SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.15 número1Sistemas de calidad como estrategia de ventaja competitiva en la agroindustria alimentariaAspectos culturales, sociales y productivos para una tipología de cafeticultores índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Agricultura, sociedad y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-5472

agric. soc. desarro vol.15 no.1 Texcoco ene./mar. 2018

 

Artículos

Perfiles de creación de microempresas en las zonas rurales: El caso de Santa Bárbara Almoloya, Cholula, Puebla

Emmanuel Remilien1  * 

Miguel Sánchez-Hernández1 

J. Hilario Hernández-Salgado1 

Roselia Servin-Juárez1 

Ignacio Carranza-Cerda1 

1Colegio de Postgraduados, Campus Puebla. (msanchez@colpos.mx; jhhernan@colpos.mx; roseliasj@colpos.mx; icarranza@colpos.mx)


Resumen

Actualmente el emprendimiento tiene gran importancia, tanto para emprendedores como para instituciones públicas y privadas. La creación de empresas se vuelve un tema de investigación importante. El objetivo de este trabajo es determinar las diferencias que existen entre la manera de crear las microempresas. El trabajo se desarrolló en la comunidad de Santa Bárbara Almoloya con 73 microempresarios. Mediante un cuestionario se levantó la información necesaria y se han podido formar cuatro grupos que se diferencian entre sí, tanto en capitales financiero, social y humano como en motivaciones. Se concluye que los objetivos y el capital financiero son los elementos indispensables para la creación de las microempresas, pero este último pierde su importancia si las personas tienen un nivel de capital social alto. Las implicaciones de este trabajo sirven para los interesados en la promoción del emprendimiento en el medio rural, como instituciones de microfinanzas (IMF), gobierno e investigadores, así como futuros emprendedores.

Palabras claves: creación de microempresas; microfinanza; medios de vida sostenible

Abstract

Presently, business venture is very important, both for entrepreneurs and for public and private institutions. The creation of businesses becomes an important research theme. The objective of this study is to determine the differences there are between ways of creating microenterprises. The work was developed in the community of Santa Bárbara Almoloya with 73 micro entrepreneurs. The necessary information was obtained through a questionnaire and four groups have been established which differentiate between them, both in financial, social and human capitals, and in motivations. It is concluded that the objectives and the financial capital are the essential elements for the creation of microenterprises, although the latter loses its importance if people have a high level of social capital. The implications of this work serve for those interested in the promotion of business venture in the rural environment, such as microfinance institutions (MFI), governments and researchers, as well as future entrepreneurs.

Key words: creation of microenterprises; microfinance; sustainable livelihoods

Introducción

El estudio del fenómeno del emprendimiento está cobrando una importancia muy peculiar porque influye en el bienestar personal y a nivel comunitario, y es tema de interés político, económico, social, ambiental e intelectual. A nivel mundial se le considera como un instrumento de combate a la pobreza (Sigalia y Carney, 2012), y de reducción en el nivel de desempleo y desarrollo económico local (Rodríguez Pose y Palavicini, 2013). En otros términos, este fenómeno ayuda a luchar contra la delincuencia y la migración, entre otros. Las personas que hacen negocios porque no tienen otra opción de trabajo son conocidas como emprendedor de necesidad (Baptista, Karaöz y Mendonça, 2014; Texis, Ramírez y Aguilar, 2016), aunque para Acs (2006) estas actividades no influyen en el crecimiento económico de un país, pero la suma de todos estos tiene algo que ver con el Producto Interno Bruto.

Prestar dinero para invertirlo en un negocio es asunto de emprendedores, independientemente del nivel de la empresa. Existen diferentes categorías de micro, pequeñas, medianas y grandes empresas, y cada país las define según unos criterios (generalmente son tamaño e ingreso). No obstante, por ser de tamaño muy pequeñas, las actividades generadoras de ingreso han sido ignoradas como una categoría de las microempresas (Verrest, 2013), pero la industria de la microfinanza se dedica principalmente a atender esta categoría de emprendedores porque la microfinanza se basa en la lógica de que si los pobres tienen acceso a servicios financieros pueden iniciar o ampliar una microempresa y de ahí salir de esa situación (Arora y Singhal, 2013). Desde de esta perspectiva surgen muchas preguntas:

  • 1. ¿Cómo se inicia una microempresa?

  • 2. ¿Cuáles son los factores asociados a este inicio?

  • 3. ¿Cuáles son los perfiles de los emprendedores al inicio?

  • 4. ¿Quieren todos los dueños ampliar sus microempresas?

Estas interrogantes sugieren una variedad de investigaciones en el área del emprendimiento a nivel micro, ya que pueden contribuir a ofrecer mejores servicios y adaptarlos a los perfiles de los microempresarios. Con respecto a la última pregunta, Gundry y Welsch (2001:455) plantean: “si la decisión de iniciar un negocio es una elección hecha por el fundador, se puede asumir que la decisión de ampliarlo es una elección de la misma persona”. En la práctica lo que hacen las instituciones microfinancieras (IMF) es mandar a sus agentes de créditos a ofrecer servicios a los que tienen un micronegocio y casi no hacen un análisis a fondo del perfil del microempresario. Eso arroja como resultado muchos problemas para los dueños de negocios en cuanto a reembolsar, por un lado y, por otro lado, problemas para las IMF en cuanto a pérdidas de dinero. Se ha encontrado que las microempresas en funcionamiento aprovechan mejor los créditos que las recientes creadas y se presentan graves problemas de fungibilidad en relación con el destino del dinero (Rodríguez, Raccanello y Aguilar, 2015). Una manera para evitar estos problemas es estudiar las preguntas relacionadas con la creación del negocio, lo que es motivo de la presente investigación.

