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Península

versión impresa ISSN 1870-5766

Península vol.1 no.0 Mérida  2005

 

Reseñas

 

Michel Pinçon et Monique Pinçon-Charlot. Sociologie de la bourgeoisie

 

Ricardo López Santillán

 

Editions La Découverte. Paris. 2000, 128 pp. (Repères: 294)

 

Como en casi todos los trabajos recientes que abordan la cuestión de la estructura de clases o que tratan a alguna clase social en específico, se parte de la premisa de que hoy en día este tipo de investigaciones se han vuelto casi marginales porque desde la década de 1980 la ideología [neo]liberal pretende imponer el falso supuesto de que en las sociedades modernas predominan los valores postmateriales, y por lo tanto, se han ido diluyendo las barreras entre clases.

Es necesario decir que en el libro prevalece una visión convencional del capitalismo y de la estructura de clases que lo caracteriza, lo que se traduce en dos flaquezas, a saber: 1) el uso lábil y desubstancializado del concepto "burguesía" y 2) suponer que esta clase social sólo está formada por los tradicionalmente ricos (es decir, aquellos que nacen con un patrimonio financiero, inmobiliario, social, cultural y político ya consolidado).

En lo que respecta a la utilización del concepto burguesía, desde el título del libro se advierte la influencia marxista principalmente de la semántica popularizada en Francia en los años 1970 por Althusser y Poulantzas. Si bien es cierto que en la introducción a la obra, para referirse a este sector social se usa una categoría más ad hoc con la actualidad, la de alta sociedad [haute société], ésta se abandona rápidamente al privilegiar en adelante el uso del concepto de "burguesía", que por lo demás, junto con otras categorías marxistas han caído en desuso justo porque han perdido valor heurístico pata explicar los procesos que caracterizan al capitalismo postfordista. Así pues, en esta obra el uso del concepto burguesía es demasiado abierto pues incluye a muchos más que a aquellos que son en estricto sentido burgueses. De hecho, la obra se refiere, no sólo de los dueños de los medios de producción que extirpan el plusvalor de la clase obrera, sino que además incluyen en la categoría de burgueses a quienes en su calidad de políticos, militares, banqueros, hombres de negocios, directores de empresa, altos funcionarios, industriales, grandes propietarios rurales, etc., comparten, además de un espacio de interacción social, un patrimonio simbólico-cultural muy homogéneo.

Por otro lado, en lo que respecta al segundo punto, en el libro se consideran como pertenecientes a la "burguesía" sólo a aquellos que desde su nacimiento forman parte de esta clase social. Así, en el análisis de los Pinçon sobre la burguesía solamente se consideran a los tradicionalmente ricos y se obvian a todos aquellos que también lo son pero cuya riqueza no les viene de familia, sino que es resultado de los procesos vertiginosos de movilidad social ascendente que caracterizan al capitalismo actual. Me refiero desde luego a las estrellas de la farándula, del deporte, de los mercados bursátiles o de las nuevas tecnologías, quienes, al menos por su recién adquirido patrimonio económico y por su participación en los medios, podrían formar parte de los círculos sociales de altos vuelos. Sin embargo, los autores al ocuparse sólo de los ricos que lo son desde siempre, no se interesan por los recién encumbrados. En este sentido, no son parte del estudio quienes súbitamente se han vuelto millonarios gracias a una capacidad o habilidad excepcional, a las derivas de las bolsas de valores, a los caprichos del público de los medios masivos o a un golpe de marketing. Casi no hay ninguna referencia a los individuos, ni a los sectores socioprofesionales que han resultado ser los más beneficiados del capitalismo de nuestros días. Acaso sólo se apuntan brevemente las diferencias entre unos ricos y los otros. Estas se establecen, principalmente, no a nivel de patrimonio económico, sino a partir de barreras simbólicas que construyen los ricos de abolengo vis à vis los recién encumbrados. Estos últimos, al no ser muy concientes de la importancia del capital social y simbólico, al desconocer las maneras y el rígido protocolo que caracteriza a los ricos de abolengo, están, hasta cierto punto, relegados a una órbita marginal de la alta sociedad.

