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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.2 no.1 Mérida mar./jun. 2007

 

Artículos

 

Reflexiones en torno al ecoturismo en Yucatán

 

Magalí Daltabuit Godás*, Alejandro Hernández Valderrama**, Silvia Barbosa***, Alba Valdez Tah****

 

* CEPHCIS, UNAM.

** CINVESTAV-IPN Unidad Mérida.

*** ECOSUR-Campeche.

**** Facultad de Ciencias Antropológicas, UADY.

 

Fecha de recepción: 9 de abril de 2007.
Fecha de dictamen: 5 de junio de 2007.

 

Resumen

Los objetivos del presente trabajo son ofrecer un panorama de la situación actual del turismo en Yucatán, esbozar los lineamientos teóricos y metodológicos para el estudio antropológico del ecoturismo y analizar su reciente desarrollo en el estado. Para caracterizar esta actividad dentro del contexto social y ambiental del estado se presentan los casos de San Felipe, Chunkanán y algunas grutas. En estas comunidades, de acuerdo con nuestro análisis, existe una profunda disociación entre la teoría y la práctica del ecoturismo. Algunas de las implicaciones locales son la desorganización y división social en el interior de las comunidades, relacionadas con el acceso a los recursos económicos y ambientales. Sin embargo, tanto agencias internacionales como sectores gubernamentales, a nivel nacional y estatal, promueven su desarrollo en la región. Deben tomarse en consideración los estudios sociales en torno al ecoturismo para la futura planeación de la actividad en Yucatán.

Palabras clave: ecoturismo, Yucatán, comunidades, recursos naturales.

 

Abstract

The objectives of this article are to present a general view of the tourist industry in Yucatan, to outline the theoretical and methodological approaches for the anthropological study of ecotourism and to analyze its recent development in the state. The case studies of San Felipe, Chunkanán and some nearby caves are presented to characterize this activity within the social and environmental context of Yucatan. Through the case studies and the reviewed literature we conclude that there is no congruence between theory and practice in ecotourism. Some of the local implications are the division within the communities related to the struggle for the access to economic and environmental resources. Even so, international agencies and national government sectors promote ecotourism development in the region. It is necessary to consider the results of social studies referring to ecotourism for the future planning of this activity in Yucatan.

Key words: ecotourism, Yucatan, communities, natural resources.

 

Este artículo es resultado del trabajo conjunto de los participantes del curso "Turismo, antropología y ecología" de la Maestría en Ecología Humana del CINVESTAV-IPN, Unidad Mérida, y está integrado por las discusiones colectivas sobre el potencial y la problemática del ecoturismo, así como las experiencias individuales de los autores en distintas localidades con atractivos turísticos en el Estado de Yucatán. Así, nuestros objetivos son ofrecer un panorama general de la situación actual del turismo en el estado, presentar los lineamientos teóricos y metodológicos para el estudio del ecoturismo, analizar el reciente desarrollo de esta actividad en Yucatán y comparar dos casos particulares de esta actividad económica en torno a los cenotes de Cuzamá y San Felipe, en la Reserva de la Biosfera de Ría Lagartos.

 

El turismo en Yucatán

En su Programa Estatal 2001-2007, la Secretaría de Turismo de Yucatán presenta un panorama general de la actividad turística en la entidad. Según estos datos, esta industria constituye una de las más importantes del estado, especialmente si consideramos que, junto con el comercio, aporta el 21.9% del PIB local. Es decir, genera ingresos por más de 1 500 millones de pesos al año, dando empleo en sus diversos ramos a cerca de 20 000 yucatecos. Además, se calcula que por cada empleo directo se generan 1.5 indirectos. Sin duda es de gran atractivo para los inversionistas, pues existen 50 empresas con participación de capital extranjero en los sectores hotelero, restaurantero y de agencias de viajes.

En efecto, este sector ha recibido el mayor volumen de inversión extranjera en el estado en los últimos ocho años, de esta manera, cuatro de cada 10 empresas extranjeras invierten en esta actividad. Según los informes gubernamentales, los impactos económicos son múltiples: la economía estatal se fortalece y la derrama directa del gasto turístico se amplía, con lo que el turismo se convierte en una fuente de ingreso importante para las finanzas públicas estatales en beneficio de toda la sociedad yucateca (Gobierno del Estado de Yucatán, 2003).

 

Antecedentes

La historia del turismo en la Península de Yucatán se inicia a partir de los años 20 del siglo pasado, en Cozumel y en Isla Mujeres en Quintana Roo, con turismo de pequeña escala y capital local (Cesar y Arnaiz, 1985), enfocado al buceo. Ya desde 1921 Fernando Barbachano Ponce llevaba a grupos de viajeros, que arribaban al puerto de Progreso, a Chichén Itza, para visitar las "ruinas" y hospedarse en un hotel de su propiedad. Desde entonces ha estado en servicio el hotel Mayaland.

En la década de los sesenta, la ciudad de Mérida es visitada por ser el eje económico y comercial del sureste. A mediados de este período el entorno regional empieza a experimentar cambios en la dinámica turística con la incorporación de Cancún a la oferta mundial. De manera paralela, en 1967 el Programa Federal de Desarrollo Turístico se expande al resto de la Península. El interés en fomentar el turismo en esta región se hace evidente en 1974, cuando el Gobierno crea el Fondo Nacional al Turismo (FONATUR), que tiene como función principal financiar los programas turísticos y la inversión hacia las zonas de interés nacional, siendo en ese entonces Quintana Roo —y en especial Cancún— una de las principales. Así la situación del territorio de Quintana Roo, durante la primera mitad del siglo xx, se caracterizó por su marginación económica y política con respecto al resto del país. Es hasta la década de los años 70 cuando se constituye como estado libre y soberano de la Nación mexicana.

Con el proyecto turístico de Cancún se inició en México el proceso de desarrollo turístico planeado de gran escala, con el objetivo de captar divisas, generar empleo y promover el desarrollo de la región del Caribe. El aeropuerto de Cancún inicia operaciones en 1975. A partir de entonces juega un papel estratégico en la dinámica turística y comercial en el estado de Yucatán, y en el sureste mexicano (Gobierno del Estado de Yucatán, 2003).