Los dueños de micronegocios son sujetos de los microcréditos; no solamente el sector privado por medio de la microfinanza se interesa a los microemprendedores. En México son numerosos los programas del gobierno que se enfocan a que la gente se auto-emplea tanto en el sector urbano como rural (Rivera-Huerta, López y Mendoza, 2016). Por ejemplo, se tienen los siguientes: Programa de Fomento al Autoempleo, Programa de Apoyo a Jóvenes Emprendedores Agrario, Programa de apoyo para la productividad de la mujer emprendedora, Programa Nacional de financiamiento a microemprendedores (PRONAFIM), siendo algunas iniciativas del gobierno en este sentido. Además de estos dos (IMF y Gobierno), varias universidades promueven la formación de los estudiantes para egresar como emprendedores y no como buscadores de trabajo. Para cumplir con eso, los estudiantes reciben cursos relacionados con el emprendimiento y poco se sabe si llegan realmente a poner en marcha un negocio. En la literatura solo hacen estimaciones sobre la probabilidad de que los estudiantes llegarán a crear su negocio (Boudabbous, 2011; Backes-Gellner y Moog, 2013). Asumiendo que algunos estudiantes inician un micronegocio, sus formas de iniciar son diferentes de los campesinos quienes cuentan generalmente con pocos años de estudios y la mayoría de ellos no han tomado cursos para hacer negocio.

El tipo de microemprendedores de interés en este trabajo son aquellos que no esperan ni a los programas del gobierno, ni a las IMF, ni a alguna formación para iniciar sus negocios, lo que hace que se diferencian mucho de la corriente del emprendimiento formal (Fortunato, 2014). Son microemprendedores que viven en áreas rurales, que enfrentan un conjunto de problemas como cualquier emprendedor; aunque los campesinos y los empresarios capitalistas hacen negocios para obtener dinero, pero el principal objetivo no es lo mismo; más allá de eso hay otras diferencias (Cuadro 1).

Cuadro 1 Diferencias entre microempresario rural y empresario normal. 

Empresario normal Microempresario rural
Objetivos Ganancia Supervivencia
Plan de negocio Si No
Estudio de mercado Si No
Enfoque de economía Economía capitalista D-M-D Economía campesina M-D-M
Visión del futuro Planean y prevén Viven al día
Dedicación Horarios fijos y extra Sin horarios

Fuente: elaboración propia.

Estas diferencias se reflejan en el nivel de dinero, los modelos de crecimiento, así como las aspiraciones. Los comportamientos emprendedores y los perfiles de los empresarios son diferentes (Verrest, 2013). De igual manera, se denotan diferencias en lo que provoca la creación de empresas: Necesidad y Oportunidad (Baptista et al., 2014; Morales et al., 2015; Texis et al., 2016). Esta situación da lugar a la duda de saber los perfiles de creación de las microempresas, siendo la pregunta central: ¿cuáles son los perfiles de creación de micronegocio en las áreas rurales de los países en vía de desarrollo, especialmente en Santa Bárbara Almoloya? La respuesta implica estudiar la combinación de factores conocidos que influyen en la creación de un negocio en el contexto de los campesinos.

Marco teórico: medios de vida sostenibles y motivación

Gibb y Ritchie (1982) fueron los primeros en establecer los elementos que debe cumplir un emprendedor para crear un micronegocio. Estos autores presentaron cuatro elementos para obtener un inicio exitoso: “la motivación o determinación, la idea o mercado, los recursos, y finalmente las habilidades”. Dentro de estos hay unos que no sirven para los microempresarios rurales, como la evaluación de la idea y estudio de mercado. La creación de un negocio no se hace de un día al siguiente, por eso le llaman un proceso, y las recientes investigaciones denominan “emprendedores nacientes” a las personas que están en este proceso (Davidsson y Honig, 2003; Kim, Aldrich y Keister, 2006). Durante el mismo, estas personas combinan varios factores que pueden ser resumidos en dos: “capitales y motivación”.

En el medio rural estos capitales usados para explicar la creación de negocio caen dentro del enfoque de medios de vida sostenibles manejado por el Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID) de Inglaterra. Este enfoque es manejado por varios investigadores para estudiar el desarrollo rural (Bennett y Franzel, 2009; Mummidi, 2009; Ansoms y McKay, 2010); sin embargo, otros investigadores toman los capitales para explicar la creación de empresa, pero con pequeñas diferencias (Cuadro 2).

Cuadro 2 Similitud y diferencia en el uso de los capitales. 

Tipos de capitales Medios de vida Investigadores
Financiero DFID, Mummidi (2009) Kim et al. (2006)
Social DFID Davidsson y Honig (2003)
Humano DFID Davidsson y Honig (2003), Kim et al. (2006)
Físico DFID X
Natural DFID X
Cultural X Kim et al. (2006), Elam (2008)
Simbólico X Elam (2008)

Fuente: elaboración propia.