Así pues, los tradicionalmente ricos y poderosos son la materia del texto. Pero antes de comenzar propiamente con ellos como sujetos, el primer capítulo del libro (por cierto, uno de los mejor logrados), aborda la cuestión de la riqueza. "Qu'est-ce que la Richesse?" Según los autores, ésta es un capital multiforme. La riqueza es un patrimonio que debe ser comprendido en su sentido más amplio. Este no es sólo material o económico, sino también social, cultural y evidentemente simbólico. La manera de abordar esta cuestión y la terminología, el lector ya lo advirtió, es herencia del polémico trabajo de Bourdieu (La distinction. Critique sociale du judgement. Les Editions de Minuit. Paris. 1979) en el que hace casi tres décadas se explicaran los procesos culturales y simbólicos de diferenciación entre las distintas clases sociales de la sociedad francesa. Pero vale decir que recuperar la metodología y el orden del discurso de Bourdieu no le quita mérito al primer capítulo de los Pinçon, en el cual se desglosa punto por punto la cuestión de la riqueza y los múltiples capitales que la conforman. Primeramente se aborda la cuestión más simple, la del capital económico, el cual, para la clase que nos ocupa, no se funda en el ingreso, sino en el patrimonio físico, monetario e inmobiliario acumulado; la mayor parte de las veces, a lo largo varias generaciones. En esta lógica, para la alta sociedad los ingresos vía salario son un asunto contingente, acaso sólo una circunstancia marginal en el proceso de acumulación pues los ingresos de los ricos, al menos los más importantes, no provienen de un salario o remuneración por un trabajo determinado (como lo es para el común de los mortales), sino más bien, se trata de dividendos de sus múltiples y diversificados activos.

Otra cara de la riqueza es el capital social. Los ricos se caracterizan por tener patrones de socialización muy intensos que nada tienen que ver con las actitudes individualistas que normalmente se les atribuyen; muy por el contrario, mientras más rico y mientras más tiempo se lleva viviendo en la cima de la escala social, más acentuado es el espíritu de pertenencia a esta colectividad. Ser parte de la alta sociedad es pertenecer a un club de acceso restringido, o si se prefiere, es pertenecer a un clan con rígidas reglas de convivencia. En la práctica, la socialización de los ricos pasa por las cenas, los cocktails, las galas, las inauguraciones, las premières, que, como bien señalan los autores, "no son placeres anodinos, sino una forma de trabajo" (p. 14). Trabajo exhaustivo que, por lo demás, está orientado a mantener y consolidar redes sociales que garantizan la posibilidad de acrecentar las riquezas (en todas sus variantes).

Por su parte, el capital simbólico es el más complejo pues es el más difícil de definir y de medir. Para ser parte de la alta sociedad no basta tener dinero, patrimonio y buenos contactos, sino que además, se deben poseer los símbolos exclusivos de los ricos (apellido rimbombante, socialización excluyeme, rígidos códigos protocolarios, actitud gregaria y segregacionista, además del stock de base: obras de arte, mansiones, castillos, colecciones). En esta lógica, el linaje es un asunto primordial y los apellidos son el distintivo; esto podría parecer de risa en el mundo moderno, pero no lo es, pues no es lo mismo apellidarse Domínguez (o López) que Rotschild. En lo que respecta al protocolo y la etiqueta, éstos también tienen un valor fundamental pues dichas prácticas sirven como estrategia de segregación de todos aquellos que aunque ricos, no han tenido toda una vida de adiestramiento en estos menesteres. Igualmente, para pertenecer a la categoría de alta sociedad también se debe estar debidamente certificado, lo más común es la aceptación de los pares, pero en un mundo moderno tan mediatizado, esta certificación también pasa por la aparición en alguna revista del JET SET.

El segundo capítulo del libro "Noblesse et bourgeoisie: les enjeux du temps" es un recorrido del proceso histórico que llevó a los nobles a convertirse en burgueses. En esta dinámica, aquellos que no quisieron reinsertarse ya sin sus títulos nobiliarios en el nuevo pacto social derivado de la Revolución Francesa, se condenaron al deterioro de su posición social y económica. El postulado de este capítulo es simple: existe un continuum histórico de las posiciones sociales privilegiadas, pero a condición de ajustarse a las nuevas exigencias del capitalismo. Los que fueron nobles tuvieron que renunciar a sus títulos y convertirse en industriales o banqueros, so pena de perder sus privilegios sociales y económicos. La moraleja de esta historia es que las grandes familias están unidas entre sí en un entramado social que no es nuevo, sino de varias generaciones precedentes; de ahí que la alta sociedad se entretenga obsesivamente en el entramado de sus genealogías, buscando -y eventualmente encontrando- la nobleza de sus antepasados.