 

Recursos y atractivos turísticos

Los atractivos turísticos de Yucatán son muy variados, constituyendo parte importante del patrimonio natural y cultural del estado. De éstos, sin duda, el principal es el patrimonio arqueológico, que desde hace décadas atrae a millones de visitantes nacionales e internacionales para recorrer las antiguas ciudades de la civilización maya. En el estado existen más de 2000 zonas arqueológicas, siendo las principales por afluencia e infraestructura para atención turística: Chichén Itzá, Uxmal, Dzibichaltún, Izamal, Ek Balam, Mayapán, Sayil y Labná. Destacan las dos primeras, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Estos sitios arqueológicos reciben cerca de 2 millones de turistas anuales, convirtiendo a Yucatán en el segundo estado más visitado por sus sitios arqueológicos a nivel nacional (ibid.). Y es que el proyecto estatal de turismo promueve la cultura maya como uno de los grandes atractivos locales.

También son de destacar los edificios y monumentos históricos de tipo colonial como iglesias, conventos y haciendas henequeneras, relacionados con el pasado de la región. Recientemente algunas de estas haciendas han sido adaptadas para el aprovechamiento turístico (ibid.).

Los paisajes, junto con las reservas naturales, constituyen otro atractivo del estado. Entre los puntos de mayor afluencia podemos mencionar las reservas de la biosfera de Ría Celestún y Ría Lagartos, el Arrecife Alacranes, y la reserva estatal "El Palmar". Pero también fuera de estos espacios de conservación se hallan atractivos naturales como son grutas (Loltún, Calcehtok, Balankanché, Tzabnáh, entre otras), playas, cientos de cenotes, lagunas costeras y estuarios. Estos recursos naturales se combinan con el clima cálido y una flora y fauna abundante en especies endémicas. Para el gobierno estatal, estas características distinguen a la entidad como un destino de vocación ecoturística y para la práctica de actividades de caza y pesca deportivas, buceo y turismo de aventura (ibid.).

 

Oferta y demanda turística

En Yucatán para el año 2005 existían 299 hoteles, más de la mitad de categoría turística y de éstos el 11% clasificados como de cinco estrellas. La planta turística más importante se encuentra concentrada en Mérida. En la costa, la mayor cantidad de hoteles se encuentra en Progreso, Telchac y Celestún. Actualmente en el estado se ofertan 8,651 cuartos de hospedaje y la estadía promedio es de 1.86 noches.

Para el año 2002 se contabilizaban 393 establecimientos de alimentos y bebidas clasificados como restaurantes, cafeterías, restaurantes-bar, discotecas y centros nocturnos, así como 44 arrendadoras de automóviles, 121 agencias de viajes y 475 guías de turistas que ofrecían sus servicios en diferentes localidades.

Los visitantes, entre turistas nacionales e internacionales, arriban al estado por vía aérea, terrestre y marítima. Como muestra del enorme impacto de esta industria en la economía yucateca cabe recordar que, por ejemplo, para 2005 la afluencia de paseantes se calculó en 1426 874 personas, de las cuales el 26% era de origen extranjero.

La llegada de cruceros turísticos a Yucatán es relativamente reciente, pues apenas en 2001 se inauguró la terminal en el Puerto de Progreso, que conllevó un incremento espectacular en el flujo de turistas que arriban por esta vía. Según estadísticas del 4o informe de gobierno (2005) el número de estas embarcaciones que arriban al puerto se han incrementado de 18, en 1998, a 118, en 2004 (Gobierno del Estado, 2005). En este mismo período, el número de turistas que llegaron por esta vía aumentó de 5435 a 255 668. Estos números reflejan sin duda la masificación de este tipo de turismo que vive un auge sin precedentes. Existen nueve compañías navieras que llegan a Progreso, todas de capital extranjero.

 

Política turística

El Programa Nacional de Turismo 2001-2006 contiene el esquema de la nueva política turística nacional estableciendo el papel del Estado como instrumentador. En la versión estatal (2001-2007), los objetivos se agrupan bajo los cuatro ejes principales que establece el modelo nacional, a saber: la consolidación del turismo como prioridad estatal, turistas totalmente satisfechos, destinos sustentabas y empresas competitivas. Es importante destacar que la iniciativa privada interviene de manera importante en la definición de las políticas relacionadas con el desarrollo del turismo (Gobierno del estado, 2003).

En Yucatán, como en México y el mundo, el discurso del desarrollo sustentable se ha traducido en el establecimiento de diferentes políticas públicas. Para el caso de Yucatán, la Secretaría Estatal de Turismo recalca como estrategia el factor de la sustentabilidad, básica para el desarrollo turístico, así como el aprovechamiento respetuoso de la naturaleza y la cultura existente (ibid.).

Una de las actividades que se han presentado como alternativas viables para la integración de comunidades locales en los procesos de desarrollo sustentable es el ecoturismo. Su principal ventaja es que relaciona directamente la economía local con la conservación de los recursos naturales y culturales, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las poblaciones (Farrel y Runyan, 1991). En México esta actividad se ha propuesto como una alternativa de desarrollo que provee beneficios ambientales, socioeconómicos y culturales tanto a escala local como nacional.

 

En torno al ecoturismo

El ecoturismo es una actividad relativamente nueva y por lo tanto se encuentra todavía en estructuración (Honey, 1999). Su concepción data de hace poco más de dos décadas y nace con la intención de enmendar los problemas de degradación del ambiente natural y social que había provocado la masificación del turismo y como respuesta a los discursos internacionales de desarrollo sustentable (Daltabuit et al., 2000).