Estos capitales no solo favorecen la creación de empresas, sino que permiten la competitividad y son de tipo tangible e intangible (Fuentes, Osorio y Mungaray, 2016). El capital humano se compone de las habilidades, capacidades y conocimientos adquiridos y se puede generar vía la educación tanto formal como no formal (Baptista et al., 2014). La experiencia de trabajo o en negocio propio es un elemento importante a considerar en la educación no formal porque permite acumular conocimientos y habilidades. Para unos autores, los individuos que posean un capital humano de mayor calidad identificarán mejor las oportunidades empresariales (Davidsson y Honing, 2003).Con esta aseveración hay autores que consideran que no son los individuos con altos niveles de capitales humano y social que llegan a crear empresas, sino los que tienen estos capitales en un nivel balanceado y combinado con experiencia (Backes-Gellner y Moog, 2013). La población rural, generalmente, no tiene un nivel de educación alto y las pocas fuentes de trabajo que existen no son generalmente un negocio.

La predicción de la creación de empresa es estudiada por factores como la experiencia de trabajo, nivel de educación, etcétera, y generalmente se ocupan variables dicotómicas (Kim et al., 2006; Elam, 2008), lo que implica pérdida de información. Hay una probabilidad de que la experiencia no tenga ningún vínculo con la empresa creada. Para Baptista et al. (2014), la experiencia de trabajo es útil cuando la empresa que se crea es dentro del mismo sector. En este trabajo se toma la percepción de los dueños de los micronegocios sobre la manera en que usaron los elementos del capital humano para crear sus micronegocios.

El capital social en la creación de empresas se da de varias formas. Como activo que la gente obtiene al estar en contactos con otros (Coleman, 1988), este capital se obtiene mediante la influencia de otros, de algún tipo apoyo para crear el negocio. Según Elam (2008) la pregunta central del capital social es: “¿A quién conoce?”, pero puede ser que una persona conoce a mucha gente y no le pueden dar apoyo para crear una microempresa o hacer otra cosa. En este sentido viene la diferenciación entre los tipos de capital social. Davidson y Honig (2003) presentan el capital social en tres dimensiones: unión o puente, vinculación y aproximación. En el primero existe en relaciones socialmente estrechas (intensos sentimientos de conexión), en el segundo las relaciones sociales son medianamente estrechas (respeto, la confianza y el compañerismo) y, por último, hay relaciones asimétricas entre personas que tienen pocos puntos de coincidencia (presidente y ciudadano).

En su marco operacional, el capital social es tomado por algunos investigadores como la participación o pertenencia a alguna organización, grupo, etnia (Narayan y Pritchett, 1999); dentro de eso se dan las normas, la reciprocidad, la confianza. Respecto a la definición de Elam (2008), conocer a otras personas se da mediante la participación en grupo. La variable “conocer a otra persona o a otros empresarios” ha sido muy estudiada como capital social, sobre todo por los investigadores que toman el enfoque de Global Entrepreneurship Monitor (GEM). En este trabajo se considera el capital social en sus tres formas: la influencia de otros empresarios, la cantidad de ayuda recibida y la participación en grupo.

El capital financiero es otro factor para la creación de empresas; típicamente es lo que posee alguien en términos de dinero (Elam, 2008). La población rural, sujeta de este trabajo, no tiene mucho dinero y combina recursos de varias maneras para asegurar su supervivencia. En esta perspectiva entra la microfinanza, brindando acceso al dinero de manera diferente de las tradiciones financieras. Belwal et al. (2014) encontraron que los recursos financieros y el acceso a recursos externos son las barreras principales de las mujeres emprendedoras. Hay quienes encontraron que los microempresarios que usan préstamos externos en proveniencia de bancos, clientes y proveedores para iniciar un negocio son más eficientes que los que inician con sus propios recursos y los de sus familiares y amigos (Hernández-Trillo et al., 2005).

A pesar de su importancia, poseer el dinero no es suficiente; se tiene que saber lo que va a emprender con ello (Elam, 2008). Ahí entra el concepto de capital cultural, lo cual se basa en lo que sabe o en la manera de pensar, de sentir y de hacer. La operacionalización del capital cultural consiste en variables edad, educación y experiencia; así, este capital coincide con los elementos del capital humano. Kim et al. (2006) consideran al capital cultural como el tener a los padres como empresarios, lo que influirá en el hijo a crear su negocio. Ahí el capital cultural tiende a entrar en el capital social; el conocer y la influencia de otros empresarios no solo se da en la familia, sino en cadenas más grandes donde el futuro emprendedor obtiene la aspiración viendo otros. Así, esta influencia puede llegar de los tres tipos de capital social identificado anteriormente.

Elam (2008) presenta el capital simbólico como la fuerza simbólica en su forma pura, como la influencia, el prestigio, el estatus social. Dichos valores se buscan y esta búsqueda de valores se traducen en este estudio como el elemento motivacional. Este factor permite la separación de personas que crean empresas contra las que no lo hacen.

Se toman generalmente los capitales social, financiero y humano para explicar la creación de empresas, pero fallan al no poder responder por qué todas las personas no crean empresas mientras tengan a su disposición estos capitales. El enfoque psicológico de los negocios es el elemento que provee la respuesta a este interrogante. Mummidi (2009) trata de entender por qué las mujeres hacen o no actividades generadoras de ingresos y la sustentabilidad de estas basándose solamente en unos componentes del capital humano y la motivación. Según este autor, estos elementos pueden ayudar a ver el impacto de la microfinanza, mas no son los únicos que determinan la creación de estas actividades.

