertura de bosques superior al 50 por ciento de su territorio. El estado de Quintana Roo cuenta con una superficie total de 50 843 km2, de los cuales 47,323 se encuentran cubiertos con vegetación forestal.

Para tener una idea de las potencialidades actuales de las tierras en el sur de México habría que hacer una evaluación. Quizá los resultados definitivos del último censo agrícola, ganadero y ejidal nos den algunas luces. Sin embargo, incluso los datos del censo de 1970 nos proporcionan una idea de su magnitud: poco más de 3.4 millones de hectáreas de tierras de labor; casi 6.8 millones de hectáreas de pastizales y seis millones de hectáreas de bosques.

En materia de energéticos las potencialidades del sur son enormes: el sistema hidroeléctrico más importante del país se encuentra en estos territorios, sobre todo en Chiapas. En 2002, de la llamada Sonda de Campeche se extrajo 82 por ciento de la producción nacional de petróleo crudo (2 603 700 barriles por día) y casi 33 por ciento de gas natural (529 899.4 millones de pies cúbicos. En Campeche y Tabasco se ubican los dos puertos petroleros más importantes del país.

El discurso triunfalista de los años cincuenta del siglo XX, que poco después se convirtió en una condena del trópico húmedo mexicano, no pudo transcender por la particular concepción del desarrollo: "Vivimos una época que pasará a las historia como la liberación de los países coloniales; esta liberación dependerá en gran parte de la conquista del trópico y su integración a la economía y a la civilización de un mundo cada vez mayor" (Robles, 1995, citado en Villafuerte, García y Meza, 1997).

El inicio del siglo XXI define un nuevo contexto para la región, que es el de la globalización. Una globalización excluyente social y económica que pone en riesgo a la sociedad. Vivimos, en palabras del sociólogo Ulrich Beck (2002), en la Sociedad del Riesgo Global, un riesgo socialmente construido.

El contexto más inmediato para la región son los procesos de integración, que constituyen un paso a la globalización. El TLCAN, y ahora el Acuerdo para la Seguridad y Prosperidad para América del Norte (ASPAN) y los tratados comerciales con Centroamérica redefinen los marcos jurídicos y obligan a los gobiernos a adoptar medidas de política económica y social para responder a esa lógica. Una lógica que está encaminada a la exclusión social, una de cuyas respuestas es la migración hacia los Estados Unidos. Sólo para tener una idea general y ver la importancia de este fenómeno, miremos el comparativo entre la Inversión Extranjera Directa en la zona y el monto de las remesas que envían nuestros paisanos de Estados Unidos: en 2007 la región recibió 1 229.8 millones de dólares por concepto de remesas (Banco de México, 2008), equivalente a toda la Inversión Extranjera captada durante los últimos cinco años (2003-2007), que sumó 1,225 millones de dólares (INEGI, 2008a). Chiapas es el estado que más capta remesas, con alrededor de 800 millones de dólares, lo que indica el grado de deterioro de las condiciones sociales y de empleo.8

Los indicadores del CONAPO sobre marginación, construidos sobre la base del Conteo de Población 2005, revelan que el 80 por ciento de las localidades del estado de Campeche están en el rango de alta y muy alta marginación; en Chiapas, 95 por ciento de las localidades se encuentran en la misma situación; en Quintana Roo más del 73 por ciento; en Tabasco 57 por ciento; y en Yucatán casi 86 por ciento de las localidades presentan alta y muy alta marginación.

Por otra parte, lo que ha venido ocurriendo con el modelo económico es que la brecha en la distribución del ingreso ha crecido. Aun suponiendo un escenario de crecimiento económico, la pobreza no puede reducirse mientras no se modifique el esquema de concentración del ingreso.

Reflexión final

Para concluir es necesario preguntarse sobre el papel que ha venido jugando el sur de México en el desarrollo económico del país y el papel que ahora está teniendo en el contexto de las nuevas integraciones que privilegian la apertura y sobre el futuro que tienen los estados del sur ¿seguirán aportando alimentos, materias primas y energéticos? De ser así, es de esperarse un escenario de mayor pobreza, marginación, exclusión social y migración internacional. El caso Chiapas es ilustrativo: las causas que motivaron el levantamiento zapatista en 1994 no se han resuelto, pero lo más grave de todo es que hoy existe mayor deterioro social que sólo las migraciones han podido atenuar el descontento y la presión política.

Lo que ocurrió en Chiapas con el huracán Stan y las inundaciones que sufrió Tabasco en 2007 nos revelan la enorme vulnerabilidad del sur frente a la ausencia de políticas federales y estatales para avanzar hacia un modelo de desarrollo incluyente. Es necesario y urgente repensar el sur desde el sur para lograr una mejor inserción en el contexto nacional e internacional. No se trata de pensar en el esquema de un PPP sino de un PTT, es decir de un Plan Tapachula-Tijuana, un proyecto de nación incluyente y más equitativo para beneficiar a los que menos tienen.