Se han dado diversas definiciones del ecoturismo. Según la Ecotourism Society, consiste en viajar a áreas naturales con el objetivo de entender la cultura y la historia natural del lugar, teniendo cuidado de mantener la integridad del ecosistema y generar oportunidades económicas que hagan beneficiosa la conservación de los recursos naturales para los pobladores locales (Brandon, 1993). De acuerdo con lo anterior, los ecoturistas prefieren las actividades que combinen la interacción con el medio cultural y ecológico, especialmente cuando ese servicio sea en beneficio de la conservación del ambiente y de la economía local, por medio de los servicios prestados por la gente de la misma comunidad (Van Der Berghe, 1994; Ashton y Ashton, 1992). En síntesis, el ecoturismo se podría considerar como una actividad que incluye la protección y educación ambiental tanto para visitantes como para los locales, envolviendo a las comunidades en los procesos de toma de decisiones en cuando a su propio desarrollo y ante todo, se propone lograr el respeto de costumbres y tradiciones de las localidades receptoras (Ross y Wall, 1999).

 

Análisis del ecoturismo

Durante la última década numerosos investigadores de las ciencias sociales han estudiado el ecoturismo. Entre ellos existe una clara dicotomía, estableciéndose básicamente dos posiciones teóricas para su análisis. Por un lado están algunos investigadores, agentes gubernamentales y empresariales, así como instituciones promotoras del desarrollo, que conciben al ecoturismo como una actividad económica con grandes potenciales, enfocándose en el tipo y magnitud de sus beneficios (Farrel y Runyan, 1991; Brandon, 1993). Por el otro, están los científicos sociales que establecen que el ecoturismo no ha brindado los beneficios esperados y analizan sus impactos negativos (De Kadt, 1989; Hall y Rudkin, 1993; Nolan y Nolan, 1993; Stonich, 1998; Daltabuit y Pi-Sunyer, 1990; Duval, 2004).

Es importante señalar que los diversos impactos documentados de estas perspectivas de análisis van más allá de resaltar los beneficios o problemas económicos que el ecoturismo conlleva para la comunidad. En este sentido, se ha mostrado cómo el turismo y las políticas asociadas a su promoción pueden presionar a los pobladores a modificar su dinámica social y ambiental. Modificaciones ocasionadas por la adopción de un proyecto de desarrollo, como la implementación de nuevas formas de trabajo, nuevas legislaciones asociadas a las formas de apropiación y explotación de espacios turísticos y el cambio en la valoración del entorno cultural y ecológico son algunos de los factores que afectan directamente la organización social, económica, política y ambiental de la comunidad. Hoy un importante número de estudios de caso reporta la falta de congruencia entre la teoría y la práctica del ecoturismo, es decir, evidencian que los objetivos de unir la conservación de ecosistemas naturales con el desarrollo sustentable a nivel local, con frecuencia no ocurre de manera exitosa en la práctica.

 

Indicadores para el estudio del ecoturismo

Para el estudio antropológico del ecoturismo se han propuesto lineamientos e indicadores en cuanto a los planteamientos teóricos sobre las condiciones necesarias bajo las cuales se debe promover y manejar para llegar a ser exitoso, así como también para evaluar la relación entre los habitantes locales, las áreas naturales o culturales protegidas y la actividad turística (Ross y Wall, 1999). En primera instancia es necesario considerar que el ecoturismo requiere de varios niveles de infraestructura y puede inducir cambios en las economías locales, regionales o nacionales, que pueden ser desde muy favorables hasta totalmente negativos. En cada nivel los impactos del ecoturismo en términos ecológicos, económicos y sociales, dependen de la participación y beneficios obtenidos por la población local Además, tanto el ecosistema del área como el tipo de ecoturismo determinarán lo que es un nivel sustentable de desarrollo turístico (Boo, 1990).

En este punto es necesario resaltar que la organización comunitaria juega un papel muy importante para el establecimiento y desarrollo de los proyectos de ecoturismo. La introducción de una nueva actividad económica a una comunidad puede generar cambios en la estructura y organización interna que se verá reflejados en las relaciones de poder. Debido a lo anterior la participación de diferentes sectores de la población en el ecoturismo tenderá en algunas ocasiones a ser desigual y no representativa.

La evaluación del éxito de los proyectos de ecoturismo se puede llevar a cabo mediante el análisis de sus objetivos básicos, que son:

1) Beneficios socioeconómicos locales

2) Conservación del área protegida

3) Educación ambiental

En un estudio llevado a cabo para evaluar el éxito de proyectos de ecoturismo en comunidades de Mexico, Guatemala y Belice se analizaron los indicadores mencionados y los resultados obtenidos demuestran que si bien muchas de las modalidades del ecoturismo tratan de unir la conservación y el desarrollo, son relativamente pocos los beneficios económicos que llegan realmente a la población local. En particular, en los seis casos de ecoturismo estudiados (Cobá, Punta Laguna, El Remate, Uaxactún, Bermudian Landing y San José Succotz), estos privilegios no llegan a toda la población. Aquí el ecoturismo no ha alcanzado la meta de ser una alternativa real para el desarrollo sustentable de las poblaciones locales; de hecho, está muy lejos de asegurar la satisfacción de las necesidades básicas de los habitantes de comunidades rurales (Daltabuit et al., 2000).

Al analizar un proyecto de ecoturismo comunitario es necesario también evaluar el desempeño del grupo involucrado, ya que en distintas ocasiones se ha documentado el surgimiento de problemas debido a la desorganización interna asociada a la introducción de una nueva actividad, los cuales impiden el éxito del proyecto.

Recientemente Barbosa (2006) ha propuesto un instrumento para evaluar la organización para el ecoturismo comunitario. El objetivo de este instrumento, de tipo likert, es conocer el desempeño de los grupos dedicados a actividades ecoturísticas. La escala posee 40 indicadores agrupados en seis tipos de categorías básicas. La construcción de estos indicadores se basó en lo que la literatura señala como prioritario dentro de un proyecto de ecoturismo comunitario (Norris et al, 1999; Daltabuit et al, 2000; SECTUR, 2003). Las categorías y los indicadores son los siguientes:

1) Caracterización del grupo comunitario: años de funcionamiento, tipo de participantes, número de representantes, fortalezas y capacidades con las que cuenta el grupo.