Las personas están en la búsqueda de algo satisfactorio para su vida y eso se traduce por la independencia económica personal, ser activa o de una necesidad de interacción social y para obtener un reconocimiento social (Anthopoulou, 2010). No cabe duda que las personas que hacen micronegocios en las comunidades rurales son emprendedores de supervivencia. En el sentido contrario de lo que señala Elam (2008) con el capital simbólico, no todos los emprendedores buscan estos valores. Hay objetivos económicos y no económicos que la gente tiene al crear una empresa (Kantis et al., 2002). En términos de motivación, no solamente los objetivos hacen que la gente crea negocio. La creación del negocio es una acción y toda acción humana puede ser estudiada por su comportamiento planificado, cuyo determinante es la intención (Ajzen, 1991). Dicho de otra manera, la intencionalidad dará lugar a la acción. Para Bird (1988) la intención es un proceso y empieza con las necesidades, valores, creencia. En ciertos casos, la intención no da lugar a la acción porque es planeado y eso tiene que ver con el tiempo (Davidsson, 1995).

Todo lo anterior permite avanzar que la creación de empresas se da de manera diferente en los individuos con la combinación de capitales y motivación. Casi no hay estudio que establezca perfiles de los empresarios al momento de iniciar sus negocios, utilizando todos los capitales y la motivación, ya que solo con los capitales no se inicia un negocio. Heirman y Clarysse (2004) encontraron cuatro perfiles de creación, pero se basaron en recursos financieros, tecnológicos y humanos. Este trabajo pretende cubrir el vacío en establecer los modelos de creación de microempresas en el medio rural.

Metodología

El trabajo se desarrolló en la localidad de Santa Bárbara Almoloya, San Pedro Cholula, Puebla con gente que tiene algún tipo de micronegocio. Las coordenadas geográficas de la comunidad son: latitud 18.8875 y longitud -98.2826; su población es de 4200 habitantes. En esta comunidad no existe una lista de todos los micronegocios ya que la informalidad de este tipo de empresas en todo el territorio mexicano es inviable. Se carece de investigación sobre estos tipos de empresas en la zona. La localidad cuenta con un mayor número de micronegocio que las localidades que la rodean.

Se hizo un muestreo para establecer la lista de estas unidades en la localidad. Como se mencionó, la apertura y el cierre de una empresa depende de la voluntad del dueño; durante el recorrido para sacar el número total de micronegocios se encontró que varios estaban cerrados, aunque no se sabe si el cierre es definitivo; sin embargo, se obtuvo una población de 328 microempresas. No se pudo entrevistar a todos microempresarios; por eso se calculó un tamaño de muestra utilizando la fórmula de la varianza máxima (p=0.5 y q=0.5), con un nivel de confianza igual a 95 % y un error muestral de 0.09. La asignación de los valores de p y q se hace con la proporción de microempresas que siguen funcionando o no.

n=NZα/22pqNd2+Zα/22pq

La fórmula arroja un tamaño de 70, pero se hicieron tres encuestas más, lo que da la n=73. En México, la Encuesta Nacional de Micronegocios (ENAMIN) es un instrumento de base para analizar las microempresas (Fuentes et al., 2016; Mungaray et al., 2016; Rodríguez et al., 2015). Se construyó un cuestionario basándose en el ENAMIN y el enfoque teórico. Las variables consideradas se muestran en el Cuadro 3, así como su forma de medición. Se obtuvieron los datos mediante una encuesta realizada en los meses de enero y febrero de 2015. Para analizar los datos se usaron los programas Infostat y JMP.

Cuadro 3 Descripción y medición de las variables des estudio. 

Nombre de la variable Descripción de la variable Forma de medición
Capital financiero
Orig_recur Origen de recursos para iniciar 1=Recursos propios, 2=Recursos externos, 3=Ambos
Vent_cred Venta a crédito para iniciar 1=Si, 0=Otros
Capital social
Infl_otr Influencia de otros empresarios 1=Si, 0=Otros
Part_grup Participación en grupos antes del inicio 1=Si, 0=Otros
Apoy_rec Cantidad de apoyos recibidos Numérica
Capital humano
Edu_ini Ayuda de la educación para iniciar 1=Nada. 5=Mucho
Exp_ini Ayuda de la experiencia de trabajo para iniciar 1=Nada. 5=Mucho
Habil_ini Ayuda de las habilidades para iniciar 1=Nada. 5=Mucho
Capac_ini Ayuda de la capacitación para iniciar 1=Nada. 5=Mucho
Motivación
Cant_obj Suma de los objetivos Numérica
Inten Intención emprendedora 1=Nunca. 5=Siempre
Variables de control
Sexo La sexo del empresario 1=Mujer y 0=Hombre
Escol El grado de escolaridad Numérica

Fuentes: elaboración propia.

La variable Apoy_rec es la suma de todas las ayudas recibidas al momento de crear el negocio; eso varía de 0 a 4. Esto representa el número de personas que apoyaba al empresario al inicio y fueron considerados: “hijos, cónyuge, amigos, familiares”. Los tipos de ayuda que reciben oscilan desde dar la idea de crear el negocio hasta prestar dinero y ayudar a ponerlo en marcha. La variable Cant_objet suma los objetivos de los microemprendedores que son los objetivos económicos y no económicos señalados por Kantis et al. (2002). Se consideran los cinco objetivos siguientes: “Ser su propio jefe, tener o mejorar sus ingresos, tener buena reputación, tener simplemente una actividad y desarrollarse como persona” (Morales et al., 2015). Algunas otras variables de control fueron usadas para interpretar los resultados, como el sexo (sex) y la escolaridad (escol).