La debilidad institucional, el desgaste de la clase política y la exclusión de la población en la formulación y la puesta en marcha de proyectos ha llevado al fracaso de muchas iniciativas. Se requiere un verdadero cambio en los paradigmas del llamado desarrollo, volver a recuperar lo que se ha perdido con el modelo neoliberal: el capital social y el capital cultural, ingredientes necesarios para construir el Sur desde el Sur.

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1Las ideas iniciales de esta comunicación fueron presentadas en el Simposio "El Sur desde el Sur", convocado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y la Universidad Intercultural de Chiapas, celebrado los días 27 al 30 de mayo de 2008 en la ciudad de Villahermosa.

2El yucateco-tabasqueño Carlos Cabal Peniche fue considerado como el empresario modelo en el sexenio del presidente Carlos Salinas. Sus empresas más exitosas fueron Unión Caribe y Easbrook, esta última considerada en su tiempo como la única comercializadora mexicana de escala mundial ligada a CITIBANK. En el marco de la política de privatización de las empresas paraestatales, en 1991, Cabal Peniche logró convencer a diversos inversionistas de la región para adquirir el Banco BCH. En 1994, a nombre del Grupo Empresarial del Sureste compró la multinacional Del Monte por la suma de 573 millones de dólares, una buena parte de este dinero salió del Banco BCH. Hoy Cabal Peniche es perseguido por la justicia mexicana, aunque hasta ahora ha librado la prisión.

3Sobre este proyecto, el periodista Raúl Zebechi (2008) refiere que "El tiempo dirá, pero todo indica que se trata de un hecho que hará historia en el largo y complejo proceso de integración de los países de la región y, muy en particular, de la afirmación de un proyecto propio que necesaria mente toma distancia de Washington".

4A este respecto, una nota reciente refiere que "Empresas mineras de México, Estados Unidos, Canadá y Chile, tienen concesionado casi medio territorio chiapaneco para la explotación minera, pero hasta ahora apenas se está en el proceso de estudios de exploración" (Victorio, 2008). Esta no es una noticia aislada, se ha documentado la existencia de barita y titanio, así como de yacimiento de oro en el municipio de Chicomuselo, en el estado de Chiapas. Este es tan sólo un ejemplo que se añade a lo que ya sabemos sobre las riquezas que tienen los estados del sur en materia petrolera y bosques tropicales.

5La Paz de Dios y del Rey. La conquista de la Selva Lacandona, 1525-1821 y Oro Verde. La con quista de la Selva Lacandona por los madereros tabasqueños, 1822-1949, forman parte de la obra de Jan de Vos en la que se describe y analiza el proceso de saqueo de los recursos maderables de las selvas tropicales.

6Las estadísticas sobre IED pueden consultarse en la página electrónica de INEGI o de la Secretaría de Economía: www.economia.gob.mx.

7En 2007, el monto de las participaciones federales a las entidades federativas del sur representó 11.8 por ciento del total nacional, en tanto que cuatro entidades (Distrito Federal, Jalisco, Estado de México y Nuevo León) concentraron 36.1 por ciento del total (véase, INEGI, 2008b). Debe mos entender que los criterios de asignación son la cantidad de población y el PIB que generan los estados, sin embargo debe tomarse en cuenta que el criterio de asimetría o de entidad menos favorecida debería tener un peso mayor en una sociedad democrática, lo que permitiría "emparejar" a los estados más atrasados con los de mayor desarrollo relativo.

8Samuel Toledo, secretario del Trabajo de Chiapas, reconoció que ese estado ocupa el segundo lugar nacional en pobreza extrema y en 40 de los 118 municipios que integran la entidad han au mentado los índices de pobreza extrema (véase Muñoz, 1 de junio de 2008).

Recibido: 03 de Junio de 2007; Aprobado: 29 de Julio de 2007

Daniel Villafuerte Solís. Mexicano. Doctor en ciencias sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana. Profesor-investigador titular del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Ha publicado diversos artículos en revistas regionales, nacionales e internacionales sobre temas relacionados con el desarrollo y el desarrollo rural regional. En los últimos años investiga temas vinculados con las nuevas integraciones y procesos de globalización vistos desde la periferia, interesándose particularmente en el estudio de las integraciones entre México y Centroamérica, así como en los proyectos macro regionales (vg. el Plan Puebla Panamá). Recientemente conformó un grupo de trabajo multidisciplinario para estudiar las migraciones internacionales en Chiapas. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel II. gasoda_2000@yahoo.com.mx

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