2) Organización para el ecoturismo: las bases y orientación de la actividad, la forma de inicio del proyecto, la integración del grupo antes del proyecto, el tipo y número de organizaciones que se han involucrado en el proyecto, la naturaleza de su participación, la gestión de los recursos y los cambios que se han originado en la organización local influidos por la actividad ecoturística.

3) Toma de decisiones: datos sobre mecanismos para la toma de resoluciones, formas de resolver conflictos y la manera de elección y destitución de los representantes de ecoturismo.

4) Desarrollo de actividades: datos sobre las capacidades del grupo para su desempeño, los tipos de servicios y atractivos que se ofrecen, existencia de material y vínculos con operadores turísticos, número de atractivos potenciales para el ecoturismo y existencia de medidas ambientales para el desarrollo del mismo.

5) Transferencia de conocimientos: se refiere a la información sobre la existencia o no de un mecanismo para la realización de este proceso y cómo se desarrolla.

6) Uso del área: se consideran la existencia de reglas para el aprovechamiento del área y el tipo de tenencia de la tierra en donde se realizan las actividades eco-turísticas.

Los resultados obtenidos en la aplicación del instrumento antes mencionado para evaluar la organización de los proyectos de ecoturismo en cuatro ejidos de Quintana Roo (Tres Garantías, Chacchoben y X'maben) y Campeche (20 de Noviembre), muestran que en estas comunidades el ecoturismo es complementario en sus economías, basadas en actividades productivas tradicionales, ya que aún no genera ganancias suficientes para ser considerada en primer lugar. Como actividad nueva requiere de un proceso de aprendizaje para que los grupos adquieran las capacidades necesarias desde la planeación hasta la mercadotecnia a fin de que logren un buen desempeño (Barbosa, 2006).

 

Ecoturismo en Yucatán

Como hemos señalado, las características ambientales y culturales del estado de Yucatán lo convierten en una región importante para el desarrollo de la industria turística. En los planes y programas de gobierno se contempla el desarrollo del turismo como una estrategia prioritaria que permitirá ofrecer empleo a los habitantes de las comunidades de la zona y, al mismo tiempo, conservar los recursos naturales ahí existentes. Con lo anterior, parte importante del enfoque de sustentabilidad en el turismo es buscar que su desarrollo brinde beneficio social y económico a las poblaciones locales y en especial indígenas en los proyectos turísticos que se lleven a cabo en ellas (Gobierno del Estado, 2003). No obstante que desde los discursos se propone el desarrollo y participación comunitaria, en la práctica se han favorecido los intereses del sector privado, que controla en última instancia la industria turística y su mercado.

Presentamos a continuación una serie de ejemplos de desarrollos ecoturísticos en distintas comunidades del estado de Yucatán, que aunque ostentan distintas características, muestran algunas implicaciones sociales asociadas al fenómeno.

 

Turismo en áreas naturales protegidas de la costa de Yucatán

La costa de Yucatán se divide en siete subregiones turísticas: Celestún, corredor Mérida-Progreso, región Progreso, Corredor Progreso-Telchac-Dzilam de Bravo, Región San Felipe-Ría Lagartos, Cuyo y Corredor Valladolid-Ría Lagartos-San Felipe (Gobierno del Estado, 2003).

En la actualidad esta área es considerada la segunda ruta turística de la entidad, sólo después de los atractivos culturales y arqueológicos. Es precisamente aquí donde se ubican las Áreas Naturales Protegidas como las reservas de la biosfera de Ría Lagartos y Celestún, que ofrecen un destino cada vez más solicitado para el ecoturismo, turismo de naturaleza y aventura. Tan sólo Celestún recibe anualmente más de 50 000 turistas.

Al incremento de turistas que visitan la península se le suman proyectos institucionales como el Corredor Biológico Mesoamericano que, con apoyos del Banco Mundial, promueve desde 2002 el desarrollo de actividades turísticas de bajo impacto en la costa de Yucatán como respuesta a las demandas del turismo internacional (CONABIO, 2005).

En lo que se refiere al ecoturismo en áreas para la conservación, existen empresas particulares como Ecoturismo Yucatán, Hotel Ecoparaíso Xixim, Turismo Ecológico Quinto Sol y Turistransmedia, que ofrecen actividades de observación de fauna y flora y actividades de recreación como kayacs y paseos en bicicleta. Estas empresas han construido sus hoteles en reservas destinadas a la conservación como la de la biosfera de Celestún. Además de que existen organizaciones no gubernamentales dedicadas al turismo de cacería en la reserva estatal "El Palmar", como la asociación DUMAC (Dueles Unlimited).

 

El caso de San Felipe: una mirada desde lo local

San Felipe es la cabecera del municipio del mismo nombre, conformado por menos de 2000 habitantes, básicamente pescadores. Se encuentra dentro de los límites de la Reserva de la Biosfera de Ría Lagartos, decretada en 1999 (SEMARNAT 1999).

La reserva de Ría Lagartos comprende ecosistemas terrestres, dulceacuícolas y marinos; presenta una gran diversidad de comunidades vegetales, entre las que se encuentran: selva mediana subperenifolia, selva baja caducifolia, selva baja caducifolia espinosa, selva baja inundable, manglar de franja, manglar achaparrado, matorral de dunas costeras, pastizal inundable y vegetación de pastos marinos. La fauna del área agrupa a 557 especies de vertebrados, de los cuales 58 son mamíferos, 333 aves, 95 especies de anfibios y reptiles y 71 especies de peces (SEMARNAT, 1999).

Si bien el puerto de San Felipe ha recibido visitantes de poblaciones cercanas, los pobladores reconocen que en los últimos 12 años, de manera paralelaa la construcción del Hotel "San Felipe", el turismo ha aumentado progresivamente. Hoy la infraestructura turística local, se compone de dos hoteles y tres restaurantes que abren permanentemente. Además, existen cinco grupos formales organizados como cooperativas que se dedican en parte a la actividad turística, dos de los cuales han recibido financiamiento de PNUD y CONAFOR para el desarrollo de proyectos ecoturísticos.