Resultados y Discusión

Análisis estadísticos

Se usó el análisis de conglomerados, con el método de conglomerado jerárquico, el método de Wald, con distancia euclídea al cuadrado, para obtener el dendrograma que provee este algoritmo y de ahí ver el número de grupo máximo que se puede crear (Ansoms y McKay, 2010). Con el dendograma se eligió la distancia 6.07, la cual permite formar cuatro grupos. Se guardó una nueva variable donde se identifican los cuatros grupos. Para compararlos se hizo un análisis de la varianza no paramétrica de Kruskal-Wallis porque los datos no cumplen con los supuestos de: “homogeneidad de la varianza y normalidad” para hacer un ANOVA.

No se pudieron separar los rangos para la variable que describe ayuda de capacitación para iniciar con la prueba de Kruskal-Wallis; por ello, se tomó un análisis alternativo: la “U de Mann-Whitney”, lo cual permite comparar dos grupos por ejemplo uno y dos; uno y tres, así y en adelante.

Caracterización de los clústeres

Grupo 1: Mal inicio

En este grupo la mayoría son mujeres (67 %); 57 % de los miembros tienen nada más la primaria. En el Cuadro 4 este grupo tiene los puntos más bajos; esta condición puede ser considerada una desventaja al ser comparada con los otros grupos, por eso es calificado de mal inicio. Dentro de este grupo se encuentran las personas que no iniciaron las microempresas que encabezan actualmente. Las características de este grupo coinciden en lo que dicen Banerjee y Duflo (2007:162): “si tienes pocas habilidades y un poco de capital y, especialmente, si eres una mujer, ser emprendedora es más fácil que encontrar un trabajo”. Las habilidades se adquieren con el tiempo o mediante algún tipo de aprendizaje, ya sea en escuela o en un puesto de trabajo. Los miembros del grupo no tienen un nivel de escolaridad alto y sus edades varían, pero la mayoría tiene más de 43 años, por lo que las pocas habilidades que tienen las han adquirido en sus años de vida.

Cuadro 4 Resultado del análisis de la varianza unifactorial por rango de Kruskal-Wallis. 

Variables X 2 Cluster 1 Cluster 2 Cluster 3 Cluster 4 P-valor
Orig_recur 9.372 29.21ª 44.87b 34.09ab 43.64ab 0.025
Inten 12.645 27.29ª 36.26ab 48.80b 31.50ab 0.005
Cant_obj 28.101 19.31ª 51.02c 35.57b 48.50bc 0.000
Edu_ini 8.482 27.24ª 37.33ab 44.41b 41.93ab 0.037
Exp_ini 44.185 25.76ª 23.04a 59.82b 44.86b 0.000
Habil_ini 22.484 20.24ª 42.76b 48.52b 32.14ab 0.000
Capac_ini 9.477 31.52a* 34.09a* 43.98b* 41.07ab* 0.024
Infl_otr 19.731 24.24ª 46.30b 35.77ab 48.57b 0.000
Part_grup 8.539 32.21ª 36.52ab 36.95ab 53.07b 0.036
Apoy_rec 21.563 19.74ª 44.41b 44.89b 39.64b 0.000
Vent_cred 72.000 33.50ª 33.50a 33.50a 70.00b 0.000
N 21 23 22 7

Fuente: elaboración propia con datos de campo.*Prueba U de Mann-Whitney.

Grupo 2: Fuerza en motivación y capital financiero

Este grupo tiene más mujeres (52 %) que hombres. La educación de la mayoría de los miembros de este grupo oscila entre la secundaria (45.8 %) y la primaria (25 %). En el Cuadro 4 se puede notar que el grupo tres gana al dos en la variable que describe intención emprendedora, pero no es problema para decir que el grupo dos tiene mayor motivación porque gana en los objetivos. Eso es porque la intención no da lugar generalmente a la acción (Boudabbous, 2011). La intención es algo que llega a la mente de los individuos por un tiempo dado, pero si sienten más necesidad transformarán esta intención en objetivos y, por ende, eso dará lugar a la creación de la empresa.

Los objetivos que tienen estos microempresarios permiten confirmar que no son iguales que los capitalistas porque mencionaron más objetivos no económicos que económicos. Estos resultados van en el mismo sentido que otros hallazgos (Mungaray, Aguilar-Barceló y Osorio, 2016). Además, al usar los objetivos este trabajo entra en las dos escuelas del emprendimiento identificadas por Thornton (1999), ya que se abarcan las características personales del emprendedor y el contexto que favorece la creación de las microempresas.

Este grupo tiene el valor más alto para la variable de origen de recursos, por lo cual queda en el extremo. Algunos de los microempresarios combinaron recursos (préstamos y recursos propios) para dar inicio al negocio, pero los miembros del grupo dos usan más préstamos. Los microempresarios usan más sus propios recursos para iniciar los micronegocios (67 %) y estos provienen de venta de cosechas o animales y ahorros, lo que es típico de comunidades rurales de bajo recurso (Morales et al., 2015). Eso confirma que los pobres pueden ahorrar (Rutherford, 1999), ya sean en especie o en efectivo. Sin embargo, los ahorros en especies pueden ser considerados como inversión, ya que la gente compra un animal, por ejemplo, pero en el futuro este último generará otros animales.

Grupo 3: Fuerza en capital humano

El grupo tres es el que usa con mayor intensidad los elementos del capital humano para iniciar los negocios. La literatura en la medición del capital humano en la creación de negocios toma en cuenta el nivel de escolaridad de los emprendedores nacientes. En este estudio, alrededor de 47 % de los entrevistados afirman que no les ayudó en nada la educación y eso se presenta para todos los grupos, aunque es de mayor intensidad para el uno y el cuatro. Eso no se debe al nivel de estudio que tienen los dueños porque no se encontró diferencia entre los grupos y el nivel de estudio. Un factor que podría explicar este elemento es la calidad de educación y las capacidades individuales para aprender. Hay personas que aprovechan de lo poquito que aprendieron en la escuela para crear sus negocios. Esto se debe a que no hay necesidad de alto nivel de estudio para crear esta categoría de micronegocio en la zona rural, tal como lo plantea Backes-Gellner y Moog (2013). Con el simple saber leer y escribir, las personas pueden aprender solas (autoaprendizaje) los elementos básicos para la creación y administración de empresas.