En el tercer capítulo "Les espaces de la bourgeoisie" se desarrollan las estrategias socioespaciales de esta clase social, las cuales tienen que ver con los espacios simbólicos, con los desplazamientos internacionales, pero principalmente con cuestiones de utilización y aprovechamiento del espacio urbano en el que residen. Esta cuestión (y algunas otras del libro que nos ocupa) ya habían sido desarrolladas más extensamente por los autores en una obra anterior (Michel Pinçon et Monique Pinçon-Chariot. Dans les beaux quartiers. L'épreuve des faits/Seuil. Paris. 1989). En todo caso, la lógica de apropiación simbólica de los espacios físicos y los territorios nada tiene de superficial, al contrario es una de las apuestas más serias de la alta sociedad. Evidentemente, las estrategias de esta clase se focalizan primordialmente en la cuestión residencial; de ahí que, por regla, habiten en espacios concebidos por ellos mismos, en los que la arquitectura y el equipamiento urbano corresponden a sus estándares estéticos, de funcionalidad, de higiene y, en particular, de distancia social pues en sus territorios el contacto ¡nterclase es prácticamente nulo. En lo que respecta a sus desplazamientos, los ricos se caracterizan por su multiterriotorialidad dado que tienen múltiples residencias y/o múltiples negocios que los obligan a una movilidad geográfica sin par. Esta condición tiene su continuación en lo tratado en el cuarto capítulo, "Une classe internationale" pues como se puede imaginar, la vida económica, social, cultural, además del ocio y del recreo de esta clase social no se reduce a un solo país, sino que tiene presencia en prácticamente cualquier rincón -debidamente acondicionado, securizado e higienizado- del mundo.

El quinto capítulo "Fabrication et entrenen du grand bourgeois" destaca de los tres anteriores. Se trata de una detallada taxonomía de la alta sociedad. A partir del análisis de los autores, se hace evidente que ser rico es un trabajo de tiempo completo, y que además, exige toda una vida de dedicación; por eso la alta sociedad entrena a sus hijos para ampliar y transmitir su patrimonio (económico, social, cultural, simbólico). Para dicho fin existen espacios ad hoc. escuelas, actividades Familiares, reuniones sociales, prácticas deportivas y demás formas de convivialidad (incluida la filantropía confesional) donde se refuerzan sus objetivos de clase. Las garantías de éxito en este entrenamiento son muy elevadas pues todo el sistema social en el que transcurren es autoreferencial y no descuida ningún aspecto pues abarca desde el interés por alimentar la sed de triunfo hasta el obsesivo cuidado de la apariencia.

Por su parte, el último capítulo: "Une classe mobilisée" llega a resultados reveladores. En este apartado se retoman las discusiones del marxismo clásico para problematizar si la burguesía es (o no) una clase en sí y para sí. Se concluye que efectivamente lo es. La burguesía es la única clase social que tiene clara conciencia de su rol histórico y de ahí la coherencia y uniformidad de sus prácticas colectivistas. Este señalamiento es importante pues, a decir de los autores, en la actualidad las otras clases están en posición de desventaja porque no tienen ni conciencia de su rol histórico, ni tampoco se caracterizan por tener prácticas orientadas a metas colectivas. En este sentido, baste decir que, a diferencia de la burguesía, las clases populares están ya desmovilizadas por la cooptación y desarticulación del sindicalismo obrero, y por su parte, la clase media es víctima de su individualismo derivado de la absoluta dispersión (en cuanto a ingreso, actividades profesionales, intereses y posturas políticas) que la caracteriza.

Esta obra, en términos generales y pese a las dos debilidades mencionadas, es un excelente material para la reflexión. A partir de su lectura se cae en la cuenta de una gran verdad: que la clase alta es la única clase social que puede definirse en términos absolutos. Esto significa que esta clase social es la única que, por lo que tiene y por cómo lo entretiene, no necesita analizarse en comparación con las demás. De hecho, la clase alta (obviamente, sin contar a los nuevos ricos) es la clase social más homogénea de todas en cuanto a objetivos de clase, estilos de vida, patrones de consumo, mundo de representaciones simbólicas, etc. Es esto lo que le permite tener una posición dominante, no sólo a nivel material, sino también simbólico. Mientras los ricos de abolengo están seguros de sí mismos por lo incontrovertible de su posición y de sus privilegios, tanto los nuevos ricos como las otras clases sociales no lo están porque viven con la angustia permanente de tener que trabajar para obtener lo que les hace falta. Es por eso justamente que las demás clases sociales sólo se pueden definir en sentido negativo: por lo que no son o por lo que no tienen.

Esta obra es, en resumen, una lectura obligada para quienes tengan algún interés por ei estudio de las características materiales y simbólicas que sirven como parámetro para establecer las diferencias entre las clases sociales. También es una lectura de gran utilidad para los ávidos lectores de etnografías sobre sectores sociales urbanos. Incluso es una lectura muy reveladora para aquellos, quienes por simple curiosidad, estén deseosos de informarse con seriedad y rigor sobre qué hacen, a qué se dedican, qué consumen, cómo se divierten y cómo viven los ricos (principalmente los avecinados en París).

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