Para estas organizaciones el turismo es una actividad complementaria que se limita a épocas y días muy específicos como son fines de semana y los períodos vacacionales, ya que sus integrantes son pescadores de oficio. Entre el 90 y 95 % de sus visitantes proviene de comunidades cercanas o de la capital de estado. En lo que respecta al patrón de gastos de los visitantes, se calcula que más del 95% de la derrama que generan los comensales en los restaurantes de la comunidad es de gente de la región. La derrama económica del turismo internacional, proveniente de Estados Unidos y Europa, se deriva de comidas, hospedaje y viajes para pescar. Todos estos servicios son controlados por el hotel San Felipe (Hernández-Valderrama, 2007).

Tomando en cuenta el tiempo de estancia, el patrón de gastos y las actividades que los visitantes realizan, se puede dividir al turismo en San Felipe de la siguiente manera:

Como puede observarse el principal turismo —al menos el que representa mayor impacto económico— en San Felipe, es el regional, de tipo tradicional, que visita la comunidad para ir a la playa, comer o visitar a familiares. Curiosamente éste tiene poca o ninguna relación con lo que se propone en los discursos ecoturísticos.

Para entender mejor esta dinámica es necesario recordar que el fenómeno del "turismo" en San Felipe se remonta a inicios de la década de los años 90, aunque ya desde dos décadas antes la comunidad recibía a visitantes, amigos o familiaresde otras poblaciones. En esa época la gente no daba importancia a esa actividad básicamente porque la pesca cubría sus necesidades sociales y económicas. Sin embargo, en los últimos años ha surgido un interés explícito en el desarrollo de la actividad turística por parte de los pescadores.

La gente tiene muchas expectativas con relación al turismo aunque reconoce que sólo ofrece un ingreso económico a algunos sectores de la población y en épocas muy específicas del año. Estas expectativas son compartidas por otros sectores de la población como la Sociedad Cooperativa de las "Mujeres Trabajadoras del Mar", quienes intentan incursionar en el ecoturismo ofreciendo paseos para pesca nocturna del maxquil (libinia duvia), campismo, visitas nocturnas para ver a los lagartos, alojamiento en palapas, viajes de pesca y recreación.

El interés de los pescadores surge fundamentalmente de dos factores: por un lado la decadencia de la pesca que ha puesto a San Felipe en una situación económicamente crítica, por lo que muchos hombres del mar tienen la intención de diversificar su actividad. Y por otro, el énfasis de los discursos oficiales relacionados a actividades de conservación, desarrollo sustentable y ecoturismo. Aquí es importante señalar que este decir va acompañado de una política de Estado que ofrece financiamientos nacionales e internacionales para desarrollar proyectos que estén de acuerdo con las políticas oficiales de desarrollo, por lo que el interés de la gente se dirige a los apoyos económicos que estas agencias otorgan (Hernández-Valderrama, 2007). Además, el ecoturismo se presenta de manera oficial como la única alternativa viable ante la problemática económica por la que atraviesan las comunidades costeras de Yucatán (Capurro 2003; Gobierno del Estado, 2005b).

Esta política se ve reflejada a nivel local en el hecho de que últimamente, los apoyos oficiales no se dirigen a los pescadores o para el mantenimiento de los equipos de pesca, sino que se destinan a mejorar la imagen urbana del puerto, o al mantenimiento de dos de los llamados "senderos interpretativos", marginando al sector pesquero.

Además, aunque hasta hace muy poco era considerado como un lugar tranquilo, con una comunidad organizada y unida, en los últimos cinco años las condiciones sociales se han transformado, generando conflictos y división entre los lugareños. De esta manera, cuando se pregunta a los pescadores acerca de las principales problemáticas que vive la comunidad, las voces coinciden en señalar la división de la sociedad como el punto más importante. Esta situación se ha reflejado en la división de la cooperativa en dos grupos en 2006: uno conformado principalmente por las personas que hemos llamado los "nuevos pescadores", asociados al partido político en el poder, y el otro conformado por pescadores oriundos del puerto.

Se puede decir que estos grupos tienen valores distintos. Los viejos pescadores (mestizos) constituyen un grupo que participa activamente en la vida social de la comunidad, con un fuerte sentido de identidad y de comunidad, ya que en muchos casos comparten nexos familiares y de amistad que han evolucionado através de los años en una sociedad muy homogénea. Por otro lado están los nuevos pescadores, llegados de pueblos tierra adentro para incorporarse a la pesca. Estas familias de origen maya permanecen al margen de la vida social y cotidiana de San Felipe y no se adscriben a la comunidad de los antiguos pescadores. La inmigración y la convivencia de estos grupos han hecho que la comunidad de San Felipe haya pasado de ser una comunidad pequeña, homogénea y con estrechas relaciones sociales, a otra cada vez más heterogénea en cuanto a su origen y sus valores sociales.

Si bien durante muchos años los "nuevos pescadores" fueron aceptados para integrarse a la actividad pesquera, en realidad no hubo una completa integración a la comunidad. Esta situación continuó hasta hace cerca de seis años, cuando un nuevo partido político llegó a la presidencia municipal por primera vez, acentuando las diferencias y polarizando a la comunidad, lo que posteriormente terminaría en la división formal de la cooperativa de pescadores, surgiendo las de los "viejos" y "nuevos" pescadores. A la fecha estas diferencias se han ido acentuando debido a que los recursos y permisos asignados a las actividades turísticas se otorgan de manera diferencial, dependiendo de la filiación y las relaciones políticas, lo que ha generado recelo y desconfianza entre los grupos.

En lo que se refiere al impacto de los diferentes proyectos de conservación y desarrollo en San Felipe, podemos mencionar el caso de la reserva marina "Actam Chuleb", creada a iniciativa de la cooperativa de pescadores. En 2000 se constituyó como una Asociación Civil que recibe fondos directamente de PNUD y de instituciones federales para proyectos de conservación y ecoturismo.

Dada su nueva condición de asociación civil, los pescadores —que no tienen en ella ninguna representación— se muestran cada vez más desinteresados en apoyar la vigilancia de la reserva. Actualmente los proyectos que se llevan a cabo con financiamiento de PNUD están totalmente desligados de los intereses comunitarios y de los pescadores. Más bien, están ligados a cuestiones particulares, lo que causa malestar entre la gente.