Hay una falta de capacitación en el medio rural, específicamente en la comunidad de Santa Bárbara Almoloya; es por esto que la prueba para comparar los grupos se hizo de manera diferente. Solamente 21 % de los entrevistados tuvieron una capacitación antes de iniciar sus actividades. De igual manera, 48 % de los entrevistados mencionaron que la experiencia de trabajo no les ayudó para iniciar los micronegocios. Eso confirma lo que dice Baptista et al. (2014) sobre la utilidad de la experiencia de trabajo, ya que en el medio rural no hay generalmente fuentes de trabajo que podrían dar suficientes conocimientos y habilidades para iniciar una microempresa.

De Janvry y Sadoulet (2001) encontraron que el capital humano es un elemento clave en tipos de ingreso no agrícola, tal como microempresas consideradas en este estudio. No se puede afirmar que este grupo tiene mayor ingreso que los otros por las características de estas unidades: no tienen registro y no saben cuánto ingresan diario.

Grupo 4: Fuerza en capital social

De los entrevistados 63 % comentaron que conocieron a otros emprendedores antes de iniciar sus propios negocios. De estos empresarios, los conocidos (por ejemplo, patrón, vecino) y los familiares representan cada uno 32.88 %, mientras que hijo, esposo y amigos respectivamente tienen 1.37 %, 9.59 % y 27.40 %. Esta variable “conocer a otros empresarios” es muy estudiada en el capital social sobre todo los autores que adoptan el modelo GEM (Elam, 2008). Con esta variable encontramos dos niveles de capital social en la comunidad de Santa Bárbara Almoloya. El capital social de aproximación está ausente porque ninguno de los entrevistados mencionó que conocieron a dueños de grandes empresas. La lógica de la empresa grande se basa en tener sucursales y poner un administrador a cada una y, en este sentido, se da el capital social de aproximación porque los dueños no mantienen relación directa con el empleado sino con el administrador.

En este trabajo el capital de unión encontrado se da por los hijos, los esposos y los familiares, y la suma de estos tres (43.84 %) no sobrepasa la suma del capital de vinculación (60.20 %), lo cual es dado por los amigos y conocidos. El hecho de que la gente conozca a otros empresarios no puede explicar directamente que van a copiar sobre estos empresarios para iniciar lo suyo; así se planteó la pregunta para si algunos de los empresarios conocidos influyeron para que puedan crear lo suyo. De los 46 entrevistados (63 %) que afirman que conocieron a otros empresarios, solamente 29 declararon que tuvieron la influencia. Eso permite ver que el simple conocer no implica la influencia o aspiración.

Un elemento que es estudiado mucho en el capital social es la confianza. En este trabajo no se plantea como tal, pero la variable venta a crédito para iniciar permite explorarlo. La venta a crédito es capital financiero para el dueño de las mercancías porque algún día la persona que las recibe tendrá que pagar o regresarlas, pero para este último dicha acción es capital social porque es por medio de la confianza que pudo obtener las mercancías de la otra persona. Como lo afirma Bennett y Franzel (2009), en el marco de los medios de vida el incremento de un tipo de capital puede implicar el aumento en otro. El capital financiero en el grupo cuatro tiende a incrementarse porque ya tiene un capital social elevado.

El dinero es un factor que impide la creación de las microempresas (Belwal et al., 2014), pero cuando el nivel de capital social es muy alto las microempresas pueden crear sin la posesión de dinero (caso del grupo cuatro). En este sentido, no hay un capital como tal que tiene más importancia que otros en la creación de las microempresas y si este existe, debería ser el social. En caso de que las personas no tengan un nivel de capital social alto, el dinero es el elemento más importante para la creación de las microempresas. El capital social puede generar el capital financiero (prestamos entre amigos o familiares) y humano (capacitación entre amigos o familiares). A pesar de todo, eso sin el dinero la gente puede pasar toda su vida con la intención de emprender, con varias metas, con enormes habilidades y conocimientos, con personas conocidas, y no llegan a crear una microempresa.

Los campesinos no son homogéneos; cada quien tiene un perfil diferente de otro. Algunos aún se dedican al campo solamente, otros combinan el negocio y la actividad agrícola. Estos perfiles son importantes para las IMF o cualquier institución interesada en la microfinanza rural porque implica conocer a fondo los dueños de microempresas, lo que permite entender la razón por la cual hay personas que crezcan con el mismo instrumento de microcrédito, mientras que otros quedan igual o se empeoran (Armendáriz y Morduch, 2011). Por otro lado, las IMF pueden usar estos perfiles cuando quieren evitar problemas de reembolso; por ejemplo, las personas del grupo cuatro no presentarán esta dificultad porque desde el inicio de su micronegocio habían hecho estos tipos de transacción. Cabe mencionar que en el grupo cuatro los micronegocios tienen mínimo un año de existencia, lo que significa que sí han devuelto la mercancía comprada a crédito o están en el proceso.