Nos encontramos así ante una comunidad que ha evolucionado en las últimas cuatro décadas a la par de una actividad pesquera que ha cubierto sus necesidades sociales y económicas. En este sentido, la historia del pueblo, ligada indefectiblemente a la pesca, se entreteje en torno al mar y sus recursos, que constituyen no sólo el sustento sino el elemento central en la vida cotidiana de su gente, proporcionándoles al mismo tiempo un sentido de identidad (Hernández-Valderrama, 2007).

En contraparte se nos presenta un San Felipe inmerso en una dinámica de desarrollo que se concreta en diversos proyectos institucionales y en la conformación de diferentes organizaciones para la explotación de la actividad turística, caracterizada por arreglos institucionales sustentados en los discursos de conservación y desarrollo. Esta actividad ha propiciado la apropiación de espacios para explotación por parte de algunas personas, excluyendo a otras. A comienzos de nuestra investigación, en la localidad trabajaban dos organizaciones sociales relacionadas con elturismo, y se comentaba que la competencia era buena para dicha actividad; seis meses después, ya eran cuatro los grupos (sociedades cooperativas). Actualmente hay acuerdos entre éstos para el uso de espacios para el turismo, sin embargo existen indicios de antagonismo, ya que las relaciones sociales y la filiación política son elementos determinantes para obtener a permisos y apoyos económicos. Además se puede agregar que la promesa (sin sustento real) de ganancias con la introducción del turismo en una comunidad de pescadores con problemas económicos es un elemento psicológico potencialmente generador de conflictos, lo que concuerda con algunos de los planteamientos de otros autores (Stem et. al., 2001; McLaren, 2003). En efecto, los recursos económicos que proveen las instituciones para el desarrollo de la actividad turística o de conservación finalmente terminan en una repartición inequitativa y en la frustración de la gente.

De esta manera, al introducir nuevos elementos económicos (formas de explotación de los recursos), sociales (inmigración) e ideológicos (capitalización, apropiación y comercialización de la naturaleza) que difieren del sistema socioambiental tradicional de San Felipe, en un periodo de tiempo relativamente corto, la comunidad se ha desorganizado en los aspectos social, económico e ideológico. En este sentido, se está impulsando la actividad turística bajo esquemas capitalistas de apropiación como permisos y concesiones de espacios que históricamente habían sido de uso común, como el mar y la franja costera. Lo anterior ha dado paso al surgimiento de nuevos espacios sociales y ambientales en donde los procesos de desarrollo se han insertado sin consideraciones de tipo ambiental, histórico y cultural.

 

Ecoturismo en cenotes

El turismo en los cenotes del estado se ha realizado aproximadamente desde principios del siglo XX. Hoy es un fenómeno común y altamente promocionado por las dependencias gubernamentales, operadoras de tours y medios publicitarios. En el estado de Yucatán han sido censados por la Secretaría de Ecología alrededor de 2400 cenotes, que representan un gran potencial turístico.

 

Cuzamá

Entre dichos cenotes se encuentran los de Cuzamá, ubicados en el municipio del mismo nombre, en la comisaría de Chunkanán, de propiedad y uso ejidal. La oferta turística a los visitantes consta del recorrido a tres cenotes: Chelentún, Chacsinikché y Bolonchojol, donde se pueden bañar. Como un valor añadido el sitio ofrece las condiciones propicias para la práctica de espeleobuceo en caverna. El recorrido a los tres cenotes se hace en un truck, que originalmente era utilizado para el transporte de la producción henequenera.

El turismo en la comunidad de Chunkanán inicia hace aproximadamente tres décadas, según los mismos pioneros de dicha actividad. A diferencia de otros lugares que hemos mencionado, donde fue iniciado e impulsado por medio de programas y proyectos gubernamentales, el turismo en los cenotes de esta comunidad inició de manera un tanto diferente.

En la década de los años setenta del siglo pasado llegó a Chunkanán un grupo de buzos pertenecientes al Club de Espeleobuceo de Yucatán, que pusieron en marcha un plan de exploración de los cenotes. En ese entonces la actividad principal del pueblo y de las comunidades próximas era la producción henequenera. Sin embargo, ante la oportunidad, algunos lugareños comenzaron a ofrecer servicio de transporte a los buzos que pretendían visitar los cenotes y, más tarde, a turistas que llegaban por primera vez a la comunidad.

Hoy en día la comunidad es conocida no sólo a nivel regional, sino que cada vez es más común que reciba visitantes nacionales y extranjeros. Diversos hechos han propiciado su promoción, sobre todo a partir de la última década del siglo pasado. En 1997 el gobierno estatal incluyó a los cenotes y cavernas dentro de su Programa de promoción turística, al tiempo que la Secretaría de Ecología de Yucatán ponía en marcha un censo que tuvo como resultado la constitución de un circuito ecoturístico de cenotes. En Chunkanán estas acciones se reflejaron en la instalación de palapas, así como letreros en los que indican las características de cada dzondot, entre otros. Por su parte, los cenotes de Cuzamá han sido escenario para la realización de películas y documentales, así como foco de atención de numerosos medios publicitarios.

Sin embargo, el auge de la actividad turística con base en estos atractivos también se vió influido por causas naturales. En septiembre del año 2002 el huracán Isidoro ocasionó daños irreparables a la maquinaria e infraestructura de la industria henequenera en la comunidad, lo que hasta ese momento constituía su principal ocupación, siendo el turismo una actividad complementaria. A partir del meteoro algunos pobladores de Chunkanán tuvieron que emigrar en búsqueda de empleo e ingreso, mientras otros encontraron una alternativa en la actividad turística, que actualmente representa la principal fuente de empleo para los pobladores de esa ex hacienda henequenera (Valdez, 2006).