Tener una microempresa cae dentro de los tres tipos de ingreso no agrícola mencionados por Berdegué et al. (2001). Es un buen instrumento cuando se trata de promover el desarrollo rural; dotar a los campesinos de un micronegocio o incentivarlos a crear es una estrategia que cae dentro de la nueva ruralidad porque no pasan todo el día en el campo sembrando y cosechando. Los gobiernos que promueven el desarrollo rural mediante el emprendimiento pueden aprovechar de los perfiles de este trabajo; por ejemplo, hay personas cuyos objetivos son nada más obtener el apoyo del gobierno y después de eso pueden dejar de hacer negocios. Eso se debe a la característica del comportamiento emprendedor (Minniti y Lévesque, 2008), lo cual reside en la acción humana. No se sabe si el objetivo que tiene la gente hoy, seguirá teniéndolo mañana o en un futuro cercano. Así que es posible que una persona o un grupo de personas obtengan el apoyo del gobierno para implementar una empresa y que luego, por una razón u otra, esta se cierre.

Conclusiones

Se quiso conocer si hay diferencias entre los microemprendedores en el proceso de creación de sus microempresas. La discusión derivada de este artículo permite confirmar la heterogeneidad de los emprendedores al momento de crear sus microempresas y el peso de esta diferencia. Se encontró que existe un grupo que inicia muy bien, combinando todos los factores de capitales y motivación mientras que otros inician mal, sin motivación y sin algunos capitales. Los objetivos y el capital financiero son los elementos más importantes para crear una microempresa, pero cuando el capital social es alto el capital financiero puede perder su importancia.

Estos perfiles pueden ser usados por las IMF para apoyar a los microempresarios y evitar problemas con los clientes. También pueden ser de buen uso para entender por qué con los mismos instrumentos de microfinanzas hay personas que crecen, mientras que otros no. Futuras investigaciones pueden estudiar qué tipo de negocios son más sustentables y exitosos en los perfiles existentes. Estos servirán a gobiernos que se involucran en apoyar a la gente a tener un micronegocio mediante las políticas públicas, lo que dará como resultado la eficiencia en los programas, ya que estos perfiles permiten ver a qué tipo de persona apoyar.

Literatura Citada

Acs, Zoltan. 2006. How is entrepreneurship good for economic growth? In: Innovation, pp: 97-107. [ Links ]

Ajzen, Icek. 1991. The theory of planned behavior. In: Organizational behavior and human decision processes, Vol. 50, pp: 179-211. [ Links ]

Ansoms, An, y Andrew McKay. 2010. A quantitative analysis of poverty and livelihood profiles: The case of rural Rwanda. In: Food Policy, Vol. 35, pp: 584-598. [ Links ]

Anthopoulou, Theodosia. 2010. Rural women in local agrofood production: Between entrepreneurial initiatives and family strategies. A case study in Greece, In: Journal of Rural Studies, Vol. 26, pp: 394-403 [ Links ]

Armendáriz, Beatriz, y Jonathan Morduch. 2011. Economía de las microfinanzas. Fondo de Cultura Economía y Centro de Investigación y Docencia económicas, A.C. México. [ Links ]

Arora, Bindu, y Aanchal Singhal. 2013. A comprehensive literature on impacts of microfinance. In: Online International Interdisciplinary Research Journal, Vol. 3, No. 5, pp: 346-358. [ Links ]

Backes-Gellner, Uschi, y Petra Moog. 2013. The disposition to become an entrepreneur and the jacks-of-all-trades in social and human capital. In: The Journal of Socio-Economics, Vol. 47, pp: 55-72. [ Links ]

Banerjee, Abhijit V., y Esther Duflo. 2007. The economic lives of the poor. In: Journal of Economic Perspectives, Vol. 21, No. 1, pp: 141-167. [ Links ]

Baptista, Rui, Murat Karaöz, y Joana Mendonça. 2014. The impact of human capital on the early success of necessity versus opportunity-based entrepreneurs. In: Small Business Economics Vol. 42, No. 4, pp: 831-847. [ Links ]

Belwal, Shweta, Rakesh Belwal, y Fatema Al Saidi. 2014. Characteristics, motivations, and challenges of women entrepreneurs in Oman’s Al-Dhahira region. In: Journal of Middle East Women’s Studies, Vol. 10, No. 2, pp: 135-151. [ Links ]

Bennett, M., y S. Franzel. 2009. Can organic and resource-conserving agriculture improve livelihoods? A meta-analysis and conceptual framework for site-specific evaluation. In: ICRAF Occasional Paper 11. Nairobi. [ Links ]

Berdegué, Julio A., Eduardo Ramírez, Thomas Reardon, y Germán Escobar. 2001. Rural Nonfarm Employment and Incomes in Chile. In: World Development, Vol. 29, No 3, pp: 411-425. [ Links ]

Bird, Barbara. 1988. Implementing entrepreneurial ideas: the case for intention. In: Academy of management review, Vol. 13, No. 3, pp: 442-453. [ Links ]

Boudabbous, Sami. 2011. L’intention entrepreneuriale des jeunes diplomés. In: Revue Libanaise de Gestion et d’Economie, No. 6, pp: 1-20. [ Links ]

Coleman, James S. 1988. Social Capital in the creation of Human Capital. In: The American Journal of Sociology, Vol. 94, Supplement, pp: 95-120. [ Links ]

Davidsson, Per. 1995. Determinants of entrepreneurial intentions. Paper prepared for the RENT IX Workshop, Piacenza, Italy, 23-24 Noviembre. [ Links ]