Lo anterior se entiende por el aumento de la afluencia de turistas a la comunidad, de tal manera que en la temporada alta de vacaciones y fines de semana, las personas que normalmente laboran como guías (los "truckeros"), no se dan abasto para atenderlos, por lo que incluso mujeres se dan a la tarea de llevar a cabo el recorrido. Dedicarse a la atención de los visitantes es una actividad altamente valorada en la comunidad por los ingresos que representa. Sin embargo la afluencia no es constante sino que varía a lo largo del año, por lo que la mayoría de las personas dedicadas al turismo debe contar con por lo menos otra opción laboral. Los pobladores conocen bien las ventajas y desventajas del turismo ya que son muchas las familias que se sustentan de él y han tenido que adaptarse a las nuevas dinámicas de trabajo (Valdez, 2006).

Si bien, como hemos insistido, la actividad turística actualmente representa la principal actividad de la comunidad, su proceso de establecimiento no ha estado exento de desacuerdos y conflictos entre los mismos pobladores, ocasionando divisiones internas. Uno de los principales conflictos está relacionado con cuestiones organizativas, dado que en un inicio eran pocas las personas que se dedicaban a prestar el servicio de transporte. Junto con el aumento paulatino de turistas se incrementó el número de interesados en prestar este servicio.

El creciente interés por conocer y visitar la zona provocó algunos problemas internos, ya que los recién incorporados a la prestación de servicios rara vez lograban llevar sus ofertas a la práctica, pues por lo común los turistas llegaban buscando a lugareños que ya conocían o que les habían sido recomendados. Dada esta difícil situación para los nuevos transportistas, éstos solicitaron la intervención de la autoridad municipal, dando origen a un segundo conflicto, ya que ésta los organizó por turnos, y designó a un coordinador, proveniente igualmente de la cabecera municipal (localizada a cuatro km). Este suceso provocó la inconformidad de un grupo, no solamente porque se les despojó de la libre organización sino porque también significó la entrada oficial de personas provenientes de la cabecera en la actividad turística, es decir, más partes entre las cuales dividir las ganancias, a lo que se suma que estas personas no son oriundas de Chunkanán (Valdez, 2006).

Por si fuera poco, la comunidad enfrenta problemas relacionados con el fi-nanciamiento. Nos referimos a disputas por los recursos económicos otorgados por instituciones gubernamentales destinados a proyectos ecoturísticos, ya que las diferentes partes involucradas en las negociaciones se atribuían más derechos, exigiendo por lo tanto una mayor participación en la distribución del dinero. Debido a esta falta de acuerdos, la comunidad no recibió los recursos que originalmente le habían sido destinados.

La problemática interna de la comunidad y la falta de recursos monetarios para la actividad turística, no han permitido establecer un mecanismo de seguridad y comodidad mínimas para beneficio del turista, y de los mismos lugareños (Valdez, 2006). Esta falta de acuerdo comunitario se refleja en el malogrado mantenimiento y limpieza de los cenotes y el camino para acceder a ellos. Son sólo algunas las personas que —por cuenta propia— realizan un viaje para recolectar basura, mientras otras hacen caso omiso de su responsabilidad de acudir en grupo a dar mantenimiento a los cenotes. Los turistas tampoco se responsabilizan del cuidado del medio natural: en temporada alta es alarmante la cantidad de basura acumulada. Otro aspecto a considerar es la condición del agua de los cenotes: cuando la afluencia de gente es alta, el agua se torna turbia tanto por el movimiento de la materia orgánica contenida en él, como por los aceites y cremas usados por los turistas.

Sin duda se necesita establecer mecanismos que aseguren la continuación de la actividad turística, no sólo en relación con la afluencia de gente, sino en el mantenimiento de los cenotes, que posibilitan la actividad turística en la comunidad.

 

Comparación de los casos de estudios

A pesar de que en la investigación de los dos casos de estudio presentados no se aplicó la metodología propuesta para la evaluación del ecoturismo, consideramos pertinente dedicar un apartado a hacer una comparación muy general entre ambos. Se enumeran las características de las comunidades, del medio ambiente natural y de la relación entre ambos, así como los beneficios e impactos socioeconómicos del ecoturismo.

Estos dos casos son muy distintos ya que se trata en San Felipe de ecoturismo dentro de un área natural protegida, con financiamiento económico de distintas instituciones nacionales e internacionales, mientras que Chunkanán es un proyecto comunitario que surgió sin ningún tipo de apoyo.

 

Reflexiones finales

Retomando las consideraciones iniciales en cuanto a los objetivos del ecoturismo, hemos de señalar que en las comunidades mencionadas se ha mostrado que los discursos sobre el tema distan mucho de las realidades locales. En este sentido, aunque se habla de beneficios ambientales y sociales, no se establecen criterios concretos en relación con los impactos sociales y ambientales, por lo que el fenómeno del ecoturismo no va más allá de una etiqueta discursiva, en donde se aprecia la falta de congruencia entre los planteamientos del ecoturismo y la realidad de las comunidades en cuestión. A la misma conclusión han llegado distintos estudios realizados en Quintana Roo, Campeche, Chiapas y otros estados de México así como en países de la región, como Guatemala y Belice (Norris et. al, 1999; Daltabuit et. al, 2000, y Barbosa, 2006).

En Yucatán existen varios ejemplos de comunidades que han intentando incursionar en la actividad turística con el fin de aprovechar el potencial para el desarrollo mencionado por las autoridades. Estos grupos locales han recibido apoyo técnico y económico de instituciones de gobierno, Asociaciones Civiles (A. C.) y Organizaciones No Gubernamentales (ONG), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la de Turismo, la Comisión Nacional Forestal, y las secretarías de Ecología y del Medio Ambiente y Recursos Naturales, sólo por mencionar algunas.

Proyectos de este tipo en las comunidades de Ek Balam, Muña, Yaxunah, no sólo no han tenido los resultados esperados, sino que en múltiples ocasiones han generado disputas y enfrentamientos en la comunidad. Esta problemática se asocia frecuentemente con la administración de los recursos económicos destinados a los "proyectos".

Con base en la literatura revisada podemos señalar que los problemas y deficiencias generales relacionados con los cambios en la organización social comunitaria y/o la desorganización de los grupos dedicados al ecoturismo son, en primera instancia, la falta de participación igualitaria entre los miembros y de representatividad de todos los miembros de la comunidad; la comunicación deficiente entre el grupo y la comunidad, la distribución desigual de los beneficios y la delegación insuficiente de funciones (Norris et al, op. cit.: 387). Por otro lado, es incorrecto suponer que estas comunidades tienen una "vocación" turística. Esta atribución, además de errónea, pone en evidencia el desconocimiento histórico, cultural y ambiental de las poblaciones yucatecas, ya que supone que casi de manera "natural" todas ellas se insertarán sin problemas en la actividad turística.

De cualquier modo, no resulta para nada inusual encontrar casos que, como en los dos a los que nos hemos referido, la comunidad experimente divisiones más o menos profundas según cada experiencia, debido en principio a la apropiación de los espacios que anteriormente eran de uso común, además de una distribución inequitativa e insuficiente de los recursos económicos gubernamentales destinados a la promoción del ecoturismo. Esto repercute en una mala distribución de las ganancias, que ocasiona desacuerdos y tensiones entre los pobladores, lo que incluso ha llegado a provocar el fracaso del proyecto ecoturístico, amén de que además exacerba las divisiones previas, ya sean de carácter económico, religioso, político o de género.

En este sentido, para el desarrollo de la actividad ecoturística en las comunidades se requiere de una nueva organización social centrada en la administración y comercialización del medio ambiente, que ha de repercutir necesariamente en las relaciones de poder existentes, alterando en muchas ocasiones la organización tradicional.

Otra de las problemáticas que se presenta con mayor frecuencia en las comunidades con proyectos ecoturísticos, es la insuficiente promoción y programas de publicidad adecuados para lograr mayor números de visitas y, de ese modo, hacer sostenible económicamente la actividad. Lo anterior en muchas ocasiones se debe simplemente a la falta de enlace con la industria turística, encargada de promover el lugar y sus atractivos. Por otro lado, se debe establecer mecanismos para que, tal como lo establecen los planteamientos teóricos del ecoturismo, en los casos de una afluencia turística excesiva, como lo es el caso de los cenotes de Cuzamá y las cuevas, ésta no perjudique el recurso natural; es necesario establecer criterios adecuados con respecto al número de visitantes, para no deteriorar el medio natural, que en última instancia es el atractivo del que depende el negocio del ecoturismo. En ninguno de los lugares mencionados existen estudios previos de impactos ambientales y sociales para determinar lo que es una actividad sustentable.

Como parte del análisis, concluimos que la actividad turística en ninguno de los casos presentados puede ser verdaderamente planteada como la actividad principal de la comunidad ya que no es una actividad constante, además de que el número de empleos generados y la distribución de las ganancias es menor en relación con la pesca y a la agricultura. En este sentido, estas últimas han sido puestas en contradicción, ya que desde las políticas de desarrollo se ha favorecido el crecimiento de la industria turística, en detrimento del apoyo otorgado a otras actividades del sector primario que han constituido parte fundamental de la organización social, económica y alimenticia de muchas comunidades durante décadas, como en el caso de la pesca, e inclusive durante siglos, como en el caso de las comunidades milperas.

La actividad ecoturística no debe presentarse como la única opción para mejorar el nivel de vida de una comunidad, creando falsas expectativas de su potencial. El ecoturismo debe plantearse como complemento a las distintas actividades productivas de cada comunidad. En este sentido, se requiere de apoyos dependiendo de las necesidades reales de la comunidad y del medio que los rodea. Para que el ecoturismo sea exitoso sería necesario que se incluyera en un plan integral de desarrollo sustentable, que considerara también las actividades económicas tradicionales de las comunidades.

Por otro lado, hay que destacar el papel que han tenido las políticas de desarrollo globales, concretadas por diversos agentes del desarrollo sustentable (entre los cuales se encuentran instituciones como la ONU, el Banco Mundial, Organizaciones No Gubernamentales, tanto nacionales como internaciones, y el Gobierno federal), que han promovido el ecoturismo, poniendo en contradicción a la actividad económica de numerosas comunidades rurales del país. Así, el apoyo y desarrollo de la actividad turística se ha traducido en una desatención de amplios sectores productivos, ignorando las repercusiones sociales y económicas de la sociedad nacional.

Por último, queremos enfatizar la necesidad de tomar en cuenta los resultados de los estudios de las ciencias sociales referentes al ecoturismo, llevados a cabo en años recientes en México y en otros países de Latinoamérica. Estas investigaciones muestran algunas de las implicaciones y consecuencias ambientales y sociales de esta actividad económica, que es necesario considerar para la futura planeación de la actividad ecoturística en Yucatán.

 

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Información sobre los autores:

Magalí Daltabuit Godas: Mexicana. Licenciada en Antropología Física por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), y maestra en Ciencias Antropológicas por la UNAM. Realizó estudios de doctorado en el Departamento de Antropología de la Universidad de Massachussets. Durante la última década ha trabajado distintas líneas de investigación en torno a la antropología ecológica y del turismo. Actualmente es investigadora titular del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM y está comisionada al Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM, en Mérida, Yucatán. magali@servidor.unam.mx

Alejandro Hernández Valderrama: Mexicano. Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Yucatán. Posgraduado del Programa de maestría en Ecología Humana del CINVESTAV-Mérida. Sus investigaciones están enfocadas en torno a la pesca, el turismo y el medio ambiente. valderrama76@hotmail.com

Silvia Barbosa: Mexicana. Licenciada en Biología por parte de la Universidad Autónoma de Yucatán Es maestra en Recursos Naturales y Desarrollo Rural por el Colegio de la Frontera Sur Unidad Campeche. Ha realizado trabajos acerca de desarrollo comunitario y educación ambiental en la costa de Yucatán y la Reserva de la Biosfera Calakmul en Campeche. chiviyuc@hotmail.com

Alba Valdez Tah: Mexicana. Licenciada en Antropología Social por la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán; actualmente estudiante de maestría del Programa en Ecología Humana del CINVESTAV-Mérida. albitah83@hotmail.com

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