Davidsson, Per, y Benson Honig. 2003. The role of social and human capital among nascent entrepreneurs. In: Journal of Business Venturing, Vol. 18, pp: 301-331. [ Links ]

De Janvry, Alain, y Elisabeth Sadoulet. 2001. Incomes strategies among rural household in Mexico: The role of off-farm activities. In: World development, Vol. 29, No. 3,pp: 467-480. [ Links ]

Elam, Amanda B. 2008. Gender and entrepreneurship: A multilevel theory and analysis, Edward Elgar Publishing Limited. [ Links ]

Fortunato, Michael W. P. 2014. Supporting rural entrepreneurship: a review of conceptual developments from research to practice. In: Community Development, Vol. 45, No 4, pp: 387-408. [ Links ]

Fuentes, Noé, Germán Osorio, y Alejandro Mungaray. 2016. Capacidades intangibles para la competitividad microempresarial en México. In: Revista Problemas del Desarrollo, Vol. 186, No. 47, pp: 83-106. [ Links ]

Gibb, Allan, y John Ritchie. 1982. Understanding the process of starting small businesses. In: European small business journal, Vol. 1, No. 1, pp: 26-47. [ Links ]

Gundry, Lisa K., y Harold P. Welsch. 2001. The ambitious entrepreneur: high growth strategies of women-owned enterprises. In: Journal of Business Venturing 16, pp: 453-470. [ Links ]

Heirman, Ans, and Bart Clarysse. 2004. How and why do research-based start-ups differ at founding? A resource-based configurational perspective. In: Journal of technology transfer, Vol. 29, pp: 247-268. [ Links ]

Hernández-Trillo, Fausto, José A. Pagán, y Julia Paxton. 2005. Start-up capital, microenterprises and technical efficiency in Mexico. In: Review of Development Economics, Vol. 9, No. 3, pp: 434-447. [ Links ]

Kantis, Hugo, Masahiko Ishida, y Masahiko Komori. 2002. Empresarialidad en economías emergentes: Creación y desarrollo de nuevas empresas en América Latina y el Este de Asia, Banco Interamericano de Desarrollo. [ Links ]

Kim, Phillip H., Howard E. Aldrich, y Lisa A. Keister. 2006. Access (not) denied: the impact of financial, human, and cultural capital on entrepreneurial entry in the United States. In: Small Business Economics, Vol. 27, pp: 5-22. [ Links ]

Minniti, Maria, y Moren Lévesque. 2008. Recent developments in the economics of entrepreneurship. In: Journal of Business Venturing, Vol. 23, pp: 603-612. [ Links ]

Morales Jiménez, Juan, Angel Bustamante González, Samuel Vargas López, Nicolás Pérez Ramírez, y Oscar Sereno-Pareja. 2015. Factores de éxito emprendedor en dos municipios de la montaña de Guerrero, México. In: Nova Scientia, Vol. 7, No. 3, pp: 416-435. [ Links ]

Mungaray, Alejandro, José G. Aguilar-Barceló, y German Osorio. 2016. Rethinking the purpose of micro enterprises in developing countries: evidence for Mexico. In: Journal of Developmental Entrepreneurship, Vol. 21, No. 3, 1650019 [ Links ]

Mummidi, Thanuja. 2009. Women and income generating activities: understanding motivations by prioritising skill, knowledge and capabilities. In: Rural Microfinance and Employment (RUME) working papers series 2009-1, pp: 5-29. [ Links ]

Narayan, Deepa, y Lant Pritchett. 1999. Cents and Sociability; household income and social capital in Rural Tanzania. In: Economic Development and Cultural Change, Vol. 47, No. 4, pp: 871-897. [ Links ]

Rivera-Huerta, René, Nidia López, y Alejandra Mendoza. 2016. Políticas de apoyo a la productividad de la microempresa informal ¿Dónde está México? In: Revista Problemas del Desarrollo , Vol. 184, No. (47), pp: 87-109. [ Links ]

Rodríguez Pose, Andrés, y Eduardo I. Palavicini. 2013. Does local economic development really work? Assesing LED across Mexican municipalities. In: Geoforum, Vol. 44, pp: 303-315. [ Links ]

Rodríguez Vázquez, Veronica, Kristiano Raccanello, y Carlos Jair Aguilar Pérez. 2015. El financiamiento a las microempresas en el Distrito Federal. Una aplicación del modelo FOCO. FAEDPYME International Review, Vol. 4, No. 6, pp: 34-44. [ Links ]

Rutherford, Stuart. 1999. The poor and their money: An essay about financial services for poor people, Department for International Development, India. [ Links ]

Texis Flores, Michelle, Martín Ramírez Urquidy, y José G. Aguilar Barceló. 2016. Microempresas de base social y sus posibilidades de supervivencia. In: Contaduría y Administración, Vol. 61, pp: 551-567. [ Links ]

Sigalia, Rachel Jactan, y Stephen Carney. 2012. Poverty reduction through entrepreneurship: Microcredit, learning and ambivalence amongst women in urban Tanzania. In: International Journal of Educational Development Vol. 32, pp: 546-554. [ Links ]

Thornton, Patricia H. 1999. The sociology entrepreneurship. In: Annual review of sociology, Vol. 25, pp: 19-46. [ Links ]

Verrest, Hebe. 2013. Rethinking microentrepreneurship and business development programs: Vulnerability and ambition in low-income urban caribbean households. In: World Development, Vol. 47, pp: 58-70. [ Links ]

Recibido: 01 de Agosto de 2016; Aprobado: 01 de Noviembre de 2016

*Autor responsable. (emmaremilien@gmail.com).

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons